sábado, 22 de agosto de 2015

EL RECTO MOTIVO


Resultado de imagen para naturaleza rios


Clara M. Codd

 ¿Qué es espiritualidad, si la voz del espíritu despierto en el hombre solo puede ser escuchada en el mundo del espíritu? Puedo dar tres definiciones, pero ahondemos mas allá de las palabras yendo hacia la realidad que esta detrás de ellas. La Sra. Besant nos decía que la espiritualidad era la habilidad de intuir la unidad en toda vida. Nos decía que hay dos aspectos que generalmente son confundidos con espiritualidad. Uno era la piedad. Un hombre puede ser extremadamente piadoso y religioso sin tener ni una onza de espiritualidad en él. El otro error era confundir los poderes psíquicos con la espiritualidad. No es más espiritual ver un objeto astral que uno del mundo físico.

HPB decía que la espiritualidad no es lo que entendemos por las palabras “virtud”  o “bondad”. Es el poder de percibir la esencia espiritual sin forma; una siempre creciente respuesta sensitiva a toda vida. El Profesor Radhakrishnan escribe: “Dios es Vida. El reconocimiento de este hecho es conciencia espiritual”.

Significa una cualidad sutil y sensitiva que emana de nuestro interior, un aura que se desvanece en la nada y no está condicionada por una periferia endurecida. Esta “periferia” que encierra a una persona en la prisión de sus propias ideas o intereses está causada por una de dos cosas: o una mente muy rígida o estar muy absorto en uno mismo. De ahí el énfasis del Maestro en la necesidad de una “mente abierta”. La otra causa se yergue del hecho que la mente imaginativa, razonadora es el asiento de ahamkara, la facultad que produce el “yo”.  Nada  incapacita tanto a responder a la vida y a la realidad como esta facultad llevada al exceso. La persona intensamente autocentrada no responde a las necesidades y sentimientos de los demás, y por lo tanto es invariablemente infeliz. Hay un solo enemigo en el camino a la realización de nuestra propia divinidad,  aún desde que damos el endeble primer paso en el esfuerzo de volverse en “sintonía con el Infinito”, y ese es nuestro propio egoísmo.  Pero no deberíamos regañarnos a nosotros mismos demasiado severamente por ello. Por muchas vidas en el Sendero de ida – el pravritti marga – este sentido de ahamkara, del “yo y mí, y lo mío” actúa como una clase de protección, como la cáscara de huevo alrededor del pollito en crecimiento, para permitir que la Divina Posibilidad establezca un fuerte centro de individualidad, por medio del cual un día será capaz de destruir esa protección y permanecer como un radiante centro de poder y luz sin una periferia. En el Sendero de Ida – el prefijo pra del término pravritti significa “ir hacia delante – vuelto hacia fuera” – los futuros vehículos de conciencia son desarrollados por el deseo del Espíritu de entrar en contacto con la materia o la forma (el principio de limitación).

Dice el Katha Upanishad: “El Auto-nacido (la Chispa o Semilla de Divinidad) abre los sentidos hacia el exterior: por lo tanto el jiva (una vida individualizada del Espíritu Universal) busca el Yo exterior, no el interior”.

El Bhagavadgita (XV.7) dice lo mismo: “ Una porción de Mí Mismo, transformada en el mundo de vida en un Espíritu inmortal, atrae alrededor de sí mismo los sentidos, de los cuales la mente es el sexto, velados en Materia.”

El sabio Patanjali, en sus inmortales cuatro pequeños libros de Yoga escribe: “El Vidente (el Uno Inmortal) es conocimiento puro (Gnosis, percepción). Aún cuando es puro, mira a través de la vestidura (medio) de la mente.” La atención puesta hacia el exterior de ese Yo, desarrolla los vehículos de conciencia. Cuando este proceso esta cerca de su culminación, el Yo Inmortal comienza la tarea de purificar y unificar estos vehículos – mente, corazón y cuerpo – a Si mismo y vuelve su atención hacia su Fuente Divina, en el Nivritti Marga  o Sendero de Retorno.

En este Sendero, la envoltura protectora del egoísmo es quebrada y la conciencia se identifica con toda vida, mientras aún retiene su propio centro.  Así que, la Mente no purificada es el gran Matador de lo Real (La Voz del Silencio, 4). Para usar otra metáfora, una de HPB, el “puente” entre la conciencia humana temporaria y aquella que es Eterna, es construido por la mente purificada de todo egoismo. Este no es trabajo de un momento, quizás de más de una vida. Este es el gran Peregrinaje del Alma, el ciclo de evolución para el espíritu en el hombre.

Todas las cosas crecen en ciclos. Los días siguen a los días, la primavera sigue a la primavera, la vida en la escuela de la tierra sigue a la vida, hasta que el mas grande ciclo de todos está acabado, y el Espíritu retorna a Dios, de quien emanó, “Cuando aquél que fue sacado de la profundidad ilimitada, regresa de nuevo a casa” (Tennyson). Desde un estado primitivo de nesciencia o inocencia, come del árbol del conocimiento del bien y del mal, esto es que cae bajo el continuo juego de los “pares de opuestos”, así desplegando la autoconciencia y la automotivación y, cuando la hora esta madura, come de aquel otro árbol, el árbol de la inmortalidad conciente.

La palabra sánscrita vrtti significa “longitud de onda”, aproximadamente. Todas las formas y los fenómenos de la Naturaleza son “longitudes de onda” – el principio de limitación – visibles a los ojos físicos o invisibles. Quizás podamos ahora entender la definición de espiritualidad de HPB: “el poder de percibir la esencia espiritual sin forma”.

Pienso que también significa elevarse por sobre los pares de opuestos y, al final, no ser afectados por ellos. Los pares de opuestos no son reales. Ellos están allí para ayudarnos a desarrollar nuestra autoconciencia. En el mundo de lo Real no hay bueno y malo, sagrado y profano, pero si un poderoso, santo, glorioso y eterno poder que le provee al hombre su bienaventuranza y realización final.

Pero no podemos destruir nuestro egocentrismo peleando contra él. Eso solo lo acentuaría. Lo mejor es “trascenderlo”. Dejemos de pensar tanto en nosotros mismos, o preocuparnos demasiado por lo que pueda pasarle a ese pequeño yo y  en vez pensemos más en “la grandeza, lo sublime, la belleza, que son la sombra de Dios en la tierra” (Mazzini). La clásica meditación del Señor Buda nos dice esto: Primero de todo adecuemos  nuestros corazones para que anhelemos el bienestar y la prosperidad de todos los seres, incluyendo aún la felicidad de nuestros enemigos. Luego, vividamente representemos ante nosotros mismos toda la pena y la incapacidad de los demás hasta que una profunda compasión mueva nuestra alma. Nuevamente pensemos en toda la alegría y prosperidad de los demás, regocijándonos en su buena suerte. Finalmente elevémonos en pensamiento por sobre el amor y el odio, la riqueza y la necesidad, el éxito y el fracaso, y así... consideremos nuestro propio destino con calma imparcial y perfecta tranquilidad.



Esta actitud mental, si podemos genuinamente realizarla, nos libera de muchas angustias. No nos debe importar lo que una persona sea o no sea, y aún si nosotros mismos somos alguien o no. El Maestro dice que el crecimiento de la espiritualidad nos hará “despreocupados de si somos fuertes o débiles, sabios o ignorantes”. Para los ojos del espíritu no hay pequeño o grande. Todo es querido, todo es importante.



Ahora podemos entender cuál es la voz que puede ser escuchada en el mundo de los Maestros:



            Antes de que la voz pueda hablar en la presencia de los Maestros tiene que perder el poder de herir. Antes de que el alma pueda pararse ante la presencia de los Maestros, sus pies deben ser lavados en la sangre del corazón (Luz en el Sendero, 11).



Este es el amor genuino del hombre, de hecho, para todos los seres vivientes. No pienso que sea una sensación emocional; es más un honesto deseo por la felicidad y el bienestar de todo. “Nuestros antepasados, deseando el bienestar del mundo, obtuvieron la liberación”.



El primer paso, dice el Maestro, es “una vida limpia, un corazón puro”. ¿Qué es pureza?. No pienso que tenga algo que ver con la moral que es hecha por los hombres. Su significado real es sinceridad total de corazón, de pensamiento y propósito, sin lugar para uno mismo o para beneficio de uno mismo de ningún tipo, material o espiritual. Cualquier motivo egoísta, por cosas bajas o elevadas, vicia al ideal. El Maestro KH escribe al Sr. Sinnett:



La primera y principal consideración en determinarnos a aceptar o rechazar su oferta, descansa en el motivo interno que lo impele a buscar nuestra instrucción, y en un cierto modo, nuestra guía.... Para nuestras mentes, entonces, estos motivos, sinceros y valiosos de toda seria consideración desde el punto de vista mundano, aparecen – egoístas .... Son egoístas porque Ud. debe darse cuenta que el principal objetivo de la ST no es tanto la gratificación de aspiraciones individuales, sino servir a nuestra hermandad....Quizás Ud. apreciará mejor lo que quiero significar si le digo que para nuestro punto de vista la más elevada aspiración por el bienestar de la humanidad se vuelve teñida con egoísmo si en la mente del filántropo acecha la sombra del deseo por el propio beneficio o una tendencia a la injusticia, aún cuando estos existan inconscientemente para él. (CM, 7-8)



El único aspecto individual verdadero en nosotros son nuestros motivos, percepciones y propósitos, y estos deben ser totalmente dirigidos hacia el bienestar de ese espíritu de vida uno, el cual es nuestra única vida verdadera. Ningún hombre puede vivir o morir solo por sí mismo. Él está por siempre ligado a todos los otros fragmentos divinos que están esforzándose lado a lado con él e integran la carrera a la cual él pertenece. Dice HPB :



Hay una ley oculta que dice que ningún hombre puede elevarse por sobre sus defectos individuales, sin elevar – aunque sea un poco – el cuerpo entero del cual él es una parte integrante. De la misma manera, ningún hombre puede pecar, o sufrir los efectos del pecado, solo. En realidad, no hay tal cosa como la separatividad; y el acercamiento más próximo a ese estado de egoísmo  que las leyes de la vida permiten, es en la intención o motivo.



El Maestro KH escribe: “Buscamos persuadir al hombre de sacrificar su personalidad – un destello pasajero – por el bienestar de toda la humanidad, y de sus propios Egos  inmortales” (CM, 231).



Por eso desarrollemos el recto motivo , que no es preocuparse si somos santos o sabios. “El que piense de sí mismo como más santo que otro, el que tiene algo de orgullo por su ausencia de vicio o necedad, está descalificado para el discipulado. Un hombre debe ser como un niño antes de que pueda entrar al Reino de los Cielos” (HPB). Recordemos que la ambición espiritual y el deseo egoísta son mucho más peligrosos que sus contrapartes mundanas. El Maestro KH escribe:



Aunque bien adaptado física y psicológicamente para responder a tal selección, a menos que el chela sea poseedor de inegoísmo espiritual así como físico, haya sido seleccionado o no, deberá perecer a la larga como tal.



El Maestro dice algo similar en palabras muy simples en  A los pies del Maestro:



Pero hay algunos que abandonan la persecución de objetivos terrenales solo a los efectos de ganar el cielo, o para obtener la liberación personal del renacimiento; en este error no debes caer.



Y dice HPB nuevamente: “Lo que el verdadero ocultista busca no es el conocimiento, o el crecimiento, o la felicidad, o el poder, para sí mismo....



Luz en el Sendero nos dice “ desear ardientemente”, y luego nos dice que lo que deberíamos desear es acumular bienestar para ese espíritu de vida uno que es nuestro único verdadero ser. ¿Cuál es nuestro verdadero motivo? ¿Es el pensamiento de la belleza,  maravilla, o certeza de estar nosotros mismos con el Maestro, lo que nos atrae? o, ¿de poseer un día poderes que no le son otorgados a otros hombres?. Dice  Luz en el Sendero (p.18) :



Detente y medita un poco. ¿Es realmente el camino lo que deseas, o es que tu fantasía te ofrece una vaga perspectiva de encumbradas alturas que escalar, o un gran porvenir que abarcar? Ten presente la advertencia. El camino ha de buscarse por él mismo, no teniendo en cuenta tus pies que lo deben recorrer.



... Hay un viejo dicho de que cuando el discípulo está listo el Maestro aparece. Cuando su luz brille, cuando su voz es escuchada, “es nuestra ley acercarnos a cualquiera que en su interior brille aunque sea débilmente, un vislumbre  del verdadero “Tathagata”. (CM, 268).