CAPITULO XII
Sri Ram.
¿Qué es
Sabiduría? ¿Qué es la Sabiduría? La Sabiduría es la sabiduría de Dios, la sabiduría
o conocimiento pertinente al Ser. La sabiduría de Dios es Su naturaleza, aunque
puede también considerarse como característica de Sus métodos. Si la naturaleza
del Ser, de cada Ser (los dos términos son equivalentes, designan la misma Realidad),
es en esencia igual a la naturaleza de Dios, entonces conocer al Ser es conocer
a Dios, por lo menos en principio.
Cuando
decimos sabiduría o conocimiento, ¿son la misma cosa? No. Pero en el caso del
Ser, conocer es ser sabio.
Todo conocimiento
se dividía en un tiempo entre para (superior o supremo) y apara (inferior). El
conocimiento de todos los objetos y de todas las ciencias es el inferior. El
conocimiento de Aquello que conoce todo lo demás, es el superior, o sea el de
Dios o el Ser, siendo ambos idénticos en esencia. El conocimiento del Ser es
sabiduría, porque e Ser contiene la esencia de todas las cosas.
Cualquier cosa
que uno sepa, la sabe siempre dentro de uno mismo. El conocimiento es un
fenómeno subjetivo. Todos somos uno. Por tanto el conocimiento de todos está
integrado en uno. Creo que si los pensamientos más verdaderos, y los más
bellos, presentes en todas las mentes en cualquier momento, se pusieran juntos,
formarían una unidad perfecta y muy maravillosa.
En el Ser en
su pureza, y debido a su sensibilidad, existe un registro de todo cuanto lo
rodea. Es la más sensitiva de todas las cosas sensitivas. Cualesquiera rayos
que pasen a través de él, traen un mensaje, que queda registrado en su
indeleble cinta. Y hay rayos que emanan de toda cosa individual, claro que no en
los niveles que nosotros percibimos, que atraviesan el cosmos. En el Ser está
un conocimiento del alma de todas las cosas.
La
sabiduría de Dios está en todo. El está en todo. Su naturaleza lo penetra todo.
Su profundo propósito y Su inteligencia están siempre en todo.
Una de las
maneras de definir la Teosofía es la de la Sabiduría que está en todas las cosas
separadamente y en conjunto. Puede que no seamos capaces de percibir la sabiduría
oculta en cada cosa, pero allí está. Se es susceptible a esa sabiduría
solamente en la medida en que el corazón de uno esté puro y abierto.
Todas las
cosas están evolucionando en este universo evolucionante. Hay en cada una un
diseño que está saliendo a luz, o creciendo, desde nuestro punto de vista. Pero
hay también un andamiaje que confunde el plan, no para la mente del Arquitecto
sino para nosotros que observamos el edificio desde afuera. Pero en algunas
cosas la construcción ha llegado a cierta etapa de perfección. Esas cosas nos
permiten asomarnos a la mente del Arquitecto. Tal es, por ejemplo, el loto, la
rosa, o cualquier bella forma viviente. Todas las cosas viven, desde el punto
de vista Teosófico, aunque hay grados de vida y acción.
La
sabiduría no es conocimiento, porque para nosotros el conocimiento pertenece a
la forma. La sabiduría es el conocimiento de lo que la forma contiene. ¿Cuál es
la importancia de cualquier forma o cosa? ¿Es su utilidad? Tendemos,
naturalmente, a juzgar por su utilidad para nosotros. Pero ese es un modo de ver
limitado en extremo, homocéntrico, individualista. Cada cosa en la naturaleza
tiene una importancia en sí, que está contenida en su propia existencia y
funcionamiento. De ahí el precepto de no matar, en lo posible. Hay en cada cosa
una cualidad innata, que está buscando salida.
Esa cualidad
o naturaleza innata de la cosa está en su vida, en lo que la mantiene unida. No
me refiero a la vida del material de que está compuesta esa forma, sino a la
vida en esa forma que la integra. Vemos la distinción en el caso de un cuerpo
humano, si bien aquí llamamos alma a la vida moradora en el. Usemos la palabra “alma”
si es mas clara. El alma, suponemos se adapta a la forma en mayor o menor
grado. La forma es lo que es, o está en camino de ser lo que es -o sea en el
camino evolutivo- debido a la naturaleza de lo que la anima.
La
sabiduría de Dios, cuya vida está en esa alma, fluye hacia la forma, me imagino
por medio de esa alma: fluye en el sentido de que el modelo de la forma, sus
procesos, toda su naturaleza, hasta lo que ella simboliza, todo esto expresa
algo de la naturaleza de esa vida, su sabiduría, es decir, la sabiduría
manifestada en ella. Incluyo lo que ella simboliza, porque un símbolo es un
signo en la Naturaleza que refleja la Idea-arquetipo o Divina.
El
verdadero objeto de la existencia de una cosa puede, desde luego, ser el
servicio que presta, su papel en el proceso evolutivo, su acción sobre todas
las otras cosas. Puesto que toda cosa es cierta corriente de fuerzas, cada cosa
ayuda a todas las demás, directa o indirectamente. Esto se sigue de la verdad
de que todas las cosas están relacionadas,
Pero cada cosa
existe también para sí misma como una expresión de la vida de la Divinidad
interna, cumpliendo con su propia existencia parte del designio Divino. El fin
más elevado es siempre un fin en sí mismo. Existir en la eternidad, si no en el
tiempo, es un fin de tal clase.
Vemos esa
verdad en un objeto de belleza. Existe por sí mismo, como una auto-revelación
de la belleza de Dios. El fin más eleva do a que sirve, hasta donde podemos
ver, es esa revelación. No necesita ninguna otra justificación para existir. En
la forma de belleza más elevada, o sea cuando la revelación es perfecta, está
la más elevada significación.
Seguramente
la Sabiduría implica un conocimiento de la significación de las cosas,
significación para un orden externo a la cosa, y significación de la cosa en
sí. Significación incluye propósito, el cual es continuo. El propósito que
fluye desde el principio hasta el final y que se revela al final, sería el
propósito más profundo y más perdurable.
Existe un propósito
en cada cosa, propósito en la totalidad de las cosas, propósito en el proceso
universal. Cuando se realiza este propósito como el propósito innato en uno
mismo, hay sabiduría. Todos los propósitos subordinados surgen del propósito
original único, el cual puede describirse como auto-realización. Y así llegamos
otra vez al Ser. El conocimiento de esa realización, que implica acción,
depende del conocimiento del Ser
Es cierto, a
la inversa, que el conocimiento del Ser depende de la acción. Pues naturaleza y
acción son correlativos y al fin y al cabo sinónimos. Si no hay un flujo de
fuerza, o si hay una falsa dirección en la acción, ello significa que la
naturaleza que rodea al Ser no es su naturaleza, y al Ser sólo puede
conocérsele por medio de su naturaleza.
Así pues,
la sabiduría no es cuestión de estudio, sino de vivir, de acción. Hablamos
acerca de la sabiduría, pero con ello no nos hacemos sabios, excepto en la
medida en que sintamos el estimulo de serlo. La sabiduría no es conocimiento,
sino que depende del uso que hacemos del conocimiento. Surge del conocimiento
guiado por el amor. Pues amar es una manera de saber -el que ama tiene un
conocimiento divino del amado, divino en calidad- y es un estado de integridad,
un fin en sí mismo. Estar enamorado de un individuo es reaccionar plenamente a
él o ella, directamente, sin el efecto oscurecedor del yo que interpone una
barrera. Usar el conocimiento con bondad es hacerlo resplandecer con un valor
que refleja la Eternidad en el tiempo.
Todos
pensamos que sabemos, cuando no sabemos, o cuando sabemos parcialmente.
Necesitamos quitarnos el grillete de la ignorancia. El primer paso es ser
consciente de nuestra ignorancia. Cuanto más sabe uno, más se da cuenta de lo
poco que sabe. El hombre sabio es humilde. No nos es posible tener todo el conocimiento.
Siempre habrá en cada uno de nosotros lagunas que pueden ser trampas para
nuestro pensamiento. Uno puede llevar una inmensa carga de erudición, y sin
embargo ser un completo necio. Por otro lado, es posible ser un sabio con pocos
conocimientos. Me imagino que tal sería el caso, cuando un alma profundamente
madurada en sabiduría toma un cuerpo infantil y mora en él a través de los años
de la adolescencia.
La
sabiduría depende menos de lo que aprendemos y más de nuestras reacciones a ese
aprendizaje: menos de la cantidad y más de la calidad de nuestro saber; menos
de la acumulación de hechos y nomenclaturas, más del conocimiento de
principios; menos de la posesión de ideas y más del recto empleo de ellas; en
una palabra: menos de todo lo que acumulamos y deberemos arrojar, y más de lo
que asimilamos en el tejido de ese Ser que es un reflejo inmortal del Espíritu
universal.
La
Sabiduría de Dios es un atributo de Su naturaleza. En el sentido más elevado,
El es el principio de Sabiduría, o Sabiduría en lo abstracto, con una infinita
potencialidad de manifestarla en todas las formas posibles en cada nivel. La
naturaleza del no-Ser, cuando se re-ordena con sabiduría, es asimilada por el
Ser. El orden es la primera ley del Cielo, pero es un orden divino, que al brotar
a la existencia reúne la Tierra y el Cielo.
Cuando
pensamos en la sabiduría de Dios, tenemos que pensar en un principio creador
activo. Es femenino cuando se refleja en el aspecto madre o forma, y construye
el orden que refleja la cualidad que se manifiesta. Toda forma que tiene
significado es cierto orden, un orden en el tiempo, un orden en el espacio. Un
orden es una curva perfecta, sea cual sea su naturaleza, que siempre sigue una
Ley. Ley y orden están así eternamente conectados. La ley del Ser Divino, que
es su expresión, forma el Divino Orden tanto es así que en el pensamiento
Buddista la Ley ocupa el lugar del Ser. Pensamos en el Ser como una Individualidad.
Cuando la Individualidad es perfecta, cuando la lógica de su formación es
completa, es la manifestación de una Ley. Descubrir la ley de nuestro propio
ser, y vivirla, es verdadera sabiduría.
Lo mismo
que es con Dios es con el hombre. El hombre se hace sabio cuando crea la
semejanza de su Ser y la creación sólo puede ser una energía que participa de
su Ser.
La
sabiduría es una integración natural del pensamiento. Es un florecimiento de La
cualidad de la Vida, que revela el profundo significado de la Vida. Es la
unidad del todo reflejada en la unidad de una parte. Es un movimiento de vida
que muestra la vida en su estado mejor y superlativo. Es el pensamiento
liberado de toda traba, formado por una directa entonación desde el Cielo. Es un
rayo divino que penetra el corazón y la mente y los unifica. Es el aliento de
Dios, cuy calor es vida, y cuya luz es Amor y Belleza. Es la abolición del
sentido de “lo otro”.
A menudo se
piensa en el mundo que la sabiduría consiste en la cautela. Idea que nace de un
instinto egocéntrico. La sabiduría puede consistir más bien en la valentía. En
realidad consiste en la acción segura que está por encima de los opuestos. Es
sabio el hombre que por un perfecto vivir ha alcanzado el instinto de la
rectitud por el cual se guía, ya sea en pensamiento o en acción, y que ha
encontrado ese centro de equilibrio que está siempre sobre su punto de contacto
con las circunstancias. El es el hombre en quien la Naturaleza derrama las
riquezas de todos sus instintos.