lunes, 13 de agosto de 2012

EXPANDIENDO NUESTRO CENTRO DE CONCIENCIA


 
                                                                         Pablo D. Sender
  Aunque casi todas las tradiciones espirituales hablan de la naturaleza divina en los seres humanos, la humanidad está envuelta en sufrimiento, brutalidad y egoísmo.  ¿Por qué estamos en tan lamentable condición? ¿Hay alguna salida?  Las filosofías orientales, como también la Teosofía moderna, dicen que la causa de nuestro estado actual es avidyâ, la ignorancia, y que sólo la percepción de la Verdad nos hará libres.  Avidyâ no es ignorancia de conocimientos comunes.  Más bien, es la falta de percepción de quiénes somos realmente y cuál es nuestra relación con el Universo.  Por lo tanto, el remedio último para nuestra enfermedad innata es viveka, o discernimiento espiritual.  Este requisito es definido en muchas formas, pero todas ellas son diferentes expresiones de la misma idea esencial: el discernimiento entre lo Real y lo irreal.  Así, el discernimiento está especialmente relacionado con la facultad de percepción.
Viveka tiene diferentes aspectos, como está expresado en A los Pies del Maestro, y su desarrollo tiene varias etapas, pero nos focalizaremos particularmente en el desarrollo de una capacidad que la Dra. Annie Besant definió como la esencia de la espiritualidad: la habilidad de intuir la unidad de toda la vida.  De un modo similar, Mme. Blavatsky (HPB) dijo que “espiritualidad no es lo que comprendemos por las palabras ‘virtud’ y ‘bondad’.  Es el poder de percibir las esencias espirituales sin forma”1 sin ser engañados por el aspecto grosero del mundo manifestado.
La mayoría de nosotros sentimos en lo profundo que sólo somos nuestra personalidad, es decir, el “yo”, aquél que está leyendo, percibiendo en este momento.  No tenemos real conciencia de la unidad de la vida; no hemos desarrollado “el poder de percibir la no forma”.  En nuestra conciencia de vigilia, sólo percibimos la capa externa del mundo a través de nuestros cinco sentidos, los cuales son muy limitados.  Además, percibimos en términos de lo interno (yo) y lo externo (el otro).  Nuestra percepción está confinada a lo que está sucediendo en “mí”, al nivel personal.  Usualmente no podemos sentir en nosotros lo que está sucediendo dentro de otra persona o ser.  Por lo tanto, naturalmente, aparece el egoísmo, porque experimentamos directamente nuestras necesidades individuales, nuestro dolor, placer, esperanzas, pero sólo nos damos cuenta de los sentimientos de otra persona de un modo indirecto.  Esta limitación es la causa misma de nuestro sufrimiento, ya que quedamos identificados con lo que es frágil, pequeño, separado, transitorio, e incompleto.  Sin embargo las enseñanzas teosóficas postulan que nuestra verdadera identidad es eterna, completa, e incondicionada.  Si pudiéramos percibir esto se desvanecería automáticamente el problema nacido de nuestra identificación con el “yo” limitado.  Pero ¿es posible percibir de un modo no limitado?  Muchos místicos en diferentes culturas y épocas experimentaron que la conciencia es ubicua.  Esta experiencia fue descrita por J. Krishnamurti (JK) como sigue:
Había un hombre arreglando la calle; ese hombre era mí mismo; el pico que sostenía era yo; la piedra misma que estaba rompiendo era una parte de mí; la suave brizna de pasto era mi mismo ser, y el árbol al lado del hombre era yo mismo.  También podía sentir y pensar como el mendigo, y sentir el viento pasando a través del árbol, y hasta la pequeña hormiga sobre la brizna de pasto podía yo sentir.  Los pájaros, el polvo, y el ruido mismo eran parte de mí. . . .  Yo estaba en todo o, mejor dicho, todo estaba en mí, inanimado y animado: la montaña, el gusano, y todos los seres que respiran.2

Así sabemos, a través de la experiencia de los místicos, que el funcionamiento de esta percepción espiritual extraordinaria es una posibilidad para la conciencia humana; que podemos percibir de un modo holístico, sintiendo como si fuéramos parte de cada criatura e incluso de cada objeto llamado “inanimado”.  Examinemos, entonces, cómo podemos acceder a este tipo de percepción.
 
 
El Enfoque Psicológico
 
Cuando consideramos este tema desde un punto de vista Teosófico encontramos dos enfoques: el psicológico y el oculto.  Éstos son complementarios y, para usar las palabras de HPB, nos llevarán a obtener “una clara percepción de la unidad de la energía una, operando en el Cosmos manifestado.”
Vamos a comenzar explorando el enfoque psicológico que tiene como objetivo especial el remover los obstáculos antes de construir un tipo diferente de percepción.  Para tener acceso a esa percepción completa, primero debemos descubrir por qué nuestra conciencia funciona de un modo tan limitado.  En una charla con algunos amigos, JK se refiere a esto:
Espere, señor, yo soy todo eso, el pasado y el presente y el futuro proyectado; yo nací en India con toda la cultura de 5000 años.  Ése es mi punto.  Eso es lo que yo llamo conciencia . . . cuando usted dice que es un hindú y yo soy un musulmán; cuando hay una focalización a través de la identificación, entonces aparece la elección. 3

De acuerdo con las enseñanzas teosóficas nuestra conciencia real, que perdura vida tras vida, está más allá de la mente personal, de las emociones, y del cuerpo físico.  En cada vida nueva ésta construye esos vehículos para su expresión en los mundos inferiores.  Pero entonces esa conciencia queda limitada por ellos durante la encarnación.  De hecho, la focalización de la conciencia limitando su capacidad para percibir desde una perspectiva más amplia, es debida a la identificación con la personalidad.  En su artículo “Moralidad y Panteísmo” HPB escribió:
El punto de comienzo del sistema ‘panteísta’ (usamos esa palabra por falta de una mejor) de moralidad es una clara percepción de la unidad de la energía una, operando en el Cosmos manifestado . . . El principal obstáculo para la realización de esta unidad es el hábito innato del hombre de ponerse siempre en el centro del Universo.  Cualquier cosa que un hombre pueda hacer, pensar o sentir, el irreprimible ‘yo’ será seguro la figura central.  Esto, como se verá, en la mínima consideración, es lo que evita que cada individuo ocupe su propia esfera en la existencia, sólo en el lugar donde él está exactamente y donde no está ningún otro individuo.” 4

Así, el problema principal parece ser el “hábito innato” de identificarnos con nuestros limitados y temporarios vehículos de conciencia personales, con centro en el “yo”.  Esta conciencia personal fue formada durante la infancia como resultado del impacto de impresiones del mundo externo sobre el cerebro.  Desde entonces, esa mente limitada se tornó en el principal medio de percepción durante nuestra conciencia de vigilia.  Estamos habituados a percibir a través de ésta; no conocemos nada más. Como dice JK:
¿Cuál es el problema?  He estado viendo sólo este fragmento (señalando una porción de la alfombra) . . . Pasé toda mi vida observando este fragmento.  Usted viene y dice que éste es parte de un todo, que éste no existiría sin lo otro.  Pero no puedo quitar mis ojos del fragmento.  Estoy de acuerdo en que éste puede existir sólo debido a la totalidad de la alfombra, pero nunca, nunca, he visto toda la alfombra.  Nunca me he movido del fragmento . . . Y no sé cómo mover mis ojos y mirar a toda la alfombra.5

Sabemos, en teoría, que nuestra conciencia personal es sólo una expresión fragmentada de un todo mayor, la Individualidad o Ego Superior, pero somos incapaces de comprenderlo realmente.  Sentimos que somos esta persona, que éste es nuestro nombre, edad, trabajo, características, etc.  No sabemos cómo percibir de un modo distinto, y hay una fuerza que mantiene nuestra percepción limitada al estrecho campo de nuestra vida diaria.  ¿Pero qué es?  JK se expandió sobre esto:
¿Qué es lo que impide una percepción total de esta existencia vasta, compleja? . . . Cuando entro al cuarto, un objeto atrapa mi mirada.  El hermoso cubrecama, y miro a las otras cosas descuidadamente . . . el resto queda en el trasfondo, se torna muy vago . . . ¿Por qué la percepción se ha focalizado en eso? . . . Yo veo todo el campo de la vida sólo en términos de perseguir el placer . . . ¿Es esto lo que previene la percepción total? . . . ¿Cómo puede ver la mente la totalidad del campo cuando sólo existe la búsqueda de placer? . . . ¿Cuál es el factor del placer? . . . El placer es siempre personal . . . Así que, en tanto la mente esté persiguiendo el placer como el “yo”, ¿cómo puedo ver esta cosa total?  Debo comprender el placer, no suprimirlo, no negarlo.  Así, es importante ver el todo, no lo particular. 6

El placer es una sensación surgida en ese limitado centro de conciencia que es el complejo cuerpo-mente.  Y en tanto nuestra conciencia esté persiguiendo la sensación estará atada a trabajar a través de la personalidad.  Damodar K. Mavalankar, uno de los personajes más prominentes entre los Teósofos de los primeros años, escribió:
Los deseos y pasiones son, por así decirlo, cadenas (verdaderas cadenas magnéticas) que atan la mente a esos apetitos y goces carnales.  Y aquél que desea elevarse por encima del Mâyâ que permea este mundo debe hacerlo rompiendo esas cadenas adamantinas que lo mantienen prisionero a este mundo transitorio.7

Entonces, deberíamos examinarnos y preguntar: ¿Cómo estamos viviendo?  ¿Estamos principalmente buscando placer personal en las diferentes actividades en las que tomamos parte?  ¿Nuestra actitud diaria es una de auto-protección, auto-justificación, etc., tratando de no ser perturbados?  Si es así, estamos constantemente fortaleciendo esa fragmentación de la conciencia que es el “yo”, manteniendo nuestra conciencia en la prisión de las sensaciones personales.  No es que debamos rechazar el placer como si fuera pecaminoso.  Si viene, lo experimentamos, de la misma forma que experimentamos las cosas desagradables.  Ambas son parte de la vida.  Pero el hecho de que estemos buscando algún tipo de placer en casi todas las circunstancias significa que las sensaciones corporales tienen una gran influencia sobre nuestra conciencia.  Ésta es la razón de por qué “La primera ilusión básica que se debe superar es la identificación con el cuerpo físico”, como leemos en Ocultismo Práctico. 8  Desafortunadamente, no es sólo una cuestión de estudiar o hablar sobre esto.  En la mayoría de los casos el estudio debe ser el primer paso, porque señala la dirección.  Pero si no hay una verdadera disposición para vivir de acuerdo con éste, el conocimiento es de poca utilidad.  En conexión con esto HPB escribió:
El conocimiento o jñâna está dividido en dos clases … paroksha y aparoksha.  La primera forma de conocimiento consiste en la adhesión intelectual a cierta proposición, la última en la verdadera comprensión de ésta . . . Del estudio de la filosofía sagrada, . . .  se deriva paroksha, el conocimiento (¿o deberíamos decir creencia?) en la unidad de la existencia, pero sin la práctica de la moralidad ese conocimiento no puede ser convertido en la forma de conocimiento más elevada o aparoksha-jñâna . . . . De nada vale captar intelectualmente la noción de que eres todo y Brahman, si no es realizada en actos prácticos en la vida . . . No puedes ser uno con el Todo, a menos que todos tus actos, pensamientos, y sentimientos se sincronicen con el movimiento de avance de la Naturaleza. 9

Ésta es la razón de por qué el verdadero conocimiento espiritual no viene meramente a través del estudio, sino a través de un modo de vida integral que también incluye meditación, auto-conocimiento, y una actitud inegoísta.  Si somos serios en esto, deberíamos entrenar nuestra conciencia diariamente para vivir más allá del centro de placer que es el “yo”.
 
 
El Enfoque Ocultista
 
Hemos visto que, de acuerdo a HPB, “El principal obstáculo para la realización de esta unidad es el hábito innato del hombre de ponerse siempre en el centro del Universo.”  Reflexionemos ahora sobre estas palabras desde una perspectiva ocultista.  El problema aquí es que estamos condicionados por la sensación de ser ese centro ubicado “sólo en el lugar donde estamos exactamente.”  Cómo se dijo anteriormente, la conciencia no está necesariamente limitada por el espacio y la forma, sino que es capaz de estar consciente de lo que sucede en otras expresiones de la Vida Una.  Pero dado que no está habituada a percibir más allá del centro personal, nuestra práctica debería involucrar un intento por descentralizar nuestra conciencia, acostumbrándose a expandirla para una percepción más amplia.  ¿Cómo podemos hacerlo?
La práctica del Diagrama de Meditación de HPB es muy útil en este intento. 10 El Diagrama todo está diseñado para ayudarnos a romper la identificación con nuestra conciencia inferior.  El tema de este Diagrama es muy vasto para ser discutido aquí en su totalidad, y lo exploraremos en un futuro artículo, pero podemos referirnos a una porción de éste.  HPB sugiere que deberíamos habituar nuestra conciencia gradualmente a percibir de una forma descentrada, tratando de vivir con una “Perpetua Presencia en la imaginación en todo el Espacio y el Tiempo.” “De esto” agrega “se origina un sustrato de memoria de universalidad.”  Esto significa que deberíamos tratar de limitar la usual focalización de la conciencia al punto en el que estamos en el espacio y el tiempo.  No es algo fácil de hacer, pero el mismo esfuerzo en esta dirección desarrolla la capacidad de habituar nuestra conciencia a percibir en una forma diferente.  Podemos usar cualquier estrategia que encontremos útil.  Cuando caminamos, por ejemplo, podríamos tratar de sentir que estamos en todo lo que se mueve alrededor, donde “nuestro” cuerpo es sólo uno de esos objetos.  O podríamos sentarnos en el banco de un parque y tratar de sentir que estamos en todas partes, que nuestra existencia no tiene ni comienzo ni forma.  Después, deberíamos incorporar ese sentimiento abstracto gradualmente en nuestra rutina diaria.
Hay otro ejercicio interesante sugerido por C. W. Leadbeater:
Durante la meditación uno debería tratar de pensar en el Ser Supremo estando en todo y todo en éste.  Trate de comprender cómo el ser está intentando expresarse a través de la forma.  Un método de práctica para esto es tratar de identificar su conciencia con la de varias criaturas, como una mosca, una hormiga, o un árbol.  Trate de ver y sentir las cosas como ellos las ven y sienten, hasta que a medida que se interioriza, toda conciencia del árbol o del insecto desaparece, y la vida del Logos aparece. 11

Aquí Leadbeater señala dos cosas importantes.  La primera es: “Durante la meditación uno debería tratar de pensar en el Ser Supremo estando en todo y todo en éste”, que es otro aspecto de la meditación de HPB que acabamos de mencionar.  Y segundo, él nos aconseja identificarnos con las formas de vida inferiores.  De nuevo, no es un ejercicio fácil porque implica entrar en un mundo nuevo, pero podemos encontrar algunas insinuaciones interesantes en las palabras de JK, que también sugirió un experimento similar:
Me parece que una de las más grandes dificultades es que veamos, realmente, claramente, no sólo las cosas externas sino la vida interna. . . . ¿Han experimentado alguna vez con mirar algo objetivo como un árbol, sin ninguna de las asociaciones, sin nada del conocimiento, que han adquirido sobre éste, sin ninguna palabra formando una pantalla entre ustedes y el árbol, lo que evita que lo vean como éste realmente es?  Inténtenlo y vean qué sucede; observen el árbol con todo su ser, con la totalidad de su energía.  En esa intensidad encontrarán que no hay observador en absoluto; sólo hay atención. 12

Para tener éxito en este tipo de ejercicios tenemos que ser capaces de silenciar nuestra conciencia personal.  Todos estos ejercicios pueden ser probados por uno mismo en un espíritu de investigación.  Ellos desarrollarán gradualmente el poder de percepción que está latente en cada uno de nosotros.  Sin duda, cuando este tipo de discernimiento espiritual se despierta, sucede una transformación importante.  Como dijo Leadbeater después de describir su ejercicio:
Cuando sabemos con bastante certeza que somos parte del todo, no nos importa demasiado dónde pueda encontrarse este particular fragmento de ese todo, o por cuales experiencias puede estar pasando. 13

 
 
Referencias
 
1. H. P. Blavatsky, Collected Writings (CW) 12, ‘Gemas de Este’, p. 451.

2. Mary Lutyens, Vida y Muerte de Krishnamurti.

3. J. Krishnamurti, Tradición y Revolución, Diálogo 27: ‘La Inteligencia y su Instrumento’, Bombay, 15 de Febrero de 1971.

4.  HPB, CW 5, ‘Moralidad y Panteísmo’, pp. 336-7.

5. JK, Tradición y Revolución, Diálogo 18: ‘Energía y Fragmentación’.

6. idem.

7. Sven Eek (Comp.), Damodar y los Pioneros de la Sociedad Teosófica, ‘Carta de Damodar a Carl H. Hartmann’, p. 304.

8. HPB, Ocultismo Práctico, ‘Algunas Sugerencias para la Vida Diaria’.

9.  HPB, CW 5, ‘Moralidad y Panteísmo’, p. 337.

10. HPB, The Theosophist, May 2003, ‘Diagrama de Meditación’, pp. 308-9.

11. C.W. Leadbeater, La Vida Interna, ‘Meditación’.

12. JK, Libertad de lo Conocido, cap. 11.

13.  loc. cit.