domingo, 8 de febrero de 2015

Sabiduría Regenerativa




FEMMIE  LIEZENGA

La Sra. Femmie Liezenga trabaja en el Centro Teosófico Internacional en Naarden. La disertación  tuvo lugar en la Convención Internacional, Adyar, diciembre  en de 2013.



N. SRI. RAM dice en Un Acceso a la Realidad


La sabiduría es una cualidad del sujeto puro y está relacionada con su forma de ver y responder. Cambia constantemente, no en su propia naturaleza –la cual es potencialidad pura–  sino en su acción, debido a su maleabilidad ilimitada e inagotable iniciativa. También podríamos llamarla la sabiduría o conocimiento del Yo Superior.


Hablemos acerca de vivir la Sabiduría, acerca de  la armonía interna, no acerca de un conjunto de teorías. Debe existir una conexión entre las enseñanzas que estudiamos en la ST y la vida que vivimos.

¿Cómo vivimos nuestra vida? ¿Cómo son nuestras relaciones? Todo en la vida está relacionado y ver esto realmente parece ser lo más difícil  para la mayoría de nosotros. En el momento en que conocemos al prójimo, ¡toda nuestra enseñanza puede resultar muy superficial! ¡Quizás la conexión entre nuestro conocimiento y nuestra vida diaria no se encuentra para nada allí!  ¿Somos conscientes de eso? 

¿Tiene sentido para nosotros lo que dijo el Iniciado San Pablo: “¿No sabes que eres un Templo y que el Espíritu divino mora en ti?”

No es en las grandes acciones que se vive una vida sabia y verdadera. Una persona sencilla, que realiza la tarea que se le presenta en su vida cotidiana con un corazón pleno de amor, realiza más acciones de bien que todo el trabajo realizado por una persona talentosa sin un verdadero corazón por los demás. Todo depende del motivo que tengamos. En nuestras relaciones diarias la sabiduría pude ser un poder o verdad vitales, regeneradores: una persona sencilla, sabia, puede tratar a cada individuo por igual, aunque no de la misma manera. Parece que Nelson Mandela se convirtió en dicha persona.

Una persona así se interesa por aquéllos que conoce, también en el pequeño niño. A todos presta su oído y ve en cada persona una simiente o capullo que  espera convertirse en una flor hermosa, maravillosa.

 ¿Somos conscientes de cómo nos relacionamos? ¿Nos relacionamos realmente? ¿O existe siempre un sentimiento de separación, siempre el “yo” y el “tú”? ¿Cuál es la naturaleza de un verdadero encuentro, de la verdadera comunicación? ¡Obviamente no se da un verdadero encuentro cuando se interpone el “yo”! ¿Es posible olvidarse del “yo” por el bien de un verdadero relacionamiento? En teoría podemos poseer abundante conocimiento, pero en la vida cotidiana, en la práctica cotidiana, podemos ser muy pobres y carecer de comprensión, no actuando con sabiduría en absoluto. ¿Puede tener lugar un cambio en el mundo? ¿Por dónde debemos comenzar? ¿No es aquí mismo, donde nos encontramos? 

Podríamos investigar: ¿Cuál es mi motivo? ¿Soy ambicioso? ¿Miro con desdén a quienes son, según mi opinión, menos talentosos que yo? ¿O me siento inferior a una persona que ocupa un cargo de importancia; estoy quizás, celoso? 

No se puede brindar una respuesta inmediata a todas estas preguntas, pero éstas mostrarán su respuesta en la vida diaria cuando observamos con atención lo que ocurre en nuestra Mente, sin realizar ninguna elección, sin justificar o condenar lo que en nosotros vemos.

Un correcto relacionamiento es aquél, principalmente, que no posee imágenes ni conclusiones acerca de los demás, de uno mismo o del futuro. ¿No es algo bastante difícil para todos nosotros? ¿No tener imágenes, es verdad para mí, o tan sólo una idea? Tener una imagen acerca de mí, de otros, o de una nueva situación, obstaculiza la energía. En ese momento no tiene lugar un proceso vital, en ese momento no estoy relacionado en absoluto. ¡Es algo muerto y no tiene lugar ninguna relación! Significa que hay falta de sabiduría. 

Nosotros, los seres humanos, pensamos que somos inteligentes porque somos capaces de ir a la luna, incluso existe la idea de llevar gente a Marte de por vida, y hemos enviado una nave que ha cruzado el llamado límite del llamado Universo conocido.

 Pero en la vida cotidiana actuamos tan tontamente. Nos conquistamos mutuamente como países; vamos a la guerra; nos matamos con máquinas de última generación. 

Supongo que los miembros de la ST no poseen armas, pero quizás suceda que nos matemos con palabras, con pensamientos, con nuestro comportamiento o indiferencia. Superficialmente aparentamos ser muy civilizados, quizás nos comportamos con amabilidad, inclusive hasta con humildad, pero ¿seguimos siéndolo cuando nadie nos ve?

Todo parece tonto e infantil. ¿Podremos alguna vez parar con eso? Comencemos con aquello que está justo frente a nuestras propias narices: seamos conscientes de la manera en que hablamos, las palabras que utilizamos, el tono de nuestra voz, nuestros gestos, y la forma de encarar las tareas cotidianas. 

La vida está en permanente cambio, y se nos dice que vivamos en el aquí y ahora, nunca jamás con una imagen. Luz en el Sendero incluso va más allá y agrega: no vivas ni en el presente ni en el futuro, sino en lo eterno. ¿Acaso eso no significa ser abierto, receptivo y vulnerable a todos y a todo, sin sentir temor,  confiando en la VIDA?

Si vivimos de esa manera, todos nuestros sentidos, nuestro ser interno y externo permanecen alerta, abiertos, receptivos, y  nuestra mente abandona su incesante parloteo y permanece en silencio. Significa sentir, percibir, escuchar totalmente. 

Quizás J. Krishnamurti quiso decir esto al decir que El Arte de Escuchar es la mayor de todas las artes.

Podríamos preguntarnos: ¿escucho realmente? ¿Confío en Eso grande y misterioso llamado VIDA? ¿O me encuentro encerrado en mi pequeña caja, sin siquiera estar consciente de que estoy encerrado?

Podemos decir cosas tan bellas como “abarcando todo en la UNIDAD” - “toda vida es UNA”, pero, ¿es eso verdad para nosotros, o tan sólo la repetición de bellas palabras?

Comenzamos allí donde nos encontramos: ser conscientes de si soy una verdadera madre, un verdadero padre; ser conscientes de si soy agradable no sólo en mi trabajo o con mi jefe, sino también en casa con mi marido, esposa e hijos; observar si descuido a mis hijos o si los malcrío. ¿Tengo una relación correcta con ellos? ¿Me doy cuenta de que mi pareja, mi jefe, mi vecino, mi pequeño hijo son interiormente un milagro? ¿Me doy cuenta de que todos tenemos un tesoro guardado profundamente en nuestro interior? Quizás por primera vez me doy cuenta de que este tesoro está esperando ¡florecer desde el interior, inmensurablemente…en el proceso de la VIDA, de muchas vidas! Si yo, aunque sea por un breve instante, soy consciente de ese misterio oculto en cada uno de nosotros, ¿esa consciencia no modifica totalmente mi actitud? ¿Y esto acaso no trae un cambio en el mundo?

A cada instante tenemos la oportunidad de observar con profundo interés eso que está oculto profundamente en cada uno de nosotros, y que posee un enorme potencial y se despliega y florece con toda su gloria cuando quitamos las barreras. Estar en armonía interna con este misterio podría abrir la puerta a otras dimensiones, por sobre el conocimiento intelectual; podría abrir la puerta a la inteligencia. Quizás estemos comenzando a ser conscientes. Pero  en el campo humano, los grandes Seres que llamamos Maestros, están todo el tiempo conscientes de que el Hombre es parte de una gran creación, un todo indiviso. 

Al ser conscientes de un misterio podríamos sentir como si nuestra consciencia se expandiese. Y entonces, eso nos colmaría de una gran dicha dándonos un sentimiento de algo muy maravilloso que no podemos comprender con la mente, pero que trae consigo una gran promesa. Comenzaríamos a preguntarnos acerca del Universo externo, acerca de su dimensión, su grandeza y su infinitud. Luego acerca de nuestro universo interior, el universo del cual aún no somos totalmente conscientes. Al hacerlo, nos preguntaríamos si el Universo exterior se asemeja a nuestro universo interior. Quizás nos demos cuenta de que somos parte de una gran creación, un todo indiviso. Esto nos llenaría de un profundo asombro y gran reverencia. Sentiríamos como si estuviésemos en contacto con algo que no podemos tocar o comprender. En La Doctrina Secreta se dice que inclusive los DhyanChohans se inclinan en profunda reverencia ante Eso. Quizás deseemos darle un nombre a Eso y llamarlo Dios, Parabrahman, pero ninguna de estas palabras alcanzan a cubrir ESO que no se puede nombrar, ni alcanzar con la mente…
Si ha de existir hermandad en acción, debemos antes que nada tener un sentimiento de fraternidad, debemos expresarlo en nuestros pensamientos, sentimientos y juicios sobre los demás, en todo nuestro comportamiento, incluyendo cada acción.