domingo, 26 de octubre de 2014

La otra orilla


  
MARY ANDERSON
 
 
   ¿Qué significan para nosotros las palabras “la otra orilla”? Podemos pensar en un río, un lago, un mar o un océano, que separan dos lados o dos orillas, incluso dos continentes. La otra orilla puede ser bastante diferente de la orilla en la que estamos o que conocemos. Un río puede formar la frontera entre dos países con diferentes idiomas, costumbres, etc., por ejemplo, el Rin cuando fluye entre Francia y Alemania, el Oder-Neisse entre Alemania y Polonia, el Mekong entre Tailandia y Laos. Incluso el Sena en París divide dos lados con “culturas” diferentes: la orilla izquierda, el mundo de estudiantes, artistas, “la Bohème”, y la orilla derecha, el mundo de la “Sociedad”, el comercio, la riqueza, “la Bourgeoisie”. Un río también puede separar dos paisajes diferentes, como el Gangâ en Varanasi. En un lado, vemos numerosos edificios, mucha gente, gran actividad, en el otro lado hay pantanos, está deshabitado, es aparentemente territorio hostil. Las orillas de un lado pueden estar aún más lejos, de modo que difícilmente podemos ver el otro lado. Una alemana, que nunca había salido de su ciudad, viajó a Suiza, y al pasar por el Lago Zurich exclamó: “¡Qué ancho es aquí el Rin!” Consideremos los lados de un mar: el Mediterráneo separa diferentes culturas, las de Europa, África, Asia Menor. Lo mismo podemos decir de un océano. Si cruzamos el Atlántico de Europa a América, o el Pacífico de América a Oriente ¡encontramos muchas diferencias! Diferencias en paisajes, culturas, idiomas y países, contribuyen a la maravillosa diversidad de nuestra tierra. Pero esa diversidad, demasiado a menudo, conduce a malentendidos, a peleas. La otra orilla a menudo nos parece extraña, lejana y atemorizante.

   Sin embargo, todas las orillas en nuestro planeta tienen físicamente algo en común. Todas están hechas de materia sólida en las que podemos vivir, y lo que las separa es materia líquida donde, al contrario de los peces, no podemos sobrevivir por mucho tiempo. Un río o un mar pueden dividir a los que son iguales, a quienes se sienten atraídos entre sí, a quienes se aman. Este fue uno de los temas en la poesía romántica en Alemania: “Había dos niños reales. Se amaban mucho. Pero no se podían reunir. El agua era demasiado profunda”. Un elemento extraño separa a dos personas que no son extrañas entre sí.

   Recordemos todo esto cuando consideremos el significado simbólico de un río, un mar, etc., y diferentes orillas, especialmente con referencia a la vida espiritual, porque también aquí un río, incluso un océano, parece separar dos mundos que son aparentemente extraños entre sí. De modo que el concepto de la otra orilla se usa simbólicamente en un contexto religioso. En las canciones de los negros, el Río Jordán separa el mundo miserable del esclavo del mundo de los campos Elíseos. En el Budismo hablan de la otra orilla. En el Cristianismo hablamos de este mundo y “la otra vida”, el mundo del más allá. Conocemos el primero. No conocemos el segundo, aunque podemos sentirnos atraídos por él, atemorizados o indiferentes a él. Por lo tanto hablamos de la tierra y del cielo, Samsâra y Nirvâna, tiempo y Eternidad, y un río parece dividirlos. La gente se pregunta: ¿Cómo podemos cruzar el río?

   Existen dos tipos de respuesta a esa pregunta: La primera es la respuesta de la mente, el único instrumento que poseemos conscientemente para tal búsqueda, y la segunda es la respuesta de la intuición. La mente dice: las dos orillas están separadas por un río. Debes cruzar el río, nadando o en bote. Quien está en su camino, se dice haber “entrado en la corriente”. Esa es la respuesta de la mente, de la lógica, la respuesta de la teología, de la religión ortodoxa, del Budismo Theravâda. La intuición se pregunta: ¿son tal vez las dos orillas iguales? En ese caso no necesitamos ir a la otra orilla, porque ya estamos allí. ¡Sólo tenemos que percibirlo, conocerlo realmente, no sólo creerlo en teoría! Pero para conocerlo se necesita un salto quántico. Esa es la respuesta de la intuición, del misticismo, del Budismo Zen. 

   Existe un chiste sobre un inglés que viaja por Irlanda. Él le preguntó a un vagabundo cuál era el camino hacia Cork. El vagabundo contestó: “Si yo fuera usted, comenzaría desde aquí, desde donde usted está”. Esa es la respuesta lógica de la mente: debemos usar lo que tenemos, es decir, la mente. Pero una vez, este chiste se malinterpretó, se dice que la respuesta del vagabundo fue: “Si yo fuera usted, no partiría desde aquí, de donde usted está”. Esa es la respuesta de la intuición, porque la intuición ya está en Cork, ya está en la otra orilla. Es la respuesta de Krishnamurti cuando dice que para cruzar el río debemos comenzar no desde esta orilla sino de la otra orilla! De lo contrario permaneceremos en esta orilla, en la orilla de la mente, de los conceptos, de la dualidad, de las especulaciones, de los prejuicios. Todo aquello que no tiene ninguna relación con la otra orilla. De un modo u otro ya debemos estar en la otra orilla. Ciertamente, ya estamos allí, pero no conscientemente!

   Se hizo la pregunta: ¿Cuál es la diferencia entre Budha y una persona común? La respuesta dada fue: “No existe diferencia, excepto que el Buda sabe que él es Buda!” Este tipo de conocimiento no es teórico. Es conocimiento real, no sólo una opinión.

   ¿Tenemos aquí nuevamente dos orillas separadas? Es decir ¿entre el intelectual y el místico, el santo, el sabio? Pero somos ambos: el intelectual y el místico, es decir, tenemos a la vez un intelecto, con el que somos conscientes, y tenemos sabiduría, intuición, que están dormidas en nosotros. Esto puede recordarnos a los dos pájaros que están en un árbol en la tradición India. Un pájaro está saltando por todas partes, picando constantemente, sin parar. El otro observa en calma. Esta observación calma es percepción directa. Pero ambos pájaros son uno. Nosotros somos ambos pájaros.

   De pronto podemos estar en la otra orilla, habiendo dado un salto quántico, pero esto es posible sólo si se cumplen ciertas condiciones. Nosotros tratamos de cumplir con estas condiciones. Es difícil, porque eso significa que nuestro modo de pensar y nuestro modo de vida se deben transformar. Debemos volvernos generosos, incluso eliminar el yo y ser completamente honestos con nosotros mismos y con otros. Ese es el salto quántico. ¿Cómo se puede producir esta transformación?

   En la orilla que estamos existen muchos trabajadores, muchos vendedores que ofrecen atractivas oportunidades: “Yo le haré cruzar el río”, o “Lo llevaré en mi bote”. “Usted no necesita hacer nada. Yo haré todo por usted. Y usted sólo tiene que pagar la tarifa”. Porque tales mercaderes exigen un precio, si no es en euros, es en dólares o en rupias, entonces de cualquier modo tenemos que pagar, como Fausto casi tuvo que hacerlo, con nuestra alma, nuestra independencia, con nuestra libertad interna. Estos mercaderes son, por ejemplo, los innumerables falsos gurús. Algunos son benevolentes y relativamente inofensivos. Tal vez, muchos son, no siempre sabiéndolo, dañinos para sí mismos y para los demás. Pero debemos admitir que algunos son útiles. Ellos dicen: “Te ayudaré a aprender a nadar, pero tú debes querer aprender a nadar, y tú mismo debes realmente nadar hasta el otro lado”. Los gurús son útiles sólo cuando hacemos el trabajo nosotros mismos y cuando olvidamos al maestro, y nadamos. ¡Incluso si nos ahogamos, hemos aprendido algo!

   Todos probablemente tratamos algunas de las atractivas oportunidades de los falsos gurús, ya sea en esta vida, en una pasada o en vidas futuras, hasta que aprendamos su lección, veamos por medio de ellas y los rechacemos.

   Entonces, ¿qué diferencia las dos orillas, este lado y aquél, este mundo y el más allá, el Cielo y la Tierra, Samsâra y Nirvâna? Para la mente lógica, ambos no tienen nada en común. Para una percepción más profunda no hay diferencias. Ya que estamos conscientes especialmente en el nivel mental, examinemos esta cuestión primero con la mente. Comencemos donde estamos, con lo que tenemos, y eso es la mente.

   La mente exige y encuentra un sendero con muchas etapas, que conducen a la otra orilla. Estas etapas se describen de modo diferente en diversas religiones y tradiciones, a veces como condiciones a cumplir, o como cualidades a adquirir, a veces como etapas en el sendero, a veces como ambas cosas. En el Hinduismo las condiciones se describen, por ejemplo, en los siete primeros de los ocho pasos del Râja Yoga: prohibiciones morales, reglas morales, postura correcta, respiración correcta, supresión de los sentidos, concentración, meditación. Estos primeros siete pasos de Râja Yoga eliminan los obstáculos externos e internos. Luego sigue el octavo paso, el salto quántico a samâdhi o el conocimiento, por ser lo que se conoce, es decir, saber que no hay otro, y de igual modo ¡no existe otra orilla!

   En el Viveka-chudâmani de Sankarâchârya se describen las condiciones para cruzar la corriente, casi igual que en A los Pies del Maestro: viveka, la habilidad de distinguir entre lo Real y lo irreal, lo importante y lo insignificante, etc.; vairâgya, carencia de deseos, desapego, ausencia de actitud posesiva; buena conducta; y mumukshutva: fuerte deseo de liberación. Debemos ansiar la liberación como alguien que se está ahogando desea el aire. En A los Pies del Maestro esta cualidad se denomina Amor. “Cuando (el amor) es lo suficientemente fuerte en el hombre, lo fuerza a adquirir todo lo demás, y todo lo demás sin éste nunca sería suficiente”. El amor es el salto quántico.

   En el Budismo se enseña el Noble Óctuple Sendero: Recta Percepción o Comprensión, Recto Pensamiento, Recta Palabra, Recta Conducta, Recto Medio de Vida, Recto Esfuerzo, Recta Atención o Memoria, y nuevamente aquí sigue el salto quántico hacia la Unidad con todo, es decir, samâdhi. En el Budismo también se nos dan los siguientes pasos: las etapas de alguien que entró en la corriente, aquél que nacerá nuevamente sólo una vez, alguien que alcanzará la liberación en esta vida, y el Arhat.

   En el Cristianismo se exaltan virtudes tales como Fe, Esperanza y Caridad, pero: “La más grande de estas es caridad”, o el amor (I Cor.13:13). Aquí también el amor representa el salto quántico a la otra orilla. Y en el misticismo cristiano los pasos en el Sendero se describen de modo general así: 1. conversión, el despertar, el punto crucial, la realización de que no podemos hacer otra cosa que seguir ese sendero; 2. Purificación; 3. Iluminación; 4. La noche oscura del alma y 5. El salto quántico: la Unificación.

   Pero existen ciertos peligros en el concepto de los pasos en el sendero, ya sea que veamos estos pasos como cualidades a adquirir, condiciones a cumplimentar, o virtudes a desarrollar, o como etapas de desarrollo en el camino. Las ideas mismas de un sendero, de cualidades individuales, de etapas, son imágenes mentales y nos tentamos a concebirlas mentalmente, es decir, de modo literal o mundanal, desde el punto de vista de esta orilla. Porque el Sendero, los pasos en el Sendero e incluso las cualidades, no se deben comprender mental o literalmente o de forma mundanal, sino intuitiva y simbólicamente, en profundidad. 

   ¿Qué significa cuando concebimos el Sendero, las cualidades, y los pasos mentalmente, literalmente y de modo mundanal? Si lo hacemos así, podemos entenderlos como si estuviéramos en la escuela, en la universidad o haciendo un aprendizaje. Tenemos que aprender ciertas lecciones, adquirir ciertas habilidades, pasar ciertas pruebas. Luego, en nuestra profesión o en nuestro trabajo tenemos ciertas experiencias: tenemos éxito o no. Visto de este modo, el sendero espiritual se convierte en una carrera. Olvidamos lo que es importante. Todavía somos egoístas. Y definitivamente permanecemos en esta orilla. 

   Incluso el desarrollo de virtudes puede ser contraproducente. Un amigo le dijo a Benjamín Franklin que él practicaba una virtud diferente cada día de la semana, y que estaba complacido con el resultado. El lunes, por ejemplo, él practicaba la honestidad, el martes la valentía, el miércoles la compasión, etc. Benjamín Franklin señaló que él se había olvidado de una virtud importante: la Humildad. Y, ¿qué es la humildad? Humildad no significa tener una pobre opinión de uno mismo, repetir: “Yo soy un pobre pecador”, etc., que realmente es una forma de orgullo o por lo menos de egocentrismo. Humildad significa no pensar en uno mismo en modo alguno, es olvidarse de uno mismo. ¿Podemos decidir o hacer un esfuerzo para olvidarnos de nosotros mismos? ¡Cuanto más uno trata, menos logra! Querer olvidarse de uno mismo es ambición, que no tiene lugar en el sendero espiritual. Por lo tanto permanecemos en esta orilla. No podemos hacer el salto quántico. Entonces el intento de desarrollar virtudes tiene muchas trampas. Si intentamos desarrollar virtudes en determinado momento, podemos perdernos. Podemos desarrollar en exceso una virtud a expensas de las otras. Si una virtud es exagerada, se puede volver un vicio.

   Por otra parte, el salto quántico sólo puede tener éxito si se cumplen ciertas condiciones, de modo que ni siquiera somos conscientes de ellas, entonces somos virtuosos sin darnos cuenta. Pero si nos damos cuenta de ello, y la ambición aparece en la escena, ya no estamos en el sendero espiritual. Si por ejemplo aprendemos a hablar un idioma o a tocar un instrumento musical, existe un proceso de aprendizaje. Primero hacemos un esfuerzo: aprendemos palabras aisladas, u oraciones, reglas gramaticales, etc. Practicamos. Al aprender música también practicamos un instrumento, aprendemos de nuestros errores. El salto quántico llega más tarde o de pronto. Luego hablamos un idioma sin errores, sin pensar en el significado individual de las palabras o en las reglas gramaticales. O de pronto nuestra interpretación musical es fluida, incluso inspirada, pero no pensamos en las notas. ¡La música simplemente toca en nosotros! El salto quántico se ha producido. La otra orilla está allí. Ya no somos más conscientes de nosotros mismos, aunque esto es principalmente sólo un estado temporal, y volvemos a nuestra condición anterior tan pronto como interviene el pensamiento.

   ¿Cuál es la característica de la otra orilla? Podríamos decir: Unidad, Totalidad. ¿Cuál es la característica de esta orilla? dualidad, multiplicidad. Pero la unidad es la fuente, el origen de la dualidad y de la multiplicidad. Esta dualidad y multiplicidad forman las características externas del maravilloso mundo en el que vivimos. La Unidad interna está presente en la Naturaleza y se expresa a sí misma en armonía mientras el hombre no interfiera. Desafortunadamente la dualidad y la multiplicidad son también las características internas de nuestro ser, las características de nuestra consciencia. Internamente dividimos el mundo en yo, y los demás.

   Ya no percibimos nuestra unidad interna con todos los seres y con todas las cosas. Somos seres que estamos internamente separados, aislados, solos. Esto conduce al temor, la inseguridad, los celos, la sospecha y la agresión. Porque somos infelices en este estado de división, buscamos recuperar la unidad, pero lo buscamos en los lugares equivocados. Nos unimos a las posesiones, ya sean riquezas, conocimiento, u otras personas. Nos volvemos dependientes de ello. No sólo nuestros sentimientos están divididos sino también nuestro pensamiento. Tendemos a pensar en blanco o negro, en conceptos que son contradictorios. La liberación no está en aferrarnos, sino en renunciar, en soltar internamente.

   El sabio budista Zen Huang Po diferencia entre tres tipos de buscadores:

1. Cuando se ha renunciado a todo en el interior y en lo exterior, corporal y mentalmente; cuando, como en el Vacío, no queda ningún apego; cuando toda acción es solamente el resultado del lugar y la circunstancia; cuando la subjetividad y la objetividad se olvidan, esa es la forma más elevada de renunciación.

2. Cuando, por una parte, el Camino se sigue por la realización (consciente) de actos virtuosos, mientras que por la otra, se considera la recompensa, es una forma de renuncia a medias. 

3. Cuando se hace todo tipo de acciones virtuosas, esperando recompensa de quienes, sin embargo, conocen el Vacío escuchando el Dharma y son por lo tanto desapegados (es decir, lo que deberían conocer mejor), es la forma más elemental de renuncia.

   La primera (la forma más elevada de renuncia) es como una antorcha en llamas sostenida adelante, lo que hace imposible errar el Sendero; la segunda (la forma de renuncia a medias) es como la antorcha en llamas que se sostiene en un lado, de modo que a veces está iluminado y a veces está oscuro; la tercera (la forma de renuncia más baja) es como una antorcha en llamas que se sostiene detrás, de modo que los obstáculos que hay adelante, no se ven.

   “¿Qué es el Camino y cómo se debe seguir?” “¿Qué tipo de cosa supones que es el Camino, por lo que desearías seguirlo?”

   “Estudiar el Camino” es sólo una figura idiomática. Es un método de motivar el interés de la gente en las primeras etapas de su desarrollo.

   Entonces, ¿es la otra orilla sólo un símbolo para despertar nuestro interés?

   ¿Debemos renunciar a la vida externa? ¡No! Huang Po dice: “No permitas que los hechos de tu vida diaria te limiten, pero nunca te apartes de ellos”. Entonces, ¡ya estarás en la otra orilla sin darte cuenta!

domingo, 19 de octubre de 2014

La mujer y la Sociedad



 Radha Burnier

La historia de las relaciones humanas muestra que en general las mujeres han sido tratadas como seres inferiores que se deben subordinar a los hombres y a sus modos de comportamiento. Por supuesto, hubo veces y áreas en las que la posición de las mujeres no ha sido tan mala como se puede pensar. Pero frecuentemente, no se les ha dado el rol adecuado en la sociedad humana. Se las ha tratado casi como esclavas o como seres humanos inferiores, o como una posesión personal que se debe mantener usualmente apartada de la gente. Esto significa que la mitad de la humanidad es marginada. Se les impide usar el poder de pensar y de desarrollar las cualidades que yacen ocultas en cada ser humano. 

   Al considerar a las mujeres desde un punto de vista humano y racional podemos concluir que se les debe dar toda oportunidad de desarrollarse, al igual que los niños varones y los hombres, y estimularlas a educir las cualidades buenas en ellas. El desarrollo de las mujeres, cuando está retrasado por las circunstancias, significa la reducción de la iniciativa humana y de la posibilidad de elevarse a alturas mayores. Este hecho afecta a toda la humanidad, y la actitud hacia las mujeres debe ser bien comprendida.

   A menudo las mujeres son tratadas como objetos de los que se obtiene entretenimiento, placer y todo tipo de satisfacciones personales. Nuevamente repito que no me refiero al tratamiento que reciben todas las mujeres. Por supuesto existen diferencias en su trato. Pero el hombre moderno le brinda dicha sólo en pocos casos y un gran porcentaje no lo hace. En la vida moderna existen muchas mujeres que tienen la oportunidad de ser libres, y de hacer el mejor uso de sus vidas: las acciones que educen el aspecto espiritual que, a su vez, puede influir en todos los otros seres, en vez de educir los peores rasgos animales que convierten a un ser humano, debido a su mente astuta, en algo peor que cualquier animal. Puede ser cruel en toda oportunidad y volverse peor que cualquier animal inocente que veamos.

   Las mujeres naturalmente tienen la maravillosa oportunidad de ayudar a los niños cuando son jóvenes y receptivos, y brindar guía en su etapa temprana e incluso más tarde, al crecer. Por lo tanto, podemos decir que el derecho de las mujeres a criar niños y realizar las actividades del hogar desarrolla características ocultas tales como producir orden y despertar un aprecio amoroso que supera las dificultades, aspectos que no existen en otras personas. Pero además de ese trabajo que requiere ser hecho en hogares individuales, las mujeres pueden producir en la sociedad misma una cualidad de acción perceptiva. Una bondad amorosa en las relaciones y una aspiración hacia cosas elevadas que ella conoce instintivamente, se vuelven muy importantes en el desarrollo de la sociedad. Las mujeres deberían por lo menos tener las mismas oportunidades que los hombres a medida que maduran y envejecen.

   Existen sociedades incluso en el presente, en las que las niñas y las mujeres en general no se les da la posibilidad de desarrollar la naturaleza espiritual superior que toda persona necesita, para que la humanidad como un todo se eleve hacia su destino esencial. Esto significa llevar a cabo su propósito en la vida. Quienes creen en la reencarnación sabrán que casi nadie nace sólo en cuerpo femenino o masculino, porque es por medio de encarnaciones en circunstancias diferentes que las cualidades espirituales tienen la oportunidad de perfeccionarse. De modo que la idea de que una mujer nacerá una y otra vez en el mismo sexo, es falsa. Pero por supuesto, muchos en la actualidad no aceptan la verdad de la reencarnación. Sin embargo, quienes sí la aceptan, se deben dar cuenta que el nacimiento como mujer tiene su propio valor. Las cualidades desarrolladas fácilmente en esa posición educen cierta parte del ser humano; cuando tienen la oportunidad de encarnar como hombres o como mujeres, se desarrolla un ser holístico. Éstas y muchas otras razones demandan que se trate a las mujeres como seres humanos reales, no como juguetes o cosas a ser usadas por los hombres. Si le dan una posición adecuada en el hogar y en la sociedad, la mujer desarrollará muchas más oportunidades de crecer en dignidad, conocimiento y carácter.
 
 
 
No piensen que estamos hoy aquí para apoyar el Movimiento de Mujeres. No es un Movimiento de Mujeres, es un movimiento humano. Los hombres y las mujeres no pueden ser separados en dos mitades diferentes. Existe sólo una humanidad.

domingo, 12 de octubre de 2014

Una nueva perspectiva sobre la Realidad





SAMPOORAN SINGH
El Dr. S. Singh fue un científico de Chandigarh, India, y escribió numerosos artículos
sobre la integración de la espiritualidad y la ciencia.
Introducción

El hombre es un anfibio que vive simultáneamente en dos dimensiones, a) lo conocido, las matrices tiempo-espacio-causalidad, lo finito, transitorio, efímero; y b) lo Desconocido, lo Atemporal, Infinito, Eterno, Inmortal. Lo conocido construye caos, conflicto, dualidad, y conduce a la tensión nerviosa y a la presión química. Lo conocido también conduce a la auto-destrucción o aniquilamiento de si mismo. Si lo conocido se observa, o se  escucha, o en  palabras de Albert Einstein, la exploración se lleva a cabo “observando y comprendiendo  objetivamente” existe un salto cuántico desde  el tiempo a la eternidad, desde la actividad a la inacción; desde el movimiento al no-movimiento y desde la palabra al silencio verbal.

La mente personal es una energía condicionada que funciona a través del cuerpo, es monitoreada por el cerebro y opera a través de los sentidos. El cerebro siempre está condicionado por nuestra respuesta, experiencia y conocimiento (información). Es el centro de todas las acciones, de todo pensamiento; así, pensar y el pensamiento conducen al condicionamiento. Es la conciencia lo que produce una transformación radical dentro de nosotros. La mente, en el sentido universal, es no-dual, un campo más allá del tiempo y del espacio donde solamente existen frecuencias. La Consciencia Universal se expresa a si misma en la Mente como un salto cuántico, desde la experiencia fragmentaria a la percepción de la Totalidad, la Unidad.
 
Las limitaciones de la investigación objetiva
Maurice H. Wilkins, Premio Nobel de Medicina en 1962 escribió:
 
“La ciencia progresa mayormente por la combinación de dos aspectos: apertura de la mente y el seguimiento de conceptos abstractos. La abstracción incluye exclusión y restricción,  que es exactamente lo opuesto a la apertura de mente. La ciencia siempre pone gran énfasis en esta abstracción y restricción, en procedimientos analíticos y en el rol del intelecto como distinto a la intuición y los sentimientos… La lógica y la razón son elementos muy importantes en la ciencia…La ciencia tal como es hoy día no nos dice mucho acerca de la naturaleza real de los seres humanos…La ciencia es una actividad humana…No se la puede separar de todas las virtudes y valores”.[1]
 
La ciencia persigue el materialismo para el bienestar humano. Él agregó: “Todo el asunto de la dimensión moral, espiritual y otras, son normalmente  promovidas por la ciencia”.
 
Las aplicaciones científicas han elevado las condiciones de vida de millones, más allá de lo esperado. Ha habido un crecimiento fantástico, exponencial, en el conocimiento. Pero la búsqueda de armas de guerra también ha llevado al hombre a una fase extremadamente peligrosa de la vida. El antiguo abismo entre conocimiento y sabiduría se ha ensanchado peligrosamente. El conocimiento crece pero la sabiduría se atrofia; o el conocimiento prolifera, pero la sabiduría languidece.
 
Recientes descubrimientos de neurofisiólogos y neurocirujanos
Karl Pribram, un eminente neurocientífico, escribió: “La ciencia del cerebro debe tratar con el darse cuenta de la consciencia. Ya no puede permitirse excluir esa parte del mundo que llamamos subjetiva.[2] Roger Sperry, Premio Nobel de Fisiología y Medicina, 1981, habló de la importancia de un área descuidada de la ciencia, es decir, el estudio de la experiencia humana subjetiva, y observó un profundo desarrollo:
 
“Los conceptos actuales de la relación mente-cerebro incluyen un quiebre directo con la doctrina materialista y conductista establecida desde hace tiempo, que ha dominado la neurociencia por muchas décadas. En lugar de renunciar o ignorar la consciencia, la nueva interpretación da pleno reconocimiento a la primacía del darse cuenta consciente e interno como una realidad causal”.[3]
 
Sperry también escribió: “Cuando el cerebro está integrado, la consciencia unificada de los hemisferios izquierdo y derecho suman más que las propiedades individuales de los hemisferios separados”. Así estos estudios plantearon el tema de la consciencia de una nueva manera. Él agrega: “Cuando las partes se juntan en un todo nuevo, este nuevo total muestra características, propiedades nacientes, que no pueden pronosticarse como una nueva regla de las partes, y no puede explicarse completamente en términos de las partes”.[4] Otro Premio Nobel, el neurofisiólogo inglés, John Eccles, también acentúa la necesidad de tratar científicamente con el área descuidada del darse cuenta consciente interno. Eccles penetra la ilusión sensorial con una afirmación sorprendente pero irrebatible: “Quiero que se den cuenta que no hay color ni sonido en el  mundo natural, nada de esto; ni textura, ni patrones, ni belleza, ni aromas…[5] Resumiendo, ninguno de los hechos objetivos sobre los cuales generalmente basamos nuestra realidad, son fundamentalmente válidos.
 
Wilder Penfield, un neurocirujano canadiense, concluyó: ‘Nuestras mentes y nuestros cerebros no son de ninguna manera lo mismo… Es la mente la que experimenta y es el cerebro quien registra la experiencia”.[6] La mente es independiente y sinérgica del cerebro. Penfield escribió: “Suponer que la consciencia o la mente tienen una ubicación es un error para comprender la neurofisiología”. La mente existe en todas partes.

La humanidad entera está atrapada en una crisis sin precedentes. Esto significa que uno tiene que observar muy cuidadosamente; debemos volvernos conscientes de nosotros mismos porque somos la historia de la humanidad. J. Krishnamurti  agregó: “Si no sabemos cómo leer este libro, vamos a destruirnos a  nosotros mismos”.[7]

El orden del universo puede que sea el orden de nuestras propias mentes. Todo lo que experimentamos como realidad material nace de la mente condicionada, la que a su vez es la expresión de un campo invisible más allá de tiempo y espacio, un campo descubierto por la ciencia como ese de la más alta frecuencia de energía e información. La fuente invisible de todo lo que existe no es un vacío sin sentido sino la matriz de la creación misma (Inteligencia Suprema).
 
Descubrimiento o Intuición
La Naturaleza, en su bendición, ha incorporado un potencial oculto en la psiquis humana para comprender la vida directamente, en lugar de los términos abstractos, lineales, del pensamiento figurativo. La percepción indirecta es llamada conocimiento simbólico, o figurativo, deducido o dualístico; mientras que la percepción directa es descubrimiento, o intuición, o comprensión profunda de la verdad. No es un proceso gradual sino que sucede cuando hay un salto cuántico desde un marco simbólico a uno no-dual de referencia de la Mente Continua. Un pensamiento no-dual es sinérgico para el pensamiento dualista; para descubrir en cualquier campo necesitamos un potencial de energía cuántica superior de percepción o consciencia. El descubrimiento sucede en el campo infinito. La intuición está más allá de nuestras observaciones, percepciones y lógica. La intuición es percepción directa en el cerebro sin la mediación del sistema sensorio.

La naturaleza responde a la interrogación o diálogo experimental, así uno explora cada pensamiento con la “observación y comprensión objetivas”. Nosotros observamos cada pensamiento y nunca dejamos que se escape un solo pensamiento sin observar su naturaleza. Esta observación y comprensión le permite al pensamiento quedar en suspenso y la mente se vuelve silenciosa. El descubrimiento o intuición nace en una mente silenciosa, así se expresa como Eternidad, esto también se llama percepción interna. Sólo la percepción puede eliminar los condicionamientos del cerebro. Esto permite el florecimiento del cerebro. Esto confiere una completa relación con la Mente.
 
 Una nueva perspectiva sobre la Realidad
D. S. Kothari, un físico eminente, escribió:
 
“Los nuevos teoremas, a no ser que sean insignificantes, son por supuesto, “descubiertos” primero y luego comprobados. El descubrimiento es un inspirado destello de percepción. No es un proceso gradual. La descripción racional de un descubrimiento, la prueba, se da después, no precede al descubrimiento”.[8]
 
Él escribió nuevamente: “Descubrimientos fundamentales que ahondan en la naturaleza de las cosas, son el resultado de intuición y fe excepcionales, no de la fría lógica”[9]

Sigue a esto que “todos los grandes descubrimientos han resultado del campo de lo eterno, así la investigación científica no es una actividad cerebral y una recolección de información sino una búsqueda de lo Eterno, la Divinidad, el Campo de la Vida. Una devoción desinteresada, constante hacia la verdad y el uso del conocimiento para la elevación del hombre, expresión jerárquica superior de la Consciencia, son la única profesión de un científico”. Maurice H. Wilkins escribió: “La mente abierta inquisitiva del científico no es algo peculiar de la ciencia misma sino que es característica de la buena manera de vivir de los seres humanos en general”[10].

Wills W. Harman escribió: “El campo de la ciencia convencional trata con el mundo de la experiencia externa y ha descuidado el mundo entero de la experiencia humana interna, de donde proviene todo nuestro sentido de los valores, significados, metas, etc.”[11]
Prigogine afirmó que “el comportamiento de una realidad, no (está)  relacionado con nuestras creencias, nuestras ambiciones, o nuestras esperanzas”.[12] Erwin Schrödinger afirmó, “un retrato moderadamente satisfactorio del mundo solamente se alcanza al elevado precio de sacarnos del retrato, y retrocediendo al papel de un observador no-relacionado”.[13] E. F. Schumacher dijo: “Nuestra tarea es mirar el mundo y luego verlo como un todo”. David Bohm concluyó que “observar la naturaleza con cierta clase de objetividad podría llamarse el germen de la actitud científica”[14], o carácter científico. También exploramos la ciencia con creatividad.[15] Cuando uno se da cuenta del hecho, la “verdad objetiva” y la ignorancia del “mundo subjetivo (interno)”, la mente se compromete con la “invención”. Si uno es simultáneamente consciente del mundo subjetivo (interno) y del mundo objetivo (externo), entonces la mente está comprometida con el descubrimiento. Los descubrimientos llegan como destellos intuitivos.15  Esto sugiere que la ciencia objetiva, la que invariablemente no es consciente del conocedor (sujeto) pero es consciente de lo conocido (objeto) puede regenerar la mente para que sea creativa. La ciencia objetiva es una actividad del materialismo. Sigue una parte, así que es limitada. Si se continúa con esta observación durante un tiempo cronológico largo, la ciencia objetiva da un salto cuántico hacia la ciencia subjetiva donde ésta acoge en  su seno a la intuición, lo infinito, la Totalidad, la Unidad, y el marco de referencia no dual y no conceptual de la Mente Continua. La dimensión de la investigación subjetiva es Ciencia-Educación-Ética-Salud.

El hecho de ver o escuchar, oler o respirar, es un movimiento en el campo de la no-dualidad, o de percepción directa. Cada actividad en la naturaleza es percepción directa. Pero la actividad hecha por el hombre es percepción indirecta, de modo que está en el campo dualista. La ética implica incluir en su ambiente a los mundos sensuales. Un vivir en el presente, el ahora, nos sana, y vivir en el pasado y en la dualidad suprime la sensibilidad perceptiva del hombre e incrementa la enfermedad.

La ciencia objetiva se mueve de hecho en hecho. Si se observa un hecho por un largo periodo de tiempo, aumenta el potencial de energía cuántica del objeto y esto hace que dé un salto cuántico a través del “horizonte de eventos”.[16] Los físicos llaman al límite “el horizonte de eventos”, que divide claramente todo lo que permanece dentro de la velocidad de la luz y todo lo que la excede. En otras palabras, divide el campo del tiempo y el campo infinito. La velocidad de la luz es absoluta, es como una muralla que ningún objeto puede derrumbar. Cuando nos aproximamos a la muralla, el tiempo se lentifica, la masa aumenta, y el espacio se vuelve curvo.16 Esto implica que se da un salto cuántico desde el campo externo al interno; cuando entra en el área del campo interno, se destruye o entra en suspensión y se percibe la verdad subjetiva. La Consciencia Cósmica se observa por Sí Misma. El sujeto alcanza la totalidad de la vida.

Ilya Prigogine escribió: “Es la física la que presupone un observador (Consciencia Universal) dentro del mundo observado (dimensión subjetiva). Nuestro diálogo tendrá éxito solamente si se sostiene desde la naturaleza interna”.[17] Así tanto la Consciencia Universal como la dimensión Subjetiva son la “naturaleza interna”. No hay nada objetivo que percibir, sino que la Consciencia Universal se da cuenta de la “Subjetividad Absoluta”, o del “Mundo Subjetivo”. La energía cuántica potencial de la Consciencia es la misma tanto en la Consciencia Universal como en el campo subjetivo.

Fred Alan Wolf escribió: “Estamos comenzando una nueva era de consciencia, la era de la consciencia cuántica, la era del átomo consciente. Mirando dentro de nosotros mismos, podemos solucionar los problemas enfrentándonos a nosotros mismos en la frontera final, la frontera del espíritu humano”.[18] Parece que explorar el salto cuántico desde el intelecto a la Inteligencia, o la ‘Simbiosis de Ciencia y Espiritualidad’ puede resolver todos nuestros problemas.
 
Relación
Este es un desafío y una respuesta interconectados entre dos personas, entre “tú y yo”. Relación significa comunión sin temor, libertad para comprendernos mutuamente, para comunicarnos directamente. Hay amor, y no responsabilidad o deber.[19]

En el modo psicológico o modo simbólico-dualista hay un recuerdo de memorias pasadas o futuras proyecciones, y uno nunca está en el presente. Hay un constante aislamiento. El modo científico trata con el materialismo y no es consciente del sujeto de conocimiento, entonces, trata con las partes y nunca alcanza la relación. La ciencia subjetiva trata con la Totalidad o Unidad de la Vida, de modo que cada relación es santa y sagrada.

Solamente puede haber verdadera relación cuando hay amor y compasión. El amor existe solamente cuando hay olvido de sí mismo, cuando hay completa comunión, no entre uno o dos, sino comunión con lo más elevado. La relación existe cuando uno se deleita en la investigación subjetiva.
 
 Las Dimensiones Ocultas del Hombre
La vida es un constante desafío (objeto) y respuesta (sujeto, memoria recordada). El desafío es siempre nuevo y la respuesta es siempre antigua.19  Lo antiguo (pensador) absorbe lo nuevo (pensamiento) y lo modifica. Hay superposiciones coherentes de diferentes redes o, en otras palabras, lo antiguo se vincula con lo nuevo. Tanto el pensador como el pensamiento tienen la misma energía cuántica potencial y son uno.

Albert Einstein escribió que tenemos que explorar los desequilibrios psicológicos (complejo pensador-pensamiento) mediante la ‘Observación y Comprensión Objetivas’, que son un potencial de energía cuántica superior a la del modo psicológico. Observemos un pensamiento hasta su fin, el cual fluirá hasta la eternidad. El final del pensamiento significa el final del tiempo. Finalizando los desequilibrios psicológicos hay renovación, renacimiento, novedad, frescura, dicha. Esta renovación está en el campo infinito, que es la dimensión oculta del hombre.

Muchos físicos notables son conscientes del aspecto intuitivo del descubrimiento científico. Fritjof Capra afirmó que “Einstein experimentó la teoría de la relatividad antes de formularla. Bohr experimentó la mecánica cuántica antes que la formulara. Feynman experimentó la teoría del campo cuántico y Chew experimentó la teoría de la matriz S antes de su formulación. “…Feynman tenía la física en sus huesos”.[20] Ken Wilber declaró que la intuición sucede en un campo infinito donde “no hay espacio, ni tiempo, solamente sucesos (o frecuencias)”.[21] Galileo nos enseñó que una “mera aceptación del estímulo que proviene del medio ambiente y que resulta en la acumulación de memoria en el cerebro es insuficiente para nuestro propósito. Nos enseñó mediante sus propios logros que los experimentos ideados intencionalmente son de vital importancia para descubrir la verdad oculta en la naturaleza. Hizo preguntas dirigidas a la naturaleza y tuvo éxito en recibir respuestas directamente de la naturaleza. Al hacerlo así, solamente necesitó aparatos más bien simples”.[22] Hideki Yukawa escribió: “Siempre se dio por sentado el poder de la intuición, con la que tanto los genios griegos como chinos de la antigüedad estaban ricamente dotados. El punto importante parecería ser el equilibrio o cooperación entre la intuición y la abstracción”. La dimensión oculta del hombre es la intuición y no la fría lógica del intelecto.

La quietud de la mente sucede solamente cuando no hay proceso de aislamiento a través de la acumulación sino una completa comprensión del proceso entero de la relación. Cuando la mente está serena, equilibrada, contrapesada, está en el campo de lo infinito. En la quietud no hay proyección de pensamientos, o ideales, o conceptos, o adquisiciones, así hay eternidad.

El amor no es diferente de la verdad. El amor es ese estado en el cual el proceso del pensamiento, como el tiempo, cesa completamente. Cuando termina el tiempo aparece la eternidad. Donde hay amor, hay revolución, porque el amor es transformación de instante en instante.  Así, la dimensión oculta del hombre  es la eternidad, la Realidad, la Ciencia Subjetiva.

Para comprender el movimiento completo de la Vida o Realidad, uno requiere de la Inteligencia Suprema, no la inteligencia del pensamiento, o libros, o conocimiento, sino la Inteligencia del Amor y la Compasión con su sensibilidad.

Lo Eterno, o lo Infinito, o la Realidad, está aquí y ahora, y el ahora no puede  comprenderlo un hombre que está atrapado en la red del tiempo.  Es la Verdad la que libera, no su esfuerzo por liberarse. La Verdad no es acumulativa, es de  instante en instante.[23]
 
Comentario Final
El principio de objetivación en el caso de la “ciencia objetiva” es que el sujeto de conocimiento está en el campo interno mientras que la “verdad objetiva” está en el campo externo. El principio de objetivación en el caso de la “ciencia subjetiva” es ambos, el sujeto de conocimiento (Consciencia Universal) y el objeto (mundo subjetivo) están en el campo interno y por ello, ambos son al mismo tiempo un potencial de energía cuántica de la Consciencia Universal, lo Absoluto, el Campo de Vida. La ciencia subjetiva es independiente y sinérgica para la ciencia objetiva. Resumiendo, cuando el potencial de energía cuántica del hecho o de la verdad objetiva da un salto cuántico hacia el campo interno (un nivel superior de consciencia), la verdad objetiva (hecho) entra en suspensión, y la “ciencia subjetiva” se expresa a sí misma. Así, la ciencia subjetiva debe fluir a través de la ciencia objetiva. Esta es la base de la “Simbiosis de Ciencia y Espiritualidad” última, por la que la humanidad ha esperado por incontables eones.

Existe evidencia irrebatible, tanto experimental como teórica, de que la ciencia subjetiva es independiente y sinérgica a la ciencia objetiva. La investigación subjetiva es la nueva perspectiva de la Realidad. Está incorporada en la dimensión eterna del hombre.  Concede orden, armonía, no-violencia y paz.

Tenemos que emprender un viaje interno de auto-descubrimiento desde la observación de sí mismo, a través del auto-conocimiento hacia el Silencio. Queremos una revolución, una revolución psicológica, en la cual toda la raza humana participe y cada hombre sea un compañero igual. Esta revolución regenerará o rejuvenecerá la Mente humana de modo que perciba la nueva dimensión de una Consciencia subjetiva integral y global, que pueda garantizar la  supervivencia humana junto a esa de la fauna y flora  de la tierra.
La supervivencia humana está incorporada en la manifestación de un potencial de energía cuántica superior de la Consciencia a través a) de la razón a la intuición, y b) de la ciencia objetiva a la ciencia subjetiva. La ciencia subjetiva trata con la Totalidad o la Unidad de la Vida.
 
 
Referencias
 
[1]  Wilkins, Maurice H., Synthesis of Science and Religion, Bhaktivedanta Institute, Mumbai, 1988.
[2]  Pribram, Karl, en Ken Wilber, The Holographic Paradigm and Other Paradoxes, Shambhala, 1982.
[3]  Sperry, Roger, en Synthesis of Science and Religion, op. Cit. P. 199.
[4]   Ibid., Bulletin of the Theosophy-Science Study Group, India, Febrero y Abril 1988, p. 23; Junio y Agosto 1988, p.27.
[5]   Eccles, John, en Deepak Chopra, Ageless Body, Timeless Mind, Three River Press, New York, 1994.
[6]   Chopra, Deepak, How to Know God, Rider, London, 2000, pp.215, 217.
[7]   Krishnamurti, J. KFI, Boletín 2, 1983.
[8]   Kothari, D. S., The Perception of Truth in Science and Philosophy, en The Odyssey of Science, Culture and Consciousness, National Publication House, New Delhi, 1983.
[9]   The Evolution of Consciousness, National Publication House, New Delhi, 1983.
[10]  Wilkins, Maurice, en Synthesis of Science and Religion, op.cit.p.29
[11]  Harman, Wills W., en Synthesis of Science and Religion, op.cit.p.,212
[12]   Prigogine, Ilya, y Isabelle Stengers, Order Out of Chaos, Bantam Books, New York, 1984, p.5
[13]   Schrodinger, Erwin, What is life? And Mind and Matter, Cambridge University Press, ed.1967, p.128.
[14]   Bohm, David, New Scientist, 11 de Noviembre de 1982, p.364
[15]   Kaur, Dr K., P. Singh y S. Singh, Vedanta, Ramakrishna Vedanta Centre, Noviembre-Diciembre 2000, pp.256-7
[16]    Chopra, Deepak, How to Know God, op.cit., p.271.
[17]    Prigogine, Ilya, y Isabelle Stengers, Order Out of Chaos, op.cit., p.218.
[18]    Wolf, Fred Alan, Taking the Quantum Leap, Harper and Row, 1981,p.248
[19]    Krishnamurti, J. The First and Last Freedom, Victor Gollancz Ltd., London, 1977, pp.177-81.
[20]   Capra, Fritjof, en Ken Wilber, ed., The Holographic Paradigm and Other Paradoxes, Shambhala, London, 1982,pp.220,221.
[21]  Wilber, Ken, en ibid. P. 253
[22]   Yukawa, Hideki, Creativity and Intuition, Kodansha International Ltd. Tokyo, 1973, pp.111, 101.102.
[23]  Krishnamurti, J. Op cit., pp. 246, 248, 286, 288.

domingo, 5 de octubre de 2014

Conciencia




MARY ANDERSON

Estar conciente podría referirse por una parte a familiarizarse con algo en particular o concentrarse en ello, o podría referirse a un estado de alerta en general, estando atentos a todo lo que encontramos, estando abiertos a todo lo que suceda.

    Consideremos lo que significan los distintos términos empleados en el diccionario para describir conciencia. “Ser conciente” de algo significa que lo notamos. “Ser observadores” implica que en general no pasamos nada por alto. “Familiarizarse” significa que algo ya es bien conocido para nosotros. “Estar atentos” a algo quiere decir que nuestra atención está fija sobre ello. “Estar relacionado” con algo significa que estamos familiarizados con ello. “Estar informados” implica que poseemos conocimiento intelectual acerca de algo. “Ser conocedores” significa que somos, en cierta medida, expertos en aquello de lo que somos concientes. “Ser sensibles” significa que sentimos profundamente aquello de lo que somos concientes. “Ser cuidadoso” quiere decir que no descuidamos nada. “Estar totalmente atentos” significa que no olvidaremos nada. “Sentirnos vivos” respecto a algo sugiere que eso significa algo para nosotros, que nos importa. “Ser responsivo” sugiere  que respondemos, que reaccionamos de alguna manera.

    Estas definiciones de “estar conciente o alerta” pueden referirse no sólo a algún objeto u ocasión particular, sino a nuestra actitud en general. ¿Somos concientes de algún objeto particular, persona, o situación en algún momento determinado? ¿O es la nuestra una actitud (en general o a veces) de atención? Si somos concientes de algo o alguien, o de alguna situación, ¿podemos aprender de ese estado de alerta particular a darnos cuenta que podemos tener esa actitud de estar concientes en general en todo momento?

    Quizá sea el artista quien, gracias a su naturaleza y entrenamiento, tiene mayor posibilidad de estar conciente de lo que le rodea, tanto del ambiente, especialmente la naturaleza, como de los reinos de la Naturaleza, incluyendo la humanidad.

    La gente también está conciente cuando se interesa en algún sujeto u objeto particular, por ejemplo, plantas, animales, niños, edificios hermosos, etc. Por lo tanto, estar conciente (en un campo limitado) llega naturalmente en estos casos a jardineros, amantes de la naturaleza, amantes de los animales, maestros y padres, arquitectos, etc.

    Quien está buscando algo o a alguien está también en un elevado estado de atención, por ejemplo un detective que busca a un delincuente, o un delincuente que busca una oportunidad para cometer un delito! Todos podemos alcanzar un elevado estado de atención cuando tratamos de encontrar a alguien o algo, o un artículo específico que deseamos comprar! ¿Podemos ser concientes de nuestra propia conciencia, lo cual podría ser por sí sola una lección sobre el estado  mismo de estar alertas?

    ¿Qué es un estado de atención aún más intenso? ¿Qué podría implicar? Podríamos sugerir que implica un intenso sentimiento, cuando uno ya no es conciente de uno mismo como un ser separado, o un despertar espontáneo como después de estar soñando o profundamente dormido, o una inspiración que llega sin buscarla, la convicción que reemplaza una idea indefinida, o quizá una percepción repentina de la solución de un problema, o lo que se conoce como intuición o inspiración. 

    ¿Y qué no es el estado de atención? No se lo fuerza a través de la concentración o drogas. (Las drogas pueden llevar a quienes las consumen, sus víctimas, aparentemente hasta la cima de la montaña, pero caerán desde la cima de esa montaña y quizá se encuentren a sí mismos lastimados.)

    El verdadero estado de atención no está en el tiempo, sino de algún modo está fuera del tiempo. Podemos pensar en el “eterno ahora.”

   ¿Cómo surge el estado de alerta? ¿Qué lleva a él? Puede ser el sufrimiento o una crisis repentina. O puede ser una alegría repentina. Puede ser una percepción. Por ello ocurre espontáneamente. No podemos buscarlo.

    Por otra parte, este intenso estado de atención no puede tener lugar a menos que se cumplan ciertas condiciones- condiciones de las que ni siquiera somos concientes. Debe haber cierta inocencia y pureza, inocuidad, y a la vez, cierta  resolución.

    Un ejemplo pueden ser las pinturas de una manada de bueyes del Budismo Zen. El pastor ha perdido a su buey. Esto es un estado de crisis. Busca en vano al animal. Pero continúa la búsqueda con total atención. Y gradualmente encuentra rastros, por ejemplo  una huella. Luego, al final, encuentra al animal y lo monta, luego calma y controla al buey hasta que es nuevamente su señor. Luego se aleja, montando sobre su lomo, tocando su flauta. Se siente triunfante y despreocupado.

    Por supuesto, el estado de conciencia que conocemos y en el que podemos regocijarnos no es aún la iluminación ni el satori Zen. Pero quizá la iluminación final, si es que hay una, está precedida por una serie de lo que podríamos llamar “pequeñas iluminaciones”, momentos de conciencia cuando tenemos una leve anticipación de la dicha que es nuestro verdadero ser.

    Puede haber otros ejemplos de elevados estados de conciencia, por ejemplo, enamorarse, encontrarse con alguien que uno ha conocido y amado quizá en vidas anteriores. (Solía haber una canción: Alguna noche encantada, verás a un extraño en una sala atestada....”) Luego lo que ocurre se puede expresar en estas palabras: “Cuando el espíritu salta al espíritu a través del velo de la carne.”

    El genio, ya sea un artista, un poeta, un compositor, un bailarín, un arquitecto o un inventor, un gran científico, etc. conoce momentos de ese estado de atención plena cuando se presenta la solución a un problema meditado largamente. Podemos estar atentos, podemos ser incluso expertos en algún tema. (¡Un experto es por supuesto, alguien que sabe  mucho sobre muy poco! El es conciente en un área limitada y podría desarrollar “deformación profesional”!)

    Pero los grandes genios a menudo se sienten cómodos en muchos campos. Miguel Ángel fue uno de estos genios universales. Quizá en nuestra época Einstein y Karl Gustav Jung se acercaron al estatus de genio universal. 

    Pero algunos son geniales en su propio campo. Un estudioso, un científico o un detective genial pueden proceder de la misma manera y pueden tener vislumbres similares a aquéllas del monje del budismo Zen que intenta resolver un koan. Un koan es una afirmación aparentemente absurda, o un acertijo aparentemente insoluble que se le da al monje Zen para meditar y resolver. El siguiente es un ejemplo. Un joven ganso fue colocado en un frasco. Al crecer ya no pudo salir del frasco. ¿Cómo podría uno liberarlo sin lastimarlo y sin romper el frasco? Ya que ese koan no tiene solución, el monje se adentra más y más en él,  luchando con  él, esforzándose para encontrar una solución. Debe prestarle toda su atención. No lo dejará ir. (Quizá el ganso nunca estuvo en el frasco).

    Lo mismo sucede con el científico o el estudioso que investiga algún problema. Deben prestarle toda su atención. Puede hacerlo por un largo tiempo. Luego puede quedarse dormido o simplemente relajarse o sentir la necesidad de alguna actividad física. Puede llevar al perro a caminar, o ayudar a su esposa en la cocina. Y de repente, la solución aparece. Está allí, delante de él, y es indudablemente la  solución correcta. De  cierta forma estuvo allí todo el tiempo. Puede sentir deseos de gritar “¡Eureka! ¡Lo encontré!”. Ve todo el problema de un vistazo.

    Ese científico, el genio o el monje Zen encuentran la solución cuando ya no la busca o piensa sobre ella. Quizá él se la entrega al subconsciente o lo que podríamos llamar la “superconciencia”. Es como si hubiese escalado una montaña entre la niebla, con gran esfuerzo, y súbitamente, cuando alcanza la cima, el sol aparece. Todo está claro, bañado por la luz del sol. En el caso de nuestro genio o nuestro monje Zen, la solución es absolutamente clara. Está conciente de ilimitadas posibilidades, ilimitadas implicancias. Eso es estar consciente.

     Ese estado fue experimentado y descrito por Krishnamurti. ¿Estar conciente, no es idealmente la unidad con aquello de lo que somos concientes? Citándolo:
Tuve la primera y más extraordinaria experiencia. Había un hombre arreglando el camino, ese hombre era yo mismo, el pico que sostenía era yo mismo, la piedra que estaba rompiendo era parte de mí, la tierna hoja de hierba era mi propio ser, y el árbol que estaba al lado del hombre era yo mismo.1
       Krishnamurti habló mucho sobre estar alertas, sobre qué es no estar concientes, y sobre qué impide estarlo.
 Para comprender, la mente debe inquirir profundamente, y sin embargo, debe saber cuándo estar pasivamente alerta.2
 
Estar conciente es de instante en instante... Estar concientes no es determinación, ni tampoco es la acción de la voluntad. Es la entrega completa e incondicional a lo que es, sin racionalización, sin la división del observador y lo observado… La conciencia está siempre en el presente.3
Estar conciente de instante en instante es suficiente. 4
Puede durar un segundo: estar completamente conciente por un segundo, y en el segundo siguiente puede estar desatento. Pero uno sabe también que está desatento. 5

   ¿Qué relación puede haber entre estar concientes y el tiempo? ¿Qué es el tiempo? Hay un tiempo objetivo, de acuerdo al reloj, al calendario, el libro de historia, mayormente se lo puede medir,  y es a veces predecible. Y hay un tiempo subjetivo: el paso del tiempo según lo experimentamos nosotros, ¡quizá creado por nosotros! Este tiempo  es esquivo y no se lo puede medir. Pero comprender el tiempo quizá sea la clave para un acercamiento a la comprensión de la atención plena y a la comprensión de nosotros mismos. ¿Pero  podemos comprender  el tiempo? ¿Podemos comprender la conciencia y a nosotros mismos?

     Existen interesantes vislumbres del tiempo de parte del Dr. Taimni, cuyo conocimiento como científico se combinó con sus descubrimientos espirituales.
El tiempo disminuye progresivamente a medida que nos acercamos al centro de nuestra conciencia, y la sucesión se torna más rápida desde el punto de vista físico hasta que se hace simultáneo en el Eterno Ahora. 6

   El tiempo es, citando a Mme.Blavatsky:

…una ilusión producida por la sucesión de nuestros estados de conciencia a medida que viajamos a través de la duración eterna, y no existe donde no existe conciencia... El presente es solo una línea matemática que divide esa parte de la duración eterna que llamamos futuro de aquélla parte que llamamos pasado... Nada sobre la tierra tiene duración real, ya que nada permanece sin cambio, o igual, por la billonésima parte de un segundo. 7
      La pregunta es: ¿Vivimos en el presente en nuestra conciencia? Desafortunadamente, no lo hacemos la mayor parte del tiempo. El poeta Shelley, expresó esto en su Lamento:

¡O mundo! ¡O vida! ¡O tiempo!
Cuyos últimos escalones asciendo,
Temblando ante aquello donde ya había estado antes,
¿Cuándo retornará la gloria de tu primera hora?
Nunca más, ¡Oh, nunca más!
     Nos lamentamos como el poeta, porque, aunque físicamente estamos en el presente, a menudo vivimos en el pasado, recordando, refrescando recuerdos, lamentando. O vivimos en el futuro, esperando y temiendo. A menudo no estamos realmente concientes, no vivimos, en el momento presente.

     Puede haber momentos, sin embargo, cuando sí vivimos en el presente, cuando somos concientes, al menos en cierta medida, cuando el presente nos toma por sorpresa. Para citar a Krishnamurti:
¿No han experimentado en momentos de gran éxtasis la cesación del tiempo, no hay pasado, ni futuro, sino una intensa conciencia, un presente atemporal? 8

    Tal conciencia de felicidad fue expresada por Wordsworth:

Mi corazón salta cuando observo
Un arcoiris en el cielo:
Así fue cuando mi vida comenzó;
Así es ahora que soy un hombre,
Así será cuando envejezca,
¡O cuando muera!
     Pero también fue Shelley quien señaló la causa de estas aflicciones, de este lamento por el pasado:
 Miramos antes y después
 Y padecemos por lo que no es:
 Nuestra risa más sincera
 Con algo de dolor cargada
 Nuestras canciones más dulces son aquéllas
 que hablan del pensamiento más triste.

    Buscamos, pero “a través del tiempo no se puede comprender lo atemporal”. Por lo tanto, “vivamos en el tiempo de modo atemporal.... El ahora tiene mayor importancia que el mañana. En el ahora está todo el tiempo, y comprender el ahora es liberarse del tiempo.” 9
    Otro aspecto del estar alerta se relaciona con ser y convertirse en algo, lo cual nuevamente involucra al tiempo. El “ser” se relaciona con el presente. Lo que somos, lo somos en el presente. El “Convertirse” se relaciona con un movimiento del pasado al presente, o desde el presente al futuro. Cuando pensamos en el presente en términos de pasado y futuro, no podemos estar realmente alertas en el presente, pero “ser” en el sentido de lo que uno es, está siempre en el presente.  

     “Ser” es un verbo, y sugiere un estado real o una actividad, por ello el verbo “ser” sugiere algo que está vivo, que está en el aquí y en el ahora, en el tiempo presente. Por el contrario, “convertirse” sugiere movimiento. Como dice Krishnamurti, nuestra vida es un proceso de convertirse en algo. Tomado desde el punto de vista físico, esto es algo natural y familiar. Por ejemplo, un bebé se convierte en niño, un niño se convierte en adolescente, un adolescente en un adulto, una oruga se convierte en mariposa; un capullo se convierte en una flor.

    Pero cuando convertirse en algo es el objeto de nuestros deseos, por ejemplo, cuando somos feos, tontos o pobres y deseamos tornarnos hermosos, inteligentes o ricos, entonces el deseo de convertirse lleva a la insatisfacción, al esfuerzo, la lucha y el dolor, y cuando deseamos o pugnamos por convertirnos en algo, no vivimos en el presente, sino en el futuro, es decir, en nuestro sueño del futuro, tal como nos gustaría que fuese. De manera similar, podemos vivir en el pasado y no ser concientes del presente, pero soñar despiertos, sintiendo nostalgia por los “buenos viejos tiempos” y lamentándonos por errores pasados.

    Entonces, ¿Qué podemos hacer acerca de esto? No tiene nada malo soñar con lo que deseamos, siempre que estemos concientes de que estamos soñando y que no estamos viviendo en el presente, y cuando en el presente estamos concientes de nuestro estado presente, ¿no es eso estar alerta? Pero si nos aferramos a sueños del futuro, a lo que queremos llegar a ser, y nos encariñamos con recuerdos o penas del pasado, entonces no estamos concientes del presente.

    ¿Y ser concientes espiritualmente?

    En el Kathopanishad, Yama, un maestro, le dirige a un aspirante, Nachiketas, las palabras ¡“Levántate”, “Despierta!” que significan “¡Se activo! ¡Presta atención!”, cuando Nachiketas ha pasado ciertas pruebas (Volveremos a esto).

     ¿Qué significa  “Despierta” y “Levántate” en general? ¿No hacemos esto cada mañana? Nos despertamos de un descanso sin sueños o de sueños mayormente ilusorios y tomamos conciencia una vez más del mundo físico, de nuestro ser físico, de nuestras obligaciones en el plano físico. Luego nos levantamos y comenzamos a actuar. Esto es el despertar físico.

    Pero a veces podemos, después de dormir o no, despertar y levantarnos emocional y mentalmente. Habiendo luchado sin éxito con algunos problemas, podemos relajarnos yendo a dormir o haciendo alguna otra actividad, tal como ir a caminar, o hacer tareas domésticas o de jardinería, o estudiar. Luego, repentinamente, podemos ver la solución a un problema, o despertar de alguna ilusión, tener una inspiración o una “percepción”.Luego nos levantamos y aplicamos la idea que hemos tenido. Un investigador o un inventor pueden  descubrir la solución a un problema y utilizarla, un artista puede pintar o dibujar, un poeta puede escribir un poema, un compositor puede componer una sinfonía. O podemos simplemente ser felices. Todos podemos ser creativos en la vida diaria, aún al limpiar, lavar los platos, cocinar, hacer labores manuales, si estamos realmente concientes de lo que estamos haciendo.

    Espiritualmente también podemos despertar y levantarnos, pero es menos frecuente. El Gran despertar final llega solo una vez en nuestra evolución humana, pero puede haber muchos pequeños despertares. Gradualmente despertamos de conceptos ilusorios de la vida y de nosotros mismos. Podemos volvernos progresivamente más concientes de lo que las cosas son, de lo que nosotros somos. El último despertar es autoconocimiento. Luego nos levantamos y aplicamos esa conciencia. Actuamos bajo su luz. No podemos evitar ser fieles a nosotros mismos. 

    Si no actuamos a la luz de nuestro auto-descubrimiento, entonces no hemos despertado realmente, aunque podamos pensar que si. Podemos saber en teoría que somos una chispa divina de la llama única, pero aún tememos perder, aún nos sentimos separados de los demás y actuamos de acuerdo a ello en una crisis.

    En el Kathopanishad, las palabras “¡Levántate! ¡Despierta!” se las dice a Nachiketas, un joven aspirante, su maestro Yama, el Dios de la Muerte.

    El padre de Nachiketas había realizado un ofrecimiento de muchas vacas a los dioses, porque deseaba una recompensa celestial. Pero solo sacrificó vacas viejas que ya no podían comer, beber, reproducirse o dar leche. Por lo tanto, su motivación, ganar una recompensa, fue egoísta y su ofrenda fue inútil. Nachiketas se sintió desolado cuando vio la pobre ofrenda que su padre estaba ofreciendo a los dioses. Por ello, le preguntó, con cierta insolencia, “¿A quién me entregarás?”. Su padre, con enojo, dijo que le daría Nachiketas a Yama, el Dios de la Muerte.

    De allí que Nachiketas, el hijo obediente, partió hacia la casa de Yama. Pero Yama no estaba en casa y Nachiketas debió esperar tres días hasta que regresara. Yama estaba apesadumbrado debido a que su visitante había tenido que esperar tanto, por lo que le ofreció tres dones.

    Nachiketas eligió como primer beneficio que su padre no se preocupase o enojase y que le diese la bienvenida de regreso a casa, y Yama  se lo concedió. Por lo tanto vemos que Nachiketas deseaba que su padre se reconciliara. Su corazón estaba en lo correcto. Deseaba que las buenas relaciones familiares se restablecieran.
    Como su segundo don, Nachiketas deseó conocer el sacrificio que conduce al cielo después de la muerte, y Yama no solo le enseñó sobre ese sacrificio, sino que también le dio el nombre de Nachiketas.
    Como tercer beneficio Nachiketas pidió: “Cuando un hombre muere...algunos dicen que es, otros dicen que no es....Yo sabría la verdad.” Nachiketas no quería saber acerca de nuestro destino después de perder nuestro cuerpo físico. “Al igual que el maíz, un hombre madura y cae a la tierra, al igual que el maíz, brota nuevamente en su momento.” Lo que quería saber era probablemente el estado más allá de la iluminación.
    Yama vaciló en contestar al chico. Quizá para probarlo le ofreció hijos y nietos, ganado, elefantes y caballos, oro, un reino poderoso y toda clase de placeres. Podemos recordar las tentaciones de Mâra a Buda próximas a su iluminación, o la tentación de Cristo de parte de Satanás en el desierto.
    Pero Nachiketas rehusó ceder (como lo hicieron Buda y Cristo), y Yama, que estaba secretamente complacido, comenzó a enseñarle. No le enseñó el secreto final, porque eso no se puede enseñar, sino que uno mismo debe darse cuenta. Pero, para alentar al niño, le dijo estas palabras:
¡Levántate, despierta! Acércate a los pies del Maestro y conoce ESO. Igual que el filo de la navaja, dicen los sabios, es el sendero.
Es angosto y difícil de transitar. Sin sonido, sin forma, intangible, eterno, sin sabor, sin olor, sin comienzo, sin final, inmutable. Más allá de la naturaleza, está el Ser, conociéndolo así, uno se libera de la muerte.
    De esta manera incentivó al niño a estar alerta en el sentido más profundo de su ser interior.
    La importancia de estar alerta en la vida diaria se enfatiza en muchas tradiciones religiosas.
     En el Cristianismo, el Hermano Lorenzo enfatizó lo que él llamó “la práctica de la presencia de Dios.”

    Un monje novato le dijo a Joshu, maestro del Budismo Zen, recién he ingresado a la hermandad y estoy ansioso por aprender el primer principio del Zen. ¿Me lo enseñarás?” Joshu dijo: ¿Has comido tu cena?” El novicio respondió: “He comido,” y Joshu dijo: “Ahora lava tu plato.”

    Christmas Humphreys, el fundador de la Sociedad Budista en Inglaterra, solía decir que lo que es importante y que debería tener toda nuestra atención es simplemente “el próximo paso” .

    Hay dichos sabios desde la alegre y humorística tradición Casidista: Poco después de la muerte del rabino Mokshe, el rabino Mendel le preguntó a uno de sus discípulos: “¿A qué le daba tu maestro la mayor importancia?”, y la respuesta fue: “A cualquier cosa que estuviese haciendo en el momento.”

    Un explorador regresó del Amazonas e intentó describir sus experiencias a sus conciudadanos, pero ¿cómo podía ponerlas en palabras? Dijo: “Vayan y vean por ustedes mismos,” y para guiarlos, dibujó un mapa del río. Ellos se abalanzaron sobre el mapa y lo enmarcaron en la alcaldía, e hicieron copias para si mismos. Aquéllos que estudiaron el mapa se consideraron expertos en el río. ¿Estamos buscando mapas o libros de instrucciones para seguir?

    Cuando pensamos en “estar alertas”, podemos ser tentados a que para lograrlo, debemos practicar concentración. Podemos pensar en los últimos tres pasos del Raja Yoga Hindú, y en el Noble Óctuple sendero Budista, a veces traducidos como “concentración, meditación y contemplación.” Pero según Krishnamurti, quien puso gran énfasis en estar alerta, este no es el caso.
Al tratar de concentrarse, los pensamientos-sentimientos conflictivos son suprimidos, dejados a un lado o superados y a través de este proceso no puede haber comprensión. La concentración se obtiene a expensas de una conciencia profunda. Si la mente es insignificante y limitada, la concentración no la hará menos pequeña ni trivial, por el contrario, fortalecerá su propia naturaleza.  10
 
Todo niño es capaz de concentrarse, déle un juguete nuevo y él se concentra. Todo hombre de negocios se concentra cuando quiere ganar dinero. La concentración que pensamos deberíamos tener para meditar, es realmente estrechez, un proceso de limitación, de exclusión.  11
La idea de que estamos distraídos cuando queremos concentrarnos solo implica que uno se resiste a lo que se llama distracción. Cuando su pensamiento se desvía, déle toda su atención a ese pensamiento, no lo llame distracción.  12

    Otra advertencia es tal vez apropiada. Deberíamos estar concientes de nuestros motivos al buscar estar alertas, concientes. Recordemos la advertencia de Luz en el Sendero:
Mata la ambición.
Es fácil decir: “No seré ambicioso”, no es tan fácil decir: “Cuando el Maestro lea mi corazón, lo encontrará libre de toda mancha”. El artista puro que trabaja por amor a su obra está a veces más firmemente ubicado en el camino correcto que el ocultista que se imagina haber apartado de sí el interés propio, pero que en realidad solo ha ensanchado los límites de la experiencia y del deseo, y ha transferido su interés a cosas relacionadas con una mayor expansión de vida.


Referencias

1-       Los Años del Despertar, p. 158.
2-       Citado en Dichos de J. Krishnamurti (compilado por Susumaga Weeraperuma), p.18
3-       ídem. p 20
4-       ídem. p.21
5-       ídem. p.23
6-       El Hombre, Dios y el Universo, pp.361-2
7-       Compendio de la Doctrina Secreta, pp. 19-20
8-       Dichos de J. Krishnamurti (compilado por Susumaga Weeraperuma), p.195
9-       ídem. p 196
10-    ídem. p 37
11-    ídem. p 37
12-    ídem. p 38