sábado, 1 de marzo de 2014

El ojo atento que observa


C. A. SHINDE

 El Prof. C. A. Shinde es Conferencista Nacional de la Sección India de la Sociedad Teosófica, y Bibliotecario de la Biblioteca de Adyar. Conferencia dada en la Convención internacional, Adyar, diciembre 2010.

 El tema de la Convención es ‘Enseñanzas teosóficas sobre el Sendero’. El sendero es el sendero de preparación, prepararse a sí mismo para el sacrificio y el servicio; y la enseñanza dada no es mental sino espiritual, donde no existe el conocedor dentro de nosotros. La enseñanza importante para recordar sobre tal Sendero de preparación es que cuanto más compartimos, más tenemos. Eso logra el cambio en nuestra vida. Cada uno de nosotros tiene algo para compartir; por lo tanto, en el sendero de preparación, el compartir debe ser la actitud de la mente. La actitud de compartir es la actitud benevolente o de ayuda.

   Una clara afirmación en una de las cartas de los Mahatmas se concentra en el gran propósito de la Sociedad Teosófica: “Has hecho bien en ver el ‘gran propósito’ en los pequeños inicios de la Sociedad Teosófica.” La Sociedad Teosófica se inició para ayudar a la humanidad a alimentar al alma con la doctrina de la Fraternidad Universal. Para esto, necesitamos tener un atento discernimiento y una observación que discierne, ya que la vida del hombre está en sus propias manos. Muchos de nosotros somos conscientes de que la Sociedad Teosófica está comprometida en difundir este mensaje de Fraternidad Universal por medio de sus ramas en todo el mundo.

   La Sociedad Teosófica es una organización vital, dinámica, y su crecimiento en los últimos 135 años indica la difusión de su mensaje. El primer mensaje es educar a la gente a vivir de modo fraternal, no sólo con los hombres sino también con todo lo que le rodea. Otro mensaje es sobre su rol; la Sociedad Teosófica desempeña un rol como la piedra fundamental que une las paredes de las religiones que forman un ángulo recto mutuo, y por lo tanto produce la unidad esencial de todas las religiones. Las paredes de las religiones deben estar conectadas por la comprensión de la fraternidad de las religiones. El tercer mensaje para que lo recuerden todos, es que la enseñanza teosófica misma es el sendero de la santidad, es el evangelio de la buena voluntad. H. P. Blavatsky, en sus mensajes, dice que quien enseña el evangelio de la buena voluntad, enseña Teosofía. Nos enseña a ver la vida en su totalidad, su integridad, a ver la unidad de la vida por medio del auto-descubrimiento, que también significa educarnos para mirar en el mundo del noúmeno más allá de lo fenomenal. Entonces tal vez podemos darnos cuenta que es el sendero más seguro hacia la purificación.

   Es el sendero de la dedicación de la mente y el corazón para el auto-descubrimiento. La enseñanza dice “vivir para beneficiar a la humanidad” es su primer paso. La Teosofía nos enseña a intentar lo mejor para tratar a otros como nos gustaría que nos trataran a nosotros. Sólo entramos al sendero cuando nos preparamos y nos damos cuenta del valor de “vivir para dar”; porque la ley del crecimiento en la espiritualidad consiste en dar y no en tomar. Vivir no para sí mismo sino para los demás significa que quien está en el sendero de preparación necesita aprender a olvidar a sus enemigos, a dar su corazón a su hijo, a tolerar a sus amigos, a reverenciar a sus padres y de este modo volverse un buen hijo. En este sentido, ¿no es una filosofía de gratitud?

   Un evangelio de buena voluntad implica una actitud benevolente, de cariñosa bondad, y amor universal. En una palabra, es la Fraternidad, que nos enseña a examinar nuestra vida y que dice: La vida del hombre está en sus propias manos, la ignorancia no es excusa para actuar mal, una vida que no se examina, no es digna de ser vivida. Incluso si todos nosotros tenemos capacidades diferentes, la vida de cada uno provee suficientes oportunidades para desarrollar talentos siempre que prestemos atención en examinar nuestra vida. Para ver, no deberíamos ser meramente curiosos respecto a los demás, sino más interesados en los demás. Eso hace que olvidemos nuestros enemigos, toleremos a nuestros amigos, reverenciemos a nuestros padres, demos nuestro corazón a nuestro hijo, y nos volvamos un buen hijo de nuestro Padre en los Cielos. Es un evangelio de buena voluntad que nos enseña a examinar nuestra vida, a aprender que una vida no examinada no es digna de ser vivida, dado que las pasiones animales existentes en nosotros se vuelven dominantes.



El ojo atento

   La palabra ‘atento’ en mi charla titulada ‘El ojo atento que observa’, implica mantener la atención, estar alertas, ser cuidadosos y ver que todo está bien, no tropezar o hacer algo malo. La palabra ‘atento’ implica observar detenidamente, empleando la mente y el corazón. El ojo atento que observa implica la triple atención de los ojos, la cabeza y el corazón. Cuando yo observo atentamente las letras de la palabra ‘atento’, me dan un valor guía. Sus cinco letras en inglés son ‘W-A-T-C-H’.

   La W representa atención a mis palabras (‘Words’ en inglés). La A representa atención a mi Acción. La T representa atención a mi pensamiento (‘Thought’ en inglés). La C representa atención a mi elección (‘Choice’ en inglés), porque por naturaleza somos muy selectivos, y la H representa atención para ver si hay armonía en todo esto (‘Harmony’ en inglés). En el curso de la evolución el hombre ha sido dotado con el libre albedrío. Hasta ahora ha estado muy interesado en ser un efecto en los asuntos del mundo. Ahora, sin embargo, el Discernimiento Atento, y la Atención del Discernimiento tienen que ser los rasgos característicos en el sendero de preparación. El ojo atento es un ojo distintivo, es un ojo que ve con claridad. Es el ojo de la comprensión. Es un Bodhichakshu. A diferencia del ojo físico, tiene percepciones internas y capta la verdad, la verdad sin divisiones, o la unidad de la vida. Nos hace aprender no sólo que la vida que no se examina no es digna de ser vivida, sino también tener un equilibrio entre la racionalidad de la mente y de la generosidad del corazón.

   En la Carta Nº 69, de las Cartas de los Mahatmas, se menciona claramente que “El conocimiento Real al que aquí se refiere, no es mental sino un estado espiritual que implica una unión total entre el conocedor y lo conocido.” Es el ojo atento, la mente racional y el corazón generoso lo que puede comprender la verdad. Esto no es una mera búsqueda mental, sino una experiencia en el corazón por la participación de todo el hombre. No tiene sentido argumentar sobre esto, tiene que ser experimentado. El Kathopanishad expresa: “Cuando todos los deseos del corazón se superan, este mismo mortal se vuelve inmortal y experimenta a Brahman, el Yo Universal, aquí en esta misma Vida.”

   Lo realmente notable respecto a la triple atención del ojo, la cabeza y el corazón, es que no nos confundimos con las importantes afirmaciones de las personas iluminadas espiritualmente, mejor dicho, nos dan la habilidad de captar el significado y nos ayudan a hollar el sendero con confianza. Dos afirmaciones relacionadas con este estado espiritual de Unión entre el conocedor y lo conocido son: 1. El observador es lo observado, y 2. La Verdad es una tierra sin sendero.

   La afirmación, “El Observador es lo Observado”, destaca el estado de consciencia donde no hay dos sino uno. No existe el conocedor ni lo conocido en tal estado integrado de consciencia. J. Krishnamurti dice: “El perfume de una flor es la flor. La flor misma es la esencia de ese perfume.” En tal estado exaltado, no existe el sujeto ni el objeto. Sólo existe uno. No hay ni conocimiento ni ignorancia porque no existe el conocedor interior para manifestarlo. Todo ha desaparecido. Todo ha desaparecido y ha emergido en la fuente.

   En tal estado exaltado, podríamos comprender inmediatamente ciertas afirmaciones extrañas dadas en Luz en el Sendero: “La mente puede reconocer la verdad pero el espíritu no puede recibirlo.” El ojo atento que observa sin observador, indica un proceso de aprendizaje por medio del des-aprendizaje, el proceso de comprender, des-aprendiendo. ¿Suena esto nuevo y extraño? Puede que nos parezca una enseñanza demasiado abstracta, pero tal vez es verdad que tal estado exaltado de corazón y mente necesite ser experimentado por la participación de todo el hombre.

   La segunda afirmación es “La Verdad es una tierra sin sendero”. Podemos comprenderlo por lo menos intelectualmente, porque cuando comprendemos ese Espacio como dimensión, es una ilusión y como el infinito es una visión, entonces no existe ni sendero ni tierra. Porque entonces, veríamos la tierra por todas partes, alrededor nuestro, arriba, abajo; la tierra estaría por todas partes, impregnando, e inherente en el corazón. Tal consciencia o atención no tiene elección porque su centro está en todas partes, pero su circunferencia no está en ninguna. Entonces, ¿no depende de cada uno de nosotros investigar? Y, ¿no hay acaso tantos senderos como corazones humanos que buscan? No es el Sendero el que varía sino los medios para alcanzar el destino lo que cambia. Cuando la enseñanza expresa: “No hay otro sendero para hollar”, necesitamos poner nuestros pies firmemente en el sendero de santidad que incluye al hombre de modo íntegro. En este sentido, podemos ver que la enseñanza teosófica no es una enseñanza sino una comprensión, una comprensión por medio de la atención y la vigilancia, por tener un corazón que busca, que nos hace experimentar lo que yace más allá de la comprensión de nuestra consciencia cerebral. Es comprender por medio de un estado integrado de consciencia, experimentando la paz que sobrepasa el entendimiento. Tal comprensión permanece no sólo como un ideal sino que se vuelve su responsabilidad, porque cualquier descubrimiento tiene su propia responsabilidad.

   Para comprender tal enseñanza de responsabilidad y para ser más claros al respecto, imaginemos que estamos todos juntos ascendiendo la escalera espiritual, una escalera de evolución que lleva al templo divino. ¿Qué pasaría si cualquiera de nosotros se detuviera en la mitad de la escalera? No sólo detendríamos nuestro propio movimiento ascendente o progreso, sino el de todo los que suben atrás de nosotros. Por el contrario, si tomamos nuestro progreso en nuestras propias manos y lo aceleramos, entonces no sólo aceleraríamos nuestro propio progreso sino que también ayudaríamos a los demás a progresar. Tal actitud de ayuda en el sendero también significa no pensar ni sentir nada malo hacia un hermano. En segundo lugar, cuando un teósofo encuentra algo de verdadero valor lo debe compartir con otros, es decir, “Si sabes, deja que los otros sepan”, éste debería ser el modo de vida. Ayudar a los seres humanos en su progreso espiritual debería volverse el objetivo más elevado del sendero del servicio y del sacrificio.

   Un punto más sobre esta escalera espiritual que debemos recordar, es que los pasos en ella simbolizan los pasos de nuestro propio Karma. El Karma parece ser malo, pero es benéfico. En la etapa humana estamos destinados a cometer errores, pero la ley de Karma los rectifica y acelera nuestro progreso. Sin embargo, quien es sabio se rectifica a sí mismo, se vuelve consciente de su responsabilidad y reconoce la vida del hombre en sus propias manos. Todo esto debe ser descubierto por él mismo de nuevo. Los escalones de Karma deben ser subidos paso a paso, tomándonos en nuestras propias manos, es decir, sosteniendo firmemente los dos componentes verticales de la escalera.

   Las barras verticales de la escalera simbolizan cualidades como la devoción y la sabiduría. Así es como la enseñanza de Karma hace la vida inteligible. Del mismo modo la enseñanza de la Reencarnación nos hace darnos cuenta y conscientes del sendero ascendente de evolución del alma, o del desenvolvimiento de la consciencia. Es una enseñanza importante de la Teosofía respecto a la existencia de los hombres perfectos. Es una de las enseñanzas más distintivas y una de las más estimulantes. Mantiene a todos los miembros juntos, al ver que el destino humano es uno, es decir, tener la perfección consciente.



Estabilidad en el Sendero

   La consolidación en el sendero de desarrollo de la perfección es mucho más difícil que tener conocimiento del mismo. Lo que se necesita es descubrir por uno mismo y como por primera vez, dos cosas: que la vida y la felicidad son inseparables, y que cada hombre es para sí mismo el camino. H. P. Blavatsky describió este camino con palabras inspiradoras, en el que describe la naturaleza del camino, y qué es necesario en el Sendero. Ella expresa: “Existe un camino empinado y escabroso, acuciado de peligros de todo tipo, pero un camino al fin. Y conduce al corazón mismo del Universo.” Luego, ella da un indicio que “No hay peligro que un valor intrépido no pueda conquistar. No hay prueba que una pureza inmaculada no pueda pasar. No hay dificultad que un intelecto poderoso no pueda superar.”

   Tales importantes enseñanzas nos hacen auto-suficientes y esto a la vez, nos ayuda a afianzarnos en el Sendero. El sentimiento incondicional del aspirante, su ojo atento y su generoso corazón le ayudan a ver cómo su motivo regula y dirige sus pensamientos en sus acciones. Ve la importancia de la dirección correcta del pensamiento. La Teosofía también nos enseña a contemplar al observador interno. Por una acción de triple atención necesitamos prepararnos a nosotros mismos a fin de estar atentos para considerar, para decidir y actuar. Esto trae una transformación dimensional en nuestro servicio.

   El Servicio en el mundo físico se vuelve acción correcta. Éste en el mundo emocional avanza desde la simpatía y la empatía a la compasión. El Servicio en el mundo mental gana una cualidad de comprensión en vez de crítica hacia los demás. Entonces aprendemos a movernos por convicción en vez de hacerlo por gustos y aversiones.

   Tal fe y confianza en nosotros mismos es una buena seña de nuestro progreso. Le da el espíritu correcto de investigación y entonces contemplaríamos  las preguntas que llegan a nuestra mente dubitativa, porque la duda crece en proporción a la fe. Nos hacemos preguntas tales como: ¿Por qué algunas personas dan sus vidas por otros? ¿Por qué nuestros líderes dieron toda su vida por la gran causa de la Teosofía a pesar de muchas dificultades? ¿Por qué continuaron sirviendo sin ninguna queja? ¿Por qué permanecieron siempre activos en un buen trabajo y trataron de hacer lo que es más digno de ser hecho? Una búsqueda así de profunda nos lleva no sólo a progresar sino también a tener paciencia. Preguntamos también sobre las enseñanzas de la Teosofía, especialmente cuando estas afirman que no hay materia muerta, que todo es vida y consciencia, y que existe una esencia, una vida, una consciencia en medio de la diversidad, y la existencia de seres perfectos. ¿No es una nueva percepción de la Teosofía?

   Si contemplamos y reflexionamos sobre tales enseñanzas dadas sobre el origen del hombre, puede sorprendernos el pensamiento del periodo de tiempo que toma el proceso evolutivo para producir el origen del hombre. Una imaginación meditativa se inicia en el aspirante así: ¿Cuánto esperó la vida como roca antes de desarrollarse en una planta? ¿Cuánto esperó la vida como planta para desarrollarse en un animal? ¿Cuántos millones de años le tomó a la vida en animales para llegar a ser hombre? Tal reflexión nos lleva entonces definitivamente a conocer el valor espiritual de elementos que tenemos, como la mente, el intelecto y el corazón. Luego comprendemos que el hombre está dotado de una mente para pensar correctamente, con un intelecto para analizar y apreciar, y con un corazón para sentir y armonizar.

   Tal profunda investigación y triple atención nos hace sensibles. La vida una oculta, vibra en minerales, brilla en plantas y animales y tal vez nos hace sentir nuestra responsabilidad hacia la armonía, y especialmente observar el mundo noumenal que se encuentra más allá del fenomenal. Comprende la enseñanza básica que hay un descenso del espíritu en la materia seguido por un ascenso por medio de la materia; en términos modernos, una involución seguida por una evolución avanzando a la etapa humana por medios y modos auto-inducidos y auto-creados. La enseñanza o el evangelio de la Buena Voluntad nos silencia tanto interna como externamente. Vemos que la gente de buena voluntad es siempre silenciosa. Hay una enseñanza muy inspiradora en los Upanishad-s, de un sabio a su discípulo:

   Cuando al sabio lo presionaron para que diera una definición de Dios, permaneció en silencio, eso significa que Dios es silencio. Cuando nuevamente le pidieron que expresara a Dios en palabras, dijo: “Neti, Neti” (Esto no, esto no). Pero cuando lo presionaron para dar una explicación positiva, pronunció las sublimes palabras “tat tvam asi”, Tú eres Aquello. Tú eres ese Brahmâ. Eso es lo que el Mahatma afirma, que el estado espiritual implica una unión total entre el conocedor y lo conocido.

   La enseñanza aclara que las diferencias no son esenciales, sino en estados, condiciones, limitaciones y grados de nuestra inteligencia, y esto es observado por el Ojo Atento, y ese nos ayuda en el Sendero.