domingo, 22 de septiembre de 2013

Ciencia: Moderna y Oculta – I




Pablo Sender.
Microbiólogo con un doctorado en Ciencias Biológicas, argentino de nacimiento, ahora es miembro de la ST en Norteamérica. Trabaja en su Centro en Wheaton.

 En las culturas antiguas no había una clara separación entre la religión y la ciencia. La astronomía, la matemática, la arquitectura, la medicina… todas eran actividades religiosas. Aunque los antiguos no poseían instrumentos de medición con la precisión que poseen los de la ciencia moderna, poseían un vasto conocimiento científico, parte del cual todavía está siendo “redescubierto”. El pensamiento filosófico también estaba estrechamente relacionado con el conocimiento científico, y civilizaciones tales como la de los griegos, usaban la razón (en vez de experimentos) para explicar los hechos observados en la Naturaleza. Se ha demostrado que muchas de sus conclusiones científicas eran correctas.

   Fue durante la era cristiana que comenzaron los problemas entre la religión, la filosofía y la ciencia. La ciencia sólo se podía practicar bajo la supervisión del clero, y todas las conclusiones científicas se tenían que ajustar al credo cristiano. A su vez, la filosofía se usaba como un medio para justificar la creencia ortodoxa. La Inquisición se introdujo en Europa en un intento de impedir toda posibilidad de librepensamiento, y cualquiera que expresara ideas que estaban fuera de la ortodoxia era perseguido por “herético”.

   En este contexto, el nacimiento de la ciencia moderna en la Edad Media sólo pudo haber ocurrido como una rebelión contra la ortodoxia religiosa, lo que creó un profundo abismo entre la religión y la ciencia. Al comienzo, este desarrollo tuvo un efecto positivo, sacudió las bases del dogmatismo rígido y las creencias ciegas. Pero con el tiempo, la ciencia desarrolló su propia ortodoxia basada en el positivismo y el reduccionismo, y también se volvió bastante dogmática.

   Actualmente existe una gran necesidad de construir un puente entre la ciencia y la espiritualidad. ¿Es esta reunificación posible? Esto no parece factible mientras la ciencia permanezca materialista, la religión dogmática, y la filosofía dialéctica. Pero encontramos evidencia de la existencia de un conocimiento más holístico en lo que la literatura teosófica llama ciencia oculta.

   La primera parte de este artículo mostrará cómo esta ciencia oculta puede ayudar a la ciencia moderna en la investigación del aspecto físico del universo. En la segunda parte, que se publicará más adelante, exploraremos cómo la ciencia moderna, con la ayuda de su contraparte oculta, puede expandir su campo de investigación a dimensiones más espirituales, produciendo así un cambio en nuestra comprensión de la vida, de los seres humanos y del universo.

  Ciencia oculta

   ¿Qué es la ciencia oculta? ¿Es realmente una ciencia? Y ¿por qué se llama “oculta”? La Teosofía moderna sugiere que existen dimensiones no físicas en el universo que están ocultas (es decir “escondidas”) a la percepción normal. De igual modo, además de los cinco sentidos que conocemos, los seres humanos poseen sentidos no-físicos, por medio de los cuales pueden percibir este aspecto oculto del universo. Estos sentidos son la base para lo que se llama percepción extrasensorial, un tema hacia el cual la ciencia tiene una actitud ambivalente.

   La literatura teosófica afirma que la posibilidad de esta percepción no-física está latente en la mayoría de los seres humanos y que, entrenados adecuadamente, pueden usarse de modo científico. H. P. Blavatsky afirmaba que el “conocimiento oculto” que ella presentaba en sus escritos era obtenido utilizando el método científico, pero aplicado a realidades no físicas, y por lo tanto usando medios no físicos de percepción:

 El sistema en cuestión no es una fantasía de uno o varios individuos aislados. Es el registro ininterrumpido de millares de generaciones de videntes, cuyas respectivas experiencias eran puestas a prueba para comprobar y verificar las tradiciones transmitidas oralmente de una raza antigua a otra… Que durante largas edades, los “Hombres Sabios”… pasaron sus vidas aprendiendo, no enseñando. ¿Cómo lo hacían? Se contesta: comprobando, examinando y verificando en cada uno de los departamentos de la Naturaleza las antiguas tradiciones, por medio de las visiones independientes de los grandes Adeptos; esto es, de los hombres que han perfeccionado hasta el mayor grado posible sus organizaciones físicas, mentales, psíquicas y espirituales. No era aceptada la visión de ningún Adepto hasta ser confrontada y comprobada por las visiones de otros Adeptos, obtenidas de modo que se presentasen como evidencia independiente y por siglos de experiencia.[1]

 Este artículo presentará algunas enseñanzas que se encuentran en la obra de Blavatsky, La Doctrina Secreta, Una Síntesis de la Ciencia, la Religión y la Filosofía, escrita en Londres en 1888. Se concentrará solamente en algunos descubrimientos físicos y astronómicos que La Doctrina Secreta (SD) anticipó, dejando de lado otros hechos relacionados con los campos de la Biología, Antropología, Historia y Psicología, que esta obra también predijo.

 Algunas instancias del conocimiento oculto

1. El estado del universo

   La teoría cosmológica aceptada durante la época de Madame Blavatsky era la del universo estático, donde las galaxias estaban fijas en un espacio infinito. Sin embargo, ella escribió sobre un universo que se expande y se contrae alternadamente, lo que produjo gran controversia en ese momento. Una de las Stanzas presentadas en la DS dice:

 El Padre-Madre teje una tela…y esta tela es el Universo… Se ensancha cuando el soplo de fuego se extiende sobre ella; se contrae cuando el aliento (de la materia) la toca… La expansión y contracción de la Tela… expresa aquí el movimiento pulsante, porque es la rítmica contracción y expansión regular del Océano infinito.[2]

  Casi treinta años más tarde, cuando en 1917 Albert Einstein aplicó su Teoría General de la Relatividad - recientemente formulada - al universo, descubrió que debería estar expandiéndose o contrayéndose. Dado que esta idea no era aceptada en la ciencia, él agregó otro término a su ecuación (conocido como la constante cosmológica) para mantener un universo estático. Algunos años después, el astrónomo, Edwin P. Hubble, descubrió que el universo realmente se está expandiendo, porque todas las galaxias se alejan unas de otras. Einstein abandonó este término extra en favor de la fórmula de su primera, y más simple, ecuación, luego consideró el agregado de la constante cosmológica como su “mayor error”.

   Aunque la DS anticipó algunos conceptos asociados con la teoría del Big Bang unos sesenta años, en general sus enseñanzas parecen estar más a tono con el nuevo modelo de un universo cíclico, que explica algunas dificultades encontradas con la teoría del Big Bang.

 2. Naturaleza del Sol y origen de los planetas

   A finales del siglo diecinueve, el origen de los planetas de nuestro sistema se explicaba como el resultado de una colisión accidental producida por una estrella errante que habría extraído un filamento de material caliente del Sol. Este material entonces se condensó para formar los planetas. Blavatsky habló contra esta teoría y a favor del origen nebular de los planetas, que niega la pre-existencia del sol:

 La Doctrina Oculta rechaza… que los grandes planetas procedan de la masa central del Sol… La primera condensación de la materia cósmica tuvo lugar, por supuesto, en torno de un núcleo central… pero nuestro Sol, según se enseña, se separó meramente antes que todos los demás al contraerse la masa en rotación, y es, por lo tanto, su “hermano” mayor y de mayor tamaño, y no su “padre”.[3]

 Se acepta ahora universalmente que el Sol y los planetas se formaron juntos a partir de una nebulosa rotante en contracción. En una etapa en el que el material alrededor del centro (la protoestrella) está bastante frío, comienza entonces un proceso de “acreción” que finalmente forma los planetas. Esta teoría, llamada Modelo del Disco Nebular Solar, fue aceptada por la ciencia moderna algo más de cien años después de las obras de Blavatsky.

   Asimismo, a finales del siglo diecinueve, la opinión científica más aceptada sobre la naturaleza del Sol era que éste era una masa de gas encendido. Mme. Blavatsky dijo:

 La filosofía oculta niega que el Sol sea un globo en combustión, sino que lo define simplemente como… una esfera resplandeciente.[4]

  Con referencia a esto, en 1882, uno de los maestros de Blavatsky, el Mahatma KH, le escribió una carta a un inglés:

 (El Sol) contiene … menos aún de algo que sea como “gases”, materia mineral o fuego, aunque incluso nosotros, cuando tratamos de ello en vuestra civilizada lengua, nos sentimos impulsados a utilizar expresiones tales como “vapor” y “materia magnética”. El Sol no es ni un sólido, ni líquido, ni siquiera un globo gaseosa, sino una bola gigantesca de Fuerzas electro-magnéticas.[5]

  Actualmente sabemos que el Sol no arde en el sentido de una combustión común, pero sufre un proceso de fusión nuclear con una gran liberación de energía. Su constitución no es ni sólida, ni líquida ni gaseosa, sino que es un estado electromagnético de materia llamada plasma.

 3. Gravitación

   Existen muchos fenómenos en nuestro Sistema Solar que nos hacen preguntarnos cómo es que comenzó de este modo tan coordinado. Los planetas giran alrededor del Sol de modo uniforme. Sus órbitas son apenas elípticas y casi en el mismo plano, mientras que sus velocidades orbitales varían como el inverso de la raíz cuadrada de su distancia al Sol. Hace un siglo, el movimiento de los planetas se explicaba sobre la base de la Ley de Gravitación de Newton, algo que Blavatsky negó. Ciertamente ella fue más allá al afirmar que la gravedad ni siquiera era un fenómeno real. Ella escribió:

 Que semejante magnetismo existe en la Naturaleza es tan cierto como que no existe la gravitación; al menos no en la forma que la enseña la Ciencia.[6]

  En el enunciado de la Ley de la Gravedad de Newton nada se dice sobre su causa. El concepto aceptado en el siglo diecinueve era que la gravedad era una propiedad inherente de la materia. Blavatsky escribió:

 Los Astrónomos ven en la gravitación una cómoda solución para muchas cosas, y una fuerza universal que les permite calcular movimientos planetarios, y se preocupan poco de la Causa de la Atracción. Llaman ellos a la Gravedad una ley, una causa en sí misma. Nosotros llamamos a las fuerzas que obran bajo ese nombre efectos, y además efectos muy secundarios.[7]

 Algunas décadas después de la publicación de la DS, Einstein revisó la teoría de la gravedad de Newton y postuló que la gravedad no es una propiedad de la materia misma, y reinterpretó este fenómeno físico como debido a la distorsión del continuum espacio-tiempo. Además, la fuerza de la gravedad es la única de las cuatro fuerzas fundamentales de la física que no puede ser formulada desde el punto de vista de la Mecánica Quántica. No se puede encontrar el postulado “gravitón”. Todo esto admite la crítica de Blavatsky sobre un tema que fue incuestionable durante muchos años.

 4. La naturaleza del átomo y la fuerza

   Cuando se publicó la DS , la ciencia materialista estaba en su apogeo. Su filosofía se basaba en la opinión de que el bloque estructural fundamental del universo era una partícula hipotética llamada “átomo” (del griego atomos: a- “no” + tomos “divisiones”) que era la unidad de materia más pequeña posible. Por lo tanto, los átomos eran considerados como pequeñas bolas compactas de un elemento dado, indivisible e impenetrable. Blavatsky se opuso terminantemente a esta opinión, y dijo que la Ciencia Oculta apoyaba la doctrina de la divisibilidad infinita del así llamado “átomo”. Como ella lo explicó:

 El átomo es elástico, ergo, el átomo es divisible, y debe estar compuesto de partículas o de sub-átomos. ¿Y estos sub-átomos? Son elásticos también, en cuyo caso están igualmente sujetos a la divisibilidad. Y así ad infinitum. Pero la divisibilidad infinita de los átomos resuelve a la Materia en simples centros de fuerza, esto es, excluye la posibilidad de concebir a la Materia como una substancia objetiva.[8]

  Actualmente sabemos que los átomos están compuestos de partículas sub-atómicas que, a su vez, también son divisibles. Realmente en la física quántica, las partículas ni siquiera son consideradas como pequeños trozos objetivos de materia sino como “excitaciones de campos quánticos”, una definición que no está lejos de los “centros de fuerza” de Blavatsky en la cita anterior.

   El otro concepto expuesto por Blavatsky era que, a pesar de la aparente estabilidad de la materia, sus átomos están en constante movimiento:

 El Ocultismo dice que en todos los casos en que la Materia parece inerte, es precisamente cuando es más activa. Un bloque de madera o de piedra está inmóvil y es impenetrable para todos los objetos y propósitos. No obstante, y de facto, sus partículas se hallan en un estado de vibración incesante y eterno, esta vibración es tan rápida que para el ojo físico el cuerpo parece carecer en absoluto de movimiento… Pero para la Ciencia física esto será un absurdo.[9]

 Ciertamente, Blavatsky sabía que había energía “oculta” en el átomo. Ella usó la palabra “energía atómica” un par de veces:

 De todos modos el Ocultismo es lo suficientemente audaz para sostener que los fluidos eléctricos o magnéticos (los dos son realmente idénticos) se deben en su esencia y origen a ese mismo movimiento molecular, ahora transformado en energía atómica…[10]

 Blavatsky no se refería aquí a energía nuclear. Ella llamaba a los átomos de los físicos “moléculas” porque eran divisibles. El “movimiento molecular”, que ella afirmaba que era el origen de la electricidad, era obviamente el movimiento del electrón, una fuente de energía en el así llamado “átomo”. Pero los electrones y otras partículas sub-atómicas eran desconocidas en esa época, y la naturaleza de fuerzas tales como la luz, el magnetismo, la electricidad, etc., no se comprendía. La Sra. Blavatsky dijo que lo que nosotros llamamos fuerzas son entes “materiales”, aunque de una naturaleza más sutil:

 Pero ¿qué es en realidad la Materia? Hemos visto que es apenas posible llamar a la electricidad una fuerza, y sin embargo se nos prohíbe denominarla materia ¡bajo pena de ser considerados no científicos![11]

 De ningún modo es no científico hablar de la sustancialidad de las llamadas fuerzas. Sujeta a algún nombre específico futuro, esta Fuerza es una Substancia de alguna clase, ¡no puede ser otra cosa![12]

 (Pero) las Ciencias Ocultas no consideran la electricidad, o cualquier otra de las fuerzas…como Materia en ninguno de los estados conocidos por la ciencia física; más claro: ninguna de esas llamadas fuerzas es un sólido, un gas o un fluido.[13]

 Fue sólo a finales del siglo diecinueve y comienzos del veinte que la Ciencia descubrió que fenómenos tales como la luz, el calor, la afinidad química, la electricidad, etc., eran mediados por partículas sub-atómicas tales como electrones, fotones, etc. Pero aceptar la sustancialidad de las fuerzas y la energía dentro del átomo, hizo que el límite entre la materia y la energía se tornara extremadamente difuso, algo que el paradigma materialista del siglo diecinueve no estaba listo a aceptar. Este paradigma finalmente finalizó con Einstein quien, en 1905, demostró la equivalencia entre la materia y la energía. Actualmente, sabemos que la materia es sólo “energía condensada” y que la energía es mediada por partículas sub-atómicas. Este descubrimiento fue predicho por uno de los Maestros Adeptos de Blavatsky cuando escribió lo siguiente:

 (La fuerza es incapaz de) existir per se…independiente de la materia o de alguna otra manera que no sea a través de la materia; en otras palabras, la fuerza es…sólo materia en uno de sus estados más elevados.[14]

 En un siglo de descubrimientos, la física moderna se ha acercado bastante al punto de vista teosófico de la materia (física) y la energía. Incluso recientemente, con la evidencia sobre la existencia del Higgs Boson (la llamada “partícula de dios”), el concepto teosófico del éter ¡pueda volver a la consciencia científica!

 ¿El futuro de la ciencia?

   La ciencia moderna se limita a los hechos que son medibles dentro del reino de lo físico. La Sra. Blavatsky sostuvo que sólo cuando la ciencia se mueva más allá de estos límites será capaz de alcanzar una visión holística:

 El hacer de la Ciencia un todo integral necesita, verdaderamente, el estudio de la naturaleza espiritual y psíquica, tanto como de la física.[15]

 Pero surge la pregunta, ¿es de algún modo posible traer dentro del campo de la ciencia aquello que está más allá del reino físico? La Teosofía dice que sí lo es. Al igual que todo ser humano puede verificar los postulados de la ciencia actual si se somete a un adecuado entrenamiento científico, la Ciencia Oculta también afirma que todas sus enseñanzas pueden corroborarse, cuando uno está adecuadamente entrenado.

   Ejemplos de esto son los ingleses Dra. Annie Besant y C. W. Leadbeater, dos teósofos conocidos que se sometieron a un entrenamiento oculto, desarrollaron la clarividencia, y dieron algunos pasos pioneros en esta dirección a finales del siglo diecinueve.

   En 1895, comenzaron a investigar la naturaleza de los átomos por medios extrasensoriales, y publicaron sus descubrimientos en varios artículos de esta revista. Las observaciones que reunieron se publicaron en forma de libro en 1908, bajo el título de Química Oculta: Investigaciones por ampliación clarividente en la estructura de los átomos de la Tabla Periódica y algunos compuestos. Ellos continuaron su investigación en este campo de forma intermitente hasta 1933, se publicaron dos ediciones más de Química Oculta.

   Durante su investigación, pudieron observar el núcleo de diferentes átomos y vieron que estaba formado por diferentes partículas sub-atómicas, antes que los científicos descubrieran del protón (que se informó en 1919) y el neutrón (descubierto en 1932). Al contar la cantidad de partículas sub-atómicas descubrieron cinco átomos previamente desconocidos (protactinium, technetium, francium, astatine y promethium) que finalmente fueron individualizados por la ciencia moderna entre las décadas de 1920 a 1940. Ellos también notaron algunas variaciones desconocidas en los átomos de neón, argón, cryptón, xenón y platino.[16]

   En 1913, cinco años después de la primera publicación de Química Oculta, la existencia de estas variaciones en los átomos (llamadas “isótopos”) fue demostrada por el Profesor Francis W. Aston, quien posteriormente fue galardonado con el Premio Nobel de Química por esto.

   Es interesante notar que el Profesor Aston conocía las investigaciones que Besant y Leadbeater llevaron a cabo, e incluso admitió haber usado uno de los nombres que ellos eligieron para uno de los isótopos. En nota de pie de página en el artículo científico que anunciaba su descubrimiento a la reunión anual de la Asociación Británica, él expresó:

 Por métodos completamente teosóficos incomprensibles para meros estudiantes de física (Besant y Leadbeater) afirmaron haber determinado el peso atómico de todos los elementos conocidos, y varios desconocidos, en esa época. Entre los últimos, hay uno al que ellos le asignan un peso atómico de 22.33 (H=1) y que ellos llamaron “Meta Neón”. Como este nombre parece adecuarse tanto como cualquier otro a lo poco que conocemos de las propiedades de este nuevo gas, lo he usado en este artículo.[17]

   En 1943, C. Jinarâjadâsa que ayudó a Besant y Leadbeater en su investigación, contactó al Profesor Aston en la Universidad de Cambridge, pero él le respondió que no estaba interesado en la Teosofía. Este es un ejemplo de la fuerte renuencia que la comunidad científica muestra de considerar medios de investigación no físicos.

   Estos no fueron sus únicos descubrimientos, ni los más importantes. Según el físico teórico Stephen M. Phillips, PhD, sus descubrimientos concuerdan generalmente con la Teoría de Supercuerdas que la ciencia moderna desarrolló en la década de 1980.[18]

   De modo que ¿cómo podría la ciencia moderna y su contraparte oculta trabajar juntas? Es claro que la ciencia no puede considerar los descubrimientos clarividentes como pruebas de nada, hasta que se desarrollen medios físicos para medir estos descubrimientos. Sin embargo, los descubrimientos de la Ciencia Oculta podrían tomarse como hipótesis teóricas para promover más investigaciones. Después de todo, esto es común en el campo de la física. Muchas de las predicciones teóricas en la Teoría de la Relatividad de Einstein permanecieron sin ser probadas durante años, hasta que los métodos para probarlas se desarrollaron. Y lo mismo está ocurriendo actualmente con muchos hechos postulados en los modelos actuales de la Física Quántica, que nuestra tecnología todavía es incapaz de medir. El Bosón de Higgs fue propuesto por el Profesor Peter Higgs en 1964 y sólo este año los científicos están en posición de probar si existe o no, usando el LHC, un gigantesco acelerador de partículas en CERN, cerca de Ginebra, Suiza.

   El mismo Dr. Phillips es un ejemplo vivo de cómo esta cooperación puede funcionar. En su primera interpretación de los descubrimientos publicados en Química Oculta, él postuló que Besant y Leadbeater observaron las partículas fundamentales de la materia a un nivel de los sub-quarks. Tomando estas observaciones como base, él desarrolló un modelo matemático que predijo la existencia de “sub-quarks” que él llamó “omegón” y describió las características que esta nueva partícula debería tener.[19]

   Si sus predicciones científicas resultan correctas o no es de importancia secundaria, porque en ciencia existen muchos modelos construidos sobre la interpretación de datos sólidos que luego resultan erróneos. Pero esto sirve como ejemplo de cómo las habilidades psíquicas cuando están bien entrenadas, pueden ser útiles para investigar en el campo científico.