martes, 12 de enero de 2016

Trascender la ciencia, un nuevo amanecer - I


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JACQUES MAHNICH
Presidente de la Rama St Jean, de la Sección Francesa.
Conferencia de Ciencia y Teosofía, dada en la Convención Internacional, Adyar, 28 diciembre 2014


 Introducción
Había una vez una alta montaña en la que nació una pequeña molécula de agua  proveniente del cielo. Ella despertó cuando sintió que se estaba deslizando entre las rocas y comenzó a precipitarse en las cascadas con gran deleite. Su nombre era CienciaMol, nosotros la llamaremos Molly. Ella estaba muy agitada, y pronto, junto a sus compañeras, quiso medir y comprender todo lo que le rodeaba, la presión de su ambiente, la temperatura que la agitaba, su velocidad de movimiento, la altura de los riscos, la distancia que estaba recorriendo, etc. Pronto, conoció moléculas más viejas que le dijeron: ‘Ten cuidado, el tiempo y la distancia que estas midiendo no son valores fijos, deberías apurarte, la relatividad te atrapara!’ Ella tuvo miedo, ¿Quién podría ser esta extraña bestia que estaba oculta en el cielo, esperando invadir su paisaje y modificar su visión del mundo?

Molly continúo deslizándose en la corriente, y entró a una gran ciudad. Aquí, otra molécula vieja le contó que este lugar, lejos de su lugar de nacimiento, era también el lugar de una criatura muy extraña llamada el Remolino Negro. Nadie lo había visto, pero de acuerdo a la leyenda, podía  tragarse  todo lo que se atreviera a  acercársele demasiado, y, dado que nunca nadie había regresado de ese lugar, nadie sabía lo que sucedía allí.

Precipitándose, ella alcanzó otro lugar río abajo donde había tantas otras moléculas que ella no podía ver las orillas del río. Llegó otra amiga muy agitada y le dijo: ‘Necesitas saber que recién descubrimos que nuestro río ahora se está expandiendo en todas direcciones y nosotros no sabemos por qué! Roguemos por no caer en el infierno de la Energía Negra!’ Todavía había antiguas supersticiones muy activas entre estas personas.

Muy asustada, ella se lanzó hacia adelante, mirando solamente al frente. Repentinamente, escuchó una voz que le decía: ‘Piensas que estás aquí, pero en realidad, tú estás en todas partes al mismo tiempo, y no puedes saber dónde estás o a qué velocidad te estás moviendo. Por lo tanto, no puedes saber dónde estás ni hacia dónde vas. Mejor aún, deja de intentar comprender el mundo que te rodea.’ Esto fue demasiado para ella. Finalmente, decidió cerrar sus ojos y dejarse llevar sin ninguna resistencia. Después de un largo rato, finalmente ya no sintió ningún movimiento y abrió sus ojos. Se hallaba entre una infinidad de moléculas de agua, todas quietas. Ella vio que cada una de las moléculas tenía una pequeña luz azul en su interior, que iluminaba su entorno. Ella intuitivamente supo que había llegado al final de su jornada, hasta que el Maestro, el Sol, la llamara nuevamente al cielo para comenzar otra jornada.  Molly estaba ahora integrada en el Océano de la Teosofía e iba a comenzar un nuevo amanecer.

Ciencia y Tradiciones, una antigua pareja
Una importante constante de vida en este planeta es sus ritmos. Esta es una de las tres proposiciones fundamentales de la Sabiduría Eterna. Aquí estamos hablando acerca de todos los ciclos que mantienen las formas de vida durante la fase de manifestación. Estamos familiarizados con los ciclos principales, tales como la vida y muerte de las células, organismos, personas, civilizaciones, estrellas, universos, etc. Lo mismo para la secuencia del día y la noche, las estaciones, el ciclo del agua, el ciclo  del carbono, y así sucesivamente, en esta tierra. Cuando miramos las Tradiciones de la humanidad, encontramos ciclos en cosmogénesis  que, excepto en la Tradición Cristiana, el intervalo más pequeño se expresa en cien mil años terrestres.

También existen ciclos mucho más cortos que están mucho más próximos a nosotros: el ciclo de vida de nuestras células humanas, de las que están hechos nuestros cuerpos físicos. Tenemos alrededor de 100.000 billones de células en nuestro cuerpo, lo que, codo a codo sería equivalente a una cuerda de 15.000 kilómetros. Trabajan todas juntas y por su cuenta, afortunadamente para nosotros, para mantener la integridad de cada cuerpo durante sus vidas. Cada día, 20 billones de células morirán y serán reemplazadas por otras nuevas. Los ciclos de reemplazo pueden durar desde algunas horas hasta quince años. Esto significa que la mayoría de nuestras células tienen menos de diez años. Cuando nos sintamos un poquito viejos, puede que queramos recordar este hecho. La superficie de nuestros pulmones es alrededor de 100 metros cuadrados, la longitud de nuestros vasos sanguíneos es de 100.000 kilómetros y nosotros sintetizamos 1.014 moléculas cada segundo. Nuestro cuerpo físico es una maravilla, el fruto de un billón de años de evolución. Esto es lo que la Ciencia nos dice.

La Sabiduría Eterna nos dice también que todo el cuerpo físico humano es renovado cada siete años. Este es un ejemplo donde puede ser posible construir un puente entre la Ciencia y las Tradiciones. Y esto no es por azar. Hay un axioma clave fundamental que todos podemos reconocer fácilmente: la Realidad es Una, y nosotros, como seres humanos, la estamos interpretando con un infinito conjunto de posibilidades basadas en nuestra cultura, condicionamiento, tendencias, y atavismos. Cuando hablamos de un científico o de un espiritualista, necesitamos tener presente que ambos son, ante todo, seres humanos en una cierta etapa de su desarrollo. Ellos no difieren tanto, ambos tienen su condicionamiento que los lleva por el sendero de su vida con características comunes.

Entonces, miremos estos dos enfoques y veamos cómo pueden mejorarse mutuamente por el bien de una humanidad mejor.

La ciencia en el siglo veintiuno
La ciencia, definida por Madame Blavatsky como ‘una abstracción de cada hecho, una comprensión de cada verdad dentro del alcance de la inteligencia e investigación humana’ (H. P. Blavatsky Collected Writings, VIII, ‘¿Qué hay en un nombre?’, p.13), ha afectado profundamente nuestra vida diaria e impregna ahora casi todos los aspectos de las sociedades humanas. Los campos industrial, económico, financiero, educacional, artístico y cultural, dependen fuertemente de las tecnologías producidas por los descubrimientos científicos. La ciencia ha remodelado nuestro panorama, ha modificado profundamente nuestros modos de vida y es importante no ignorarla.

Como sabemos, no siempre ha sido el caso, y le tomó siglos emerger como una de las fuerzas motrices de nuestra evolución. Desde el principio en su historia, tuvo que luchar en contra de los dogmatismos predominantes sostenidos por las principales religiones en los países occidentales. Los últimos cuarenta años trajeron una fuerte aceleración al desarrollo de la Ciencia, difundida ahora a gran parte del mundo. Pero, más importante es el factor de propagación, potenciado por los límites más abiertos entre los países y los medios de comunicación globales, que permiten acceder a la información a tiempo real, y a procesos cooperativos en línea.

Actualmente, hay cerca de siete millones de científicos en el mundo investigando en más de 250 disciplinas académicas. Casi un científico por cada mil seres humanos. Los científicos publican un promedio de un millón de artículos de investigación al año. Y viven en comunidades físicas y virtuales, sin límites, la aldea mundial. Por ejemplo, el Laboratorio Europeo para Partículas Físicas (CERN) en Suiza, tiene, sobre una base permanente, 8.000 investigadores de 80 nacionalidades que provienen de 52 países. La diversidad de culturas y tradiciones da un mejor resultado de competencias y experiencias. Gran parte de la investigación es ahora ejecutada bajo enfoques interdisciplinarios y multinacionales, y tales esfuerzos combinados permiten, debido a la sinergia de poderes financieros e intelectuales, mucho más que lo que cualquier país podría realizar. Este es el tipo de práctica que puede que queramos recordar.

En una palabra, la Ciencia se convirtió en una enorme máquina para investigar los misterios del mundo físico bajo todos sus aspectos medibles. Estamos lejos de la imagen del siglo 19 de algunas renombradas universidades y algunos genios aislados. Por lo tanto, el impacto de la Ciencia en nuestra vida social, económica y cultural es tremendo. Ha remodelado nuestra sociedad para bien y para no tan bien. En el lado bueno, la sustentabilidad, reducción de desigualdades entre países, conservación de la Naturaleza, conservación de las culturas locales y éticas se convirtieron en conductores en el desarrollo científico. Al menos son parte de los valores de la Ciencia actual. Como ejemplo, la Declaración del 6° Foro Mundial de Ciencia (2013) declara que: ‘Los científicos son individual, colectiva y  éticamente responsables del progreso de la Ciencia y del uso de sus beneficios para la sociedad’. El informe tiene la siguiente recomendación: ‘Es responsabilidad de ambos, de los que promueven la ciencia y de los científicos, mantener la supremacía de los intereses morales y sociales sobre los intereses a corto plazo, económicos y políticos, en la selección e implementación de proyectos de investigación y desarrollo por parte de los gobiernos o industrias privadas’. Esta es una afirmación sólida, pero la vida real muestra que estas anheladas afirmaciones no son implementadas, o son implementadas parcialmente. No ha impedido la sobreexplotación de los recursos de la tierra, que está en pleno auge actualmente. Obviamente, los científicos no pueden controlar el uso de sus inventos, y hemos visto esto por un largo tiempo. La responsabilidad reside en la naturaleza humana, su personalidad inferior es manejada por codicia y deseos. El lema actual es ‘Siempre más para mí’, es decir, más utilidades para los productores/proveedores de productos y más satisfacción de deseos para los consumidores. Las tecnologías han permitido esta aceleración, y el desarrollo de la economía liberal, a nivel planetario, ha perjudicado a la mayoría de las capacidades de las  autoridades/gobiernos de controlar el movimiento. Puede que nos encontremos sentados en un auto de carreras de alta tecnología sin volante.

Tradiciones en el Siglo XXI
Las tradiciones, incluyendo todas las religiones, filosofías y herencias culturales, también tienen sus ciclos de vida. Actualmente, vemos algunas de las religiones monoteístas declinando pronunciadamente en algunos países, algunas religiones orientales, como el Budismo, floreciendo en países occidentales, y muchos ‘movimientos de la nueva era’ apareciendo y desapareciendo. Por muchos siglos, la vida social, política y comunitaria estuvo organizada  en torno a las tradiciones religiosas principales. Ellas modelaron la conducta humana a través de su filosofía, moral y ética. Debido a que no tomaron solamente el aspecto espiritual, sino también el aspecto transitorio, modelaron nuestras sociedades usando modos de represión moral y física, e incluso modos terroríficos tales como la Inquisición en la Europa del siglo dieciséis. Al desaparecer dejan un vacío en el campo de los valores, moralidad y ética humanos, que usaron para promover, nutrir y proteger. Ya que la Naturaleza detesta el vacío, otros valores rápidamente aparecieron para reemplazar los antiguos. Y dado que la moralidad religiosa está desapareciendo, la mente inferior ya no encuentra obstrucción alguna para expresar su conducta básica: la satisfacción de sus deseos. El ciclo infernal ha comenzado: porque el deseo no puede ser agotado nutriéndolo, aumenta constantemente sus demandas de ‘más-para-mi’. En el otro extremo de la cadena alimenticia, los productores aumentan la velocidad de su producción, la variedad de sus productos, creando una nueva necesidad para la ‘siempre hambrienta’ masa de consumidores. A su vez, esto tiene una repercusión en los recursos de la Madre Tierra. El ciclo infernal está aquí y en marcha.

Humanos frente a la Ciencia y Tradiciones – El Poder de la Ciencia
Uno puede preguntarse por qué la Ciencia está adquiriendo tanta importancia y visibilidad actualmente. Aparte del aspecto cuantitativo de los resultados de la ciencia en la vida diaria, manifestado por tecnologías facilitadas por los descubrimientos, los científicos se han enfocado en un campo más amplio de influencia en las sociedades, teniendo por objetivo la toma de decisiones y la educación. Sus planes estratégicos, construidos y aprobados mundialmente, tienen como objetivo no solamente el bienestar (¿) material, sino también los valores materiales. Un proyecto de educación iniciado en el 2000 y presentado a nivel de la ONU fue impulsado por la urgente necesidad de promover una comunidad mundial de ciudadanos educados científica y tecnológicamente. Las metas y objetivos fueron destacados como:

·         Desarrollo personal a través de la adquisición de conocimiento científico.
·         Desarrollo mental personal a través del uso de métodos/habilidades científicos.
·         Desarrollo de atributos, actitudes y percepciones individuales.
·         Desarrollo de valores y habilidades como un miembro responsable de la sociedad.
Ned Lane, Director de Política Científica y Tecnológica, Washington DC, USA, afirma en una Conferencia Mundial sobre la Ciencia (2000):

“Es cierto que nuestra responsabilidad se extiende más allá del mundo científico. Nosotros somos quienes ayudaremos a determinar los métodos en los que el conocimiento nuevo se cruce con metas y valores sociales. Somos quienes nos hallamos en las encrucijadas del conocimiento humano y las necesidades humanas, y ayudamos a nuestro mundo a trazar el rumbo hacia adelante”.

Él no nos dijo hacia dónde nos iba a conducir este rumbo. Obviamente, la espiritualidad no pertenece a los valores propuestos. Todos los ingredientes para una sociedad materialista están aquí, y la ciencia ficción de la década de 1950 (novela Orwell 1984) parece haberse convertido en una realidad.

Resumiendo, todas las observaciones y hechos están mostrando que la evolución humana en este planeta se está acelerando y puede tomar un giro equivocado, o está girando a una velocidad demasiado alta y puede ser lanzado fuera de su sendero evolutivo. Los valores universales están desapareciendo con la disminución de la influencia de las instituciones religiosas, y los valores culturales están centrados alrededor del materialismo. Quizás este cuadro esté desequilibrado, demasiado pesimista o demasiado simplista. Pero la tendencia principal de la filosofía materialista y su implementación práctica, apoyada y respaldada mundialmente (UNESCO) es inequívoca.

Este sería un llamado para despertar. La próxima pregunta entonces sería ‘¿Qué podemos hacer?’

Primero tenemos que dar una mirada a algunas nuevas tendencias en las comunidades científica y teosófica.
                                               (continuará)


El conocimiento científico se puede combinar con la actividad espiritual para crear paz y buena voluntad en el mundo por medio de un campo no manifestado.
Richard Prosser