domingo, 10 de noviembre de 2013

¿Cómo surge el egocentrismo?




RADHA BURNIER

¿Cómo surge el egocentrismo?

   La tan usada palabra ‘mío’ hace referencia a un centro ficticio hacia el cual la mente atrae todo tipo de experiencia. En realidad no existe. En sánscrito hay una palabra ahamkâra: aham significa ‘yo’, y kâra ‘hacer’. Por lo tanto ahamkâra es la parte de la mente que ‘construye el yo’.  El ‘yo’ está siendo creado constantemente por el proceso de etiquetar. Hay una experiencia, y si la mente no dijera consciente o inconsciente “es mi experiencia”, la experiencia desaparecería.

   Debido a que existe la memoria, se repite; y debido a que tuvo ciertas experiencias crea más categorías. Experimentó el placer, por lo tanto dice “Yo soy el que disfruta”. Ha organizado ciertas cosas, por lo tanto dice “Yo soy el que organiza”. Así habitualmente se apropia de varias cosas y las etiqueta, creando entonces el ‘Yo’.

   El silencio no se puede lograr por medio de otra forma de ambición. No pueden decir, “Quiero que mi mente esté en silencio. Voy a terminar con las fluctuaciones de mi mente”, esa sería una forma más de logro. Siempre que exista el deseo de logro o adquisición, existe esta entidad llamada el ‘yo’, la ficción psicológica que quiere lograr. Por medio de un largo proceso hemos creado la noción de que existe esta entidad que debe llegar a algún lado, y continuamos apoyando esa idea. Es difícil imaginar una vida en la que ese ‘yo’ no está llegando a algún lugar o adquiriendo algo.

   Entonces no podemos lograr el silencio diciendo “yo quiero estar en silencio”, por la simple razón de que el ‘yo’ no tiene la capacidad del silencio. Es la única fuente de todo ruido, perturbación y problemas. Pensamos que los problemas llegan desde afuera, pero aunque puede que haya dificultades afuera de nosotros, el problema yace en el interior. La dificultad puede ser que el cuerpo tiene alguna enfermedad. Si está enfermo, lo tratas. Pero la dificultad puede transformarse en un problema. “Yo estoy enfermo. He tenido una vida buena, entonces, ¿por qué debo sufrir? Cuando estoy enfermo las personas no me dan el tipo de atención que necesito.” Podemos crear innumerables problemas a partir de esa enfermedad. Pero deberíamos ver que no es una dificultad sino un hecho, un hecho difícil tal vez, pero que se puede manejar, eso es todo.

   Es el yo quien crea los problemas. Y el yo nunca puede producir silencio porque está constantemente creando perturbaciones. ¡La perturbación es el yo! Los celos son parte del yo, también lo es el apego, y la intolerancia. El yo está construido de todas estas cosas. Desde ese punto de vista, una frase como ‘la realización del yo’ es engañosa, si existe la realización de la Verdad no puede estar el yo en ella. De modo que donde hay logro o adquisición, allí está el yo, ya sea que estemos conscientes o no. En cuyo caso la mente no está vacía, está llena de yo.



La iluminación procede del interior

   Uno de los Mahatmas nos recuerda que la iluminación debe venir del interior. El medio hacia la iluminación no es sólo la meditación, él habla de la pureza en pensamiento, palabra y acto. Debe haber pureza, control de las pasiones animales, y carencia de egoísmo en la intención. Sin éstos, la meditación no es seria, se vuelve lo que Krishnamurti llamó una actividad de aislamiento.

   Cuando hablamos de la mente, ¿incluye lo consciente y lo inconsciente? ¿Cuál es la diferencia entre los dos?

   La mente es por supuesto lo conciente y también lo inconciente o subconsciente. Existen varias cosas en la mente que no se notan en determinado momento. Eso no significa que no pertenezcan a la mente. En la mente subconsciente puede haber avaricia, por ejemplo, pero puede estar latente porque la oportunidad para manifestarse no se da en ese momento. Cuando se manifiesta se vuelve parte de la mente conciente. De igual modo, dentro de la mente hay muchas tendencias que llevamos de encarnación en encarnación y llegan a la mente conciente según las circunstancias y la oportunidad. Lo mismo ocurre con la memoria. Existen muchos recuerdos de los que la persona no es conciente. Algunas veces se pueden recordar con bastante facilidad, y otras veces sólo en ocasiones especiales.

   Ciertas preguntas fundamentales siempre se tendrán que examinar con cuidado. La que nos interesa principalmente en este momento es: “¿Cuál es la naturaleza del yo?” Hemos visto que esto requiere mucha reflexión y podemos lograrlo sólo por el uso sostenido de energía.

   Hemos llegado a ciertas conclusiones. El yo parece ser yo mismo, el ‘yo’. Este ‘yo’ está formado de impresiones creadas principalmente por el cuerpo porque tenemos cierta imagen de nosotros que está parcialmente conectada con la persona física. Llegamos a comprender que esta persona física tiene poco que ver con el yo real. La confusión entre esto y el Yo es la causa de muchos problemas y éstos se complican más con la identificación con las emociones y los pensamientos.

   Nada de esto se puede comprender en profundidad por medio de un proceso de simple razonamiento, sino solamente por medio de lo que se ha llamado ‘clara visión’. Pero debido a que la ilusión del yo como auto-existente, como que tiene una identidad individual separada, se ha aceptado como una realidad durante muchos años, ciertamente durante muchas encarnaciones, ha asumido la apariencia de realidad. Estamos condicionados por todo a nuestro alrededor y tomamos su existencia como natural. Cuando niños se nos enseñó a fomentar nuestros intereses, a pensar en todas las cosas en relación con esto. Todo esto no puede evitar que ejerza su influencia. Entonces es fácil aceptar la creencia de la existencia del yo, y debemos observar muy cuidadosa e internamente para descubrir la verdad, para descubrir si después de todo es sólo una imposición, una ficción creada por el pensamiento.

   Sería simplemente fácil decir: “Sí, el yo no es real”, o “El sentido de separación es una ilusión”. Pero eso sería sólo proferir palabras. Si realmente viéramos el hecho, cambiaría nuestra vida.

   La meditación es el trabajo que hay que hacer para ver. No es sólo una actividad cerebral, es explorar profundamente para descubrir la verdad con respecto a la naturaleza de ese yo que nos ha estado manejando por innumerables encarnaciones.



Auto-existencia

   La idea de la auto-existencia (existencia-en-sí-misma) está asociada con la existencia de todo lo que conocemos. Debido a que vemos todo separado físicamente, creemos que todo existe en sí mismo y por sí mismo. Y cuando pensamos en términos de conexión, es superficial. De modo que las relaciones se pueden establecer y romper porque la relación, según nuestras ideas, es en sí algo que yace sólo en la superficie de la vida, cuyo logro o ruptura depende sólo de nuestra voluntad. Pero nosotros cuestionamos la afirmación de que ésta sea la realidad, es decir que son objetos separados, desconectados unos de otros. Nos preguntamos si en realidad la existencia, que es el yo de todas las cosas, tiene una naturaleza totalmente diferente.

   Desde un punto de vista intelectual se pueden dar muchas respuestas, y podemos citar autoridades en el tema. Pero todo esto no tiene nada que ver con comprender la Verdad con la que estamos particularmente interesados. “Por sus frutos los conoceréis.” La inutilidad de los ejercicios puramente mentales e intelectuales se pueden ver por sus frutos, o por la ausencia de ellos, porque habiéndolos practicado al máximo nos encontramos en exactamente la misma situación, asediados por las mismas perturbaciones, por los mismos problemas en las relaciones, por la misma falta de comprensión. Descubrimos que el intelecto no tiene respuestas.

   Pero luego descubrimos que existe un tipo diferente de conocimiento que llega por una comprensión más profunda y vemos que da su fruto. Un cambio profundo puede ahora ocurrir porque miramos el problema desde un punto de vista diferente.

   Dirigir la energía de la mente a la investigación del yo o a examinar la naturaleza de la existencia, significa también explorar su significado y propósito. A menos que haya claridad sobre la cuestión de la auto-existencia, la existencia independiente no relacionada entre sí de cada cosa, no seremos capaces de comprender esto.

   Si la mente no ve la naturaleza del Yo, si es incapaz de aprovechar la relación que existe en lo profundo a un nivel sutil, no podrá ver la vida en todo su significado y belleza.

   Podemos ver la relación entre las cosas separadas, entre objetos que permanecen separados pero que todavía existen en algún tipo de relación. También puede haber una percepción en la que la relación no es simplemente la unión de cosas separadas. La unidad es mucho más que esto. Pero sólo puede ser descubierto por una mente que es capaz de ahondar más.



Los árboles, una necesidad

   Un artículo provechoso relacionado con los árboles se publicó recientemente en el Guardian Weekly. Se refiere a los árboles que actualmente están pasando un mal momento, que constantemente están bajo amenaza. En buena medida los árboles son el hogar de la biodiversidad del mundo, pero están siendo destruidos sin misericordia. Han cortado la mitad de los árboles en bosques o selvas, y cada año las áreas forestadas se ven diezmadas. Esto reduce la cantidad de aire puro que nosotros, los humanos, respiramos. Además de esto, está la belleza de los árboles.

   Un gran árbol como el Banyano puede ser una maravillosa ayuda por muchos motivos. Pero especies más pequeñas también son invalorables. No podemos sobrevivir sin ellas, y se requiere una comprensión profunda para percibir este hecho. Muchos árboles viven mucho tiempo y otros producen retoños, de modo que cuando hay un árbol, puede haber muchos más. La atmósfera misma que respiramos se transforma cuando existe un árbol porque absorben el contenido de carbono y otros contaminantes. Cuanto más viejos son, más controlan los contaminantes. Además, donde existen árboles, la temperatura es menor si el clima es cálido.

   Desafortunadamente, un problema mayor que la cantidad de árboles que se han cortado y los bosques y selvas que han desaparecido, es la grave condición del clima. La Organización de las Naciones Unidas que colabora con entidades que ayudan a reducir emisiones de carbono, dice lo siguiente: plantar árboles puede compensar en gran medida las emisiones en la primera mitad del siglo. Por lo tanto, existe una necesidad urgente de salvar los árboles incluso en las ciudades. El economista indo, P. Sukhdev, es también un líder en el estudio de la biodiversidad, y de la economía de los ecosistemas. Trabaja como Co-Director del Banco Deutsche en Mumbai, India. Él ha calculado el valor económico de la naturaleza y su deterioro, después de una investigación de tres años llevada a cabo por cientos de expertos. Según su opinión, si se redujera la deforestación en un 50% durante unos treinta años, disminuiría el costo del calentamiento global porque la erosión de los bosques, áreas costeras, etc., lleva a enormes pérdidas todos los años. ‘Un árbol es invalorable, y lo que obtenemos de los árboles no tiene precio.’

   Existe un número de personas que disfrutan de Adyar, al que vienen a caminar debido a su belleza, calma y por la preservación del medioambiente natural. No sólo se protegen a los árboles, sino a muchas variedades de plantas y otras formas de vida más pequeñas de otros reinos que también se cuidan en este predio. Todas las ciudades necesitan un espacio donde se respeten y valoren las áreas verdes. La importancia de preservar la atmósfera creada por habitantes de los diferentes reinos nunca se puede elogiar en exceso.

   Al considerar este tema, la contaminación de las fuentes de agua es de suma importancia, porque si no hay agua pura disponible, muchas plantas y árboles no pueden sobrevivir. Necesitan muy poco, pero el agua es una de las pocas cosas que necesitan. Los árboles son ‘ciudadanos modelo, decorativos, calmos, económicos, serenos y valientes’. Sin suficiente cantidad de agua, los espacios verdes no se pueden preservar. Permitirle a los árboles crecer implica asegurarse que tengan agua disponible para ellos y también para los arbustos y plantas pequeñas de todo tipo que crecen a su alrededor.