ENTRANDO AL JARDÍN DE LA TEOSOFÍA
(Charla Convención, Adyar, 27
de Diciembre de 2005)
A menudo se dice que los
dos pilares de la Sociedad Teosófica
son la fraternidad universal y la libertad de pensamiento. La fraternidad
universal implica amor hacia todos, tal amor fraternal como el que debería
–aunque no siempre – existir entre hermanos y hermanas o en una familia en
general. Y la libertad de pensamiento debería finalmente implicar sabiduría.
La raíz de la fraternidad
universal se halla en el origen de la humanidad, verdaderamente de todos los
reinos de la naturaleza. Todos los seres, aún todas las cosas que existen,
tienen un solo origen, lo mismo que los hermanos y hermanas en una familia
tienen los mismos padres. El amor es algo que nos une, que nos atrae de vuelta
a la Unidad
desde la que procedemos y la cual
añoramos, sea que nos demos cuenta o no.
Cuando consideramos el
otro pilar de la Sociedad Teosófica ,
la libertad de pensamiento, ¿no parece haber una contradicción entre los dos
pilares? Ciertamente, el acuerdo con
otros, la armonía de mentes, puede
profundizar la amistad. Se dice que las grandes mentes piensan de la misma manera. Por otra parte, un
brillante intelecto puede seducir a otros, incluyendo a esos que son demasiado
perezosos para pensar por si mismos. Deberíamos tener una mente abierta por una
parte, pero por la otra no deberíamos simplemente tragar ideas notables sino
pensar cosas por nosotros mismos, llegar a nuestras propias conclusiones.
¿Qué impide a nuestros
pensamientos liberarse? Ha habido y aún hay tiempos y lugares donde la libertad
de pensamiento ha sido y todavía es suprimida. Se me preguntó una vez con toda
seriedad que diferencia había entre la Sociedad Teosófica
y el Partido Comunista, puesto que ambos creían en la fraternidad. Pude
solamente pensar en responder con un dicho más bien fuerte en Alemán: ‘Si tú te rehúsas a ser mi
hermano, te romperé el cráneo’. Así, la libertad de pensamiento puede ser
suprimida desde afuera. Pero puede ser suprimida a través de nuestros propios
defectos, si somos demasiado perezosos para pensar o tememos llegar a ciertas
conclusiones, especialmente si tales conclusiones pueden mostrarnos en una luz
negativa o si parecen estar en contradicción con el otro pilar de la Sociedad Teosófica ,
la fraternidad. Verdaderamente, algunas veces la fraternidad y la libertad de
pensamiento pueden parecer halar en
direcciones opuestas, ¿pero no es posible respetar las opiniones diferentes en
otros y sentir fraternidad hacia ellos? ¿Podemos estar juntos diferentemente?
Puede algunas veces ser una
bella arte mantener los dos pilares de la Sociedad Teosófica
en equilibrio – un equilibrio flexible, vivo, apoyando la piedra angular que es
la Sociedad
Teosófica. Los dos pilares y la piedra angular juntos forman
la entrada que conduce al jardín de la Teosofía , que no significa que no hay otras
entradas que conduzcan allí.¿ No somos capaces de apoyar la Sociedad manteniendo el
delicado equilibrio entre la fraternidad y la libertad de pensamiento, de modo
que la Sociedad
permanezca como una entidad viva fuerte y cumpla su función como una puerta?
Si entramos al jardín de la Teosofía , ¿qué
encontramos? Un jardín crea un bello medio ambiente.. Los jardines han
inspirado a poetas con sentimientos religiosos:
‘Un jardín es una obra de
amor,
ingenio de Dios!
un cantero de rosas,
un estanque rodeado de
helechos;
el entorno de absoluta paz.
y sin embargo, el tonto dice
que ahí, Dios no está
Que Dios no está presente
en un jardín
durante el fresco atardecer?
No, yo veo la señal que a estar seguro me
anima,
que en mi jardín, es el mismo
Dios que por el camina.
Thomas
Edward Brown
Muchos monasterios Cristianos y Budistas son
famosos por sus jardines.
Aún una pequeña planta puede
inspirarnos. Hay la historia de un pastor escocés quien amaba la Naturaleza pero fue
obligado a pasar el invierno en el pueblo haciendo trabajos manuales. El tenía,
en el pequeño ático que arrendaba, una margarita en una maceta que cuidaba con
mucho cariño. Para él la margarita representaba el campo y todas las plantas que él tanto
extrañaba.
Un jardín puede parecer un
símbolo apropiado para la
Teosofía , la Sabiduría Divina. Si entramos a través de la
puerta de la Sociedad Teosófica ,
apoyada por sus dos pilares, la fraternidad y la libertad de pensamiento, esto
implica que entramos con un corazón que ama y una mente libre, libre del
dogmatismo y la superstición – al menos podemos esperarlo!
¿Qué encontramos en este
jardín? ¿Qué buscamos y qué encontramos en un jardín? Aquellos seres vivos
llamados plantas: árboles, flores, hierba y lo que se necesita para la vida
vegetal: tierra, agua, aire y, sobretodo, luz del sol.
Simbólicamente, ¿puede que
seamos las plantas, creciendo en el jardín de la Teosofía ? Necesitamos
tierra, agua, aire y luz del sol, no solo físicamente sino también en el
sentido de que estos pueden ser símbolos para aspectos de nuestro ser. En otras
palabras, necesitamos materia física y un cuerpo físico, con el cual actuemos,
simbolizado por la tierra, necesitamos materia más fina, algunas veces llamada
‘astral’, simbolizada por el agua, para expresar nuestros sentimientos y la
cual modelamos con nuestras emociones, nuestros deseos, y necesitamos la
materia mental más fina, simbolizada por el aire, expresando nuestros
pensamientos y la cual modelamos con estos pensamientos. Pero lo que
necesitamos sobre todo y lo que siempre tenemos, aunque no conscientemente, es la
Luz Divina del Espíritu, simbolizada por la
luz del sol.
Somos entonces estas plantas,
nutridas por nuestras buenas acciones, nuestro amor, nuestros pensamientos
surgiendo libres y nuestra naturaleza espiritual.
Un jardín necesita ser
atendido. Así, deberíamos atender las plantas que somos. Deberíamos asegurar
que nuestros cuerpos fueran alimentados con alimento puro, saludable, producido
sin dañar a alguna criatura, de modo que sean fuertes y saludables para la
actividad útil. Nuestras emociones deberían ser nutridas con el agua pura de
los sentimientos bondadosos y armoniosos, expresando compasión y amor.
Deberíamos mantener nuestras mentes abiertas al aire puro y sano y no dejarlos
en la depresión o barridos por los huracanes de la sensación, de modo que
podamos pensar de una manera ordenada, libre e impersonal. Y nunca deberíamos
olvidar que en nuestro íntimo ser somos espíritu, somos parte de la vida UNA, somos esa vida.
Los símbolos pueden, sin
embargo, significar diferentes cosas y las plantas de nuestro jardín pueden
también simbolizar la
Teosofía.¿Pero que significamos por Teosofía? Hay lo que ha
sido llamada Teosofía Primaria y lo que ha sido llamada Teosofía Secundaria. La
mayoría de nosotros pensamos de la
Teosofía en primer lugar como una enseñanza, como una
filosofía, como un maravillosos sistema metafísico que explica tantas
cosas misteriosas, tantos problemas de
la vida. Pero la Teosofía
como una enseñanza, aunque maravillosa, útil e iluminadora, ha sido llamada
simplemente Teosofía Secundaria.
¿Qué es entonces la Teosofía Primaria ?
Es la Teosofía
en acción, la Teosofía
en nosotros, en nuestras vidas. Y solamente cuando aplicamos las enseñanzas
teosóficas en la vida diaria podemos realmente decir que hemos comprendido estas enseñanzas, no solo con la mente, sino
con todo nuestro ser, de modo que nuestra vida se transforme. Así llegamos a
ser afectuosos, verdaderamente al final totalmente inegoistas, desinteresados,
nos volvemos sabios y también eficientes porque, si somos realmente inegoistas
somos libres de esos deseos egoístas que comúnmente vician nuestros
sentimientos, nuestros pensamientos y aún nuestras acciones. Entonces
comprenderemos las enseñanzas teosóficas en un nivel más profundo, no solo en
teoría sino también y sobre todo en la práctica. Así, se ha dicho: ‘Vive la
vida y llegarás a la
Sabiduría ’.
Las enseñanzas
teosóficas son como una semilla que se planta. Tal semilla puede simbolizar ala
Teosofía Secundaria. Y la Teosofía Primaria ,
una vida realmente teosófica, es la flor en la cual la planta alcanza la apoteosis de su belleza. Además, es el
fruto resultante que nutrirá a otros, y la semilla que se plantará y difundirá la Teosofía no solo como una
enseñanza sino como una forma de vida. Somos esta flor, este fruto, esta
semilla. Esta es la
Teosofía Primaria. El ejemplo de una vida teosófica es
contagioso. ¿Cómo tantos miembros que conocemos nos dicen que su primer
contacto o contacto decisivo con la
Teosofía no fue un libro, sino una persona – no una persona
perfecta, sino quien cuya vida también ha sido transformada por la Teosofía ?
Pero miremos la Teosofía Secundaria ,
la Teosofía
como una enseñanza, como una filosofía. ¿Cuáles son los fundamentos de las
enseñanzas teosóficas? Hay presentaciones muy diferentes, pero ambas Mme.
Blavatsky y la Dra. Besant
señalaron las tres enseñanzas fundamentales
que pueden transformar las idas de las personas: la Unidad de toda Vida, la Reencarnación , y el
Karma. Así, estas peden ser las semillas plantadas como Teosofía Secundaria.
Tomemos primero la Unidad de toda Vida. Toda
planta se origina de una diminuta semilla.
Esta semilla proviene de otra planta, que creció de otra semilla. La
imagen de una semilla se usa verdaderamente en el Chandogya Upanishad por un padre que explica a su hijo lo que es su
verdadera naturaleza: La esencia invisible dentro de una diminuta semilla es el
origen de un gran árbol, representando todo el universo, y esta diminuta
semilla, este origen –‘Este eres tú’. Si retrocedemos lo suficiente con el
pensamiento podemos darnos cuenta que todos estamos físicamente relacionados.
Es un pensamiento asombroso. Todavía más asombros es el pensamiento de que esta
Unidad que compartimos con otros es nuestra verdadera naturaleza como también
esa de todos los seres humanos, verdaderamente de todas las criaturas vivas – y
de todo lo que vive.
La reencarnación está
ilustrada en la ‘muerte’ aparente de las plantas en invierno y su ‘renacimiento’
en la primavera, la que, si realmente lo consideramos, puede llenarnos de
admiración. El concepto de reencarnación puede disipar el temor a la muerte.
Verdaderamente, puede mostrarnos la necesidad de la muerte, de nuevo por
analogía con la vida de la planta: ‘Les aseguro
que si un grano de trigo no cae en la tierra y muere, sigue siendo un solo grano; pero si muere, da abundante
cosecha’ (San Juan, 12:24).
La ley del Karma está
ilustrada por San Pablo en las palabras: ‘No se engañen ustedes, nadie puede
burlarse de Dios. Lo que se siembra, se cosecha’ (Gál. 6:7). Encontramos su eco
en las palabras de Luz de Asia (p.215):
‘Recogéis lo que sembrasteis.
¡Ved este campo! El sésamo fue sésamo, y trigo el trigo. El silencio y la
sombra lo saben, ¡así nace el destino del hombre! Viene a cosechar tanto sésamo
o trigo como el que sembró en una existencia anterior, tantas hierbas malas y
venenosas que enferman a él y a la tierra dolorosa. Si trabaja bien,
arrancándolas y plantando en su lugar semillas benéficas, el suelo será
fecundo, hermoso y puro, y será rica la cosecha’.
Y sobre todo – sobre la Teosofía Secundaria ,
la semilla plantada en la tierra, y sobre la Teosofía Primaria ,
la flor, el fruto, y nuevamente la semilla, esto es, lo que hacemos de esta
semilla – allí brilla el sol de la
Teosofía , la Sabiduría
Divina.
En el jardín de un
templo en el Oriente habían flores de
loto, las que nuevamente son altamente simbólicas: símbolos de la constitución
de un ser humano y de su crecimiento espiritual, de ‘llegar a ser lo que uno
es’.La flor del loto tiene sus raíces en la tierra, en el lodo, al fondo del estanque de lotos, representando al
cuerpo físico. Sus tallos se elevan a través del agua, simbolizando las
emociones, se elevan más alto a través del aire – un símbolo de nuestras
mentes, nuestros pensamientos – y finalmente la flor del loto se abre a la luz
del sol del espíritu. Así nuestra consciencia, al principio se concentra en el
cuerpo físico, luego a nivel de nuestras emociones, luego en nuestros
pensamientos, finalmente encuentra su destino en la luz del sol del espíritu.
Los árboles, también
adornan el jardín y tienen su significado simbólico. Encontramos el Arbol de la Vida en la tradición Nórdica:
el árbol Yggdrasil, el símbolo del mundo, el árbol del universo, del tiempo y
la de vida. Al comienzo del Discurso XV del Bhagavadgita
leemos: ‘Con ramas arriba, con ramas debajo, dícese que el Asvattha (árbol
Banyan de la vida terrena) es
indestructible…’ Esta es una descripción del mundo en el que vivimos. Las
raíces de este mundo están en el mundo espiritual retratado como ‘arriba’. El
segundo verso continúa:
‘Sus ramas se
proyectan hacia abajo y hacia arriba, nutridas por las cualidades; los objetos
de los sentidos son sus brotes, y sus raíces crecen hacia abajo, los lazos de
la acción en el mundo de los hombres’.
Esta parece ser una
descripción de nosotros los seres humanos, viviendo en el mundo de los objetos
que percibimos por medio de los sentidos, estando sujetos a las gunas:
indolencia, pasión y armonía, y creando Karma por nuestras acciones.
Luego sigue una descripción
de cómo escapar de este mundo de ilusorias percepciones de los sentidos, las
gunas y los lazos del karma.
‘Una vez abatido
este Asvattha fuertemente arraigado, con el arma firme del no apego, puede
buscarse ese sendero de más allá, en cuyo recorrido no hay retorno. Voy
ciertamente hacia ese Hombre Prístino, de donde brotara la energía antigua’.
Así podemos ver en
la vida de las plantas interesantes símbolos de las enseñanzas de la Teosofía , útiles
ilustraciones de cómo la
Teosofía puede volverse viva en nosotros. Pero tales símbolos
no son solamente instrumentos útiles para ilustración y comprensión. La raíz de
un símbolo se halla en el principio de analogía, que revela el mismo proceso
que trabaja en diferentes circunstancias, en diferentes niveles.
‘Como es lo Interno,
así lo Externo, como es lo Grande, así es lo Pequeño; como es arriba, así es
abajo; no hay sino UNAVIDA Y UNA LEY; y quien trabaja es el UNO. (La
Doctrina Secreta y su Estudio, citada en Fundamentos de la Filosofía Esotérica
(I. Hoskins), pp.65-6)
¿No nos recuerda la
analogía de un jardín que las mismas leyes son operativas en todas partes?
The Theosophist, Enero de
2006
Tradujo: Perla R.