miércoles, 29 de julio de 2015

La Teosofía tiene que popularizarse


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RADHA BURNIER

Estoy segura que muchos hemos oído la frase “La teosofía debe popularizarse”. Es una afirmación muy satisfactoria porque da origen a la idea de que para ser teósofo tienes que hacer buenas obras de algún tipo. Ni siquiera tienes que dedicarte a aprender nada. Si haces buenas obras estás demostrando que vives la Teosofía. Varias afirmaciones que encontramos en la literatura teosófica podrían utilizarse para apoyar este tipo de pensamiento. En las cartas de los Maestros de Sabiduría, más de una vez uno de los Maestros dice: queremos actos, no palabras. Y naturalmente tenemos el libro titulado Ocultismo Práctico de Madame Blavatsky y sin leerlo, con solo pensar en el título de la obra, todo nos lleva hacia esa misma idea. Por otra parte, en La Clave de la Teosofía, de HPB, encontramos afirmaciones que se hacen desde un punto de vista totalmente distinto, pero el capítulo en sí se titula “Teosofía Práctica” y hay subtítulos. Existe un capítulo que nos da instrucciones sobre cómo hacer buenas obras.

La quintaesencia del deber

Muchos misioneros cristianos o algunos misioneros hindúes que han intentado imitar a los misioneros cristianos se han dedicado a hacer lo que llamamos buenas obras. Y desde luego hacen muy buen trabajo. Recuerdo haber visitado, hace mucho tiempo, un centro para leprosos dirigido por unos misioneros y era maravilloso ver los cuidados que se les daba a los residentes, la preocupación que mostraban por su futuro, etc. Es decir que no estoy en contra de hacer buenas obras. Pero en este contexto deberíamos reflexionar sobre una oración que hay en La Clave de la Teosofía. HPB dice “La Teosofía es la quintaesencia del deber”. No dice que el deber sea la quintaesencia de la Teosofía. Hay una diferencia entre las dos frases: si se afirma que el deber es la quintaesencia de la Teosofía, parece que si cumples con tu deber, tal como tú lo entiendas, porque cada persona entiende las palabras según sus propios contenidos, si cumples con tu deber, eres un teósofo y no se necesita nada más.

 Pensemos un poco sobre esto, si uno cumple su deber de una forma insensata, la idea de lo que hay que hacer como deber tal vez no sea la correcta.  Algunas personas consideran, por ejemplo, que obligar a la gente a creer en el Corán o en la Biblia, es como enseñar al ignorante cuál es su deber. Pero realmente tal vez estén haciendo más mal que bien. Madame Blavatsky no acepta esta aseveración o no la utiliza, la de que el deber es la quintaesencia de la Teosofía. Dice que la Teosofía es la quintaesencia del deber. Ella nunca escribió de forma muy sistemática, pero si tomamos las oraciones relacionadas directamente la una con la otra, podemos comprender toda su forma de pensar y de instruir. Si aprendemos a ser verdaderos teósofos estaremos cumpliendo con nuestro deber todo el tiempo.

Dice que la mayoría de las panaceas en las que la gente cree para curar los males del mundo no tienen principios rectores detrás y por eso fracasan estrepitosamente. Podemos pensar en la política económica actual. Naturalmente hay argumentos a favor y en contra, pero muchas personas reflexivas señalan que puesto que no existe realmente ningún principio rector detrás de las políticas económicas, estas no solucionan los problemas económicos. Por otra parte, el abismo existente entre ricos y pobres aumenta continuamente. Como hemos mencionado más de una vez, en este mundo, donde hay mucha riqueza y producción, hay también millones de personas que mueren de hambre, y los ricos y los pobres no están unidos entre sí en sus corazones.

Resulta muy interesante encontrar afirmaciones de HPB que parecen poder aplicarse muy bien al mundo actual. Por ejemplo al dar cosas para beneficencia, si no sois teósofos y creéis que hay que ayudar, ayudar desde una nación o desde la comunidad europea, a África, a quien lo necesite, o de un individuo a otros, cuando no hay principios rectores, ella dice, gran parte del dinero se quedará en las manos de la gente que se supone que tiene que distribuirlo o entregarlo. Tenemos la imagen de que hay un debilitamiento de la moralidad, que tal vez puede haber un cambio en las condiciones. Quizás el mundo actual sea mucho más favorable para el hombre deshonesto, el violento, el ambicioso, etc. Proporciona la oportunidad para que todos estos vicios florezcan, debido al así llamado progreso. El progreso también da oportunidades al mal. Pero lo importante es que la naturaleza humana no cambia fácilmente.

Uno de los Maestros dijo que la mente humana no quiere cambiar y tampoco le gusta ver el tipo de cambio que produce un bienestar duradero incluso a nivel físico. Podéis creer que los países ricos están mejor, pero de hecho no es así. Existen tantos problemas y males que están aumentando en esos países. No es solamente en las manos de la gente más pobre o de clase media donde se queda pegado el dinero, parece pegarse también en las manos de gente que tiene sueldos altísimos. Porque la naturaleza humana es ambiciosa. Y HPB señala que todos estos males que vemos tienen su raíz en el carácter humano. Cuando vemos esto, reconocemos la necesidad absoluta que hay de ese cambio interno que producirá una manera externa de actuar y de relacionarse que sea evidentemente útil para los demás.

HPB señala que el deber no debería significar realizar acciones que sean satisfactorias para uno mismo. Cumplir nuestro deber puede hacernos sentir plenos, pero esa plenitud no es el motivo que debería hacer que cumplamos con nuestro deber. Es muy parecido a lo que dice el Bhagavadgitâ, que hay que cumplir el deber que necesita hacerse y realmente tiene que hacerse. Que os sintáis satisfechos o no, que recibáis apreciación o no, que la gente se de cuenta de lo que estáis haciendo o no, todo eso no tiene importancia alguna. El teósofo es alguien que cumple muchas veces con sus deberes sin que los  demás lo sepan. Es decir, le puede preocupar la situación de otra persona y hará lo que pueda por ayudarle sin que nadie sepa lo que está haciendo, ni se sentirá feliz porque otros digan “¡oh, qué generoso eres!” o algo parecido. Es alarmante, pero todo eso forma parte del sentido del deber.

De hecho el capítulo mismo es interesante porque no dice cómo se puede evitar el hambre en el mundo, ni cómo deberían regirse los orfanatos o nada parecido. Los subtítulos del capítulo son: Deber, Auto sacrificio, Caridad y la Relación de la ST con las Reformas Políticas.

Por eso, HPB pregunta ¿qué es el deber? Lo que dice es “un reconocimiento total de los derechos igualitarios”, eso es el deber, desde el punto de vista teosófico. Un verdadero teósofo estaría cumpliendo con su deber si reconociera derechos igualitarios, no simplemente para adquirir cosas o vivir con comodidad, sino el derecho a expresar una opinión, el derecho a vivir y crecer con dignidad, incluso el derecho a morir tal como uno quiera morir. Hemos de reconocer la igualdad en ese yo. Existe un tipo de igualdad que menciona el Bhagavadgitâ más de una vez.

Krishnaji lo dice de otra manera: respeto por todo o por todos, por cada criatura, por su vida, por su crecimiento, no sólo el crecimiento físico, sino cada criatura en su lenta forma de crecer hasta una conciencia más amplia, si podemos llamarlo así. Incluso la conciencia de las criaturas más pequeñas se está expandiendo.

Desde el punto de vista de los amplios procesos del mundo, o más bien del universo, lo que consideramos como el tiempo es algo muy engañoso. Como no vemos el crecimiento sin el sentido del tiempo, no podemos decir que no exista; todo crece y tiene derecho a crecer, algo que desgraciadamente somos incapaces de comprender. En este sentido, algunos buenos teósofos han trabajado en el campo de la reforma penal, porque cuando una persona comete un asesinato o hace algo terrible, el mundo piensa que merece un castigo. Cuanto peor es la acción, más duro debe ser el castigo. Si pensáis en términos de crecimiento, no es el castigo sino la educación para comprender la naturaleza global de la vida lo que hace falta.

Annie Besant al principio se preocupaba entre otras cosas por la reforma penal. Solían usar castigos en la antigüedad. Uno era poner una especie de sombrero metálico en el prisionero, podéis imaginar lo difícil que debía ser para esa persona dormir con eso en la cabeza. Hacían todo tipo de cosas parecidas. Pero castigar a alguien no le hace aprender. Puede enfadarse, sentir resentimientos, frustración, pero si detrás del trabajo de la reforma penal está la comprensión teosófica de que todo crece, aunque sea lentamente, crece de acuerdo con las leyes del universo y adquiere una sabiduría cada vez más grande, una perfección de todo tipo, tendría lugar el aprendizaje. El deber, como explica HPB, consiste en ayudar a los demás de esa manera, para que se conviertan en sus propios yoes, para ayudarles a tener un carácter distinto. Existen estos principios rectores que son necesarios para hallar una verdadera respuesta, una panacea para todos los males que uno tenga.

Principios teosóficos esenciales

¿Cómo podemos tener esos principios guía si no estudiamos los principios teosóficos? No es un tipo de ocupación mental, una actividad mental, sino que esos principios quedan impresos en nuestra conciencia. HPB a ese respecto escribió sobre el principio del karma: Hay que comprender que no hay escapatoria a las consecuencias de cualquier tipo de acción, que las consecuencias ocurrirán mañana, al final de esta vida o tal vez después de varias vidas, pero no pueden ignorarse. Si una persona entiende esto, entonces se la podría ayudar a comprender por sí misma la necesidad de cumplir con su deber. Eso significa pensar en el bienestar de todos los demás, no sólo en su propio bienestar. HPB dice también que la gente siente satisfacción cuando experimentan gozo y placer, pero estas satisfacciones duran poco y son limitadas. La satisfacción o plenitud duradera tiene lugar solamente cuando hacemos algo que está de acuerdo con nuestra propia naturaleza superior.

La teosofía, por consiguiente, implica ser cada vez más consciente de lo que es necesario desde el punto de vista espiritual, no simplemente los deseos de los seres humanos, o animales o la misma tierra, a nivel material. De hecho los dos están conectados muy íntimamente. Pero el enfoque de la persona que llamamos práctica, que trata lo material esperando que todo irá bien, está equivocado, porque el cambio tiene que venir de dentro y no de fuera. Esto no significa que los miembros de la Sociedad Teosófica sean indiferentes al sufrimiento físico, a la infelicidad extrema que existe en el mundo, significa que vemos las cosas en su proporción correcta y a menos que tenga lugar un cambio interno, el cambio externo no será adecuado y no durará. Todo esto está implícito en la afirmación: “La Teosofía es la quintaesencia de la virtud”. Cuanto más podamos captar los principios esenciales de la vida, más comprenderemos las leyes del universo y el motivo por el que tienen lugar varios procesos en la naturaleza, mejor será nuestra posición para ayudar verdaderamente como servidores de la humanidad.
(artículo basado en una de sus conferencias)

jueves, 23 de julio de 2015

Libertad en la Espiritualidad


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M. KANNAN

La conducta de la vida en los reinos subhumanos es altamente disciplinada. La formación de rocas y montañas; la aparición, florecimiento y desaparición de las flores, frutos, vegetales, plantas y árboles; el nacimiento, crecimiento, movimiento y migración de los peces, reptiles, aves y animales, todos están regulados por la Naturaleza y siguen un orden y un ciclo. Rara vez se apartan del modelo establecido, excepto quizás en casos de mutación. Uno no puede sino sorprenderse con la belleza y armonía de la creación y, por lo tanto, uno puede esperar y predecir el comportamiento de la Naturaleza cuando pasa  a través del  tiempo y el espacio.

El hombre ha sido aclamado como la forma superior de la creación y está dotado de facultades que no se ven en los reinos inferiores. (El pronombre masculino se usa aquí solamente por conveniencia y quiere decir que también está incluido el pronombre femenino). La capacidad de discernimiento es lo que separa al hombre del animal. Esta facultad es una bendición y se espera que se aplique en la aceleración del proceso evolutivo. Se le da al hombre la oportunidad de apresurar la evolución y de esta oportunidad surgen numerosas cualidades como la capacidad de optar, de usar el libre albedrío y de tomar decisiones. Todas estas como un todo pueden denominarse como su “mente”.

Dotado de facultades y oportunidades adicionales, y con la ayuda de su mente, el hombre observa el mundo y registra su observación como memoria. Puede comparar experiencias nuevas con aquellas registradas en su memoria y establecer similitudes. Luego clasifica las experiencias como las que producen placer o incomodidad a los órganos de sus sentidos. Entonces aparece el deseo de repetir lo agradable y evitar las experiencias dolorosas o desagradables. El deseo puede entenderse como esa cualidad de la mente que da origen al ansia de algo agradable, y cuando eso se agota, se repite el deseo con mayor intensidad. El deseo también da origen al anhelo de evitar lo doloroso.
Por la repetición prolongada de experiencias agradables y dolorosas, el hombre aprende que ambas son breves, transitorias e irreales. En este punto del tiempo, comienza a buscar algo que trascienda las polaridades del placer y el dolor, algo que sea duradero, algo que sea real. Este es el amanecer de una nueva fase de su vida y así comienza su búsqueda por lo real. Experimenta  un completo cambio de posición en la forma en  que conduce su vida, cambia su visión, sus actitudes, y percibe el mundo de manera diferente. Disfruta de esta forma de vida que estaba oculta a su mirada en el pasado. Comienza a comprender que ahora es responsable de sí, y no está sujeto a fuerzas externas. El hombre ahora dirige su vida como un comandante dirigiría su ejército. Sostiene las riendas de su mente, deseos, sentimientos y órganos de los sentidos. Regula el tipo y cantidad de experiencias con las que alimentará los órganos de sus sentidos.

Una vez que logra este control de si mismo, experimenta el mundo de manera diferente. Esta nueva experiencia es enteramente contraria a su experiencia anterior. Ésta es libertad, y su experiencia inicial del mundo era esclavitud. También comprende que la libertad es real y permanente mientras la esclavitud es irreal y transitoria.

Habiendo obtenido la primera vislumbre de la libertad, el hombre busca más de esto, con más frecuencia, y luego busca todavía más, en una secuencia ininterrumpida. Comienza a buscar formas y medios para alcanzarla y  encuentra un sendero o forma de vida que conduce a este fin. Decide hollar este sendero y adopta esta forma de vida. Al hacer esto, observa que hay muchos que han recorrido este sendero y han  cruzado muchos hitos. Busca su compañía e intenta aprender de ellos. Para nuestra comprensión, podemos llamarlos el sendero espiritual y el viajero, como el aspirante espiritual o discípulo. Es interesante que el Diccionario Oxford presenta uno de los orígenes de la palabra disciplina, del latín, y luego del francés antiguo, que significa ‘instrucción, conocimiento’, de discipulus, que significa “discípulo”.
Demos una mirada más cercana al sendero y observemos el estilo de vida de los aspirantes. Nuestra observación descubre que los aspirantes se encuentran en dos categorías, etapas o fases generales. Primero, la fase de compromiso, y segundo, la fase de separación. En la etapa inicial el aspirante está profundamente comprometido en las actividades mundanas y su estilo de vida es de expansión de riquezas, relaciones y negocios, y las obligaciones resultantes.

Esta es una fase de actividad intensa, y por lo tanto, exige el apego a una cantidad de disciplinas, códigos, autoridades, reglamentos, etc. Incluso una desviación de menor importancia, sea planeada o no, puede modificar drásticamente los resultados proyectados. El aspirante observa que aunque los pensamientos estuvieran bajo su control, el resultado que se ha presentado de sus acciones, es inesperado. Aunque un poco sorprendido y alterado al comienzo, finalmente acepta el hecho de que hay fuerzas externas que actúan en sus negociaciones, las que causan resultados que no se contemplaron inicialmente. Continúa haciendo sus mejores esfuerzos y deja los resultados a algún otro poder superior. En este proceso se vuelve esencialmente altruista en su actitud y ofrece sus servicios en beneficio del mundo en general.

En la fase siguiente de la secuencia, el aspirante reduce progresivamente su compromiso con las actividades mundanas y se compromete en una búsqueda interna. Se retira en  aislamiento total o parcial y limita su asociación solamente a unos pocos aspirantes avanzados quienes van adelante en el sendero. En esta fase, se le revelan ciertas verdades superiores. Una de tales verdades es la fraternidad de la humanidad, de hecho, la fraternidad de todo lo que existe sea en la forma que sea. La vida que reside en su interior es una, mientras que las formas externas pueden ser muchas. Esta comprensión da origen a cualidades como el amor universal y la compasión por todas las formas de vida. Las diferencias en las formas no significan nada para el aspirante avanzado ya que su visión trasciende las envolturas externas, penetra en el más profundo yo y reconoce que el yo con una forma es el mismo yo que en cualquier otra.

Surgen ciertos hechos de lo antedicho. La jornada en el sendero espiritual no implica movimiento de un lugar a otro. Se puede comenzar “ya” y el progreso se puede lograr “aquí”. Solamente implica el cambio de enfoque de la verdad empírica o relativa hacia la verdad eterna o absoluta. Este viaje no es patrimonio de unos pocos seleccionados. Todos estamos recorriendo este sendero a nuestro propio paso; en realidad, es obligatorio para cada ser, sea consciente o no. Son pertinentes aquí las palabras de Maulana Jalaluddin Rumi un poeta persa místico del siglo trece. Él escribió:

 Como piedra morí  y emergí  nuevamente como planta;
 Como planta morí y emergí como  animal;
 Como animal morí y nací como hombre;
¿Por qué debería temer? ¿Qué he perdido con la muerte?’

El viaje consiste principalmente de dos etapas: la primera preparatoria, y la segunda avanzada. Estas dos etapas son secuenciales y pueden verse a diferentes niveles. Se deben seguir ciertas disciplinas y como consecuencia se alcanza la libertad, en cada etapa y en cada nivel.  

El viaje tiene que ser emprendido por cada uno de nosotros, pero el candidato o discípulo avanzado tiene la responsabilidad adicional de ayudar a sus compañeros de viaje. El progreso real no puede hacerse aislado. La comprensión de este hecho producirá una transformación en el candidato y lo guía en un orden mundial donde la desigualdad de oportunidades en lo social, político y económico se reducirán progresivamente. Podemos anhelar una civilización donde todos reconozcan su responsabilidad y trabajen hacia el desarrollo holístico. En el campo de la educación, el desenvolvimiento moral y ético disfrutará de igual énfasis que el de la ciencia moderna.

Los versos de apertura de El Dhammapada explican en forma clara la influencia del pensamiento en nuestra vida. Expresan que un esfuerzo concertado en la regeneración de nuestra naturaleza conduce a la salvación. Nadie sino nosotros decidimos el rumbo de nuestra vida y lo hacemos a cada momento por medio de nuestros pensamientos y acciones. Nuestra libertad puede ayudar a moldear el “mañana desconocido” pero es inoperante en el campo del pasado invariable. Las palabras de Sir Edwin Arnold en La Luz de Asia pueden recordarse aquí para nuestro beneficio. Él escribe:

No esperéis nada de los dioses implacables, ofreciéndoles
   himnos y dones;
No pretendáis conquistarlos con sacrificios sangrientos,
   ni los alimentéis con frutos y pasteles.
Hay que buscar la liberación en nosotros mismos:
Cada hombre crea su cárcel.

Para concluir me gustaría citar El hombre y sus cuerpos de Annie Besant. Estas palabras han influenciado mi vida de una manera profunda. Algunos de ustedes puede que hayan tenido una experiencia similar. Ella escribe:

Por la ley de evolución todo lo que es malo, por más fuerte que por el momento parezca, contiene en sí el germen de su propia destrucción, mientras que todo lo bueno contiene la semilla de la inmortalidad. El secreto de esto  está en el hecho de que todo lo malo es discordante, y va contra la ley cósmica, y por tanto, tarde o temprano ha de ser destruido por esta ley, se hace pedazos contra ella, y queda reducido a polvo. Por el contrario, todo lo bueno, al estar en armonía con la ley, es acogido por ésta, conducido hacia adelante dentro de la corriente de la evolución, y por lo tanto, no puede perecer jamás, no puede ser destruido nunca.

El propósito de esta conferencia no es dar un veredicto final sino dejar  abierto el interrogante para reflexionar.

lunes, 20 de julio de 2015

“Un poder que renueva todas las cosas”

           
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PEDRO OLIVEIRA

  
La historia presenta evidencia abundante respecto a que la búsqueda de poder, que se origina en el deseo y la ambición personal, concluye en fracaso. Se ha vuelto un cliché criticar a los políticos visiblemente egoístas, pero la maldad del poder puede ser muy sutil e incluso destructiva. Los bolcheviques en Rusia, por ejemplo, estaban totalmente convencidos de que habían inaugurado una nueva era para ese país. Sin embargo, en poco más de ochenta años el régimen comunista colapsó, porque había creado una clase selecta de personas que disfrutaban privilegios que los trabajadores comunes no verían en toda su vida. También se consolidó enviando miles de disidentes a los temidos gulags, o campos de trabajo forzado.

Como lo expresó Thomas Jefferson, uno de los Padres Fundadores de los Estados Unidos de Norteamérica: “La experiencia ha demostrado que incluso bajo las mejores formas de gobierno, quienes son dotados de poder, a su debido tiempo y por medio de operaciones lentas lo pervierten en tiranía”. Las crueles dictaduras, despóticas y criminales del siglo veinte lamentablemente corroboran el pensamiento de Jefferson. Bajo el régimen Nazi en Alemania, y el estalinista en la Unión Soviética, mataron a más de veintiséis millones de personas, y muchos millones fueron desplazados. Las dictaduras proliferaron en muchos países en todo el mundo, en la segunda mitad del siglo veinte y produjeron un sufrimiento indecible.

Abraham Lincoln afirmó “casi todos los hombres pueden soportar la adversidad, pero si quieren probar el carácter de un hombre, denle poder”.  Ciertamente la verdad de esta afirmación tiene una aplicabilidad universal. Individuos respetuosos de la ley, amistosos y cooperativos, parecen sufrir una transformación cuando adquieren autoridad y poder. Pueden volverse dominantes, miserables, violentos y a veces incluso brutales en su ejercicio personal del poder. ¿Por qué ocurre esto? Una respuesta posible a esta pregunta se puede encontrar en el Pratyabhijnâ Hridayam de Ksemarâja, aforismo 12, traducido por I. K. Taimni:

La naturaleza esencial de la esclavitud en el mundo irreal de la manifestación se ve obstruida con nuestro propio poder individual limitado, debido a falta de consciencia de esa Realidad que es la fuente de todo poder.

El significado de “obsesión” en el diccionario expresa: “pasión intensa pero de corta duración, o admiración por alguien o algo”. En este caso es una obsesión con el poder visto como una extensión de uno mismo. La intensidad del amor al poder crea la ilusión de que tal estado de cosas durará para siempre, como lo muestran las vidas de muchos dictadores y déspotas. En octubre de 1989, los regímenes dictatoriales en Europa Oriental cayeron uno tras otro en unas pocas semanas de revueltas populares. Sin embargo, el aforismo mencionado precedentemente muestra claramente que la única verdadera fuente del poder yace en la Realidad Una, que es un estado integrado de consciencia y energía (siva y sakti). Para la ciencia moderna, la energía es un campo medible cuyo comportamiento se puede estudiar bajo condiciones de laboratorio. En la tradición de la Sabiduría Perenne, la energía o sakti, es considerada como la Madre del Universo, nutriendo la evolución de innumerables formas de vida. No es diferente a la compasión y la sabiduría. Todas las otras formas de poder que existen en el mundo fenomenal son sólo expresiones limitadas de esa fuente eterna y benigna.

El poder generalizado de nuestro tiempo es la información, y por lo tanto vemos gobiernos que invierten enormes sumas de dinero para ganar la carrera del espionaje y husmear a individuos, compañías y gobiernos. La profunda conectividad de los sistemas de información en todo el mundo crea el escenario para el advenimiento de la información como poder. Quien sea que obtenga primero la información necesaria, se coloca a sí mismo en una posición de ventaja, extendiendo así su propio poder. En el mundo de la información, la privacidad individual se ha convertido en un espejismo del desierto.

El otro aspecto perturbador de la así llamada revolución informática es el nivel casi patológico de absorción en el ciberespacio, que se puede ver hoy en el mundo. Si suben a un tren o un ómnibus, o caminan por la ciudad, verán que muchas personas desaparecen en sus artefactos de comunicación electrónica, y convierten a los demás en algo prácticamente inexistente. Martin Buber, el famoso teólogo judío, definió una vez a la religión como el descubrimiento supremo del otro. También dijo que la vida es relación. En vez de medios de comunicación, tales artefactos actualmente se convierten en compañeros de la vida, casi una adicción algunas veces, en vez de meros instrumentos que pueden simplificar y hacer más efectiva nuestra comunicación con otros.

Nos hemos sometido al poder de la información, nadamos en un océano de sonidos, imágenes, palabras e impresiones, pero eso no necesariamente mejora nuestra capacidad de  ver, escuchar y reflexionar, y por lo tanto de relacionarnos con otros. Esta nueva tendencia representa una clara preferencia hacia la auto-absorción. J. Krishnamurti, en su última charla en Madrás en enero de 1986, fue casi profético cuando cuestionó el futuro impacto de las computadoras en el cerebro humano.

T. S. Eliot también tuvo una advertencia para la edad de la información:

“¿Dónde está la sabiduría que hemos perdido en el conocimiento?
¿Dónde está el conocimiento que hemos perdido en la información?”

El semiólogo italiano Umberto Eco, casi repitiendo las elocuentes palabras de Eliot, dijo que “demasiada información equivale a ruido”. El ruido causado por demasiada información nos hace perder el conocimiento de nuestra propia comprensión de lo que la vida es. Cuando sucede esto, nuestras opiniones son de segunda mano, en el mejor de los casos.

¿Qué es el poder? Una de las definiciones del diccionario es “la capacidad o habilidad de dirigir o influir en el comportamiento de otros, o en el curso de los eventos”. Es casi indistinguible de control. Los partidos políticos desean permanecer en el poder no necesariamente porque tengan la mejor plataforma de actividades e ideas para ayudar a los desamparados de la sociedad y crear igualdad. En el corazón de tal deseo está el ansia de los beneficios que el poder da. Václav Havel sorprendió al mundo cuando renunció como presidente de Checoslovaquia, en el momento en que se decidió dividir el país en dos. No fue fácil para él renunciar al poder. Tales hombres son verdaderamente raros. El hecho de que son admirados indica que, en lo profundo, un número de personas valoran la ausencia de egoísmo en la vida política, mientras otros continúan ejerciendo su voto, otorgándoselo a candidatos cuestionables. Como George Bernard Shaw expresó una vez, “él no sabe nada, y piensa que sabe todo. Claramente eso apunta a una carrera política”.

La norma democrática de la ley se ha vuelto una institución importante en el mundo, después de las revoluciones de los siglos dieciocho y diecinueve. La democracia, del griego demokratia (de demos, “la gente”, y kratia, “poder, ley”) es considerada como el gobierno del pueblo. Para quienes siguen eventos mundiales y también procesos políticos en sus propios países, no es posible ignorar algunas veces la ironía masiva de tales definiciones. Elecciones libres y justas y gobiernos responsables y serios, son una realidad que no ha llegado a muchos países en el mundo todavía.

Cuando el poder se ejercita para el auto-beneficio de cualquier forma, no puede producir renovación. Una amalgama de opiniones, fuertes deseos y ambición, aprisiona la mente en un tipo de realidad paralela, haciendo que la comprensión de las necesidades de los demás, a veces la necesidad de millones, sea algo no existente para todo propósito práctico. Por ejemplo, muy pocos países en el mundo tienen un sistema de salud equitativo, justo y verdaderamente accesible. Millones de niños pasan el día sin comida y muchas comunidades viven sin acceso al agua potable. Un indicio esperanzador en el mundo actualmente es el hecho de que temas locales y muy difíciles, reciben ahora atención global por los medios de comunicación masiva. Esto no sólo crea conciencia, sino que también ofrece soluciones, que la inercia moral y política de gobiernos locales ha ignorado hasta ahora.

Quienes inspiraron la formación de la Sociedad Teosófica, insistieron en que la Fraternidad Universal debería ser -tiene que ser- su propósito primario. Para ellos la Fraternidad Universal no era una ideología, una plataforma política, ni siquiera una creencia. Hablaron de ella como “el único  fundamento seguro para la moralidad universal”. En niveles que ninguno de nosotros puede ver, la humanidad es un cuerpo, un organismo vivo, un poder, una vida. Tal es el “poder que renueva todas las cosas”. Éste es también el poder de la sabiduría, como se presentó en el Antiguo Testamento, en el libro de la Sabiduría de Salomón (7:27): “Aunque es una sola, lo puede todo; permaneciendo en sí misma, renueva todas las cosas”.

La vida, en sus manifestaciones más puras, es indistinguible de lo nuevo. Un tallo nuevo en un arbusto o en un árbol, un gatito, un cachorro, las gotas de rocío sobre las hojas, el rostro de un bebé, todo expresa una frescura que viene de una dimensión diferente. Y tal frescura continúa siguiendo a la vida en miríadas de otras expresiones. Para Ilya Prigogine, el gran científico belga, el verdadero secreto de la Segunda Ley de la Termodinámica no es sólo la entropía o el desorden, también es la renovación.

La Dra. Besant expresó:

No existe la vida sin consciencia, no hay consciencia sin vida. Cuando las separamos vagamente en pensamiento y analizamos lo que hemos hecho, encontramos que hemos llamado a la conciencia dirigida hacia adentro con el nombre de vida, y a la vida dirigida hacia fuera con el nombre de consciencia. Cuando nuestra atención está fija en la unidad, decimos vida; cuando está fija en la multiplicidad, decimos consciencia, y olvidamos que la multiplicidad se debe a la materia, es la esencia de ella, la superficie en la que se refleja, en la que lo Uno se convierte en Muchos.

¿Puede haber renovación en la consciencia humana, particularmente en su relación con el poder? La Dra. Besant trabajó mucho para que India se transformara por el poder de la fraternidad y la sabiduría. Algunos dicen que ella falló y dejó atrás la lucha por la liberación. Pero el simple hecho de que los temas importantes que afectan al país actualmente son esencialmente los mismos que durante sus años de servicio dedicado: educación, la condición de las mujeres, el sistema de representación política, la necesidad de una ética basada en lo espiritual, la protección y elevación del débil, muestran que ella contactó algo profundamente verdadero dentro de sí que también fue profundamente relevante para el país.

En su libro India, ¿esclava o libre?, Un Problema Mundial, en el capítulo de un Gobierno Independiente para India, la Dra. Besant afirmó lo siguiente respecto a la naturaleza de India:

India en el pasado mostró que la máxima espiritualidad no impide, sino que asegura la grandeza del logro en el esplendor multifacético de la vida de una Nación; bajo el refugio de su religión sublime ella desarrolló una literatura de poder intelectual sin paralelos, filosófica y metafísica; su Arte floreció en exquisita belleza, su drama todavía purifica e inspira.

El Cnel. Olcott y Madame Blavatsky no decidieron establecer la Sede Internacional de la Sociedad Teosófica en India, y en Adyar, por una fantasía personal. Fueron instruidos a hacerlo así por sus Maestros-Adeptos, porque la antigua etos de India es de universalidad y tolerancia, siendo ambas esenciales en la búsqueda de la Verdad.

No es sin un motivo que la gente en toda India llamó a la Dra. Besant “Vasant”, que significa Manantial. En sus muchas actividades ella aplicó la energía de renovación espiritual, tuvo como propósito la elevación del pobre y la responsabilidad en aumento de quienes tenían el beneficio de la educación. Una vez ella les habló a los graduados de una universidad en India, y dijo que el mundo sólo vería una era de paz y fraternidad cuando aquéllos que eran educados a costa de la educación de millones, devolvieran esa educación por medio del servicio altruista. Hay quienes pueden argumentar que dado que pagaron por su educación, no le deben nada a la sociedad. Sin embargo, un mundo que tiene millones de personas analfabetas, y muchos millones más hundidos en una pobreza abyecta, es evidencia suficiente de que quienes saben más tienen una responsabilidad moral de elevar a sus semejantes los seres humanos. El conocimiento no puede estar divorciado de la responsabilidad moral.

Debido a que la Dra. Besant se vació a sí misma de la ambición personal y del ejercicio egoísta del poder, ella se convirtió en el instrumento de poderes benéficos inmensos que siempre trabajan a favor de la regeneración humana. Su vida fue tocada por un amor que no termina, que “se regocija no en la inmoralidad, sino en la verdad”, como lo enseña San Pablo. Sólo el amor puede producir la renovación.

miércoles, 15 de julio de 2015

La contribución de la ciencia a la espiritualidad: la mente actual


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NILDA  VENEGAS BERNAL
Ex Secretaria General de la Sección Cubana. Actualmente es miembro de la ST en España, 
ejerce psiquiatría en Barcelona.

El acercamiento actual de la ciencia a las verdades expresadas por las grandes tradiciones espirituales es expresión del momento crucial para un despertar colectivo de la conciencia humana. Hasta hace muy poco el pensamiento se encontraba dominado, de forma general, por la racionalidad centrada en el campo de lo físico que marca la ciencia convencional. Desde que los instrumentos y las técnicas desarrolladas para la investigación específica de los objetos ha logrado ir más allá de los límites reconocidos, se produce esa negación de lo previamente establecido, del paradigma dominante, y se abre una etapa que da paso a lo nuevo y a las posibilidades que trascienden o penetran más allá de lo físico, de lo tangible. El mundo o los campos sutiles pueden ser experimentados, investigados y tratados para ser comprendidos. El investigador llega a reconocer que está involucrado y que participa de aquello que investiga u observa. Esto nos recuerda a Krishnamurti cuando explicaba sobre el observador y lo observado… En este proceso constante de negación de lo previamente conocido, para dar paso a lo nuevo, se puede incluir lo anterior con otro significado y con una intención de integración en el todo. La verdadera mente científica es aquélla que permanece abierta y sin identificarse con lo que ha podido conocer y en ello radica la potencialidad de acceder a nuevas realidades aún no percibidas.

Podemos citar puntos determinantes en el terreno de la física, como la cuántica y la Relatividad, en la biología, la psicología, etc. que han hecho posible que los conocedores de los principios descritos en las grandes tradiciones espirituales orientales como el budismo, hinduismo, taoísmo, etc., y que encontramos esencialmente expresadas en la Teosofía, descubran con gozo la gran resonancia de los nuevos postulados de la ciencia con Aquellas Verdades Eternas.

El Mahachohan en su carta de 1881 decía:

La doctrina que nosotros difundimos, siendo la única verdadera, y con  ayuda de pruebas que nosotros nos preparamos a dar, debe terminar por triunfar como toda verdad. Sin embargo, es absolutamente necesario enseñarla gradualmente invocando, en apoyo de esas teorías, hechos evidentes para aquéllos que saben, con deducciones directas dadas y corroboradas por la ciencia exacta moderna.

Estas palabras hablan de nuestro presente, un presente en el que cada uno desde su lugar, puede participar de esta oportunidad de colaborar con la expresión y realización de aquellas verdades trascendentes, en un momento en el que la ciencia y la espiritualidad comienzan a hablar lenguajes similares.

La Psicología y la Conciencia

Actualmente se encuentran en auge las técnicas meditativas aplicadas a la salud mental o bien llamadas ciencias contemplativas. En este campo se va consiguiendo un acercamiento de la ciencia contemporánea a los valores y prácticas espirituales, es decir hay una tendencia a la integración de los conocimientos de y sobre el hombre, que puede permitir una visión más completa. Cada vez son más frecuentes las investigaciones científicas que demuestran las conexiones entre los diferentes estados de conciencia y sus efectos sobre la actividad cerebral y del organismo en general. La colaboración e integración creciente de la enseñanza budista, las neurociencias y las ciencias de la mente ha revertido en la aparición de nuevas técnicas y modelos estandarizados para cultivar  la salud mental y el bienestar en general.

La neurobiología interpersonal se basa en la integración del conocimiento procedente de varias disciplinas.

Desde el punto de vista de las neurociencias la zona pre-frontal, corresponde con la  función integradora, lo que quiere decir que los largos axones de las neuronas pre-frontales alcanzan zonas distantes y diferenciadas del cerebro y del cuerpo. Esta unión de elementos separados constituye la definición literal de un proceso fundamental: la integración.

La integración puede considerarse un mecanismo subyacente común a varias vías que conducen al bienestar. La manera en que prestamos atención al momento presente puede mejorar directamente el funcionamiento del organismo y del cerebro, la vida mental subjetiva y las relaciones interpersonales. Esta forma de atención desarrolla los circuitos cerebrales de tal modo que nos permite establecer una relación sintónica con nuestra propia mente.

Jon Kabat-Zinn opina que una definición de trabajo operativo del Mindfulness podría ser: la conciencia que aparece al prestar atención deliberadamente, en el momento presente y sin juzgar, a cómo se despliega la experiencia momento a momento.

En el campo de la psicología, que como decía Jung trata de la ciencia del alma, hoy día pueden ser estudiados, investigados y practicados el Mindfulness o la Atención Plena y la Compasión. La psicología profunda, desde hacía ya un tiempo, también nos invitaba a atender hacia nuestro interior. En Psicología y Alquimia nos dice el mismo Jung: "Sólo se volverá clara tu visión, cuando puedas mirar con tu propio corazón. Porque quien mira hacia afuera, sueña. Y quien mira hacia adentro, despierta."

Recordemos la cita de K.H cuando nos dice: “Los sufrimientos morales y espirituales del mundo son más importantes, y necesitan más nuestra ayuda y alivio que la ciencia, en cualquier campo de la investigación.”

El individuo que presenta algún tipo de problema o sufrimiento mental o físico, como todos en algún momento de nuestra vida por la propia naturaleza de la existencia de la que participamos, puede tener contacto a través del terapeuta entrenado durante el proceso de la terapia con una manera diferente, transformadora y auténtica de enfocar el problema. Es posible mostrar cómo el “sentido de la atención a lo que es” puede ser descubierto sólo a través de la propia y única experiencia de uno mismo. Esta forma intencionada de atender sin esfuerzo, libre, sin enjuiciamiento y no reactiva, permite la aceptación de aquello que es, aunque doloroso. En este proceso de permitirse ver cómo y qué siente y piensa uno, el observador se va desidentificando de los fenómenos mentales, fuente de la base de su sufrimiento. En la medida en que la fusión cognitiva, que domina los procesos psicológicos habituales, puede ser observada y con ello progresivamente debilitada, estamos entonces entrando en un estado “meta-cognitivo”, el individuo gana en libertad interior y es capaz de ir ampliando su capacidad de darse cuenta que él no es los pensamientos, no es tampoco las emociones… Hay una observación que permite estar libre en el momento del aquí y ahora, que es el único momento. Se van soltando los apegos, las causas profundas que mantienen el sufrimiento. La práctica natural de esta forma de atención resulta en un estado de bienestar psicológico, de paz, de serenidad y alegría que puede reflejarse en la vida de las personas en una forma de mayor bondad, ecuanimidad, sentido de la belleza y de la compasión.

Y es que la manera en que centramos la atención contribuye a modelar la mente. Cuando desarrollamos una forma concreta de atender a las experiencias del aquí y el ahora y a la propia naturaleza de la mente, estamos ante la forma especial de atención que es el Mindfulness.

Mente y Corazón son definidos en oriente por la misma palabra. La “atención plena” incluye una cualidad afectuosa y compasiva en la atención, una sensación de presencia y de interés generoso y amistoso.

La vía del sufrimiento, de la que el Buda nos mostró su naturaleza y trascendencia, se manifiesta en la práctica de la medicina del cuerpo y de la mente. Sanar es aceptar, comprender, integrar y trascender. La cualidad del Amor y su amabilidad implícita es la que permite esta transformación del Hombre.

En la psicología analítica la totalidad del hombre es considerada como la meta a la cual conduce, en última instancia, el desarrollo psíquico en el proceso terapéutico. El terapeuta o analista puede acompañar al individuo en esas etapas de conformación del Sí Mismo, cuando se abre a los contenidos psíquicos para integrar aspectos no conocidos previamente, que le ampliarán como individuo heredero de la Totalidad.

La apertura de esta puerta del inconsciente permite una integración progresiva que lleva al individuo a una trascendencia de la dualidad de la mente. El proceso de individuación que expresa Jung va tomando cuerpo y este individuo va reconociendo su unidad interna o totalidad, que le conecta y une con los demás seres, más aún, percibe que nunca estuvo separado, sino que está ligado e interconectado profundamente con ellos.

Jung nos dice en Psicología y Alquimia“Si no supiera por experiencia que en el alma existen valores supremos, la psicología no me interesaría nada en absoluto, puesto que el alma no sería sino un mísero humo”. Y en The Structure and Dinamics of the Psyche nos inspira diciendo que “la vida tiene que ser siempre tratada como algo nuevo”. Decía Krishnamurti: para descubrir algo nuevo, uno debe empezar por uno mismo, debe emprender un viaje, haciéndolo completamente desnudo, en especial de conocimientos…” Y nosotros nos preguntamos, ¿cuál es esa cualidad de la mente que permite vivir siempre lo nuevo?... ¿Puedo nombrarla?