miércoles, 27 de febrero de 2013

INTEGRIDAD EN PENSAMIENTO Y REALIDAD


CAPÍTULO II

            Es una verdad extraña, no sin profundo significado, que toda categoría en que podemos pensar implica un complemento que tiene la índole de un opuesto.
            Estamos bien familiarizados con el gozo y el sufrimiento, el saber y la ignorancia, el día y la noche, la vida y la muerte, y muchos otros pares de opuestos dentro de nuestra experiencia. Tenemos también el par básico, vida y forma, al cual lo generalizamos y lo refinamos convirtiéndolo en Espíritu y Materia, como las dos cosas fundamentales de la existencia. Lo inmediato va desvaneciéndose, por etapas de proximidad y distancia, hasta convertirse en lo último. No podemos postular intelectualmente ninguna condición o principio, sin implicar una condición o principio opuesto que se necesita para la integridad. (Opuesto, no en el sentido de conflicto, sino de antinomia)
            Es tal la naturaleza de la mente, que piensa sobre la base de diferenciaciones. No conocemos mentalmente una cosa a menos que la coloquemos sobre el fondo de lo que ella no es. Cada forma de percepción nuestra ha de tener un contorno, y ese contorno ha de excluir a la vez que incluir. Si no hubiera sino un solo color en el universo, no existiría ningún sentido del color. Conocemos o sentimos un color, sólo diferenciándolo de otros.
            Estando acostumbrados a las categorías, percibimos en el fondo de nuestras mentes, en el proceso de nuestro pensar, ciertas categorías que no vemos en el primer plano de los fenómenos observados. Vemos en el primer plano, en el frente (frente tan extenso como lo hagan nuestras observaciones sensorias y nuestras deducciones), una interminable diversidad. El concepto de diversidad implica tácitamente una unidad. La unidad se necesita en la lógica del pensamiento para equilibrar y completar el concepto de diversidad; y cuanto más profundamente sondeamos las bases filosóficas de nuestro pensamiento con respecto a la naturaleza de la existencia, más nos damos cuenta de la necesidad de ese principio de unidad en el universo, si ese universo es recapitulable filosóficamente y no es apenas un universo de desatinos.
            Cuando llegamos a realizar que nuestra existencia tiene el signo natal de la relatividad; que toda manifestación, lo mismo que todo pensamiento, depende de la creación de relaciones, proyectamos automáticamente dentro de la existencia la polaridad de un Absoluto. De nuevo tropezamos aquí, por un paso del pensamiento, con un par primordial de complementarios, a saber, lo Absoluto y lo relativo, en el que lo relativo es lo manifestado, y lo Absoluto lo inmanifestado. En forma similar, esa actividad constituida por el saber o el darse cuenta, implica la dualidad de un objeto del Conocimiento y un conocedor. Todo hecho objetivo implica una condición subjetiva de conocer.
            ¿Proponemos, entonces, estos conceptos de una Unidad, de un Absoluto, de una Realidad subjetiva, que pertenecen a la especie de un Más allá, meramente como una definición de deducciones, y para alcanzar una sensación de integridad con una mente que sólo puede formular en términos de dualidades?
            ¿O es que nosotros, o más bien la mente, en tal formulación no hace otra cosa que reflejar desde su ángulo una realidad del universo, una realidad que puede captarse de otro modo por una consciencia que, a diferencia de la mente, puede percibir por un proceso de identidad en el que no hay la separación de la dualidad?
            Quienes han podido hablar con autoridad, sinónima de experiencia auténtica, están de parte de esta última suposición, la cual nos lleva a suponer que buscamos integridad y filosofía porque hay una integridad y una filosofía en la naturaleza misma de las cosas de las que nosotros somos parte integrante.
            El hombre interpreta el universo de acuerdo con sus conceptos; pero sus conceptos se inspiran en una viviente relación con ese universo del cual él es carne y hueso, como el microcosmo y el macrocosmo; y esta relación hace que gradualmente refleje en él mismo la naturaleza del universo, y lo perciba por medio del conocimiento de sí mismo. Así también proyecta a Dios con su mente que es una parte de él mismo; pero la idea de Dios en lo abstracto, aparte de toda figura de Deidad con que pueda estar investida, existe perpetuamente, rondando oscura y vagamente, por que en esa idea está el punto focal de una Realidad. (Esa oscuridad y vaguedad se va esculpiendo en toda forma concebible, por atisbos de fantasía conformes a su propia índole y calidad.) El hombre busca un Más Allá, porque hay un Más Allá que ejerce sobre él una insistente presión, y cuando él llega al punto de una sensibilidad suficientemente fina, ese Más Allá ejerce sobre él una atracción que influye en su pensamiento.
            Una hipótesis no está necesariamente en desacuerdo con la realidad, ni siquiera si envuelve, como en el caso de la Relatividad de Einstein, conceptos que tienen más de símbolo que de experiencia. Suponer una realidad que contiene categorías de concepto, que son una necesidad lógica para nuestras mentes, mucho menos puede considerarse como un acto de pura fantasía.

domingo, 24 de febrero de 2013

Un Acceso a la Realidad



N. SRI RAM
Adyar, 1 de diciembre, 1961.

APARIENCIA Y REALIDAD  (Libro Cap. 1).

            Este es un tema que se ha discutido casi hasta agotarlo, tanto en la antigua India como entre los filósofos occidentales. Pero en estos días nuestros pensamientos al respecto tienen una base diferente a la de aquellos tiempos. El tono distintivo de la mente moderna, a pesar de sus extravagancias, es más bien científico que metafísico; tiende a basarse en observaciones sensorias y en el análisis a que ahora estamos en condición de someterlas. No estamos viviendo en un mundo tradicional edificado sobre ciertas suposiciones metafísicas, por muy verdaderas que esas suposiciones sean como postulados para un sistema coherente y satisfactorio, o hasta como axiomas para quienes puedan probar mentalmente su validez evidente. Vivimos en una era de empirismo, aunque el campo del conocimiento empírico se ha ampliado y se ha definido tan minuciosamente que los intelectos más adelantados del día pueden construir sobre él una estructura de ilaciones o conocimientos, que se mantiene junta, coherentemente, como un sistema deductivo basado en ciertos principios fundamentales.
            Nada puede ser más deductivo y más integrado en el campo científico que las matemáticas; sin embargo, según Sir James Jeans, bien conocido astrónomo inglés y exponente del pensamiento científico moderno, las últimas revelaciones de la ciencia llevan, a la conclusión de que “el universo (del científico) puede describirse mejor, aunque todavía muy imperfecta e inadecuadamente, como consistente de pensamiento puro, del pensamiento de quien, por falta de un término más amplio, hemos de designar como un pensador matemático”. Puesto que todo conocimiento tiende así a integrarse no podremos en adelante aislar un solo punto de mira, tal como el religioso o el filosófico, del científico, y contentarnos con dejar que cada uno desarrolle sus tesis sin la influencia de los otros, si bien cada punto de mira distintivo tendrá interés para sus partidarios.
            Podría preguntarse: ¿Hay necesidad de discutir esta cuestión de la apariencia y la realidad, en el moderno mundo práctico? La respuesta es clara en el momento en que nos damos cuenta del imperio tan completo que la apariencia tiene en nuestra vida ordinaria. Por ejemplo, en lo referente al movimiento de la Tierra en torno de su propio eje y alrededor del sol, sólo en fecha comparativamente reciente, por lo menos en Occidente, se descubrió y se aceptó que la realidad es exactamente contraria a la apariencia.
            No vemos las estrellas en el cielo, tal como aparecen de día. Sin embargos ahí están las estrellas, y si poseyéramos una vista que pudiéramos proyectar en el espacio como los rayos luminosos, las veríamos como soles resplandecientes de diversas magnitudes, orbe tras orbe, en ruedas cada vez más gigantescas.
            Otro caso, todavía relacionado con la materia, pero que toca más intrincadamente con las percepciones de nuestra consciencia normal, es el de la aparente solidez de tantos objetos que nos rodean, tales como mesas, casas, árboles y metales. Las investigaciones científicas, tanto sobre las diminutas partículas que componen todas las cosas, como sobre las infinitas regiones de las estrellas, han establecido ahora que existe un vacío de materia tal como la conocemos, en el universo. Sir James Jeans explica de esta manera ese vacío: “Escójase al azar un punto en el espacio, y las probabilidades en contra de que esté ocupado por una estrella son enormes... Escójase al azar un lugar dentro del sistema solar, y todavía habrá inmensas probabilidades en contra de que esté ocupado por un planeta o siquiera por un cometa, un meteorito o un cuerpo menor. Aún si dentro de un átomo escogemos un punto al azar, las probabilidades en contra de que esté ocupado son inmensas... Al pasar revista a toda la estructura del universo, desde la gigantesca nebulosa y los inmensos espacios interestelares e internebulares, hasta la diminuta estructura del átomo, pocas cosas fuera de espacios vacíos pasan ante nuestra visión mental. Vivimos en un universo sutil; modelo, plano y diseño abundan, pero la substancia sólida es rara.” La sustancialidad de todos los objetos que vemos o tocamos es meramente una impresión de nuestra consciencia. Así nos vemos obligados a contemplar el hecho de que el mundo familiar a nuestros sentidos no es sino una interpretación de las cosas por los sentidos que poseemos. ¿Quién puede decir lo que esas cosas son en realidad, o qué impresión nos causarán en una etapa futura de nuestra evolución?
            La ciencia ha hecho muchas revelaciones dramáticas en el último siglo, lo cual nos prueba que existe un velo, o quizá muchos velos, creado por las limitaciones de nuestra consciencia y de nuestras percepciones. ¿Qué puede haber más contradictorio del mundo material, tal como nos lo presentan nuestros sentidos, que las energías y sistemas de energías en que la Ciencia lo ha convertido?
            Si a esto queda reducido el mundo de la materia, ¿qué decir de la naturaleza de nuestra consciencia? La Ciencia moderna comenzó considerando a la materia como la única realidad, y a la mente como producto de ella, pero se ha ido alejando mucho de esa posición. Ha llegado ahora a un punto en sus análisis, en el que la materia no es sino una cortina que parece ocultar algo que es de la naturaleza de la mente o del pensamiento. Materia y mente están más mezcladas que antes en nuestra visión actual, en continuo desarrollo, pero con creciente predominio del elemento mental.
            Es evidente que el proceso de la evolución está incompleto, y tenemos que admitir que la mente, con el desarrollo que ha alcanzado hasta ahora en nosotros, no es capaz de traspasar el velo de sombras constituido por los fenómenos que estudiamos. Las antiguas escuelas filosóficas de India apreciaban este hecho. Pero tenían la opinión de que hay un orden más elevado de percepción, latente en nosotros, por desarrollarse en el curso del tiempo, y cuyo desarrollo puede anticiparse ahora mediante métodos adecuados.
            El Señor Buddha describió la Realidad alcanzada por El, como Nirvana, que literalmente significa apagar o extinguir el yo personal, el cual se ve entonces como una mera apariencia o ilusión, aunque nos parezca tan real, como reales le parecen sus sueños al soñador. En vista del grado tan alto en que nuestra mente está condicionada por las experiencias pasadas, hay que libertarla de sus continuos impulsos, de la subconsciente involución a que ha sido sometida, antes de que pueda descubrir y expresar su propia y verdadera naturaleza. En las antiguas escuelas de India se entendía muy bien que esta realización es posible mediante el cuidadoso adiestramiento de nuestras facultades mentales y espirituales (estas últimas de un orden de percepción más elevado que el mental), y con la adaptación del cuerpo y el cerebro a ese propósito. Los seis Darsanas se relacionaban en su aspecto práctico con el punto de vista y los métodos de tal realización.
            Nosotros no podemos sino especular acerca de la naturaleza de cualquier realidad que trascienda la esfera de nuestro conocimiento y su relación con las apariencias producidas dentro de esa esfera. Los intelectos más elevados de India han tratado estos problemas con una intrepidez que no ha sido superada. Los conceptos metafísicos de India que, como hoy podemos ver, tienen, por extraño que parezca, el poder de aglutinar nuestras opiniones fragmentarias y desarticuladas -logradas no desde una altura dominante, si no desde un nivel más cercano al del suelo- sostienen que la Realidad es indescriptible, pero única y completa e inmutable, y que todos los cambios en el campo de la diversidad, que abarca tanto la consciencia como la forma, no son sino un ejemplar de su composición. Desde el sitio que ocupamos en el cuadro no podemos obtener sino una vista parcial del conjunto, que, sin embargo, es suficiente para indicarnos las probables direcciones de nuestro sucesivo progreso.
            Para el hombre religioso, Dios es la única realidad; el concepto que dé a este término dependerá de la manera como se ha desarrollado él mismo, y de la forma que proporcione más satisfacción a sus necesidades mentales y especialmente emocionales. Busca un Dios en quien espera hallar reposo y felicidad perdurable, como un refugio del mundo de desorden, injusticia y sufrimiento que lo atormenta. ¿Que estas cosas no son sino fenómenos, tras de los cuales hay un plan que incorpora los atributos de justicia, orden y amor que instintivamente buscamos, a la manera como un feo andamio puede ocultar un edificio perfectamente bello? Pero aún así tenemos que reconocerle realidad al andamio mientras dure, aunque no sea permanente.
            Por mucho que se incline la actitud de la religión en dirección a un Ser absoluto o trascendente, con quien el individuo sometido a un orden relativo tiene alguna especie de relación, esa actitud está fundamentalmente basada en la necesidad de llenar un vacío y de suplir una necesidad de la existencia individual. No es la necesidad de una fría investigación intelectual sobre la diferencia entre realidad y apariencia. Debido al peso de la indigencia personal, nace la tendencia a la superstición, a apelar al extremo certero de una satisfacción temporal. No obstante, puede ser que las emociones más puras asociadas con la religión, con el compañerismo humano y con el arte, sean tan pertinentes para una posible apreciación de la realidad -sea ésta la que sea- como una percepción puramente matemática. Un conjunto de ondas sonoras puede constituir la música más gloriosa, o puede ser considerado como meras vibraciones del aire en ciertas relaciones, ¿Cuál de las dos es la realidad, y cuál la apariencia? Si consideramos el hecho de que hay en la Naturaleza una infinidad de vibraciones para las cuales no tenemos órganos sensorios adecuados, podemos muy bien imaginar cuánto más grande puede ser la realidad, que lo que podemos concebir con base en nuestra comprensión actual.

lunes, 18 de febrero de 2013

UN PASO CORTO PARA EL HOMBRE, UN SALTO GIGANTE PARA LA HUMANIDAD




Dr. John Algeo
Imaginemos la siguiente escena: el cielo allá arriba es perpetuamente negro,
no hay atmósfera para reflejar la luz. Por sobre el horizonte distante de una
desolada planicie, irónicamente, llamada 'Mar de tranquilidad', un globo grande azul y
blanco pende suspendido en los cielos. En e s e globo distante, en Sydney, Australia,
es media tarde del 21 de Julio de 1969. Pero debajo del cielo negro por encima del
'Mar' polvoriento y sin aire, no existen los días ni las horas. De un aparatejo de ciencia
ficción parecido a un capullo sale un astronauta vestido como un buceador de mar
profundo y pone su pie sobre la tierra gris y áspera. En el momento que ese
astronauta, Neil A. Armstrong, apoya su pie sobre la luna - el primer ser humano en
hacerlo - emite las siguientes palabras: 'este es un pequeño paso para un hombre, un
salto gigante para la humanidad'.
Pequeños sucesos pueden ser muestras de grandes acontecimientos. El corto
paso de Neil Armstrong desde el módulo de aterrizaje lunar llamado 'el Águila', hacia la
superficie de la luna, fue un acto pequeño que marcó un gran acontecimiento,
ciertamente un salto gigante. Fue un triunfo histórico de la ciencia y la tecnología.
Pero mucha más que eso fue una parábola, una metáfora, un mito moderno.
Historia y mitos a veces son difíciles de desentrañar y muchos acontecimientos
combinan mucho de ambos. La historia mira al pasado. El mito es un repaso atemporal
de 'lo que es el pasado, o pasajero, o lo que vendrá (para usar las palabras de William
Butler Yeats). La historia son hechos. El mito es significado. Es un hecho histórico que
los seres humanos habiendo recorrido y trepado por sobre la mayor parte de la
superficie de la tierra han llegado a cruzar el espacio para plantarse sobre la
superficie de otro trozo importante de nuestro sistema solar. Pero, ¿cuál es el
significado del hecho? ¿Cuál es el mito atemporal detrás del hecho que seres humanos
hayan puesto sus pies sobre la luna? Podemos intentar una respuesta a esa pregunta Si
consideramos el pequeño paso de Neil Armstrong como un ejemplo de siete puntos: 1)
cambio, 2) paradoja, 3) orientación en la meta, 4) encuentro, 5) cooperación, 6) unidad y
7) experiencia directa.
1.- Cambio que implica la necesidad de adaptabilidad.
La llegada a la luna de Neil Armstrong, un hombre de carne y hueso, ciertamente es un
cambio notable de ubicación. Pero la historia de nuestra especie ha sido una historia de
movimiento, de migración, de exploración, de reasentamientos. La teoría científica de los
geneticistas de hoy que se ocupan de la evolución, nos dicen que el Homo Sapiens se
originó en África y de ahí se extendió por todo globo habitable, a las tierras húmedas y
esponjosas de Bretaña, a las remotas e inhabitables zonas de Australia y las estaciones
metereológicas incrustadas en el hielo de la Antártica . La información teosófica en la
DOCTRINA SECRETA también nos dice que los seres humanos han pasado de grandes
extensiones de tierra a otras, a medida que sus sentidos y almas iban evolucionando.
Somos una especie que viaja. Nuestros viajes son historia, pero también son mito y
símbolo. Los Masones se llaman a sí mismos "hombres, (y mujeres) viajantes". HERMÁN
HESSE escribió una novela corta titulada 'Morgenlandfahrt' o 'Viaje hacia el Este'. Las
religiones fomentan o sugieren viajes - peregrinajes a Jerusalem, la Meca o Santiago de
Compostela; al Fujiyama, al Río Ganges o al Oráculo de Delfos.
Los seres humanos han atravesado la faz de la tierra, tanto en grupos como
individualmente. Hordas de viajeros sin nombre se han movido de aquí para allá a través de
la superficie de nuestro planeta en el ir y venir de pueblos en migraciones masivas
(Volkerwanderungen). Siberianos y Asiáticos del Este han atravesado el Pacífico por el
Estrecho de Bering para poblar los continentes Americanos antes que los Europeos lo
hubieran logrado a travesando el Atlántico. Musulmanes henchidos de fervor religioso,
se extendieron desde Arabia a África y Sudeste de Asia. Indo-europeos aventados
desde algún desconocido 'Urheimat ("madre tierra original1) se fueron a India, Nueva
Zelandia, California y......eventualmente la superficie de la luna con el paso y las
palabras memorables de Neil Armstrong.
Otros individuos también fueron pioneros antes que Neil Armstrong llegara a la
planicie lunar. Marco Polo y su gente siguió la 'Ruta de la Seda' hacia el este hacia
Cathay. Colón navego hacia el oeste descubriendo por lo tanto lo que para los europeos
era un Nuevo Mundo. Magallanes cincunnavego el globo. El Capitán James Cook también
lo hizo explorando las aguas y las costas de /Australasia .
La población de nuestro planeta está constantemente cambiando de lugar y el
corto paso de Armstrong fue solo una instancia más, aunque impresionante, del
movimiento incesante de la humanidad. Pero ¿Cuál es el significado mítico de todo ese
movimiento? Los lugares cambiantes de poblaciones y de las personas es una
expresión del principio general de que todo lo de este mundo está siempre cambiando.
Hace tiempo, Buddha en India enseñó que toda la existencia es impermanente.
Y al mismo tiempo Heráclito en Grecia enseñaba que todo fluye. No podemos poner el
pie dos veces en el mismo río; de hecho no podemos hacerlo ni una sola vez, pues así
como estamos poniendo nuestro pie en el agua, el río esta cambiando. Y mucho antes
que el Buda o Heráclito, los antiguos chinos tenían su LIBRO DE CAMBIOS, el ICHING
que enfoca el mundo como un perpetuo devenir.
Pero ¿ qué significa para nosotros vivir en medio de impermanencia y perpetuo
devenir? Como la Duquesa le dijera a Alicia en el País de las Maravillas: 'todo tiene una
moraleja, si tan solo tú puedes encontrarla'. ¿ Qué moraleja tiene para nosotros el
hecho implacable del cambio? Su moraleja obviamente es que tenemos que cambiar
conjuntamente con el cambio que nos rodea; tenemos que adaptarnos a las
circunstancias siempre nuevas en que nos encontramos. Vivir es crecer: no crecer es
anquilosarse. Como la Primer Ministro Británica Margaret Thatcher solía decir, no
hay alternativa. El cambio requiere adaptabilidad.
El corto paso de Neil Armstrong fue verdaderamente un gran salto, porque con
él, el movimiento incesante de la humanidad llevo a uno de nuestros muchachos a otro
mundo. Por lo tanto, uno de los significados míticos del corto paso de Armstrong es la
inevitable del cambio, con un requerimiento concomitante de adaptabilidad. Pero hay
una paradoja en la inevitabilidad de cambio porque si el cambio es inevitable, entonces
el cambio en sí mismo es incambiante.
2.- Paradoja que implica la necesidad de discernimiento.
Y así el segundo significado de llegar a la luna es de paradoja. El pequeño paso
de Neil Armstrong fue paradójicamente, como él mismo lo dijera, un salto gigante,
porque llevó a un ser humano a un lugar en donde ningún humano había estado antes....
O, sí lo estuvo?
Parte de la tradición teosófica, en el gran mito de LA DOCTRINA
SECRETA, es que la vida en el planeta tierra no vino a la existencia de la nada. Como
el Rey Lear de SHAKESPEARE proféticamente señala "nada viene de la nada". La vida
en la tierra no vino de la nada, sino que tuvo un ciclo anterior de desarrollo en otro tipo
de mundo del cual se dice que nuestra luna es un resto moribundo.
Así pues, cuando Neil Armstrong piso la luna en nombre de la humanidad, ¿ no
sería que de alguna manera nos estaba llevando a todos nosotros a casa, al lugar de
donde hemos venido? No, - THOMAS WOLF estaba en lo correcto con el título de su
gran novela, YOU CAN'T GO HOME A6AIN (Tu no puedes volver a casa). La vida
toda es una espiral. Cuando retornamos a lo que parecería ser nuestro punto de
partida, descubrimos que realmente no fue ahí donde comenzamos; nuestro hogar ha
cambiado y nosotros hemos cambiado, de forma que es un 'nosotros' diferente que
regresa a un 'hogar' diferente. El paso de Armstrong, es un sentido, fue un retorno
a nuestro pasado mítico, a nuestra vida pre-terrestre en la Cadena Lunar, pero en
otro sentido fue comienzo totalmente nuevo. Eso es también una paradoja.
El paso de Armstrong fue un cambio - paradójico, pero de una manera diferente,
porque el cambio solo no es el relato completo. El cambio se complementa,
paradójicamente, con permanencia, así como el movimiento lo hace con estabilidad.
Las enseñanzas de Buddha de que el mundo es a n ¡ t y a, 'inconstante' se
complementa con la enseñanza de Sankaracharya de que la realidad fundamental es s a t, o
'ser incambiante' o 'seidad', como lo ha expresado H. P. Blavatsky. La insistencia de
Heráclito de que toda cosa está siempre en movimiento, se complementa con la
insistencia de su contemporáneo, Parmínedes, de que en un cosmos donde no falta nada y
en donde consecuentemente, no hay espacios vacíos, nunca nada puede moverse. Y en
China, el I-CHING o Libro de Cambios era el libro más antiguo entre la sociedad más
estable que probablemente hayamos conocido, expresando la incambiante Voluntad del
Cielo.
Todo movimiento es relativo. Cuando nos movemos, lo hacemos en relación a alguna
otra cosa. Sentado dentro del vagón de un tren y mirando por la ventana a otro tren que
va en sentido opuesto al que nosotros vamos, no podemos estar seguros de si estamos
sentados sin movernos y el otro tren es el que se mueve, o si ese tren está quieto y somos
nosotros los que nos movemos. Solamente cuando el otro tren desaparece de nuestra vista
y vemos la estación ferroviaria quieta, inmóvil ante nuestros ojos, recién llegamos a la
conclusión que tanto nosotros como la oficina de la estación han permanecido inmóviles
mientras que el otro tren era el que se estaba moviendo en relación con nosotros y la
estación. Si hubiere una sola cosa en el Universo, no podría moverse ni permanecer inmóvil
- la noción misma de movimiento sería inconcebible.
En este mundo, todo movimiento - como dijera ALBERT EINSTEIN es relativo, o,
como dicen los filósofos Hinduistas, es m a y a v i c.- Y como el cambio es una especie de
movimiento, el cambio también es m a y a .- El ejemplo clásico de m a y a en la literatura
indica la parábola de una persona que entra a una habitación oscura y ve lo que se le
aparece como una cobra enroscada en un rincón. Aterrada por lo que está viendo, la
persona sale y va en busca de una linterna. Al volver a la habitación y enfocando la
linterna hacia lo que creyó ser una cobra la persona, aún asustada, se da cuenta que lo
que hay ahí es solamente un inofensivo trozo de soga. Era suficientemente real, pero
no era lo que parecía ser. La primera apariencia de una cobra era m a y a v i c la luz
demostró que era un trozo de soga enroscada.
Pero ahí mismo yace una paradoja. Todo lo que conocemos en este mundo son
apariencias. La segunda percepción, la de una soga enroscada, también era una
apariencia. En nuestra mente común y corriente, no podemos conocer la realidad, la
cosa en sí misma, detrás de apariencias de una cobra y una soga. Solo podemos usar
nuestro discernimiento para decidir a qué apariencia corresponde que debiéramos
responder.
Como todas las cosas m a y a v i c, el cambio es suficiente en sus propios
términos, pero no es lo que nuestra percepción nos dice que es. Es como las olas del
océano, patrones de energía jugando sobre la superficie de una realidad profunda y
estable. Cambio y estabilidad, paradójicamente, son aspectos de la misma cosa, al igual
que una cobra o una soga, o un paso pequeño y un salto gigante.
Las paradojas no son meros juegos para una mente indolente. Llevan consigo una
gran implicancia. Nada es de la manera como lo vemos porque no vemos la realidad, sino
solamente las apariencias. Y debido a que eso es verdad (y ahí viene la moraleja de la
Duquesa), tenemos que hacer uso de nuestro discernimiento frente a las apariencias.
Se dice que discernimiento es la primera cualidad para entrar en el Sendero es decir,
para hacernos de nuestra propia vida y desarrollo. Pero, de hecho, ejercitar el
discernimiento es algo que tenemos que hacer constantemente, porque en cada
momento de nuestras vidas, estamos enfrentados a tomar decisiones, a elegir. Y las
elecciones que hagamos como la Arjuna en el BHAGAVADGITA, están entre opciones
paradójicas, conflictivas, dharma-s o deberes paradójicos. Por lo tanto, la
paradoja requiere del discernimiento.
3.- Orientación en la meta lo que implica la necesidad de opción.
Además del hecho del cambio y el complemento paradójico de cambio y
permanencia, hay otro aspecto del mito del aterrizaje en la luna y el viaje a través
del espacio que hizo posible que Neil Armstrong llegara a la planicie lunar. El primer
aterrizaje sobre la luna no fue el resultado de una decisión casual de lanzar un
cohete con gente dentro. Fue el resultado de un plan claro y de una preparación
detallada para llegar a una meta determinada. Su meta fue el pequeño paso y, por
supuesto, el retorno a la tierra de quien lo diera. El viajar normalmente no es un
movimiento al azar, un errabundear sin dirección. La mayoría de los viajes tienen
una orientación definida. Cuando nos vemos existe en nosotros la intención de ir a
algún lado.
En los grandes viajes míticos que llamamos 'búsqueda', 'peregrinajes'
siempre hay una meta. Ulises desea volver a Ithaca; Percival quiere encontrar el
6rial; Rama aspira liberar a Sita; Hobbit busca destruir el Anillo de Poder.
Dorothy quiere volver a Kansas; Neil Armstrong intentó poner su pie sobre la luna.
Hay un motivo en el viaje. Viajar en la vida no es hacer un 'tour', una gira; es salir
a la búsqueda.
Ciertamente, no siempre llegamos al lugar a donde pensamos que estamos
yendo. A veces hacemos algún progreso por equivocación. Cuando Colón llegó al
Caribe, pensó que había llegado a algunas islas cerca de la costa de India, de ahí
que su primer lugar de anclaje llegó a ser conocido como las Indias Occidentales.
Colón estaba equivocado. Aquellos que se opusieron al viaje de Colón lo hicieron, no
porque pensaran que la tierra era plana, más de lo que él mismo pensaba, sino
porque pensaban que Colón había menospreciado la distancia que divide Europa
Occidental, del este de Asia. Claro esta, que tenían razón en ese aspecto, pero
estaban equivocados al oponerse al viaje.
A pesar de que Colón estaba equivocado y sus críticos estaban en lo correcto
en lo que respecta a la distancia, aún así, Colón tuvo éxito logrando algo notable
y digno de tomarse en cuenta; el no encontró una ruta occidental hacia India, pero
descubrió algo mucho más valioso, una tierra continental hasta ese entonces
desconocida para los Europeos de aquellos tiempos. Fue un descubrimiento
inesperado, no planificado, sorpresivo. Pero ese descubrimiento no pudo haberse
hecho sí Colón hubiera zarpado de viaje sin planes y sin meta fija en su mente. Si
meramente el se hubiera hecho a la mar sin rumbo, navegando por las costas de
Europa, no hubiera llegado a ninguna parte.
El que se tenga una orientación acerca de la meta a alcanzar no significa que
uno llegará a esa meta, pero el no tener una meta significa que no hay ningún lugar
adonde llegar. Como ROBERT BROWNIN& dijera, 'el alcance del hombre debe exceder
su capacidad, pues, ¿para que está el cielo? ' Tener una meta es lo mismo que tener
un propósito. Y nosotros los seres humanos estamos conformados de tal manera que la
mayoría necesitamos un sentido de propósito para vivir efectivamente. La tradición
Hinduista nos ofrece una selección de propósitos: riqueza, placer, deber, iluminación
(a r t h a. R a m a d h a r m a , m o k s h a ) . Pero vivir sin ningún propósito no es
una opción; carece de sentido, de significado.
El pasaje a través del espacio que llamamos viaje, es análogo al pasaje a través
del tiempo que llamamos evolución. La tradición de Sabiduría de Teosofía ve a la
evolución como orientada también, a una meta. Así como generalmente no salimos de
viaje sin haber decidido adonde llegar, tampoco la vida comienza su evolución sin un
propósito para llegar a algún fin. El fin de la evolución de acuerdo a H. P. Blavatsky
es un mayor refinamiento material, un darse cuenta consciente y unidad espiritual.
Evolución no es meramente la sobrevivencia del más fuerte en una competencia
entre formas alteradas al azar. Es un patrón de un cambio con propósito, físico,
intelectual y espiritual.
Y la moraleja de esto es que nosotros, seres humanos, hemos llegado a una
etapa de evolución general en la que, siendo auto-reflexivos, podemos planificar
nuestro propio futuro. En lugar de meramente responder automáticamente a cualquier
estímulo que nos golpee, en vez de solamente estar condicionados por nuestro
pasado, tenemos la habilidad de reflexionar sobre el mundo, sobre nosotros mismos y
la meta de nuestra existencia. Tenemos la habilidad de planificar nuestras metas y
vivir con un propósito. Claro está, puede que no lleguemos adonde pensábamos que
estábamos yendo, sino que arribamos a otro lugar. Ese es el factor Colón. Pero si somos
adaptables y hemos desarrollado cierto discernimiento, podemos reconocer un nuevo
continente cuando llegamos a él y hacer de nuestra meta lo mejor que nuestros planes
nos han inducido a hacer, aún si el resultado nos llega a sorprender.
4.- Encuentro, que implica la necesidad de aceptación.
Cuando Armstrong y sus compañeros de tripulación llegaron a la luna, se
encontraron con un mundo diferente de cualquier otra cosa antes conocida. Era un
mundo sin atmósfera y sin líquidos, cuya superficie marcada con agujeros como
cráteres, evidenciaban las cicatrices y los restos de encuentros anteriores con otras
cortezas de espacio-materia. También se enfrentaron a un mundo que les deparaba
una notable oportunidad. Arquímedes, comentando sobre el principio de palanca, se
dice que declaró: 'dadme un lugar en donde yo pueda situarme y moveré el mundo'
Puede que no sea posible levantar un objeto muy pesado elevándolo directamente, pero
si uno toma distancia y usa la palanca con un fulcro, debidamente centrado, uno es
capaz de hacerlo. De la misma manera, es imposible ver nuestro mundo con exactitud
mientras estamos en él. Pero si tenemos otro lugar en donde ubicarnos, podemos ver
nuestro mundo como nunca antes lo habíamos visto. La luna nos ofreció ese lugar.
Si buscáramos un icono que represente nuestro tiempo, un símbolo sagrado
para el comienzo del siglo 21 y tercer milenio, evidentemente, un candidato seguro es
la imagen de la tierra azul y blanca en un cielo negro, que los astronautas vieron y
captaron para que todos nosotros la viéramos también. Quien es capaz de mirar esa
imagen de ese globo magnífico, fuerte, frágil, vital, respirando, viviendo, misterioso,
serenamente hermoso, inspirador, sin sentir una viva emoción de reconocimiento. Eso
es la tierra. Eso es nuestra casa. Así es como nos vemos para el resto del universo. En
esa imagen, nos encontramos con nuestro mundo y con nosotros mismos dentro de ese
mundo.
El significado mítico de nuestro primer encuentro fuera de nuestro propio mundo es
éste: para vernos a nosotros mismos verdaderamente, tenemos que mirar desde fuera
de nosotros. Esta no es una idea nueva. Los Upanishad-s tienen una parábola acerca
de dos pájaros que están en un árbol. Un pájaro continuamente está comiendo el fruto
del árbol. Si el fruto es un dulce, desea repetir la dulce experiencia, por lo tanto
engulle otra fruta. Si la fresa es amarga o acida, busca alguna que este dulce para
contrarrestrar el mal gusto y engulle otra fresa. Como resultado, se la pasa comiendo
fresas incesantemente. El otro pájaro no come nada, meramente está quieto,
observando al que come. El árbol es vida; las fresas son las frutas dulces y amargas de
las acciones; los pájaros somos Ustedes y yo. El pájaro que come es ese aspecto de
nosotros que actúa en el mundo por el interés del fruto, ya sea este dulce o amargo,
según el caso. El pájaro que está quieto y observa es ese aspecto de nosotros que no
está envuelto en el juego de los opuestos, sino que observa el juego desde afuera, sin
involucrarse .
H. P. Blavatsky en su libro LA CLAVE DE LA TEOSOFÍA habla acerca del
observar desde afuera como una meta de los antiguos Neoplatónicos, que lograron un
estado de éxtasis1 por medio de su teurgia o 'trabajo divino' La palabra 'éxtasis1, como
muchas otras en nuestro idioma, ha sufrido un lamentable deterioro en su uso. Hoy en
día la usamos para referirnos a un estado de emoción extrema, o a una clase de
droga, o quizás, a una marca de perfume. Pero para los Neoplatónicos y para
Blavatsky, la palabra tenía su sentido etimológico: del Griego 'ek' (fuera de) y 'stasis'
(estar de pie); de ahí, 'estar de pie fuera de" (uno mismo). Ser el pájaro que observa
o situarse fuera de uno mismo, es, claro está, la meta de muchas de las prácticas
espirituales, especialmente meditación.
El gran libro Hindú de guía espiritual, el BHAGAVAD6ITA, tiene una mantra
que es om tat sat. El mantra consiste de tres palabras sánscritas. 'Om', al igual que
la palabra Judeo-Cristiana "amén", es intraducibie. 'Tat' es el pronombre
demostrativo "eso". 'Sat' es el participio del presente del verbo 'ser' y por lo tanto
significa simplemente 'siendo1. Y así uno podría traducir el mantra del GITA algo así
como "Ah, ese ser". Pero Tom McArthur, un amigo escocés mío y de mi esposa y un
descatado lingüista que también ha escrito un libro sobre el GHITA, ha hecho mi
traducción favorita del mantra. Y el lo dice así: - 'bueno, eso es como es1 - (bueno, así
son las cosas).
Cuando nos encontremos con nosotros mismos tal como somos en realidad,
entonces habremos alcanzado un estado de éxtasis por habernos situado fuera de
nosotros; nos convertimos en el pájaro que observa; hemos visto el globo azul y
blanco de la tierra desde la superficie de la luna. V entonces podremos decir también
om tat sat' - 'bien, así son las cosas'.
Ese encuentro con 'así es como es' nos acerca a la moraleja de este significado
mítico del aterrizaje en la luna. El encuentro con así es como es' reclama una
respuesta de aceptación incondicional. No es una aceptación de resignación por aquello
que no puede evitarse. Es una aceptación de sorpresa gozosa de aquello que está en el
meollo de la existencia. Es una aceptación de éxtasis.
5.- Cooperación que implica la necesidad de fraternidad.
La llegada a la luna fue tanto el resultado como la causa de muchos actos de
cooperación. No es posible encontrar unos pocos seres humanos para encerrarlos en
una cápsula para atravesar 240,000 millas de vacío que separan la tierra de la luna, sin
una inmensa cooperación por parte de un masivo número de personas. El vehículo
espacial tenía 6,000,000 de partes componentes, cada una de las cuales se esperaba
que funcionaran con una confiabilidad del 99.9 por ciento. La tecnología, obviamente,
requiere de cooperación.
Pero, irónicamente, el impulso detrás del programa para llegar a la luna, no fue
de cooperación, sino de competencia. Rusia y los Estados Unidos se encontraban en
una carrera espacial y los rusos iban ganando. En 1957 el Sputnik 1 ruso se convirtió
en el primer satélite artificial de la tierra. En 1959 los Rusos enviaron el Luna 3 para
que diera vueltas alrededor de la luna sacando fotos de su perfil más apartado. En 1961
el cosmonauta ruso Yuri 6agarin se convirtió en el primer humano en 'orbitear' la
tierra. El punto al que habían llegado los rusos en el campo de la tecnología espacial
era un desafío irresistible para los científicos, técnicos y políticos Americanos que
consideraban la carrera espacial con la misma intensa seriedad con que los Australianos
consideran un match Test de cricket. Los Americanos 'se abrocharon los cinturones'
para participar en la competencia con una voluntad, y así se dieron las cosas, que las
primeras palabras emitidas sobre la superficie de la luna se dijeron en inglés y no en
ruso.
Así pues, la llegada a la luna fue el resultado de competencia, pero se dio paso
a la cooperación. Eventualmente, Rusos y Americanos, aquellos competidores en la
carrera por llegar a la luna se vieron envueltos en una empresa aventurada
conjuntamente con Canadienses, Europeos, Japoneses y otros. La Estación Espacial
Internacional que todos ellos produjeron, es una empresa cooperativa, internacional.
Al final del año 2000 un cohete espacial Americano se elevó en Cabo Cañaveral
en Florida llevando paneles solares gigantes de color dorado para la Estación. Esos
paneles, una vez adosados a la Estación Espacial y desplegados, medían 240 pies de
punta a punta y 38 pies de ancho. Son la estructura más grande que se haya
desplegado en el espacio y propiamente son alas gigantes, simbolizando
adecuadamente, la elevación de lo terrenal hacia los cielos, el vuelo del uno al Uno.
Es bueno notar los nombres usados en conexión con la Estación Espacial. La
Estación se identifica como 'Alpha', el comienzo; el comandante de la Estación es
Capt. Bill 'Shepherd1 (pastor); las alas solares hacen que un módulo llamado 'Unity'
(Unidad) se pueda usar. La llegada del cohete, llamado 'Endeavour' (intento, esfuerzo)
fue saludada con un título en un periódico que decía:" los tripulantes de la Estación
Espacial se vuelven uno".
El significado mítico de cooperación implícito en la llegada a la Luna y explícito
en la subsiguiente Estación Espacial Internacional tiene su propia moraleja. Para
lograr cooperación tenemos que actuar de manera fraternal: tenemos que practicar
fraternidad. Sin duda, hay dos modelos marcadamente diferentes de amor fraternal,
según los ejemplos de los clásicos pares de hermanos Rómulo y Remo y Castor y
Pollux.
Rómulo y Remo son ejemplo típico de la competencia que a veces existe entre
hermanos. Rómulo decidió edificar una ciudad, la ciudad de Roma, y marcó los
límites de la ciudad con una muralla baja. Remo, mofándose de las pretensiones de su
hermano le dijo: - ' ¿ a eso llamas una muralla de ciudad ? Te mostraré lo que haré con
esa pared' y con desdén dio un brinco por sobre la pared. Rómulo replicó: - 'muy bien,
te mostraré como responderé a cualquiera que haga lo mismo' y con su espada
descargó un golpe sobre Remo matándolo.
Castor y Pollux, por otro lado, eran hermanos de la misma madre, pero de
diferentes padres. Uno tuvo como padre a un hombre y el otro a un dios.
Consecuentemente, uno era mortal y el otro inmortal.
Cuanto el Castor, el mortal, fue abatido en una batalla, el inmortal Pollux oró a
su divino padre Zeus para que el y su hermano compartieran el mismo destino,
proponiendo pasar días alternados en los mundos inferiores adonde iban los mortales
muertos y otros días en el Monte Olimpo donde moraban los dioses. Zeus conmovido
por el amor que un hermano sentía por el otro, divinizó al hermano mortal y elevó a
ambos a los cielos donde aún están como la Constelación de Séminis.
El primer objetivo de la Sociedad Teosófica habla de 'fraternidad universal
de la humanidad'. Esa fraternidad claramente, es del tipo de Castor y Pollux.
6.- Unidad que implica la necesidad de altruismo.
Cuando Neíl Armstrong dio su corto paso, no fue solo para sí mismo, sino
míticamente también los llevo a Ustedes y a mí; fue un salto gigante para toda la
humanidad. Y hasta el nombre de quién dio el paso tiene su insinuación mítica. Neil es
un nombre Irlandés que significa 'campeón'. Así pues, Neil Armstrong es el campeón
de Brazo Fuerte (arm = brazo - strong = fuerte), una moderna versión
desnacionalizada de Jack Armstrong de All - American Boy (el héroe de una emisión
de radio de los años 30). Al dar este paso corto, Armstrong dio un salto por todos
nosotros porque todos compartimos la misma unidad de vida.
Toda acción realizada por cada persona, tiene implicancias para todos
nosotros. Como escribiera uno de los Maestros en una carta que Blavatsky citó en un
mensaje a los EE.UU., nuestro karma no es solo nuestro, sino que es la propiedad
común de toda la humanidad. Así pues, cuando Neil Armstrong puso sus pies sobre la
luna, nosotros también lo hicimos junto a el. La interdependencia y la influencia mutua
de todos los seres humanos implícita en las palabras de /Armstrong, es un corolario
de la fraternidad universal de la humanidad y la unidad de vida y de toda realidad.
La primera proposición fundamental de la Teosofía es que, más allá de la
multifacética variedad de la existencia, hay una Se - ¡dad absoluta, inconoscible, la
fuente de todo ser. Ningún límite discrecional separa la consciencia de la substancia,
el espíritu de la materia. Dios del mundo, uno de nosotros para los demás. Finalmente
hay solamente lo que los Upanishad -s llaman 'Eso': Una realidad, que todo lo penetra,
todo lo abarca todo lo incluye, que es todo lo que es, y que se expresa a sí mismo en la
infinita variedad del universo manifestado. La variedad no es el azar, sino que es un
intrincado sistema de interrelaciones, un complejo de abigarrada belleza, en las
palabras del poeta místico Gerard Manly Hopkins.
La proposición fundamental de la Teosofía subyace en el primer objetivo de la
Sociedad Teosófica en el que su fundamento está implícito: la familia universal de la
humanidad. Como toda realidad es una en su esencia, así, toda la humanidad es
esencialmente una en su genética, su psicología y su espiritualidad. Somos una familia y
así como las acciones de cualquier miembro de cualquier familia afecta a todo el resto
de los miembros, así, cada uno de nosotros afectamos a todos los seres humanos por
medio de nuestras acciones, sentimientos y pensamientos, nuestras palabras y
nuestras aspiraciones. Cualesquiera sean las diferencias que nos dividen - razas,
credos sexo, castas, color y todas las otras variaciones superficiales, somos una
especie, un pueblo, una familia.
Esta no es una proposición abstracta, teórica o idealista, o un objeto
¡mpráctico. Tiene una moraleja. Reconocer nuestra unidad biológica, intelectual y
espiritual, es la única forma de sobreponerse a lo provinciano, lo etnocéntrico, lo
superficial que son solo diferencias que nos dividen y amenazan con destruirnos
apelando a impulsos separatistas y egocéntricos. Estos impulsos tienen su lugar en la
economía total de la Naturaleza, pero permanecen al pasado y no al futuro.
El impulso que pertenece al presente y al futuro es lo que Blavatsky llamo
'altruismo'. Altruismo es preocuparse por el bienestar fundamental de otros. Su
equivalente Cristiano es ágape, el amor hacia otro en beneficio de la Naturaleza
divina en todos nosotros.
El corto paso de Armstrong que también fue un salto gigante para la
humanidad, es también una afirmación mítica del hecho de que una persona puede
actuar conscientemente representando a otros. La enseñanza cristiana de la expiación
o reconciliación dice que la vida de una persona hace posible que todos los demás
lleguen a un estado de unidad. La enseñanza Buddhista del voto de bodhisattva dice que
un individuo puede demorarse en llegar a la meta justificadamente merecida, si decide
ayudar a otros a alcanzar la misma meta. En todas las tradiciones religiosas
encontramos los conceptos de salvadores, santos, sabios, veedores reverendos,
bodhisattva -s , renunciantes, aquellos que inegoistamente trabajan para beneficio de
otros.
7.- Experiencia directa que implica la posibilidad de transformación.
Estas reflexiones meditativas nos han llevado desde un corto paso que es al
mismo tiempo un salto gigante, a cambiar y de ahí a una paradoja, a una meta con
orientación, a un encuentro, a cooperación y unidad. Todo esto puede parecemos que
no tiene relación con nuestras vidas diarias. Pero esa apariencia, al igual que el cambio
en sí, es también ilusión. Toda nuestra experiencia en la vida es de cambio;
nacimiento, crecimiento, deterioro y muerte; de aquí para allá, yendo y viniendo. En
medio de esas fluctuaciones, nosotros, los seres humanos anhelamos estabilidad en
nuestras vidas.
Al ir en busca de estabilidad, nos volcamos a la religión, la filosofía, la ciencia.
Pero religión, filosofía y ciencia en sentido común y corriente nos pueden hablar
solamente de cambios comunes y corrientes de varias clases. Lo que necesitamos
'experienciar1 es un tipo especial de cambio, una transformación de alertidad. Esa
transformación nos llevará desde la superficie de la vida a sus profundidades; de las
fluctuaciones impermanente, a una estabilidad duradera; desde una separatividad
fragmentada, a una totalidad unificada. Esa transformación es el propósito de la
Teosofía, así como lo es el propósito interno de cada tradición religiosa. Se le da
muchos nombres: iluminación, samadhi, salvación, expiación, tikkun, iniciación. (1) La
manera como lo llamemos no crea diferencia alguna. Es algo que modifica la vida y
cambia el mundo.
Nosotros los teósofos a menudo hablamos como si la Teosofía tratara
principalmente de karma y reencarnación, rondas y razas, principios y planos. No es
así. Todo eso son los detalles, las especificaciones, la maquinaria de la Teosofía. No
son la esencia de la Teosofía. La Teosofía sí tiene ciertas suposiciones metafísicas
básicas: la unidad de toda existencia, el orden del cosmos y el propósito de la vida.
Pero la Teosofía ni siquiera se ocupa en forma predominante de esas suposiciones.
Tampoco forman parte de su esencia. Teosofía, principalmente, se refiere a una
experiencia directa de lo trascendente, conducente a la transformación de nuestra
capacidad de darnos cuenta, de alertidad, la apertura de nuestras percepciones, la
experiencia - no de lo que parece ser, sino de lo que ES.
Una enciclopedia de Religiones del Mundo, Merriam-Webster (1999) lo dice
así: Toda especulación teosófica tiene como fundamento la premisa mística de que
para llegar a conocer a Dios, hay que pasar por una experiencia directa.' Y agrega que
una especulación teosófica así se ha encontrado en 'Pitágoras, y Platón; en los
maestros Gnósticos Simón Magus y Valentino; en los filósofos neoplatónicos Platino y
Proclus; en los místicos medievales del Norte de Europa, Meister Eckhart y Nicolás de
Cusa; en los místicos especulativos del Renacimiento, Paracelso y Giordano Bruno; en
el místico-filósofo alemán, Jacobo Bó'hme; como también en los Veda-s, los
Upaníshad-s, el Bhagavadgita, Sufismo, Budismo, Taoismo y la Teosofía moderna de
H.P. Blavatsky, H. 5. Olcott y su Sociedad Teosófica.
La Teosofía es teosófica solamente cuando conduce a una experiencia directa
de lo divino. Esa experiencia puede surgir de repente el algunos individuos y con gran
intensidad, como le sucedió a Saúl en el camino a Damasco, cuando, como los Hechos,
de los Apóstoles dicen ( 9:3 ), - 'de repente brilló alrededor de el una luz del cielo' que lo
golpeó - hasta hacerlo caer. Pero, para la mayoría de la gente, la experiencia viene
gradualmente y se va incrementado por medio de pasos cortos. Sin embargo, hasta un
corto paso en esa dirección puede ser un salto gigante. Como lo dice Julio Carney en su
poema LITTLE THIN6S (Pequeñas Cosas):
pequeñas gotas de agua,
pequeños granos de arena,
forman el océano poderoso
y la tierra placentera
No importa como esa experiencia venga, esa transformación, que es la base de
la Teosofía, es un cambio que nos saca del mundo de preocupación con lo impermanente
y nos lleva a otro mundo de experiencia, que es permanente, real, lo eterno. Puede que
sea un paso corto, pero es un paso hacia otro mundo.
Neil Armstrong salió de un módulo de aterrizaje hecho en la Tierra y pisó la
superficie no trillada de la Luna. Por medio de la transformación que es la base de la
Teosofía, podemos salimos del territorio conocido de la vida común y corriente,
siempre cambiante, y pisar la tierra sin sendero de la Realidad permanente. Pero, al
dar de ese paso, realmente no estamos yendo a ningún lugar. Nos estamos volviendo
totalmente despiertos, nos estamos dando cuenta de lo que somos y donde ya estamos.
El cuerpo humano, según la ciencia nos lo dice, esto hecho de la materia de las
estrellas. La materia física con la que nuestros cuerpos están compuestos, ha estado,
no solamente una vez, sino repetidamente, en el interior de las estrellas. Y la religión
nos dice que el espíritu humano es celestial en origen. Cuerpo y alma, somos tanto de
este mundo como de los mundos más allá. La atracción de esos mundos nos lleva a ellos,
al igual que los astronautas, aquellos navegantes de las estrellas que fueron atraídos
hacia la Luna. Los pioneros de nuestra humanidad, los grandes maestros del pasado
como el Buddha , el Cristo, Confucio y todos los de su clase, nos han mostrado una
forma equilibrada de elevarnos por sobre la gravitación de la Tierra para alcanzar los
reinos celestiales. Al seguir esas sugerencias cada uno, individualmente, podemos dar
un corto paso que colectivamente se convertirá en un gran salto para nosotros.

El más largo de los viajes comienza con un primer paso. ¿Qué tal si
caminamos juntos?
FIN
Conferencia pública ofrecida en el Congreso Mundial,
en Australia en enero del 2001
Tradujo: Dol /Adyar
Nota: Cuando las palabras aparecen escritas con sus Letras separadas, es porque en
el original se Ha usado otro tipo de letra.
En la página 14 se ha usado la expresión 'experienciar'. En Inglés hay una
marcada diferencia entre 'experiment' = experimentar donde sujeto y objeto son
diferentes y 'experience' donde sujeto, objeto y campo de experiencia es lo mismo. A
veces se ha usado la palabra Vivenciar' pero no la consideramos apropiada en este
caso (1) - página 14 - 'tikkun' - término Hebreo usado en la Cabala.
Significo literal -
'restauración1 Equivalente a expiación -
iluminación

Centro de Difusión e Información
Sección Mexicana de la Sociedad Teosófica A.C.
Dirección: Ignacio Mariscal No. 126
Col. Tabacalera Mexicana, México, D.F. C.P. 06030
Te/. 5546-6545
Fax. 55864200
16

sábado, 9 de febrero de 2013

¿ES EL YO UNA ILUSION?



P. Krishna

Hemos visto hasta ahora que el conflicto y la violencia en la sociedad surgen del conflicto y la violencia dentro de nuestra consciencia. Y el conflicto y la violencia internos surgen del proceso del ego en nuestra consciencia. Así, la próxima interrogante que debemos explorar es ¿qué es este ego? ¿Efectivamente existe como una realidad en la Naturaleza, o es una ilusión en el sentido que es meramente una creación de nuestra propia imaginación? Esta es una pregunta importante, porque si existe en la Naturaleza, no podemos eliminarlo. Pero si está basado en suposiciones que no existen excepto en nuestra imaginación, entonces no tiene existencia en la Naturaleza, sino que tiene una existencia solamente en la imaginación, así como los cuentos de hadas son creados solamente por nuestra imaginación. Puede que estén en un libro, pero no son reales. Pero cuando se toman como reales, se vuelven una ilusión. Si el ego es algo que efectivamente existe en la Naturaleza, entonces podemos solamente aprender a manejarnos con él y con los problemas que crea. Pero lo que estamos explorando aquí es algo muy diferente. Estamos explorando si es posible  disolver el ego, comprendiendo el proceso  por el que se forma, de modo que no tenemos que  controlarlo. Así la libertad es algo totalmente diferente de controlar el ego, o de purificar el ego. La persona altamente sofisticada y educada expresa su ego de una manera refinada, de una forma más  sofisticada que la persona inculta. Pero internamente no hay mucha diferencia entre los dos individuos. Por otra parte hay una tremenda diferencia entre la persona que vive libre del ego y quien está atrapado en él.
                 ¿Es el ego una ilusión creada por nuestra propia mente? Primero que todo uno puede observar por uno mismo que no hay egos  por todas partes en la Naturaleza sino en la consciencia humana. Los animales pueden ser violentos en alguna medida, pero los animales no tienen un ego. No son intencional y deliberadamente violentos. Y el niño humano cuando nace es como un animal; no tiene ego, puesto que no tiene la capacidad de pensar e imaginar. Así, debemos examinar: cuándo entra en existencia el ego cuando crece el niño, y cómo aparece, porque todos hemos sido niños y hemos atravesado este proceso. Examinando esto, encontramos que después de unos pocos años el niño adquiere un lenguaje y la capacidad de pensar e imaginar. Estas capacidades en si mismas no son el ego. Nos llegan en el proceso de la evolución biológica, la cual es una parte del orden de la Naturaleza. Cuando unimos estas capacidades con el instinto de buscar placer y evitar el dolor, lo que también está en el animal, esto produce una fórmula para la formación del ego, porque en la consciencia humana no hay solamente dolor y placer físicos, sino también dolor y placer psicológicos.
                      Uno es capaz no solamente de recordar  objetivamente lo que sucedió, sino también de registrar en la memoria el placer y el dolor de la experiencia. Recordándolo uno desea repetición del placer en el futuro, o recordando un insulto, siente hostilidad hacia la persona involucrada. La memoria de un insulto puede crear una permanente enemistad. La memoria produce temor, porque uno teme que pueda  suceder nuevamente. Pero debemos haber notado que cuando tratamos mal a un perro, llega  meneando su cola al día siguiente. ¡Ha olvidado el mal tratamiento y no se sintió insultado! Pero nosotros tenemos la capacidad no solamente de recordar el suceso, sino también de fomentar este resentimiento dentro de nosotros. Esto es lo que trae temor y sospecha a nuestras relaciones. Los niños también son capaces de herirse, pero en unos pocos días han olvidado la herida y rápidamente se hacen amigos con la misma persona. Cuando nos hacemos mayores, se vuele crecientemente difícil hacer esto. Y este es el comienzo del proceso del ego dentro de nosotros.
                       Así, surge la pregunta si es posible no registrar nada psicológicamente; registrar solamente los hechos y no los insultos  y los halagos. Uno no se está oponiendo a toda la memoria porque la memoria  objetiva es necesaria y no crea ilusión o el ego. Pero la memoria psicológica interfiere con la calidad de las relaciones en el presente. Esto significa que usted puede haber peleado con su esposo o esposa hace diez años y puede objetivamente recordar que había peleado, pero si no está  llevando el residuo en términos de herida, no afecta sus relaciones hoy día. Es la memoria de la herida que constituye la memoria psicológica. Y esto es lo que crea una dificultad en la relación. A menudo observamos que tenemos amigos, muy buenos seres humanos, pero hay algo erróneo entre ellos, no pueden controlar vivir juntos en paz. No es que no quieran hacerlo, solo que no pueden.Así es como las relaciones se endurecen y se quiebran.
                  Esto es lo siguiente que tenemos que mirar en nuestra vida: ¿por qué registramos el halago y el insulto? Ellos no son realidades. Si alguien llega y me dice, ‘Oh, tu conferencia fue divina, fue maravillosa. Eres un gran hombre’, es una exageración, una mentira. ¿Por qué lo encuentro tan agradable, por qué lo registro? O llega y dice, ‘Eres un estúpido, un tonto, estás perdiendo tu tiempo, no entiendes nada’, y yo me siento insultado y guardo ese insulto en mi mente y siento animosidad hacia él.
                  Así, debemos preguntarnos por qué tenemos esta imagen, por qué buscamos esta reputación para nosotros? Encontraremos que llega del hecho que nos gusta que la comunidad piense mejor que lo que efectivamente somos. No queremos que la gente  nos conozca exactamente como somos. Pretendemos y nos gusta crear una imagen de un ser humano superior y les permitimos llevar esta imagen con ellos. Por supuesto que crea un conflicto, porque tenemos que estar constantemente viviendo de acuerdo a esta imagen y actuar diferentemente de lo que efectivamente somos. Pero no deseamos tolerar este conflicto a causa de las ventajas detener esta buena imagen en la sociedad, que significa que uno no es completamente honesto. Es deshonestidad porque estamos buscando provecho.Que en si mismo es parte del proceso del ego.
                   La siguiente pregunta es: ¿Es posible vivir sin una sola imagen, ser completamente honesto, ser uno mismo, sin considerar lo que la gente pueda pensar? Permita que su esposa o su amigo sepan exactamente como es usted, con todas sus debilidades y defectos y las así llamadas virtudes y perfecciones, y déjelos decidir si quieren permanecer con usted o no. Uno no querría pretender que esa persona siguiera amigable, pero porque las complicaciones que resulten de tal  pretensión se ven – cuánto baja la calidad de vida, creando el conflicto entre lo que soy y lo que quiero que otros piensen que soy. Esta imagen es solo algo imaginario, no una realidad, así está basada en la ilusión. El ego, y esta división, provienen de la imagen, no de la realidad. El ego surge de la manera en que la vida se aborda.
                  Es fácil ver que una morada no crea el ego en mí, pero yo creo el ego en relación a mi morada. Surge si me siento apegado a ella y se vuelve posesivo de ella. Y esto parece ser verdad acerca de todas las cosas. Todas las cosas pueden ser abordadas egoistemante o no-egoistamente. El ego no está en la actividad. Se halla en la manera de mirar esta actividad e incluyéndose uno mismo en ella. Debemos observar con qué motivo nos estamos relacionando o haciendo el trabajo. Un científico puede estar trabajando dieciséis horas al día en su laboratorio para aprender acerca del espacio, cómo brilla el sol y por qué el cielo es azul. Este es su interés, su pasión, y no hay ego. Pero al momento que comienza a sentir que debería ser el primero en descubrir, que debe ganar el Premio Nobel, la actividad se convierte en una actividad del ego. Entonces él no lo está haciendo por la alegría de aprender, sino por un resultado, una recompensa.
                          En un interesante diálogo, Arjuna pregunta al Señor Krishna en el Bhagavagita: ¿A qué se parece el hombre liberado? ¿Cómo duerme, cómo trabaja, cómo vive? Y Krishna dice, él vive y trabaja y duerme como el hombre común, pero no por las mismas razones.. Así, el proceso del ego no es un asunto de qué está haceindo o no, sino de cómo uno aborda el hacer o no-hacer.
                            Esto no es altamente filosófico y difícil de comprender. Enseñamos a los estudiantes en la escuela a jugar un juego por la alegría de jugar y  a sobresalir en el juego por amor a la excelencia y no dar demasiada importancia al resultado,  para quien gana y quien pierde. Si damos importancia al resultado, se convierte en una actividad egoista. Si no somos egoistas entonces no importa si perdemos. Hay la alegría de haber jugado y la alegría de felicitar a nuestros amigos de haber jugado mejor  y ganado el juego. No hay frustración. Este es el espíritu del deportista. Ahora, la vida es como un juego. Y si un juego puede jugarse no-egoistamente, por qué no puede la vida vivirse no-egoistamente? Por supuesto, puede ser pero hemos aceptado un tanto que no puede ser, y que la suposición puede ser una ilusión.
                          El ego nace de la ilusión de que el interés propio nos beneficiará. En efecto, el interés propio, que significa trabajar para recibir recompensas, tiene más poder, más dinero, o una mejor reputación,, más baja la calidad de vida. Todos queremos esto para ser felices, pero la felicidad es destruída por el enfoque egoista. Es una ilusión pensar que el interés propio está en nuestro propio interés! Estamos definiendo el beneficio demasiado estrechamente, demasiado faltos de inteligencia. No estamos separados de las otras personas, y lo que consideramos ser un beneficio realmente no es un beneficio.
                       Si vemos la verdad de esto y el peligro del proceso del ego, no a través de una explicación, o como una conclusión racional con la cual concordamos, entonces esta percepción del peligro actuará sobre la consciencia y eliminará el proceso del ego. Desear hacerlo no lo hará. Estar de acuerdo tampoco ayuda, porque el conocimiento e ideas no cambian la consciencia. Pero una profunda percepción de la verdad la cambia, y tenemos esta capacidad de percepción.
                       Consideremos la adicción al cigarro como un ejemplo. El ser humano, antes de fumar, no era adicto a el, que significa, mirar un cigarrillo no creaba un irresistible deseo en él de fumar. Pero cuando comienza a fumar y experimenta una sensación de placer y se registra, él desea repetir este placer, tener más y más de él, creando una química y un irresistible deseo de fumar cigarrillos. Algo cambia en su cerebro. ¿Puede este hábito romperse, o debe luchar constantemente para controlar el impulso, nunca librarse de +el nuevamente? He observado a mis amigos luchar con esto, y evitar todos los lugares donde la gente está fumando o donde se mantienen cigarros, por miedo a tentarse a fumar de nuevo. Pero, ocasionalmente, una persona siente una punzada de dolor en su pecho y comprende que el cigarro lo está matando. Cuando el peligro es así efectivamente percibido, el deseo desaparece! Algo cambia en su cerebro, rompiendo el circuito nervioso que estaba creando este deseo irresistible. Krishnamurti lo llamó una mutación en el cerebro. Si sucede esto, usted se libera; no tiene que  arreglárselas con este problema de nuevo. El ciclo habitual se rompe.


                                                      The Theosophist, Febrero de 2005.
                                                       
               









                
                 
                 

sábado, 2 de febrero de 2013

Niños





MARY ANDERSON
La Sa. Mary Anderson ha sido Vice-Presidenta de la Sociedad Teosófica.

Considero que muchas personas estarán de acuerdo en que nos sentimos profundamente tocados, e incluso llenos de ternura y amor cuando vemos un bebé o un niño pequeño. Tal vez nos recuerde nuestra propia niñez o nuestra paternidad.  El poeta francés Víctor Hugo expresó este sentimiento del modo siguiente:

 Cuando aparece un niño,

El círculo familiar lo aclama dichosamente.

Su dulce y luminoso rostro

Trae luz a los ojos de todos.

 Puede que tengamos sentimientos similares cuando vemos un animal joven: un perrito, un gatito o una ardilla bebé.

   ¿Qué es lo que nos toca, y qué admiramos en un niño pequeño? ¿Es que sentimos que el niño tiene todas las cualidades que nosotros perdimos?¿tales como naturalidad, espontaneidad, inocencia? El niño todavía no está condicionado, marcado, ni está echado a perder por la vida. Por sobre todo, él irradia inocencia, una inocencia que nosotros hemos perdido hace mucho tiempo. ¿Es la inocencia de un nuevo comienzo o la excitación del descubrimiento? Hermann Hesse expresa esto en un bello poema: “Todo nuevo comienzo tiene cierta magia implícita.” Sentimos devoción espontánea y también ternura por los avatâra-s y por los grandes maestros espirituales representados en su niñez: el travieso Krishna niño, Jesús bebé, el ‘bambino’, venerado en las iglesias italianas en Navidad.

   El Sr. Sri Ram en cierta oportunidad resumió el sendero de  la evolución como “de la perfección inconsciente, a la imperfección consciente, y desde la imperfección consciente a la perfección consciente”. El pequeño niño todavía tiene esa perfección inconsciente y la consecuente espontaneidad. La necesidad  de tal cualidad en la vida religiosa se expresa en la Biblia: ‘Jesús dijo “Dejad a los niños, y no les impidáis venir a mí, porque de ellos es el reino de los cielos.” ’[1]

   Leemos en La Doctrina Secreta: “Jesús afirma repetidamente que aquél que ‘no reciba al Reino de Dios como un niño pequeño, no entrará a él’.” Pero HPB agrega: “Si algunas de sus afirmaciones (es decir de Jesús) tuvo como intención dirigirlas a los niños sin metáfora alguna, gran parte de lo que se refiere a los ‘pequeños’ en los Evangelios, está relacionado con los Iniciados, de quien Jesús era uno. A Pablo (Saúl), en el Talmud se lo menciona como “el pequeño”.[2]

   La Biblia menciona lo que se conoce como “la masacre de los inocentes” y esto se ha tomado como que significa la masacre de los niños por el Rey Herodes. Pero tal masacre no tiene ningún fundamento histórico en absoluto, y debe haber representado la persecución de la gente sabia y espiritual, probablemente Iniciados, que ocurriera en esa época.

   La visión de las cosas por parte de un niño, es diferente a la de un adulto.  Wordsworth expresa esto en su poema Oda sobre indicios de inmortalidad de recuerdos de temprana niñez:

 Hubo un tiempo en que la pradera, el bosque y el arroyo

La tierra y toda vista común

A mí me parecía

Vestida en luz celestial

 No en total olvido,

Ni en total desnudez,

Sino nubes retrospectivas de gloria en las que venimos

De Dios, que es nuestro hogar:

¡La Gloria está a nuestro alrededor como en nuestra infancia!


Un niño pequeño, como todavía conserva su belleza natural, puede ver cosas que nosotros no vemos, e incluso decir palabras sabias. “De la boca de bebés e infantes, tú has perfeccionado la alabanza.”[3]

   Pero, ¡ay! con el transcurrir del tiempo perdemos esta perfección inconsciente: “Sombras de la prisión comienzan a cerrarse sobre el niño que crece”, como escribió Wordsworth, pero “la juventud… todavía es el sacerdote de la naturaleza, y en su camino es asistida por la espléndida visión, pero a la larga el Hombre percibe que perece y se desaparece a la luz común del día.”

   De este modo, de perfección inconciente, descendemos a imperfección conciente, pero aún tenemos, dormida en nuestro interior la memoria de nuestra infancia, y esto tal vez sea lo que nos toca cuando vemos a un bebé o un pequeño niño. ¿Podemos recuperar la inocencia y espontaneidad del niño? ¿Podemos mirar las cosas como si fuera por primera vez, con un sentido de maravilla? Creo que esto es a lo que Krishnamurti se refería cuando hablaba, por ejemplo, de atención.

   A veces, los ancianos recuperan la inocencia del niño. Tal vez hablamos de modo despreciativo, de la ‘segunda niñez’ cuando un anciano parece hablar sin sentido, pero puede haber sabiduría en ese sinsentido, cierta ingenuidad nacida de la experiencia. Tal vez esta es la razón por la que los abuelos a menudo comprenden a los niños mejor que lo hacen sus padres.

   Los educadores modernos han apreciado y valorado la maravillosa naturaleza de los niños.  Ha habido dos direcciones en la educación, basadas en lo que se conoce como ‘Naturaleza’ y ‘Formación’, es decir, enfatizando en la educación la importancia de la naturaleza interna del niño por una parte, y por la otra, enfatizando la importancia del medioambiente y las influencias que afectan al niño.

   En la Europa Medieval y posteriormente durante muchos siglos, prevaleció la teoría de la importancia de la formación. Según esta teoría, el niño es como una masilla, y se lo puede formar o amoldar, probablemente por un sistema de recompensa y castigo, como el educador desea que sea; o el niño es como una hoja de papel en blanco y el educador puede escribir en esa hoja lo que desee.  Se dice que los Jesuitas afirmaban:  “Dénos un niño de menos de siete años, y lo formaremos para siempre.”

   Por supuesto, esa teoría y ese método (que el niño puede ser ‘formado’ o moldeado según las teorías y creencias del educador o de la institución educativa) muestran total ignorancia o rechazo por la reencarnación. El niño no es masilla o una hoja de papel en blanco, sino que trae capacidades, gustos y aversiones de vidas pasadas en diferentes niveles de su naturaleza, tanto como de su karma. Estos se expresan en lo que se conoce como los skandha-s y se dice que se trasmiten en los así llamados ‘átomos simientes’, es decir, ciertos átomos al nivel de la personalidad que formaron parte de sus cuerpos o vehículos en la última vida y que, después de haber pasado por un proceso de trasmigración en cuerpos animales y otros, regresan a nosotros en nuestra próxima encarnación. Sin embargo, debido a la ignorancia o rechazo del hecho de la reencarnación, lo que hemos aprendido en vidas pasadas en diferentes niveles de la personalidad y de la individualidad espiritual, es ignorado, eliminado o no tenido en cuenta bajo la teoría de la formación.

   La mayoría de los educadores modernos, comenzando quizás, en el caso de Europa, con Rousseau en la Suiza del siglo XVIII, actuó con la teoría de la Naturaleza, es decir, ignorando sus vidas pasadas, toman en consideración la naturaleza del niño y adaptan su educación en consecuencia.

   María Montessori fue, por supuesto una pionera destacada en estas líneas, estableciendo un medioambiente en el que el niño hace sus descubrimientos y se enseña a sí mismo.  El niño también puede enseñarle al maestro. María Montessori escribe: “Hay mucho conocimiento y mucha sabiduría en el niño. Si no tomamos ventaja de ello, es sólo por negligencia de nuestra parte, y tenemos que ser humildes y ver la maravilla de esta alma y aprender lo que el niño puede enseñar.”[4]

   ¿Qué puede enseñar un niño? Tal vez, una de las enseñanzas es la fraternidad.  Los niños no tienen prejuicios, siempre que no les trasmitamos nuestros prejuicios a ellos. No hacen diferencias de raza, credo, sexo, casta o color y jugarán con otros niños de diferentes entornos. También nos enseñarán honestidad, a menos que nosotros les hayamos enseñado a ser falsos.  Por cierto, también ellos traen ciertas cualidades negativas de vidas anteriores, pero sin embargo son más maleables cuando son pequeños y podemos ayudarles a superar esas características.

   En La Clave de la Teosofía,[5] la Sra. Blavatsky critica la educación de su época, con su sistema de exámenes competitivos, como siendo “un entrenamiento de la memoria física”.  Más aún, sus enseñanzas se dice que están basadas en “la lucha por la existencia” y “la supervivencia del más apto”, dándole importancia al “yo inferior, personal, animal”, estimulando así la competencia, el egoísmo e incluso el delito.  Por lo tanto las escuelas de su época eran fábricas y semilleros materialistas e intelectuales de egoísmo, conducentes a mucha maldad y muchos delitos.

   Más aún, los niños están en ese caso confundidos y sujetos a una doble escala de valores: “¿Cómo esperan buenos resultados mientras pervierten la facultad racional de vuestros niños intentando hacerles creer en los milagros de la Biblia los domingos, mientras que los otros seis días de la semana les enseñan que esas cosas son científicamente imposibles?” Además, la memoria se cultiva a expensas de la inteligencia.  Al niño se le debería enseñar a decidir por sí mismo y no a tener fe ciega.

   Ella destaca que las escuelas públicas y las escuelas de gramática incitan al esnobismo, y las escuelas comerciales al materialismo. La Historia está pervertida fomentando un nacionalismo superior e incluso xenofobia.  El resultado puede ser seres humanos que carecen de corazón y adultos egoístas, ‘máquinas de hacer dinero’, listos a aprovecharse de quienes son más débiles e ignorantes que ellos.  A la así llamada ‘instrucción religiosa’, ella la califica como el estudio de nociones seleccionadas, denominados hechos bíblicos, de los que se elimina todo intelecto.  Se enseña la creencia en dogmas, reforzando la fe ciega y la intolerancia, en vez de estimular la lógica y el pensamiento exacto.

   Ella desaprobó la educación de su época en tres aspectos: desde el punto de vista del intelecto, de los sentimientos y de la voluntad. Se le crea confusión  al intelecto, al que se le enseña por una parte el razonamiento científico y por otro la creencia dogmática.  Los sentimientos espontáneos del niño de amistad y aceptación, por ejemplo hacia otros niños de diferentes entornos, a veces son aplastados por prejuicios sociales y raciales, y en tercer lugar, se le enseña al niño a creer lo que se le dice que debe creer, y no a esforzarse para pensar por sí mismo, y llegar a sus propias conclusiones.

   Para contrarrestar estos tres peligros, HPB recomienda, primero, que se les enseñe a los niños “a pensar y razonar por sí mismos”, y de este modo que se vuelvan pensadores independientes, y que lleguen a sus propias conclusiones.  En segundo lugar, con esta área íntimamente conectada, la auto-confianza y el poder de la voluntad, la habilidad para tomar decisiones, bajo riesgo de equivocarse, porque éstas serán corregidas por la vida, es decir, por la experiencia y el karma, y así el niño aprenderá independientemente.  En tercer lugar, los sentimientos del niño se deberán dirigir hacia una dirección positiva, cultivando así “el amor hacia todos los seres, el altruismo (y) la caridad mutua”.

   Resumiendo: “Deberíamos intentar crear hombres y mujeres libres, libres intelectualmente, moralmente, sin prejuicios en todo aspecto, y por sobre todas las cosas, carentes de egoísmo.” Esto será “educación teosófica correcta y verdadera”. HPB señala así las tres cualidades mencionadas al final de A los Pies del Maestro, por ser las cualidades del sendero espiritual: voluntad, sabiduría y amor.

   En algún otro lugar HPB tiene mucho por decir sobre la educación de los niños y su desarrollo.  Ella insiste en la importancia de la familia y especialmente de la madre en los primeros años:

 La prosperidad de todo estado se basa en la fundación ordenada de los principios de la familia.  La ética social depende principalmente de la educación temprana recibida por las generaciones en desarrollo. ¿Sobre quién gira el deber de guiar esa educación desde la niñez? ¿Quién puede hacerlo mejor que una madre cariñosa?[6]

 El niño es el padre del hombre. Son las primeras impresiones, visuales o mentales, que los jóvenes sentidos asimilan más rápidamente, y los almacenan indeleblemente en la memoria virgen. Son las imágenes y escenas que nos ocurren durante la niñez, y el espíritu con que nuestros mayores las ven, y en que nosotros las recibimos, lo que determina el modo en que aceptamos tales escenas, o consideramos lo bueno y lo malo en los años subsiguientes. Porque es la mayor parte de ese capital intelectual temprano, acumulado día a día durante nuestra niñez, que intercambiamos y sobre el que especulamos posteriormente durante nuestra vida.[7]



El astral y el físico existen antes que se desarrolle la mente en acción y antes que despierte el Âtmâ. Esto ocurre cuando el niño tiene siete años, y con él llega la responsabilidad propia de un ser conciente sensible.[8]

 De este modo, hasta los siete años de edad, Manas, el Ego-Mente (por el que ella puede significar Buddhi-Manas) y también Âtmâ, permanecen en segundo plano:

 La Ciencia Esotérica enseña que Manas, el Ego Mente, no alcanza su unión total con el niño antes que tenga seis o siete años, antes de cuyo periodo, incluso según el canon de la Iglesia y la Ley, ningún niño es considerado responsable.

 Manas se vuelve un prisionero, uno con el cuerpo, sólo a esa edad.[9]

   El Buddhismo tiene mucho para decir sobre las obligaciones mutuas de los padres, maestros y niños. Estas obligaciones son morales, intelectuales y prácticas. Por ejemplo, desde el punto de vista moral, los padres deberían refrenar a los niños del vicio y entrenarlos en la virtud, y los niños deberían ser dignos herederos de sus padres (supongo que no sólo físicamente) y honrar la memoria de sus padres. Desde el punto de vista intelectual, se les debería enseñar arte y ciencias. Y desde el punto de vista práctico, los padres deberían proveerle a sus niños de esposas y esposos adecuados (como era la costumbre en esa época) y dejarles una herencia, y los niños deberían desempeñar las obligaciones familiares, cuidar la propiedad de sus padres, sostener a sus padres en la ancianidad y ser herederos dignos. (“Alimentar al padre y a la madre, cuidar cariñosamente del niño y la esposa, y seguir el llamado legítimo, esta es la mayor bendición.”) Podemos recordar los Mandamiento en el Judaísmo y el Cristianismo: “Honra tu padre y tu madre, que sus días sean muchos sobre la tierra.”

   Por lo tanto, en estas religiones, y ciertamente en otras religiones, se enfatiza la importancia de la familia. Ciertamente es buen karma para un niño, nacer en una familia que lo cuida.



Referencias


[1] Mateo, 19:14.

[2] Blavatsky, H. P. , La Doctrina Secreta, II.504.

[3] Mateo, 21:16.

[4] Montessori, María, Reconstrucción en la Educación, p.6

[5] Blavatsky, H. P. , La Clave de la Teosofía, Edit.Completa, the Theosophy Company (India), p.261-8

[6] Idem.

[7] Blavatsky, H. P. , Collected Writings, X.227-8

[8] Idem., p.218.

[9] Blavatsky, H. P., CW, XII.618-19