miércoles, 6 de mayo de 2015

EL SENDERO DEL SERVICIO


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G.S.Arundale.

EL SENDERO DEL SERVICIO (Libro).

Si quieres que tu servicio sea útil a los demás, sin perjuicio para tí mismo, procura que te guíen en tu camino estos tres preceptos:

1.— Que tu mayor alegría sea hollar el sendero del servicio.

2.— Que te reconozcas como agente de una fuerza más poderosa que la tuya, que al penetrar en tí te infunde el poder de servir.

3.— Que veas en los demás la misma Naturaleza Divina que en tí mismo.

Ten presente que todo lo que puedas decir o pensar de otro es probable que haya sido dicho o pensado de tí.

Cuando se te haya ofendido de cualquier manera, recuerda que el que ofende siempre sufre más que la persona ofendida.

Procura que la fuerza de tu afecto hacia otro no perturbe tu equilibrio o el suyo. Tu servicio debe fortificarle y no debilitarle.

No sientas envidia por la capacidad de auxiliar que otro tenga. Más bien debes alegrarte de que tal poder exista para ayuda de aquellos a quienes el tuyo no alcanza. Acuérdate de que nadie puede servir realmente si no ha llegado a adquirir el dominio de sí mismo.

Al dar, no sólo no debes exigir que tu protegido guarde para sí el don que le has hecho, sino que debes regocijarte si esa dádiva contribuye a que otro sea feliz.

Cuando vayas en ayuda de alguien, procura identificarte con el ideal de quien ha recibido el poder de servir. De este modo realizarás tu ideal y, al mismo tiempo, tu ayuda será más efectiva.

No busques el fruto de tu servicio y no te entristezcas si aquél a quien has ayudado no pronuncia ni una palabra de agradecimiento. Sirves al alma y no al cuerpo; y aunque los labios permanezcan mudos, siempre te será dado percibir la gratitud del alma.

Uno de los actos de servicio más escasos, consiste en abstenerse de juzgar a una persona antes de haberla oído.

Nunca reclames el afecto de los que amas. Si tu amor hacia ellos es sincero, tarde o temprano penetrará en sus corazones, y la respuesta no se hará esperar. Y si fuera pasajero, es preferible que les evites el dolor de que un día lleguen a saber que tu amor se ha desvanecido.

La mejor manera de servir consiste en aligerar el fardo, no en suprimirlo.

Ayudarás mejor a los demás, si te compenetras con su propio ideal. Es por lo que tienen de más noble en sí mismos que se les puede servir mejor. Hay tantas maneras de servir, como personas en el mundo a quienes ayudar.

Los que creen que no están en situación de prestar servicio, olvidan a menudo la existencia de los seres inferiores de la creación, como las plantas y los animales.

Muchos que no tienen tiempo de prestar un servicio, se las arreglan en una forma y otra para tener ocasión de recibirlo.

Nuestras enfermedades nos ayudan a comprender que los actos de servicio consisten tanto en la actitud del espíritu como en la actividad del cuerpo.

Mientras menos piense una persona en sí misma, más trabajará realmente en su propio desarrollo. Cada pequeño acto de servicio convierte a su autor en un creciente poder para servir.

Si una persona rechaza el modo como tratas de servirla, procura encontrar otra forma; ya que tu deseo es servirla, y no imponer tu manera de hacer.

El mérito de la jornada se mide por el de la acción que se ha cumplido.

No temas ofrecer tu ayuda a quien la necesita, le conozcas o no. Su desamparo le hace hermano tuyo. Y tu timidez sería una forma de orgullo que le privaría de consuelo en su dolor.

Los mejores discípulos de los más grandes conductores son los mejores jefes para aquellos que saben menos que ellos: ya que sólo puede mandar sabiamente el que ha aprendido a obedecer.

El mejor modo de persuadir a una persona para que siga un buen consejo, consiste en practicar uno mismo aquello que se aconseja.

Si deseas que se crea en tus buenas intenciones, debes dar crédito a las de los demás. Nadie puede sentirse insultado, a menos que se coloque a la altura del insulto. Pues la ofensa sólo afecta a la naturaleza inferior, y jamás puede alcanzar a la superior.

Si llegas a creerte mejor que los demás por el hecho de que estás aprendiendo a servir, y porque te parece que ellos no siguen el mismo camino... desde ese mismo instante dejas de servir.

El verdadero servicio consiste en hacer partícipes a los demás de nuestra vida interior, no en colocarnos frente a ellos, ya sea directa o indirectamente, como ejemplo que deban seguir.