domingo, 23 de octubre de 2011

El Camino hacia adelante de la Humanidad



     El Camino hacia adelante de la Humanidad

 Radha Burnier

El verdadero progreso humano es un viaje que parte de un estado de egoísmo, de unas actitudes y acciones basadas en el engaño de la separatividad, para llegar a otra dimensión, que es el amor. El término “amor”, tal como se usa habitualmente, tiene poca relación con la realización de la no-separatividad absoluta, que es el amor espiritual o divino. El amor, en el verdadero sentido, hace desaparecer la sensación de que existen “otros”. Todas las vidas son asumidas como elementos de la Realidad una y eterna. La iluminación significa el hecho de asentarse en esa unidad; los seres iluminados no tienen la sensación de estar ayudando a los demás ni de enseñarles o instruirles en nada, porque no existen los “demás”. Y este es el final del viaje humano, más allá del cual, según nos dicen, hay otros viajes.
En el comienzo de este camino existe esa competencia tan cercana al comportamiento instintivo que tienen los miembros de los reinos inferiores. La competencia por la comida, por el territorio o por una pareja, por más feroz que pueda ser a veces, no implica maldad alguna en el caso de estas criaturas inocentes. Pero un comportamiento similar a nivel humano está teñido por los procesos egoístas del pensamiento que conducen a la destrucción deliberada, a la decepción y a otras predisposiciones malignas. El ser humano no disfruta de la felicidad, que es algo integrante de una conciencia no separativa, unitaria, y tampoco tiene la inocencia y la paz de las criaturas sub-humanas que no se sienten perturbadas por lo que están haciendo ni por lo que hacen los demás; se limitan a vivir tal como les enseña la Naturaleza.
El dilema humano termina cuando se alcanza una conciencia clara que nos señala el camino que va desde la etapa separativa a la del amor. La primera se caracteriza por tomar y la segunda por dar. Dana, que significa “caridad y amor inmortal” es la primera de las paramitas, las virtudes que permiten cruzar hasta el nivel super-humano. La Fraternidad Universal, que la ST intenta difundir, incluye muchas cualidades maravillosas, una de las cuales es el espíritu de dar, no de mala gana, sino de forma altruista y generosa.
Dana implica una disposición profundamente caritativa, que surge al ver “la belleza y el misterio” de aquellos otros fragmentos divinos que están luchando lado a lado con uno mismo. La generosidad del corazón que no alberga ofensas ni rencores, una naturaleza que piensa espontáneamente en las necesidades y comodidades de los demás antes que en las propias, una visión universal, todo esto está relacionado con dana. Estas características tienen que crecer y disolver la base del egocentrismo y de la mezquindad que tienen a la persona atada a la dimensión terrenal.
¿Invitación al Desastre?
Ciega por la ambición de bienes materiales y de placeres, la humanidad parece estar abocada a un programa prefijado de desastres sin fin. Como ejemplos, podemos centrarnos en tres campos, la inferencia en el medio ambiente, el comercio global y la manipulación genética.
Sobre el daño en el medio ambiente, el Secretario General de las Naciones Unidas, el Sr. Kofi Annan dice que “Las actividades humanas están cambiando el equilibrio natural de la Tierra, interfiriendo como nunca con la atmósfera, los océanos, los casquetes de hielo polar, los bosques y los agentes mortíferos naturales que son los que hacen que nuestro mundo sea un hogar en el que se pueda vivir”. (Citado en Theosophy-Science Newsletter, pub. por el Dr. Hugh Murdoch, Sydney, Sept. 2002). No sólo él, sino muchas otras personas preocupadas seriamente por el perjuicio que cometen los humanos contra el medio ambiente, han advertido continuadamente sobre la obstinada carrera de explotación de los recursos naturales, cuyo resultado será el calentamiento global. A pesar de todas las reuniones internacionales y de las numerosas manifestaciones públicas, los países ricos, acostumbrados a sus lujos, prefieren continuar con su ceguera ante el riesgo de la proximidad de los desastres provocados por el hombre. ¿Qué ocurriría si toda la humanidad alcanzara el nivel del mundo rico, mediante algún tipo de milagro? La tierra llegaría a ser inhabitable. Los océanos subirían de nivel proporcionalmente al calentamiento global; los glaciares se están ya derritiendo y los científicos esperan que el agua caliente de los océanos se extienda, creando las condiciones favorables para tormentas y huracanes frecuentes.
En la última década más o menos hemos tenido más inundaciones que nunca y consecuencias trágicas en muchos continentes. La continua tala y quema de zonas forestales, que podrían haber absorbido el agua y retenido el sedimento, ha hecho que los ríos de desborden más fácilmente inundando las zonas bajas habitadas. Las inundaciones son una consecuencia inevitable. La tala y destrucción de los bosques, que convierte a los pantanos en criaderos de gambas, en contra de la vida salvaje y otras cosas, benefician tan sólo a unos pocos y ponen en peligro la vida de millones.
En segundo lugar, la estabilidad social no puede mantenerse si la gente no se siente bien y satisfecha en cierto grado. Cuando son muchos los que padecen desesperadamente privaciones, como pasó, por ejemplo, antes de la revolución francesa y rusa, cabe esperar violentas revueltas. Eran millones de pobres gentes en esos dos países los que no tenían nada que perder si desobedecían a sus amos o a las leyes injustas y a las acciones violentas. Hoy en día, se nos está advirtiendo muchas veces del desarrollo de condiciones similares internacionalmente.
El Dr. Hugh Murdoch nos llama la atención (op. cit.) sobre unos artículos del New Scientist que insisten en la necesidad de volver a analizar todo lo que se refiere a la globalización. Sus palabras dicen: “Lo que se necesita hoy más que nunca, en lugar de la creciente ambición individual y nacional, es esa visión espiritual y teosófica según la cual todos estamos conectados a un nivel profundo o fundamental”. Resalta algunos puntos de estos artículos mencionados, y habla de los países ricos, por ejemplo los Estados Unidos y de los países de la comunidad europea, que buscan el comercio libre solamente para sus exportaciones de productos y servicios, mientras utilizan los aranceles y los impuestos para poner trabas a las exportaciones básicamente agrícolas de los países más pobres. Cita el Informe del Desarrollo de las Naciones Unidas, según el cual: “Si la tendencia actual continúa, las disparidades económicas entre las naciones industriales y las naciones en vías de desarrollo, que son muy desiguales ahora, llegarán a ser inhumanas”.
También se nos habla de todas las esperanzas surgidas a raíz de la Reunión de Río de 1992. Los países ricos prometieron doblar su contribución en ayudas a los países pobres. Pero sólo los Países Bajos y los de Escandinavia están cumpliendo su promesa. Los paísesç más ricos siguen con contribuciones escasas. Volviendo a citar a Kofi Annan: “No hay falta de alimentos en el planeta. La principal razón de que 800 millones de personas pasen hambre cada noche es que carecen de los recursos para comprar o cultivar sus propios alimentos...los granjeros de muchas regiones ‘deficitarias de alimentos’ ya han dejado de trabajar porque sus productos tienen que competir con las importaciones baratas de los Estados Unidos. (Podríamos añadir aquí que las importaciones siguen siendo baratas sólo mientras compiten con la producción indígena). Tanto el desarrollo comercial como el científico tienen un papel en el mundo moderno... los dos procuran cubrir las necesidades de los ricos y no de los pobres.
Se nos encoge el corazón cuando leemos las noticias de África del Sur. Millones de personas están a punto de morirse de hambre o agonizan lentamente debido a la malnutrición. Han sido varias las terribles hambrunas que han soportado en décadas recientes. Nos dicen que el 20% más rico de la población mundial gasta más del 80% de la riqueza del mundo. La disparidad está aumentando incluso dentro de los confines de las naciones ricas. Según el informe anual del US Census Bureau, 1.3 millones más de americanos han rebasado ya los límites de la pobreza durante este año. Incluso los países pobres tienen un pequeño porcentaje de personas que se están enriqueciendo enormemente, mientras que el resto de la población lucha por seguir con vida. Como dice uno de los artículos citados por el Dr. Murdoch: “El rápido crecimiento económico y el dominio de una cultura occidental basada en el consumo y el individualismo han beneficiado solamente a unos cuantos, creando una presión insostenible en el entorno.”
El consumismo y el egoísmo llegan a crear situaciones irónicas e incluso grotescas. Lo que se ha llamado “un deporte de nuestra época degradada” aparece como los “concursos de comida rápida”. Los televidentes se distraen viendo como hay personas que degluten 50 perritos calientes en 12 minutos, 11 hamburguesas en 10 minutos o 7 litros de helado en 12 minutos... ¿en un esfuerzo por superar a los romanos decadentes? La obesidad es causa de más muertes prematuras en algunos países que el tabaco, el alcoholismo, las drogas y los accidentes de tráfico juntos.
¿Acaso la previsión humana no debería considerar el riesgo? Las insoportables presiones, con deudas imposibles de pagar y unas condiciones de comercio injustas y explotadoras, por más que se las revista de un barniz de benevolencia usando el término aparentemente generoso de “globalización”, pueden hacer que ese numeroso grupo de gente pobre, cada vez más pobre, se revolucione con ira, usando todo tipo de armas y medios a su alcance. El financiero George Soros dice: “Tenemos mercados globales, pero no tenemos una sociedad global. Y no podemos construir una sociedad global sin tener en cuenta las consideraciones morales”. (Citado en op.cit.). Hacer caso de estas advertencias significaría un sacrificio por parte de los que tienen a favor de los que no tienen, a nivel individual, a nivel de grupo, a nivel nacional e internacional.
El tercer tipo de desastre que la humanidad parece estar preparando podrían ser las consecuencias de la manipulación genética. Según Gene Watch, un grupo piloto británico, la escalada de experimentación con los animales, motivada en gran parte por los beneficios que se derivan de las patentes en la producción de nuevos fármacos etc, es escandalosa. Ha aumentado el 800% en diez años. De los 10.000 intentos por clonar animales que se hicieron en todo el mundo, sólo nacieron 124 animales vivos. De éstos, tan sólo 65 llegaron a la madurez y muchos tuvieron graves defectos físicos, como deformidades de los miembros o incapacidad de moverse normalmente por su debilidad. Pero la amenaza de clonar seres humanos está en el ambiente. Se está intentando clonar animales domésticos, porque la gente no protesta demasiado cuando se trata de la vida de animales.
La Dra. Sue Mayer, una de las autoras del informe Gene Watch, ocupa un puesto en el Comité Agrícola y de Biotecnología del Gobierno, que controla el desarrollo científico. Esta señora afirma: “Los científicos británicos están modificando genéricamente y clonando centenares de miles de animales al año, sin demasiadas ventajas médicas ni comerciales.” Muchos experimentos parecen ser ineficaces, pero se desperdicia la vida de los animales, y se les causa grandes sufrimientos “y todo esto se hace a escondidas de la opinión pública”.
Sabemos ahora que la vivisección de los seres humanos, la implantación de sustancias radioactivas en pacientes deficientes mentales en los asilos, y muchos otros hechos delictivos se han estado practicando cruelmente en secreto en nombre de la “ciencia”. Sólo han salido a la luz décadas más tarde. Actualmente, existen algunas grandes empresas que trabajan con cerdos GM para crear hígados, riñones, corazones y páncreas y se están invirtiendo millones de libras en todo ello. La Dra. Mayer dice: “Los científicos se están dejando llevar por todo el tema de la genética y los animales sufren por ello. No hay justificación alguna para la modificación genética y para la clonación de animales con fines agrícolas, médicos o para la producción de órganos”.
El valor de estas actividades y sus resultados apenas se conoce, tal vez sea imposible saberlo. La inferencia implacable en las creaciones evolutivas que la Naturaleza ha ido produciendo durante milenios y la arrogancia que significa creer que unos cuantos seres humanos hábiles pueden superar la extraordinaria inteligencia del universo podría producir tragedias incluso más horribles e incontrolables que las que ya se obtienen perjudicando el medio ambiente o creando la inestabilidad social. La ley kármica. evidentemente, seguirá su curso tanto si los seres humanos detienen esta marcha como si no.
(The Theosophist, diciembre 2002.)