Mary Anderson
(Charla Convención Adrar, 29
de Diciembre de 2003)
Un punto de retorno
es un punto en el espacio o el tiempo que vira algo, es decir, que cambia
ligera o completamente la dirección que está enfrentando o moviéndose. O puede
ser que seamos nosotros que cambiamos de dirección.
Simbólicamente,
esto podría significar una transformación que ocurre lenta o rápidamente. Hay
puntos de cambo en la
Naturaleza , aquellos que esperamos, como la transición entre
las estaciones y entre el día y la noche, y aquellos que no esperamos, tales
como el repentino estallido de las tormentas, tsunamis, fuegos forestales,
terremotos, y así sucesivamente. Hay puntos de retorno en nuestras vidas
individuales cuando comienza algo nuevo. Nuevamente, algunos se esperan y otros
no. El nacimiento es un punto de cambio, como ir a la escuela, la pubertad,
iniciar una profesión, el matrimonio, el nacimiento de los hijos, mudarse de
casa, etc. La muerte también es un punto crítico que deberíamos esperar, pero
¿realmente lo tomamos en cuenta? Los puntos de cambio inesperados pueden
incluir pobreza o riqueza repentina, una enfermedad invalidante en uno o en un ser querido o una
desgracia.
Puede que seamos
capaces de arreglárnosla con los puntos de cambio en la Naturaleza o en
nuestras propias vidas, que podemos esperar pero menos fácilmente con aquellos
que no esperamos y que pueden llenarnos de temor y ansiedad – o con alegría y
alivio. Pueden ser retos y pruebas que
prueben nuestro temple o fuerza para adaptarnos no solo a nuestra forma de
vivir sino nuestra actitud total. Pueden
producir insospechados talentos. Los fracasos aparentes con los que nos
arreglamos, también tienen lecciones para nosotros.
En el pasado
hubieron dramáticos puntos críticos en
el estado de la tierra: el comienzo y el final de las edades de hielo, las
transiciones entre la Edad
de Piedra, la Edad
del Hierro y la Edad
del Bronce. Los científicos hablan de la repentina desaparición de todas las
especies. ¿A dónde se fueron los dinosaurios? Ellos hablan de mutaciones, de
cambios fundamentales, tales como el surgimiento de nuevas especies. Esto puede
suceder en la Naturaleza. Algunos
científicos quizás quieren hacer que suceda, pero pueden crear un monstruo de
Frankenstein!
Madame Blavatsky
escribe en La
Doctrina Secreta ,
en términos de muchos millones de años, de grandes eras pasadas en nuestro
planeta, tales como las eras de Lemuria y la Atlántida , cuando la
configuración de grandes extensiones de tierra y también el clima en diferentes
partes del globo, eran radicalmente diferentes de lo que llegaron a ser
posteriormente. Ella atribuye tales
cambios del clima y la configuración de la tierra, en parte a cambios en el eje
de la tierra. Ya sea que aceptemos o
rechacemos lo que dice, o mantengamos
una mente abierta, los científicos puede que un día confirmen que estaba en lo cierto.
En la historia tal como la
conocemos, la que retrocede solamente unos pocos miles de años, los eruditos
distinguen grandes cambios externos que algunas veces cambiaron la actitud de
la humanidad en general. Los arqueólogos hablan de etapas de cazadores y
recolectores nómades, luego de colonos cultivando el suelo y domesticando animales, y del
surgimiento , a su debido tiempo, de aldeas y
pueblos, siendo antiguos ejemplos, lo que ahora es Pakistán,
Mohenjo-Daro y Harappa en el Valle Indo, civilizaciones que surgieron y decayeron entre la mitad del segundo y tercer milenio antes
de la EC y fueron
finalmente destruidas por los invasores
Arios del Asia Central. Siguieron muchas nuevas invasiones en la historia inda antigua y más moderna:
invasiones del norte por los Persas, Escitas, Hunos, Arabes, Turcos y Mongoles.
Tales invasiones fueron puntos críticos, al menos localmente. Posteriormente
Portugueses, Británicos y otros llegaron por el mar desde el occidente, primero
como comerciantes, luego como colonizadores.
Estos puntos críticos
atañen a la historia India, pero un fenómeno notable, perdurando por algunos siglos y extendiéndose
por el entonces mundo civilizado. Fue lo que Kart Jaspers llamó ‘la
Era Axial ’, de alrededor del 800 al 300
antes de la EC. Este fue
el periodo durante el cual, citando a Radhakrishnan: ‘El hombre por primavera
vez, simultánea e independientemente en Grecia, China e India cuestionó el
modelo tradicional de vida’ (Radhakrishnan: Los Principales Upanishads, p,22).
En Grecia la
Era Axial incluía la era de Homero y luego
de Pitágoras, Platón, Aristóteles y otros. En China testimoniaba la época de
Lao-Tsu y Confucio En India el Budismo se originó con el Señor Buda y el
Jainismo con el Señor Mahavira. En el Hinduismo el período Védico de los
primitivos Arios fue seguido por la era de los Upanishads representando ‘la Vedanta en su pura forma
original…’(p.22), significando ‘el final de los Vedas, la conclusión como
también la meta de los Vedas’ (p.24).
‘Himnos a dioses y
diosas son reemplazados por una búsqueda de la realidad implícita en el flujo de las cosas. ‘¿Qué es
aquello, que siendo conocido, llega a conocer todas las otras
cosas’?...Mientras los Poetas de los Vedas nos hablan de lo mucho en que la
radiación del Supremo se ha dividido, los filósofos de los Upanishads hablan de
la Realidad Una
detrás y más allá del flujo del mundo…’(p.48).
‘La Verdad está dentro de
nosotros. Los diferentes dioses Védicos
se consideran subjetivamente. ‘Todos estos dioses están en mí’… En los
Upanishads encontramos una crítica a la
religión ritualista vacía y
estéril. Los sacrificios son
relegados a una posición inferior… Cuando todas las cosas son de Dios, no
hay sitio para ofrecerLe algo, excepto
nuestra voluntad, nuestro ser…Los sacrificios se vuelven acciones
desinteresadas…(p.49).’
En el Occidente,
rastreamos el surgimiento y desaparición de las civilizaciones Egipcia, Griega
y Romana, las invasiones desde el Asia Central de los Celtas y, por ejemplo, de
los Hunos y otras tribus, dando el toque
de muerte al degenerado imperio Romano. En el curso de la Era Cristiana , la
Edad Oscura fue seguida por el Renacimiento,
la Reforma ,
la sí llamada Edad de la
Iluminación , la
Edad del Descubrimiento y, por otra parte, el florecimiento y
la sangrienta represión de los bárbaros Cristianos de la civilización Mora en España –la que ha sido una era de oro
verdaderamente- y la cultura Albigense en el sur oriente de Francia. Las eras
de oro locales surgían y morían: el teatro y la poesía Isabelina en Inglaterra,
la pintura Italiana y la música Alemana.
Grandes puntos críticos
sociales incluyeron la desaparición del sistema feudal en Europa, algunas veces
siguiendo tales movimientos caóticos como las Revoluciones Francesa y Rusa, y
el surgimiento de la democracia o pseudo-democracia. ¿Podemos hablar de
democracia cuando más de la mitad del mundo padece de hambre?
Más recientemente hemos
entrado a la era científica, la era de la tecnología, la era atómica, la era
espacial, la era cibernética. ¡Qué cambios han producido estas, aunque
gradualmente, no solo externamente en la estructura de la sociedad, sino
también internamente en las mentes de los hombres, en sus actitudes! ¿O fué un
cambio en la consciencia, en la actitud, que efectivamente produjo muchos
cambios externos?
Este parece ser el caso si
damos una mirada más amplia, si consideramos la evolución de la vida. Para el
teósofo grandes puntos críticos en la evolución de los seres vivos, serían la
transición de la vida y la consciencia
residentes desde la etapa del mineral a esa del vegetal, desde el
vegetal al animal, del animal a la etapa humana de evolución. Estos son puntos
críticos no solo ni principalmente en la apariencia externa sino también y
sobre todo en la sensación, sentimiento y pensamiento, en la consciencia de la
vida que mora.
El autor Griego Kazantzakis
relata en la historia de su vida cómo llegó a esta percepción. Cuando escolar
se le había enseñado en la iglesia que el hombre era una creación especial de
Dios. Así, estuvo muy perturbado cuando su profesor de ciencias le explicó más
bien crudamente que los seres humanos descendían de los monos. Uno se acuerda
de la conversación entre un niño y su abuela: ‘Abuela, ¿fuiste un mono alguna
vez?’ ‘No, nunca!’ ‘¿Y mi mamá?’ ‘Oh, no!’ ‘¿Entonces, quién fue un mono? ¿Lo
fue el abuelo?’ ‘Por Dios –no!’ ‘Oh, bien! Debe haber sido mi otra abuela!’
Volviendo a Kazantzakis, su
visión del mundo era al revés! Si solo
hubiera sabido cómo explican estas cosas las enseñanzas teosóficas.
Posteriormente, sin embargo, con la intuición
del poeta, llegó a una bella percepción de la evolución y escribió lo
siguiente:
‘ Entre el cielo y la tierra
y en nuestros corazones y el corazón de cada criatura soplaba un poderoso aliento que llamamos
Dios. Una gran exclamación. El vegetal
deseaba dormir, inmóvil en el agua estancada, pero el clamor de la rosa subió por él y lo estremeció hasta sus
raices: ‘Escapa!’ Libérate de la tierra! Muévete!’ El árbol había sido dotado
con la palabra, habría exclamado: ‘Me rehúso! ¿Dónde me empujan? Están pidiendo
algo imposible!’
‘Así el clamor siguió por
siglos; y he aquí, del anhelo, de la vibración, la Vida se liberó del árbol
inmóvil. Apareció el animal y se radicó en su hogar acuoso, en el lodo, como un
gusano. ‘Estoy cómodo aquí, aquí hay paz, seguridad; me quedaré aquí!’ Pero el
terrible grito taladró su espalda: ‘Libérate del lodo, párate, da nacimiento a
uno más grande que tú!’ ‘No lo haré! No puedo!’ ‘Tú no puedes, pero yo sí;
párate!’
Pasaron milenios, y he aquí!- allí surgió,
temblando sobre sus inestables pies, el Hombre. El mundo es un centauro (mitad
humano, mitad caballo); las pezuñas del caballo se adhieren a la tierra , pero
el cuerpo, desde el pecho a la cabeza, es amasado y atormentado por el
grito despiadado y lucha de nuevo por
milenios para emerger, como una espada, desde la envoltura del animal..
‘¿Adónde iré?’ grita el hombre con desesperación, ‘he alcanzado la cima de la
montaña; delante de mi hay solamente caos’ – (Y el clamor que es Dios exclama:)
‘Delante de ti estoy yo, levántate!’ (traducido del Alemán: Rechenschaft vor El
Greco, pp.252-3)
Aquí tenemos la clara
percepción que el punto crítico fundamental se halla en la consciencia, en el
Espíritu. La carne indolente parece reacia, resistente, pero finalmente produce
el vehículo capaz de expresar este espíritu, esta consciencia atravesando un
punto crítico, entrando a una nueva fase.
Nos hemos referido hasta
ahora a los puntos críticos que podemos ya sea ver o imaginar porque son
visibles o fácilmente comprendidos. Pero hay puntos críticos en la consciencia,
en nuestra percepción de las cosas como individuos. Estos pueden parecer que son precipitados por los sucesos
externos, pero pueden surgir independientemente de tales sucesos, si se cumplen
ciertas condiciones. Tales puntos críticos pueden ser superficiales o
profundos, graduales o repentinos. Algunos o muchos leves y graduales , aún
inconscientes puntos críticos pueden conducir
a un punto crítico revolucionario de 180 grados. Como dice Krishnamurti, hemos
estado caminando hacia el sur y repentinamente giramos y caminamos hacia el
norte! Los puntos críticos graduales en la consciencia pueden consistir de
cambios imperceptibles en nuestra actitud que conducen y florecen en palabras o
acciones que pueden aún sorprendernos.
Tales cambios en la
consciencia a menudo se asocian con la espiritualidad. El término Cristiano es
‘conversión’ (el primer paso en el Sendero Místico), que simplemente significa
girar. Tenemos ejemplos de tales conversiones en todas las religiones. El
término ha sido degradado e igualado con
estados altamente neuróticos, sentimentales o alterados, a menudo inducidos por
evangélicos carismáticos.
¿Cuál sería una completa
conversión o punto crítico – de 180 grados – producido en el mundo? En algunos
aspectos conduciría a lo opuesto de lo que sabemos en el presente. ¿Y qué
sabemos en el presente en el mundo? A pesar de todos los afeites superficiales
y las varias venditas que se aplican, el mundo es insano, infeliz, injusto,
violento y está en grave peligro.
La vasta mayoría de los
seres humanos son infelices y enfermos, careciendo de las necesidades fundamentales
para siquiera el bienestar físico y algunas veces la supervivencia. Podemos
decir que esto es el karma, pero es sin embargo injusto a causa del resultado
de este sufrimiento. Un muy pequeño porcentaje de la humanidad disfruta de la
mayor parte de la riqueza disponible. ¿Y es al menos este pequeño porcentaje
feliz? ¡No! Los países más prósperos tienen los más elevados porcentajes de
suicidios. ¿No es esto también karma? Y la violencia en el mundo, incluyendo el
posible uso de las así llamadas armas de destrucción masiva, es a menudo una
reacción en contra de la injusticia.
Pero quizás la más grande
amenaza a la supervivencia proviene de la contaminación: la contaminación de la
atmósfera (el agujero en la capa de ozono, las emisiones de los reactores
atómicos, el efecto invernadero), la contaminación de los océanos con los
desperdicios atómicos, derrames de aceite y así, y contaminación de la tierra
(la desertificación por una parte y por la otra las posibles inundaciones, como
el derretimiento de los hielos polares). Y la fuente de todas estas amenazas es
la codicia de la humanidad y su corta visión al saquear la tierra.
Aún más peligro se halla en
la intromisión del hombre en la
Naturaleza , no solo en la superficie, talando árboles,
pescando en exceso y así, sino interfiriendo con los cuerpos, la vida y la
consciencia de los seres vivos. ¿Adónde llevará la clonación y la manipulación
genética de los cultivos y animales, quizás aún a su debido tiempo de la consciencia
humana (afectando su instrumento, el cerebro)? Por atraparte, los científicos
hacen descubrimientos que apuntan a la Unidad de toda Vida y su santidad. Por otra
parte, son pagados para comprometerse en investigaciones que podrían conducir a
una situación de ‘Enfrentar al nuevo mundo’.
Tal es el mundo hoy
día, a pesar del lado más brillante: las posibilidades abiertas por las
comunicaciones perfeccionadas y el correcto uso de la tecnología para socorrer
al desvalido y para difundir el conocimiento de la fraternidad universal.
Buddha declaró que la
vida es dolor. Esto no ha cambiado desde su época. ¿Por qué no? Porque los
seres humanos no han cambiado. Como Mefistófeles, el demonio, dice en el
prólogo de Fausto de Goethe: ‘el pequeño dios del mundo permanece el mismo y es
tan peculiar como el del mismo primer día…’ Y un gran maestro observó que la naturaleza humana ha sido la
misma por un millón de años.
¿Cuál es la raíz del
dolor de la humanidad y del mundo? Buddha apuntó a nuestros deseos, nuestros
anhelos. Pero ¿qué es eso que desea y anhela? ¿No es nuestro cuerpo, nuestras
emociones, nuestras mentes, con las cuales nos identificamos? Nuestro cuerpo anhela la excitación de los sentidos, para la
satisfacción de sus apetitos o por comodidad. Las emociones también anhelan la
estimulación y satisfacción y sobretodo la satisfacción de si misma. La mente
también lucha por la auto-satisfacción con más y más conocimiento. Pero siempre
es mi cuerpo, mis emociones, mi mente.
Finalmente los humanos a menudo son egoístas en su presente estado de conciencia. Los individuos siguen
‘la ley de la selva’: ‘cada hombre para si mismo’, porque se sienten separados
de los demás. Pueden formar alianzas con sus parientes, sus amigos, sus
connacionales y sus creyentes, pero tales alianzas, aunque a menudo motivadas
en parte por genuino afecto, siempre son en parte al menos interesadas en él
mismo, superficiales y frágiles, cuando
son alianzas para el beneficio de nuestros cuerpos, nuestros sentimientos y
nuestras creencias y teorías.
Encontramos muchos
ejemplos escandalosos de alianzas por interés propio en la política, pasada y
presente. Aunque mientras como
individuos, ustedes y yo, formamos alianzas, o de otro modo actuamos sobre la
base del interés propio, ¿quiénes somos para acusar a los políticos? Pero aún
las alianzas interesadas en si mismo son quizás reflejo de una naturaleza más
profunda en nosotros, una naturaleza que está débilmente consciente de la
existencia de esta profunda unidad interna.
La humanidad ha causado
la desesperada situación del mundo por una actitud de egoísmo, cada uno
sintiéndose separado de los demás. ¿No s halla también la solución en la
humanidad? El punto crítico que brindaría ayuda sería la comprensión de que no
estamos separados de los demás. Aún físicamente, compartimos los mismos genes,
los mismos órganos humanos. Shylock de
Shakespeare apela contra el
discriminación que sufre, exclamando:
‘¿Un Judío no tiene ojos?
¿Un Judío no tiene manos, órganos, dimensiones, sentidos, afectos, pasiones?
¿No se alimenta con el mismo alimento, no se hiere con las mismas armas, no
está sujeto a las mismas enfermedades, no se sana por los mismos medios, no se
entibia y enfría por el mismo invierno y verano como lo hace un Cristiano? ¿Si
nos pincha, no sangramos? Si nos hace cosquillas, ¿no reímos?. (El Mercader de
Venecia, III.1)’.
Sin embargo, Shylock es
duramente descrito de acuerdo con los
prejuicios religiosos de la época, lo que él dice es verdad y nos llega al
corazón. La humanidad es una. Todos los seres son uno. Cada momentánea
comprensión de esta unidad por parte de más y más individuos y una negativa
resultante a oponerse a los demás en
una competencia inexorable podría conducir a un quiebre, a un punto
crítico global.
¿Qué es una verdadera
conversión, un punto crítico espiritual?
¿Cómo podemos describir algo de lo cual puede que hayamos experimentado
solamente la sombra? ¿Pero no tenemos también grandes tradiciones concernientes
a aquellos que han atravesado un punto crítico espiritual?
Al principio del Bhagavadgita, Arjuna es atormentado por
la duda, indeciso si pelear en contra de los tiranos, los usurpadores, quienes
son sus parientes y amigos – o, simbólicamente, en contra de su propia familiar
naturaleza personal. Después de escuchar las enseñanzas de Krishna,
representando su Ser espiritual, y experimentando la abrumadora realidad de
Krishna, está dispuesto a seguir su dharma: ‘Destruído está mi engaño…Estoy
firme; mis dudas huyeron’ (XVIII,73).
La iluminación de Buddha
bajo el árbol bodhi fue un poderoso punto crítico:
‘Habité muchas moradas de
la vida, buscando siempre al que construyó estas prisiones de los sentidos
llenos de aflicción, y mi combate incesante fue penoso. ¡Pero desde ahora, a Ti
constructor de este tabernáculo, a Ti te conozco! No construirás ya estos muros
que contienen el sufrimiento, no levantarás ya la techumbre de tus artificios
no colocarás nuevas vigas sobre la arcilla: ¡Tu casa está destruida, y su
principal sostén roto! ¡Es la ilusión quien la construyó! Desde ahora voy a caminar
sin cesar para alcanzar la liberación’(Luz de Asia, parte 6).
En nuestra época, tenemos el ejemplo de un punto crítico
en la vida de Krishnamurti, cuando, en la embarcación que regresaba a India,
después de recibir noticias de la inesperada muerte de su amado hermano Nitya,
lloró y sollozó durante tres días, salió entonces de su camarote, transformado
y alegre, y declaró: ‘Mi hermano y yo somos uno’.
Un verdadero punto crítico
espiritual es una expansión de consciencia. En el Budismo Zen se conoce como
satori. Pero es reconocido que hay también un falso satori, emocional y
transitorio.
Los libros teosóficos se
refieren a lo que se llaman ‘Iniciaciones’, significando literalmente
‘comienzos’. Desgraciadamente, a menudo se usa la palabra en un sentido trivial en estos días, para significar la
aceptación de un presunto discípulo, por un así llamado gurú. Pero una
verdadera iniciación significaría una permanente transformación, un genuino punto
crítico, que sucede solamente cuando la persona interesada está lista. A
menudo se refieren cinco iniciaciones ,
correspondiendo en el Budismo a entrar en la corriente (sotapanna), destinado a renacer solamente una vez (sakadagami), a no renacer (anagami), arhat y asekha o Maestro. Ciertos sucesos en la vida de
Jesús se dice que simbolizan estas cinco iniciaciones: nacimiento, bautismo,
transfiguración, crucifixión y resurrección, y ascensión. Estas iniciaciones
son los grandes puntos críticos que llevan a una persona más allá del reino
humano.
En años futuros ciertamente
veremos muchos desarrollos que conducirán a puntos críticos, esperados e
inesperados, graduales y repentinos, en el mundo y en nosotros mismos.
The Theosophist,
Enero de 2004
Tradujo: Perla