viernes, 26 de agosto de 2016

Las ruedas del cambio: La transición de lo mundano a lo sagrado


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Linda Oliveira

La señora Linda Oliveira es la Presidente Nacional de la Sección de Australia y ex Vice-Presidente internacional de la ST.

 Algunas palabras acerca del cambio fueron escritas en 1878 por el poeta Henry Wadsworth Longfellow:

¡Gira, gira, rueda mía!

Todo debe tornarse  algo nuevo, algo extraño

Nada que exista puede detenerse o permanecer

La luna crece, la luna mengua,

La niebla y la nube serán lluvia

La lluvia será niebla y nube otra vez

Mañana será hoy

 (Kéramos)

¡Cuán ciertas eran esas palabras! "Todo debe tornarse  algo nuevo, algo extraño”. Nada de lo que podemos percibir con los sentidos físicos en este mundo permanece igual. Podemos dar la bienvenida de todo corazón al cambio de las estaciones, que hemos conocido desde la infancia. Felizmente, las estaciones son todavía bastante predecibles en estos tiempos de cambio climático. Por otra parte, podemos fascinarnos ante los cambios en el crecimiento de las pequeñas plantas en nuestro jardín, o de nuestros hijos o nietos. Podemos deleitarnos especialmente por el cambio casi imperceptible en la cualidad de la oscuridad a medida que la noche se convierte poco a poco en día, hasta que el sol emerge en el horizonte en todo su esplendor. Estamos acostumbrados a ellos; son tipos de cambios agradables, conocidos. Un paseo por las calles de Varanasi para contemplar el amanecer en el Ganges, es sin duda un espectáculo para la vista. Una vez comencé este viaje cuando aún estaba oscuro. No había actividad y uno podía ver muy poco. Finalmente, una tras otra aparecían las personas, al igual que las figuras emergen en el escenario durante el inicio de una obra de teatro. Más y más personas se hacían presentes, hasta que finalmente la multitud rebosante llegó hasta el río Santo y asomaron los primeros rayos de luz. Toda la experiencia se convirtió en un fantástico espectáculo de vibrante color y movimiento. En cada uno de estos cambios, para utilizar palabras de Longfellow, emerge algo "nuevo".



En la Tradición de Sabiduría, una de las grandes proposiciones presentadas acerca de nuestro universo es la de la periodicidad. El opus magnum de Madame Blavatsky, La Doctrina Secreta, habla de innumerables universos “manifestándose y desapareciendo incesantemente”, de la “aparición y desaparición de mundos”. Hoy estos innumerables universos son designados por los científicos como el multiverso o metauniverso, siendo el conjunto hipotético de posibles universos. La aparición y desaparición de mundos enseñada por Blavatsky es una forma macro cósmica de cambio en una escala que para la mente cotidiana es difícil de comprender. La Proposición referida también menciona la universalidad absoluta de la ley de periodicidad, de flujo y reflujo, en todos los departamentos de la Naturaleza. Esto vemos a diario en todo tipo de formas. La noche sigue al día, períodos de sueño son seguidos por períodos de vigilia, y así sucesivamente. El cambio es uno de los “supuestos” de la vida.

Volviendo a la idea del poema de Longfellow, todas las cosas tienen que cambiar, aunque no sólo hacia algo nuevo, sino hacia algo extraño. Algunos cambios son bastante predecibles, dentro de ciertos parámetros. Pero ahora llegamos al aspecto más difícil del cambio que es menos cómodo: el cambio hacia algo que no es tan predecible. ¿Por qué es más difícil? Porque muchos de nosotros tenemos miedo a lo desconocido. Sabemos que la luna crece y mengua; sabemos que la niebla y las nubes pueden convertirse en lluvia, para usar términos poéticos del bardo. Pero la Tradición de Sabiduría sugiere que un tipo diferente de cambio es posible para el ser humano. Esto va mucho más allá de los ubicuos cursos de desarrollo personal prevalentes hoy en día; implica una transformación radical que se aleje de búsquedas egoístas que desean hacer crecer el yo personal, hacia el surgimiento de una nueva conciencia. Esta es la última renovación del ser humano, una conciencia que debe ser inmensamente extraña en comparación con el conocido "yo" que ha existido desde nuestro nacimiento en esta vida. Nosotros realmente no sabemos lo que podría sucederle al "yo" si nos transformáramos significativamente. Podemos adivinar, podemos leer lo que los sabios han dicho, pero en realidad no lo sabemos hasta que se produce la experiencia.

Esta presentación sobre la transición de lo mundano a lo Sagrado se centrará en la esfera del cambio humano. Por lo tanto, ¿qué es lo mundano? ¿Qué es lo Sagrado? ¿Y qué significa la transición de lo mundano a lo Sagrado? Tendremos en cuenta estas tres preguntas con alguna referencia al pensamiento oriental y occidental, y a escritos antiguos y modernos.

Lo Mundano

Estamos arraigados al mundo, que es temporal o terrenal, “absortos en los asuntos temporales, sobre todo en la búsqueda de la riqueza y el placer”; también somos “experimentados en la vida, sofisticados, prácticos”. La sensación general que transmiten estas definiciones de diccionario es que la mundanidad consiste en nuestro ensimismamiento, en actividades temporales con todo su dolor y placer, en la denominada  “sabiduría mundana” que proviene de la experiencia, en una fachada de la siempre creciente sofisticación, y muchas otras cosas más. Lo mundano es el entorno en el que vivimos día a día, con todas nuestras esperanzas, temores y anhelos, así como nuestra respuesta a ese entorno, tanto colectiva como individualmente.

Hay muchas formas de ver el mundo de los humanos. Un autor, Hugh Mackay, ha escrito una serie de libros en el campo del análisis social, la psicología social, y la ética. Él escribe sobre lo que denomina  “el Complejo de Utopía”. La palabra "utopía" viene del título del libro del siglo XVI de Thomas Moro que lleva el mismo nombre. Se refiere a un lugar o situación perfectos e imaginarios. Mackay afirma que, para muchas personas en Occidente,

esto se parece a una edad de oro. ¿Y por qué no? Extraordinarios avances en medicina, la explosión de la tecnología de la información y la comunicación que estimula, informa y nos entretiene como nunca antes; viajes internacionales rápidos y económicos; automóviles eficientes, fiables y asequibles; discursos prometedores sobre una revolución de una energía limpia; las compras en línea . . . [Etcétera]. (Pág. 3)

Sin embargo, uno podría preguntarse si este Complejo de Utopía -es decir, este sentido de que con el materialismo hemos llegado a un estado perfecto- se limita sólo a Occidente, dado la rapidez con que cambios similares están afectando a muchos países de todo el mundo. El autor también señala que sería más difícil mantener una impresión de una Edad de Oro si fuéramos a echar un vistazo dentro de los “campos de refugiados del mundo, los estragos de las constantes guerras (impulsados, como de costumbre, por rivalidades religiosas o codicia territorial, o ambos), las eternas tensiones de Oriente Medio. . .” etcétera. (Pág. 3)

Mackay continúa diciendo que estamos ocupados estableciendo centros de excelencia en todas partes y que nos hemos convertido en adictos a la idea de la felicidad como un derecho natural. Según él, la elevación de la autoestima se ha consagrado como una virtud cardinal (por ejemplo, Twitter, el uso excesivo de Facebook). Y los utopistas están condicionados a “suponer que la perfección en cualquier cosa debe estar a su alcance”. Observa que muchas personas han adoptado el materialismo como su filosofía.

Volviendo ahora a la filosofía oriental, leemos en ese clásico poético de Advaita Vedanta, el Viveka-Chudamani o la “Joya Suprema de la Sabiduría”:

En los bosques de los objetos vaga el gran  tigre llamado manas; hombres puros deseosos de la liberación, no vayan allí.

Manas, habiendo nublado la conciencia absoluta, que está sin apego, adquiere nociones de "yo" y "mío", y a través del apego al cuerpo, los órganos, y la vida, vaga sin cesar gozando del fruto de sus acciones. (180)

Con la ayuda de nuestras mentes vagamos por este mundo. Existe una obsesión muy común con la búsqueda de todo lo que el mundo material tiene para ofrecer -impulsado, como dice el texto, por ese gran tigre llamado manas, que se refiere a nuestro vasto campo de pensamiento y razonamiento que está hermanado con el deseo.

Esta búsqueda de la materia está bien ejemplificada en la siguiente historia. El Maestro contó una vez de un vecino en el campo que tenía la obsesión de adquirir tierras.

-       Me gustaría tener más tierra, dijo un día.

-       Pero ¿por qué? preguntó el Maestro. ¿No tienes suficiente?

-       Si tuviera, podría criar más vacas.

-       ¿Y qué harías con ellas?

-       Venderlas y ganar dinero.

-       ¿Para qué?

-       Para comprar más tierra y criar muchas más vacas. . .

Además de la codicia, Hugh Mackay mencionó que el materialismo a veces está vinculado con la fe religiosa o política. Se podría añadir que ambas son muy probablemente utilizadas por muchas personas hoy en día para apoyar estilos de vida muy materialistas. Él describe el Complejo de Utopía como una “neurosis”, un trastorno que está indisolublemente ligado a conseguir lo que queremos. Las marcas estuvieron alguna vez limitadas sólo a las corporaciones, pero en estos días, los individuos crean su propia marca personal, para competir por la atención en ese mercado saturado que también llamamos sociedad. Por otra parte, el narcisismo ha resurgido en el siglo XXI en un nuevo envase: como ensimismamiento ligado a un sentido banal acerca del derecho.

Un analista social, Richard Eckersley, habla de cómo tendemos a dar forma a nuestra identidad y significado "cada vez más a partir de los logros y posesiones personales y menos de las tradiciones y creencias culturales que compartimos”. Observó que esto distrae a la gente de lo que es más importante al bienestar, “la calidad de sus relaciones ... que, idealmente, contribuyen a un sentido profundo y perdurable de valor intrínseco y certeza existencial”. Mientras tanto, el Complejo de Utopía llena un cierto vacío.

La transición

Pero el Complejo de Utopía inevitablemente comienza a acercase a su fin. Cuando esto sucede, la fuerza de todo lo que es mundano comienza a perder su atracción magnética. Se necesita algo distinto para poder llenar el vacío. Así comienza lo que puede ser inicialmente una lenta transición hacia una nueva forma de vida, hacia una Vida completamente nueva. Las transiciones son períodos de cambio, que no son tan predecibles; no son del todo cómodos. El proceso de transición puede comenzar, luego detenerse, y luego volver a empezar. Para volver a las palabras de Longfellow, estamos empezando a entrar en ese algo nuevo, que también es "algo extraño"-extraño en comparación con cómo estamos posicionados ahora con respecto al enorme peso del condicionamiento mundano con que tenemos que lidiar, el cual es reforzado a diario, a cada hora, por los medios masivos de todo tipo.

El viaje espiritual humano es fundamentalmente el mismo, independientemente de diferencias de cultura, etnia, religión y así sucesivamente. Porque todos somos una sola raza; solamente nos vemos diferentes unos de otros. Este viaje invariablemente nos mueve desde lo mundano hacia lo universal, hacia una plenitud de “otro mundo”, que ha sido descrita por los sabios a lo largo de la historia de diferentes maneras. La tradición Teosófica incluye la enseñanza de la reencarnación, lo que presupone una serie de muchas vidas. También presupone la continuidad de la conciencia entre vidas. Si asumimos que el alma evoluciona, entonces parece extraño imaginar que nos den sólo un cuerpo, que vivamos sólo una vida física y luego simplemente dejemos de existir.

La transición de lo mundano hacia lo Sagrado no es probable que comience con nuestros gobiernos. Otros pueden servir de ejemplo e inspirarnos. Pero nadie más puede hacer esto por nosotros; ¡no podemos nombrar a un apoderado para que nos ayude a reconectarnos conscientemente con nuestras raíces! Uno de los discursos del Bhagavad Gita menciona el árbol Asvattha:

El bendito Señor dijo:

Con raíces arriba, ramas abajo, se dice que el Asvattha es indestructible; sus hojas son himnos; el que lo conoce es un conocedor del Veda. Hacia abajo y hacia arriba extendió sus ramas, nutridas por las cualidades; los objetos de los sentidos sus brotes; y sus raíces crecen hacia abajo, los vínculos de la acción en el mundo de los hombres. . . (15: 1-2)

El árbol Asvattha también se describe como el árbol baniano del Samsara, o la vida mundana. Cuando estamos enredados en el mundo las raíces crecen hacia abajo como las del árbol baniano; perdemos la conexión con nuestras raíces celestiales. No podemos conocer su forma en este mundo. Sus verdaderas raíces sólo pueden ser conocidas a través de la “inquebrantable arma del desapego”. Ya que durante el tiempo que el mundo material es nuestro principal apego, hemos perdido ese Norte, esa brújula que de otro modo puede ayudar a producir estabilidad, perspectiva, y lo Sagrado en nuestras vidas. Si no adoptamos una actitud de plena atención nos convertimos, sin pensar, en plenos participantes del Complejo de Utopía.

En una línea similar un especialista de occidente, el Dr. David Tacey, autor de La Revolución de la Espiritualidad, menciona que "lo que nos agota es la falta de conexión con nuestras raíces invisibles y vitales” (p. 226).  Describiendo la sociedad actual como adictiva, sostiene que estamos obsesionados con “volver a tocar lo mismo", haciendo lo que ya sabemos y lo que trae consuelo sentimental o nostalgia. Es más fácil reproducir algo que hacer algo nuevo. ¿Por qué? Porque hacer algo nuevo requiere esfuerzo. Yendo aún más lejos, sin embargo, convertirnos en algo nuevo exige una profunda conexión con lo que él describe como la "raíces profundas de la creatividad”. Estamos mucho más cómodos con lo conocido, pisando el sendero familiar de nuestras vidas rutinarias. La humanidad aferrada a lo conocido nos lleva de nuevo al "algo extraño" de Longfellow. Esto ocupa un lugar preponderante cuando la naturaleza del cambio no es tan predecible. También puede ser considerado con temor debido al miedo a lo desconocido.



Tacey escribe: “La esperanza para el futuro es que podamos superar nuestra obsesión con las imitaciones, suplentes, sustitutos y copias, y nos enfrentemos a la naturaleza de lo real. No sólo lo real a nivel superficial, sino la realidad profunda, de la que emergen cosas sorprendentes, alarmantes y transformadoras”. Esto requiere valor. Del mismo modo, la Dra. Annie Besant se refirió varias décadas antes en sus escritos al "punto de inflexión", el período de transición entre la Pravitti Marga, o el sendero del avance, y el Nivmargatti, el sendero del regreso. Al igual que con las transiciones en general, éste puede ser un período doloroso, porque por un lado podemos responder gradualmente con mayor sensibilidad a la Vida Una en cada persona y ser con que nos encontramos; sin embargo, a menudo seguimos queriendo actuar para beneficio personal, para expandir nuestro yo personal hacia el mundo. En resumen, hay contradicciones entre nuestro nuevo incipiente Norte, por un lado, y cómo actuamos en el mundo por el otro.

Los sabios a lo largo de la historia han demostrado la belleza de la humildad –el sometimiento y transmutación de la sensación de yo personal con el fin de servir a lo Sagrado en todo. La falsa humildad es bastante común. La auténtica humildad no parece tener mucha difusión en el siglo XXI; de hecho, parece ser extraordinariamente rara. El individualismo impera, como puede verse en distintos tipos de medios de comunicación y marca personal. Hace algunos años la revista Time eligió a "usted" como la persona del año, dando a entender que estamos obsesionados con nosotros mismos. Sin embargo, ¿qué pasaría si pudiéramos dejar de lado nuestro ego, incluso por un instante?

El Maestro le dijo a un pintor: "Para tener éxito, cada pintor debe invertir horas en incesante trabajo y esfuerzo. Solo a unos pocos les es dado liberarse de su ego mientras pintan. Cuando esto sucede, nace una obra maestra”.

Más tarde, le preguntó un discípulo: "¿Quién es un Maestro?" El maestro respondió: "Cualquiera a quien  le sea dado liberarse de su ego. Y a partir de entonces, la vida de esa persona es una obra maestra”.

En contraste con la supremacía del individuo en el mundo de hoy, David Tacey ha descrito el espíritu (o, podríamos decir, lo Sagrado) como "la fuente de la creación humana y el núcleo del mundo natural"(p.147). Él sostiene que si bien puede ser descubierto inicialmente dentro de nosotros mismos a través de una tranquila introspección, o tal vez reclusión, una vez que se contacta produce un imperativo deseo de salir de nosotros mismos para servir a los demás y al mundo. Esto es análogo al Sendero del Bodhisattva en la tradición budista, lo que nos lleva ahora a lo Sagrado.

Lo Sagrado

En las páginas del Viveka-Chudamani se encuentra la observación:

Así como al mezclarse con agua y por medio de la fricción, el sándalo emite un excelente aroma, eliminando todos los malos olores, así también la aspiración divina se manifiesta cuando se remueve el deseo externo. (274) A medida que la mente se torna firme por devoción a âtman, renuncia a todos los deseos de las cosas externas; cuando todos los deseos están completamente agotados, la realización de âtman no tiene obstáculos. (277)

Parece que el antídoto contra  lo mundano, contra el Complejo de Utopía, fue prescrito por Sri Shankaracharya hace miles de años, siendo éste la renuncia al deseo de lo externo para que âtman sea alcanzado. Esto suena bastante simple en teoría, pero su práctica es probablemente el último desafío para el ser humano.

Lo Sagrado también aparecía en la antigua Grecia. El término griego eudaimonia se utiliza en la ética aristotélica y la filosofía política. Comúnmente traducido como felicidad o bienestar, se dice que tiene implicaciones de integridad, sabiduría y prosperidad humana. En las obras de Aristóteles, denota el mayor bien humano, relacionado a “una vida bien vivida con  nobleza -el deber cumplido, sacrificios realizados en servicio de los demás, el sufrimiento soportado con valentía, el cultivo de la virtud, la compasión ofrecida  desinteresadamente”.

En la actualidad, el autor Hugh Mackay escribe acerca de vivir una buena vida, no como algo que nos hará sentir fenomenales, o que nos hará necesariamente ricos o pobres, sino como una vida animada por la bondad y la compasión, una vida virtuosa e incluso noble. Tal vida puede producir calma interior, confianza moral y una profunda sensación de bienestar. Su opinión es que si las circunstancias son las adecuadas, y con una "buena dosis de suerte", "también vamos a vivir momentos de gran satisfacción y esporádicas chispas de felicidad "(Pág. 68).  Para que cualquier acto sea considerado como noble o virtuoso, él afirma "tenemos que eliminar nuestra propia felicidad de la lista de motivos” de tal acto. Si realizamos esa acción para nuestro propio beneficio emocional, "si estamos actuando con compasión, virtuosamente, o éticamente con el fin de sentirnos bien con nosotros mismos, no hemos comprendido nada”, ya que eso “significa explotar a la persona hacia la cual hemos actuado con caridad”. Aquí tenemos una resonancia occidental contemporánea a uno de los mensajes centrales del Bhagavad Gita, en el que Arjuna es exhortado por Krishna a no preocuparse por el fruto de la acción.

Un número de exponentes de la Teosofía han expresado lo Sagrado de maneras que no son tan distintas a ésta. Las palabras 'Sagrado' y `sacrificio´ tienen orígenes similares. La Dra. Besant mencionó “La Ley del Sacrificio” en su pequeño libro Las Leyes de la Vida Superior. Ella la describió como la vida del Espíritu, que "consiste en dar, y no en tomar, en verter y no en tomar, en la auto-entrega y no en la auto-apropiación. . . La inagotable vida se encuentra... burbujeando desde la plenitud ilimitada del Ser” (Pág. 58)

Con bastante crudeza describió el combustible sacrificial como todo lo que pertenece al yo inferior personal. La renuncia, o abandonar ciertas cosas, es la nota del Nivritti Mârga, la nota de nuestro regreso a lo Sagrado. Sin embargo, es nuestra actitud frente a este tipo de proceso lo que marca la diferencia. En lugar de la experiencia ocasional de la felicidad mencionada por Hugh Mackay, la Dra. Besant veía el sacrificio no como dolor, sino como alegría, no como tristeza, sino como deleite, incluso bienaventuranza al Espíritu. También describió la Ley del Sacrificio como la Ley de la Alegría, como una vida libre y sin cargas, en la que el carácter personal se entrega a Brahman, el Eterno. Un profundo sentido de unidad impregna una vida que está inmersa en lo Sagrado, en lugar de estar llena de -y ser rehén de-  todo lo que es mundano. Tal vez, de hecho, todos somos rehenes de lo mundano, en mayor o menor medida. Todos vivimos en este mundo, todos necesitamos ciertas cosas para poder funcionar dentro de éste. Pero renunciar a lo personal con el fin de dedicar nuestra vida a lo Sagrado no significa necesariamente despojarnos de todas nuestras posesiones. Más bien, es un estado mental caracterizado por la reverencia y el discernimiento, que considera a lo Sagrado como de máxima importancia. Es la Sabiduría Divina, no la sabiduría mundana. Una mente que está dedicada a lo Sagrado es profundamente sabia, enraizada en la Divinidad (recuerden el árbol Asvattha) y es capaz de funcionar de manera práctica en el mundo.

Cabe mencionar dos destacados científicos visionarios modernos que han vislumbrado lo Sagrado. Uno de ellos fue Albert Einstein, posiblemente el más grande físico de todos los tiempos y de quien se dice poseía en su escritorio una copia de La Doctrina Secreta de Blavatsky. Significativamente, escribió: Yo sostengo que el sentimiento religioso cósmico es el motivo más fuerte y noble para la investigación científica.

Un contemporáneo ha dicho, no sin razón, que en esta era materialista los trabajadores serios son las únicas personas profundamente religiosas. (Citado en Wilber, pp. 105-106)

La importancia del elemento religioso en la naturaleza humana fue reconocida también por Max Planck, el físico teórico alemán y ganador del premio Nobel que dio origen a la teoría cuántica:

Cada persona seria y reflexiva se da cuenta, creo, de que el elemento religioso en su naturaleza debe ser reconocido y cultivado si todos los poderes del alma humana han de actuar juntos en perfecto equilibrio y armonía.

Y, de hecho, no fue por ningún accidente que los más grandes pensadores de todas las edades también fueron almas profundamente religiosas, aunque no demostraban públicamente su sentimiento religioso. La ciencia realza los valores morales de la vida, ya que fomenta el amor por la verdad y la reverencia; el amor a la verdad se plasma en el esfuerzo constante para llegar a un conocimiento más exacto del mundo de la mente y la materia que nos rodea, y la reverencia, porque cada avance en el conocimiento nos pone cara a cara con el misterio de nuestro propio ser. (Wilber, pág. 161-162)

El enfoque de la ciencia por estos dos hombres fue claramente influido por lo Sagrado, no por lo mundano.

Sagrado es una palabra que utilizamos para describir un estado que no deja de ser, en muchos sentidos, un misterio desconocido y, por lo tanto, extraño. La disminución de nuestro apego a lo mundano de hecho juega un papel fundamental en su revelación. El Viveka-Chudamani lo describe utilizando la siguiente imagen:

Así como no se manifiesta el agua en un tanque cubierto por musgo, âtman cubierto por las cinco envolturas, producidas por su propio poder y comenzando con el annamaya, tampoco se manifiesta. (151)

Al eliminar el musgo se ve el agua pura capaz de disipar el calor y la sed, y deleitar al hombre de inmediato. (152)

El musgo puede crecer con tanta densidad y tan profusamente que lo que se encuentra por debajo queda completamente oculto. También es un placer poder contemplarlo. Sin embargo, sólo cuando se quita, podemos ver lo que estaba oculto. El musgo, representa aquí los múltiples y complejos aspectos de la naturaleza humana que cubren la conciencia pura subyacente. Representa todas esas cosas que nos unen a lo material, a lo mundano, y que parecen tan atractivas para muchas vidas. Representa todo lo que nos hace sentir "seguros" en este mundo. Es el desprendernos de esta aparente seguridad, combinándolo con el discernimiento, lo que promueve un cambio completo a medida que la conciencia se abre a la intemporalidad de lo Infinito, a la pura Conciencia.

El Viveka-Chudamani proporciona una secuencia lógica para que procedamos:

Habiendo controlado la (búsqueda de) objetos externos, se produce la tranquilidad de la mente (manas); de la tranquilidad de manas surge la visión de Paramatman (el Logos); la clara percepción de Paramatman (produce) la destrucción de la esclavitud de la existencia condicionada. La restricción de lo externo es el camino hacia la liberación. (336)

Darse cuenta de que tú eres 'Eso' -Brahman- lo único que brilla, que está más allá del Logos, que todo lo penetra, uniforme, verdadero, conciencia, dicha, que no tiene fin, indestructible. (264)

Por último, la imaginación es también una herramienta muy potente que puede ayudar a diseñar el cambio. ¿Podemos realmente visualizarnos como recipientes de 'Eso'? Nos definimos de muchas maneras, especialmente a través de nuestros logros, nuestras posesiones, y así sucesivamente. ¿Es posible dejar de lado estas definiciones y simplemente visualizarnos como Brahman, lo único que brilla?

* * * * * *

Hemos incursionado desde lo mundano, hacia la transición a menudo dolorosa de lo mundano a lo Sagrado, hacia lo Sagrado en sí. El sentido de lo Sagrado es quizá nuestro sentido último. Hay una interioridad muy real al respecto. El sentido de lo sagrado se energiza y sostiene mediante una clara perspectiva acerca del mundo material, mediante la reverencia, la compasión, la verdad, la belleza, la bondad, mediante la capacidad de discernir lo que es realmente importante y, sobre todo, por un sentido inquebrantable de Unidad. Es apropiado finalizar con otro verso del Kéramos de Longfellow que describe, poéticamente, la unidad de la humanidad. Las palabras del poeta hablan por sí solas:

¡gira, gira, mi rueda! La raza humana,

de toda lengua, de cada lugar,

caucásico, copto o malayo,

todo lo que habita esta gran tierra,

cualquiera que sea su rango o valor,

son almas gemelas y aliadas de nacimiento,

y hechas de la misma arcilla.