domingo, 30 de octubre de 2011

El espíritu de cooperación


SOPHIA (ENERO 2000) Nº 133
DESDE LA ATALAYA                                                                                         Radha Burnier


La llegada de una nueva era o civilización no va a depender de las fechas del calendario, sino de que los seres humanos cambien su conducta y aprendan, entre otras cosas, a cooperar. La época actual es una época de confrontaciones y de conflictos a nivel global, entre naciones, y a nivel más pequeño, entre individuos. En la nueva civilización las relaciones serán diferentes, y estarán basadas en la cooperación, de la cual han hablado tantas veces algunos eminentes miembros de la Sociedad Teosófica.
Los conflictos existentes entre los seres humanos son peores que los del reino animal. Se ha publicado un nuevo libro sobre las matanzas, basado en un estudio detallado de la actitud de las personas que luchan, especialmente entre los soldados y los policías. El libro describe cómo los soldados pueden llegar incluso a encontrar el acto sangriento de clavar la bayoneta como algo "especialmente satisfactorio". Un combatiente recordaba los cuerpos de los enemigos explotando y gritando, y lo consideraba como "uno de los momentos más felices de mi vida". Esta brutalidad y placer obtenido gracias al dolor de los demás se practica en todas las naciones y se convierte en algo heroico, no vergonzoso. Complacerse con estos hechos es un rasgo peculiarmente humano; el animal, simplemente, lucha y luego se olvida de ello.
En una serie de conferencias sencillas y hermosas que dió C. Jinarajadasa, anterior Presidente de la S.T. (publicadas bajo el nombre de Yo Prometo) el conferenciante dice que toda persona joven tiene que aprender a hacer cosas junto con los demás. La educación de los jóvenes tiene que enseñarles a cooperar, y no a insistir en la competividad y en la confrontación. Annie Besant fomentaba los juegos de equipo en las escuelas que fundó. Ganar o perder de una manera adecuada era lo importante. Los estudiantes aprendían a alegrarse si el equipo contrario ganaba y no sólo a enorgullecerse con su propia victoria.
Hay distintas situaciones en las que la gente aprenden a cooperar de una manera limitada, como en los grandes proyectos, por ejemplo los viajes al espacio exterior. Ciertos negocios tienen éxito solamente a través del esfuerzo de colaboración. La gente que llamamos religiosa practican la fraternidad dentro de la fe, pero no tienen escrúpulo alguno para matar a quienes se encuentran fuera de ella. Todo esto no es fraternidad ni cooperación, sino una forma de egocentrismo. En una civilización nueva, el espíritu de cooperación será universal, y se expresará en todas las relaciones, mientras que las actitudes relacionadas con el "yo" y lo "mío" quedarán subordinadas.
Como demuestran los estudios ecológicos, incluso las criaturas más insignificantes contribuyen al progreso, pero nuestra ceguera no nos deja ser conscientes de este hecho. En cada reino de la Naturaleza y en cada forma de vida, se desarrollan ciertas cualidades que pueden florecer después en el ser humano, pero solamente porque ya habían echado sus raíces en una etapa anterior. Si no vemos nada de valor en un individuo en particular, es porque nuestra percepción no es clara. Cuando la intuicióin está siquiera un poco despierta, nuestro planteamiento respecto a los demás es una actitud de un profundo respeto. La nueva humanidad se caracterizará por una capacidad de conocimiento intuitivo y por la cooperación.
Nuestra cooperación no tiene que ser solamente con otros individuos, sino con la Naturaleza como un todo. Muchos de los procesos de la Naturaleza, en realidad son inescrutables para nuestra mente y nunca penetraremos en sus misterios si no nos acercamos a ella con respeto. En algunas culturas antiguas personificaban a la Naturaleza y la consideraban como una diosa digna de adoración. No se trataba de supersticiones, sino de un reconocimiento de su grandeza. Fomentando el espíritu de cooperación con la Naturaleza en todas sus actividades, aprendemos a hacernos uno con el Gran Plan.
¿Qué vamos a hacer?
De vez en cuando surge la pregunta: ¿Qué ha hecho la Sociedad Teosófica en más de cien años? ¿Qué va a hacer en el próximo siglo? Se espera que la S.T. esté haciendo algo visible, pero un objetivo prioritario de la misma es el de sembrar las semillas de actitudes que den como resultado la acción correcta; esta labor no es medible ni es siempre visible, y por esto mucha gente no se da cuenta de su importancia. Pero las actitudes de las personas tienen efectos importantes sobre el bienestar público.
Dicen que la compañía multinacional Monsanto, que ha salido a la luz pública por promocionar alimentos genéticamente modificados, gracias a todos los medios con los que cuenta, está convencida de que sus productos son muy beneficiosos para el mundo. Su soja transgénica se ha introducido en el mercado mundial a gran escala y se utiliza en la preparación de gran número de alimentos. La empresa afirma que sus productos transgénicos proporcionarán al mundo que pasa hambre toda la comida que necesita una población cada vez más numerosa.
El público no está convencido con las afirmaciones de Monsanto. En todo el mundo la gente sospecha que a estas empresas les interesan más sus beneficios que la solución para el hambre o que una alimentación mejor. Algunos expertos como el Dr. A. Puszpal, especialista en toxinas vegetales, también dicen que los alimentos transgénicos son perjudiciales, y un grupo internacional de científicos apoyan también esta opinión. A pesar de los esfuerzos que hacen por convencer, la opinión pública sigue estando tan fuertemente en contra de los productos transgénicos, que Monsanto y otras empresas han tenido que ceder, al menos parcialmente, a las exigencias de la gente.
Cuando un gran número de personas piden algo, ningún gobierno o industria pueden resistir su presión, y la opinión pública tiene que producir un cambio para mejorar en muchos temas importantes. Lo que asegura que ese cambio sea verdaderamente para mejorar es un conocimiento de los principios básicos y de las verdades sobre la vida, tales como la verdad de la globalidad de la existencia, la inteligencia de la Naturaleza y el destino espiritual del ser humano. La labor de la Sociedad Teosófica ha sido la de crear una concienciación de estas verdades y principios fundamentales, y fomentar el estudio y la discusión que ayuden a clarificar las implicaciones de estas verdades en las situaciones cotidianas en las que nosotros y otras criaturas nos encontramos.
El World Watch Institute ha calculado que si los habitantes de U.S.A. consumieran una tercera parte menos de comida cada día, se podría alimentar con eso a 25 millones de personas en las zonas del mundo aquejadas por el hambre y más subdesarrolladas. También se malgasta mucho en otras partes, mientras que en el Sudán, en Eritrea y en otros países la gente se están muriendo de hambre o sufren de malnutrición. ¿Qué vamos a hacer? No es posible ir todos por ahí cocinando para los demás o dando ayuda económica a las organizaciones benéficas. Pero todos nosotros podemos ayudar a crear conciencia de la necesidad perentoria que hay de llevar una vida frugal y sencilla. La gente que sabe que otras personas están muriendo de hambre no dejan de malgastar; ni siquiera disciernen seriamente entre las verdaderas necesidades y las imaginarias. La costumbre es una fuerte influencia y la gente compran y tiran las cosas sin pensar. Esto no ocurriría si se sintieran profundamente afectados por el horror o la desigualdad y la injusticia y fueran cada vez más intensamente conscientes de su unidad con el resto de la creación. Esta conciencia nace de una reflexión constante y de un debate serio sobre las actitudes y la filosofía que se encuentran detrás de la acción correcta. La Sociedad Teosófica promueve este tipo de estudios, de reflexiones y de debates.
Podríamos considerar muchos otros temas en este contexto, por ejemplo, la inmoralidad que conlleva el gastar cada vez más recursos en defensas militares, lo que llaman políticamente "gastos de defensa". Cuando nos demos cuenta de que la vida es un todo, no existirán tantas sospechas ni animosidades mutuas como para continuar en la escalada desproporcionada de los gastos militares, que impiden que los científicos y otras personas dediquen su talento y su energía a otras actividades más constructivas. Si el mundo aspira a contar con los recursos suficientes para una población cada vez mayor y con la paz necesaria para el bienestar de la humanidad, las actitudes tienen que cambiar radicalmente, y todos los gobiernos tiene que verse forzados a a planificar la paz y no limitarse a hablar de ella.
Todos los grupos numerosos de gente tienen un poder irresistible para producir el cambio. Sólo una manera correcta de pensar que sea el resultado de una percepción correcta puede revolucionar y mejorar el mundo, y todos hemos de contribuir a ello.
(The Theosophist, noviembre 1999).