domingo, 29 de diciembre de 2013

Soledad y Silencio


Toral Pradhan

 “Es VERDAD que he trepado montañas y caminado por remotos lugares ¿Cómo podría haberte visto, excepto desde grandes alturas o a gran distancia? ¿Cómo se puede estar cerca realmente, a menos que se esté lejos? Esto es lo que Kahlil Gibran decía cuando las personas lo criticaban por vivir en soledad la mayor parte de su vida. Es por ello que aún vive en nuestros pensamientos y palabras.

   La soledad tiene que experimentarse para saber cómo se siente, nunca puede describirse en palabras. Su potencial nunca puede conocerse. Soledad significa reservar algo de tiempo en un retiro de pocos días en un lugar montañoso y tranquilo, a orillas del mar, o sólo estar con nosotros mismos. En este mundo de ritmo vertiginoso y con un estilo de vida agitado, las personas tienen la necesidad de estar solas, necesitan espacio para ellas mismas. Requieren estar con sus propios pensamientos y emociones. La soledad conduce a un estado de introspección, permite un enfoque más desapasionado de la vida. Porque es únicamente cuando una persona está sola que puede ver su perspectiva personal de la vida. La soledad, la voz interior, se hace cargo. Y esta voz nunca falla. Sólo guía y enriquece.

   Desde siempre los hombres se han alejado de las multitudes enloquecidas hacia cuevas, islas, selvas, para descansar de las distracciones cotidianas. Para estar solos, contemplar y reflexionar. Sólo a través de estos retiros ellos sugirieron muchas verdades importantes y filosofías de vida, y sus pensamientos y palabras aún son valiosos en la actualidad.

   Por lo tanto, la necesidad consiste en escapar del ruido, la conmoción, de la gente, no físicamente sino mentalmente. Puede sacarte de la hostilidad y la confusión, puede ayudarte a encontrar respuestas a tus preguntas y a estar en paz.

   Por soledad queremos decir estar solos. Es un factor esencial para el estilo de vida urbano, donde se vuelve complicado para  una persona encontrar un momento para estar en soledad, en compañía del ser. Sólo estos momentos pueden tranquilizar la mente, hacerla pacífica, dado que las distracciones externas y la carga de trabajo sólo llenan el día de tal manera que nos dejan totalmente agotados, exhaustos. La calidad del trabajo sufre y nos deja insatisfechos. No es la actitud personal hacia el trabajo lo que cambia, sino que es el cansancio físico y mental lo que causa letargo y monotonía en el trabajo. En momentos así, unos pocos minutos en silencio y soledad pueden ser de gran ayuda. Proveen a la mente de la soledad deseada al relajarla y rejuvenecerla. Se siente renovada y activa nuevamente. Un exceso de ruido y actividad son la causa raíz de este estado de desequilibrio mental. El hombre debería aprender a bajar el ritmo, a hacer un alto en la lucha por la supervivencia. Como dice el poema:


¿Qué es la vida si llenos de preocupaciones,

no tenemos tiempo para detenernos y mirar?


   Aunque se tengan todos los lujos en la vida y esta pueda parecer un lecho de rosas sin dificultades ni problemas, aún así también la mente se siente aprisionada. Algo falta. Necesita libertad para soltarse, para estar sola, para vagar como quiera dentro de espacios sin límites, en lugares donde pueda encontrar solaz, en fronteras desconocidas y grandiosas alturas. Sólo para ganar fortaleza y eficiencia. Significa estar en soledad. Separar al ser del mundo externo y estar con uno mismo.

   La soledad hace que el espíritu renazca. La soledad y el silencio ayudan a alcanzar un equilibrio emocional, a organizar los pensamientos, a reflexionar y mirar introspectivamente. A sentir la luz y rejuvenecer.

   El silencio da energía. Emily Dickinson ha dicho;


No decir nada a veces es decirlo todo.


   El silencio te conecta al ser. Te lleva más allá del habla y del pensamiento. Es el momento en que se está sin el ego. El silencio deja ir al miedo, la ansiedad y los celos. En los Upanishad-s bien se dice:


Hay algo más allá de la mente que mora en el silencio. Es el supremo misterio más allá de los pensamientos. Deja que la mente y el cuerpo sutil descansen en ello y en ninguna otra cosa.


Hablar es más tolerable porque ofrece una fácil distracción a la confusión interior. Las personas estresadas y angustiadas pueden estar en silencio pero por dentro puede que estén gritando. El lenguaje es el vehículo para la transformación social, mientras que el silencio es el vehículo para la transformación individual. El silencio es tan profundo como la eternidad, y el lenguaje es superficial como el tiempo. El silencio puede obrar maravillas en ciertos momentos cuando las palabras se vuelven vanas.

   La generación más joven está tan acostumbrada a la vida ruidosa y agitada, que para ellos el silencio se vuelve una molestia, una maldición. Necesitan compañía constante. Se sienten perdidos o abandonados cuando están solos. Precisan estar con otras personas o la compañía de aparatos electrónicos les da una felicidad superficial. En su interior tienen un vacío, una desolación que los altera constantemente. No pueden siquiera pensar en vivir solos. Sobreviven únicamente en la superficialidad, en la ilusión. Según ellos, unirse al ser, buscar la paz y la soledad es para los viejos y los ignorantes.  No se dan cuenta que esta soledad y silencio pueden hacer que sus vidas y su mente estén calmos, llenas de energía, y también puede darles satisfacción en cualquier cosa que hagan. Satisfacción que siempre reclaman, que nunca parecen alcanzar, y persiguiéndola hacen en la vida todo tipo de cosas. Van detrás de trabajos, carreras, socios, amigos y relaciones. Pero todo les parece que es una etapa pasajera, como su propio ser que es incapaz de detenerse, de descansar en un lugar, en una relación, en una cierta etapa de la vida. La mente confusa no le permite al ser marcar el ritmo, reflexionar sobre la vida, mirar hacia atrás, porque siempre está en movimiento.

   Esta puede ser la razón por la que muchos jóvenes en la actualidad se vuelven rebeldes, pierden la motivación y las metas en la vida.  Esta puede ser la razón de por qué muchas personas en los países desarrollados han comenzado a cambiar un estilo de vida profesional, agitado, lujoso por modos de vida más simples. Más y más personas por todo el mundo están practicando meditación, yoga, etc., para alcanzar esa paz, ese conocimiento del propio ser antes de tratar de conocer al mundo externo. Esa búsqueda de regocijo, de bienaventuranza eterna no se propone únicamente para la espiritualidad, sino también para la paz del mundo. Esa búsqueda de serenidad que sólo la soledad y el silencio pueden proveer.

   Como muy bien lo explicó la Madre Teresa:


Necesitamos encontrar a Dios, y él no puede encontrarse en el ruido y en la agitación. Dios es amigo del silencio. Observa cómo la naturaleza, los árboles, las flores, la hierba, crece en silencio. Mira cómo se mueven las estrellas, la luna, el sol, en silencio. Necesitamos silencio para poder contactar las almas.


Meditar en él y trascender la conciencia física. De esta manera alcanzarás la unión con el Señor del Universo. Así te identificarás con él que es Uno sin segundo. En él todos tus deseos se cumplirán.

La verdad es que estás siempre unido al Señor. Pero debes saberlo.

Śvetaśvatara Upanishad, I.11-12