lunes, 14 de noviembre de 2016

La compasión como vivencia radical


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LINDA OLIVEIRA
Secretaria General de la Sección Australiana y Ex-vicepresidente internacional de la Sociedad Teosófica.
Conferencia dictada en la Convención Internacional, Adyar, diciembre de 2015


 No mucho tiempo atrás, en China, una buzo de apnea llamada Yang Yun intentó volver del fondo de una piscina ártica. En ese momento, notó que sus piernas estaban obstaculizadas y no podía moverse. Ella comentó, “Comencé a conmocionarme y hundirme aún más y pensé que eso era todo para mí, que estaba muerta, hasta que sentí una fuerza increíble debajo, que me llevaba hacia la superficie” ¿Qué había ocurrido? Una ballena beluga llamada Mila había visto lo que estaba ocurriendo y entró en acción guiando a Yun sana y salva hasta la superficie de la piscina. Esta conmovedora historia parece ser una adecuada introducción a nuestro tema.

¿Qué significa ser radical? Esa palabra está frecuentemente asociada con algo “contracultural”, algo que va en contra de la fibra de la sociedad en general. Por ejemplo, alguien puede vestirse de manera inusual o puede ser llamada “alternativa” por tener actitudes que son diferentes de las que tiene la mayoría. Tienden a ir en contra de la tradición o de las normas en general. También hay partidos políticos radicales, que propugnan cambios intensos. Ciertas actitudes radicales resultan en violencia extrema que vemos como actos terroristas en la actualidad. Pero, otra gente que parece radical puede de hecho ser muy virtuosa, es sólo que no se conforma con lo que generalmente se llama normal.

Sin embargo, hay dos interpretaciones sobre el término “radical” que tienen particular relevancia en esta exposición: (1) aquello que es radical en una parte inherente o particular de la naturaleza de algo o alguien, (2) el término se refiere a aquello que está dirigido a ser completamente curativo. En este sentido, el significado es utilizado comúnmente en relación a la medicina, por ejemplo, cirugía extrema o radical.

Dos preguntas importantes llegan ahora: (1) ¿qué es nuestra naturaleza esencial o radical como seres humanos? y (2) ¿existe una posibilidad de que la conciencia humana, en su sentido cotidiano, realmente requiera cirugía radical? Estas son preguntas que no pueden ser realizadas por un ingeniero, un matemático o  un especialista en tecnologías de la información. Están realizadas por estudiantes de Teosofía o de la Sabiduría Divina y por varios poetas, místicos y filósofos. En otras palabras, son la reserva de aquellos que están genuinamente interesados en las cuestiones más profundas de la vida y en qué significa ser humano en un sentido esencial. Volveremos sobre ambas preguntas luego, después de considerar tres puntos:

1.  La Unidad que nos une a todos
2.  La vida ordinaria o mediocre y,
3.   La vida radical

Profunda e inquebrantable Unidad

Comenzaremos con una premisa: que todos estamos interconectados permanentemente. Vivimos en un universo interconectado. Nada existe aislado, aunque a veces así parezca. Lo reconozcamos o no, nos guste o no en algún momento particular, estamos inextricablemente entrelazados con toda otra forma de vida en todos los campos de conciencia.

Una profunda e inquebrantable Unidad nos liga, esa conciencia noumenal que impregna y nutre a todos y a cada uno de nosotros. Lo notamos más conscientemente en ciertos momentos, tal vez como la sensación de unidad con una roca, una flor, un insecto, un animal, el océano u otra persona. Hay muchas instancias de este tipo.

Unidad significa sólo eso, básicamente, una singularidad. No se traslada a una ecuación matemática como que: universo = yo + todo lo demás. La ecuación en la tradición de la Vedanta es Âtman = Brahman. En otras palabras,  el aspecto más elevado o más sutil del ser humano está también misteriosamente enraizado en y, es sinónimo de, Brahman o el Espíritu universal.

Estamos considerando aquí la existencia de una Entidad, de la cual somos aspectos, profunda e inextricablemente conectados o relacionados con todos los otros aspectos.

Madame Blavatsky lo expresó de esta manera en La Doctrina Secreta:

La unidad radical de la última esencia de cada parte constitutiva de los componentes de la Naturaleza, desde la estrella hasta el átomo mineral … tanto aplicado a lo espiritual, intelectual o a los mundos físicos, esta unidad es la ley una esencial en la Ciencia Oculta (Hoskins, p. 13)

De hecho, esta es la base de la Filosofía Esotérica, la insistencia en que debajo de nuestro mundo de experiencia hay una “Realidad única que es la fuente y la causa de todo que fue, es y será” (ibid., p. 12).

Tenemos un sentido de esta Realidad única profundamente dentro de nosotros. La necesidad de experimentarla surge de diferentes formas, como el anhelo humano por la sensación de conexión. Por ejemplo, hay un sentido de conexión que experimentamos cuando somos parte de una familia. En el mejor de los casos, la familia provee una sensación de bienestar, aliento y apoyo, así como una base de valores espirituales que ayudan a una persona decente, inteligente y realizada a emerger en la adultez. Hay también un sentido de conexión con nuestra cultura y nuestra nación. Dada la difícil situación de tantos refugiados en la actualidad, somos realmente afortunados si experimentamos este tipo de conexión.

Vida ordinaria o mediocre

Sin embargo, un sentido de Unidad parece ser virtualmente invisible en la vida de muchos. Esto resulta del tipo de conexiones que elegimos hacer. El microbiólogo Charles Birch escribió acerca de las relaciones. Para él, relacionarse es simplemente hacer conexiones, de las que describe dos tipos esenciales:

1.   Cuando los vagones del tren están conectados, la única diferencia que hace la conexión es que un vagón tira del otro. Esta es una relación de tipo mecánica, tal vez una relación de conveniencia, cuando un vagón determina exactamente dónde se mueve el otro. Por lo tanto el vagón que es tirado es impotente.
2.   Él describe el segundo tipo de conexión utilizando solo una palabra y una palabra solamente: compasión. Esta es una relación interna, que contrasta fuertemente con la forma externa en la que dos vagones de tren se relacionan entre sí. La compasión por lo tanto constituye un orden muy diferente de relación. (Birch, p. 11)

Birch continúa: “Cuando fracasamos en la realización de conexiones que son importantes para nuestras vidas y la vida del mundo, quedamos a la deriva como pequeñas balsas en el océano.” Podemos pensar en este estado de quedar a la deriva como vivir de manera ordinaria, una vida que tiene una mediocridad inherente ¿Por qué ocurre esto? Porque si estamos siendo tirados como un vagón de tren, siguiendo la corriente de la sociedad global sin cuestionamientos, entonces estamos verdaderamente a la deriva, sin rumbo, sin pensar por nosotros mismos. Podemos ser altamente egocéntricos, sin estar acostumbrados a observar por qué pensamos, sentimos y actuamos de cierta forma. La mayor parte del tiempo esto resulta en una acción superficial, como si nosotros estuviéramos separados del resto de la vida. En síntesis, estamos en un estado de alienación de nuestras raíces espirituales. Un sentido de conexión más profundo simplemente no existe.

Charles Birch hizo un comentario relevante a esta discusión cuando mencionó que “lo peor que podemos hacerle a un semejante  es tratarlo solo como un medio y no como un fin en sí mismo.” (Birch, p. 75) Lamentablemente, muchas personas utilizan a otras por motivos ulteriores con el objeto de ganar riqueza, prestigio de todo tipo, influencia política, éxito en su carrera, etc. La gente que tiene éxito material puede estar viviendo vidas muy ordinarias en realidad, a pesar de los indicadores externos de éxito. Esto carece de éxito en un sentido más profundo, es triste mediocridad.

El sufrimiento humano surge diariamente en las noticias, medios sociales e impresos. La violencia hacia las mujeres está en todas partes. Los refugiados han ingresado masivamente en Europa recientemente. Asesinatos masivos ocurren todos los días. Algo está terriblemente mal. En estos casos, las conexiones forjadas en relaciones son mecánicas e insensibles, a mundos de distancia de la conexión interior que es la compasión.

Vida radical

Es por lo tanto necesario considerar seriamente una forma de vivir totalmente diferente. Lejos de tratar a los seres humanos como medios para nuestros propios fines, se trata de la gran virtud de valorar a los otros por ellos mismos. La comprensión de que toda forma de vida tiene un valor intrínseco  ayuda a generar tolerancia, aceptación, respeto y eventualmente un sentido de reverencia. Para nosotros cada uno tiene un valor intrínseco. Esto no tiene nada que ver con lo que ganamos, con nuestra apariencia, con el éxito en nuestra carrera, nuestra religión, por el lugar en que nacimos o nuestro estatus en la sociedad. La profundidad de esta realización es la Fraternidad Universal.

La vida compasiva como forma de establecer relaciones internas

Charles Birch va más allá: “si tenemos éxito en realizar conexiones apropiadas encontramos satisfacción en la vida.” (Birch, p. 11). En la introducción a Recuperando Compasión para la Humanidad y la Naturaleza, escribió: ”Una proposición de este libro es que el encuentro más importante es experimentar … la unificación. Esto es lo opuesto a estar a la deriva y separado del resto de la existencia.” El encuentro último, la experiencia de unificación, es radical ¿Por qué? Porque es un encuentro con nuestra naturaleza esencial.

Recuerdo, también, la descripción de compasión como relación interna, en contraste con la externa, de tipo mecánico entre dos vagones de tren. Vivir compasivamente exige una profunda sensibilidad hacia los otros y un sentido de reverencia hacia la vida. Este no es un desafío pequeño. Probablemente la mayoría de nosotros puede pensar en al menos una relación sobre alguien que es difícil, si no imposible, sentir lo Sagrado.

La compasión en la tradición Buddhista

Considerando la tradición Buddhista, su realidad se ha descrito como profundamente ecológica. Todo, incluyendo los humanos, existe por su participación en otras cosas. Contemplar esta red de interdependencia debería llenarnos de gratitud por la oportunidad de esta vida.

El tema de la compasión ha sido fuertemente enfatizado en las tradiciones Buddhista y Jaina. Caracteriza a las Escuelas Theravâda y Mahâyâna del Buddhismo. En el primer caso, es uno de los cuatro estados sublimes o brahmavihâra-s (moradas divinas). Ellas consisten en compasión (karunâ), amabilidad (mettâ), alegría (mudita) y ecuanimidad (upekkha). Cuando uno desarrolla estos cuatro estados, los consejos de Buddha irradian en todas direcciones. He aquí una descripción del radiante karunâ, o compasión, en las cuatro direcciones, que aparece en el Kâlâma Sutta:

El discípulo de los Nobles, Kalamas, … vive, habiendo impregnado con el pensamiento de la compasión, un cuarto; como el segundo; como el tercero; como el cuarto y así, a lo largo, a lo ancho y hacia adelante; él mora, habiendo impregnado a causa de la existencia en él a todos los seres vivientes, en todas partes, el mundo entero, con el gran, exaltado e infinito pensamiento de compasión que está libre de odio o malicia. (Kalama Sutta, p. 7)

La implicancia aquí es que ciertos estados de la mente son enormemente beneficiosos para el mundo. La potencia de los pensamientos compasivos puede ser utilizada hacia el exterior. Su trayectoria es ágil. Puede que nunca conozcamos sus efectos precisos, pero cada acción (tanto en las esferas del pensamiento, las emociones o física) tiene un resultado definido. La acción compasiva no está confinada simplemente al altruismo en la esfera física, sino que tiene una manifestación distinta en el mundo mental.

En el Buddhismo Mahâyâna, karunâ es también una de las dos cualidades que se deben cultivar en el Sendero del Boshisattva, junto con la Sabiduría de la iluminación (prajña). Shantideva fue un maestro Buddhista de la Universidad de Nalanda en India. Compuso Una Guía para el Modo de Vida del Bodhisattva en el siglo dieciocho. El ideal del Bodhisattva en la tradición del budismo Mahayana es bien conocido. Consideremos unos pocos versos de este trabajo. Primero, sobre la mente despierta:

En síntesis, la Mente Despierta
Debería ser comprendida como que es de dos tipos;
La mente que aspira al despertar
Y la mente que se arriesga a hacerlo.

Una distinción definida se hace aquí entre la aspiración al despertar de la Mente y  el arriesgarse audazmente a despertarla. (I:15)

Un poco después, el texto menciona que aún el pensamiento de aliviar a las criaturas vivientes, aún de un dolor de cabeza, es una intención benéfica, provista de infinita bondad:

Esta intención de beneficiar a todos los seres,
Que no surge en otros aún ni por su propio bien,
Es una joya extraordinaria de la mente,
Y su nacimiento es una maravilla sin precedentes. (I:25)

Aquí, el motivo de beneficiar a otros es un precioso tesoro, importa mucho. Un poco más adelante leemos:

… con gusto me regocijo
En el océano de la virtud por desarrollar una Mente Despierta
Que desea que todos los seres sean felices,
Así como en las acciones que les aportan beneficio. (III:4)

La Mente Despierta es descrita como la “suprema ambrosía” que supera la soberanía de la muerte y el “tesoro inagotable” que elimina toda la pobreza del mundo ¿A qué soberanía de la muerte se refiere? Tal vez al estado de mente ordinaria o mediocre, que está aún por despertar. Y la pobreza del mundo puede denotar pobreza de mente. En contraste, el Despertar de la Mente genera una cualidad diferente de conciencia y un espíritu de ilimitada generosidad ¿Cómo, entonces, practica uno la compasión en el mundo? La compasión existe en su estado puro cuando una respuesta particular al sufrimiento es ágil y natural, sin pensamientos de beneficio personal.

Shantideva

Nos dedicaremos ahora a Santideva, quien dio algunos consejos perennes sobre la práctica de la compasión. El consejo es muy simple, aunque no necesariamente fácil. Consideren estos pensamientos:

Mantenerse Alerta
Si yo estoy presente
cuando una conversación insensible está teniendo lugar
O si veo algún tipo de show espectacular,
Debo abandonar el apego hacia ello. (V:45)

Alguien que vive una vida ordinaria se sumará de buena gana a una conversación que incluye chismes maliciosos. Pero el consejo dado aquí es despegarse de algo así. La Mente Despierta ve la sabiduría en ello ¿Qué sucede con el lenguaje colérico? Shantideva dice:

Cuando hay apego en mi mente
Y siempre que haya deseo de estar enojado,
No debería hacer nada, ni decir nada,
Sino permanecer como una pieza de madera. (V:48)

Puesto con simpleza: hay momentos en los que cuanto menos se dice, es mejor. Luego hay consideraciones hacia los otros:

Debería desistir de ser desconsiderado y ruidoso
De moverme alrededor de las sillas y eso,
Así como de abrir puertas con violencia:
Debería siempre deleitarme en la humildad. (V:72)


La compasión en el Jainismo

  Al considerar la tradición Jaina ahora, su característica clave es ahimsa, que deriva del respeto por todo cuanto tiene vida. Se dice que algunos practicantes de la tradición Jaina barren el suelo a medida que avanzan, o caminan con un velo debido al temor a inhalar algún organismo viviente. Podrían considerar esto como extremo, pero está originado en una visión compasiva de otras formas de vida y el deseo de preservarlas. En esta tradición hay nueve formas de obtener punya, o mérito. Ellas incluyen dar alimento a los necesitados, agua a los sedientos, ropa a los pobres, refugio a los monjes, etc. Por otro lado, infligir sufrimiento es considerado un grave pecado.

La virtud en el Jainismo consiste en las cinco conductas de aquel que tiene conocimiento y fe: (1) inocencia, o ahimsa, que se refiere no solo a la abstención negativa sino a la generosidad positiva hacia toda creación; (2) caridad y veracidad; (3) conducta honorable como no robar; (4) castidad en pensamiento, palabra y acto; (5) renuncia a los intereses mundanos. A través de cada uno de estos cinco puntos de conducta corre el hilo de oro de la compasión. Sentir y pensar generosamente hacia otros de forma sostenida, basada en una vida asentada en ahimsa, es extremadamente raro.

H.P. Blavatsky

El último regalo literario de HPB al mundo antes de su fallecimiento fue La Voz del Silencio. Es un conmovedor recordatorio en forma poética del ideal del Boddhisattva, que incluye las cualidades gemelas de Sabiduría y Compasión. Cada una es necesaria para que la otra florezca completamente. Recuerden que Shantideva habló de aspiración a despertar la mente, comparado con aventurarse realmente a despertarla. Hay un contraste similar en La Voz del Silencio, que dice:

Haz que tu alma preste oído a todo grito de dolor, de igual modo que descubre su corazón el loto para absorber los rayos del sol matutino.
No permitas que el sol ardiente seque una sola lágrima de dolor antes que tú la hayas enjugado en el ojo del que sufre. (I: 59-60)

Existe escuchar y existe hacer. Si verdaderamente escuchamos el dolor del mundo, entonces el resultado natural será la acción compasiva.

J. Krishnamurti

El filósofo J. Krishnamurti mencionó que hasta que cada uno de nosotros tenga un profundo sentido de compasión, nos volveremos “más y más brutales, inhumanos hacia los demás”. Tendremos “mentes mecánicas similares a las computadoras … y nos perderemos la extraordinaria profundidad y belleza, todo el significado de la vida.” Esto tiene similitudes con la distinción hecha por Charles Birch, mencionada anteriormente, que contrasta con conexiones que son externas y mecánicas (como las conexiones de los vagones de un tren), con conexiones internas o compasivas.

Conclusión

Comenzamos con dos preguntas: (1) ¿Qué es nuestra naturaleza radical (o esencial) como seres humanos? Algunos la describen como Atman, otros pueden pensar que es Compasión fundida con Sabiduría. Faltan las palabras para describir aquello que es esencialmente una  experiencia profunda y  honda.

(2) ¿Hay un sentido en el cual la conciencia humana, en su sentido cotidiano, requiera verdaderamente cirugía radical? El mundo de los humanos está teñido con demasiada frecuencia de mediocridad. Si, se requiere cirugía radical. Pero hay una trampa: nosotros debemos realizar la operación.

Lo que ha sido mencionado aquí no es nuevo, es simplemente una visión ligeramente renovada de la condición humana a través de diferentes lentes.

Krishnamurti describió la compasión como una acción del presente, es “el verbo y no es ni la palabra, ni el nombre, ni el sustantivo”. Es una diferencia importante. Un sustantivo es simplemente un nombre. La Compasión puede ser tratada como un sustantivo pero, para ser completa, debe ser una acción en este momento. Es un estado de conciencia que, de acuerdo a Krishnaji, solo se produce “cuando el pensamiento desaparece de raíz”. Si esto es cierto, entonces el pensamiento no produce compasión, sino que el estado compasivo despierta debido a un elevado estado de conciencia.

Está claro que necesitamos “lograr” la compasión, más que solo hablar de ella, en otras palabras, actuar de acuerdo a nuestra naturaleza más profunda. Este sentimiento general se ha presentado de maneras ligeramente distintas a través de la historia de la tradición de la Sabiduría Antigua y sus varias expresiones. La necesidad de vivir la compasión, de lograr la compasión y, no solo hablar de ella es urgente. Utilizando la palabra como un verbo, debemos aprender a “compasionarnos”.

Cuando a la mediocridad se la ve como lo que es, hay una nueva posibilidad de refinamiento y excelencia en el arte de ser un humano. Este es un arte que necesita ser practicado constantemente. Tiene el potencial de elevar la calidad de vida a todo nuestro alrededor y transformar nuestras relaciones, de ser útiles a ser relaciones que están iluminadas por respuestas verdaderamente compasivas en todos los ámbitos de la vida, la familia, el lugar de trabajo, la comunidad, la nación, el medio ambiente, etc. ¿No es esto algo excelente a buscar, en lugar de ser lanzado a la deriva como una balsa en el océano? Si. De hecho ¿no es esto la responsabilidad colectiva inherente de la humanidad, nuestro dharma colectivo?

Como mencionó Charles Birch, “responder al Espíritu del universo, el cual es Dios, es dejar la seguridad de las acciones habituales, acostumbradas y socialmente aprobadas y vivir en términos de un futuro radicalmente nuevo y abierto.” (p. 234). Los humanos necesitamos ser radicalizados en el más alto sentido del término, no en el sentido corriente de hoy. Un radicalismo de este tipo implica vivir y respirar Unidad ¿Estamos listos para el desafío?

Referencias:

Australian Concise Oxford Dictionary, Oxford University Press, Melbourne, 2004.
Batchelor, Stephen, A Guide to the Bodhisattva’s Way of Life, Library of Tibetan Works and
Archives, Dharamsala, 1992.
Birch, Charles, Regaining Compassion for Humanity and Nature, New South Wales University
Press, 1993.
Blavatsky, H. P. (trans. and annot.), The Voice of the Silence, Adyar Centenary Edition, The
Theosophical Publishing House, Madras, 1968.
Hoskins, Ianthe (arr.), Foundations of Esoteric Philosophy, The Theosophical Publishing House,
London, 1990.
Murphet, Howard, When Daylight Comes, The Theosophical Publishing House, Wheaton, 1975.
Radhakrishnan, S., Indian Philosophy, vol. 1, Oxford University Press, New Delhi, 1994.
, - Kalama Sutta online,
translated by Ven. Soma Thera.
, accessed 7 December 2015.
html>, beluga whale story, accessed 9 December 2015.
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