domingo, 24 de noviembre de 2013

El Dharma o el Verdadero Trabajo del Hombre




MARY ANDERSON

 Según la Enciclopedia Teosófica, el  Dharma es, en primer lugar, “una teoría social hindú…aquélla que sostiene la sociedad, o sea, lo que occidente consideraría la ley social y moral.”

      Por lo que yo se, en la sociedad india moderna, el dharma estaba asociado al sistema de castas. El dharma del Brahman o casta sacerdotal era estudiar y enseñar. El dharma del Kshatriya o casta gobernante era gobernar, y si era necesario, luchar para defender a los súbditos propios. El dharma del Vaisya o clase de mercaderes era hacer negocios. Y el dharma del Sudra o casta de los siervos era trabajar en la agricultura y como obreros.

      Creo que el establecimiento de estas castas pudo haber sido apropiado si en algún momento, en un pasado lejano, las personas realmente nacieron en la casta que se adecuaba a su etapa de desarrollo. Pero con el transcurso del tiempo, esto no fue así. Muchos brahmanes desatendieron sus obligaciones, brahmanes  jóvenes, educados en el extranjero, a menudo dejaron de ser vegetarianos, etc. y muchos que por nacimiento pertenecían a la casta Sudra, y por lo tanto eran pobres, han podido de todos modos asistir a la universidad, y se han convertido en eruditos eminentes.

      Esto se aplicaría a la historia de India. Pero el artículo de la Enciclopedia Teosófica pasa a destacar la interpretación teosófica de dharma, de la siguiente manera:

Los teósofos tienden a usar el término en su sentido social o moral, aunque a menudo le otorgan una interpretación más extensa: lo que uno debería hacer en cualquier situación específica, según el presente estado de evolución de cada uno y las obligaciones que uno tiene hacia su familia y socios, al igual que hacia la… vecindad, ciudad, estado o nación.

   Antes de dedicarnos al dharma o el verdadero trabajo del hombre, consideremos lo que es el hombre. Este es un tema que nos concierne profundamente. Ya sea que nos demos cuenta o no, estamos muy interesados en nosotros mismos. Esto es natural y está bien, pero no en un sentido egoísta. El oráculo de Delfos ordenaba: “Hombre, conócete a ti mismo.” Pope escribió: “El verdadero estudio de la humanidad es el hombre.”

      Este no es un estudio fácil, puesto que en cierto sentido somos parte de él. El hombre es una parte integral del universo. En consecuencia, es divino. Pero es consciente en un cuerpo físico. Esto es verdad para otros seres también. Pero el hombre es capaz de pensar (aunque  no siempre lo haga). Y es auto-consciente, es decir, es consciente de sí mismo. Por lo tanto, es consciente de su cuerpo en el nivel físico. Es capaz de sentir y pensar. Y en el nivel más profundo de su naturaleza, es un ser divino. Annie Besant afirmó que  donde se encuentran el espíritu más sutil y la materia más grosera, allí surge la mente, y la mente es la marca del hombre. Pero el hombre es contradictorio. Por una parte, puede ser un genio, puede ser capaz de hazañas heroicas, de auto-sacrificio. Por otra parte, puede ser egoísta, brutal, cobarde. A veces estas características aparecen en la misma persona porque el hombre es arrastrado en dos direcciones, por los aspectos  espiritual y material de su naturaleza, y porque en última instancia, es un agente libre.

      La Sra. Blavatsky habla de:

El hombre, la culminación de la deidad sobre la tierra, cuyo cuerpo es la cruz de la carne, sobre la cual, a través de la cual y en la cual él está siempre crucificando y aniquilando al divino Logos de su Ser Superior. (La Doctrina Secreta, 1, pág. 36).

     Así el hombre es un ser contradictorio, un ser insatisfecho y a menudo desdichado. Es incompleto. Según la Sra. Blavatsky, no todas las células de su cerebro están activas. Su consciencia está activa especialmente en los niveles físico, emocional y mental.

    Este es el hombre  tal como se lo conoce en ciencia y psicología. La ciencia trabaja desde el cuerpo hacia adentro  y tiene el problema mente-cuerpo. La visión espiritual o teosófica del hombre va desde lo interno hacia lo externo. ¡La inteligencia llegó primero! El hombre es por encima de todo, un ser espiritual. Pero su naturaleza espiritual no está plenamente desarrollada aún. Citando nuevamente a la Sra.  Blavatsky:

No está en el curso de la ley natural que el hombre debe tornarse un ser espiritual perfecto antes de la Séptima Raza en la Séptima Ronda. Sin embargo, posee todos estos principios latentes en él desde su nacimiento. (Compendio de La Doctrina Secreta, editado por Elizabeth Preston y Christmas Humphreys, p. 190).

   La lucha interna en la humanidad también se explica por el hecho de que el hombre tiene tres elementos  en su naturaleza: el cuerpo, el  espíritu y la mente, la cual es el nexo entre el cuerpo y el espíritu. La Sra. Blavatsky habla de tres corrientes de evolución en el hombre:

En la naturaleza existe un triple esquema evolutivo, o más bien, tres corrientes separadas de evolución que en nuestro sistema  están inextricablemente entrelazadas en todas partes.

Estas son la Evolución Monádica (o espiritual), la Intelectual y la Física. Cada una de ellas tiene sus propias leyes, y se rige y se guía por grupos diferentes de los más elevados Dhyans o Logos. Cada uno está representado en la constitución del hombre, el microcosmos del gran macrocosmos, y es la unión de estas tres corrientes en él lo que lo hace el ser complejo que es ahora. (ídem., p.86).

   Por lo tanto, el hombre es una trinidad, una de las innumerables trinidades de la naturaleza. Él es el escenario de una batalla entre sus necesidades corporales, sus deseos psicológicos y psíquicos, su razonamiento mental, y su voluntad espiritual.

   Para intentar comprender al hombre debemos observar su pasado. En el pasado infinitamente distante, en cadenas anteriores, hace muchos, muchos milenios, el hombre - cada uno de nosotros- evolucionó a través de otros reinos de la naturaleza, y quizá retenemos ciertas habilidades de ese distante pasado. A nuestro paso por el reino mineral debemos las características de nuestro cuerpo físico; de nuestra experiencia en el reino de las plantas heredamos nuestra sensibilidad, nuestros sentimientos. A nuestras vidas en el reino animal le debemos las bases de nuestro proceso de pensamiento.

   El conocimiento de lo que debemos a nuestras vidas en esos reinos de la naturaleza debería darnos comprensión y simpatía hacia los seres que ahora se encuentran en esas etapas a través de las cuales nosotros mismos hemos pasado. Del mismo modo que los padres deberían, y mayormente sienten y expresan simpatía por las generaciones siguientes, sus hijos, que están atravesando el proceso de madurar y como maestros deberían sentir simpatía y comprensión por sus alumnos, y a menudo lo hacen debido a experiencias pasadas.

   Esto es ciertamente parte del Dharma del hombre. ¡Con qué frecuencia, ese dharma, esa obligación hacia nuestros hermanos menores de los otros reinos de la naturaleza es desatendido, o cumplido de forma parcial!. El escultor puede  dar más importancia al material con el que trabaja, pero puede no preocuparse por las plantas, los animales, o los seres humanos. El jardinero puede dar importancia a las plantas y no a los minerales, a los animales, o a los humanos. El amante de los animales puede interesarse por los animales y poco por los minerales, las plantas o los humanos.

      Como teósofos, conscientes de nuestro pasado, aunque mayormente no en forma consciente ni en detalle, deberíamos sentir simpatía por los reinos de la naturaleza a los que hemos pertenecido también, o la vida que somos ahora:

                Morí como mineral

                 Y nací  como planta

                 Morí como planta

                 Y nací como animal

                 Morí como animal

                 Y nací como hombre.

      En cierto sentido debemos nuestros cuerpos físicos a nuestro pasado en el reino mineral, debemos nuestros sentimientos o sensibilidad  a nuestro pasado en el reino vegetal, y debemos los cimientos de nuestro pensamiento a nuestro pasado en el reino animal. Y ahora pertenecemos al reino humano y debemos agregar a nuestra experiencia y a lo que aprendimos en el pasado distante, las lecciones que podemos aprender como seres humanos.

     Tenemos una deuda que pagar, no sólo a la Naturaleza en el sentido de los reinos mineral, vegetal y animal, sino también a nuestros compañeros humanos. Tenemos deudas de gratitud con aquéllos compañeros nuestros con quienes no nos encontramos por primera vez en esta vida, sino que hemos conocido en vidas pasadas. Nuestras relaciones pasadas pueden generar relaciones agradables o desagradables en nosotros y pueden despertar recuerdos felices o desdichados, y alegría o sufrimiento. Debemos estar agradecidos por ambos, ya que la Ley de Karma es infinitamente misericordiosa. Sus efectos pueden ser dolorosos, pero son justos y educativos. El Karma es un juez justo y es, por encima  de todo, un maestro. Parte del Dharma de un hombre es la aceptación de los golpes del destino con el espíritu del aprendiz. El hombre tiene un dharma, o podríamos decir, una obligación para consigo mismo como ser espiritual.

     El Cosmos y el Hombre como humanidad y como ser humano individual, a menudo han sido comparados con una planta de loto. La Sra. Blavatsky escribe (La Doctrina Secreta, I, p. 112):

Una de las figuras simbólicas del Poder Creativo Dual de la Naturaleza….es Padma, el lirio de agua de la India. El loto es producto del calor (fuego) y del agua (vapor o éter); el fuego presente en todo sistema filosófico y religioso como una representación del espíritu de la Deidad, el principio generador, activo, masculino; y el éter, o el alma de la materia, la luz del fuego, es el principio femenino, pasivo, del cual emana todo en este universo. Por lo tanto, el éter o agua es la Madre y el fuego es el Padre. Sir W. Jones (y antes de él, la botánica arcaica) demostró que las semillas del loto contienen —aún antes que germinen— hojas perfectamente formadas, la forma en miniatura de aquello en que un día se convertirá, como plantas perfectas; de esta manera la naturaleza nos da un ejemplo de la pre-formación de sus productos...; las semillas de todas las plantas fanerógamas contienen flores completas que poseen una plántula embrionaria ya formada.

El loto o Padma es además un símil muy antiguo y favorito para el Cosmos mismo y también para el hombre. Las razones populares que se dan son, en primer lugar…. que la semilla del loto contiene en sí misma una miniatura perfecta de la futura planta, lo cual simboliza el hecho de que el prototipo espiritual de todas las cosas existe en el mundo inmaterial antes que esas cosas se materialicen en la tierra. En segundo lugar, el hecho que la planta de loto crece a través del agua, teniendo su raíz en el ilus, el barro, y despliega su flor arriba, en el aire. Así el loto simboliza la vida del hombre, y también la del Cosmos, ya que la Doctrina Secreta enseña que los elementos de ambos son los mismos, y que ambos se están desarrollando en la misma dirección. La raíz del loto hundida en el fango representa la vida material, el tallo que emerge a través del agua tipifica la existencia en el mundo astral, y la flor flotando sobre el agua y abriéndose hacia el cielo es emblema del ser espiritual.

   Para resumir, el loto tiene sus raíces en el barro, simbolizando el cuerpo físico del hombre o el plano físico de la materia. Elevándose dentro de la naturaleza del hombre, sus  emociones, kâma, están simbolizadas por el agua en el estanque del loto, y ascendiendo aún más dentro del hombre, se puede simbolizar su pensamiento, manas, como el aire a través del cual pasa el tallo del loto; y finalmente, la hermosa flor de loto se abre a los rayos del sol, simbolizando la naturaleza espiritual del hombre, Âtma-Buddhi.

   El dharma esencial del hombre, para regresar a su verdadera naturaleza, se expresa en la terminología budista en las palabras: “La gota de rocío se desliza dentro del brillante océano.” Este último dharma puede atemorizarnos. ¿Es este el final, el deshacer, la destrucción de todo lo que hemos construido a través de muchas vidas?  Pero ¿no puede expresarse también en las palabras: “La gota de rocío se convierte en el brillante océano que siempre fue?

Tal como el hijo pródigo que regresa a casa en la historia bíblica cristiana, después de haber deambulado muchos años, haber malgastado su herencia, derrochado su tiempo probablemente jugando por dinero y en fiestas. Súbitamente recuerda a su padre y decide regresar a casa. Su padre al menos lo aceptará como sirviente. De esta manera, en total humildad deja el camino de ida, el Praviti Mârga, y entra al sendero de regreso, el Nivriti Marga. Pero su padre lo ve desde lejos y corre a darle la bienvenida. Él se alegra. Le favorece más que a su otro hijo, que ha permanecido en casa.

   El hijo pródigo representa  la humanidad, y su historia indica la importancia de la humanidad. ¿Y el hijo que ha permanecido en el hogar? Se dice que este hijo representa a los ángeles. Pero el día de su juicio llegará seguramente, o quizá haya llegado en el pasado. Cito nuevamente La Doctrina Secreta (Vol. I, p. 149):

      La Doctrina enseña que para llegar a convertirse en un Dios divino y plenamente consciente,  incluso las más elevadas, las INTELIGENCIAS  espirituales, deben pasar por el estado humano. Y cuando decimos humano, esto no se refiere meramente a nuestra humanidad terrestre, sino a los mortales que habitan cualquier mundo, es decir, a aquellas Inteligencias que han alcanzado el equilibrio adecuado entre la materia y el espíritu, como nosotros ahora, desde que hemos pasado el punto  medio de la Cuarta Raza Raíz de la Cuarta Ronda. Cada entidad debe haber ganado por sí misma el derecho de llegar a ser divina, a través de la propia experiencia. Hegel, el gran pensador alemán, debe haber sabido o percibido intuitivamente esta verdad, al decir, que el Inconsciente desarrolló el Universo solo “con la esperanza de lograr clara autoconciencia” o en otras palabras, de convertirse en HOMBRE… Esto explica también el significado Kabalístico oculto del dicho: “El Aliento se convierte en piedra; la piedra en planta; la planta en animal, el animal en hombre, el hombre en espíritu y el espíritu en dios. “Los ….Rishis, los Constructores, etc., eran todos hombres, cualesquiera hayan sido sus formas y aspectos en otros mundos y en Manvántaras precedentes.

     Más adelante, la Sra. Blavatsky afirma que “todo en la Naturaleza tiende a convertirse en hombre”:

Desde el comienzo de la Ronda, todo en la Naturaleza tiende a convertirse en Hombre. Todos los impulsos de la Fuerza dual, centrípeta y centrífuga, se dirigen hacia un punto, el HOMBRE. El progreso en la sucesión de los seres, dice Agassiz, “consiste en una creciente similitud entre la fauna viva, y sobre todo entre los vertebrados, en la progresiva semejanza con el Hombre. El hombre es el fin hacia el cual ha tendido toda la creación animal, desde la primera  aparición de los primeros peces Paleozoicos”. (La Doctrina Secreta, III, pp. 173).

      Es interesante que, en las antiguas cavernas Postojna, descubiertas y excavadas en Eslovenia, especialmente en los comienzos del siglo diecinueve, hay en el corazón mismo de la montaña una laguna con peces que no se encuentran en ningún  otro lugar de la tierra y que se conocen como “Peces humanos”.

     Considerando la importancia de la humanidad, es esencial que con nuestro conocimiento de Teosofía nos demos cuenta de nuestra responsabilidad, de la importancia de encontrar y cumplir con nuestro Dharma, nuestro verdadero trabajo.

     Ya hemos considerado nuestra responsabilidad hacia los reinos de la naturaleza a los que pertenecimos muchísimo tiempo atrás. También tenemos una responsabilidad hacia nuestros semejantes, los hombres, la Humanidad en general. Se dice que todo aquél que avance en el sendero espiritual hace a éste más fácil para que la humanidad en general también avance.

     De este modo, puede parecer un fin noble y altruista esforzarse por convertirse en discípulo de un genuino Maestro Espiritual, o sea, uno que haya alcanzado la próxima etapa en la evolución, de este modo nosotros mismos podemos avanzar en esa etapa, y podemos creer que, para lograrlo y también cuando ese objetivo del discipulado se alcance, solo tenemos que seguir instrucciones al pie de la letra. Pero en Las Cartas de los Maestros se enfatiza que el ser humano, que es un ser pensante, tiene LIBRE ALBEDRÍO, aún si y cuando, o más bien especialmente si y cuando, se convierte en discípulo de un Maestro verdadero.

      A medida  que el hombre se desarrolla espiritualmente tiene que aprender a usar ese libre albedrío, para escuchar su propia voz interior y no seguir instrucciones ciegamente. Este punto se destaca repetidamente en las Cartas de los Maestros a A. P. Sinnet:

 Hasta la última y suprema iniciación, se deja a cada chela seguir su propio consejo. ….Él es …un agente responsable a quien se deja que realice su tarea a la luz de su propia sagacidad, y nunca recibirá “órdenes” que se contradigan con ese principio (ver Joy Mills, Reflexiones sobre la Sabiduría Antigua, Carta 18, p. 63).

No tenemos derecho a influir en la libre voluntad de los miembros en este o en cualquier otro asunto. Tal interferencia estaría en abierta contradicción con la ley básica del esoterismo, que el crecimiento psíquico personal acompaña paripassu el desarrollo del esfuerzo individual, y es la evidencia del mérito personal adquirido (ídem, Carta 122, p.459).

      Ejercer el libre albedrío y soportar las consecuencias karmitas de nuestras acciones es parte del dharma del hombre. Es a través de las lecciones de tales consecuencias kármicas que el hombre aprende.

     Después de este consejo de precaución, dirijámonos hacia un consejo más general, más positivo.

     En la pequeña joya escrita por Krishnamurti cuando era niño y discípulo de un Maestro, A los Pies del Maestro, se mencionan cuatro cualidades para el sendero espiritual.

   Discernimiento: entre lo real y lo ilusorio, lo recto y lo incorrecto, lo importante y lo que no lo es, lo útil y lo inútil, lo verdadero y lo falso, y lo egoísta y lo altruista.

   Carencia de deseos, por encima de todo, y tampoco deseo de progreso espiritual o de poderes espirituales.

   Ningún deseo de hablar demasiado, o inmiscuirse en los asuntos de los demás.

   Buena conducta: sobre todo, dominio del pensamiento y la acción, tolerancia, alegría, aspiración única, confianza, y finalmente y lo más importante: Amor, evitar herir a otros a través de habladurías, crueldad y supersticiones.

De todas las cualidades, el Amor es la más importante, porque si es lo suficientemente fuerte en el hombre, le obliga a adquirir las restantes, y todas las demás sin él jamás serían suficientes.

   Hay un relato de una mujer que era muy egoísta y que nunca regaló nada. Pero un día le dio una zanahoria a un mendigo. Cuando murió, esa zanahoria la condujo al cielo. Sin embargo, alguien se apegó a ella, para elevarse con ella. Esto la hizo enojar mucho y se quitó a esa persona de encima. Al hacer esto, ella perdió la zanahoria  y no pudo continuar hacia el paraíso.

      Al final de A los Pies del Maestro, las cualidades se enumeran como Voluntad, Sabiduría y Amor, los tres aspectos del Logos. Quizá sea útil un diagrama en forma de cruz. Una cruz señala en tres direcciones: hacia arriba, hacia abajo y hacia afuera. Podemos imaginar la Voluntad como intentando ascender, la Sabiduría como dirigiéndose hacia las profundidades, y el Amor yendo hacia el exterior, alrededor de nosotros, hacia nuestros semejantes los hombres y otras criaturas.

   Se relata que un sacerdote cristiano visitó a Krishnamurti en una oportunidad.  Al irse dijo que Krishnamurti le había mostrado el verdadero significado de la cruz. Es el “yo”, el ego pequeño y egoísta, crucificado. Este sería nuestro dharma esencial como seres humanos.

   En el segundo discurso del Bhagavadgitâ, Arjuna le pregunta al Señor Krishna:

¿Cuál es la marca de aquél cuya mente es estable, firme en la contemplación, oh Kesava? (v. 54)

Y la respuesta es instructiva:

 Oh Pârtha, cuando un hombre abandona todos los deseos del corazón, se satisface en el YO por el YO, entonces se lo llama de mente estable. (v.55)

Aquél cuya mente está libre de ansiedad en medio del dolor, indiferente en medio de los placeres, libre de pasión, temor e ira, a él se le llama sabio de mente estable. (v.56)

Aquél que está libre de apegos por todos lados, que no siente gusto o aversión, posee un entendimiento bien equilibrado (v.57)

Cuando, al igual que una tortuga guarda todas sus extremidades, él retrae sus sentidos de los objetos, entonces su comprensión está bien equilibrada. (v.58)

Los objetos de los sentidos, pero no el placer por ellos, se alejan del templado morador del cuerpo, e incluso el placer se aleja de él después de ver al Supremo. (v.59)

Alcanza la Paz aquél en quien todos los deseos fluyen como los ríos fluyen hacia el océano, que está lleno de agua, pero permanece inmóvil. (v. 70)

Aquél que abandona todos sus deseos, y avanza libre de anhelos y sin egoísmo, marcha hacia la Paz. (v.71)

Este es el estado ETERNO, ¡oh hijo de Parthâ!. Nadie que llegue allí quedará perplejo. Aquél que aún en la hora de su muerte se establece allí, va hacia el Nirvâna del ETERNO. (v.72)

   Este es el último y verdadero Dharma del hombre. La chispa retorna hacia la llama, o se convierte en ella. La gota de rocío regresa al brillante mar, o se convierte en él.