lunes, 30 de noviembre de 2015

Las ruedas del cambio: La transición de lo mundano a lo sagrado


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Linda Oliveira.

La señora Linda Oliveira es la Presidente Nacional de la Sección de Australia y ex Vice-Presidente internacional de la ST.

 Algunas palabras acerca del cambio fueron escritas en 1878 por el poeta Henry Wadsworth Longfellow:

¡Gira, gira, rueda mía!

Todo debe tornarse  algo nuevo, algo extraño

Nada que exista puede detenerse o permanecer

La luna crece, la luna mengua,

La niebla y la nube serán lluvia

La lluvia será niebla y nube otra vez

Mañana será hoy

 (Kéramos)

¡Cuán ciertas eran esas palabras! "Todo debe tornarse  algo nuevo, algo extraño”. Nada de lo que podemos percibir con los sentidos físicos en este mundo permanece igual. Podemos dar la bienvenida de todo corazón al cambio de las estaciones, que hemos conocido desde la infancia. Felizmente, las estaciones son todavía bastante predecibles en estos tiempos de cambio climático. Por otra parte, podemos fascinarnos ante los cambios en el crecimiento de las pequeñas plantas en nuestro jardín, o de nuestros hijos o nietos. Podemos deleitarnos especialmente por el cambio casi imperceptible en la cualidad de la oscuridad a medida que la noche se convierte poco a poco en día, hasta que el sol emerge en el horizonte en todo su esplendor. Estamos acostumbrados a ellos; son tipos de cambios agradables, conocidos. Un paseo por las calles de Varanasi para contemplar el amanecer en el Ganges, es sin duda un espectáculo para la vista. Una vez comencé este viaje cuando aún estaba oscuro. No había actividad y uno podía ver muy poco. Finalmente, una tras otra aparecían las personas, al igual que las figuras emergen en el escenario durante el inicio de una obra de teatro. Más y más personas se hacían presentes, hasta que finalmente la multitud rebosante llegó hasta el río Santo y asomaron los primeros rayos de luz. Toda la experiencia se convirtió en un fantástico espectáculo de vibrante color y movimiento. En cada uno de estos cambios, para utilizar palabras de Longfellow, emerge algo "nuevo".



En la Tradición de Sabiduría, una de las grandes proposiciones presentadas acerca de nuestro universo es la de la periodicidad. El opus magnum de Madame Blavatsky, La Doctrina Secreta, habla de innumerables universos “manifestándose y desapareciendo incesantemente”, de la “aparición y desaparición de mundos”. Hoy estos innumerables universos son designados por los científicos como el multiverso o metauniverso, siendo el conjunto hipotético de posibles universos. La aparición y desaparición de mundos enseñada por Blavatsky es una forma macro cósmica de cambio en una escala que para la mente cotidiana es difícil de comprender. La Proposición referida también menciona la universalidad absoluta de la ley de periodicidad, de flujo y reflujo, en todos los departamentos de la Naturaleza. Esto vemos a diario en todo tipo de formas. La noche sigue al día, períodos de sueño son seguidos por períodos de vigilia, y así sucesivamente. El cambio es uno de los “supuestos” de la vida.

Volviendo a la idea del poema de Longfellow, todas las cosas tienen que cambiar, aunque no sólo hacia algo nuevo, sino hacia algo extraño. Algunos cambios son bastante predecibles, dentro de ciertos parámetros. Pero ahora llegamos al aspecto más difícil del cambio que es menos cómodo: el cambio hacia algo que no es tan predecible. ¿Por qué es más difícil? Porque muchos de nosotros tenemos miedo a lo desconocido. Sabemos que la luna crece y mengua; sabemos que la niebla y las nubes pueden convertirse en lluvia, para usar términos poéticos del bardo. Pero la Tradición de Sabiduría sugiere que un tipo diferente de cambio es posible para el ser humano. Esto va mucho más allá de los ubicuos cursos de desarrollo personal prevalentes hoy en día; implica una transformación radical que se aleje de búsquedas egoístas que desean hacer crecer el yo personal, hacia el surgimiento de una nueva conciencia. Esta es la última renovación del ser humano, una conciencia que debe ser inmensamente extraña en comparación con el conocido "yo" que ha existido desde nuestro nacimiento en esta vida. Nosotros realmente no sabemos lo que podría sucederle al "yo" si nos transformáramos significativamente. Podemos adivinar, podemos leer lo que los sabios han dicho, pero en realidad no lo sabemos hasta que se produce la experiencia.

Esta presentación sobre la transición de lo mundano a lo Sagrado se centrará en la esfera del cambio humano. Por lo tanto, ¿qué es lo mundano? ¿Qué es lo Sagrado? ¿Y qué significa la transición de lo mundano a lo Sagrado? Tendremos en cuenta estas tres preguntas con alguna referencia al pensamiento oriental y occidental, y a escritos antiguos y modernos.

Lo Mundano

Estamos arraigados al mundo, que es temporal o terrenal, “absortos en los asuntos temporales, sobre todo en la búsqueda de la riqueza y el placer”; también somos “experimentados en la vida, sofisticados, prácticos”. La sensación general que transmiten estas definiciones de diccionario es que la mundanidad consiste en nuestro ensimismamiento, en actividades temporales con todo su dolor y placer, en la denominada  “sabiduría mundana” que proviene de la experiencia, en una fachada de la siempre creciente sofisticación, y muchas otras cosas más. Lo mundano es el entorno en el que vivimos día a día, con todas nuestras esperanzas, temores y anhelos, así como nuestra respuesta a ese entorno, tanto colectiva como individualmente.

Hay muchas formas de ver el mundo de los humanos. Un autor, Hugh Mackay, ha escrito una serie de libros en el campo del análisis social, la psicología social, y la ética. Él escribe sobre lo que denomina  “el Complejo de Utopía”. La palabra "utopía" viene del título del libro del siglo XVI de Thomas Moro que lleva el mismo nombre. Se refiere a un lugar o situación perfectos e imaginarios. Mackay afirma que, para muchas personas en Occidente,

esto se parece a una edad de oro. ¿Y por qué no? Extraordinarios avances en medicina, la explosión de la tecnología de la información y la comunicación que estimula, informa y nos entretiene como nunca antes; viajes internacionales rápidos y económicos; automóviles eficientes, fiables y asequibles; discursos prometedores sobre una revolución de una energía limpia; las compras en línea . . . [Etcétera]. (Pág. 3)

Sin embargo, uno podría preguntarse si este Complejo de Utopía -es decir, este sentido de que con el materialismo hemos llegado a un estado perfecto- se limita sólo a Occidente, dado la rapidez con que cambios similares están afectando a muchos países de todo el mundo. El autor también señala que sería más difícil mantener una impresión de una Edad de Oro si fuéramos a echar un vistazo dentro de los “campos de refugiados del mundo, los estragos de las constantes guerras (impulsados, como de costumbre, por rivalidades religiosas o codicia territorial, o ambos), las eternas tensiones de Oriente Medio. . .” etcétera. (Pág. 3)

Mackay continúa diciendo que estamos ocupados estableciendo centros de excelencia en todas partes y que nos hemos convertido en adictos a la idea de la felicidad como un derecho natural. Según él, la elevación de la autoestima se ha consagrado como una virtud cardinal (por ejemplo, Twitter, el uso excesivo de Facebook). Y los utopistas están condicionados a “suponer que la perfección en cualquier cosa debe estar a su alcance”. Observa que muchas personas han adoptado el materialismo como su filosofía.

Volviendo ahora a la filosofía oriental, leemos en ese clásico poético de Advaita Vedanta, el Viveka-Chudamani o la “Joya Suprema de la Sabiduría”:

En los bosques de los objetos vaga el gran  tigre llamado manas; hombres puros deseosos de la liberación, no vayan allí.

Manas, habiendo nublado la conciencia absoluta, que está sin apego, adquiere nociones de "yo" y "mío", y a través del apego al cuerpo, los órganos, y la vida, vaga sin cesar gozando del fruto de sus acciones. (180)

Con la ayuda de nuestras mentes vagamos por este mundo. Existe una obsesión muy común con la búsqueda de todo lo que el mundo material tiene para ofrecer -impulsado, como dice el texto, por ese gran tigre llamado manas, que se refiere a nuestro vasto campo de pensamiento y razonamiento que está hermanado con el deseo.

Esta búsqueda de la materia está bien ejemplificada en la siguiente historia. El Maestro contó una vez de un vecino en el campo que tenía la obsesión de adquirir tierras.

-       Me gustaría tener más tierra, dijo un día.

-       Pero ¿por qué? preguntó el Maestro. ¿No tienes suficiente?

-       Si tuviera, podría criar más vacas.

-       ¿Y qué harías con ellas?

-       Venderlas y ganar dinero.

-       ¿Para qué?

-       Para comprar más tierra y criar muchas más vacas. . .

Además de la codicia, Hugh Mackay mencionó que el materialismo a veces está vinculado con la fe religiosa o política. Se podría añadir que ambas son muy probablemente utilizadas por muchas personas hoy en día para apoyar estilos de vida muy materialistas. Él describe el Complejo de Utopía como una “neurosis”, un trastorno que está indisolublemente ligado a conseguir lo que queremos. Las marcas estuvieron alguna vez limitadas sólo a las corporaciones, pero en estos días, los individuos crean su propia marca personal, para competir por la atención en ese mercado saturado que también llamamos sociedad. Por otra parte, el narcisismo ha resurgido en el siglo XXI en un nuevo envase: como ensimismamiento ligado a un sentido banal acerca del derecho.

Un analista social, Richard Eckersley, habla de cómo tendemos a dar forma a nuestra identidad y significado "cada vez más a partir de los logros y posesiones personales y menos de las tradiciones y creencias culturales que compartimos”. Observó que esto distrae a la gente de lo que es más importante al bienestar, “la calidad de sus relaciones ... que, idealmente, contribuyen a un sentido profundo y perdurable de valor intrínseco y certeza existencial”. Mientras tanto, el Complejo de Utopía llena un cierto vacío.

La transición

Pero el Complejo de Utopía inevitablemente comienza a acercase a su fin. Cuando esto sucede, la fuerza de todo lo que es mundano comienza a perder su atracción magnética. Se necesita algo distinto para poder llenar el vacío. Así comienza lo que puede ser inicialmente una lenta transición hacia una nueva forma de vida, hacia una Vida completamente nueva. Las transiciones son períodos de cambio, que no son tan predecibles; no son del todo cómodos. El proceso de transición puede comenzar, luego detenerse, y luego volver a empezar. Para volver a las palabras de Longfellow, estamos empezando a entrar en ese algo nuevo, que también es "algo extraño"-extraño en comparación con cómo estamos posicionados ahora con respecto al enorme peso del condicionamiento mundano con que tenemos que lidiar, el cual es reforzado a diario, a cada hora, por los medios masivos de todo tipo.

El viaje espiritual humano es fundamentalmente el mismo, independientemente de diferencias de cultura, etnia, religión y así sucesivamente. Porque todos somos una sola raza; solamente nos vemos diferentes unos de otros. Este viaje invariablemente nos mueve desde lo mundano hacia lo universal, hacia una plenitud de “otro mundo”, que ha sido descrita por los sabios a lo largo de la historia de diferentes maneras. La tradición Teosófica incluye la enseñanza de la reencarnación, lo que presupone una serie de muchas vidas. También presupone la continuidad de la conciencia entre vidas. Si asumimos que el alma evoluciona, entonces parece extraño imaginar que nos den sólo un cuerpo, que vivamos sólo una vida física y luego simplemente dejemos de existir.

La transición de lo mundano hacia lo Sagrado no es probable que comience con nuestros gobiernos. Otros pueden servir de ejemplo e inspirarnos. Pero nadie más puede hacer esto por nosotros; ¡no podemos nombrar a un apoderado para que nos ayude a reconectarnos conscientemente con nuestras raíces! Uno de los discursos del Bhagavad Gita menciona el árbol Asvattha:

El bendito Señor dijo:

Con raíces arriba, ramas abajo, se dice que el Asvattha es indestructible; sus hojas son himnos; el que lo conoce es un conocedor del Veda. Hacia abajo y hacia arriba extendió sus ramas, nutridas por las cualidades; los objetos de los sentidos sus brotes; y sus raíces crecen hacia abajo, los vínculos de la acción en el mundo de los hombres. . . (15: 1-2)

El árbol Asvattha también se describe como el árbol baniano del Samsara, o la vida mundana. Cuando estamos enredados en el mundo las raíces crecen hacia abajo como las del árbol baniano; perdemos la conexión con nuestras raíces celestiales. No podemos conocer su forma en este mundo. Sus verdaderas raíces sólo pueden ser conocidas a través de la “inquebrantable arma del desapego”. Ya que durante el tiempo que el mundo material es nuestro principal apego, hemos perdido ese Norte, esa brújula que de otro modo puede ayudar a producir estabilidad, perspectiva, y lo Sagrado en nuestras vidas. Si no adoptamos una actitud de plena atención nos convertimos, sin pensar, en plenos participantes del Complejo de Utopía.

En una línea similar un especialista de occidente, el Dr. David Tacey, autor de La Revolución de la Espiritualidad, menciona que "lo que nos agota es la falta de conexión con nuestras raíces invisibles y vitales” (p. 226).  Describiendo la sociedad actual como adictiva, sostiene que estamos obsesionados con “volver a tocar lo mismo", haciendo lo que ya sabemos y lo que trae consuelo sentimental o nostalgia. Es más fácil reproducir algo que hacer algo nuevo. ¿Por qué? Porque hacer algo nuevo requiere esfuerzo. Yendo aún más lejos, sin embargo, convertirnos en algo nuevo exige una profunda conexión con lo que él describe como la "raíces profundas de la creatividad”. Estamos mucho más cómodos con lo conocido, pisando el sendero familiar de nuestras vidas rutinarias. La humanidad aferrada a lo conocido nos lleva de nuevo al "algo extraño" de Longfellow. Esto ocupa un lugar preponderante cuando la naturaleza del cambio no es tan predecible. También puede ser considerado con temor debido al miedo a lo desconocido.

 Tacey escribe: “La esperanza para el futuro es que podamos superar nuestra obsesión con las imitaciones, suplentes, sustitutos y copias, y nos enfrentemos a la naturaleza de lo real. No sólo lo real a nivel superficial, sino la realidad profunda, de la que emergen cosas sorprendentes, alarmantes y transformadoras”. Esto requiere valor. Del mismo modo, la Dra. Annie Besant se refirió varias décadas antes en sus escritos al "punto de inflexión", el período de transición entre la Pravitti Marga, o el sendero del avance, y el Nivmargatti, el sendero del regreso. Al igual que con las transiciones en general, éste puede ser un período doloroso, porque por un lado podemos responder gradualmente con mayor sensibilidad a la Vida Una en cada persona y ser con que nos encontramos; sin embargo, a menudo seguimos queriendo actuar para beneficio personal, para expandir nuestro yo personal hacia el mundo. En resumen, hay contradicciones entre nuestro nuevo incipiente Norte, por un lado, y cómo actuamos en el mundo por el otro.

Los sabios a lo largo de la historia han demostrado la belleza de la humildad –el sometimiento y transmutación de la sensación de yo personal con el fin de servir a lo Sagrado en todo. La falsa humildad es bastante común. La auténtica humildad no parece tener mucha difusión en el siglo XXI; de hecho, parece ser extraordinariamente rara. El individualismo impera, como puede verse en distintos tipos de medios de comunicación y marca personal. Hace algunos años la revista Time eligió a "usted" como la persona del año, dando a entender que estamos obsesionados con nosotros mismos. Sin embargo, ¿qué pasaría si pudiéramos dejar de lado nuestro ego, incluso por un instante?

El Maestro le dijo a un pintor: "Para tener éxito, cada pintor debe invertir horas en incesante trabajo y esfuerzo. Solo a unos pocos les es dado liberarse de su ego mientras pintan. Cuando esto sucede, nace una obra maestra”.

Más tarde, le preguntó un discípulo: "¿Quién es un Maestro?" El maestro respondió: "Cualquiera a quien  le sea dado liberarse de su ego. Y a partir de entonces, la vida de esa persona es una obra maestra”.

En contraste con la supremacía del individuo en el mundo de hoy, David Tacey ha descrito el espíritu (o, podríamos decir, lo Sagrado) como "la fuente de la creación humana y el núcleo del mundo natural"(p.147). Él sostiene que si bien puede ser descubierto inicialmente dentro de nosotros mismos a través de una tranquila introspección, o tal vez reclusión, una vez que se contacta produce un imperativo deseo de salir de nosotros mismos para servir a los demás y al mundo. Esto es análogo al Sendero del Bodhisattva en la tradición budista, lo que nos lleva ahora a lo Sagrado.

Lo Sagrado

En las páginas del Viveka-Chudamani se encuentra la observación:

Así como al mezclarse con agua y por medio de la fricción, el sándalo emite un excelente aroma, eliminando todos los malos olores, así también la aspiración divina se manifiesta cuando se remueve el deseo externo. (274) A medida que la mente se torna firme por devoción a âtman, renuncia a todos los deseos de las cosas externas; cuando todos los deseos están completamente agotados, la realización de âtman no tiene obstáculos. (277)

Parece que el antídoto contra  lo mundano, contra el Complejo de Utopía, fue prescrito por Sri Shankaracharya hace miles de años, siendo éste la renuncia al deseo de lo externo para que âtman sea alcanzado. Esto suena bastante simple en teoría, pero su práctica es probablemente el último desafío para el ser humano.

Lo Sagrado también aparecía en la antigua Grecia. El término griego eudaimonia se utiliza en la ética aristotélica y la filosofía política. Comúnmente traducido como felicidad o bienestar, se dice que tiene implicaciones de integridad, sabiduría y prosperidad humana. En las obras de Aristóteles, denota el mayor bien humano, relacionado a “una vida bien vivida con  nobleza -el deber cumplido, sacrificios realizados en servicio de los demás, el sufrimiento soportado con valentía, el cultivo de la virtud, la compasión ofrecida  desinteresadamente”.

En la actualidad, el autor Hugh Mackay escribe acerca de vivir una buena vida, no como algo que nos hará sentir fenomenales, o que nos hará necesariamente ricos o pobres, sino como una vida animada por la bondad y la compasión, una vida virtuosa e incluso noble. Tal vida puede producir calma interior, confianza moral y una profunda sensación de bienestar. Su opinión es que si las circunstancias son las adecuadas, y con una "buena dosis de suerte", "también vamos a vivir momentos de gran satisfacción y esporádicas chispas de felicidad "(Pág. 68).  Para que cualquier acto sea considerado como noble o virtuoso, él afirma "tenemos que eliminar nuestra propia felicidad de la lista de motivos” de tal acto. Si realizamos esa acción para nuestro propio beneficio emocional, "si estamos actuando con compasión, virtuosamente, o éticamente con el fin de sentirnos bien con nosotros mismos, no hemos comprendido nada”, ya que eso “significa explotar a la persona hacia la cual hemos actuado con caridad”. Aquí tenemos una resonancia occidental contemporánea a uno de los mensajes centrales del Bhagavad Gita, en el que Arjuna es exhortado por Krishna a no preocuparse por el fruto de la acción.

Un número de exponentes de la Teosofía han expresado lo Sagrado de maneras que no son tan distintas a ésta. Las palabras 'Sagrado' y `sacrificio´ tienen orígenes similares. La Dra. Besant mencionó “La Ley del Sacrificio” en su pequeño libro Las Leyes de la Vida Superior. Ella la describió como la vida del Espíritu, que "consiste en dar, y no en tomar, en verter y no en tomar, en la auto-entrega y no en la auto-apropiación. . . La inagotable vida se encuentra... burbujeando desde la plenitud ilimitada del Ser” (Pág. 58)

Con bastante crudeza describió el combustible sacrificial como todo lo que pertenece al yo inferior personal. La renuncia, o abandonar ciertas cosas, es la nota del Nivritti Mârga, la nota de nuestro regreso a lo Sagrado. Sin embargo, es nuestra actitud frente a este tipo de proceso lo que marca la diferencia. En lugar de la experiencia ocasional de la felicidad mencionada por Hugh Mackay, la Dra. Besant veía el sacrificio no como dolor, sino como alegría, no como tristeza, sino como deleite, incluso bienaventuranza al Espíritu. También describió la Ley del Sacrificio como la Ley de la Alegría, como una vida libre y sin cargas, en la que el carácter personal se entrega a Brahman, el Eterno. Un profundo sentido de unidad impregna una vida que está inmersa en lo Sagrado, en lugar de estar llena de -y ser rehén de-  todo lo que es mundano. Tal vez, de hecho, todos somos rehenes de lo mundano, en mayor o menor medida. Todos vivimos en este mundo, todos necesitamos ciertas cosas para poder funcionar dentro de éste. Pero renunciar a lo personal con el fin de dedicar nuestra vida a lo Sagrado no significa necesariamente despojarnos de todas nuestras posesiones. Más bien, es un estado mental caracterizado por la reverencia y el discernimiento, que considera a lo Sagrado como de máxima importancia. Es la Sabiduría Divina, no la sabiduría mundana. Una mente que está dedicada a lo Sagrado es profundamente sabia, enraizada en la Divinidad (recuerden el árbol Asvattha) y es capaz de funcionar de manera práctica en el mundo.

Cabe mencionar dos destacados científicos visionarios modernos que han vislumbrado lo Sagrado. Uno de ellos fue Albert Einstein, posiblemente el más grande físico de todos los tiempos y de quien se dice poseía en su escritorio una copia de La Doctrina Secreta de Blavatsky. Significativamente, escribió: Yo sostengo que el sentimiento religioso cósmico es el motivo más fuerte y noble para la investigación científica.

Un contemporáneo ha dicho, no sin razón, que en esta era materialista los trabajadores serios son las únicas personas profundamente religiosas. (Citado en Wilber, pp. 105-106)

La importancia del elemento religioso en la naturaleza humana fue reconocida también por Max Planck, el físico teórico alemán y ganador del premio Nobel que dio origen a la teoría cuántica:

Cada persona seria y reflexiva se da cuenta, creo, de que el elemento religioso en su naturaleza debe ser reconocido y cultivado si todos los poderes del alma humana han de actuar juntos en perfecto equilibrio y armonía.

Y, de hecho, no fue por ningún accidente que los más grandes pensadores de todas las edades también fueron almas profundamente religiosas, aunque no demostraban públicamente su sentimiento religioso. La ciencia realza los valores morales de la vida, ya que fomenta el amor por la verdad y la reverencia; el amor a la verdad se plasma en el esfuerzo constante para llegar a un conocimiento más exacto del mundo de la mente y la materia que nos rodea, y la reverencia, porque cada avance en el conocimiento nos pone cara a cara con el misterio de nuestro propio ser. (Wilber, pág. 161-162)

El enfoque de la ciencia por estos dos hombres fue claramente influido por lo Sagrado, no por lo mundano.

Sagrado es una palabra que utilizamos para describir un estado que no deja de ser, en muchos sentidos, un misterio desconocido y, por lo tanto, extraño. La disminución de nuestro apego a lo mundano de hecho juega un papel fundamental en su revelación. El Viveka-Chudamani lo describe utilizando la siguiente imagen:

Así como no se manifiesta el agua en un tanque cubierto por musgo, âtman cubierto por las cinco envolturas, producidas por su propio poder y comenzando con el annamaya, tampoco se manifiesta. (151)

Al eliminar el musgo se ve el agua pura capaz de disipar el calor y la sed, y deleitar al hombre de inmediato. (152)

El musgo puede crecer con tanta densidad y tan profusamente que lo que se encuentra por debajo queda completamente oculto. También es un placer poder contemplarlo. Sin embargo, sólo cuando se quita, podemos ver lo que estaba oculto. El musgo, representa aquí los múltiples y complejos aspectos de la naturaleza humana que cubren la conciencia pura subyacente. Representa todas esas cosas que nos unen a lo material, a lo mundano, y que parecen tan atractivas para muchas vidas. Representa todo lo que nos hace sentir "seguros" en este mundo. Es el desprendernos de esta aparente seguridad, combinándolo con el discernimiento, lo que promueve un cambio completo a medida que la conciencia se abre a la intemporalidad de lo Infinito, a la pura Conciencia.

El Viveka-Chudamani proporciona una secuencia lógica para que procedamos:

Habiendo controlado la (búsqueda de) objetos externos, se produce la tranquilidad de la mente (manas); de la tranquilidad de manas surge la visión de Paramatman (el Logos); la clara percepción de Paramatman (produce) la destrucción de la esclavitud de la existencia condicionada. La restricción de lo externo es el camino hacia la liberación. (336)

Darse cuenta de que tú eres 'Eso' -Brahman- lo único que brilla, que está más allá del Logos, que todo lo penetra, uniforme, verdadero, conciencia, dicha, que no tiene fin, indestructible. (264)

Por último, la imaginación es también una herramienta muy potente que puede ayudar a diseñar el cambio. ¿Podemos realmente visualizarnos como recipientes de 'Eso'? Nos definimos de muchas maneras, especialmente a través de nuestros logros, nuestras posesiones, y así sucesivamente. ¿Es posible dejar de lado estas definiciones y simplemente visualizarnos como Brahman, lo único que brilla?

* * * * * *

Hemos incursionado desde lo mundano, hacia la transición a menudo dolorosa de lo mundano a lo Sagrado, hacia lo Sagrado en sí. El sentido de lo Sagrado es quizá nuestro sentido último. Hay una interioridad muy real al respecto. El sentido de lo sagrado se energiza y sostiene mediante una clara perspectiva acerca del mundo material, mediante la reverencia, la compasión, la verdad, la belleza, la bondad, mediante la capacidad de discernir lo que es realmente importante y, sobre todo, por un sentido inquebrantable de Unidad. Es apropiado finalizar con otro verso del Kéramos de Longfellow que describe, poéticamente, la unidad de la humanidad. Las palabras del poeta hablan por sí solas:

¡gira, gira, mi rueda! La raza humana,

de toda lengua, de cada lugar,

caucásico, copto o malayo,

todo lo que habita esta gran tierra,

cualquiera que sea su rango o valor,

son almas gemelas y aliadas de nacimiento,

y hechas de la misma arcilla.

lunes, 23 de noviembre de 2015

Sin amor, no soy nada


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ABRAHAM ORON

 El Sr. Abraham Oron es Presidente de la Rama Covenant, ST en Israel. Charla dada en la Convención internacional, Adyar, diciembre 2010.

 Todo ser humano ansía el amor, desea ser amado. Nos sentimos fuertemente atraídos hacia quienes nos aman y a quienes amamos. Como estudiantes de Teosofía el amor de otros es uno de nuestros ideales más inspiradores.

   Pero, ¿por qué el amor es tan difícil para nosotros? ¿Por qué es tan difícil para nosotros sentir cercanía, calidez, cuidado, aprecio, fraternidad y compasión por otros, incluso algunas veces por  aquéllos dentro de nuestras propias familias?

   La Teosofía nos enseña que todos somos chispas de la misma llama y el alma de cada persona tiene una fuente divina. Intelectualmente podemos aceptar que todos somos hermanos y hermanas, hijos e hijas de la misma esencia eterna que mora dentro de cada uno de nosotros. Pero cuando se hace vivo, la mayoría de nosotros puede expresar profundo cuidado y calidez hacia sólo unos pocos de los que encontramos a diario.

   La respuesta se puede encontrar en esta bella perla de sabiduría conocida como Luz en el Sendero. En su segunda parte dice:

 Escucha el canto de la vida. Búscalo y escúchalo primero en tu propio corazón. Al principio tal vez dirás que no está allí, que cuando buscas sólo encuentras desarmonía. Búscalo más hondo. Si aún fracasas, detente un instante y mira todavía más hondo. En todo corazón humano existe una melodía natural, una fuente oscura. Puede estar cubierta y por completo oculta y silenciosa, pero allí está. En la base misma de tu naturaleza encontrarás la fe, la esperanza y el amor.

  Lo que realmente dice es que no puedes amar a otros si no encuentras la fuente del amor en ti mismo. También dice que no podemos encontrar la fuente del amor que está en nuestro Yo Superior y Alma espiritual si no estamos dispuestos a mirar hacia el interior. Pero mirar hacia adentro puede ser difícil, porque podemos encontrar nuestro yo inferior, o eso que es desagradable, eso que causa discordia dentro de nosotros.

   Luz en el Sendero describe este estado:

Cuando has encontrado el principio del sendero, la estrella de tu alma dejará ver su luz, y a su claridad advertirás cuán grande es la oscuridad en medio de la cual brilla. La mente, el corazón, el cerebro, todo está oscuro y en tinieblas.

  Nuestro Yo Interno que también es nuestro maestro interno, quiere que nosotros veamos la verdad respecto a nuestra personalidad, nuestros motivos, nuestro egoísmo, nuestra ira y miedo. ¿Podemos mirar hacia adentro y ver todas estas cosas sin juzgarlas? ¿Ver solamente lo que tenemos adentro, y sentir el sufrimiento que está conectado con esas actitudes? Esta disposición de mirar hacia adentro es el comienzo de la libertad de lo que nos separa del Yo Divino, que es la fuente del amor interno.

   Sí, es muy cierto que sin amor no somos nada, pero no podemos realmente amar y hacer que los demás nos importen si existe una brecha dentro nuestro separándonos de la fuente del amor que hay en nuestro interior.

   Todos necesitamos amor, todos existimos debido al amor de quienes nos cuidaron cuando éramos jóvenes y débiles. Todos hemos experimentado la fuerza que una sonrisa cariñosa, o una mirada o una caricia pueden dar. Toda la creación se mantiene unida por el lazo del amor y la compasión divinos.

   Rabindranath Tagore expresa esto de modo bello:

 El amor es la única realidad, y no es un mero sentimiento. Es la verdad esencial que yace en el corazón de la creación.

   La Voz del Silencio dice:

 ¿Puedes tú aniquilar la divina Compasión? La compasión no es un atributo. Es la Ley de leyes, la eterna Armonía… la luz de la rectitud eterna, y el concierto de todas las cosas, la ley del amor perdurable.

 Todas las bellezas de la naturaleza son el resultado del cuidado y amor dedicado de un número infinito de inteligencias invisibles que operan dentro del lado interno de la naturaleza. Personalmente creo que no pueden crear belleza sin amor.

   Incluso la ley de karma con toda su precisión y a veces severidad, es el resultado del amor divino, que muestra por medio del dolor que nos desviamos del sendero que conduce a la paz y felicidad eternas. Este amor y ternura de Dios por su creación se expresa en el Gitânjali de Tagore:

 Aquí está tu banqueta para apoyar tus pies, y allí ellos descansan, donde viven los más pobres, bajos y perdidos.

 Cuando intento inclinarme ante ti, mi reverencia no puede bajar a la profundidad donde tus pies descansan entre los más pobres, bajo y perdidos.

 El orgullo nunca puede acercarse donde tú caminas entre las ropas de los humildes, entre los más pobres, bajo y perdidos.

 Mi corazón nunca puede encontrar su camino donde tú tienes compañía con los sin compañía entre los más pobres, bajos y perdidos.

   Sí, todos necesitamos ser amados y cuidados, pero a veces nos quedamos adheridos en este deseo de ser amados, y olvidamos que estamos aquí a fin de desarrollar nuestra habilidad de amar, sin la cual nunca podremos ser realmente felices en nuestra vida. Sin amor hacia otros nuestra vida se siente sin valor ni significado.

   La esencia del Amor, que es cercanía y conexión, tiene su fuente en la habilidad de escuchar nuestro interior, y sentir la profundidad de otro en tu propio y profundo yo; sentir su alma, la dicha o el dolor, la calma, o tal vez la guerra interna, y por debajo de todo eso tal vez se pueda sentir aunque sea débilmente la luz del yo interno.

   No existe la posibilidad de amar realmente si no recibimos algo de la belleza interna del alma de otra persona. Podemos percibirla sólo cuando aquietamos nuestra crítica y juicio, aceptando verdaderamente al otro con sus debilidades, sabiendo que esas fallas, como las nuestras, son el producto del proceso de aprendizaje en el que estamos. Puede que ellos no vean la belleza, nobleza y sabiduría en las profundidades de su propia alma. Tampoco podemos nosotros ver la belleza de nuestra propia alma.

   Esta es la razón por la que tenemos que ‘buscar la melodía de la vida’, porque aquello es la encarnación de la belleza y el amor en nuestra propia y profunda alma. Cuando la hallamos en nosotros mismos, entonces, podemos encontrar mucho para amar en otros.

   Volvamos a Luz en el Sendero, que dice:

 Y tan engañosa es la ilusión en la que vives, que es difícil adivinar dónde detectarás en primer lugar la dulce voz, en el corazón de otros. Pero sabe que ciertamente está dentro de ti. Búscala allí y cuando la hayas oído, más fácilmente la reconocerás a tu alrededor.

   El amor y la bondad comienzan en nosotros mismos. A veces mientras meditamos podemos sentir parte de la belleza, amor y paz que vienen de las profundidades de nuestro ser. Estos momentos son el comienzo del Auto-conocimiento y del amor del Yo superior. El generoso amor del Yo superior es posible cuando experimentamos estas cualidades del amor en nosotros mismos. Es difícil para nosotros amar y tener fe en nosotros mismos, cuando experimentamos y enfatizamos principalmente esas cualidades negativas de nuestra personalidad que no amamos y que a veces incluso odiamos.

   Aquí tenemos una bella cita de Ocultismo Práctico de Madame Blavatsky, que enfatiza esta idea:

 El Dios en nosotros, esto es, el Espíritu de amor y verdad, de justicia y sabiduría, de bondad y poder, ha de ser nuestro verdadero y constante amor; nuestra única confianza, nuestra única fe, que firme como una roca nos apoyamos en ella; nuestra sola esperanza, que nunca nos engañará aunque todo perezca; y el único logro a que aspiremos con nuestra paciencia, esperando gozosamente hasta agotar nuestro mal karma y que la presencia del divino Redentor se revele en nuestra alma. El contento es la puerta por donde él ha de entrar, porque quien está descontento de sí mismo, lo está también de la ley que lo ha hecho tal como es; y siendo Dios de por Sí la ley, no podrá revelarse en quienes estén descontentos de Él.

 Estar en lucha con nosotros mismos, ser demasiado duros y carentes de bondad con nosotros mismos, indica la ausencia de amor al Yo superior, sin el cual, el amor a otros no es posible.

   Cuando podemos mirar a nuestro yo inferior desde el punto de vista del superior, entonces podemos dirigir y educar el yo inferior con bondad y sin dureza. Ser generosos con nosotros mismos nos ayuda a ser amables, tolerantes y serviciales con los demás.

lunes, 16 de noviembre de 2015

Detrás de las Máscaras


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Wayne Gatfield.

 Uno de los cambios más importantes en la manera que tiene el estudiante de teosofía de considerar la vida es el hecho de que todos los pensamientos y acciones se van basando cada vez más en principios desconocidos para la gran mayoría de la humanidad. La tendencia general del hombre o de la mujer corriente de la calle es la de basar su vida en ideas que la sociedad materialista les ha inculcado en la mente. Los gobiernos y sistemas educativos del mundo, que no conocen la ética espiritual o se oponen a ella, llegan a conclusiones basadas en el concepto de que solamente hay una vida, y después o bien un vacío eterno o una interminable permanencia en algún tipo de cielo o infierno

En occidente, la mayoría de la gente ha abandonado la idea del cielo y el infierno y piensan muy poco en lo que ocurre después de morir, prefiriendo mantener todas estas ideas fuera de la mente. Viven día a día creyendo que son inmortales en su forma física, sin considerar el hecho de que esta vida material es transitoria y no dura más que unas cuantas décadas. Todos somos, en cierto grado, hijos de nuestra época e incluso teósofos de muchos años tienden a reaccionar ante ciertas situaciones de la misma manera que el resto de la humanidad, mientras que nuestro planteamiento debería ser más amplio en muchas maneras y a veces opuesto al status quo.

No habría nunca la más mínima inclinación hacia la violencia o las guerras si se entendieran las enseñanzas espirituales bajo la luz de lo que es ser verdaderamente humano, tal como nos muestran todos los grandes maestros del mundo, incluyendo a H.P. Blavatsky. Se trata de entender los niveles más profundos de la constitución humana, que son invisibles a las luces pioneras de la ciencia y la política y a sus seguidores, que consideran como sus líderes y guía. Nos ponemos muchas máscaras a lo largo de la vida, pero hay un ser esencial, por encima y por detrás de esas máscaras, que es eterno e inmutable. ¿En quién nos convertimos cuando estamos tranquilos en nuestra habitación o solos en medio de la naturaleza, cuando todos estos disfraces han desaparecido? Es entonces, después de apaciguar nuestros pensamientos, cuando podemos sentir quién o qué es real y permanente en nosotros. La gente tiene miedo de hacerlo, se llenan la vida de parloteos incesantes, en persona o por el móvil o internet. Miran la tele, escuchan música, ven películas y leen libros. Todas estas cosas tienen su espacio, pero tiene que haber un tiempo para el silencio y la reflexión interna.

Por esto, a lo largo de los siglos, las almas sabias han recomendado la meditación. Sin embargo el Ashtavakra Gita nos advierte que también nos puede esclavizar el hábito de la meditación, porque siempre que algo se convierte en un hábito, pierde su fuerza. La meditación tiene que formar parte de nuestra vida diaria, una actitud de la mente y un deseo de mantenernos centrados en lo que es inmutable “en” nosotros. Se describe en términos teosóficos como el “anhelo inexpresable del hombre interno para salir hacia el infinito”. El hecho de que sea inexpresable señala que lo que experimentamos está más allá de los conceptos mentales del mundo. Si no se puede expresar en un lenguaje condicionado, se puede comprender de forma experimental y tiene efectos catárticos. Es la alquimia del corazón, la consagración de nuestro ser a lo espiritual y, con el tiempo, el abandono de los surcos mentales de la rutina y de las restricciones que la sociedad material nos inflige. La meditación entonces tiene que mantenerse como algo fresco,  vivo y espontáneo. ¿Cómo se consigue? Viendo cada momento de nuestra vida como si fuera nuevo y dándonos cuenta de que toda la potencialidad está en el momento presente, que siempre seguirá siendo la única realidad en un mundo cambiante.

El Maestro Zen Bankei nos dijo que deberíamos estar siempre asentados en la “mente no nacida del Buddha” sin intercambiarla por la mente condicionada de la ira, la ambición, los celos y la lujuria. Estos no son estados de la mente con los que nacemos, sino que los desarrollamos por una especie de atavismo a medida que vamos creciendo. Como son transitorios y cambian constantemente, no pueden ser nuestro verdadero Yo. Nos enseñan a seguir el camino del medio, que podríamos decir que es como el punto superior del triángulo, no sólo en el centro de dos extremos sino por encima y “más allá” también. Nuestra personalidad se transforma todo el tiempo. Mostramos una máscara diferente según toda una variedad de circunstancias. De muchas maneras nos hacemos actores sobre el escenario y nos convertimos en lo que haga falta para conseguir nuestros objetivos. El fin de las enseñanzas verdaderamente espirituales de todo tipo es descubrir lo que somos en realidad. Conseguir la calma en medio de la tormenta, darnos cuenta de que hay puertas en nuestra conciencia que se abren a unos estados superiores del ser, y que si cultivamos el estado de mente adecuado podemos deshacer las esposas fabricadas por ella y volar hacia los claros cielos de la concienciación espiritual.

Algunas escuelas Zen recomiendan el desarrollo de lo que llaman la “gran duda”. En cierto modo, la gran duda es aquel momento en el que dudamos de la validez de todo el aprendizaje intelectual que hemos hecho, dándonos cuenta de que no puede tener ningún valor, y al mismo tiempo la concienciación que tenemos de nosotros mismos como seres materiales empieza a desvanecerse; nos convertimos en lo que somos en vez de aquello que imaginamos ser. Es algo que no se puede ilustrar con palabras ni con imágenes. Y no se trata de infravalorar las etapas de nuestro viaje en las que el aprendizaje intelectual es esencial, sino para comprender que no debemos quedarnos estancados allí.

Hay un punto de nuestra evolución en el que tenemos que sacrificar todos nuestros conocimientos adquiridos intelectualmente para poder avanzar, porque entramos en una fase en la que este conocimiento se convierte en una carga y hemos de comprender a un nivel más alto, sin las imágenes y conceptos de la mente inferior. Se trata de una etapa de conocimiento directo más que de razonamiento y especulación. Es cuando empezamos a comprender lo que somos en realidad y nos desprendemos de otra de nuestras máscaras. Es una especie de sacrificio, porque hemos elaborado una visión intelectual del Sendero a lo largo de muchas vidas, y es difícil dejar de lado todo ese conocimiento. Sin embargo, no se trata realmente de un abandono, sino de otra forma de alquimia en la cual la esencia de todo lo que hemos aprendido se transforma en una concienciación experimental. Ese es el propósito de la verdadera enseñanza espiritual; refina la mente y la prepara para poder recibir más luz de lo Divino.

El Ashtavakra Gita dice que hasta que no lo olvidemos todo no podemos vivir en el corazón. Dicen que el corazón es el centro de la actividad espiritual. En La Voz del Silencio nos hablan de la “Doctrina del Corazón”, que es vivir prácticamente la vida, y el aprendizaje de la “Cabeza”, es decir la comprensión intelectual que a menudo degenera en letra muerta. Muchas de nuestras religiones oficiales consideran un libro determinado como la “palabra de Dios” y lo siguen literalmente y al pie de la letra, sin ver de forma inteligente el significado que hay detrás de las palabras. Esto es causa de división y de fanatismo que puede acabar en la intolerancia con otras religiones y, en algunos casos, en la violencia.  

Se dice que nuestro yo externo es nuestra personalidad. Etimológicamente el término procede de la palabra latina “persona”, que  denominaba originalmente el papel de un actor en el escenario y definía una máscara teatral usada en el escenario en la antigüedad. En la psicología de C.G. Jung, la persona es la máscara o fachada presentada para satisfacer las exigencias de la situación o el entorno, pero que no representa el yo interno. Somos como actores que representan diversos papeles en el escenario de la vida, pero ninguno de ellos es nuestro Verdadero Yo, sino similar a las máscaras usadas por los personajes de la obra. Al final de la representación, nos vamos a casa como nuestro verdadero yo, y pasa un tiempo antes de que el karma nos vuelva a colocar en el escenario para aprender más lecciones, hasta que estamos preparados para avanzar a otros niveles superiores de experiencia. A medida que progresamos, vamos dejando atrás otras máscaras, hasta que nos convertimos en lo que somos en realidad, y que está más allá de todas las concepciones terrenales.

Entonces podemos empezar a vivir verdaderamente bajo la égida de nuestra Naturaleza Superior y no como si estuviéramos mirando por un “cristal oscuro”. Esto nos puede crear conflictos con nuestros semejantes humanos, que tienen una visión distinta de la vida, básicamente un conocimiento de segunda mano. Empezamos a ver claramente y a actuar de una forma sensata y racional que parece irracional en este mundo revuelto. Somos conscientes del “cuadro más amplio” y nos hemos desecho de lo que antes describíamos como las “esposas fabricadas por nuestra mente”, para usar una expresión del poeta William Blake. Sin embargo, empezamos a tener una relación más profunda con las personas de nuestro entorno, desconocida en gran parte por la gran mayoría, pero que ejerce una influencia beneficiosa sobre ellos y que dará su fruto con el tiempo. También les ayudará en su viaje para descubrir exactamente lo que significa ser verdaderamente humano en medio de todas las distracciones de una sociedad materialista.   

miércoles, 11 de noviembre de 2015

Reflexiones ST....



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César Ortega.
La Sociedad Teosófica no es una Institución común y corriente que pueda ser comprendida desde puntos de vista convencionales o mundanos. La mayor parte de su trabajo tiene profundidad difíciles de comprender, valores de carácter superior de naturaleza atemporal,  dado lo anterior puede ocurrir que surjan muchas confusiones en la interpretación de su servicio a la humanidad.

La ST basa su trabajo en el soporte de profundos principios que están orientados al desenvolvimiento interno de los seres humanos, entendiendo que los problemas que hay en el mundo son el resultado de las perspectivas parciales y fragmentarias que predominan todavía en las mentes de la humanidad. En este sentido la ST trabaja hacia las causas profundas de los problemas de la humanidad, sin distraerse con cuestiones superficiales o de forma.

La ST es una Institución muy particular cuyo trabajo está basado en un cambio interno en uno mismo, trabaja en la dirección de generar una madurez de carácter profundo en sus miembros, por esto y otras razones, es una Institución mucho más interna que externa. No queriendo decir con ello que la institución deba permanecer aislada del mundo.

Pero la Sociedad se va abriendo al mundo nuevamente en la medida de su desarrollo interno, no sale a hacer propaganda vacía de contenido o poniéndose un rostro atractivo externamente, sino que con toda honestidad y humildad hace sus aportes a la humanidad, sin falsedades o simulaciones. En este sentido la ST trabaja para no unirse a la corriente mundana del simple marketing, que busca generar un efecto falseando los hechos.

La ST  es una empresa, pero no es cualquier empresa, a la cual se le puedan aplicar medidas efectistas, que puedan hacer de ella un grupo “espiritual” más, como ya hay muchos en el mundo que no tienen principios éticos sólidos. El trabajo Teosófico depende enteramente de la responsabilidad y despertar interno de cada uno de nosotros, depende del florecer de una intuición e impersonalidad que cada uno debe desenvolver,  sin las cuales el trabajo Teosófico se vacía de contenido Espiritual o interno.

Por otro lado, se puede ver con claridad las complejidades por las cuales pasamos los miembros de la ST, en el camino a la madurez, al amor verdadero, al servicio desinteresado... todos nosotros pasamos por estas pruebas y complejidades que son  sin duda extremadamente exigentes para cada uno de nosotros.

Tal Vez la ST pueda adoptar políticas para hacerse más popular a los ojos del público y así tratar aumentar el número de miembros, pero puede que en el futuro seamos muchos más miembros, pero pagando el costo de alejarnos de los elevados propósitos de la Institución.

Sobre la difusión que es otro punto importante en el trabajo Teosófico debo contar una anécdota. La anterior presidenta Radha Burnier en su visita a Chile nos expresó frente a la consulta que le hicimos sobre el asunto de la difusión, la siguiente respuesta, “si ustedes tienen la miel, las abejitas vendrán”. Por supuesto que todos ese momento quedamos un poquito perplejos, pero después de analizar con la calma el asunto nos dimos cuenta que sobre la difusión y expansión de la ST intervienen factores internos, como la necesidad vital de hacer de la Teosofía una viviente energía en el corazón de cada uno de nosotros, la verdadera difusión es el modo de vivir de cada uno de nosotros.

Significa lo anterior que no debemos hacer difusión externa, naturalmente no, todos los grupos y Ramas Teosóficas deben hacer difusión pública, deben buscar canales de expresión de las enseñanzas y reflexiones éticas que la Sabiduría eterna nos expone hacia el público con los medios tecnológicos actuales y futuros.

¿Ingresan miembros a la ST, solo por la publicidad que hacemos?, naturalmente no, ingresan tal vez por las enseñanzas Teosóficas, por la atmósfera que impregna aquel grupo, o porque hay aquella miel de que nos hablaba nuestra Presidenta o quizás más seguramente por la propia madurez interna de quien se acerca a la Institución.

Muchas instituciones tienen “éxito“ desde el punto de vista externo en el mundo actual, pero eso no implica que tengan éxito en el mundo interno, es posible que muchos grupos sean numerosos porque en ellos no hay una exigencia interna de auto-conocimiento y también la necesidad de cambios en la naturaleza de los motivos más profundos.

Si los grupos Religiosos o de otra clase, que son numerosos en cantidad de miembros fueran exitosos en lo interno o Espiritual, la Sociedad Teosófica no sería necesaria y no hubiera aparecido en el mundo.

Es claro que la ST está al servicio del mundo, y que debe exteriorizarse y conectarse con el mundo, pero estamos en una época de marcado materialismo donde fácilmente se pierde lo esencial y se establece lo accesorio o lo que está de moda.

La ST prefiere sostener sus principios y valores fundamentales y no perder su esencia o Alma interna, prefiere pasar malos momentos y no entregarse a recetas que nos harían populares pero sin sustancia en el mundo de hoy.

Puede ser que lo que vemos como debilidad, sea nuestra fortaleza.
Puede ser que tal vez, no abundan personas que quieran hacerse cabalmente responsables de sí mismas en lo interno, puede que no sobren los individuos altruistas e íntegros dispuestos al olvido de si mismos. Y no digo con ello que los que somos miembros de la ST tengamos esas virtudes, sino, que simplemente lo estamos intentado y no siempre con buenos resultados.

Puede quizás, que ni siquiera haya muchos que quieran intentarlo, eso de tratar de trabajar en sí mismo, en los propios condicionamientos. Puede quizás que la Sociedad Teosófica no sea tan glamorosa a los ojos del mundo externo, porque pide a sus mst seriedad y altruismo real y no de forma. Puede ser incluso  que muchos de nosotros no demos el ancho, que no alcancemos el estándar superior y maravilloso que es el carácter interno de la Sociedad Teosófica, pero que aún seguimos tratando de ser merecedores de permanecer en ella.

El mero cambio externo o de políticas es claramente un asunto superficial, el mismo estado del mundo es un ejemplo de ello, puesto que vivimos una época de mucha confusión y cambios externos, pero que no afectan a la consciencia humana en su profundidad.

El trabajo de la ST es sin duda complejo, desde sus inicios hasta hoy, porque apela a la responsabilidad interna, a la regeneración profunda de la mente, apela a un cambio profundo y significativo en cada uno de nosotros, a un modo de vivir completamente diferente que va más allá del interés personal.

Entonces el asunto es si la ST es un grupo más que surgió para entretener a nuestros yoes personales con todo tipo de distracciones y juegos, naturalmente no. Nuestra Institución pone en nuestras manos las enseñanzas Teosóficas, las herramientas necesarias para que con nuestro esfuerzo transformemos nuestras vidas, como decía nuestra Presidenta anterior, por Servicio, estudio y Auto-conocimiento. El asunto clave es que hacemos cada uno de nosotros con las herramientas que recibimos, y esa es responsabilidad de cada uno.

jueves, 5 de noviembre de 2015

Considerando el siguiente paso en la ascensión a la cima

 
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Ravi Ravindra
(Conferencia de la Convención, Adyar; 30 de diciembre de 2006)

  Permítanme comenzar con un misterio muy grande, que todos podemos percibir con relativa rapidez. Cada sabio en la historia de la humanidad -y eso incluye a todos los sabios, sean ellos Musulmanes, Cristianos, Indos o Budistas- han dicho que todo el universo está saturado de energías y vibraciones sutiles. Naturalmente, en diferentes lugares y diferentes culturas, estas vibraciones y energías sutiles son llamadas Alá o Brahman o Espíritu Santo o Mente Búdica. Para no preocuparse  por esto, y para una aproximación no dogmática, usaremos una frase neutra como 'energías sutiles'. Lo importante es que estas energías son más conscientes que nosotros, y que ellas saturan todo el espacio. No hay un solo sabio en la historia que no haya dicho algo similar a esto. Este espacio no está en ninguna otra parte. Este campo de batalla, aquí alrededor nuestro, está  pleno  de estas vibraciones; también el espacio dentro de todos nosotros -el de ustedes, así como el mío. El asombroso misterio, un gran enigma, es que uno no está en contacto con estas energías dentro de uno ni alrededor de uno. ¿Cómo puede ser eso? ¿Cómo es que ahora mismo yo no estoy en contacto con el Espíritu Santo o con Brahman? Y usted también. ¿Cómo es que usted no está en contacto con Alá? Si estuviéramos en contacto con el Gran Espíritu Omnipresente, estaríamos de pie de manera diferente, nos sentaríamos de manera diferente y tendríamos una mente y sentimientos diferentes. Como todos sabemos, Arjuna le pregunta a Krishna en el Bhagavad Gita, "¿Cómo se pararía, se sentaría, como caminaría una persona de sabiduría firme (sthitaprajña)?".  La presencia del Espíritu Santo en nosotros debe marcar una diferencia en la manera en que hablamos, nos sentamos, y nos ponemos de pie.

Para mí, esto sigue siendo un misterio muy grande. Lo sabemos, lo hemos oído, ha sido dicho desde miles de años atrás por todos aquellos que de alguna manera se han interesado, pero parece que no representa ninguna diferencia para nosotros. Permítanme tomar una analogía muy simple. Todos están de acuerdo, por ejemplo, que ahora mismo, en este lugar, podemos tener las ondas de radio generadas por la Orquesta Filarmónica de Berlín interpretando a Mozart, o la Estación de Radiodifusión de Delhi, con Ravi Shankar tocando el sitar, o alguna música de Carnatic originada en Chennai. De hecho, todas estas ondas están aquí; considerando el número de estaciones de radio transmitiendo en alta frecuencia sobre el planeta, ¡es casi asombroso que usted y yo podamos dar una vuelta por aquí sin tropezar con estas ondas materialmente! Sin embargo, el hecho es que no oímos nunca estas diferentes clases de música que se ejecutan, o ninguna música en absoluto, porque no tenemos una radio apropiadamente sintonizada. Y análogamente eso es el quid de toda práctica espiritual, o de transformación, o de sadhana.

La razón de que yo no estoy en contacto ahora mismo con Brahman es porque no tengo un aparato apropiadamente sintonizado, porque no estoy armonizado debidamente, física, intelectual, o emocionalmente. De igual manera, no estoy en contacto con energías sutiles porque  no tengo un sintonizador apropiado o el aparato debidamente armonizado o alineado. Dado que ésta es la mayor dificultad humana, prácticamente todos los grandes sabios han tratado esta cuestión tanto en función de las manifestaciones de ese alineamiento erróneo, como en función de sus causas. Por ejemplo, el Buda identificó la principal manifestación de este desequilibrio como sufrimiento (dukkha) y la causa de él como el egoísmo (tanha). Patañjali tiene un modo bastante interesante y diferente de referirse a ello; para él la causa de sufrimiento es guna – vrtti - virodha, la desigualdad entre lo que la mente piensa que es, y lo que realmente es. Para Krishnamurti, la principal manifestación del problema es el conflicto, y la fuente de ello es el pensamiento. Hay muchas maneras de decir la misma cosa, absolutamente correctas. Muchos de estos sabios han sido afectados ellos mismos por diversas manifestaciones,  y por consiguiente enfatizan o acentúan diferentes causas. Pero sin embargo, esto es algo que  necesitamos para regresar una y otra vez. No obstante necesitamos escuchar a los sabios, ellos pueden ayudarnos. Sin embargo, no pueden hacer el trabajo por nosotros. Así que necesitamos saber cual es nuestro desequilibrio, y qué lo causa. Simplemente les recuerdo el sincero comentario de Sankara: la enfermedad no puede curarse sin tomar la medicina, diciendo simplemente ‘medicina, medicina, medicina'. Así que espero que ustedes tomen algo de esta medicina.

Nuestro principal obstáculo yace en la auto-preocupación, y también en sus manifestaciones, que son fuente de desconfianza generalizada en cada uno de nosotros. La ansiedad, miedo, temor, todos estos están incluidos bajo la categoría de una desconfianza generalizada. Si cerramos nuestros ojos por 20 segundos solamente y vemos qué está pasando en la mente, nos encontraremos a nosotros mismos preocupados por algo o por alguien. De hecho, estoy completamente persuadido de que lo dicho por Descartes: "yo pienso, por lo tanto yo existo" no es muy aplicable a la mayoría de nosotros, quienes apenas pensamos. Él debería haber dicho: "yo temo, por lo tanto yo existo". Eso sería mucho más universal.

Otra manifestación, que también es fuente de una difundida auto-preocupación, consiste en otorgarse importancia a sí mismo -un deseo de ser especial, estar separado y ser diferente de todos y de todo lo demás. Hegel comenta en alguna parte que cada ego en el universo está en competición con cada uno de los otros egos y desea destruirlos.

¿Cuáles son las causas de esta situación? Escogeré tres o cuatro de éstas, porque pienso que son muy importantes para enfocarnos en ellas plenamente. La primera es la Ley. Hay leyes de espacio y tiempo, y no es fácil para nosotros escapar de ellas. La  más relevante desde el punto de vista de esta discusión es la ley de Karma.

Y por supuesto, está la ley fundamental de inercia. Ésta también es la primera ley de movimiento de Newton que dice que a menos que usted haga algo, nada cambiará. La ley de Karma tendrá sus movimientos. Nada cambiará a menos que yo emprenda algo intencionadamente.

Podríamos poner ligeramente esta ley con más precisión en lo que se refiere a la física, pero para nuestros propósitos ahora, habrá que decir que a menos que nosotros hagamos algo, nada cambiará. Es muy importante reconocer la importancia de la ley, por la cual se dice también, por ejemplo, que cuando algunas personas absolutamente superiores pasan a ser libres de la ley de Karma, también se vuelven libres de la ley del Tiempo. Todas las leyes operan en el espacio y  el tiempo. Las diferentes dimensiones del tiempo están en diferentes ubicaciones y hay diferentes leyes; no obstante, todas las leyes se aplican en alguna forma de espacio y tiempo, por lo cual  si alguien está realmente libre de la Ley de Karma, decimos que la persona está libre de la esclavitud de Yama, el guardián de la Ley. También todos sabemos que moksha o nirvâna se dice que está más allá de la Ley, libre de toda causa. El Nirvâna no es gobernado por la Ley. Así,  liberarse de la Ley es posible. Tenemos un profundo comentario de San Pablo en el Nuevo Testamento dónde él habla de Cristo como habiendo acabado la ley y volviéndose él mismo uno con la ley. Así, el ir más allá de la Ley es  parte del requisito para cualquier transformación mayor hacia la libertad. ¡Por otro lado, demos gracias a Dios que hay leyes! A pesar de esto, la gente trata de salirse con la suya con respecto a todo tipo de cuestiones, como sabemos. No necesitamos recordarnos de la esclavitud de la Ley sólo cuando existe un problema que necesitamos superar. La libertad Real no es contraria a la Ley ni a pesar de la Ley, de hecho está fundamentada en la Ley. Tenemos una descripción muy interesante de esto en las líneas de la apertura del Evangelio de San Juan. La Ley llegó a través de Moisés, pero el amor y la gracia a través de Jesús Cristo. Mas no como una contradicción de la Ley, sino reemplazándola en cierto modo.

Otra manifestación así como una causa de esta falta de alineamiento es la necesidad de aprobación. Existe una incertidumbre profundamente asentada, acerca de si estoy haciendo o no las cosas correctas. Así, la necesidad de aprobación es muy fuerte -de los padres, la tradición, las escrituras, los maestros, de alguien o del otro. Sin embargo, incluso en esto necesitamos apreciar la sutileza del asunto de que se trata. Detrás de esta fuerte necesidad de aprobación, hay también una búsqueda de excelencia. Si yo hago algo, supongamos que resuelva un problema en física, o realice alguna escultura, es muy satisfactorio decir que soy yo mismo el único que puede juzgar el grado de excelencia de esta obra. Eso puede estar bien, pero si yo realmente quiero tener esto publicado en cualquier parte, en cualquier diario, ya no podré erigirme en el único juez acerca de su excelencia. Si usted realiza una escultura y nadie está dispuesto a comprarla, su excelencia se vuelve algo  cuestionable. Podría ser el caso, claro, que el juicio de las  personas esté equivocado. En cualquier caso, la necesidad de aprobación no siempre será descartada como sólo una señal de inseguridad; también podría ser una búsqueda por una medida objetiva de mérito. Para cada aspecto del ego existe igual rango de posibilidades. Otra necesidad es la de ser especial. Eso no sería tan malo, pero cada uno de nosotros necesita ser más especial que el otro. La cosa interesante es que de cierta forma es verdad: yo soy especial. Pero también lo es cada uno de los demás. Cada uno de nosotros es completamente único, aunque puede decirse que hay sólo una Energía Divina que se manifiesta de diferentes maneras. Krishna dice en el Bhagavadgita que todo esto que hay es Krishna. No obstante, aún  Krishna no puede reemplazar un simple niño.

Existe el total cuestionamiento de la unidad de todo y al mismo tiempo la unicidad de cada ser y cada cosa es una expresión única. Permitiendo la inmensidad de las tradiciones y la posibilidad de encontrar las excepciones a cada generalización, podemos aún decir que en las tradiciones de la India, en general, se considera a la individualidad como una señal de ignorancia. En las tradiciones bíblicas -Judaísmo, Cristianismo, e Islamismo- por otro lado, la falta de individualidad es una indicación de falta de responsabilidad. ¿Ahora qué queremos escoger, ignorancia o irresponsabilidad? Claro,  podemos citar los sabios de una tradición u otra, pero no podemos olvidarnos de que ahora estamos en una cultura planetaria, y los sabios no son exclusivamente los sabios de India. Hay también otros sabios. La mitad de los sabios del mundo no pueden estar totalmente equivocados. Por consiguiente, yo los invito a reconsiderar, a revisar  este problema de la individualidad. En las tradiciones bíblicas, incluso en la presencia del Omnipotente, los profetas de Judea expresan su defensa; ellos hablan a Dios de hombre a hombre y argumentan con Él. No hay problema de fundirse dentro de la vasta consciencia o el principio divino que forma la unidad espiritual de todo lo existente, o cualquier cosa de esta naturaleza. La individualidad es la señal de la responsabilidad: soy responsable por este mundo, y soy responsable por mis acciones, y no puedo fundirme en la inmensidad simplemente.

Lo que nosotros tenemos son dos tipos diferentes de énfasis. En un caso, está el énfasis en la Unidad de todo lo que hay. Generalmente, en la literatura India, y en particular en las filosofías influenciadas por la Vedanta, hay sólo el Uno, nada más. Por otro lado, en la tradición bíblica el énfasis está en general en la unicidad de todo. Irónicamente ambos "unicidad"  y "unidad" se derivan  de la misma raíz latina, uno. Pero, tal como sabemos ahora, en inglés se dicen las cosas de manera bastante diferente. Aquí me gustaría sugerir que no debemos tomar una especie de actitud misionera, la cual simplemente dice que aquéllos que discrepan con nosotros o aquéllos que tienen un punto de vista diferente simplemente están equivocados. Eso no sería muy generoso o útil, sobre todo si realmente deseamos tomar a todos los sabios del planeta como algo en serio. Por consiguiente, necesitamos regresar a los principios.

Ante todo, necesitamos recordarnos a nosotros mismos que la mayoría de estos sabios han dicho repetidamente que lo que realmente es, no puede ser expresado en palabras o lógicamente. Por cierto, el Buda parece haber sido la única persona consistente sobre esto y él se negó a describir el nirvana. Pero sus seguidores han sido rápidos para dar alguna descripción. Esto es una dificultad humana. No podemos hacer nada sobre esto. Aunque,  no obstante los sabios siguen recordándonos que realmente no puede hacerse. Lo que realmente es  peor, es decir lo que no puede decirse. Supongo que la implicación es que lo que se está diciendo no es peor de lo que se dice, sino que es un poco perturbador del punto de vista del portavoz.  No obstante, aun persisto en decir algo, similar a los seguidores del Buda.

Tenemos una situación muy similar en la física moderna, la que no es ahora realmente muy moderna; esto era hace casi cien años. A  principios del siglo veinte tuvimos una crisis total en la física, la que fue resuelta finalmente por la mecánica del quantum y la crisis es simplemente esto: que partículas pequeñas, podemos decir los electrones, en buenos y repetidos experimentos, se comportaron completamente como ondas. Pero al mismo tiempo, hay otros experimentos en los cuales las mismas entidades se comportaron como partículas, en lugar de ondas. Pero en la física clásica (es decir, la física mecánica anterior al quantum) había sólo dos categorías: tenía que ser una onda o una partícula. Esto llevó a una crisis mayor en la física. Había muchos chistes sobre esto en los laboratorios de física en los años 1920. Ellos decían que los lunes, miércoles, y viernes había ondas; y los martes, jueves, y sábados había partículas, y en domingo el bondadoso Señor descansaba. La crisis en la Física fue resuelta tomando conciencia que nuestra lógica común, la lógica Aristotélica, que dice que  'X ' y 'no X ' cubren todo el universo del discurso no es aplicable, y que necesitamos un tipo diferente de lógica.

Es en cierto modo, la misma situación aquí. Los sabios en cualquier tradición están usando un completo panorama de la cultura—idioma, historia, tradición—en las cuales ciertas cosas han sido expresadas de cierta manera. Cuando algo es expresado por los grandes maestros de una cierta manera, entonces todos se les unen. Es común seguir repitiendo lo que los grandes maestros han dicho. Y toda nuestra experiencia puede ser entendida en esas condiciones. Pero grandes maestros en otra tradición también han dicho lo mismo de otra manera.

Los invito a pensar que estas estructuraciones culturales son como estructuraciones experimentales; ellas confirman nuestro lenguaje, que se deriva principalmente de la tradición, religión, y las filosofías. Ambos lenguajes reflejan así como modulan para la próxima generación sus expresiones, y por consiguiente es casi inevitable que en una tradición dada una forma de mayor expresión es lo que le da el sentido. En la tradición de India, generalmente, los sabios han afirmado repetidamente la unidad de todo lo que hay. Todo lo demás está a un nivel más bajo de consciencia. En el modo bíblico, tiene sentido hablar de la unicidad de todo. Incluso en la presencia del Omnipotente, los profetas de Judea mantienen su unicidad.

En las tradiciones de India se pone mucho énfasis en el nivel de consciencia que casi parece estar ausente en las tradiciones bíblicas. En algunos círculos académicos hay ahora un creciente interés en el estudio de la consciencia pero los estudiosos en estos campos casi nunca se refieren a las tradiciones bíblicas; ellos encuentran ejemplos de niveles de conciencia principalmente en las tradiciones Hindú-Budistas. Sin embargo, en la tradición bíblica precisamente por esta razón es este énfasis en la unicidad, y la responsabilidad individual correspondiente para la acción correcta, por que lo que está enfatizando son niveles de consciencia. En las tradiciones de India, cada sabio ha dicho que la causa principal de todos nuestros problemas es la ignorancia, y por consiguiente naturalmente la solución es jnana, o cierta clase especial de conocimiento, no el conocimiento  científico usual.

Esto no es lo que la tradición bíblica dice. Allí, el predicamento de la causa de la dificultad humana es la obstinación o terquedad,  y la correspondiente desobediencia al poder de Dios. Por consiguiente, la solución es la obediencia al poder de Dios que requiere fe. Si usted considera la totalidad armónica de la Biblia, encontraría unas pocas citas, pero muy pocas, bajo la palabra "conocimiento". Y si usted buscara bajo la palabra 'auto-conocimiento ', no encontraría absolutamente ninguna cita. Si usted mira la totalidad armónica de los Upanishads o del Bhagavadgita, hay páginas y páginas de citas bajo las dos palabras "conocimiento" y "auto-conocimiento". Hay una diferencia entre estas dos principales tradiciones. Sus consecuencias son diferentes. Podemos mirar a La Divina Comedia de Dante y El Libro tibetano de los Muertos como ejemplos. El último constantemente está hablando de varios niveles de conciencia, pero en el anterior lo que nosotros encontramos son niveles diferentes de conciencia, aunque específicamente este nombre no se usa: Judas en el más profundo de los infiernos, donde hay una falta completa de movilidad. Yendo a lo superior y los cielos más altos, hay más y más virtuosos, o consciencias dirigidas, acción. En el cielo más alto que Dante se permite ver, como es descrito en el último canto de La Divina  Comedia, él dice:

                 Allí mi voluntad  y mi deseo fueron uno con el amor,

                  El amor que mueve el Sol y las otras estrellas.

 Lo que tenemos en un caso es el énfasis en la conciencia, la acción correcta, la moralidad. La recta acción llevará al recto conocimiento que es el principio fundamental en la tradición bíblica. Por otro lado, en India el recto conocimiento llevará a la recta acción. Vemos que hay diferencias bastante fundamentales. Claro, estas diferencias que estoy señalando son realmente las diferencias en la filosofía y la lógica. Sin embargo, son muy serias, intensamente profundas, diferencias experienciales que son difíciles de decir. A pesar de todo, no podemos descartar la totalidad del cuerpo literario lingüístico-filosófico en estas tradiciones, porque esto es lo que influye en  todos. La mayoría de nosotros no tiene la visión beatífica, la visión para ver más allá de nuestro mundo profundamente condicionado por nuestro lenguaje, filosofía y religión. Estamos en este lado del velo, y a menos que reconozcamos estas diferencias mayores, realmente no apreciaremos el valor de las otras culturas.

Si  deseamos tener un discurso planetario, no podemos tener un punto de vista que simplemente desconozca la mitad del mundo, o la mitad de los sabios. Con eso no ganaremos nada. Por otro lado, las paradojas  parecidas pueden invitarnos a regresar a lo fundamental, para comprender que la descripción no es la cosa real, y para no ser seducidos así por una descripción u otra. De hecho, es bueno tener variedades de descripciones: algunas personales, algunas transpersonales, o algunas festivas, algunas no festivas, para que uno tenga un sentido de magnificencia de la realidad, y de algo que realmente está más allá de nuestra lógica, nuestro lenguaje, y nuestra mente, por lo menos de la mente ordinaria.

Otro requisito con que cada persona sensata estaría de acuerdo pero nadie realmente lo practica, es simplemente reconocer que uno no sabe todo lo que hay que saber. Todos estaríamos de acuerdo que ésta es una declaración de sentido común, pero que yo mismo no practico el sentido común, porque estoy constantemente contando lo que alguien está diciéndome. Es por esto que les pido presten atención a lo qué está pasando en ustedes cuando me escuchan. Es como si lo que usted dice tiene que ser aprobado por mí, como si yo supiera todo, y ahora puedo sentarme y juzgar todo lo que los demás dicen. Ésta es la manera de la mayoría de nosotros—incluyéndome. Es difícil vivir en el conocimiento de no saber todo. En general, aparte de algunos momentos excepcional-mente extraños, no permitimos la celebración del misterio, en parte porque hay un deseo de controlar todo. La celebración no permite el controlar. Es un hecho fisiológico simple que el miedo y el  maravillarse no pueden coexistir. Éste no es un problema nuevo. Indra dice en el Rig-veda:



                                No conozco quien soy,  aun

                                Vanidoso en la mente vago en el

                                 mundo.



Éste es Indra hablando; él es el jefe de los dioses. ¡Los dioses también tienen  problemas, tal como nosotros!

¿Qué sigue después de todo esto? Necesitamos la libertad del tiempo, y del conocimiento, que son siempre del pasado; de otra manera no sería ningún conocimiento. Así que necesitamos la libertad para el conocimiento, y especialmente la libertad del conocedor que está aislado del resto de la total inmensidad, que es lo que se designa literalmente como "Brahman". Si yo estoy separado del resto de la inmensidad, entonces yo estoy haciendo simplemente mi propia cosa, y entonces puedo garantizar que estoy atado a lo más pequeño de mi propio ego. Así necesito libertad para este conocedor.

Hay también el requisito para la libertad de la necesidad de saber. La celebración es algo completamente diferente cuando hay libertad de la necesidad de saber. La necesidad de saber siempre tiene un elemento de control en ella. El conocimiento científico es un ejemplo muy bueno de esto. Esto también es verdad en otros campos. El real vairagya es un tema de desencanto con este ser que está atado a las pequeñeces y necesita controlarse. Vairagya no es la indiferencia al mundo o el no-envolvimiento en él. No es un tema de libertad para mí mismo, sino un tema de libertad desde mí mismo. Por otra parte, está siempre el ‘yo, yo, yo.’

En los Yoga-sutras, Patañjali recomienda abhyasa y vairagya. Sólo digo que el real vairagya es libertad desde mí mismo. La práctica de Abhyasa, por otro lado, es necesaria para que mi yo, mi ego, pueda ser pulido y afilado lo suficiente para ser un buen instrumento, y así sea de real servicio a algo que es más elevado que yo mismo. Necesito un ego centrado, precisamente para poder ser cada vez menos auto-centrado.

Hay un mito muy popular en India, llamado el samudramanthana, batiendo en una mantequera del océano lácteo. Hay daityas que constantemente luchan con los adityas que son más sabios pero más débiles que los daityas. Ambos, daityas y adityas tienen el mismo padre, Kasyapa que literalmente significa "visión", pero sus madres son diferentes. La madre de los daityas  es Diti que quiere decir 'limitada', y la madre de los adityas es Aditi que quiere decir ilimitada o inmensa. Así que, nosotros tenemos este constante forcejeo entre los resultados de la visión limitada y los hijos de una visión inmensa. Aquéllos con visiones amplias a menudo son más débiles que aquéllos con visión limitada. Finalmente, cuando los adityas atraen al sostenedor cósmico, Vishnu, les aconseja que ellos necesitan batir en una mantequera el océano lácteo para encontrar amrta que les dará la fuerza y les liberará de la muerte. ¡Sin embargo, ellos no pueden batir en una mantequera el océano sin la ayuda de sus primos fuertes de visión pequeña!

Necesitamos reconocer que las profundidades no pueden existir sin la superficialidad. Así que mis partes superficiales también necesitan ser invitadas, ellas también necesitan hacer su cooperación,  mi competitividad también necesita abrirse paso. Esto es lo que finalmente lleva a la determinación, la fuerza de voluntad, la habilidad de llevar a cabo los proyectos. Sin embargo, podemos ver que aunque el ego es un sirviente muy bueno, tiende a ser un mal amo ¿Pero quién quiere librarse del sirviente? ¿Quién quiere matarlo? Lo invito, por consiguiente, para no ser cogido en una expresión sólo porque los sabios lo han dicho. Necesitamos cuestionar todo esto. El esfuerzo siempre es uno e individual. No necesitamos generalizaciones o abstracciones; lo que necesitamos es la Primera Persona Universal quien puede cantar su propia y única canción, no para el engrandecimiento personal, sino para la gloria de Dios. Nadie más puede cantar mi canción. Naturalmente, esto no sólo es verdad para mí, sino  también para cada uno de nosotros. ¡Cada uno debe cantar su propia y única canción; al mismo tiempo, todos nosotros la emanamos de la misma fuente divina!

Así que, la individualidad es una parte de la Unidad, es la forma de manifestación. La Individualidad celebra la Unidad. Este intento para cantar mi canción no está excluyendo a alguien más, pero sí debo reconocer que a menos que pueda simultáneamente ser totalmente único y también uno con la Fuente, no soy una real persona. Tomando la analogía antes mencionada, nuestra individualidad, verdadero ser, tiene ambos aspectos: el aspecto onda con lo que es unidad con el Todo, y la partícula -como aspecto con lo que es la individualidad.

Así ésta es mi invitación para ustedes: intentar ser verdaderas individualidades. Esto, por supuesto, es una invitación a una especie de cima. Pero es importante recordar siempre que a menos que preste alguna atención al próximo paso, voy a andar ligero. Es una necesidad invisible pero de valor, escalar la cima de cualquier montaña. Pero el próximo paso puede ser visible, y necesitamos ser cuidadosos con él. Cada uno de nosotros necesita preguntar, "¿Cuál es mi próximo paso?".