domingo, 11 de mayo de 2014

En El Gran Silencio






WAYNE GATFIELD
Presidente de la Logia Bolton en la Sección Inglesa de la Sociedad Teosófica

En la sociedad moderna parece que inclusive le tememos al silencio, llenamos nuestros silencios con pequeñas conversaciones, o pasamos el tiempo con diversos entretenimientos. Nos sentimos incómodos con el silencio, quizás porque casi nos obliga a hacer un balance de nosotros mismos y de nuestras vidas; para enfrentarnos a nosotros mismos con nuestro “Rostro Original”, así como dirían los místicos del Zen.

Hace tiempo, leí sobre Apolonio de Tyana, quién era un seguidor de Pitágoras y su escuela, y cómo parte de su formación permaneció en silencio durante cinco años. No se retiró al bosque o al desierto, sino que permaneció en la ciudad donde si necesitaba comunicarse usaba gestos o notas escritas.

El compositor, John Cage, una vez creó una composición que duraba más de cuatro minutos y medio de silencio, y fue polémico en ese tiempo, pero él sólo trataba probablemente de demostrar que toda la música se produce en el silencio y regresa e él, y  es el silencio entre las notas lo que hace la música; sin ellos sólo tendríamos un sonido constante que sería incomprensible como música. John Cage estudió budismo Zen por un tiempo, y esto influyó en su trabajo ya que usó bastante el silencio en muchas de sus otras composiciones. Del mismo modo el silencio entre los alientos o la recitación de un mantra puede ser visto como la realidad última.

Probablemente esta aversión al silencio es más un rasgo occidental, porque en el Oriente, particularmente en la poesía china y japonesa el silencio tiene más valor que las palabras y en sus pinturas, el espacio tiene más valor que las formas reales dentro de la pintura. Una vez más, el concepto de silencio juega un papel fundamental.

En la India, se dice que Krishna nace en la oscuridad de la noche, lo que significa que el Yo Espiritual se manifiesta cuando la mente está tranquila y silenciosa. Además, en el Taoísmo existe el concepto de Vivir en la Medianoche, que transmite la misma idea.

En Teosofía, todos conocemos La Voz del Silencio, una obra poética y hermosa, traducida por Blavatsky, que menciona Nâda el 'sonido insonoro' y nos dice que:

Porque:
Cuando su propia forma le parezca ilusoria, como al despertar, todas las formas que en sueño ve;

Cuando haya cesado de oír los numerosos sonidos, entonces podrá discernir al UNO,  al sonido interno que mata al externo.

Sólo entonces y no antes, abandonará la región de Asat, lo falso, para entrar al reino de Sat, lo verdadero.

Antes que el alma pueda ver, debe haberse alcanzado la Armonía interior y los ojos carnales han de estar cegados a toda ilusión.

Antes que el Alma pueda oír, la imagen (el ser humano), debe estar sorda a los rugidos y a los susurros, a los bramidos de los elefantes furiosos y al zumbido plateado de la luciérnaga áurea.

Antes que el alma pueda comprender y recordar, debe haberse unido al Hablante Silencioso; así como la forma sobre la cual se plasma la arcilla, al principio está unida a la mente del alfarero.

Entonces el alma oirá y recordará.

Y entonces al oído interno hablará

LA VOZ DEL SILENCIO


Los místicos de todas las tradiciones se han dado cuenta del valor del silencio en sus meditaciones y el hecho de que cuando alcanzamos una quietud física y mental del ser, en efecto algo 'nos habla' en lo profundo y nos transmite ideas que realmente no pueden ser expresadas en palabras, aunque muchos tratan con mayor o menor éxito. En muchos casos estas percepciones se traducen en lenguas vernáculas de la religión del místico y crean aún más división y confusión, pero también hay individuos cuyas palabras nos comunican la realidad de que todos los místicos comparten la misma experiencia y es sólo la limitación de las palabras la que erige las barreras. El poeta Sufi, Attar, dice:

De cada uno, el Amor exige un silencio místico.
¿Qué buscan todos con tanto ahínco? Amar.
¿Qué es lo que susurran el uno al otro? Amor.
El amor es el tema de sus pensamientos más íntimos.
En el amor ya no existe "tú" y "yo",
Porque uno mismo ha desaparecido en el Amado.
Ahora voy a descorrer el velo de amor,
Y en el templo de la íntima alma mía,
He aquí el amigo, el Amor Incomparable.
Quien sepa el secreto de los dos mundos,
Encontrará que el secreto de los dos, es el Amor.

El amor es algo que la mayor parte de místicos encuentran cuando entran en este Silencio, pero esto es una experiencia mucho más profunda del amor que el que se filtra en nuestra vida diaria. Es profundo y conmovedor al ser contemplado por el místico, que se esfuerza para expresarlo en poesía y palabras, música o enseñanzas. Aunque H. P. Blavatsky adaptó la Sabiduría Ancestral para el consumo de intelectuales Victorianos normales, también tenía estas insinuaciones como lo muestran muchas de sus cartas y escritos. En su vida acentuaba constantemente la importancia de la práctica y la experiencia real, por sobre la mera comprensión intelectual, como lo hicieron sus Maestros en sus enseñanzas.

En el siglo diecisiete, al hablar del silencio,  el Cuáquero Robert Barclay, dijo:

Cada uno hizo su trabajo para volverse hacia el interior, en la medida de la gracia dentro de ellos mismos, no permanecer sólo en silencio en cuanto a las palabras, sino incluso en abstenrtdr de sus propios pensamientos, imaginaciones y deseos.

Ahora podemos ver el silencio como algo mucho más profundo que simplemente la idea física de silencio; incluso nuestros pensamientos, imaginaciones y deseos crean "ruido" a otro nivel, y para alcanzar un estado de total silencio tenemos que aquietar nuestros pensamientos y emociones, de modo que podamos darnos cuenta de la Divinidad que permea todas las cosas, más allá de la ilusión que nuestra mente crea.

Cuando se le preguntó a Ramana Maharshi "¿Qué es mouna (silencio)", él respondió:

Mouna es lo que trasciende el habla y el pensamiento, es la meditación sin actividad mental. El sometimiento de la mente es la meditación: la meditación profunda es un eterno discurso. El silencio siempre está hablando [La Voz del Silencio]; es el eterno flujo del “lenguaje”. Es interrumpido al hablar, porque las palabras obstruyen este lenguaje mudo. Las conferencias pueden entretener a los individuos durante horas sin mejorarlos. El Silencio, por el contrario, es permanente y beneficia a toda la humanidad. . . Por el silencio, se comprende la elocuencia. Las conferencias habladas no son tan elocuentes como el silencio. El silencio es la elocuencia incesante. Es el mejor lenguaje. Hay un estado en el que cesan las palabras y el silencio prevalece.

Este es el estado en el que el místico obtiene su inspiración. En la Teosofía, podemos referirnos a ello como Mânasa Taijasi, cuando la mente es iluminada por la luz de Buddhi y el reino de las palabras y los condicionamientos mentales es superado, de modo que entramos en un silencio, o lo que parece ser un silencio para nuestra mente inferior y nuestros sentidos, pero que puede ser algo muy diferente para el que ha alcanzado ese estado. Es el comienzo de toda una nueva gama de experiencias para el aspirante. Juan el Solitario, un ermitaño cristiano del siglo V D.C.  dice:

Ya que Dios es silencio, y en el silencio se le canta por medio de aquella salmodia que es digna de él. No hablo del silencio de la lengua, ya que si alguien simplemente guarda su lengua silenciosa, sin saber cómo cantar con mente y espíritu, entonces él está simplemente deshabitado y se llena de malos pensamientos... Existe un silencio de la lengua, hay un silencio del cuerpo entero, existe un silencio del alma, hay el silencio de la mente, y existe el silencio del espíritu.

Esto está relacionado muy estrechamente con lo que está escrito en Luz en el Sendero de Mabel Collins:

Busca la flor que debe abrirse durante el silencio que sigue a la tormenta y no antes.

La planta crecerá y se desarrollará, echará ramas y hojas y formará capullos, en tanto que continúa la tempestad y hasta que la batalla termine. Pero mientras la personalidad toda del hombre no se haya disuelto y desvanecido, mientras que el divino fragmento que la ha creado no la considere como mero instrumento de experimentación y experiencia, mientras la naturaleza toda no esté vencida y se halle subyugada por su yo superior, no puede abrirse la flor. Entonces sobrevendrá una calma como la que en los países tropicales sucede a una lluvia torrencial, cuando la Naturaleza obra con tanta rapidez que puede verse su acción. Una calma semejante se difundirá sobre el espíritu fatigado. Y en el silencio profundo, ocurrirá el misterioso suceso que probará que se ha encontrado el sendero. Llámesela como se quiera, es una voz que habla donde no hay nadie que hable; es un mensajero que viene, mensajero sin forma ni sustancia, o bien es la flor del alma que se ha abierto. No hay metáfora que pueda describirlo. Pero se puede presentir, buscar y desear, aún en medio de la furia de la tempestad. El silencio puede durar sólo un momento, o bien puede prolongarse un millar de años, pero tendrá fin. Sin embargo, en ti residirá su fuerza. Una y otra vez tiene que pelearse y ganarse la batalla. Es sólo durante un intervalo que la Naturaleza puede permanecer en reposo.

El  Tao Te Ching dice:

Mírelo, no puede ser visto,
Escúchelo, no puede ser oído.
Úselo, no puede ser agotado.

Por lo tanto, ahora podemos ver un poco más claro lo que significa “Vivir en la Medianoche” o “Krishna nace cuando muere la noche”. Lo que usemos en este lado del Silencio siempre se agotará, porque estamos en el reino del Universo manifestado en donde todo sigue los procesos de nacimiento, madurez, vejez y muerte; pero cuando entramos en el Silencio recurrimos a algo que nunca se agota: bebemos de la Fuente de la Inmortalidad. Vivimos en la fuente y entramos en un nuevo reino pleno de experiencias. En cierto modo el concepto de silencio desaparece como dice la segunda Estancia del Dzyan:

¿Dónde estaba el Silencio? ¿En dónde los oídos para percibirlo? No, no había Silencio ni Sonido; nada excepto el Incesante Hálito Eterno, para sí mismo ignoto.

Entonces el silencio es un concepto que usamos para describir algo que está fuera del alcance de la percepción de nuestros seis sentidos: vista, sonido, gusto, tacto, olor y la mente inferior y nuestras emociones. Es una vuelta a nuestro estado natural de ser que intentamos febrilmente excluir  hablando, pensando, leyendo y muchas otras prácticas que no nos lleven al silencio. Obras como el Bhagavadgitâ y Ashtâvakra-Gitâ hablan de trascender el ámbito del pensamiento y olvidar todo lo que sabemos con la mente condicionada antes de poder avanzar. H. P. Blavatsky en muchos de sus escritos enfatiza esto también. En las notas de estudio elaboradas por uno de sus alumnos, Robert Bowen, leemos:

Es peor que inútil ir a quienes imaginamos avanzados estudiantes (dijo) y pedirles que nos den una 'interpretación' de la D.S. No pueden hacerlo. Si lo intentan, todo lo que ellos darán son interpretaciones  exotéricas cortadas y áridas que ni remotamente se asemejan a la VERDAD. Aceptar tal interpretación significa anclarnos a ideas fijas, mientras que la VERDAD está más allá de cualquier idea que podamos formular o expresar.

Ella continúa diciendo que deberíamos usar las ideas que nos son dadas sólo como indicadores. Al hablar sobre la actitud de la mente a adoptarse cuando se sigue el verdadero Jñâna Yoga, dice:

Este modo de pensamiento (dice) es lo que los indios llaman Jñâna Yoga. A medida que uno progresa en el Jñâna Yoga, encuentra que surgen conceptos que uno no puede expresar ni formular todavía dentro de ningún tipo de imagen mental. A medida que pasa el tiempo, estos conceptos se transformarán en imágenes mentales. Este es el momento de estar en guardia y negarse a ser engañado con la idea de que la nueva y maravillosa imagen encontrada representa la realidad. No es así. Al continuar trabajando en esto, se encuentra que la imagen que una vez admiró es cada vez más aburrida y poco satisfactoria y, finalmente, desaparece o es desechada. Este es otro punto peligroso, porque en el momento en que uno se queda en un vacío sin ningún concepto donde  apoyarse,  puede tener la tentación de revivir la imagen desechada por falta de algo mejor a que agarrarse.  Sin embargo, el verdadero estudiante trabajará despreocupado, y pronto aparecen más destellos sin forma, que nuevamente hace surgir una imagen más amplia y más bella que la anterior.
Pero el principiante ahora sabrá que ninguna imagen representará  la VERDAD jamás. Esta última imagen extraordinaria crecerá, se opacará y se desvanecerá como las demás. Y por lo tanto el proceso continúa hasta que al final, la mente y sus imágenes se trascienden y el estudiante entra y habita en el mundo de la NO FORMA, del cual todas las formas son meros reflejos.

Entonces, ¿es este reino de no forma en el que muchos místicos entran cuando han trascendido todas las imágenes generadas por la mente? ¿O es que entran en un Silencio relativo?  Creo que quizás ambas afirmaciones son verdaderas dependiendo del calibre del místico. El misticismo como todo lo demás tiene muchos niveles, desde el místico sectario adherido a alguna religión a quienes han trascendido el apego a cualquier religión o sistema de pensamiento. Algunos místicos han entrado ocasionalmente en el Silencio y no tienen control sobre él,  algunos tienen control parcial y otros, tienen un control total y pueden entrar en este estado a voluntad.

¿Qué necesidad hay de tomar cualquier acción? Sólo profundo silencio, eso es todo.
(Kuo Hsiang, siglo XIII monje taoísta)

Thomas Merton, de su "Pensamiento en soledad", dice:

Cuando hablo, es una exigencia que otros guarden silencio para que solo yo pueda ser escuchado. Cuando estoy en silencio, escucho mi verdadero yo y alcanzo mi alma. Cuando estoy en silencio, escucho con un corazón comprensivo. El Silencio nos enseña a conocer la realidad, respetándola,  donde las palabras la han profanado. Si nuestra vida se derrama en palabras inútiles, nunca escucharemos nada porque lo hemos dicho todo antes de tener algo que decir.

Así es que vamos a intentar ver cómo nos podemos introducir en este Silencio y así entender un poco más. A veces cuando estoy en medio de la gente en una ciudad soy consciente de este Silencio, y me dice que es algo más allá del ruido físico que me rodea. Por lo que este Silencio no depende de la tranquilidad en el sentido material, sino que es algo mucho más profundo que se puede encontrar a pesar de estar rodeados por un caos aparente, como dice el Tao Te Ching, cuando estamos aparentemente abrumados por el ruido. Es evidente que es más fácil entrar en este Silencio cuando estamos en un entorno hermoso y tranquilo ya que el ruido físico casi no existe, pero no es esencial, y la calidad de la experiencia será mayor y más útil si puede ser encontrada en medio del ruido. Creo que el toque de este Silencio nos puede traer dignidad y un reconocimiento de la maravilla y belleza de la vida más allá del caos físico, y también una percepción de la transitoriedad de la vida del yo personal, de la inmortalidad del Espíritu y de la unidad de todas las cosas.

Cuando podemos pasar algún tiempo en este Silencio, muchas cosas salen a la luz, y el Silencio consagra nuestro ser a lo que es bueno, verdadero y bello, porque todas las cosas están presentes en ese Silencio. Necesitamos calmar la mente, como el Maestro conocido por nosotros como KH dice:

Es sobre la serena y plácida superficie de la mente imperturbable, que las visiones obtenidas de lo invisible encuentran una representación en el mundo visible. De lo contrario, sería en vano buscar esas visiones, esos destellos de luz repentina que ya han ayudado a solucionar muchos de los problemas de menor importancia y que son los únicos que puede traer la verdad ante los ojos del alma. Es con celoso cuidado que tenemos que guardar nuestro plano mental de todas las influencias adversas que surgen a diario en nuestro paso por la vida terrenal.

Luego, tenemos que llegar a un estado de Silencio, sin apegarnos demasiado a los pensamientos y las imágenes que surgen en nuestra vida diaria. La mayoría de las cosas que nos ocurren no importan en absoluto en la escala de las cosas y si no damos demasiada importancia a problemas menores, tendremos la energía y la claridad de pensamiento para hacer frente a los más grandes.

Pero  damos un valor falso a tantas cosas, dado que la personalidad clama por atención y quiere ser escuchada, reconocida, quiere imponerse a expensas de otros, quejarse, y a tomarse demasiado en serio a sí misma en este mundo de ilusiones. Tenemos que encontrar esa dimensión de nuestro ser donde todo eso se desvanece en la insignificancia, y nos encontramos a la orilla de un vasto océano del ser, que nos llena de asombro y maravilla ante la belleza, que de alguna manera no podemos comprender con nuestra mente cotidiana, pero que llena nuestros corazones desde una fuente en algún lugar más allá de nuestra comprensión condicionada. Todo queda comprendido en el gran Silencio y allí descubriremos lo que realmente importa. Entonces, se puede comenzar el Gran Trabajo en serio,  con una renovada claridad de mente.