viernes, 31 de enero de 2014

Una Teosofía siempre nueva




C. JINARÂJADÂSA

   Es una afirmación muy grande la que hace el teósofo cuando afirma que dentro de la Teosofía se encuentran las explicaciones de todos los misterios posibles relacionados con: 1) la naturaleza y los caminos de Dios, 2) la estructura del universo y los procesos de la evolución en ella, 3) y la compleja constitución del hombre como cuerpo, alma y espíritu. Por increíblemente grande que sea esta afirmación, sin embargo quienes somos antiguos teósofos nos hemos probado a nosotros mismos que, después de convertirnos en estudiantes de Teosofía, los tres factores de los problemas de la vida, el Hombre, la Naturaleza y Dios, se han vuelto para nosotros no sólo más fascinantes, sino también más cercanos a nuestros pensamientos, sentimientos y aspiraciones.

   Quienes se sintieron atraídos por la Teosofía se afiliaron a ella por una razón, entre otras varias. Algunos fueron atraídos por nuestro ideal de Fraternidad Universal y desearon unirse al pequeño grupo de teósofos que trabajan por la Fraternidad; algunos encontraron la idea de la Reencarnación digna de un estudio más profundo; otros aprobaron de corazón la actitud teosófica de tolerancia y reverencia religiosa hacia todas las religiones; algunos se sintieron fascinados por lo afirmado respecto a los poderes ocultos latentes en el hombre.

   La Teosofía no es un sistema de pensamiento que está terminado.  No existe ningún texto de Teosofía del que se pueda decir: “Toda la Teosofía está aquí.” Porque la Teosofía es, por su nombre mismo, la ‘Sabiduría de Dios’, una declaración de leyes del universo. Pero la humanidad hasta ahora no ha descubierto todo sobre el universo. El universo todavía se está desarrollando, y con sus transformaciones futuras, aparecerán nuevas verdades. Algunas de esas nuevas verdades pueden modificar nuestro antiguo conocimiento; si en el futuro se descubre cualquier verdad nueva que contradiga la anterior, simplemente significa que la antigua verdad no era real ni final, sino sólo una hipótesis temporal, aunque útil.

   Por lo tanto, observarán que nuestra Teosofía de hoy no es concluyente. Incluso los grandes Adeptos tendrán que descubrir nuevas verdades sobre el universo, en el transcurso de millones de billones de años durante los cuales nuestro universo estará en actividad, antes de comenzar su Pralaya, o descanso periódico de la actividad.

   Nosotros, que somos viejos estudiantes, no debemos imaginarnos, que porque hemos leído muchos libros, asistido a muchas clases de estudio, o incluso porque somos conferencistas y autores teosóficos, que sabemos todo sobre Teosofía. Si hemos estudiado bien, nos damos cuenta que hay innumerables aspectos nuevos de la Teosofía esperando ser descubiertos por nosotros. Es sólo ese hecho de nuevos descubrimientos en la Teosofía que la hace tan intensamente fascinante. Porque cuanto más estudiamos, más vasto se vuelve el asunto de la Verdad; miles de nuevos misterios respecto a Dios, el Hombre y la Naturaleza se revelan a sí mismos ante nuestros ojos, atrayéndonos a examinarlos.

   Consideren, por ejemplo, la forma en que nuestro conocimiento teosófico creció. El primer estudio de los primeros teósofos fue examinar la realidad detrás del  Espiritismo; luego siguió el estudio de las verdades que India reveló en sus Veda-s y en los Upanishad-s.  De este surgió la necesidad de comprender las verdades del Budismo y del Zoroastrismo también. Luego siguieron las actividades de los teósofos hindúes, budistas y zoroastrianos para eliminar el polvo de las edades de las viejas verdades de sus religiones, en otras palabras, para restablecer ciertas enseñanzas antiguas que habían sido olvidadas a medida que las religiones crecieron de siglo en siglo.

   Un paso importante en este línea de trabajo fueron las conferencias dadas por la Dra. Annie Besant sobre ‘Cristianismo Esotérico’; por primera vez ella le explicó a los teósofos cristianos la base oculta de muchas verdades cristianas, que habían reverenciado pero que no habían comprendido, porque no había un maestro cristiano que se las explicara.

   Luego llegó un cuerpo importante de verdades descubiertas por observación directa respecto a los estados después de la muerte. Este conocimiento es una de las muy especiales contribuciones que la Teosofía moderna ofrece al mundo.

   Otro grupo de verdades trata del crecimiento de varias civilizaciones, características de las naciones del mundo. La historia de las razas pasadas y presentes de la humanidad, sus migraciones, sus religiones y culturas; la historia de las nuevas razas y religiones que aparecerán más adelante, todo esto devela un panorama maravilloso de la historia desde un nuevo punto de vista. La historia política como se ve desde el ángulo teosófico, se vuelve un estudio del Plan de Dios para los hombres.  La economía y la política, a la luz de la Teosofía, se convierten en aspectos profundamente interesantes de la cultura humana.

   Mencionaré brevemente, las investigaciones en la estructura interna de la materia de unos pocos teósofos. Las leyes de la construcción de los elementos químicos y de sus combinaciones, revelan verdades fascinantes relacionadas con las operaciones de la Mente Divina que ‘geometriza’, como lo enseñó Pitágoras.

   Además de todos estos aspectos de la Teosofía, hemos descubierto en los últimos años un nuevo campo para la investigación teosófica.  Es el campo del Arte. Estamos comenzando a darnos cuenta que, sin una comprensión del significado interno que subyace en las creaciones artísticas, no es posible para el estudiante de Teosofía examinar cuidadosamente todas las creaciones de la Mente Divina.

   ¿Quién puede prever cuántos aspectos nuevos e inspiradores de la Teosofía descubrirán sucesivas generaciones de teósofos? Estamos sólo al comienzo del descubrimiento de la Teosofía.

   En todas estas afirmaciones que hago, quiero dejar en claro que la Teosofía no es una filosofía que es estática o fija, sino que crece. Y que por lo tanto nosotros que somos viejos teósofos, debemos recordar que la Teosofía es siempre nueva. Aunque hayamos leído una docena de veces La Doctrina Secreta de H. P. Blavatsky, sólo estamos al principio de nuestros descubrimientos teosóficos. Porque, existe otra Doctrina Secreta que muchos de nosotros teósofos, todavía no hemos aprendido a leer. Es el libro de la Naturaleza. El mar, el cerro, las grandes cadenas montañosas, la nube, el lago, el árbol, la flor, la piedra, cada una de estas cosas es una nueva página de la nueva Doctrina Secreta; también debemos aprender a leer estas páginas una a una, identificándonos con ellas con nuestra imaginación y afinidad.

   Aquéllos de nosotros que somos viejos en la Teosofía, nos hemos dado cuenta que el conocimiento verdadero y duradero, viene no sólo de estudiar, sino también por medio de la acción.  Es sólo cuando el conocimiento se aplica al servicio humano, que nuestro conocimiento intelectual se vuelve una parte inseparable de nuestro yo interno.  Es esta verdad que se ha convertido en la principal afirmación de todo el estudio teosófico que todo el conocimiento se transforma en verdadera sabiduría sólo después que el estudiante se ha dado a sí mismo en servicio a sus semejantes.

   Existen dos hechos sobre el estudio de la verdad que muchos de nosotros todavía necesitamos comprender.  El primero es que el estudio es un proceso dual: estudiar solos, y estudiar en compañía de otros que son aspirantes como nosotros.  Una verdad fundamental, tal vez la verdad más esencial de la Teosofía es que la naturaleza de Dios reside en la naturaleza del hombre. Si Dios es la Sabiduría Divina perfecta, entonces, de algún modo misterioso, cada hombre es la encarnación de esa Sabiduría de Dios.  Se deduce entonces que toda la Doctrina Secreta que revela todos los secretos del universo, se compone no sólo de esas verdades que los Adeptos de épocas pasadas y presentes descubrieron en sus investigaciones, y nos las dan en las enseñanzas de los Misterios, pero también está compuesta de verdades depositadas en algunos lugares secretos en el corazón y el cerebro de cada hombre. Estudiar en compañía de otros, significa buscar para comprender la Doctrina Secreta que es todo hombre. Ese conocimiento del hombre es esencial, a fin de comprender la Doctrina Secreta de los Sabios.

   Por supuesto, poseemos finalmente el conocimiento, cuando reflexionamos sobre él solos, y lo aplicamos para explicar nuestras dichas y dolores, y tratamos de comprender la Ley de la Justicia que llamamos Karma. El conocimiento en definitiva debe ser transmutado en Sabiduría por cada uno, y para sí mismo. Pero el estudio en compañía de otros es un paso preliminar. Esa es la razón por la que cada uno de nosotros debe atesorar el privilegio de pertenecer a una Rama, y tratar de hacer de la Rama parte de esa estructura interna de su mente, donde él mora como buscador y como servidor.

   El último pensamiento que quiero compartir con ustedes, ya sean teósofos jóvenes o no, es esto: que deben aceptar no sólo la verdad de otros, aunque sean Sabios, sino que deben también crear la verdad, ustedes mismos. Debemos crear, a fin de comprender. Debemos cambiar nuestros pensamientos y sentimientos, nuestras dichas y dolores, en ensayos, poemas, estatuas, dramas, pinturas, canciones, danzas; debemos modificar y sublimar nuestras experiencias en ofrendas de actos de renunciación o creación (y la creación es renunciación, ya que la renunciación es una forma de creación), ofrendas que depositamos en un altar dedicado a Dios o al Hombre.

   No, la Teosofía nunca puede volverse vieja.  Por el contrario, la vida cada día  ofrece a los sabios teósofos misterios nuevos y fascinantes. Cada día el teósofo renueva su juventud; y aunque su cuerpo envejezca, permanece joven de corazón y de mente.

   Especialmente privilegiado y feliz es el joven teósofo, joven de cuerpo, que descubre la Teosofía. Porque su concepción de lo que la vida debería ser, días plenos de dicha, amor y entusiasmo, se vuelve más intensa cuando se da cuenta de la naturaleza de los Maestros de la Sabiduría, que son los Líderes de la humanidad, cuando descubre que el amor humano es un camino hacia el Amor Divino, que lo bello en la vida sólo es un reflejo en planos inferiores de la Belleza Eterna de la Mente Divina, y no existe en la vida dicha tan intensa como la que procede de ayudar a quienes necesitan ser ayudados. El entusiasmo de la juventud por todos los sueños y hazañas nobles aumenta cien veces más, cuando se descubre y se comprende la Teosofía.

   Son estas verdades sobre la Teosofía que amamos, las que debemos pasar a los jóvenes teósofos que están a nuestro lado, y que tomarán nuestro lugar. Estudiamos por el bien de Dios y del hombre, pero no por nuestro bien.  Encontramos una nueva dicha en la vida debido a que tratamos de servir a nuestros Hermanos, los seres humanos, planificando y trabajando para reorganizar y embellecer el mundo para ellos. El regocijo que trae la Teosofía a todas nuestras facultades de la mente y del corazón es algo que difícilmente podamos describir en palabras. Pero ahora es inseparable de la maravilla que nos revela toda la vida.

   Aunque vivimos en cuerpos mortales, sin embargo podemos sentirnos como dioses eternos, inmortales; saber que aunque nuestros cuerpos se debilitan y nuestros cerebros se vuelven menos activos con el transcurrir del tiempo, somos eternamente jóvenes; mirarle la cara a todas las personas, incluso los malvados, y obtener el destello de un Rostro Divino detrás de cada una, son las dichas y maravillas que ofrece la Teosofía. ¿Qué mayor don podría darnos la vida? Entonces, debido a que hemos recibido ese don de la vida, ahora somos teósofos, y así permaneceremos en vidas futuras.