lunes, 4 de mayo de 2015

Que cada momento sea un nuevo amanecer


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S. Sundaram

S.Sundaram es el Secretario General de la Sección India de la ST. Conferencia brindada en la Convención Internacional, Adyar, diciembre de 2013.

 Un poeta observó hace unos años que aunque la India alcanzó su “Libertad a la Medianoche”, aun nos falta ver la luz del día. Esta observación se puede aplicar igualmente al individuo, la familia, la sociedad y el mundo en su conjunto. Ciertamente la edad y la experiencia no nos han tornado más sabios. ¿Qué fue lo que salió mal? La pregunta es si debemos modificar los valores que fueron reconocidos, asimilados y vividos por  unos pocos individuos, o ¿será que nosotros debemos modificar nuestra propia manera de ver las cosas, nuestra propia manera de pensar y vivir?

Si una filosofía viva ha de solucionar los problemas que existen en la sociedad, entonces esa filosofía debe ser implementada, traducida en acción y vivida por los miembros que constituyen la estructura o cuerpo de esa sociedad. Es el individuo o un grupo de personas quienes pueden hacer que estos nobles pensamientos se materialicen. En este sentido, cobra mucha importancia el papel que desempeña el individuo o el grupo de personas.

El papel es acción, requiere acción; requiere “una conducta apropiada que sirva como pauta común para la acción social”. La intensidad de la participación de la persona que desempeñe el papel es un factor significativo para alcanzar el cambio deseado que el individuo o grupo de personas han percibido. Eso provee la eficaz dirección en la cual la sociedad debe moverse y progresar. En la organización en la que estamos considerando al sujeto, “papel” puede definirse como conducta y acción basada en pensamientos y valores que no son egoístas y tienen como fin el mejoramiento del prójimo y la sociedad.

La transformación social puede explicarse como un cambio relacionado con o concerniente a las relaciones mutuas y el bienestar de los seres humanos como miembros de la sociedad. No es algo que pueda lograrse mediante la aprobación de leyes. No puede imponerse desde arriba, ni tampoco alcanzarse descubriendo las motivaciones superficiales de la humanidad, tales como la avaricia, el temor, la envidia, etc. El factor más significativo en este sentido es la perspectiva social de los miembros que deseen producir una transformación social. Sin una perspectiva social bien formulada, todos los demás esfuerzos serían inútiles y no nos conducirían a ninguna parte. Si los miembros de la Sociedad Teosófica han de ayudar a producir esta transformación, a lograr un nuevo mundo, es necesario que sepan cuáles son las áreas que son motivo de preocupación. El punto que amerita consideración es qué valores humanos  buscamos preservar en nuestro avance hacia una mejora social. No resulta fácil definirlo si uno no posee suficiente conocimiento sobre Teosofía del cual sus miembros puedan procurar ayuda. La Teosofía debe considerarse una actividad en la que conocimiento y acción deben estar íntimamente relacionados.

Un hecho del que todos somos conscientes es que, cuando la transformación es considerada dentro del contexto teosófico, se pone énfasis en la transformación a nivel individual. Se hace hincapié en la transformación de la naturaleza personal, la conducta y visión de la vida, ya que es el individuo quien pone en movimiento los pensamientos nobles. Con relación a esto, el Hno. N. Si Ram dice:

No alcanza con producir en mero cambio externo. Debe haber un cambio fundamental en el hombre. Es como enseñar buenos modales. Esto es precisamente a lo que Krishnamurti  se refiere  y tiene como objetivo, un cambio fundamental que produzca de manera automática y con la mayor naturalidad posible, todos los cambios necesarios en organización y comportamiento. Cuando uno percibe la verdad por sí mismo, actúa de acuerdo a esa verdad. No se necesita ninguna dirección, excepto esa verdad.1

Es pertinente comprender la naturaleza de la transformación que tiene lugar en un individuo, la transformación dentro de un individuo, la transformación en la propia psiquis, en la totalidad del ser, que es en realidad la fuente, el manantial  de la revolución externa. Sólo el cambio interno puede producir  un cambio en el mundo externo; el cambio interno puede producir un cambio en la visión misma de la vida. Ya que sólo la agitación interna, las preguntas y dudas que surgen en nuestro interior, son las que nos ayudarán a percibir la belleza de la Vida Interna, una vida que no está en oposición a la vida terrenal, sino que es una vida más plena, más rica, una vida completa. En otras palabras, las preguntas mismas, el ansia por saber nos llevará a una comprensión de la vida Una, su Unidad y Armonía tanto interna como externa. En este sentido, cabe mencionar que la Dra. Annie Besant y Gandhiji pudieron llevar sus ideas a la práctica de manera eficaz ya que tenían en claro en sus mentes los temas en los cuales estaban genuinamente interesados. Dejaron muy en claro a la gente que mientras seamos esclavos de nuestros instintos más bajos y seamos guiados por las fuerzas que influyen a nuestra naturaleza inferior, la libertad política y la reforma social carecerán de sentido y no nos conducirán a ninguna parte. Ellos nos mostraron “la conexión entre el servicio a la humanidad doliente y el proceso de auto purificación”.2

La característica esencial de la ST es que no busca confinar la mente de nadie dentro de la periferia de ideas preconcebidas y opiniones preestablecidas. Todos son libres de explorar, de excavar en las profundidades y descubrir por sí mismo lo que pueda sobre la sabiduría y la verdad. La resolución sobre “Libertad de Pensamiento” aprobada por el Consejo General está basada en la fe en los miembros, de todos quienes tienen el potencial de ser creativos y constructivos. Pero esta libertad también trae una gran responsabilidad en cada miembro. Por lo tanto, debe recordarse que una vez que una persona se convierte en miembro, una vez que se ha unido a la Sociedad, se torna responsable por sus pensamientos y actos. Sin lugar a dudas, esto requiere de un enorme sentido de responsabilidad, sentido común y conciencia moral. Este sentido de responsabilidad, deber y honestidad proviene del interior.  Al menos que brote y crezca desde adentro, al menos que uno sea honesto con su propio yo,  las acciones para ejecutar la tarea encomendada no serán espontáneas.3

Ha habido momentos en la historia humana en que ciertos individuos intentaron moldear a la sociedad con su amplia visión, sus pensamientos creativos y sus nobles y santos ideales. De no haberlo hecho así, nadie los habría cuestionado. Las inspiradoras y reflexivas enseñanzas inspiraron a muchos a estudiar y comprender el significado genuino y profundo del dharma. Ellos canalizaron todos sus talentos, energías y conocimiento no para echar por tierra las esperanzas de la gente sino para forjar el destino de la sociedad. La atmósfera que intentaron generar era impersonal, depuradora y purificadora. Los distinguía de los demás su  sinceridad y responsabilidad para con ellos mismos y la sociedad, la Naturaleza, y por sobre todo para con la Verdad. La responsabilidad por algo verdadero, bueno y bello los inspiró a actuar de manera positiva. Su visón de una sociedad sana, buena y feliz, y la armonía de consciencia y visión los motivó, o más bien los obligó, a actuar con espontaneidad para transformar el sueño en realidad. Lo que sea que hicieron, lo hicieron porque no pudieron evitarlo. Y esta actitud es la fuerza pertinente que marca una diferencia. Nunca nos cansamos de admirar, mencionar y citar a estos grandes seres. Pero, cuando se trata de nuestro diario vivir, se le da prioridad a cuestiones del todo distintas. Por lo tanto, mientras siga existiendo esa discrepancia entre pensamiento y acto, esa brecha entre idea y práctica, ¿puede nacer un mundo nuevo con gente de distinto nivel y calidad? En este sentido, el otro punto que cabe considerarse es: ¿podría darse un proceso de cambio interno paralelamente con el cambio terrenal que desarrolle en la gente un sentido de pertenencia mutua?

Debemos recordar que lo que la gente denomina progreso no es nada si no conduce a un cambio interno correspondiente. Deben fundirse de manera armónica y adecuada mano, cabeza y corazón, o fuerza del alma, para tener un ser humano completo. No se necesita solamente una excelsa brillantez y conocimiento científico y técnico. Lo que se requiere es sabiduría moral. Entonces surge la pregunta, ¿qué puede hacerse en la actual situación? ¿Cómo pueden contribuir los miembros de la ST para construir una sociedad más justa en el futuro? ¿Cuál puede ser el papel de la Teosofía en una era de cambios producidos por el desarrollo tecnológico? ¿Cómo puede la Teosofía tornarse orientada a las personas? ¿Cómo pueden oírse nuestras voces? Alguien podría decir que si hemos de ser oídos y respetados, necesitamos tratar problemas de interés nacional y universal. Si es así, desearía añadir que los miembros de la ST no están separados de la corriente principal de la  sociedad. Ellos están igualmente preocupados por los problemas que aquejan a la sociedad; la diferencia radica en nuestro enfoque para encarar dichos problemas. El objetivo de la ST es curar la enfermedad y no los síntomas. La teosofía cuenta con un potencial sin explotar: el de presentar una perspectiva más holística de nuestros problemas nacionales.

¿Qué marco mental humanístico producirá dicho entorno ético? Ésta es una tarea que no puede ser la exclusiva responsabilidad de los intelectuales, pensadores y científicos sociales, y trabajadores sociales. Se constituye en responsabilidad de toda la humanidad.  Cómo dijo el Hno. N. Sri Ram:

Lo necesario no es un cambio organizativo, sino en la calidad de vida que fluye a través de la organización; eso parece mucho más importante que los procedimientos de las formas externas. 4

El Buda dijo que “la vida está llena de sufrimiento”. Pero eso no es lo único que dijo en el contexto del sufrimiento. Él además mostró el Noble Óctuple Sendero para salir del sufrimiento. La causa del sufrimiento es “determinable” y la manera de librarse de éste está también disponible.5 Como señaló un erudito: “la vida no iluminada que vivo carece de verdadero significado y verdad”. Al menos que encontremos las causas de nuestro desorden interno, la mera acumulación de información en nombre del conocimiento y la educación no nos conducirá a ninguna parte.

Entonces, ¿es posible producir un cambio poderoso y significativo en la totalidad de nuestra psique o proceso de pensamientos  y nuestras acciones, para lograr armonía entre pensamiento y acción, entre la teoría y la práctica de las enseñanzas y valores Teosóficos?  La vida y trabajo de grandes personas muestran que se puede producir una transformación radical y fundamental siempre y cuando nos avoquemos a ello de manera adecuada.

Examinemos nuestro propio yo y veamos si hay falta de compromiso de nuestra parte. ¿Qué nos impide tomar la iniciativa y actuar de manera espontánea y voluntaria cuando la situación nos lo requiere?  ¿Cuáles son los factores y fuerzas que nos abruman e impiden que hagamos la acción correcta en el momento oportuno? Si somos miembros conscientes, que tomamos con seriedad éstas y otras cuestiones similares, podremos solucionar los problemas y tensiones mediante una correcta comprensión y buena voluntad.

El creciente consumismo ha hecho que el estilo de vida del hombre se torne cada vez más dependiente de las cosas materiales, lo que trae como consecuencia mayores problemas y complicaciones. Las necesidades de la gente están siendo determinadas por las publicidades de los medios de comunicación masivos. Al menos que nos sobrepongamos a nuestra tendencia a adquirir cada vez más para nuestra mezquina ganancia personal e incrementar el poder y rango, las consecuencias están destinadas a ser las mismas que hoy en día observamos en el país y todas partes del mundo. La cultura y tradición de la India nos ha enseñado que la educación es eso que libera, que despierta e intensifica la consciencia. Además, la educación que no ayuda en el florecimiento del propio ser es contraproducente. En la actual situación se torna esencial descubrir la posibilidad de cambio en la que individuo y sociedad puedan ser interdependientes en el más profundo y genuino sentido del término. Los factores y causas que promueven inequidad, fundamentalismo, deseo y competencia por obtener mayor riqueza han generado una enorme crisis. Es necesario liberar al individuo y la sociedad de esta crisis y elaborar un modelo de sistema social en el que prevalezca la libertad, en el sentido correcto. Un orden en el que moralidad, buena conducta, coexistencia, cooperación y compasión puedan ser fuerzas efectivas y poderosas a tener en cuenta. Para esto, es pertinente que cada individuo se torne genuinamente fuerte en su interior, ya que sólo entonces podrán sus buenas y nobles cualidades generar un impacto positivo en la gente. Por lo tanto, es necesario despertar la fuerza moral que habita en nuestro interior, que son las únicas capaces de guiar los pensamientos y acciones en la dirección correcta.

En mi vida he visto a muchos enfermos y ancianos, pero nunca cuestioné ciertas verdades fundamentales de la vida. Hace unos 2550 años un Príncipe fue testigo de las mismas escenas, las cuales perturbaron todo su ser y decidió indagar en las profundidades de las causas. La búsqueda misma de la verdad lo iluminó, y él es considerado como uno de los Grandes Seres Iluminados. Esto demuestra que una mente que cuestiona, observa y es inquisitiva, un espíritu que indaga,  es necesario para comprender nuestro propio y verdadero ser, para comprender los misterios de esta maravillosa tierra, la Verdad Cósmica, y por sobre todo, la unidad de todos los fenómenos en la comprensión de que la conciencia una, la Energía Suprema, impregna cada partícula en cada ser de este cosmos.  En otras palabras, las preguntas, el mismo deseo de saber nos conducirá a la comprensión de la Vida Una, la Unidad y Armonía en la Vida interna y externa.

¿Cómo estar a la altura de las circunstancias? ¿Cómo concienciar a la gente acerca del hecho de que los temas que se categorizan como abstractos y utópicos no sólo han inspirado a muchos individuos en el pasado para ir tras un estudio más profundo, sino que además han iluminado y transformado su visión y enfoque de la vida? La visión e ideas concebidas y experimentadas por santos, visionarios, pensadores, filósofos y grandes eruditos, no han perdido relevancia con el paso del tiempo.  De hecho, su significancia ha crecido con las diferentes crisis por la que está atravesando el mundo. ¿Cómo producir un cambio en el actual patrón existente de relaciones humanas?

Uno debe indagar y meditar sobre ciertas cuestiones: ¿cuáles son las cualidades inherentes básicas y el contexto de la fuerza constructiva que transforma a ciertos individuos en grandes y nobles almas? Uno descubre que existe en ellos una completa armonía entre pensamiento y acción. Su claridad y profundidad de percepción, la percepción de unidad con la Naturaleza, la sociedad y otras situaciones, hace que se involucren espontáneamente con éstas. Este compromiso total, junto a la fuerza de su energía constructiva, se manifiesta como compromiso voluntario con las demandas de la situación y la crisis. Y el sentido de conciencia y  compromiso  los hace responsables ante sí mismos y la existencia universal. Estos maestros son guiados por su conciencia y fuerza interna. Esta conciencia es tan clara que no pueden permanecer inmóviles o indiferentes ante una situación que consideran injusta. Ellos responden ante su propio yo, su propia conciencia e integridad. Su compromiso voluntario para cumplir con la tarea suprema explica su fortaleza interna y el coraje de convicción.

En la “Escalera de Oro” de HPB, encontramos las palabras “una vida limpia”, “una mente abierta”, “un corazón puro”. Pero es difícil distinguir entre “una vida limpia”, “una mente abierta” y “un corazón puro”. No sólo son interdependientes y complementarios entre sí, sino que además son inseparables. La completa identificación entre pensamiento y acción que vemos en las vidas de los grandes seres, muestra que ellos tenían un corazón puro, que llevaban una vida limpia, y vivían con mente abierta.

El deseo de confort, seguridad y éxito nos impide tener una mente abierta. Una persona con mente abierta siempre está alerta, despierta y sensible a la situación y su entorno. Es por eso que no reacciona, sino que responde ante una situación. No se deja influir por situaciones adversas. Debido a esta alerta y sensibilidad, una mente abierta acepta nuevos pensamientos e ideas comprensiblemente. En otras palabras, implica una buena predisposición para comprender el punto de vista de los demás y explicar el propio punto de vista a los otros. No impone su opinión sobre los demás e insiste en que sólo debe aceptarse un punto de vista cuando se está convencido de su corrección. En este sentido, mientras más receptividad, mayor profundidad, y en una mente así existe mayor margen para una auto limpieza y auto purificación. Es en una mente así que puede florecer y desarrollarse la sensación de libertad, iniciativa, creatividad y responsabilidad.

En la disertación del año 2005 dada en el Monumento a A. Besant, el Ing. Prof. Asghar Ali Engineer se refirió a la diferencia entre “razón” y “sabiduría”:

La razón es el uso del intelecto para comprender. Es sólo una herramienta que nos ha dado Dios, pero cómo la utilizamos en beneficio de otros dependerá de los valores a los que suscribimos. La razón más los valores se convierten en sabiduría. Por lo tanto, es deber de quienes creen en ciertos valores utilizar el intelecto para promover esos valores y eso será sabiduría.6

Por lo tanto, que exista una completa coordinación entre lo que sabemos, lo que absorbemos comprensiblemente, y lo que hacemos.  Entonces, nuestro pensamiento y acción tendrán impacto positivo, generarán una atmósfera que servirá de estímulo para que otros también practiquen los altos valores de la vida en lo cotidiano.

Lo que estoy diciendo no se aplica a los grandes eruditos de la Religión, Filosofía o Psicología; no lo digo en el contexto de quienes han estudiado Teosofía en profundidad y han vivido los valores teosóficos. Estoy compartiendo mi opinión con la gente común para quienes es difícil dedicar tiempo y energía para meditar sobre los valores de la vida que realmente  importan. Están acostumbrados a un cierto patrón de vida, el cual no sienten muchas ansias de cambiar.  Esos hombres y mujeres en general malinterpretan el principio de Karma, y cualquiera sea la situación adversa que deben enfrentar la interpretan como un resultado del karma pasado. Pero la pregunta pertinente a ser considerada es que aunque estemos frente a una situación desagradable debido a un karma intencional o involuntario del pasado, ¿estamos haciendo algo en el presente para modificarlo y al menos tener un mejor futuro? La larga ausencia de pensamiento positivo afecta de manera adversa al individuo y también a la sociedad. Entonces, si hemos de salir de la crisis actual, cambiemos nuestra visión, no ignoremos el presente. Que el presente sea el punto de apoyo para un mejor futuro bien planificado, para toda la humanidad. La correcta utilización de los recursos y oportunidades disponibles  en el presente darán sentido a la vida. Tenemos una inmensa riqueza en la literatura teosófica y en las palabras de sabiduría. Sin embargo, no esperemos que la inspiración nos llegue servida en una bandeja.  Empeñémonos con esfuerzo para convertirnos en ese cambio. Entonces la armonía, sabiduría y verdad innatas se desarrollarán por sí solas a través de nosotros. Lo que se requiere de nosotros no es una actitud indiferente o casual, sino una visión positiva y constructiva. Utilicemos el presente de la mejor manera posible, tanto en pensamiento como en acción. Para decirlo en las palabras de Krishnaji: “una mirada fresca”.

En unos de sus versos, el célebre poeta Urdu, Mirza Ghalib dice:

Los ojos deben permanecer abiertos todo el tiempo, en toda situación, ya que es la intensidad del deseo, la pasión del que ve, lo que hace florecer el capullo al máximo hasta alcanzar su belleza y esplendor divinos.

No es sólo con los ojos del cuerpo físico, sino con los ojos del alma, de nuestro vibrante ser interno, con los que uno debe observar todos los fenómenos, el funcionamiento de la Naturaleza y de la Vida. Es entonces que cada momento ofrecerá nuevas y renovadas oportunidades, inspiraciones, entusiasmo y  fortaleza, permitiéndonos y motivándonos a levantarnos y avanzar, trabajando por lo que es bueno, verdadero y bello. Cada momento producirá no sólo un nuevo amanecer, sino que cada momento será un nuevo amanecer en su gran gloria y esplendor.



References
1. N. Sri Ram, Human Regeneration, Second Reprint, 2002, Theosophical Publishing House pp. 5-7.
2. S. Sundaram, “The Essence of Revolution”, The Indian Theosophist, June 2003.
3. General Secretary’s Report, 2003-2004, The Indian Section.
4. N. Sri Ram, “The Pursuit of Wisdom”, The Theosophist, July 2004, p. 387.
5. James W. Boyed, “Suffering in Theeravade Buddhism”, Suffering: Indian Perspectives, Ed. Kapil
N. Tiwari, MotilalBanarasidass, Varanasi, 1986.
6. Asghar Ali Engineer, “A Sufi Way to World Peace”, The Theosophist, May 2006, p. 290-291.