sábado, 1 de junio de 2013

“VIDA LIMPIA…”


Joy Mills

                   La tendencia a repetir ciertas palabras o frases familiares sin considerar la profundidad de significado o significancia interna que pueden poseer se nota más respecto a aforismos bien conocidos. Mientras más familiarizados estemos con un pasaje de una escritura o un poema o líneas escritas por un gran líder, más tendemos a usar las palabras sin pensar en su contenido. Podemos tomar las famosas líneas de H.P.Blavatsky que han sido llamadas ‘La Escala de Oro’, como un ejemplo. Consideremos, respecto a esta, solo el primer peldaño, ‘vida limpia…’
                   Si estamos repitiendo la ‘Escala de Oro’ en voz alta, ya sea en grupo o solos, tendemos a  apurarnos pasado este primer peldaño a los otros que vienen después en la secuencia y pueden parecer más estimulantes o al menos más desafiadores. Muy obviamente, como estudiantes de Teosofía, sentimos que estamos viviendo lo que se llama una vida limpia, pero cuando llegamos, por ejemplo, a ‘valeroso ánimo para soportar las injusticias personales’, entonces comenzamos a sentir una estimulación interna. Estas palabras suenan muy heroicas; nos visualizamos en situaciones desesperadas, injustamente acusados de toda clase de cosas, y nos vemos soportando las condiciones con tremendo valor. O, por tomar otro ejemplo, decimos, ‘valiente declaración de principios’, y nos  figuramos en un escenario exponiendo la filosofía teosófica en medio de rechiflas poniéndonos en ridículo y gritos insultándonos, mientras valientemente continuamos declarando los principios que sabemos que son los correctos. Aún la bella frase ‘percepción espiritual sin velos’ parece mucho más significativa que ‘vida limpia’.
                    Así tendemos a  pasar por alto el primer peldaño, pero si examinamos un poco el asunto, puede que descubramos que el primer peldaño puede ser el más importante y quizás aún el más elevado que ascender. Si puedo usar una analogía, recuerdo mi asombro cuando vi por primera vez las escalas construidas por los Incas en lugares tales como Machu Pichu en Perú; me pareció que el primer escalón estaba mucho más alto respecto a la tierra que los que le seguían respecto de cada otro. Era como si escalando el primer peldaño, los otros, aunque empinados, fueran más fáciles de ascender. Esta verdaderamente puede ser una analogía muy adecuada, porque si consideramos la profundidad de significado en este mismo primer peldaño de la Escala de Oro, podemos ver que proporciona una base firme sobre la que debe descansar el resto de los escalones.
                 Nos ha dicho Platón que Sócrates enfatizaba que la vida no examinada no merece vivirse. La vida examinada debe significar que miramos todo aspecto en nuestras vidas para determinar si nos estamos moviendo en la dirección que nos hemos  puesto. ¿Estamos, en otras palabras, escalando la Escala de Oro que conduce al “Templo de la Sabiduría Divina”, que es el logro de la plena Auto-Realización? Para cambiar el símil , podemos decir que nos hemos embarcado en una clase de viaje por el mar, la meta del cual es un puerto de iluminación; no podemos navegar sin referencia a una brújula interna, y debemos, una y otra vez, ser fieles a nuestro curso de acuerdo con esta brújula. El Sr. N. Sri Ram en su obra Aproximación a la Realidad formuló el asunto en estas palabras: ‘Las preguntas vitales que hacernos en cada situación son: ¿ Cuál debería ser la naturaleza de nuestra aproximación a ella; cuál es la naturaleza de nuestros pensamientos y sentimientos  en ese respecto; qué acciones deberemos realizar? En la multitud de circunstancias que nos rodean por todos lados, ¿cuál es la dirección del verdadero progreso?’ Si nos hacemos estas preguntas, si chequeamos la brújula para estar seguros de nuestra dirección, encontraremos que estamos llevando una vida examinada.
                       La vida examinada, entonces, es el primer requisito para una vida limpia; verdaderamente, la vida examinada es una vida limpia, porque es una vida que es ordenada, una vida  despojada de todo lo no-esencial, una vida en la cual estamos dispuestos a examinarnos y a volver a situar nuestra dirección, si es necesario, de acuerdo con esta brújula interior cuyo norte siempre apunta a la meta que buscamos. Una vida limpia, en otras palabras, es mucho más que solo darse un baño cada día, aunque la limpieza física es ciertamente esencial porque debemos cuidar a atender la condición del instrumento que usamos en el mundo de la acción. El físico tiene su propia importancia, y si está  obstruido con impurezas puede  difícilmente servirnos tan eficiente o efectivamente.  Han dicho algunas veces aquellos que defienden los hábitos de los comedores de carne o fumadores o de los que toman un aperitivo ocasional antes de comida que, después de todo, es mucho más importante lo que sale de la boca de un hombre que lo que entra. Tal argumento parece tener una cierta credibilidad cuando uno considera a tanta gente  destacada en el mundo, buenas personas, personas excelentes que consienten en tales hábitos; quizás el argumento es aún fortalecido por el hecho que a menudo encontramos vegetarianos y abstemios comprometidos en los chismes más increíbles, en el esparcimiento de rumores, etc. Debería ser obvio que una vida limpia debiera incluir tanto lo que entra como lo que sale de la boca, porque el significado básico de “limpio” es carecer de impurezas, de manchas, de tintes, no tener obstrucciones. También significa puro y ordenado, de modo que un cuerpo físico a quien se le da un adecuado derecho, se atiende de una manera ordenada, por así decir, está implicado en la frase ‘vida limpia’, en cuanto se aplique al plano físico.
                         Una vida limpia, entonces, comienza en el físico; en suma al cuidado del vehículo, la limpieza, debe abarcar nuestras acciones, nuestras palabras y nuestros gestos. Estos también deben carecer de impurezas apegadas a ellas, lo que significa que no deben estar teñidos por algún pensamiento egoísta, un motivo de engrandecimiento propio, algún sentimiento de venganza o celos, etc. La acción, como el Bhagavadgita tan bellamente nos recuerda, debe ser efectuada sin pensar en su  fruto; debe ser pura, lo que es decir, limpia, inosbtruida, sin manchas de deseo de recompensa o alabanza. ¿Pueden nuestras acciones , en otras palabras, fluir directamente desde este centro interno del Yo Inmortal, de modo que no estén de ningún modo obscurecidas por el interés personal, teñidas o contaminadas por el deseo personal? ¿Pueden nuestras palabras tener  un resplandor de compasión amorosa porque están limpias de toda intención  perjudicial?
                          Entonces, así como bañamos el cuerpo físico cada día, poniéndole ropa limpia, así en la vida examinada, la vida limpia, debemos aprender a bañar los vehículos emocional y mental y en estos niveles también poner   los limpios atavíos de los correctos sentimientos y correctos pensamientos. La meditación y el estudio proporcionan, en efecto, los baños emocional y mental requeridos para la vida limpia. La meditación especialmente  nos sumerge en la luz del Yo Inmortal, nos baña en el resplandor del Uno, removiendo las impurezas que resultan de nuestro olvido de nuestra Fuente. ¿Qué implica tal baño interno? Debe significar que puede haber una frescura en todo lo que pensamos y sentimos, un cierto flujo interno inobstruido que satura el día, porque las aguas de la vida dentro de nosotros no están estancadas ni contaminadas. Nuestras vidas se mueven desde una fuente interna que es siempre fresca y clara, un manantial interno que se está renovando constantemente y no alojamos obstrucciones para el flujo de la misma vida. Hay una naturalidad, una espontaneidad, una alegría, acerca de nuestras vidas; pensamiento, sentimiento y acción están en armonioso acuerdo. Una mente limpia es una mente ordenada, una mente que no está en un estado de confusión ni contaminada por ideas, opiniones o creencias extrañas. Una mente tal es capaz de ordenas a la vez cualquier cosa que se le presente a través del día, y de mirar todas las cosas de una manera fresca y clara. Los sentimientos limpios son sentimientos que surgen espontáneamente de  las fuentes internas de compasión y amor; no hay remolinos o vórtices de auto-compasión o interés por si mismo, ni suciedad de berrinches emocionales e infelicidad en el vehículo emocional que ha sido bañado en la pura luz del Amor.
                       Para asegurar que la limpieza fluya hacia adentro necesitamos examinar nuestros motivos. ¿Qué es lo que nos motiva a la acción? Una vida limpia seguramente debe significar que nuestros motivos sean tan puros como sea posible, pero esto depende de nuestra habilidad de ser conscientes de nuestros motivos. Cuando estamos conscientes, ya no se puede hacer ni decir nada  irreflexivamente o insensiblemente. Si tendemos a decir, cuando algunas acciones nuestras han producido un efecto indeseable, ‘Bien, yo no lo pensé’ , significa que no hemos estado alertas, limpios o puros internamente, sino más bien que hemos estado contentos de existir en una clase de poza estancada de inconsciencia. Algunas palabras parecen explotar desde nosotros como si no tuvieran raíces en la consciencia; mucho de nuestro tiempo puede pasar explicándonos o diciéndonos, ‘Pero no quise decir eso’ y excusándonos así . En una vida limpia y ordenada, en la que se ha examinado el motivo, hay consciencia de cada pensamiento, de cada sentimiento, cada palabra y cada acción, pero es un darse cuenta que en ninguna forma  desmerece la espontaneidad de pensamiento, sentimiento y acción. Cuando llevamos la vida limpia, por completo, la espontaneidad y frescura caracterizan todas nuestras acciones; la palabra que se necesita se dice en el momento, se efectúa la acción que es pura, porque hemos participado y somos parte de este flujo interno de la Realidad que emerge del Yo a través del yo, sin dificultad, claro, sin obstrucción.
                   Así, una vida limpia significa una vida sin impurezas, incontaminada en todo plano de nuestra existencia. Si genuinamente hay una vida limpia, si podemos dar este primer paso gigante en la Escala de Oro, la escala a la Auto-Realización, entonces seguramente todos los otros pasos deben seguir naturalmente. Porque una vida limpia significa ‘una mente abierta, un corazón puro’, etc; significa una vida vivida desde el centro, una vida en que hay ‘obediencia voluntaria a los mandatos de la Verdad’, porque uno siempre es obediente a este Centro interno donde la verdad aparece y ningún impedimento se coloca en el camino de nuestra percepción de la Realidad Una. La acción entonces fluye pura e inobstruida desde este Centro interno del Yo Inmortal.
                   San Pablo habla de la vida limpia como afecta a nuestros pensamientos: ‘Finalmente, hermanos, todas las cosas verdaderas, honestas, justas, puras, todas las cosas bellas, bien relatadas, son loables y virtuosas, pensemos en ellas’. Una mente tan absorta es una mente en la que ningún polvo de  interés egoísta puede asentarse. Y como una vez escribió Annie Besant, ‘Sin la correcta práctica no llega el correcto pensamiento, pero del correcto pensamiento llega la práctica correcta’. Importa enormemente lo que usted piense. Si piensa falsamente, actuará equivocadamente; si piensa  vilmente su conducta vestirá su pensamiento’. Una vida limpia, entonces, refleja la pureza de pensamiento y emoción que da origen a la recta acción, a la bella acción, acción que es verdaderamente para los demás y sin pensamiento de recompensa. El ideal ha sido bellamente resumido en las palabras de N. Sri Ram: ‘Hay una forma de vivir tan vital, fresca, original, espontánea y dinámica que la vida se vuelve una transformación, un estado de perpetua alegría, un éxtasis  innato que nada puede quitar’. Viviendo una vida así, una vida limpia, una vida en la que no hay impurezas en el flujo de energía desde el centro, sabemos entonces que hay este ‘éxtasis innato’  que nada puede nunca  oscurecer o destruir.

                                                           Tradujo: Perla R.
                                                          The Theosophist