domingo, 24 de noviembre de 2013

El Dharma o el Verdadero Trabajo del Hombre




MARY ANDERSON

 Según la Enciclopedia Teosófica, el  Dharma es, en primer lugar, “una teoría social hindú…aquélla que sostiene la sociedad, o sea, lo que occidente consideraría la ley social y moral.”

      Por lo que yo se, en la sociedad india moderna, el dharma estaba asociado al sistema de castas. El dharma del Brahman o casta sacerdotal era estudiar y enseñar. El dharma del Kshatriya o casta gobernante era gobernar, y si era necesario, luchar para defender a los súbditos propios. El dharma del Vaisya o clase de mercaderes era hacer negocios. Y el dharma del Sudra o casta de los siervos era trabajar en la agricultura y como obreros.

      Creo que el establecimiento de estas castas pudo haber sido apropiado si en algún momento, en un pasado lejano, las personas realmente nacieron en la casta que se adecuaba a su etapa de desarrollo. Pero con el transcurso del tiempo, esto no fue así. Muchos brahmanes desatendieron sus obligaciones, brahmanes  jóvenes, educados en el extranjero, a menudo dejaron de ser vegetarianos, etc. y muchos que por nacimiento pertenecían a la casta Sudra, y por lo tanto eran pobres, han podido de todos modos asistir a la universidad, y se han convertido en eruditos eminentes.

      Esto se aplicaría a la historia de India. Pero el artículo de la Enciclopedia Teosófica pasa a destacar la interpretación teosófica de dharma, de la siguiente manera:

Los teósofos tienden a usar el término en su sentido social o moral, aunque a menudo le otorgan una interpretación más extensa: lo que uno debería hacer en cualquier situación específica, según el presente estado de evolución de cada uno y las obligaciones que uno tiene hacia su familia y socios, al igual que hacia la… vecindad, ciudad, estado o nación.

   Antes de dedicarnos al dharma o el verdadero trabajo del hombre, consideremos lo que es el hombre. Este es un tema que nos concierne profundamente. Ya sea que nos demos cuenta o no, estamos muy interesados en nosotros mismos. Esto es natural y está bien, pero no en un sentido egoísta. El oráculo de Delfos ordenaba: “Hombre, conócete a ti mismo.” Pope escribió: “El verdadero estudio de la humanidad es el hombre.”

      Este no es un estudio fácil, puesto que en cierto sentido somos parte de él. El hombre es una parte integral del universo. En consecuencia, es divino. Pero es consciente en un cuerpo físico. Esto es verdad para otros seres también. Pero el hombre es capaz de pensar (aunque  no siempre lo haga). Y es auto-consciente, es decir, es consciente de sí mismo. Por lo tanto, es consciente de su cuerpo en el nivel físico. Es capaz de sentir y pensar. Y en el nivel más profundo de su naturaleza, es un ser divino. Annie Besant afirmó que  donde se encuentran el espíritu más sutil y la materia más grosera, allí surge la mente, y la mente es la marca del hombre. Pero el hombre es contradictorio. Por una parte, puede ser un genio, puede ser capaz de hazañas heroicas, de auto-sacrificio. Por otra parte, puede ser egoísta, brutal, cobarde. A veces estas características aparecen en la misma persona porque el hombre es arrastrado en dos direcciones, por los aspectos  espiritual y material de su naturaleza, y porque en última instancia, es un agente libre.

      La Sra. Blavatsky habla de:

El hombre, la culminación de la deidad sobre la tierra, cuyo cuerpo es la cruz de la carne, sobre la cual, a través de la cual y en la cual él está siempre crucificando y aniquilando al divino Logos de su Ser Superior. (La Doctrina Secreta, 1, pág. 36).

     Así el hombre es un ser contradictorio, un ser insatisfecho y a menudo desdichado. Es incompleto. Según la Sra. Blavatsky, no todas las células de su cerebro están activas. Su consciencia está activa especialmente en los niveles físico, emocional y mental.

    Este es el hombre  tal como se lo conoce en ciencia y psicología. La ciencia trabaja desde el cuerpo hacia adentro  y tiene el problema mente-cuerpo. La visión espiritual o teosófica del hombre va desde lo interno hacia lo externo. ¡La inteligencia llegó primero! El hombre es por encima de todo, un ser espiritual. Pero su naturaleza espiritual no está plenamente desarrollada aún. Citando nuevamente a la Sra.  Blavatsky:

No está en el curso de la ley natural que el hombre debe tornarse un ser espiritual perfecto antes de la Séptima Raza en la Séptima Ronda. Sin embargo, posee todos estos principios latentes en él desde su nacimiento. (Compendio de La Doctrina Secreta, editado por Elizabeth Preston y Christmas Humphreys, p. 190).

   La lucha interna en la humanidad también se explica por el hecho de que el hombre tiene tres elementos  en su naturaleza: el cuerpo, el  espíritu y la mente, la cual es el nexo entre el cuerpo y el espíritu. La Sra. Blavatsky habla de tres corrientes de evolución en el hombre:

En la naturaleza existe un triple esquema evolutivo, o más bien, tres corrientes separadas de evolución que en nuestro sistema  están inextricablemente entrelazadas en todas partes.

Estas son la Evolución Monádica (o espiritual), la Intelectual y la Física. Cada una de ellas tiene sus propias leyes, y se rige y se guía por grupos diferentes de los más elevados Dhyans o Logos. Cada uno está representado en la constitución del hombre, el microcosmos del gran macrocosmos, y es la unión de estas tres corrientes en él lo que lo hace el ser complejo que es ahora. (ídem., p.86).

   Por lo tanto, el hombre es una trinidad, una de las innumerables trinidades de la naturaleza. Él es el escenario de una batalla entre sus necesidades corporales, sus deseos psicológicos y psíquicos, su razonamiento mental, y su voluntad espiritual.

   Para intentar comprender al hombre debemos observar su pasado. En el pasado infinitamente distante, en cadenas anteriores, hace muchos, muchos milenios, el hombre - cada uno de nosotros- evolucionó a través de otros reinos de la naturaleza, y quizá retenemos ciertas habilidades de ese distante pasado. A nuestro paso por el reino mineral debemos las características de nuestro cuerpo físico; de nuestra experiencia en el reino de las plantas heredamos nuestra sensibilidad, nuestros sentimientos. A nuestras vidas en el reino animal le debemos las bases de nuestro proceso de pensamiento.

   El conocimiento de lo que debemos a nuestras vidas en esos reinos de la naturaleza debería darnos comprensión y simpatía hacia los seres que ahora se encuentran en esas etapas a través de las cuales nosotros mismos hemos pasado. Del mismo modo que los padres deberían, y mayormente sienten y expresan simpatía por las generaciones siguientes, sus hijos, que están atravesando el proceso de madurar y como maestros deberían sentir simpatía y comprensión por sus alumnos, y a menudo lo hacen debido a experiencias pasadas.

   Esto es ciertamente parte del Dharma del hombre. ¡Con qué frecuencia, ese dharma, esa obligación hacia nuestros hermanos menores de los otros reinos de la naturaleza es desatendido, o cumplido de forma parcial!. El escultor puede  dar más importancia al material con el que trabaja, pero puede no preocuparse por las plantas, los animales, o los seres humanos. El jardinero puede dar importancia a las plantas y no a los minerales, a los animales, o a los humanos. El amante de los animales puede interesarse por los animales y poco por los minerales, las plantas o los humanos.

      Como teósofos, conscientes de nuestro pasado, aunque mayormente no en forma consciente ni en detalle, deberíamos sentir simpatía por los reinos de la naturaleza a los que hemos pertenecido también, o la vida que somos ahora:

                Morí como mineral

                 Y nací  como planta

                 Morí como planta

                 Y nací como animal

                 Morí como animal

                 Y nací como hombre.

      En cierto sentido debemos nuestros cuerpos físicos a nuestro pasado en el reino mineral, debemos nuestros sentimientos o sensibilidad  a nuestro pasado en el reino vegetal, y debemos los cimientos de nuestro pensamiento a nuestro pasado en el reino animal. Y ahora pertenecemos al reino humano y debemos agregar a nuestra experiencia y a lo que aprendimos en el pasado distante, las lecciones que podemos aprender como seres humanos.

     Tenemos una deuda que pagar, no sólo a la Naturaleza en el sentido de los reinos mineral, vegetal y animal, sino también a nuestros compañeros humanos. Tenemos deudas de gratitud con aquéllos compañeros nuestros con quienes no nos encontramos por primera vez en esta vida, sino que hemos conocido en vidas pasadas. Nuestras relaciones pasadas pueden generar relaciones agradables o desagradables en nosotros y pueden despertar recuerdos felices o desdichados, y alegría o sufrimiento. Debemos estar agradecidos por ambos, ya que la Ley de Karma es infinitamente misericordiosa. Sus efectos pueden ser dolorosos, pero son justos y educativos. El Karma es un juez justo y es, por encima  de todo, un maestro. Parte del Dharma de un hombre es la aceptación de los golpes del destino con el espíritu del aprendiz. El hombre tiene un dharma, o podríamos decir, una obligación para consigo mismo como ser espiritual.

     El Cosmos y el Hombre como humanidad y como ser humano individual, a menudo han sido comparados con una planta de loto. La Sra. Blavatsky escribe (La Doctrina Secreta, I, p. 112):

Una de las figuras simbólicas del Poder Creativo Dual de la Naturaleza….es Padma, el lirio de agua de la India. El loto es producto del calor (fuego) y del agua (vapor o éter); el fuego presente en todo sistema filosófico y religioso como una representación del espíritu de la Deidad, el principio generador, activo, masculino; y el éter, o el alma de la materia, la luz del fuego, es el principio femenino, pasivo, del cual emana todo en este universo. Por lo tanto, el éter o agua es la Madre y el fuego es el Padre. Sir W. Jones (y antes de él, la botánica arcaica) demostró que las semillas del loto contienen —aún antes que germinen— hojas perfectamente formadas, la forma en miniatura de aquello en que un día se convertirá, como plantas perfectas; de esta manera la naturaleza nos da un ejemplo de la pre-formación de sus productos...; las semillas de todas las plantas fanerógamas contienen flores completas que poseen una plántula embrionaria ya formada.

El loto o Padma es además un símil muy antiguo y favorito para el Cosmos mismo y también para el hombre. Las razones populares que se dan son, en primer lugar…. que la semilla del loto contiene en sí misma una miniatura perfecta de la futura planta, lo cual simboliza el hecho de que el prototipo espiritual de todas las cosas existe en el mundo inmaterial antes que esas cosas se materialicen en la tierra. En segundo lugar, el hecho que la planta de loto crece a través del agua, teniendo su raíz en el ilus, el barro, y despliega su flor arriba, en el aire. Así el loto simboliza la vida del hombre, y también la del Cosmos, ya que la Doctrina Secreta enseña que los elementos de ambos son los mismos, y que ambos se están desarrollando en la misma dirección. La raíz del loto hundida en el fango representa la vida material, el tallo que emerge a través del agua tipifica la existencia en el mundo astral, y la flor flotando sobre el agua y abriéndose hacia el cielo es emblema del ser espiritual.

   Para resumir, el loto tiene sus raíces en el barro, simbolizando el cuerpo físico del hombre o el plano físico de la materia. Elevándose dentro de la naturaleza del hombre, sus  emociones, kâma, están simbolizadas por el agua en el estanque del loto, y ascendiendo aún más dentro del hombre, se puede simbolizar su pensamiento, manas, como el aire a través del cual pasa el tallo del loto; y finalmente, la hermosa flor de loto se abre a los rayos del sol, simbolizando la naturaleza espiritual del hombre, Âtma-Buddhi.

   El dharma esencial del hombre, para regresar a su verdadera naturaleza, se expresa en la terminología budista en las palabras: “La gota de rocío se desliza dentro del brillante océano.” Este último dharma puede atemorizarnos. ¿Es este el final, el deshacer, la destrucción de todo lo que hemos construido a través de muchas vidas?  Pero ¿no puede expresarse también en las palabras: “La gota de rocío se convierte en el brillante océano que siempre fue?

Tal como el hijo pródigo que regresa a casa en la historia bíblica cristiana, después de haber deambulado muchos años, haber malgastado su herencia, derrochado su tiempo probablemente jugando por dinero y en fiestas. Súbitamente recuerda a su padre y decide regresar a casa. Su padre al menos lo aceptará como sirviente. De esta manera, en total humildad deja el camino de ida, el Praviti Mârga, y entra al sendero de regreso, el Nivriti Marga. Pero su padre lo ve desde lejos y corre a darle la bienvenida. Él se alegra. Le favorece más que a su otro hijo, que ha permanecido en casa.

   El hijo pródigo representa  la humanidad, y su historia indica la importancia de la humanidad. ¿Y el hijo que ha permanecido en el hogar? Se dice que este hijo representa a los ángeles. Pero el día de su juicio llegará seguramente, o quizá haya llegado en el pasado. Cito nuevamente La Doctrina Secreta (Vol. I, p. 149):

      La Doctrina enseña que para llegar a convertirse en un Dios divino y plenamente consciente,  incluso las más elevadas, las INTELIGENCIAS  espirituales, deben pasar por el estado humano. Y cuando decimos humano, esto no se refiere meramente a nuestra humanidad terrestre, sino a los mortales que habitan cualquier mundo, es decir, a aquellas Inteligencias que han alcanzado el equilibrio adecuado entre la materia y el espíritu, como nosotros ahora, desde que hemos pasado el punto  medio de la Cuarta Raza Raíz de la Cuarta Ronda. Cada entidad debe haber ganado por sí misma el derecho de llegar a ser divina, a través de la propia experiencia. Hegel, el gran pensador alemán, debe haber sabido o percibido intuitivamente esta verdad, al decir, que el Inconsciente desarrolló el Universo solo “con la esperanza de lograr clara autoconciencia” o en otras palabras, de convertirse en HOMBRE… Esto explica también el significado Kabalístico oculto del dicho: “El Aliento se convierte en piedra; la piedra en planta; la planta en animal, el animal en hombre, el hombre en espíritu y el espíritu en dios. “Los ….Rishis, los Constructores, etc., eran todos hombres, cualesquiera hayan sido sus formas y aspectos en otros mundos y en Manvántaras precedentes.

     Más adelante, la Sra. Blavatsky afirma que “todo en la Naturaleza tiende a convertirse en hombre”:

Desde el comienzo de la Ronda, todo en la Naturaleza tiende a convertirse en Hombre. Todos los impulsos de la Fuerza dual, centrípeta y centrífuga, se dirigen hacia un punto, el HOMBRE. El progreso en la sucesión de los seres, dice Agassiz, “consiste en una creciente similitud entre la fauna viva, y sobre todo entre los vertebrados, en la progresiva semejanza con el Hombre. El hombre es el fin hacia el cual ha tendido toda la creación animal, desde la primera  aparición de los primeros peces Paleozoicos”. (La Doctrina Secreta, III, pp. 173).

      Es interesante que, en las antiguas cavernas Postojna, descubiertas y excavadas en Eslovenia, especialmente en los comienzos del siglo diecinueve, hay en el corazón mismo de la montaña una laguna con peces que no se encuentran en ningún  otro lugar de la tierra y que se conocen como “Peces humanos”.

     Considerando la importancia de la humanidad, es esencial que con nuestro conocimiento de Teosofía nos demos cuenta de nuestra responsabilidad, de la importancia de encontrar y cumplir con nuestro Dharma, nuestro verdadero trabajo.

     Ya hemos considerado nuestra responsabilidad hacia los reinos de la naturaleza a los que pertenecimos muchísimo tiempo atrás. También tenemos una responsabilidad hacia nuestros semejantes, los hombres, la Humanidad en general. Se dice que todo aquél que avance en el sendero espiritual hace a éste más fácil para que la humanidad en general también avance.

     De este modo, puede parecer un fin noble y altruista esforzarse por convertirse en discípulo de un genuino Maestro Espiritual, o sea, uno que haya alcanzado la próxima etapa en la evolución, de este modo nosotros mismos podemos avanzar en esa etapa, y podemos creer que, para lograrlo y también cuando ese objetivo del discipulado se alcance, solo tenemos que seguir instrucciones al pie de la letra. Pero en Las Cartas de los Maestros se enfatiza que el ser humano, que es un ser pensante, tiene LIBRE ALBEDRÍO, aún si y cuando, o más bien especialmente si y cuando, se convierte en discípulo de un Maestro verdadero.

      A medida  que el hombre se desarrolla espiritualmente tiene que aprender a usar ese libre albedrío, para escuchar su propia voz interior y no seguir instrucciones ciegamente. Este punto se destaca repetidamente en las Cartas de los Maestros a A. P. Sinnet:

 Hasta la última y suprema iniciación, se deja a cada chela seguir su propio consejo. ….Él es …un agente responsable a quien se deja que realice su tarea a la luz de su propia sagacidad, y nunca recibirá “órdenes” que se contradigan con ese principio (ver Joy Mills, Reflexiones sobre la Sabiduría Antigua, Carta 18, p. 63).

No tenemos derecho a influir en la libre voluntad de los miembros en este o en cualquier otro asunto. Tal interferencia estaría en abierta contradicción con la ley básica del esoterismo, que el crecimiento psíquico personal acompaña paripassu el desarrollo del esfuerzo individual, y es la evidencia del mérito personal adquirido (ídem, Carta 122, p.459).

      Ejercer el libre albedrío y soportar las consecuencias karmitas de nuestras acciones es parte del dharma del hombre. Es a través de las lecciones de tales consecuencias kármicas que el hombre aprende.

     Después de este consejo de precaución, dirijámonos hacia un consejo más general, más positivo.

     En la pequeña joya escrita por Krishnamurti cuando era niño y discípulo de un Maestro, A los Pies del Maestro, se mencionan cuatro cualidades para el sendero espiritual.

   Discernimiento: entre lo real y lo ilusorio, lo recto y lo incorrecto, lo importante y lo que no lo es, lo útil y lo inútil, lo verdadero y lo falso, y lo egoísta y lo altruista.

   Carencia de deseos, por encima de todo, y tampoco deseo de progreso espiritual o de poderes espirituales.

   Ningún deseo de hablar demasiado, o inmiscuirse en los asuntos de los demás.

   Buena conducta: sobre todo, dominio del pensamiento y la acción, tolerancia, alegría, aspiración única, confianza, y finalmente y lo más importante: Amor, evitar herir a otros a través de habladurías, crueldad y supersticiones.

De todas las cualidades, el Amor es la más importante, porque si es lo suficientemente fuerte en el hombre, le obliga a adquirir las restantes, y todas las demás sin él jamás serían suficientes.

   Hay un relato de una mujer que era muy egoísta y que nunca regaló nada. Pero un día le dio una zanahoria a un mendigo. Cuando murió, esa zanahoria la condujo al cielo. Sin embargo, alguien se apegó a ella, para elevarse con ella. Esto la hizo enojar mucho y se quitó a esa persona de encima. Al hacer esto, ella perdió la zanahoria  y no pudo continuar hacia el paraíso.

      Al final de A los Pies del Maestro, las cualidades se enumeran como Voluntad, Sabiduría y Amor, los tres aspectos del Logos. Quizá sea útil un diagrama en forma de cruz. Una cruz señala en tres direcciones: hacia arriba, hacia abajo y hacia afuera. Podemos imaginar la Voluntad como intentando ascender, la Sabiduría como dirigiéndose hacia las profundidades, y el Amor yendo hacia el exterior, alrededor de nosotros, hacia nuestros semejantes los hombres y otras criaturas.

   Se relata que un sacerdote cristiano visitó a Krishnamurti en una oportunidad.  Al irse dijo que Krishnamurti le había mostrado el verdadero significado de la cruz. Es el “yo”, el ego pequeño y egoísta, crucificado. Este sería nuestro dharma esencial como seres humanos.

   En el segundo discurso del Bhagavadgitâ, Arjuna le pregunta al Señor Krishna:

¿Cuál es la marca de aquél cuya mente es estable, firme en la contemplación, oh Kesava? (v. 54)

Y la respuesta es instructiva:

 Oh Pârtha, cuando un hombre abandona todos los deseos del corazón, se satisface en el YO por el YO, entonces se lo llama de mente estable. (v.55)

Aquél cuya mente está libre de ansiedad en medio del dolor, indiferente en medio de los placeres, libre de pasión, temor e ira, a él se le llama sabio de mente estable. (v.56)

Aquél que está libre de apegos por todos lados, que no siente gusto o aversión, posee un entendimiento bien equilibrado (v.57)

Cuando, al igual que una tortuga guarda todas sus extremidades, él retrae sus sentidos de los objetos, entonces su comprensión está bien equilibrada. (v.58)

Los objetos de los sentidos, pero no el placer por ellos, se alejan del templado morador del cuerpo, e incluso el placer se aleja de él después de ver al Supremo. (v.59)

Alcanza la Paz aquél en quien todos los deseos fluyen como los ríos fluyen hacia el océano, que está lleno de agua, pero permanece inmóvil. (v. 70)

Aquél que abandona todos sus deseos, y avanza libre de anhelos y sin egoísmo, marcha hacia la Paz. (v.71)

Este es el estado ETERNO, ¡oh hijo de Parthâ!. Nadie que llegue allí quedará perplejo. Aquél que aún en la hora de su muerte se establece allí, va hacia el Nirvâna del ETERNO. (v.72)

   Este es el último y verdadero Dharma del hombre. La chispa retorna hacia la llama, o se convierte en ella. La gota de rocío regresa al brillante mar, o se convierte en él.

domingo, 10 de noviembre de 2013

¿Cómo surge el egocentrismo?




RADHA BURNIER

¿Cómo surge el egocentrismo?

   La tan usada palabra ‘mío’ hace referencia a un centro ficticio hacia el cual la mente atrae todo tipo de experiencia. En realidad no existe. En sánscrito hay una palabra ahamkâra: aham significa ‘yo’, y kâra ‘hacer’. Por lo tanto ahamkâra es la parte de la mente que ‘construye el yo’.  El ‘yo’ está siendo creado constantemente por el proceso de etiquetar. Hay una experiencia, y si la mente no dijera consciente o inconsciente “es mi experiencia”, la experiencia desaparecería.

   Debido a que existe la memoria, se repite; y debido a que tuvo ciertas experiencias crea más categorías. Experimentó el placer, por lo tanto dice “Yo soy el que disfruta”. Ha organizado ciertas cosas, por lo tanto dice “Yo soy el que organiza”. Así habitualmente se apropia de varias cosas y las etiqueta, creando entonces el ‘Yo’.

   El silencio no se puede lograr por medio de otra forma de ambición. No pueden decir, “Quiero que mi mente esté en silencio. Voy a terminar con las fluctuaciones de mi mente”, esa sería una forma más de logro. Siempre que exista el deseo de logro o adquisición, existe esta entidad llamada el ‘yo’, la ficción psicológica que quiere lograr. Por medio de un largo proceso hemos creado la noción de que existe esta entidad que debe llegar a algún lado, y continuamos apoyando esa idea. Es difícil imaginar una vida en la que ese ‘yo’ no está llegando a algún lugar o adquiriendo algo.

   Entonces no podemos lograr el silencio diciendo “yo quiero estar en silencio”, por la simple razón de que el ‘yo’ no tiene la capacidad del silencio. Es la única fuente de todo ruido, perturbación y problemas. Pensamos que los problemas llegan desde afuera, pero aunque puede que haya dificultades afuera de nosotros, el problema yace en el interior. La dificultad puede ser que el cuerpo tiene alguna enfermedad. Si está enfermo, lo tratas. Pero la dificultad puede transformarse en un problema. “Yo estoy enfermo. He tenido una vida buena, entonces, ¿por qué debo sufrir? Cuando estoy enfermo las personas no me dan el tipo de atención que necesito.” Podemos crear innumerables problemas a partir de esa enfermedad. Pero deberíamos ver que no es una dificultad sino un hecho, un hecho difícil tal vez, pero que se puede manejar, eso es todo.

   Es el yo quien crea los problemas. Y el yo nunca puede producir silencio porque está constantemente creando perturbaciones. ¡La perturbación es el yo! Los celos son parte del yo, también lo es el apego, y la intolerancia. El yo está construido de todas estas cosas. Desde ese punto de vista, una frase como ‘la realización del yo’ es engañosa, si existe la realización de la Verdad no puede estar el yo en ella. De modo que donde hay logro o adquisición, allí está el yo, ya sea que estemos conscientes o no. En cuyo caso la mente no está vacía, está llena de yo.



La iluminación procede del interior

   Uno de los Mahatmas nos recuerda que la iluminación debe venir del interior. El medio hacia la iluminación no es sólo la meditación, él habla de la pureza en pensamiento, palabra y acto. Debe haber pureza, control de las pasiones animales, y carencia de egoísmo en la intención. Sin éstos, la meditación no es seria, se vuelve lo que Krishnamurti llamó una actividad de aislamiento.

   Cuando hablamos de la mente, ¿incluye lo consciente y lo inconsciente? ¿Cuál es la diferencia entre los dos?

   La mente es por supuesto lo conciente y también lo inconciente o subconsciente. Existen varias cosas en la mente que no se notan en determinado momento. Eso no significa que no pertenezcan a la mente. En la mente subconsciente puede haber avaricia, por ejemplo, pero puede estar latente porque la oportunidad para manifestarse no se da en ese momento. Cuando se manifiesta se vuelve parte de la mente conciente. De igual modo, dentro de la mente hay muchas tendencias que llevamos de encarnación en encarnación y llegan a la mente conciente según las circunstancias y la oportunidad. Lo mismo ocurre con la memoria. Existen muchos recuerdos de los que la persona no es conciente. Algunas veces se pueden recordar con bastante facilidad, y otras veces sólo en ocasiones especiales.

   Ciertas preguntas fundamentales siempre se tendrán que examinar con cuidado. La que nos interesa principalmente en este momento es: “¿Cuál es la naturaleza del yo?” Hemos visto que esto requiere mucha reflexión y podemos lograrlo sólo por el uso sostenido de energía.

   Hemos llegado a ciertas conclusiones. El yo parece ser yo mismo, el ‘yo’. Este ‘yo’ está formado de impresiones creadas principalmente por el cuerpo porque tenemos cierta imagen de nosotros que está parcialmente conectada con la persona física. Llegamos a comprender que esta persona física tiene poco que ver con el yo real. La confusión entre esto y el Yo es la causa de muchos problemas y éstos se complican más con la identificación con las emociones y los pensamientos.

   Nada de esto se puede comprender en profundidad por medio de un proceso de simple razonamiento, sino solamente por medio de lo que se ha llamado ‘clara visión’. Pero debido a que la ilusión del yo como auto-existente, como que tiene una identidad individual separada, se ha aceptado como una realidad durante muchos años, ciertamente durante muchas encarnaciones, ha asumido la apariencia de realidad. Estamos condicionados por todo a nuestro alrededor y tomamos su existencia como natural. Cuando niños se nos enseñó a fomentar nuestros intereses, a pensar en todas las cosas en relación con esto. Todo esto no puede evitar que ejerza su influencia. Entonces es fácil aceptar la creencia de la existencia del yo, y debemos observar muy cuidadosa e internamente para descubrir la verdad, para descubrir si después de todo es sólo una imposición, una ficción creada por el pensamiento.

   Sería simplemente fácil decir: “Sí, el yo no es real”, o “El sentido de separación es una ilusión”. Pero eso sería sólo proferir palabras. Si realmente viéramos el hecho, cambiaría nuestra vida.

   La meditación es el trabajo que hay que hacer para ver. No es sólo una actividad cerebral, es explorar profundamente para descubrir la verdad con respecto a la naturaleza de ese yo que nos ha estado manejando por innumerables encarnaciones.



Auto-existencia

   La idea de la auto-existencia (existencia-en-sí-misma) está asociada con la existencia de todo lo que conocemos. Debido a que vemos todo separado físicamente, creemos que todo existe en sí mismo y por sí mismo. Y cuando pensamos en términos de conexión, es superficial. De modo que las relaciones se pueden establecer y romper porque la relación, según nuestras ideas, es en sí algo que yace sólo en la superficie de la vida, cuyo logro o ruptura depende sólo de nuestra voluntad. Pero nosotros cuestionamos la afirmación de que ésta sea la realidad, es decir que son objetos separados, desconectados unos de otros. Nos preguntamos si en realidad la existencia, que es el yo de todas las cosas, tiene una naturaleza totalmente diferente.

   Desde un punto de vista intelectual se pueden dar muchas respuestas, y podemos citar autoridades en el tema. Pero todo esto no tiene nada que ver con comprender la Verdad con la que estamos particularmente interesados. “Por sus frutos los conoceréis.” La inutilidad de los ejercicios puramente mentales e intelectuales se pueden ver por sus frutos, o por la ausencia de ellos, porque habiéndolos practicado al máximo nos encontramos en exactamente la misma situación, asediados por las mismas perturbaciones, por los mismos problemas en las relaciones, por la misma falta de comprensión. Descubrimos que el intelecto no tiene respuestas.

   Pero luego descubrimos que existe un tipo diferente de conocimiento que llega por una comprensión más profunda y vemos que da su fruto. Un cambio profundo puede ahora ocurrir porque miramos el problema desde un punto de vista diferente.

   Dirigir la energía de la mente a la investigación del yo o a examinar la naturaleza de la existencia, significa también explorar su significado y propósito. A menos que haya claridad sobre la cuestión de la auto-existencia, la existencia independiente no relacionada entre sí de cada cosa, no seremos capaces de comprender esto.

   Si la mente no ve la naturaleza del Yo, si es incapaz de aprovechar la relación que existe en lo profundo a un nivel sutil, no podrá ver la vida en todo su significado y belleza.

   Podemos ver la relación entre las cosas separadas, entre objetos que permanecen separados pero que todavía existen en algún tipo de relación. También puede haber una percepción en la que la relación no es simplemente la unión de cosas separadas. La unidad es mucho más que esto. Pero sólo puede ser descubierto por una mente que es capaz de ahondar más.



Los árboles, una necesidad

   Un artículo provechoso relacionado con los árboles se publicó recientemente en el Guardian Weekly. Se refiere a los árboles que actualmente están pasando un mal momento, que constantemente están bajo amenaza. En buena medida los árboles son el hogar de la biodiversidad del mundo, pero están siendo destruidos sin misericordia. Han cortado la mitad de los árboles en bosques o selvas, y cada año las áreas forestadas se ven diezmadas. Esto reduce la cantidad de aire puro que nosotros, los humanos, respiramos. Además de esto, está la belleza de los árboles.

   Un gran árbol como el Banyano puede ser una maravillosa ayuda por muchos motivos. Pero especies más pequeñas también son invalorables. No podemos sobrevivir sin ellas, y se requiere una comprensión profunda para percibir este hecho. Muchos árboles viven mucho tiempo y otros producen retoños, de modo que cuando hay un árbol, puede haber muchos más. La atmósfera misma que respiramos se transforma cuando existe un árbol porque absorben el contenido de carbono y otros contaminantes. Cuanto más viejos son, más controlan los contaminantes. Además, donde existen árboles, la temperatura es menor si el clima es cálido.

   Desafortunadamente, un problema mayor que la cantidad de árboles que se han cortado y los bosques y selvas que han desaparecido, es la grave condición del clima. La Organización de las Naciones Unidas que colabora con entidades que ayudan a reducir emisiones de carbono, dice lo siguiente: plantar árboles puede compensar en gran medida las emisiones en la primera mitad del siglo. Por lo tanto, existe una necesidad urgente de salvar los árboles incluso en las ciudades. El economista indo, P. Sukhdev, es también un líder en el estudio de la biodiversidad, y de la economía de los ecosistemas. Trabaja como Co-Director del Banco Deutsche en Mumbai, India. Él ha calculado el valor económico de la naturaleza y su deterioro, después de una investigación de tres años llevada a cabo por cientos de expertos. Según su opinión, si se redujera la deforestación en un 50% durante unos treinta años, disminuiría el costo del calentamiento global porque la erosión de los bosques, áreas costeras, etc., lleva a enormes pérdidas todos los años. ‘Un árbol es invalorable, y lo que obtenemos de los árboles no tiene precio.’

   Existe un número de personas que disfrutan de Adyar, al que vienen a caminar debido a su belleza, calma y por la preservación del medioambiente natural. No sólo se protegen a los árboles, sino a muchas variedades de plantas y otras formas de vida más pequeñas de otros reinos que también se cuidan en este predio. Todas las ciudades necesitan un espacio donde se respeten y valoren las áreas verdes. La importancia de preservar la atmósfera creada por habitantes de los diferentes reinos nunca se puede elogiar en exceso.

   Al considerar este tema, la contaminación de las fuentes de agua es de suma importancia, porque si no hay agua pura disponible, muchas plantas y árboles no pueden sobrevivir. Necesitan muy poco, pero el agua es una de las pocas cosas que necesitan. Los árboles son ‘ciudadanos modelo, decorativos, calmos, económicos, serenos y valientes’. Sin suficiente cantidad de agua, los espacios verdes no se pueden preservar. Permitirle a los árboles crecer implica asegurarse que tengan agua disponible para ellos y también para los arbustos y plantas pequeñas de todo tipo que crecen a su alrededor.

viernes, 1 de noviembre de 2013

Nos ha dejado nuestra Presidenta Radha Burnier.



La Presidenta Internacional Radha Burnier nos ha dejado.
El pasado 31 de Octubre a las 21:00 hs (hora de Chennai) ha muerto la Presidenta Internacional de la Sociedad Teosófica, la Sra. Radha Burnier, a la edad de 89 años. Ella fue la 7ª Presidenta Internacional desde 1980, sucediendo en el cargo a John Coats, y fue reelegida sucesivamente, encontrándose actualmente en su 5º mandato.
 la Sra. Radha Burnier nació en Adyar, Chennai el 15 de Noviembre de 1923 en el seno de una familia teosófica, ya que su abuelo Nilakanta Sastri conoció a los fundadores y se unió a la Sociedad Teosófica, y su padre, Nilakanta Sri Ram, fue un prominente pensador y teósofo, habiendo llegado a ser el 5º Presidente Internacional. Radha nació y creció en un ambiente teosófico. Su casa estaba cerca de la entrada principal de Adyar. En su infancia estudió danza clásica India en la Academia de Kalakshetra. Se graduó en Artes en la Universidad Hindú de Benarés. En 1948 actuó danzando en la película "The River" de Jean Renoir.
 La Sra. Radha Burnier ingresó a la Sociedad Teosófica en 1935, cuando era una niña de 12 años y desde 1945 estuvo involucrada activamente en sus actividades ocupando varios cargos. Fue Presidenta de la Rama de Adyar, Directora de la Biblioteca y Centro de Investigación en Adyar y Secretaria General de la Sección India por 18 años. Fue elegida Presidenta Internacional y asumió sus funciones el 17 de Julio de 1980. Fue reelegida sucesivamente en el cargo y desde 2008 ejercía su quinto período de siete años. También era la Presidenta de la Orden Teosófica de Servicio. Ella se implicó con la educación, el bienestar de los animales, la ayuda a los pobres y en favor del medio ambiente. En este sentido, renovó la Olcott Memorial School, tomó el control de un dispensario animal y de un centro de bienestar social para niños. Además presidió la Environmental Society (Sociedd Medioambiental) de Chennai.
En su labor de Presidenta viajó por todo el mundo dando conferencias y visitando a los grupos locales de la Sociedad. La amistad de Radha Burnier con J. Krishnamurti hizo posible el regreso de éste a Adyar en 1980. Ella tenía mucha afinidad con su pensamiento y eran amigos desde la juventud. Su mensaje estuvo orientado a que los miembros de la Sociedad tomen conciencia de la finalidad esencial de la Sociedad, la regeneración humana, y la necesidad de que descubramos la dimensión práctica y la relevancia de todo principio teosófico fundamental.
Su mensaje y su incansable labor quedarán en nuestros corazones para siempre como una gran inspiración. Vayan con ella nuestro amor y agradecimiento.