domingo, 6 de julio de 2014

La Teosofía tiene que popularizarse




 RADHA BURNIER
Estoy segura que muchos hemos oído la frase “La teosofía debe popularizarse”. Es una afirmación muy satisfactoria porque da origen a la idea de que para ser teósofo tienes que hacer buenas obras de algún tipo. Ni siquiera tienes que dedicarte a aprender nada. Si haces buenas obras estás demostrando que vives la Teosofía. Varias afirmaciones que encontramos en la literatura teosófica podrían utilizarse para apoyar este tipo de pensamiento. En las cartas de los Maestros de Sabiduría, más de una vez uno de los Maestros dice: queremos actos, no palabras. Y naturalmente tenemos el libro titulado Ocultismo Práctico de Madame Blavatsky y sin leerlo, con solo pensar en el título de la obra, todo nos lleva hacia esa misma idea. Por otra parte, en La Clave de la Teosofía, de HPB, encontramos afirmaciones que se hacen desde un punto de vista totalmente distinto, pero el capítulo en sí se titula “Teosofía Práctica” y hay subtítulos. Existe un capítulo que nos da instrucciones sobre cómo hacer buenas obras.

La quintaesencia del deber

Muchos misioneros cristianos o algunos misioneros hindúes que han intentado imitar a los misioneros cristianos se han dedicado a hacer lo que llamamos buenas obras. Y desde luego hacen muy buen trabajo. Recuerdo haber visitado, hace mucho tiempo, un centro para leprosos dirigido por unos misioneros y era maravilloso ver los cuidados que se les daba a los residentes, la preocupación que mostraban por su futuro, etc. Es decir que no estoy en contra de hacer buenas obras. Pero en este contexto deberíamos reflexionar sobre una oración que hay en La Clave de la Teosofía. HPB dice “La Teosofía es la quintaesencia del deber”. No dice que el deber sea la quintaesencia de la Teosofía. Hay una diferencia entre las dos frases: si se afirma que el deber es la quintaesencia de la Teosofía, parece que si cumples con tu deber, tal como tú lo entiendas, porque cada persona entiende las palabras según sus propios contenidos, si cumples con tu deber, eres un teósofo y no se necesita nada más.

 Pensemos un poco sobre esto, si uno cumple su deber de una forma insensata, la idea de lo que hay que hacer como deber tal vez no sea la correcta.  Algunas personas consideran, por ejemplo, que obligar a la gente a creer en el Corán o en la Biblia, es como enseñar al ignorante cuál es su deber. Pero realmente tal vez estén haciendo más mal que bien. Madame Blavatsky no acepta esta aseveración o no la utiliza, la de que el deber es la quintaesencia de la Teosofía. Dice que la Teosofía es la quintaesencia del deber. Ella nunca escribió de forma muy sistemática, pero si tomamos las oraciones relacionadas directamente la una con la otra, podemos comprender toda su forma de pensar y de instruir. Si aprendemos a ser verdaderos teósofos estaremos cumpliendo con nuestro deber todo el tiempo.

Dice que la mayoría de las panaceas en las que la gente cree para curar los males del mundo no tienen principios rectores detrás y por eso fracasan estrepitosamente. Podemos pensar en la política económica actual. Naturalmente hay argumentos a favor y en contra, pero muchas personas reflexivas señalan que puesto que no existe realmente ningún principio rector detrás de las políticas económicas, estas no solucionan los problemas económicos. Por otra parte, el abismo existente entre ricos y pobres aumenta continuamente. Como hemos mencionado más de una vez, en este mundo, donde hay mucha riqueza y producción, hay también millones de personas que mueren de hambre, y los ricos y los pobres no están unidos entre sí en sus corazones.

Resulta muy interesante encontrar afirmaciones de HPB que parecen poder aplicarse muy bien al mundo actual. Por ejemplo al dar cosas para beneficencia, si no sois teósofos y creéis que hay que ayudar, ayudar desde una nación o desde la comunidad europea, a África, a quien lo necesite, o de un individuo a otros, cuando no hay principios rectores, ella dice, gran parte del dinero se quedará en las manos de la gente que se supone que tiene que distribuirlo o entregarlo. Tenemos la imagen de que hay un debilitamiento de la moralidad, que tal vez puede haber un cambio en las condiciones. Quizás el mundo actual sea mucho más favorable para el hombre deshonesto, el violento, el ambicioso, etc. Proporciona la oportunidad para que todos estos vicios florezcan, debido al así llamado progreso. El progreso también da oportunidades al mal. Pero lo importante es que la naturaleza humana no cambia fácilmente.

Uno de los Maestros dijo que la mente humana no quiere cambiar y tampoco le gusta ver el tipo de cambio que produce un bienestar duradero incluso a nivel físico. Podéis creer que los países ricos están mejor, pero de hecho no es así. Existen tantos problemas y males que están aumentando en esos países. No es solamente en las manos de la gente más pobre o de clase media donde se queda pegado el dinero, parece pegarse también en las manos de gente que tiene sueldos altísimos. Porque la naturaleza humana es ambiciosa. Y HPB señala que todos estos males que vemos tienen su raíz en el carácter humano. Cuando vemos esto, reconocemos la necesidad absoluta que hay de ese cambio interno que producirá una manera externa de actuar y de relacionarse que sea evidentemente útil para los demás.

HPB señala que el deber no debería significar realizar acciones que sean satisfactorias para uno mismo. Cumplir nuestro deber puede hacernos sentir plenos, pero esa plenitud no es el motivo que debería hacer que cumplamos con nuestro deber. Es muy parecido a lo que dice el Bhagavadgitâ, que hay que cumplir el deber que necesita hacerse y realmente tiene que hacerse. Que os sintáis satisfechos o no, que recibáis apreciación o no, que la gente se de cuenta de lo que estáis haciendo o no, todo eso no tiene importancia alguna. El teósofo es alguien que cumple muchas veces con sus deberes sin que los  demás lo sepan. Es decir, le puede preocupar la situación de otra persona y hará lo que pueda por ayudarle sin que nadie sepa lo que está haciendo, ni se sentirá feliz porque otros digan “¡oh, qué generoso eres!” o algo parecido. Es alarmante, pero todo eso forma parte del sentido del deber.

De hecho el capítulo mismo es interesante porque no dice cómo se puede evitar el hambre en el mundo, ni cómo deberían regirse los orfanatos o nada parecido. Los subtítulos del capítulo son: Deber, Auto sacrificio, Caridad y la Relación de la ST con las Reformas Políticas.

Por eso, HPB pregunta ¿qué es el deber? Lo que dice es “un reconocimiento total de los derechos igualitarios”, eso es el deber, desde el punto de vista teosófico. Un verdadero teósofo estaría cumpliendo con su deber si reconociera derechos igualitarios, no simplemente para adquirir cosas o vivir con comodidad, sino el derecho a expresar una opinión, el derecho a vivir y crecer con dignidad, incluso el derecho a morir tal como uno quiera morir. Hemos de reconocer la igualdad en ese yo. Existe un tipo de igualdad que menciona el Bhagavadgitâ más de una vez.

Krishnaji lo dice de otra manera: respeto por todo o por todos, por cada criatura, por su vida, por su crecimiento, no sólo el crecimiento físico, sino cada criatura en su lenta forma de crecer hasta una conciencia más amplia, si podemos llamarlo así. Incluso la conciencia de las criaturas más pequeñas se está expandiendo.

Desde el punto de vista de los amplios procesos del mundo, o más bien del universo, lo que consideramos como el tiempo es algo muy engañoso. Como no vemos el crecimiento sin el sentido del tiempo, no podemos decir que no exista; todo crece y tiene derecho a crecer, algo que desgraciadamente somos incapaces de comprender. En este sentido, algunos buenos teósofos han trabajado en el campo de la reforma penal, porque cuando una persona comete un asesinato o hace algo terrible, el mundo piensa que merece un castigo. Cuanto peor es la acción, más duro debe ser el castigo. Si pensáis en términos de crecimiento, no es el castigo sino la educación para comprender la naturaleza global de la vida lo que hace falta.

Annie Besant al principio se preocupaba entre otras cosas por la reforma penal. Solían usar castigos en la antigüedad. Uno era poner una especie de sombrero metálico en el prisionero, podéis imaginar lo difícil que debía ser para esa persona dormir con eso en la cabeza. Hacían todo tipo de cosas parecidas. Pero castigar a alguien no le hace aprender. Puede enfadarse, sentir resentimientos, frustración, pero si detrás del trabajo de la reforma penal está la comprensión teosófica de que todo crece, aunque sea lentamente, crece de acuerdo con las leyes del universo y adquiere una sabiduría cada vez más grande, una perfección de todo tipo, tendría lugar el aprendizaje. El deber, como explica HPB, consiste en ayudar a los demás de esa manera, para que se conviertan en sus propios yoes, para ayudarles a tener un carácter distinto. Existen estos principios rectores que son necesarios para hallar una verdadera respuesta, una panacea para todos los males que uno tenga.

Principios teosóficos esenciales

¿Cómo podemos tener esos principios guía si no estudiamos los principios teosóficos? No es un tipo de ocupación mental, una actividad mental, sino que esos principios quedan impresos en nuestra conciencia. HPB a ese respecto escribió sobre el principio del karma: Hay que comprender que no hay escapatoria a las consecuencias de cualquier tipo de acción, que las consecuencias ocurrirán mañana, al final de esta vida o tal vez después de varias vidas, pero no pueden ignorarse. Si una persona entiende esto, entonces se la podría ayudar a comprender por sí misma la necesidad de cumplir con su deber. Eso significa pensar en el bienestar de todos los demás, no sólo en su propio bienestar. HPB dice también que la gente siente satisfacción cuando experimentan gozo y placer, pero estas satisfacciones duran poco y son limitadas. La satisfacción o plenitud duradera tiene lugar solamente cuando hacemos algo que está de acuerdo con nuestra propia naturaleza superior.

La teosofía, por consiguiente, implica ser cada vez más consciente de lo que es necesario desde el punto de vista espiritual, no simplemente los deseos de los seres humanos, o animales o la misma tierra, a nivel material. De hecho los dos están conectados muy íntimamente. Pero el enfoque de la persona que llamamos práctica, que trata lo material esperando que todo irá bien, está equivocado, porque el cambio tiene que venir de dentro y no de fuera. Esto no significa que los miembros de la Sociedad Teosófica sean indiferentes al sufrimiento físico, a la infelicidad extrema que existe en el mundo, significa que vemos las cosas en su proporción correcta y a menos que tenga lugar un cambio interno, el cambio externo no será adecuado y no durará. Todo esto está implícito en la afirmación: “La Teosofía es la quintaesencia de la virtud”. Cuanto más podamos captar los principios esenciales de la vida, más comprenderemos las leyes del universo y el motivo por el que tienen lugar varios procesos en la naturaleza, mejor será nuestra posición para ayudar verdaderamente como servidores de la humanidad.

(artículo basado en una de sus conferencias)