Desde la
Atalaya
RADHA
BURNIER
El yoga
ha alcanzado gran popularidad fuera de India. Muchos hacen los ejercicios
que les enseñan para mantenerse saludables y esta práctica se ha convertido
en el principal objetivo en el aprendizaje del yoga. Y esto está bien. Pero
el Yoga es en realidad un estado de profunda armonía, un estado en el que la
consciencia está serena y en paz. Nada puede interferir con esta parte
esencial del yoga. Por cierto se dice que el yoga es este estado, una
naturaleza que no puede ser perturbada por nada (samatvam yoga uchyate).
Generalmente, el hombre común desea cosas. Incluso si no las desea, espera
tener felicidad por medio de ciertos objetos, asociaciones y circunstancias
que conducen a la seguridad. A menudo se busca el estímulo del conocimiento
para una satisfacción del ego. Pero todo esto no tiene relación con el
estado del yoga.
El yogui
no busca nada y no le satisface nada que provenga del exterior. “Satisfecho
en el Yo por el Yo, se lo conoce por tener una mente estable”. Siempre es
feliz, y esa felicidad no proviene de otra cosa. Esto no significa que sea
indolente. Es sereno sin ser inerte o inconsciente; está en este estado de
modo normal y natural, es inteligente y tiene claridad mental y armonía en
todas las relaciones. Podemos decir que este es un estado de consciencia
natural para la mente equilibrada.
Desear
esto o aquello, incluso ese estado de paz interna, sólo puede conducir a una
persona a la depresión o al desaliento, y el estado interno tiene entonces
una manifestación externa: por ejemplo, una situación de desacuerdo puede
convertirse en ira o incluso lucha con el mundo externo, porque básicamente
es un estado de confusión y ansiedad. Esta infelicidad puede parecer normal,
porque podría parecer anormal si fuera al revés. El malestar o la ineptitud
puede que esté en lo profundo del individuo y ser inconsciente de su
existencia.
El
proceso de llegar a ser no sólo es querer cosas materiales, sino también
satisfacción psicológica. Cuando existe un vacío oculto dentro de ese estado
interno puede asumir muchas formas. Esta diferencia entre el hombre y otros
seres indica que el hombre puede estar deseando seguridad internamente y
tener baja auto-estima. La mayoría de las personas se sienten insatisfechas
al escuchar opiniones de este tipo. Cuando queremos tener una relación es
una muestra de insatisfacción. La habilidad para observarnos puede crear el
deseo de seguridad. Cuando una persona no se mira a sí mismo, constante y
cuidadosamente, la cuestión se resolverá dándose cuenta que los deseos, sea
lo que sea que ansiamos, son una prueba de que existe una carencia.
Podemos
dejar de lado cosas mundanales y pensar que somos religiosos, pero realmente
puede que sólo busquemos satisfacción de otro tipo, incluso el deseo de ir
de un gurú a otro. ¿Puede alguien desarrollarse por medio de cualquier cosa?
Esta es una pregunta importante que debemos hacernos. Nada permanece igual,
y lo que nos satisface ahora, puede cambiar por alguna otra cosa mañana.
La
dependencia procede de la creencia en agentes externos. La persona que es
dependiente no reconoce lo que le ocurre. Krishnaji dice: “Usted va a un
maestro porque está confundido. Usted elige al gurú que nuevamente satisfará
vuestro deseo”. Buscamos algo afuera que nos cambiará a nosotros o cambiará
las condiciones. Por lo tanto, podemos estar seguros que la sabiduría no se
puede conseguir prestada, ni se puede comprar. La Sabiduría es de la
naturaleza de la consciencia. La sabiduría y la paz son facetas del recto
estado de conciencia que no depende de nada, y no se reafirma en nada.
Nuestro
modo de ver es ilusorio
La
ilusión es creada y mantenida por varios elementos. Estos incluyen el
encanto de las cosas que nos rodean, que incluso pueden dar la impresión de
no estar fuera de nosotros. El sentido de dependencia, desasosiego y apego,
son parte del estado que impide que la luz pura se exteriorice. Otras
condiciones como pensamientos y reacciones ocultos, los cuales son
superficiales, también son parte del estado de la persona. Además produce
gran decepción en lo que experimentan. El sólo hecho de mirar a los objetos
no produce ilusiones sino que lo hace la mente cuando se conecta con el
objeto. Se apega a un fragmento y olvida la totalidad. Entonces llega a una
conclusión. Su auto-imagen se crea por sí, que es una fuente de ideas
erróneas de toda la vida. Por lo tanto existe una fuente continua de ilusión
que puede ser destruida sólo al detener toda actividad mental y ver lo que
es.
La
visión pura es ver “lo que es” sin distorsión. Entonces puede ver que la
escena externa es un reflejo del estado propio de la mente. Nuestra propia
consciencia se convierte en la base de lo que consideramos como experiencia.
Este es el motivo por el que, en uno de sus famosos versos, Sri
Sankarâchârya expresa que la mente muestra a todo el Universo como parte de
sí misma. Si la consciencia no escucha, la música no existe para ella. “La
vida misma habla”, nosotros no la escuchamos porque vemos las cosas con
falta de claridad y sensibilidad. La única fuente de luz llega cuando la
mente está serena, pura, no distorsionada por ninguna atracción externa.
Al igual
que una lámpara emite luz sobre todo lo que está a su alrededor, y también
sobre sí misma, la consciencia pura impregna lo que la rodea con luz.
Âtmabodha, una obra famosa de Sri Sankarâchârya expresa: “La lámpara
encendida no necesita otra lámpara que la ilumine”. Ciertamente, no necesita
nada para darle luz, ¿para qué dirigirse hacia el exterior, excepto que sea
por compasión?
Ningún
maestro nos hace ver. Él sólo sugiere, señala, e incluso cuando habla, las
palabras no son la verdad. La Verdad no es estática, no es una imagen. No
podemos conocer a Dios o el Amor por medio de una imagen. Así, The Cloud
of Unknowing (La Nube de la Ignorancia) dice: “Puede ser bien
amado, pero no se puede pensar correctamente en Él”.
La mente
puede estar vacía de pensamientos, de deseos, del yo. Debe estar serena y
pura, no debe buscar nada. Debe estar vacía, totalmente sin ambición.
“Cuando rezo por algo, no rezo. Realmente al orar uno no debe querer nada” (Eckhart).
Necesitamos meditar sobre esto y darnos cuenta que no existe una fuente
externa por medio de la cual podemos conocer la verdad. Se percibe cuando la
mente se serena, descubre su propia profundidad y reconoce que la bondad
existe allí, en una profundidad inconmensurable. La verdad es belleza, paz y
amor. Éstos la conforman porque es la Vida Universal.
La
verdadera cultura
Annie
Besant expresó: “La Espiritualidad no conoce a “yo y los otros”. Sólo
reconoce al Yo Uno del que todas las formas son una manifestación”. Esta es
una afirmación valiosa, en la medida en que se comprende la vida de una
persona, el Yo Uno se conoce. Existe una dificultad porque la palabra como
se comprende, significa cosas diferentes para diferentes personas. Por esta
palabra queremos significar lo que una persona realmente sabe, no teórica o
parcialmente, la verdad de esa Unidad incluye a todas las personas y a todas
las cosas que tal vez tendemos a excluir, las muchas relaciones que incluyen
lo que no parece ser parte de la vida.
Al
abandonar, que significa dejar, reconocer mentalmente o de cualquier otro
modo que existe una no-unidad fortalecemos el sentido del yo. Esto es lo que
ocurre cuando una persona avanza mucho en el Sendero pero se sale de él
porque falla en reconocer en sí misma que el sentido del yo permanece aún
cuando parece que lo superó. Quien ha abandonado el sentido del ego
totalmente es aquél que realmente está realizando el viaje espiritual.
Existe una unidad con la perfección que está más allá de todo lo imaginable,
que podemos llamar ´cultura´, aunque la palabra ´cultura´ también se usa
para hacer referencia a cosas muy comunes.
En la
falsa cultura, aunque puede que no reconozcamos su falsedad, existe una
ausencia de verdad. Esto significa que puede haber un condicionamiento o
conformidad oculto, la búsqueda de auto-distinción, sin saberlo. Existen
peligros en el Sendero durante todo el trayecto, cuando una persona
considera que pensar es un arte que le pertenece. La verdadera cultura no
puede existir junto con cualquier pensamiento del yo. Es un estado de
sensibilidad, a menudo hacia la belleza y la bondad de la vida. No es
cuestión de adquirir una apariencia, sino un estado de ser, de ser libre.
Toda la
inteligencia, que incluye la belleza de todo tipo, está en la naturaleza y
existe un gran poder en las leyes y procesos que son una expresión de ese
estado interno. Una persona que ve esto se da cuenta que el ser humano tiene
una pequeña parte de una vasta inteligencia. ¿Cómo sabe un pequeño pájaro
cuándo emigrar y dirigirse a otro lugar a miles de kilómetros? ¿Cómo gira
una flor hacia el sol y se vivifica? ¿Cómo es posible la construcción de un
hormiguero para una pequeña termita que para nuestros ojos no sabe nada?
Innumerables fenómenos muestran el poder maravilloso de la Naturaleza; los
logros del hombre parecen exiguos para cualquiera que avanzó mucho. Por eso
se dice en el Bhagavadgitâ que no existe un fin para las maravillas
ocultas dentro del corazón de la Naturaleza. El Señor Krshna, que significa
poder divino, expresa: “Sea cual sea la semilla de todos los seres, eso soy
Yo, oh, Arjuna!” Esta es una afirmación difícil de comprender, pero al
reflexionar se hace más claro y cobra mayor significado. Su significado
total se completa cuando nuestra mente comienza a dinamizarse y ampliarse
por sí misma.