domingo, 17 de mayo de 2015

RIGIDEZ Y FLEXIBILIDAD


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Surendra Narayan

 El Sr. Surendra Narayan fue por muchos años Vice-Presidente Internacional de la Sociedad Teosófica.

  Hay una oración en A los Pies del Maestro que nos aconseja ser firmes como una roca cuando de lo justo y de lo injusto se trate, pero siempre ceder en cosas que no tienen importancia.

   Reflexionando sobre la diferencia entre lo recto y lo incorrecto, uno nota que la noción de ambos ha variado hoy respecto al pasado, varía en diferentes países, religiones, comunidades, e incluso entre diferentes castas.  No hace mucho tiempo, la viuda solía inmolarse en la pira funeraria de su esposo en ciertas partes de India, y eso se consideraba correcto y sagrado, pero esto no ocurría en otras partes y tampoco ocurre ahora en ningún lado. En el presente, también lo prohíbe la ley. Muchas guerras en la Edad Media eran llamada ´guerras sagradas´.  Incluso actualmente las guerras no han disminuido y son consideradas buenas para el grupo de países o país agresor, y malas por muchos otros.  Y lo más reciente es el ´terrorismo´.  Algunos de los que lo practican, lo consideran absolutamente correcto y un servicio a Dios, la religión o el país.  El resto del mundo lo llama barbarie, y lo considera totalmente erróneo.  El trabajo infantil es otra práctica considerada correcta por quienes emplean niños porque reduce los costos de producción, permite que se venda mercadería en mercados competitivos nacionales o internacionales, e incidentalmente, también provee empleo para los pobres.  Otros lo consideran una explotación egoísta, y dañino para el crecimiento integral saludable de los niños.

   Las palabras ´bueno´ y ´malo´ o ´malvado´ también se han usado en el mismo sentido que ´recto´ e  ´incorrecto´.  Puede ser oportuno en este contexto, hacer referencia a una afirmación de Aldous Huxley, en La Filosofía Perenne:

 El bien es la sumisión del yo separado, y finalmente la aniquilación, en la Región divina…; la maldad, es la intensificación de la separatividad, la negación a saber que la Región existe.

 Y luego, significativamente agrega:

 Estos estados erróneos de la mente son… absolutamente incompatibles con ese conocimiento unitivo de la Región divina, que es el Bien supremo.

   La percepción de la unidad de toda la vida yace en la raíz de saber qué es correcto y qué es incorrecto.  Los Maestros nos han recordado una y otra vez sobre la necesidad de la percepción de la verdad de que toda la vida es una.  En la Biblia una bella oración dice:

 Porque de igual manera, que en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero todos ellos no tienen la misma función. Así muchos somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros. (Rom., 12: 4-5)

 Usando un lenguaje diferente, J. Krishnamurti dijo una vez:

 Todo es un solo movimiento, las estrellas, los cielos, la luna, el sol: una energía tremenda.  Nuestra energía es muy limitada. ¿Se puede eliminar esa limitación, y nosotros ser parte de ese enorme movimiento de la vida?  Yo llamo a esto el bien.

 Y un Sufi iluminado dirigiéndose al Supremo, dijo: Fui al jardín, miré a todas y cada una de las flores que allí había, y observé que cada una tenía el mismo color y la misma fragancia que Tú.

   La percepción de esta unidad de toda vida llega cuando observamos cuidadosamente, miramos con atención, y tratamos de comprender la naturaleza de la vida, de los hechos, y de las relaciones desde un nivel de consciencia más profundo, más allá del ´yo´, el ´me…´ y lo ´mío´.  Una percepción en aumento de esta unidad comienza a eliminar el egoísmo y la separatividad, el apego a las cosas que nos dan placer, siendo totalmente indiferentes de lo que le pasa a otros, y por lo tanto nos lleva a darnos cuenta de qué es correcto y qué es erróneo en pensamiento, palabra y acción.

   Todo esto no significa abandonar la vida del mundo y retirarse en reclusión.  Puede ser oportuno mencionar aquí una famosa enseñanza de Buddha.  Una vez, Anâthapindikam, un hombre de inmensurable riqueza, se acercó a Buddha y le dijo: “Mi corazón ansía hacer lo correcto y ser una bendición para mis semejantes.  ¿Debo abandonar mi riqueza y mis negocios y como tú ser un mendicante a fin de alcanzar la dicha de una vida religiosa?” Buddha contestó:

Todos pueden alcanzar la dicha de una vida religiosa; pero quien se apega a la riqueza es mejor que la abandone, a que permita que envenene su corazón; pero quien no se apega a la riqueza, y poseyéndola la usa correctamente, será una bendición entre sus semejantes.  No es la vida y la riqueza y el poder lo que esclaviza a los hombres, sino el apego a la vida, a la riqueza y al poder.

   Vayamos ahora al consejo “siempre ceder en cosas que no tienen importancia”.  A menudo notamos bastante desagrado e incluso riñas en las familias porque a los padres no les gusta cuando los niños dejan de lado algunas viejas tradiciones o costumbres, como por ejemplo los matrimonios acordados sólo por los padres o los mayores en la familia, o las niñas que tienen que ir a escuelas sólo de niñas.  A veces surgen diferencia entre los padres y los hijos, respecto al modo en que los jóvenes visten, sobre las materias que eligen para estudiar en la escuela o en la universidad y sobre la carrera a seguir, si prefieren la profesión del padre u optan por una línea de trabajo diferente. No hace mucho tiempo en India, en muchas familias la propuesta de matrimonio para que una viuda se volviera a casar, o para casarse con alguien fuera de la casta, ¡solía crear un terremoto medida 6 o 7 en la Escala de Richter! El consejo dado en todos esos casos es “ser siempre gentil y amable, razonable y complaciente, dándoles a otros la misma y absoluta libertad que necesitan para ustedes mismos”.

   De igual modo, observando las formas en que el trabajo se lleva a cabo incluso en instituciones filantrópicas y de caridad, a menudo uno nota que surgen diferencias en cosas que realmente no tienen importancia.  Sería bueno referirse al consejo dado al respecto por Madame Blavatsky a los miembros de la Sociedad Teosófica en Norteamérica, quienes se habían reunido para su Convención anual.  Ella escribió:

 Los Maestros sólo requieren que cada uno haga lo mejor que pueda, y sobre todo, que cada uno se esfuerce en realidad para sentirse uno con sus compañeros de trabajo.  No es un acuerdo torpe sobre cuestiones intelectuales, o una unanimidad imposible respecto a todos los detalles del trabajo que se necesita, sino una devoción verdadera, honesta y de corazón a nuestra causa que llevará a cada uno a ayudar a su hermano al máximo de sus fuerzas para trabajar por esa causa, ya sea que estemos de acuerdo o no respecto al método exacto de realizar ese trabajo.

 Y ella agregó en otro Mensaje:

 La auto-observación nunca es más necesaria que cuando un deseo personal de liderar y una vanidad herida, se disfrazan de devoción y trabajo altruista.