domingo, 18 de agosto de 2013

La Sabiduría de Patañjali y Krishnamurti






RAVI RAVINDRA

Profesor Emérito de la Universidad Dalhousie, Canadá.

Es autor de varios libros, incluyendo La Sabiduría de los Yoga Sutras de Patañjali



   Al leer los Yoga-sutras, he sido influido por muchos textos sagrados, especialmente el Bhagavadgitâ y los evangelios, tanto canónigos, como los que están fuera del canon. Hay dos sabios que han sido fuente de gran inspiración y claridad para mí. Ellos son Madame Jeanne de Salzmann (responsable de la enseñanza de Gurdjieff después de su muerte) y J. Krishnamurti. Sus enseñanzas han sido un recordatorio constante de la existencia de niveles más elevados del ser y la posibilidad de conectarnos con ellos.

   Todos los grandes maestros son originales, no necesariamente novedosos. Son originales en el verdadero sentido de la palabra, están cerca de los orígenes. Cada uno de ellos expresa la verdad a su propio modo, bastante particular. Krishnamurti habló de una inteligencia más allá del pensamiento. Insistía en que tenemos que ir más allá del conocimiento. Aunque generalmente pensamos respecto al conocimiento como que es algo bueno, Krishnamurti enfatizó que el pensamiento es fuente de todo problema, no el origen de la solución. Y Patañjali mantenía que los movimientos de la mente, incluyendo todo conocimiento correcto, son la fuente de todo problema. Existe mucho en común entre Patañjali y Krishnamurti, pero cada uno expresó sus percepciones de modo único.



Sutra I.2 Yoga es establecer la mente (chitta) en la calma.



   La traducción literal de este sutra, “Yoga es la inhibición de los movimientos (vrtti-s) de la mente”, se refiere al proceso del yoga para alcanzar el propósito de ‘establecer la mente en calma’. La hábil mente del yogui tiene la cualidad del silencio profundo. Krishnamurti encarnó esta quietud de la mente. En una ocasión le pregunté: “¿Cuál es la naturaleza de su mente, Krishnaji? ¿Qué ve cuando mira a ese árbol?” Permaneció en silencio un momento y luego dijo: “Mi mente es como el estanque de un molino. Cualquier perturbación que se crea en él, desaparece pronto, dejándolo sereno como estaba.” Luego, como leyendo lo que iba a preguntar, agregó con una pícara sonrisa: “Y su mente, señor, ¡es como un molino!

   Los sabios han dicho que cuando la mente está en silencio, sin distracciones, está presente el estado original de inteligencia o de conciencia, muy lejos de la capacidad de pensar de la mente. Esa inteligencia está más preparada a dirigir la percepción que a pensar o razonar. Hay una advertencia de Krishnamurti: “¡No piense, observe!” Nos llama a una percepción de la inteligencia más allá del pensamiento. Bien podemos decir que el Yoga tiene como propósito el cultivo de ver directamente sin imaginar. El yoga conduce a la gnosis, un conocimiento que es bastante diferente del conocimiento racional. Por cierto, Patañjali prefiere llamar al Conocedor Real, el Vidente.



Sutra I.3 Entonces el vidente queda establecido en su naturaleza esencial.



Sutra I.4 En otros estados se identifica el Vidente con las modificaciones de la mente (vrtti-s).



   La naturaleza esencial, o la verdadera forma del Vidente, o la propia forma del Vidente es Purusha, el Ser Trascendente. Purusha es la atención firme sin distracciones, Energía Consciente o Pura Conciencia. Cuando se eliminan las distracciones, el Vidente mora en su propia y verdadera naturaleza. El verdadero Vidente es Purusha quien conoce por medio de la mente. El propósito del Yoga es refinar la mente, de modo que pueda servir como un instrumento adecuado a Purusha. Cuando el pensamiento entra, la mente trae sus expectativas y sus proyecciones, entonces no podemos ver la realidad como es.

   En una ocasión, le pregunté a Krishnamurti qué pensaba de algo que habíamos estado mirando. Él dijo: “Señor, K. (así es como él se refería a sí mismo) no piensa en modo alguno, sólo observa.”

   En la tradición Inda, el énfasis siempre ha sido en ver, pero es una percepción más allá de los órganos de los sentidos, una iluminación más allá del pensamiento, una percepción de la presencia. El verdadero conocedor no es la mente, aunque la mente pueda ser un instrumento adecuado de conocimiento. La mente necesita liberarse de las distracciones que la ocupan e impiden una verdadera visión. Los Yoga-sutra-s enfatizan la necesidad de calmar la mente para que pueda haber cada vez más unión con la clara visión de Purusha. Sólo una mente calma puede ser el lugar donde more Purusha en su propia y verdadera forma. Existe una cualidad de atención y de ver, que produce en nosotros una acción que permite que se produzca naturalmente un cambio total de modo, desde el interior.

   Patañjali comienza con la idea de que la atención es el principal interés del Yoga. De lo contrario el vidente, que está sobre la mente, no se identifica con el instrumento de ver. Una firme atención es el primer requisito para permitir que lo Real se nos revele. Lo Real está siempre revelándose a sí mismo en todas partes, pero en nuestro estado no transformado no percibimos esta revelación. Todos los sabios de la humanidad están de acuerdo al decir que existe un nivel de realidad que impregna todo el espacio, en lo interno y en lo externo, que no está sujeto al tiempo. Los sabios lo llaman con diferentes nombres tales como: Dios, Brahman, Purusha, el Espíritu Santo, Allah. Sin embargo, en general no estamos en contacto con este nivel porque estamos distraídos por lo irreal, lo personal y lo transitorio.

   Una vez le pregunté a Krishnamurti sobre la naturaleza de esta atención, lo que él llamaba atención total. Le dije: “Lo que veo en mí es que esa atención fluctúa.” Él dijo con énfasis: “Lo que fluctúa no es la atención. Sólo la inatención fluctúa.” Podemos ver por este breve diálogo que para Krishnamurti, la atención es la base, como Purusha, y no fluctúa. Mi pregunta quería decir que la atención puede distraerse y fluctuar, claramente una mala identificación del Vidente con la mente distraída.

   Los Sutras II.1 y II.32 enfatizan la importancia de svâdhyâya que es el estudio de sí mismo, la búsqueda de sí mismo, el auto-conocimiento y la auto-conciencia. Svâdhyâya es uno de los niyama-s y es parte de la Kriya Yoga en los Yoga-sutra-s. La búsqueda de sí mismo se enfatiza en todas las tradiciones indas, pero gradualmente svâdhyâya ha cambiado su significado refiriéndose al estudio de las escrituras sagradas. Sin embargo, no tendría ningún sentido leer la literatura sagrada si no nos ayudara a lograr una auto-conciencia cada vez más clara. Krishnamurti enfatizó que lo más importante era estudiar nuestro propio libro en nuestra propia vida. No estaba interesado en modo alguno en recomendar un estudio de lo que los sabios habían dicho.

   La búsqueda de sí mismo es el corazón del yoga de Krishnamurti. Él afirmó:



Sin auto-conocimiento, la experiencia produce ilusión; con auto-conocimiento la experiencia, que es la respuesta al desafío, no deja un residuo acumulativo como la memoria. El auto-conocimiento es el descubrimiento de instante en instante de los modos del yo, sus intenciones y búsquedas, sus pensamientos y deseos… Cuando no nos conocemos a nosotros mismos, lo eterno se vuelve una mera palabra, un símbolo, una especulación, un dogma, una creencia, una ilusión, al que la mente le escapa. Pero si uno empieza a comprender el ‘yo’ en todas sus diferentes actividades día tras día, entonces en esa misma comprensión, sin ningún esfuerzo, surge lo innombrable, lo eterno. Pero lo eterno no es una recompensa para el auto-conocimiento. Lo eterno no se puede buscar, la mente no lo puede adquirir. Aparece cuando la mente está quieta, y la mente sólo puede estar calma cuando es simple, cuando no acumula, no condena, no juzga, ni pesa. Es sólo la mente simple la que puede comprender lo real, no la mente que está llena de palabras, conocimiento, información. La mente que analiza, calcula, no es una mente simple. (The Book of Life- El Libro de la Vida)



La Sabiduría llega cuando existe la madurez del auto-conocimiento. Sin conocernos a nosotros mismos, el orden no es posible, y por lo tanto no existe la virtud… Lo importante no es cómo reconocer a quien está liberado, sino cómo comprendernos a nosotros mismos. Ninguna autoridad ahora o de aquí en adelante puede darles el conocimiento de sí mismos, sin auto-conocimiento no existe la liberación de la ignorancia, del sufrimiento. (The Book of Life - El Libro de la Vida)



Sutra II.9 Abhinivesa es la tendencia automática de continuidad, abruma incluso a los sabios.



   Aunque abhinivesa a veces se la traduce como el ‘deseo de vivir’, es más apropiado el ‘deseo de continuar’, o el ‘deseo de conservar el status quo’. Abhinivesa es, lo que técnicamente se denomina ‘inercia’ en física, como la Primera Ley del Movimiento de Newton (también llamada la Ley de Inercia) según la cual un cuerpo continúa en un estado de reposo o de movimiento en una línea recta a menos que se vea afectada por una fuerza externa. Abhinivesa es el deseo de continuidad de cualquier estado y de cualquier situación, porque se lo conoce. Le tememos a lo desconocido y por lo tanto le tememos al cambio que puede conducir a lo desconocido. Por cierto, este temor es a discontinuar lo conocido, simplemente porque lo desconocido, si realmente es desconocido, no puede producir temor o placer. Liberarse de abhinivesa, del deseo de continuar con lo conocido, es morir al yo o un morir al mundo, al que hacen referencia tantas tradiciones. A menudo los sabios han dicho que sólo cuando estamos dispuestos y podemos morir a nuestro viejo yo, podemos nacer a una nueva visión en una vida nueva. Un profundo proverbio de un antiguo maestro Sufi, repetido en diferentes literaturas sagradas afirma: “Si mueres antes de morir, entonces no mueres al morir.”

   Durante una conversación sobre la vida después de la muerte, Krishnamurti dijo: “La pregunta real es ‘¿Puedo morir mientras estoy vivo? ¿Puedo morir a todos mis apegos: materiales, psicológicos, religiosos?’ Si pueden morir a todo eso, entonces descubrirán qué hay allí después de la muerte. O no hay nada, absolutamente nada. O hay algo. Pero no lo pueden descubrir a menos que realmente mueran mientras viven.”

   Morir a diario es una práctica espiritual, como reconquistar una especie de ignorancia similar a la apertura y la humildad. Es un desconocer activo que no se logra pero que se necesita reconquistar una y otra vez. Toda meditación seria es una práctica de morir al yo ordinario.



Lo que tiene continuidad nunca se puede renovar a sí mismo. Mientras el pensamiento continúe por medio de la memoria, del deseo, de la experiencia, nunca se podrá renovar a sí mismo; por lo tanto, lo que continúa no puede conocer lo real. (The Book of Life-El Libro de la Vida)



Sutra III.3 Samâdhi es el estado en el que el yo no existe, cuando sólo hay conciencia del objeto de meditación.



   Samâdhi es un estado en el que el ‘yo’ no existe como separado del objeto de atención. Es un estado de auto-negación, el estado al que se hace referencia en el Budismo como akinchana, un estado de libertad de uno mismo o una libertad del egoísmo. No existe el observador separado de lo observado, ni un sujeto separado del objeto. Sólo el conocimiento obtenido en tales estados de conciencia se puede llamar ‘objetivo’ en el verdadero sentido de la palabra, de lo contrario es más o menos subjetivo. Incluso el conocimiento científico que se ha considerado como objetivo porque es inter-subjetivo, susceptible de verificación por investigadores competentes en todas partes, no es objetivo en el sentido de ser completamente libre de subjetividad.

   En samâdhi el ver es sin subjetividad. La atención en el estado de samâdhi es atención libre, libre de toda limitación y de toda función. La atención en este estado no está condicionada por ningún objeto, ni siquiera los más sutiles, como las ideas y los sentimientos. Las tres etapas de la meditación: dyâna, dhârana, samâdhi, son como las de un guerrero, del amante y el amado, en el movimiento del ego al Yo. La etapa de samâdhi es la de ser el amado. Luego Purusha, la Energía Consciente y el Ser Trascendente, es el iniciador único; todos los elementos de Prakrti en un ser humano, cuerpo, mente, sentimientos, están completamente relajados y receptivos. En este contexto son oportunas algunas sugestivas afirmaciones de Krishnamurti:



Debemos dejar de lado todas estas cosas y llegar al tema central, cómo disolver el ‘yo’ que está condicionado por el tiempo, en el que no hay amor ni compasión.

 Cuando hay amor, el yo no existe.

 Ser absolutamente nada es estar más allá de toda medida.



Sutra III.4 Atención total (samyama) es cuando dhârana, dhyâna y samâdhi se unen.



   Samyama, la atención total se logra cuando las tres formas de atención, dhârana, dhyâna y samâdhi se practican a la vez. Esto se parece bastante a la ‘atención total’ a la que Krishnamurti se refiere. En este estado emerge el esplendor de la percepción interna, y la persona ve la realidad, la cosa en sí misma (‘Ding an Sich’ de Immanuel Kant), donde sea que se dirija la atención de samyama.



Sutra III.12 Ekâgratâ parinâma, la transformación Uni-dirigida es la etapa de transformación en la que la actividad y el silencio están igualmente equilibrados en la mente.



   Los sabios que han sufrido este tipo de transformación total tienen una cualidad de mente diferente. Parecía obvio en el caso de Krishnamurti. Me sorprendía la naturaleza especial y la cualidad de la mente de Krishnamurti, por lo tanto a menudo le preguntaba sobre las características de su mente. Frecuentemente hablaba sobre la mente religiosa y su inocencia, frescura y vulnerabilidad. A menudo sugería que él era igual que cualquier otra persona y que no era especial. Pero nunca estuve convencido de esto.

   En una ocasión, cuando insistí en preguntarle sobre la naturaleza de su mente extraordinaria, él dijo: “Señor, ¿piensa usted que el orador es un fenómeno? Fenómeno o no, ciertamente era extraordinario y fuera de lo común. Como ya lo mencioné, su mente era como el estanque de un molino; cualquier perturbación que se producía en él debido a un estímulo externo, pronto desaparecía, quedando como antes. Patañjali nos dice que toda la diferencia que existe entre una persona ordinaria y un yogui consumado es la cualidad y profundidad del silencio de la mente y cuán pronto este silencio regresa después que recibe una impresión externa.

   Krishnamurti dijo una vez durante una conversación conmigo que la inteligencia más allá del pensamiento está justo allí, como el aire, y no necesita que la disciplina o el esfuerzo la cree. “Todo lo que debemos hacer es abrir la ventana”. Considero que la mayoría de las ventanas se pintan cerradas y entonces necesitan que las limpien antes de abrirlas, y pregunté: “¿Cómo se limpian?” Él no quiso seguir esta línea de investigación y cerró el tema diciendo: “Usted es demasiado inteligente por su propio bien.”

   Patañjali ofrece ayuda práctica para preparar la mente-cuerpo de modo que la ventana de nuestra conciencia se pueda abrir. Purusha está justo allí, no necesita ser creado, no puede ser creado; sin embargo, una purificación de los instrumentos de percepción en Prakrti le permite a Purusha revelarse. En la práctica, era igualmente verdadero para Krishnamurti, con su gran énfasis en la sensibilidad del cuerpo, la receptividad emocional y la libertad del pensamiento, que conducen a la serenidad de la mente. En su propia vida practicó yoga y se dedicó a los cánticos y la meditación, y en general llevó una vida disciplinada en completa armonía con todos los yama-s y niyana-s mencionados por Patañjali en los sutra-s II.30 y II.32. Pero en general, él no quería darle una receta a nadie. Él enfatizó mucho que no podemos ascender a la Verdad, pero la Verdad puede descender a nosotros.

   Hace muchos años, yo había escrito un artículo titulado ‘Carta a J. Krishnamurti’ a invitación de los editores de Un Periódico de Nuestro Tiempo. Intenté decir dónde yacen mis propias dificultades al tratar de comprender lo que él había estado diciendo durante tantos años. Este pequeño artículo terminaba del modo siguiente: “Estoy en problemas porque no se cómo reconciliar el llamado que oigo de vuestra lejana orilla con las realidades en las que me encuentro. Es claro que no se puede construir un puente desde aquí hasta Allí. ¿Pero se puede construir desde Allí hasta aquí?” Unos dos años después que el artículo se había publicado, tuve la ocasión de pasar cierto tiempo con Krishnamurti, en Ojai en California, el lugar en el que se encontraba como en su casa. Tuvimos una conversación larga e intensa en la tarde, y nos íbamos a reunir nuevamente en el desayuno a la mañana siguiente. Le pedí que leyera mi pequeño artículo y que me respondiera cuando nos viéramos en la mañana. Estaba ansioso de saber qué diría. Dijo que le gustó la última oración, y agregó: “Se puede construir un puente desde Allí hasta aquí.” No dijo mucho más, excepto insinuar que eso era sobre lo que él había estado hablando todos esos años.

   Todas las verdaderas enseñanzas ofrecen puentes desde Allí, donde están la Verdad y la Libertad, hasta aquí, donde estamos nosotros. El Rg-Veda describe los reinos más sutiles y elevados como los de satyam, rtam y brhat (Verdad, Orden e Inmensidad); o satyam, rtam y jyoti (Luz); o satyam, rtam y amrtam (Vida Eterna). Para Patañjali, el estado más sutil es el de Kaivalya, libertad sin medida, la Soledad del poder ver. En este estado el Purusha puro ilimitado permanece establecido por siempre en su propia naturaleza absoluta (sutra IV.34). Para Krishnamurti, Allí se encuentra el reino de la Verdad, la Belleza y el Amor; y aquí está el ámbito del pensamiento, del tiempo y del sufrimiento. La búsqueda de sí mismo, sin el yo, es lo que puede revelarnos que el Eterno no está fuera del tiempo o de la vida, sino que se puede percibir dentro del tiempo  y  en la vida diaria.