CAPÍTULO IX
Sri Ram.
Cuando la
idea es bella en el verdadero sentido, es decir de acuerdo con una norma
verdadera (aunque en esta cuestión no se pueden trazar normas), la expresión o
gesto será también bello. Pero cualquier fuerza extraña a la expresión de la
idea, como la que se introduce cuando la persona es ego-consciente,
inmediatamente rompe o perturba el flujo de esas fuerzas de la idea, que si se
dejaran solas crearían la forma adecuada, la forma que una idea toma por su
propia iniciativa cuando desciende al nivel físico, ya sea en palabras, en
movimientos, o en alguna obra de arte, se asemeja a la acción de un instinto.
La idea, que cuando es bella tiene a la par los aspectos de pensamiento y
sentimiento, creará una forma adecuada y fiel si esa forma resulta de la fuerza
creadora de la idea, o sea si a la idea se la deja crear su forma propia, su
propia incorporación, a la manera como un instinto natural encuentra su propio
camino, sus propios medios para cumplirse.
Asociamos
cualquier clase de pauta con una mente, y por tanto podemos preguntar: ¿Hay una
mente operando en los procesos de la vida, velada en el instinto, si bien no es
la mente de la entidad que demuestra ese instinto? En todo proceso de la vida
está la Mente Divina o Universal: la mente de un matemático puro aplicada a la
construcción del universo fenomenal, construcción que es continua o de momento
a momento.
Es la vida
la que crea, como enseñaron los Upanishads hace largo tiempo; y el mejor efecto
es un efecto natural, porque es integral; y este se produce cuando la idea pura
está libre para trazar su propio camino hacia la forma de manifestarse. Como
podemos ver en el plano físico en la estructura del cerebro físico, del ojo o
del oído, la construcción es perfecta cuando se deja libre a la Naturaleza, la
cual no ha agotado todavía su inventiva sino que está todavía en el proceso de
sacar a luz un inagotable almacén.
El
individuo que aspira a dar expresión a una idea desempeña mejor su papel cuando
está pasivo a ella, en el sentido de estar puramente sensitivo a ella, sin
introducir ningún elemento positivo o personal, ajeno a esa idea; así se
convierte en un canal para la auto-creación, mediante la cual, la idea se
vierte en su forma apropiada. Esto implica que debe estar, abierto y limpio el
terreno para que la idea fluya en los detalles de su expresión. Dicho en otras
palabras, deben estar fácilmente disponibles el material que busca expresarse,
los enlaces y asociaciones necesarios en los medios de usar el material, y la
necesaria plasticidad o técnica.
Los
instintos son fijos y repetidores, aún los bellos y maravillosos. Pero el
hombre se ha elevado a un nivel donde la expresión instintiva tiene que
combinarse con la variación y la originalidad. Tiene en si un poder, por ahora
latente, excepto en raros casos, para crear centros de acción instintiva en su
propia consciencia; es decir, para dar a luz ideas, cada una de las cuales
puede florecer en niveles inferiores en formas de belleza y maravilloso efecto;
efecto y belleza no creados por la mente del individuo, sino pertenecientes a
la idea misma. La obra creadora de todo maestro en arte, cuando podemos
rastrear su génesis, se verá que consiste en que concibe la idea en un momento
de inspiración y luego sigue la corriente natural de su desarrollo,
representando esa corriente en el medio que emplea sea cual sea. Esta es acción
pura en un plano de consciencia al que no obtienen entrada las influencias
perturbadoras provenientes del juego de la mente y de la materia a través del
medio de la sensación. Es acción desde su propio centro, de una consciencia
integral que no ha sido dividida por el apego a elementos de la personalidad
que implican atracciones y repulsiones.
Como idea y
forma están relacionadas naturalmente, la forma debe seguir la idea. Si la
forma es idealmente bella, la idea que es su ente subjetivo debe tener una
verdad poseedora de un valor singular, como criatura que es de la Realidad, del
Ser que es perfecto, diferente al Devenir que es evolución. La frase “idealmente
bello” se usa para diferenciar entre la cualidad verdadera, y lo que puede
considerarse como bello, lo cual varia según los individuos. Por la misma
razón, la expresión “forma pura” usada en el titulo de este capítulo es
preferible a la frase “forma bella”; porque el concepto de Pureza no deja la
latitud de comprensión e interpretación que se encuentra en el de Belleza. Nada
es ideal o verdaderamente bello que no sea puro, en el sentido estricto de la
palabra.
Verdad en
la idea, y Belleza en la forma son los correlativos internos y externos. Cada
uno da testimonio del otro. Son los dos aspectos, subjetivo y objetivo, de la
misma manifestación global.
Es
profundamente interesante anotar que Platón, en su visión de las Ideas llamó a
las Ideas “Formas”, mostrando así que puesto que cada idea, por subjetiva que
sea, tiene una individualidad, esa individualidad es la forma en el plano de
ideación; aún en ese plano nos encontramos ya en el mundo de las formas.
En
cualquier intento de crear lo idealmente bello aquí abajo en el nivel físico,
se tiene buen éxito en la medida en que la forma refleje el ideal. La visión y
la intuición del contemplador es guiada de la forma a la idea, por sutil,
distante e indefinible que sea; y de esta guía no se necesita que sea consciente
el creador de la forma, ocupado solamente en su creación. La guía es por
canales subconscientes, por sugestión, delicada e imperceptible. La idea que
está representada en la bella forma de un gesto, postura o movimiento, cómo en
la Bharata Natya, la danza clásica del Sur de India, o como en el ballet
Occidental, el cual busca líneas y formas idealmente bellas y por tanto ha
alcanzado una gracia pura y clásica incomparable con cualquier otro tipo de
danza occidental, no es necesariamente el sentimiento o acción o cosa que se
expresa en las palabras o leyenda que acompañan la danza. Las palabras pueden
cambiarse enteramente u omitirse, pero las formas tienen su propio valor
intrínseco, y sugerirán diferentes cosas a mentes diferentes: desde el punto de
vista de la idea que está tras de la forma, estas sugestiones a las mentes
individuales son diferentes acercamientos a la idea que, puesto que es
abstracta, es sutil como una verdad matemática, capaz de simbolizar diferentes
hechos fenomenales.
La creación
de belleza ideal en una forma, ya sea de pensamiento, de palabras música,
escultura, pintura, arquitectura o danza, tiene este efecto: toca, en quienes
la contemplan o la escuchan, aquellos centros de consciencia que son receptivos
a la idea reflejada en la forma, y así ayuda a la consciencia a ser activa en
un plano más cercano a la Realidad, al que normalmente no alcanza, y del cual
desafortunadamente se ha excluido ella misma.