domingo, 18 de octubre de 2015

El Regalo de Prometeo



Mary Anderson

Según la leyenda griega, Prometeo robó el fuego del cielo para entregarlo a la humanidad. Júpiter lo castigó encadenándolo a una roca en el Cáucaso, donde cada día un buitre grifón desgarraba su hígado, el que, sin embargo, crecía nuevamente durante la noche.
El regalo de Prometeo a la humanidad, tomado literalmente, es muy valioso. Con la ayuda del fuego el hombre puede mantenerse tibio en un clima frío, cocinar alimentos y hasta moldear metales en ornamentos, obras de arte, instrumentos para el trabajo, y armas. El fuego fue usado en las  llamadas Eras de Bronce y de Hierro. Así es como el fuego es una herramienta maravillosa, siendo a la vez el gran purificador y transformador y el gran destructor. El regalo de Prometeo fue a la vez útil y peligroso. Nuestra conciencia de la peligrosa naturaleza del fuego está reflejada en dichos tales como: “un niño quemado teme al fuego”, “jugar con fuego”, “convertir a fuego y espada” y “pasar por fuego”.
Somos conscientes del poder del fuego en la naturaleza, en los volcanes y en la formación de rocas extremadamente duras, como el granito y el basalto. Pero, interpretado simbólicamente, el fuego es también un regalo para el hombre tan grande como peligroso, pues el fuego es el símbolo de la mente.
De acuerdo con La Doctrina Secreta, en cierta etapa de su evolución hace aproximadamente unos dieciocho millones de años, el hombre se convirtió en el hombre que conocemos, una criatura poseedora de mente. Antes de ese tiempo, era solamente un hombre en potencia, más parecido a un animal, compuesto de un espíritu divino y un cuerpo material rudimentario, pero estos dos – espíritu y cuerpo – no estaban conectados. Carecía de una conciencia o mente que los conectara. De modo que el hombre flotaba entre el cielo y la tierra, por así decirlo. “No tenía un Principio medio que le sirviera como mediador entre lo superior y loinferior, entre el Hombre Espiritual y el cerebro físico, porque carecía de Manas”.1 Era “como un techo sin paredes o columnas donde apoyarse”,2 o “la brisa donde no hay árboles o ramas que la reciban y acojan”.2
Lo siguiente es una descripción del hombre sin mente:
“Encarnada la Mónada Espiritual de un Newton, injertada en el santo más grande de la Tierra - en el cuerpo físico más perfecto que podamos concebir-“… si carece de sus principios medio y quinto, habremos creado un idiota, a lo sumo una presencia hermosa, sin alma, vacía e inconsciente…”3
¿Qué está faltando? Ese “Fuego Viviente”, o Manas, que le da a la mente humana su percepción de sí misma y su autoconciencia.”4
¿Quién representó el papel de Prometeo? ¿Quién despertó en el hombre el fuego de la mente? “Esa clase de Devas que han sido simbolizados en Grecia bajo el nombre de Prometeo…”5  grandes seres conocidos como Pitris Solares o Padres Solares, que han evolucionado fuera y más allá del reino humano, así como el hombre ha evolucionado fuera y más allá de los reinos animal, vegetal y mineral. Ellos fueron los “Devas del Fuego…los “Ángeles Vírgenes” (a los que pertenecen los Arcángeles Miguel y Gabriel), los “Rebeldes” divinos”.6 Ellos fueron “los aceleradores del Diseño humano…la Chispa que vivifica al animal humano…”7
Del mismo modo, Prometeo robó el fuego divino para “permitirle al hombre avanzar conscientemente en el sendero de la evolución espiritual, transformando así al más perfecto de los animales de la tierra en un dios potencial, otorgándole la libertad de “tomar el reino de los cielos por la fuerza”. De ahí también la maldición de Zeus a Prometeo”.8
Los Pitris Solares y Prometeo tuvieron que sufrir por esta acción, como lo hizo Lucifer -el Portador de la Luz- quien cumplió una función similar. Su acción fue mal interpretada:
“Este sacrificio voluntario de los Ángeles del Fuego cuya naturaleza era el Conocimiento y el Amor, fue interpretado por las teologías exotéricas como “los ángeles rebeldes arrojados del Cielo a la oscuridad del Infierno” – nuestra Tierra. 9
Ellos se han convertido en las Inteligencias libres e independientes, mostradas en toda Teogonía en lucha por esa independencia y libertad, y por lo tanto – en el sentido ordinario – “rebeldes a la ley pasiva divina”.10
Así como en Prometeo su acción fue un sacrificio por el cual sufrieron:
“ofrendarse a sí mismos como víctimas voluntarias para…dotar (a la humanidad) con afectos y aspiraciones humanas. Para hacer esto, ellos tuvieron que abandonar estado natural y, descendiendo a nuestro Globo, tomar morada en él… cambiando así… la bienaventuranza de la existencia sideral por la maldición de la vida terrenal”.11

Así como el fuego puede arder solamente si hay combustible, del mismo modo manas o mente puede desarrollarse en el hombre sólo sobre la base de kâma o la naturaleza de deseos: “Para completar al Hombre Septenario, agregar sus tres Principios inferiores e integrarlos con la Mónada Espiritual…, son necesarios dos principios conectores: Manas y Kâma”.12  La mente es útil y peligrosa como el fuego, especialmente cuando se combina con el combustible -en el caso de la mente, con el combustible del deseo egoísta.
Los animales tienen emociones, ansias, deseos. Pero ¿tienen sensualidad y lujuria? ¿Son capaces de sadismo? Los deseos del hombre están intensificados por la mente. Mefistófeles (el Diablo), dirigiéndose a Dios en el Fausto de Goethe, dice:
“El pequeño dios del mundo ( el hombre ) es, como siempre lo ha sido, tan extraño como el primer día. Él viviría una vida algo mejor si no le hubieras dado el reflejo de la luz celestial, él la llama razón y la utiliza solamente para ser más bestial que cualquier bestia”.13
Los animales viven en el presente. Aprenden del pasado, pero no viven en el pasado. Pueden anticipar el futuro pero no viven en el futuro. El hombre no sólo aprende del pasado y anticipa el futuro, sino que vive en el pasado y en el futuro, es decir: él constantemente da vueltas sobre el pasado y el futuro – sus memorias y expectativas – y por lo tanto a menudo no es realista, es prejuicioso, vengativo e insatisfecho y usa su imaginación para elaborar falsas ideas y refinados métodos de crueldad.
La mente, como el fuego, tiene dos aspectos – creativo y destructivo-,  conocidos como buddhi –manas y  kâma- manas. De hecho hay una sola mente, pero ella puede ser pura o impura, es decir, puede identificarse e ir hacia la naturaleza espiritual o hacia la naturaleza mundana.  Como el Espíritu es uno, habiendo solo Un Espíritu, Una Vida – no mi espíritu y tu espíritu – la naturaleza espiritual es una en todos y por lo tanto inegoísta. Por otra parte, como el mundo exterior está compuesto de cosas separadas y nuestra naturaleza terrenal se ve también a sí misma como separada de los demás es, por lo tanto, egoísta.
La mente es un campo de batalla  ( como está ejemplificado en el Bhagavad Gitâ ) entre lo celestial, o sea la naturaleza inegoísta, basada en  la conciencia de la unidad, y lo terrenal, o sea la naturaleza egoísta, basada en el sentimiento de separatividad.
Otro símbolo de la naturaleza doble de la mente – la imagen de dos aves posadas sobre un árbol – se encuentra en el Rig-Veda ( I.64.20, El Enigma del Sacrificio)y en el Mundaka Upanishad (III.1, 1) y el Vetâsvatara Upanishad (IV.6):
“Dos  aves, compañeras siempre unidas,  están posadas sobre el mismo árbol. De las dos, una come el dulce y el amargo fruto y la otra la observa sin comer”. 14
¿Por qué estamos inquietos como la pequeña ave constantemente picoteando y comiendo? A causa de nuestros deseos. Ansiamos la dulce fruta y la obtenemos, pero también obtenemos la amarga. Obtenemos lo que deseamos, pero esto se convierte en cenizas en nuestra boca, y también obtenemos lo que no deseamos.
Nuestra situación es como la de Prometeo. El buitre arranca su hígado. El hígado era, para algunas tradiciones, el asiento de las emociones, y es allí donde somos torturados: en el asiento de nuestros deseos. Y esos deseos crecen, son recurrentes una y otra vez  de la noche a la mañana.  Nosotros estamos siempre sujetos a los mismos deseos.
Prometeo en su sufrimiento es un símbolo y una personificación del hombre:
“La lucha de Prometeo con el tirano déspota del Olimpo, el sensual Zeus, representada diariamente dentro de … la humanidad; las bajas pasiones encadenan las aspiraciones superiores a la roca de la materia, para generar en muchos casos al buitre del pesar, el dolor y el arrepentimiento…”15
El hombre es consciente, y por lo tanto responsable. Él puede distinguir entre el bien y el mal, pero es un esclavo de sus pasiones. Así él siente el buitre del deseo, la duda y la culpa lacerando su hígado o su corazón. El intelecto paraliza las percepciones espirituales y vive a expensas de la sabiduría.
¿Cuál es la solución? Podemos encontrarla en el siguiente versículo de los Upanishads:
“Sobre el mismo árbol, una persona sumida (en las tristezas del mundo) es engañada y se lamenta debido a su impotencia. Cuando ve al otro [¿pájaro?], el Señor quien es venerado y su grandeza, se libera del sufrimiento”.14
Prometeo está atado pero se desatará, porque él no es sólo un hombre que lucha, el ave que picotea y come, sino también el ave que observa. Prometeo es Âtma:
“Prometeo representa  la…parte divina del alma humana – esa chispa de fuego traída…del Cielo… individualizada en el Hombre, el cual, lentamente pero con seguridad…por medio de conflictos agónicos con la titánica naturaleza terrenal inferior, se eleva desde el mundo material inferior al ideal invisible (mundo]. La naturaleza inferior está representada por el tiránico y arbitrario Zeus…la ley del mundo fenoménico percibido por los sentidos”.16
Prometeo es la forma griega del Âtman del Vedânta, el verdadero ego liberado de las encarnaciones en las máscaras de la personalidad y de la rueda de tormentos de la Necesidad y el Destino, y admitido para su descanso en su hogar en el  Espíritu Cósmico inmanente…Prometeo es… “el Rey de Reyes”, el Dios “sentado en el cielo de su corazón”.16
Así, en lugar de identificarse con el ave que picotea y se alimenta incansablemente, él se siente uno con el ave que observa en calma.
 Pero debemos cuidarnos del deseo de identificarnos con el otro pájaro que observa en calma. No es suficiente decir “Yo soy el yo espiritual”, porque es el yo mundano el que lo dice ¡y se hincha de orgullo! Podemos identificarnos con el yo espiritual únicamente cuando el yo personal ha perdido su poder.
“Esta alma prometeana del hombre descendida de los cielos, solamente podrá liberarse de las cadenas de la tierra y del Buitre del Tiempo por medio de la destrucción ( o transformación ) de Zeus…el mundo fenoménico, y por su elevación  a un poder superior, el del ideal, lo único real”.16
Esto no es sólo una cuestión de esfuerzo, sino también de evolución. En otras palabras, el tiempo debe estar maduro:
“El hombre volverá a ser el Titán libre de antaño, pero no antes de que la evolución cíclica haya restablecido la rota armonía entre las dos naturalezas – la terrenal y la divina, después de lo cual se vuelve…invulnerable en su personalidad e inmortal en su individualidad, lo cual no puede ocurrir antes de que todo elemento animal haya sido eliminado de su naturaleza”.17
¿Cómo  ocurrirá esto? Empleando el fuego de la mente. Como el fuego, la mente es una herramienta para purificar, para transformar, y para crear, pero también lo es para destruir. La mente puede ser destructiva. Posee la facultad de crítica, la capacidad de dudar. Lo importante es ser capaz de discernir entre qué criticar y qué no criticar, en qué dudar y en qué no dudar. La mente, como un hacha, puede ser usada para destruir hermosos árboles, pero también para eliminar malezas dañinas y malas hierbas sofocantes. Saber cuáles son los árboles saludables y cuáles son las malezas dañinas – esto es  discernimiento.
Además la Mente, como un fuego destructivo, debe ser empleada sobre nosotros mismos, voluntaria y espontáneamente, en base a la comprensión y al discernimiento. La maleza que ha de ser cortada por el hacha o eliminada por el fuego son nuestros propios deseos egoístas. Esto es al mismo tiempo purificación. Entonces la creación se vuelve posible.
Debemos pensar dos veces antes de volver el fuego destructor hacia otros:
“…tu Alma tiene que convertirse en el maduro fruto del mango: tan blando y dulce como su brillante pulpa dorada, para las penas de los demás, tan dura como el carozo de esa fruta, para tus propias penas y congojas…”18
La mente crítica, abandonada a sí misma, fortalecida por los deseos personales, es pesimista y destructiva para los demás y para uno mismo. Muy a menudo criticamos los defectos de los demás y luego los mismos defectos son criticados en nosotros o los advertimos en nosotros mismos, como si nos pusieran ante un espejo. Entonces somos afortunados, pues podremos vernos y exponernos pero solamente si la mente está purificada de egoísmo. La mente a menudo niega, excusa o justifica nuestras faltas, como resultado del egoísmo en la forma del deseo  de tener una buena imagen de nosotros mismos, de imaginarnos mejores que otros porque estamos convencidos de que estamos separados de ellos, de que podemos prosperar mientras los demás tienen privaciones. Prometeo es la imagen perfecta de nuestras aflicciones, pero también de nuestra liberación.
Resumiendo: la leyenda de Prometeo tiene muchos aspectos. Él tiene muchos roles, visto desde diferentes ángulos – siempre en conexión con la humanidad – tal como lo hemos considerado ahora. Él es el símbolo de aquéllos que se han sacrificado para otorgar la mente al hombre, hacer de él un ser consciente, poseedor de libre albedrío. Pero la conciencia y el libre albedrío combinados con los deseos y todas las debilidades y egoísmos demasiado “humanos”, llevan a conflictos internos, desarmonía y sufrimiento. Y el propio Prometeo atraviesa ese sufrimiento. De modo que él también simboliza y se identifica con el hombre -el hombre en sus luchas y el hombre en el sendero espiritual-.          
Las palabras dirigidas por Hermes a Prometeo encadenado sobre las áridas rocas del Cáucaso – o sea, atado por ignorancia a su cuerpo físico y por lo tanto devorado por el buitre de la pasión – se aplican a todo neófito, a todo Chrestos  en probación:
“Buscarás tales trabajos interminablemente hasta que un dios aparezca como un sustituto de tus dolores y esté dispuesto a ir tanto al sombrío Hades como a las tenebrosas profundidades que rodean al Tártaro ”  (Esquilo, Prometeo Encadenado)…
Es decir,
“Hasta que Prometeo (o el hombre) pueda encontrar al “Dios” o Hierofante que esté dispuesto a descender a las criptas de la iniciación y camine con él por el Tártaro, el buitre de la pasión nunca dejará de corroer su vitalidad”. 19
Sólo cuando el discípulo esté listo el Maestro aparece. Prepararnos, depende de nosotros. Prometeo también simboliza al Bodhisattva que, por solidaridad con todas las criaturas, se rehúsa a entrar en el Nirvana hasta que la última hoja de hierba esté también preparada para entrar allí. Prometeo por lo tanto representa a
“ la sublevación del Alma iluminada contra todas las formas falsas de religión – popular – sacerdotal – establecida – jerárquica, esas religiones que buscan la salvación personal, fundamentadas en el egoísmo en lugar del bien universal y la salvación de todos los seres sensibles”. 20
Finalmente, Prometeo es el Âtma, la Chispa Divina de la llama única – “el Rey de Reyes”, el Dios “sentado en el cielo del corazón”.16
Así Prometeo acompaña al hombre a través de su evolución como pensador y por cierto más allá del pensamiento: el don del fuego, esto es, el despertar de la mente, de la conciencia y el libre albedrío, el  sufrimiento resultante, la lucha por liberarse, la solidaridad del Bodhisattva con todas las criaturas, el inevitable triunfo de la Chispa Divina que entra en la llama o se convierte en la llama.
El fuego, o la mente, la característica del hombre, es el destructor: “La mente es el gran matador de lo Real; que el discípulo dé muerte al matador”21, pero el fuego es también el destructor de los obstáculos.
Como destructor de obstáculos - o de impurezas – el fuego es también el gran purificador y renovador. Juan el Bautista dice: “Yo os bautizo con agua como penitencia, pero detrás de mí viene uno que es más grande que yo, cuyo calzado soy indigno de usar: él os bautizará con el Espíritu Santo y con fuego”.22
El fuego es transformador. El fuego de buddhi- manas (o de la Sabiduría) mata o transforma al fuego inferior de kâma -manas. Como una vela en el sol, su luz menor es devorada por la luz mayor. Algo enteramente nuevo emerge. Algo enteramente nuevo es creado.
Pero primero ha de venir el bautismo por agua, o sea la purificación llevada a cabo por nuestros propios esfuerzos. Luego seguirá el bautismo por el fuego, es decir, la transformación, mutación, regeneración. ¿A qué puede ser comparado? Tal vez al Fénix, surgiendo de las cenizas de su yo primitivo.
El fuego es así el símbolo de la renovación. Éste es también el regalo de Prometeo: la constante renovación. Toda la vida es continua renovación: la consumición de todas nuestras mezquindades, nuestros prejuicios, nuestro odio, nuestro  egocentrismo. Así, como el Fénix, podemos levantarnos de las cenizas de lo que fue y ya no es para ser no sabemos qué. Tal como estamos actualmente, no podemos saberlo.

Referencias
1.       La Doctrina Secreta Abreviada (ASD) (Abridgement of The Secret Doctrine), p. 166
2.       ASD, p.162.
3.       ASD, p 206.
4.       ASD, p.172.
5.       ASD, p.170.
6.       ASD,p. 207
7.       ASD, p. 172.
8.       La Doctrina Secreta (SD) , vol. II, p.244.
9.       ASD, p.207.
10.    ASD, p. 165 - 6.
11.    ASD, p. 207.
12.    12. ASD, p.165.
13.    Fausto (Goethe): “Prólogo en el Cielo”.
14.    Los Principales Upanishads (Traducidos por S.Radhakrishnam), pp.686, 733.
15.    SD, II, p.422.
16.    Collected Writings (CW) vol.IX, p.266.
17.    SD, II, p.422.
18.    La Voz del Silencio, (VOS), v.261.
19.    CW, vol. XI, p. 90.
20.    CW, vol. IX, p. 266.
21.    VDS, vs.4, 5.
22.    Mateo, 3:11