lunes, 20 de julio de 2015

“Un poder que renueva todas las cosas”

           
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PEDRO OLIVEIRA

  
La historia presenta evidencia abundante respecto a que la búsqueda de poder, que se origina en el deseo y la ambición personal, concluye en fracaso. Se ha vuelto un cliché criticar a los políticos visiblemente egoístas, pero la maldad del poder puede ser muy sutil e incluso destructiva. Los bolcheviques en Rusia, por ejemplo, estaban totalmente convencidos de que habían inaugurado una nueva era para ese país. Sin embargo, en poco más de ochenta años el régimen comunista colapsó, porque había creado una clase selecta de personas que disfrutaban privilegios que los trabajadores comunes no verían en toda su vida. También se consolidó enviando miles de disidentes a los temidos gulags, o campos de trabajo forzado.

Como lo expresó Thomas Jefferson, uno de los Padres Fundadores de los Estados Unidos de Norteamérica: “La experiencia ha demostrado que incluso bajo las mejores formas de gobierno, quienes son dotados de poder, a su debido tiempo y por medio de operaciones lentas lo pervierten en tiranía”. Las crueles dictaduras, despóticas y criminales del siglo veinte lamentablemente corroboran el pensamiento de Jefferson. Bajo el régimen Nazi en Alemania, y el estalinista en la Unión Soviética, mataron a más de veintiséis millones de personas, y muchos millones fueron desplazados. Las dictaduras proliferaron en muchos países en todo el mundo, en la segunda mitad del siglo veinte y produjeron un sufrimiento indecible.

Abraham Lincoln afirmó “casi todos los hombres pueden soportar la adversidad, pero si quieren probar el carácter de un hombre, denle poder”.  Ciertamente la verdad de esta afirmación tiene una aplicabilidad universal. Individuos respetuosos de la ley, amistosos y cooperativos, parecen sufrir una transformación cuando adquieren autoridad y poder. Pueden volverse dominantes, miserables, violentos y a veces incluso brutales en su ejercicio personal del poder. ¿Por qué ocurre esto? Una respuesta posible a esta pregunta se puede encontrar en el Pratyabhijnâ Hridayam de Ksemarâja, aforismo 12, traducido por I. K. Taimni:

La naturaleza esencial de la esclavitud en el mundo irreal de la manifestación se ve obstruida con nuestro propio poder individual limitado, debido a falta de consciencia de esa Realidad que es la fuente de todo poder.

El significado de “obsesión” en el diccionario expresa: “pasión intensa pero de corta duración, o admiración por alguien o algo”. En este caso es una obsesión con el poder visto como una extensión de uno mismo. La intensidad del amor al poder crea la ilusión de que tal estado de cosas durará para siempre, como lo muestran las vidas de muchos dictadores y déspotas. En octubre de 1989, los regímenes dictatoriales en Europa Oriental cayeron uno tras otro en unas pocas semanas de revueltas populares. Sin embargo, el aforismo mencionado precedentemente muestra claramente que la única verdadera fuente del poder yace en la Realidad Una, que es un estado integrado de consciencia y energía (siva y sakti). Para la ciencia moderna, la energía es un campo medible cuyo comportamiento se puede estudiar bajo condiciones de laboratorio. En la tradición de la Sabiduría Perenne, la energía o sakti, es considerada como la Madre del Universo, nutriendo la evolución de innumerables formas de vida. No es diferente a la compasión y la sabiduría. Todas las otras formas de poder que existen en el mundo fenomenal son sólo expresiones limitadas de esa fuente eterna y benigna.

El poder generalizado de nuestro tiempo es la información, y por lo tanto vemos gobiernos que invierten enormes sumas de dinero para ganar la carrera del espionaje y husmear a individuos, compañías y gobiernos. La profunda conectividad de los sistemas de información en todo el mundo crea el escenario para el advenimiento de la información como poder. Quien sea que obtenga primero la información necesaria, se coloca a sí mismo en una posición de ventaja, extendiendo así su propio poder. En el mundo de la información, la privacidad individual se ha convertido en un espejismo del desierto.

El otro aspecto perturbador de la así llamada revolución informática es el nivel casi patológico de absorción en el ciberespacio, que se puede ver hoy en el mundo. Si suben a un tren o un ómnibus, o caminan por la ciudad, verán que muchas personas desaparecen en sus artefactos de comunicación electrónica, y convierten a los demás en algo prácticamente inexistente. Martin Buber, el famoso teólogo judío, definió una vez a la religión como el descubrimiento supremo del otro. También dijo que la vida es relación. En vez de medios de comunicación, tales artefactos actualmente se convierten en compañeros de la vida, casi una adicción algunas veces, en vez de meros instrumentos que pueden simplificar y hacer más efectiva nuestra comunicación con otros.

Nos hemos sometido al poder de la información, nadamos en un océano de sonidos, imágenes, palabras e impresiones, pero eso no necesariamente mejora nuestra capacidad de  ver, escuchar y reflexionar, y por lo tanto de relacionarnos con otros. Esta nueva tendencia representa una clara preferencia hacia la auto-absorción. J. Krishnamurti, en su última charla en Madrás en enero de 1986, fue casi profético cuando cuestionó el futuro impacto de las computadoras en el cerebro humano.

T. S. Eliot también tuvo una advertencia para la edad de la información:

“¿Dónde está la sabiduría que hemos perdido en el conocimiento?
¿Dónde está el conocimiento que hemos perdido en la información?”

El semiólogo italiano Umberto Eco, casi repitiendo las elocuentes palabras de Eliot, dijo que “demasiada información equivale a ruido”. El ruido causado por demasiada información nos hace perder el conocimiento de nuestra propia comprensión de lo que la vida es. Cuando sucede esto, nuestras opiniones son de segunda mano, en el mejor de los casos.

¿Qué es el poder? Una de las definiciones del diccionario es “la capacidad o habilidad de dirigir o influir en el comportamiento de otros, o en el curso de los eventos”. Es casi indistinguible de control. Los partidos políticos desean permanecer en el poder no necesariamente porque tengan la mejor plataforma de actividades e ideas para ayudar a los desamparados de la sociedad y crear igualdad. En el corazón de tal deseo está el ansia de los beneficios que el poder da. Václav Havel sorprendió al mundo cuando renunció como presidente de Checoslovaquia, en el momento en que se decidió dividir el país en dos. No fue fácil para él renunciar al poder. Tales hombres son verdaderamente raros. El hecho de que son admirados indica que, en lo profundo, un número de personas valoran la ausencia de egoísmo en la vida política, mientras otros continúan ejerciendo su voto, otorgándoselo a candidatos cuestionables. Como George Bernard Shaw expresó una vez, “él no sabe nada, y piensa que sabe todo. Claramente eso apunta a una carrera política”.

La norma democrática de la ley se ha vuelto una institución importante en el mundo, después de las revoluciones de los siglos dieciocho y diecinueve. La democracia, del griego demokratia (de demos, “la gente”, y kratia, “poder, ley”) es considerada como el gobierno del pueblo. Para quienes siguen eventos mundiales y también procesos políticos en sus propios países, no es posible ignorar algunas veces la ironía masiva de tales definiciones. Elecciones libres y justas y gobiernos responsables y serios, son una realidad que no ha llegado a muchos países en el mundo todavía.

Cuando el poder se ejercita para el auto-beneficio de cualquier forma, no puede producir renovación. Una amalgama de opiniones, fuertes deseos y ambición, aprisiona la mente en un tipo de realidad paralela, haciendo que la comprensión de las necesidades de los demás, a veces la necesidad de millones, sea algo no existente para todo propósito práctico. Por ejemplo, muy pocos países en el mundo tienen un sistema de salud equitativo, justo y verdaderamente accesible. Millones de niños pasan el día sin comida y muchas comunidades viven sin acceso al agua potable. Un indicio esperanzador en el mundo actualmente es el hecho de que temas locales y muy difíciles, reciben ahora atención global por los medios de comunicación masiva. Esto no sólo crea conciencia, sino que también ofrece soluciones, que la inercia moral y política de gobiernos locales ha ignorado hasta ahora.

Quienes inspiraron la formación de la Sociedad Teosófica, insistieron en que la Fraternidad Universal debería ser -tiene que ser- su propósito primario. Para ellos la Fraternidad Universal no era una ideología, una plataforma política, ni siquiera una creencia. Hablaron de ella como “el único  fundamento seguro para la moralidad universal”. En niveles que ninguno de nosotros puede ver, la humanidad es un cuerpo, un organismo vivo, un poder, una vida. Tal es el “poder que renueva todas las cosas”. Éste es también el poder de la sabiduría, como se presentó en el Antiguo Testamento, en el libro de la Sabiduría de Salomón (7:27): “Aunque es una sola, lo puede todo; permaneciendo en sí misma, renueva todas las cosas”.

La vida, en sus manifestaciones más puras, es indistinguible de lo nuevo. Un tallo nuevo en un arbusto o en un árbol, un gatito, un cachorro, las gotas de rocío sobre las hojas, el rostro de un bebé, todo expresa una frescura que viene de una dimensión diferente. Y tal frescura continúa siguiendo a la vida en miríadas de otras expresiones. Para Ilya Prigogine, el gran científico belga, el verdadero secreto de la Segunda Ley de la Termodinámica no es sólo la entropía o el desorden, también es la renovación.

La Dra. Besant expresó:

No existe la vida sin consciencia, no hay consciencia sin vida. Cuando las separamos vagamente en pensamiento y analizamos lo que hemos hecho, encontramos que hemos llamado a la conciencia dirigida hacia adentro con el nombre de vida, y a la vida dirigida hacia fuera con el nombre de consciencia. Cuando nuestra atención está fija en la unidad, decimos vida; cuando está fija en la multiplicidad, decimos consciencia, y olvidamos que la multiplicidad se debe a la materia, es la esencia de ella, la superficie en la que se refleja, en la que lo Uno se convierte en Muchos.

¿Puede haber renovación en la consciencia humana, particularmente en su relación con el poder? La Dra. Besant trabajó mucho para que India se transformara por el poder de la fraternidad y la sabiduría. Algunos dicen que ella falló y dejó atrás la lucha por la liberación. Pero el simple hecho de que los temas importantes que afectan al país actualmente son esencialmente los mismos que durante sus años de servicio dedicado: educación, la condición de las mujeres, el sistema de representación política, la necesidad de una ética basada en lo espiritual, la protección y elevación del débil, muestran que ella contactó algo profundamente verdadero dentro de sí que también fue profundamente relevante para el país.

En su libro India, ¿esclava o libre?, Un Problema Mundial, en el capítulo de un Gobierno Independiente para India, la Dra. Besant afirmó lo siguiente respecto a la naturaleza de India:

India en el pasado mostró que la máxima espiritualidad no impide, sino que asegura la grandeza del logro en el esplendor multifacético de la vida de una Nación; bajo el refugio de su religión sublime ella desarrolló una literatura de poder intelectual sin paralelos, filosófica y metafísica; su Arte floreció en exquisita belleza, su drama todavía purifica e inspira.

El Cnel. Olcott y Madame Blavatsky no decidieron establecer la Sede Internacional de la Sociedad Teosófica en India, y en Adyar, por una fantasía personal. Fueron instruidos a hacerlo así por sus Maestros-Adeptos, porque la antigua etos de India es de universalidad y tolerancia, siendo ambas esenciales en la búsqueda de la Verdad.

No es sin un motivo que la gente en toda India llamó a la Dra. Besant “Vasant”, que significa Manantial. En sus muchas actividades ella aplicó la energía de renovación espiritual, tuvo como propósito la elevación del pobre y la responsabilidad en aumento de quienes tenían el beneficio de la educación. Una vez ella les habló a los graduados de una universidad en India, y dijo que el mundo sólo vería una era de paz y fraternidad cuando aquéllos que eran educados a costa de la educación de millones, devolvieran esa educación por medio del servicio altruista. Hay quienes pueden argumentar que dado que pagaron por su educación, no le deben nada a la sociedad. Sin embargo, un mundo que tiene millones de personas analfabetas, y muchos millones más hundidos en una pobreza abyecta, es evidencia suficiente de que quienes saben más tienen una responsabilidad moral de elevar a sus semejantes los seres humanos. El conocimiento no puede estar divorciado de la responsabilidad moral.

Debido a que la Dra. Besant se vació a sí misma de la ambición personal y del ejercicio egoísta del poder, ella se convirtió en el instrumento de poderes benéficos inmensos que siempre trabajan a favor de la regeneración humana. Su vida fue tocada por un amor que no termina, que “se regocija no en la inmoralidad, sino en la verdad”, como lo enseña San Pablo. Sólo el amor puede producir la renovación.