domingo, 24 de junio de 2012

Actitudes Internas y actividad externa.


                                                                    ACHYUT PATWARDHAN
La mayoría de nosotros tendemos a ser ligeramente bien intencionados deseando vivir vidas útiles. Pero en el actual vivir diario, nuestras vidas no están integradas. Estamos llenos de contradicciones, habiendo crecido en moldes tradicionales. Nunca hemos tratado de pensar críticamente, sobre lo que sea que hagamos y el modo de su ejecución. Esto nos lleva a confusión y contradicciones, a conflictos y tensiones interiores. Y puede incluso llevarnos a ser hipócritas. Pensamos de una manera, hablamos de otra, y actuamos aún más discordantemente. Todo esto es la fuente de la propia lástima y de la “recta indignación, síntomas de falta de integración entre pensamiento, palabra y acto.

Por tanto, debemos indagar en el problema de las actitudes internas y la actividad externa. La actividad externa debe ser examinada con el propósito de descubrir verdaderamente cuáles son nuestras actitudes internas- no lo que deseamos que sean, ni nuestros ideales o aspiraciones conceptuales, sino nuestros  instintivos estímulos y respuestas. Las actitudes internas pueden ser mejor observadas si no estamos fragmentados mentalmente en nuestra psique, como si tuviéramos dos mentes.

De ahí que sea esencial el cultivar el arte de observar silenciosamente nuestros procesos mentales, al menos por unos pocos minutos cada vez.

La mayoría de la gente no puede sentarse tranquilamente por sí misma, sin ningún deseo de pensar en una cosa u otra como preludio a hacer algo. Porque nos desaprobamos a nosotros mismos, queremos “convertirnos” en algo mejor y más noble. Por añadidura nos rehusamos a observar “lo que es”. Lo que somos es el hecho; aquello en lo que deseamos convertirnos es una aspiración piadosa—un deseo como docenas de otros.

Al sentarnos en silencio, descubrimos cuales son los diferentes deseos contradictorios, impulsos, reacciones, recuerdos y teorías en las que deseamos creer. Así, sentarse tranquilamente, es la puerta que lo introduce a usted mismo. Usualmente usted se encuentra muy ocupado para encontrarse con sí mismo y cultivar una más intima relación.  Este programa diario de unos minutos se convierte en una base de comunicación consigo mismo. Aquello que hace de puente entre las actitudes internas y la actividad externa, es la ATENCIÓN.

Debemos observar que cierta parte de estas actividades externas son rutina y no llaman nuestra atención. Existen también niveles de atención: una extensa gama entre atención e inatención. Pero incluso la atención la mayoría de las veces es local, fragmentaria, o enfocada en un interés especial. ¿Cuál es el significado de la atención total sin ningún foco o zona?

“Trabajar para el yo es trabajar para el desengaño”dice Luz en el Sendero. La acción tiene usualmente un motivo y eso decide la calidad de nuestra atención. El estudio a menudo se transforma en memoria acumulada, pero la atención pone un foco en lo que uno está buscando asimilar y así enseña “habilidad en la acción, que es yoga.

Pareciera ser evidente por sí mismo que lo interno siempre, a la larga, domina a lo externo. Debiéramos desear explorar lo que pudiera traer un orden viviente y armonía en todas nuestras actividades externas. ¿Cuál es el principio de integración de todas nuestras propensiones discordantes?. Desearíamos explorar el proceso por el cual la confusión, los propósitos contrarios, y los conflictos serían eliminados de nuestras vidas.

Muchos de nosotros intentamos conseguir resultados que creemos que son propicios para el bienestar social, y deseamos que nuestras actividades externas estén organizadas de una manera que pudiera fomentar el bienestar común. Es, por tanto, útil darse cuenta que el auto conocimiento es el único sendero en el cual podemos purificar nuestra psique de motivaciones centradas en el yo, pero la gente es reacia a tratar de completar el recorrido, ya que quiere resultados rápidos.

Puede que hayamos crecido con la fórmula “la salvación a través de la sociedad”. Marx y algunos otros pensadores proporcionaban un plan para una “nueva sociedad revolucionaria”. Pero era un camino de cambio a través de la violencia. Antes de esto, la gente esperaba alcanzar la armonía y un  buen orden social a través de la creencia religiosa. La era de la ciencia puso fin a todo eso. Es un desafío a la inteligencia humana que en la era en que el hombre está explorando el espacio exterior, haya tanta inevitable miseria. Por todo este avance científico, el hombre se ha convertido en una amenaza más grande para la supervivencia de la vida en este planeta, que  todos los desastres naturales con los que estamos familiarizados.

Esta búsqueda de bienestar es canalizada en dos direcciones diferentes. Una tiene que lidiar con los nuevos desafíos del medio ambiente. La otra  intenta explorar la verdad de que las guerras son comenzadas en el corazón de los hombres. En la Escuela de Sabiduría estamos buscando el camino hacia las actividades externas significativas, para crear un clima psicológico de bondad y paz entre todas las criaturas. Mientras estemos atados a nuestras creencias e identidades regionales, sociales, étnicas o religiosas, sólo podemos adquirir modales correctos para expresar nuestros antagonismos. Mientras estamos atados a las obligaciones familiares, tendemos a ser (estar) fragmentados en nuestra búsqueda del bienestar.

El esfuerzo es inseparable de la actividad externa, no podemos concebir ninguna acción sin volición, sin esfuerzo. Nuestra vida social, económica y así llamada espiritual, es una sucesión de esfuerzos, siempre persiguiendo la culminación en un resultado seguro. Pensamos que el esfuerzo es esencial. Muy pocos de nosotros se dan cuenta que la actividad auto-centrada del esfuerzo no resuelve ninguno de nuestros problemas. Al contrario, acrecienta nuestra confusión, miseria y dolor.

¿Cuál es la acción que por sí misma nos energiza? ¿Qué es movimiento infinito con energía infinita? Es la acción de una mente que está verdaderamente satisfecha, que entiende lo que “es”, y le da la significación correcta a aquello que es. Eso es la verdadera satisfacción.

Entonces debemos comenzar nuestro análisis de la actividad externa con un auténtico entendimiento del proceso del Ego. El propósito de la actividad externa, de esta manera, se define como un intento de descubrir las complejidades de ese proceso, hasta que descubramos que la percepción es la quintaesencia de la acción.

Krishnamurti dice que la acción tal como la conocemos es en realidad reacción, es un devenir incesante, que es la negación de “lo que es”. Pero cuando hay conciencia, que es vacío sin condenación o justificación -  entonces hay el entendimiento de lo que es, y acción que es armoniosa y creativa. Comprenderemos esto cuando comencemos a ser conscientes de nosotros mismos en la acción.

Un rabino preguntó a sus estudiantes “¿Cuándo es que al alba uno puede distinguir la luz de la oscuridad?”

Un estudiante replicó, “Cuando puedo distinguir a una cabra de un burro.”

“No”, Respondió el Rabino.

Otro dijo, “Cuando puedo distinguir a una palmera de una higuera.”

“No”, respondió nuevamente el rabino.

“Bien, entonces ¿cuál es la repuesta?”, lo acosaron  sus estudiantes.

“Sólo cuando miráis al rostro de todos los hombres y todas las mujeres y veis a vuestro hermano y a vuestra hermana”, dijo el rabino. “Sólo en ese momento habréis visto la luz. Todo lo demás es aún oscuridad.”




domingo, 10 de junio de 2012

DESDE LA ATALAYA Samvada


                                                                                       Radha Burnier

Varias obras filosóficas y religiosas de la India, incluyendo la universalmente famosa del Bhagavadgita se presentan como las conversaciones (samvada) entre un devoto, un investigador o un estudiante y un ser divino o una persona sabia. Samvada significa no solamente hablar el uno con el otro sino también estar en sintonía y armonía en una relación. Los matices de este término sugieren que para poder llegar a una investigación religiosa fructífera, el aspirante tiene que carecer de barreras internas en el momento de acercarse a un sabio o instructor. Si sus preguntas son planteadas con un espíritu arrogante o escéptico, o si alberga dudas ocultas sobre el valor del maestro, el contacto entre los dos no servirá de nada. El maestro, por su parte, si es un verdadero sabio, no tendrá prejuicios y estará abierto al estudiante y a todos los estudiosos. Esto y más es lo que abarca el término samvada cuando se lo utiliza para describir las enseñanzas religiosas procedentes de fuentes muy reputadas y registradas en las obras antiguas.
El Bhagavadgita no consiste simplemente en un discurso muy largo; está salpicado de comentarios y preguntas hechas por Arjuna. Otro texto religioso muy conocido, que forma parte de la literatura buddhista, presenta las discusiones entre el sabio Nagasena y el rey Milinda, un rey Bactrio también conocido como Menandro. Los reyes no se apartaban, en aquellos días, de las investigaciones religiosas profundas; muchos de ellos se acercaban, como humildes aspirantes, a los hombres eruditos, y recibían sus instrucciones, no sólo con fines prácticos sino también para aclarar sus planteamientos filosóficos y religiosos y para recibir inspiración que les ayudara en su camino hacia la iluminación espiritual. Tradicionalmente, se estimulaba al estudiante a hacer preguntas. A veces, también se encontraba confrontado con preguntas crípticas y tenía que descubrir las respuestas por sí mismo.
La palabra "diálogo" en inglés, aplicada a las conversaciones de las obras de Platón y, en época reciente, a los debates que Krishnamurti sostuvo con estudiosos serios, necesitaba ser explicada, y así lo han hecho David Bohm y otros, porque no tiene la resonancia innata del samvadas sánscrito, pero el significado es el mismo. El investigador no ha de ser un oyente estúpido, sino que tiene que mantenerse vivo y corresponder desde su propio nivel, de tal manera que puedan proceder armoniosamente junto con el maestro, adentrándose en un entendimiento y una realización más profundas. Esto fue probablemente lo que Krishnamurti quería decir al comentar que la comunicación tiene lugar cuando dos personas se encuentran al mismo tiempo, en el mismo nivel y con la misma intensidad. La intensidad de la aspiración del discípulo a la verdad tiene que coincidir con la que tiene el maestro para compartir; estar al mismo nivel tal vez no se refiera al nivel de comprensión, sino más bien al de sintonización, como el que existe entre las notas de distintas octavas. Como escribió uno de los Maestros: "La receptividad debe ser igual al deseo de instruir". La liberación de las disonancias internas pone de manifiesto una profunda relación, un sentido vibrante de la unidad.
Una conversación seria de naturaleza religiosa o espiritual, que nos conduzca a profundidades, es imposible cuando los prejuicios y los conceptos preestablecidos existen dentro del estudiante. Naturalmente no existen en el maestro, porque si fuera así, entonces no sería un auténtico maestro de sabiduría. Por consiguiente, una y otra vez, las personas que tenían conocimientos de estos temas insistían en la necesidad de tener libertad interna, de estar libres de preconceptos y de ideas fijas. Aquél que verdaderamente busca debe dejar de lado sus ideas y opiniones pasadas, dejar de discutir y argumentar y preocuparse solamente por la verdad. En palabras de Madame Blavatsky:
Su mente debería quedar perfectamente libre de todos los demás pensamientos, para que el significado interno de las instrucciones pueda quedar impreso en ella, independientemente de de las palabras con las que viene envuelto.
Aferrarse a las palabras, olvidando que son solamente símbolos, ha sido la ruina de los hombres y mujeres de inclinaciones religiosas. Esta es la trampa en la van cayendo uno tras otro de forma inconsciente: Nuevas sectas, nuevas filosofías, nuevos grupos más-santos-que-el-otro, van apareciendo con esta tendencia. Cuando se reconoce claramente que las palabras no son más que simples símbolos, unos mapas útiles que indican la dirección, y que "no hay religión más elevada que la verdad", y cuando la mente no confunde el conocimiento de los conceptos y de las palabras con la verdad, las divisiones religiosas y sectarias no pueden existir. Todos los aspirantes genuinos, tanto si están conectados externamente a esta tradición o a aquella, son como los dedos de la mano.
La verdad es una experiencia y una realización siempre vivas y dinámicas y los que lo saben han fomentado siempre el espíritu de la investigación que conduce a la realización interna. Los intercambios que se tienen con el espíritu adecuado, tanto si lo llamamos diálogo, discusión o samvada, son un medio. Cuando el estudiante participa, a través de sus respetuosas y serias preguntas, en el trabajo de ir develando la verdad, como hicieron Arjuna y muchos otros, no hay un esquema fijo al que adaptarse. Entonces la luz puede venir de dentro y se puede dejar el plano de las palabras y de las ideas, al menos por un tiempo, y pasar al de la visión o de la verdadera experiencia.

Alimentando la violencia futura
El siglo veinte ha sido descrito como "indudablemente el siglo más sangriento de todos los que hemos registrado, por la escala, frecuencia y duración de las guerras que lo han caracterizado". En todas partes se les ha infligido un enorme sufrimiento a los civiles y no solamente a los combatientes. Un efecto de estos terribles conflictos es que un buen número de niños han quedado huérfanos, mutilados y traumatizados; algunos de ellos se muestran taciturnos, otros violentos, y muchos de los que nacieron durante períodos de conflicto no han recibido educación alguna. Lo único que han aprendido es que tienen que luchar para poder comer y sobrevivir. Es un hecho aceptado ahora que la educación es la clave tanto del control de la población como del fin de la pobreza. Millones de niños de África ni siquiera asisten a la escuela primaria y la situación es sólo mínimamente mejor en el mundo subdesarrollado en general.
Los niños quedan huérfanos no sólo como consecuencia de las guerras, sino también por la rápida propagación del SIDA. Según la UNICEF, trece millones de niños quedarán huérfanos a finales del 2000. Muchos de ellos se encuentran en países donde impera la pobreza y sus abuelos, que sobreviven con muchas dificultades, tienen poca capacidad para solucionar la situación. Los niños se las apañan por sí mismos ya desde muy pequeños y asumen la responsabilidad de sus hermanos en la medidad de sus posibilidades. Abandonados en la calle, son amenazados, explotados y maltratados por vecinos lascivos y por transeúntes. El informe de la UNICEF dice "A menudo emocionalmente vulnerables y económicamente desesperados, el destino seguro de esos huérfanos es el de acabar vejados sexualmente y forzados a encontrarse en situaciones de explotación, como la prostitución, para poder sobrevivir. Se dice que Zambia tiene la proporción más alta del mundo de niños huérfanos, que han quedado indefensos después de que sus padres murieran de SIDA. Sólo en la capital de Lukasa hay más de 37.000 por las calles.
En medio de la euforia ante el nuevo siglo y el nuevo milenio, hagamos una pausa para pensar en el número tan pequeño de generaciones futuras que podrá crecer en condiciones que hagan que el siglo nuevo sea mejor que el anterior. El futuro seguramente será una continuidad del presente, en el cual cada vez se está utilizando más a los jóvenes e incluso a los niños como soldados en zonas de combate. Desde su más tierna edad, aprenden a matar y a inmunizarse ante la visión de la sangre y del sufrimiento. ¿Acaso estos futuros ciudadanos del mundo que están creciendo y haciéndose adultos con la idea de que el salvajismo es algo normal para el ser humano no van a hacer que el mundo sea más violento?
Incluso en las situaciones no bélicas, cuando las armas se tienen a fácil disposición, los niños matan a otros y se enfrentan a juicios y a la cárcel como si fueran criminales adultos. El más joven en ser juzgado como un adulto (en Michigan, USA) había tenido ya, a la edad de 11 años, varios enfrentamientos con la policía. A los 13, cuando le juzgaron por asesinato, le costaba entender el proceso del juicio. Según los informes, entre 1992 y 1995, cuarenta y un estados de USA aprobaron leyes para detener a los niños y juzgarlos como personas adultas si cometían "delitos de adultos". En 24 de estos estados, los jóvenes pueden ser ejecutados. Cuando se les encarcela con los adultos, hay muchas probabilidades de que acaben convirtiéndose en salvajes. Solamente en Florida, 7000 jóvenes fueron juzgados en tribunales de adultos en un año. Los centros penitenciarios se están llenando de jóvenes delincuentes, no sólo en USA sino en todas partes. Algunos están en "campamentos de entrenamiento", unos lugares donde se les enseña a obedecer con severos castigos, aunque poco a poco se están dando cuenta de que un trato abusivo dirigido a los jóvenes es contraproducente y sólo tiene como consecuencia el convertirlos en duros delincuentes.
Un reciente informe publicado en el periódico The Hindu, de Chennai describe cómo se utiliza a los niños en los mataderos por ser la mano de obra más barata. Recogen la sangre de los animales sacrificados, cargan los cuerpos y desechos, y hacen todos los trabajos que los miembros adultos del personal quieren adjudicarles. Las condiciones son abominables pero los niños acaban acostumbrándose. Aprenden a fumar y a beber a una temprana edad y cogen enfermedades. Según los pediatras, el daño psicológico es peor que la enfermedad física. "Están tan acostumbrados a la tortura y la violencia que pronto no verán diferencias entre la sangre de un animal y la de una persona", dicen.
En el caso de dos niños ingleses de once años, que secuestraron a un niño de dos años en un centro comercial, torturándole y matándole después, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos decidió que no se les estaba haciendo un juicio justo. Multitudes enfurecidas les gritaban mientras les llevaban al juzgado y los espectadores del juicio no ocultaron su hostilidad. Lo que ocurrió fue naturalmente algo atroz, pero los "criminales" eran niños. Cuando aparentemente se hizo un intento por hacerles participar en los procesos del juicio y para consultar a sus abogados, fueron incapaces de cooperar. ¡Es realmente bastante extraño esperar que unos niños pequeños actúen con madurez! ¿Qué fue lo que les impulsó a actuar como lo hicieron? ¿Qué está pasando con el mundo actual para incitar a los más jóvenes a cometer estos delitos?
No sólo los niños de los mataderos y de las granjas-fábrica, sino incluso los que ven a sus padres coger las armas para disparar a las ardillas, pájaros y ciervos, aprenden a no diferenciar entre animales y humanos. Matar les parece algo normal. ¿Será el siglo próximo un siglo civilizado, cuando millones de estos jóvenes que aprenden a ser brutos y asesinos formen parte de la población adulta? Los niños son como plantas tiernas que no pueden crecer y convertirse en buenos árboles si están siendo abofeteados y maltratados constantemente. Necesitan un ambiente afectuoso, una oportunidad para crecer y darse cuenta de los valores humanos. Quienes se preocupan del futuro tienen, pues, que defender de manera inequívoca un mundo sin guerras y sin crueldad practicada en humanos y animales. Hay que preparar el terreno para la compasión universal.
(The Theosophist, febrero 2000.)

domingo, 3 de junio de 2012

El Regalo de Prometeo




                                                                                             Mary Anderson

Según la leyenda griega, Prometeo robó el fuego del cielo para entregarlo a la humanidad. Júpiter lo castigó encadenándolo a una roca en el Cáucaso, donde cada día un buitre grifón desgarraba su hígado, el que, sin embargo, crecía nuevamente durante la noche.

El regalo de Prometeo a la humanidad, tomado literalmente, es muy valioso. Con la ayuda del fuego el hombre puede mantenerse tibio en un clima frío, cocinar alimentos y hasta moldear metales en ornamentos, obras de arte, instrumentos para el trabajo, y armas. El fuego fue usado en las  llamadas Eras de Bronce y de Hierro. Así es como el fuego es una herramienta maravillosa, siendo a la vez el gran purificador y transformador y el gran destructor. El regalo de Prometeo fue a la vez útil y peligroso. Nuestra conciencia de la peligrosa naturaleza del fuego está reflejada en dichos tales como: “un niño quemado teme al fuego”, “jugar con fuego”, “convertir a fuego y espada” y “pasar por fuego”.

Somos conscientes del poder del fuego en la naturaleza, en los volcanes y en la formación de rocas extremadamente duras, como el granito y el basalto. Pero, interpretado simbólicamente, el fuego es también un regalo para el hombre tan grande como peligroso, pues el fuego es el símbolo de la mente.

De acuerdo con La Doctrina Secreta, en cierta etapa de su evolución hace aproximadamente unos dieciocho millones de años, el hombre se convirtió en el hombre que conocemos, una criatura poseedora de mente. Antes de ese tiempo, era solamente un hombre en potencia, más parecido a un animal, compuesto de un espíritu divino y un cuerpo material rudimentario, pero estos dos – espíritu y cuerpo – no estaban conectados. Carecía de una conciencia o mente que los conectara. De modo que el hombre flotaba entre el cielo y la tierra, por así decirlo. “No tenía un Principio medio que le sirviera como mediador entre lo superior y lo inferior, entre el Hombre Espiritual y el cerebro físico, porque carecía de Manas”.1 Era “como un techo sin paredes o columnas donde apoyarse”,2 o “la brisa donde no hay árboles o ramas que la reciban y acojan”.2

Lo siguiente es una descripción del hombre sin mente:

“Encarnada la Mónada Espiritual de un Newton, injertada en el santo más grande de la Tierra - en el cuerpo físico más perfecto que podamos concebir-“… si carece de sus principios medio y quinto, habremos creado un idiota, a lo sumo una presencia hermosa, sin alma, vacía e inconsciente…”3

¿Qué está faltando? Ese “Fuego Viviente”, o Manas, que le da a la mente humana su percepción de sí misma y su autoconciencia.”4

¿Quién representó el papel de Prometeo? ¿Quién despertó en el hombre el fuego de la mente? “Esa clase de Devas que han sido simbolizados en Grecia bajo el nombre de Prometeo…”5  grandes seres conocidos como Pitris Solares o Padres Solares, que han evolucionado fuera y más allá del reino humano, así como el hombre ha evolucionado fuera y más allá de los reinos animal, vegetal y mineral. Ellos fueron los “Devas del Fuego…los “Ángeles Vírgenes” (a los que pertenecen los Arcángeles Miguel y Gabriel), los “Rebeldes” divinos”.6 Ellos fueron “los aceleradores del Diseño humano…la Chispa que vivifica al animal humano…”7

Del mismo modo, Prometeo robó el fuego divino para “permitirle al hombre avanzar conscientemente en el sendero de la evolución espiritual, transformando así al más perfecto de los animales de la tierra en un dios potencial, otorgándole la libertad de “tomar el reino de los cielos por la fuerza”. De ahí también la maldición de Zeus a Prometeo”.8

Los Pitris Solares y Prometeo tuvieron que sufrir por esta acción, como lo hizo Lucifer -el Portador de la Luz- quien cumplió una función similar. Su acción fue mal interpretada:

“Este sacrificio voluntario de los Ángeles del Fuego cuya naturaleza era el Conocimiento y el Amor, fue interpretado por las teologías exotéricas como “los ángeles rebeldes arrojados del Cielo a la oscuridad del Infierno” – nuestra Tierra. 9

Ellos se han convertido en las Inteligencias libres e independientes, mostradas en toda Teogonía en lucha por esa independencia y libertad, y por lo tanto – en el sentido ordinario – “rebeldes a la ley pasiva divina”.10

Así como en Prometeo su acción fue un sacrificio por el cual sufrieron:

“ofrendarse a sí mismos como víctimas voluntarias para…dotar (a la humanidad) con afectos y aspiraciones humanas. Para hacer esto, ellos tuvieron que abandonar estado natural y, descendiendo a nuestro Globo, tomar morada en él… cambiando así… la bienaventuranza de la existencia sideral por la maldición de la vida terrenal”.11



Así como el fuego puede arder solamente si hay combustible, del mismo modo manas o mente puede desarrollarse en el hombre sólo sobre la base de kâma o la naturaleza de deseos: “Para completar al Hombre Septenario, agregar sus tres Principios inferiores e integrarlos con la Mónada Espiritual…, son necesarios dos principios conectores: Manas y Kâma”.12  La mente es útil y peligrosa como el fuego, especialmente cuando se combina con el combustible -en el caso de la mente, con el combustible del deseo egoísta.

Los animales tienen emociones, ansias, deseos. Pero ¿tienen sensualidad y lujuria? ¿Son capaces de sadismo? Los deseos del hombre están intensificados por la mente. Mefistófeles (el Diablo), dirigiéndose a Dios en el Fausto de Goethe, dice:

“El pequeño dios del mundo ( el hombre ) es, como siempre lo ha sido, tan extraño como el primer día. Él viviría una vida algo mejor si no le hubieras dado el reflejo de la luz celestial, él la llama razón y la utiliza solamente para ser más bestial que cualquier bestia”.13

Los animales viven en el presente. Aprenden del pasado, pero no viven en el pasado. Pueden anticipar el futuro pero no viven en el futuro. El hombre no sólo aprende del pasado y anticipa el futuro, sino que vive en el pasado y en el futuro, es decir: él constantemente da vueltas sobre el pasado y el futuro – sus memorias y expectativas – y por lo tanto a menudo no es realista, es prejuicioso, vengativo e insatisfecho y usa su imaginación para elaborar falsas ideas y refinados métodos de crueldad.

La mente, como el fuego, tiene dos aspectos – creativo y destructivo-,  conocidos como buddhi –manas y  kâma- manas. De hecho hay una sola mente, pero ella puede ser pura o impura, es decir, puede identificarse e ir hacia la naturaleza espiritual o hacia la naturaleza mundana.  Como el Espíritu es uno, habiendo solo Un Espíritu, Una Vida – no mi espíritu y tu espíritu – la naturaleza espiritual es una en todos y por lo tanto inegoísta. Por otra parte, como el mundo exterior está compuesto de cosas separadas y nuestra naturaleza terrenal se ve también a sí misma como separada de los demás es, por lo tanto, egoísta.

La mente es un campo de batalla  ( como está ejemplificado en el Bhagavad Gitâ ) entre lo celestial, o sea la naturaleza inegoísta, basada en  la conciencia de la unidad, y lo terrenal, o sea la naturaleza egoísta, basada en el sentimiento de separatividad.

Otro símbolo de la naturaleza doble de la mente – la imagen de dos aves posadas sobre un árbol – se encuentra en el Rig-Veda ( I.64.20, El Enigma del Sacrificio) y en el Mundaka Upanishad (III.1, 1) y el Vetâsvatara Upanishad (IV.6):

“Dos  aves, compañeras siempre unidas,  están posadas sobre el mismo árbol. De las dos, una come el dulce y el amargo fruto y la otra la observa sin comer”. 14

¿Por qué estamos inquietos como la pequeña ave constantemente picoteando y comiendo? A causa de nuestros deseos. Ansiamos la dulce fruta y la obtenemos, pero también obtenemos la amarga. Obtenemos lo que deseamos, pero esto se convierte en cenizas en nuestra boca, y también obtenemos lo que no deseamos.

Nuestra situación es como la de Prometeo. El buitre arranca su hígado. El hígado era, para algunas tradiciones, el asiento de las emociones, y es allí donde somos torturados: en el asiento de nuestros deseos. Y esos deseos crecen, son recurrentes una y otra vez  de la noche a la mañana.  Nosotros estamos siempre sujetos a los mismos deseos.

Prometeo en su sufrimiento es un símbolo y una personificación del hombre:

“La lucha de Prometeo con el tirano déspota del Olimpo, el sensual Zeus, representada diariamente dentro de … la humanidad; las bajas pasiones encadenan las aspiraciones superiores a la roca de la materia, para generar en muchos casos al buitre del pesar, el dolor y el arrepentimiento…”15

El hombre es consciente, y por lo tanto responsable. Él puede distinguir entre el bien y el mal, pero es un esclavo de sus pasiones. Así él siente el buitre del deseo, la duda y la culpa lacerando su hígado o su corazón. El intelecto paraliza las percepciones espirituales y vive a expensas de la sabiduría.

¿Cuál es la solución? Podemos encontrarla en el siguiente versículo de los Upanishads:

“Sobre el mismo árbol, una persona sumida (en las tristezas del mundo) es engañada y se lamenta debido a su impotencia. Cuando ve al otro [¿pájaro?], el Señor quien es venerado y su grandeza, se libera del sufrimiento”.14

Prometeo está atado pero se desatará, porque él no es sólo un hombre que lucha, el ave que picotea y come, sino también el ave que observa. Prometeo es Âtma:

“Prometeo representa  la…parte divina del alma humana – esa chispa de fuego traída…del Cielo… individualizada en el Hombre, el cual, lentamente pero con seguridad…por medio de conflictos agónicos con la titánica naturaleza terrenal inferior, se eleva desde el mundo material inferior al ideal invisible (mundo]. La naturaleza inferior está representada por el tiránico y arbitrario Zeus…la ley del mundo fenoménico percibido por los sentidos”.16

Prometeo es la forma griega del Àtman del Vedânta, el verdadero ego liberado de las encarnaciones en las máscaras de la personalidad y de la rueda de tormentos de la Necesidad y el Destino, y admitido para su descanso en su hogar en el  Espíritu Cósmico inmanente…Prometeo es… “el Rey de Reyes”, el Dios “sentado en el cielo de su corazón”.16

Así, en lugar de identificarse con el ave que picotea y se alimenta incansablemente, él se siente uno con el ave que observa en calma.

 Pero debemos cuidarnos del deseo de identificarnos con el otro pájaro que observa en calma. No es suficiente decir “Yo soy el yo espiritual”, porque es el yo mundano el que lo dice ¡y se hincha de orgullo! Podemos identificarnos con el yo espiritual únicamente cuando el yo personal ha perdido su poder.

“Esta alma prometeana del hombre descendida de los cielos, solamente podrá liberarse de las cadenas de la tierra y del Buitre del Tiempo por medio de la destrucción ( o transformación ) de Zeus…el mundo fenoménico, y por su elevación  a un poder superior, el del ideal, lo único real”.16

Esto no es sólo una cuestión de esfuerzo, sino también de evolución. En otras palabras, el tiempo debe estar maduro:

“El hombre volverá a ser el Titán libre de antaño, pero no antes de que la evolución cíclica haya restablecido la rota armonía entre las dos naturalezas – la terrenal y la divina, después de lo cual se vuelve…invulnerable en su personalidad e inmortal en su individualidad, lo cual no puede ocurrir antes de que todo elemento animal haya sido eliminado de su naturaleza”.17

¿Cómo  ocurrirá esto? Empleando el fuego de la mente. Como el fuego, la mente es una herramienta para purificar, para transformar, y para crear, pero también lo es para destruir. La mente puede ser destructiva. Posee la facultad de crítica, la capacidad de dudar. Lo importante es ser capaz de discernir entre qué criticar y qué no criticar, en qué dudar y en qué no dudar. La mente, como un hacha, puede ser usada para destruir hermosos árboles, pero también para eliminar malezas dañinas y malas hierbas sofocantes. Saber cuáles son los árboles saludables y cuáles son las malezas dañinas – esto es  discernimiento.

Además la Mente, como un fuego destructivo, debe ser empleada sobre nosotros mismos, voluntaria y espontáneamente, en base a la comprensión y al discernimiento. La maleza que ha de ser cortada por el hacha o eliminada por el fuego son nuestros propios deseos egoístas. Esto es al mismo tiempo purificación. Entonces la creación se vuelve posible.

Debemos pensar dos veces antes de volver el fuego destructor hacia otros:

“…tu Alma tiene que convertirse en el maduro fruto del mango: tan blando y dulce como su brillante pulpa dorada, para las penas de los demás, tan dura como el carozo de esa fruta, para tus propias penas y congojas…”18

La mente crítica, abandonada a sí misma, fortalecida por los deseos personales, es pesimista y destructiva para los demás y para uno mismo. Muy a menudo criticamos los defectos de los demás y luego los mismos defectos son criticados en nosotros o los advertimos en nosotros mismos, como si nos pusieran ante un espejo. Entonces somos afortunados, pues podremos vernos y exponernos pero solamente si la mente está purificada de egoísmo. La mente a menudo niega, excusa o justifica nuestras faltas, como resultado del egoísmo en la forma del deseo  de tener una buena imagen de nosotros mismos, de imaginarnos mejores que otros porque estamos convencidos de que estamos separados de ellos, de que podemos prosperar mientras los demás tienen privaciones. Prometeo es la imagen perfecta de nuestras aflicciones, pero también de nuestra liberación.

Resumiendo: la leyenda de Prometeo tiene muchos aspectos. Él tiene muchos roles, visto desde diferentes ángulos – siempre en conexión con la humanidad – tal como lo hemos considerado ahora. Él es el símbolo de aquéllos que se han sacrificado para otorgar la mente al hombre, hacer de él un ser consciente, poseedor de libre albedrío. Pero la conciencia y el libre albedrío combinados con los deseos y todas las debilidades y egoísmos demasiado “humanos”, llevan a conflictos internos, desarmonía y sufrimiento. Y el propio Prometeo atraviesa ese sufrimiento. De modo que él también simboliza y se identifica con el hombre -el hombre en sus luchas y el hombre en el sendero espiritual-.        

Las palabras dirigidas por Hermes a Prometeo encadenado sobre las áridas rocas del Cáucaso – o sea, atado por ignorancia a su cuerpo físico y por lo tanto devorado por el buitre de la pasión – se aplican a todo neófito, a todo Chrestos  en probación:

“Buscarás tales trabajos interminablemente hasta que un dios aparezca como un sustituto de tus dolores y esté dispuesto a ir tanto al sombrío Hades como a las tenebrosas profundidades que rodean al Tártaro ”  (Esquilo, Prometeo Encadenado)…

Es decir,

“Hasta que Prometeo (o el hombre) pueda encontrar al “Dios” o Hierofante que esté dispuesto a descender a las criptas de la iniciación y camine con él por el Tártaro, el buitre de la pasión nunca dejará de corroer su vitalidad”. 19

Sólo cuando el discípulo esté listo el Maestro aparece. Prepararnos, depende de nosotros. Prometeo también simboliza al Bodhisattva que, por solidaridad con todas las criaturas, se rehúsa a entrar en el Nirvana hasta que la última hoja de hierba esté también preparada para entrar allí. Prometeo por lo tanto representa a

“ la sublevación del Alma iluminada contra todas las formas falsas de religión – popular – sacerdotal – establecida – jerárquica, esas religiones que buscan la salvación personal, fundamentadas en el egoísmo en lugar del bien universal y la salvación de todos los seres sensibles”. 20

Finalmente, Prometeo es el Âtma, la Chispa Divina de la llama única – “el Rey de Reyes”, el Dios “sentado en el cielo del corazón”.16

Así Prometeo acompaña al hombre a través de su evolución como pensador y por cierto más allá del pensamiento: el don del fuego, esto es, el despertar de la mente, de la conciencia y el libre albedrío, el  sufrimiento resultante, la lucha por liberarse, la solidaridad del Bodhisattva con todas las criaturas, el inevitable triunfo de la Chispa Divina que entra en la llama o se convierte en la llama.

El fuego, o la mente, la característica del hombre, es el destructor: “La mente es el gran matador de lo Real; que el discípulo dé muerte al matador”21, pero el fuego es también el destructor de los obstáculos.

Como destructor de obstáculos - o de impurezas – el fuego es también el gran purificador y renovador. Juan el Bautista dice: “Yo os bautizo con agua como penitencia, pero detrás de mí viene uno que es más grande que yo, cuyo calzado soy indigno de usar: él os bautizará con el Espíritu Santo y con fuego”.22

El fuego es transformador. El fuego de buddhi- manas (o de la Sabiduría) mata o transforma al fuego inferior de kâma -manas. Como una vela en el sol, su luz menor es devorada por la luz mayor. Algo enteramente nuevo emerge. Algo enteramente nuevo es creado.

Pero primero ha de venir el bautismo por agua, o sea la purificación llevada a cabo por nuestros propios esfuerzos. Luego seguirá el bautismo por el fuego, es decir, la transformación, mutación, regeneración. ¿A qué puede ser comparado? Tal vez al Fénix, surgiendo de las cenizas de su yo primitivo.

El fuego es así el símbolo de la renovación. Éste es también el regalo de Prometeo: la constante renovación. Toda la vida es continua renovación: la consumición de todas nuestras mezquindades, nuestros prejuicios, nuestro odio, nuestro  egocentrismo. Así, como el Fénix, podemos levantarnos de las cenizas de lo que fue y ya no es para ser no sabemos qué. Tal como estamos actualmente, no podemos saberlo.