domingo, 27 de mayo de 2012

HARRY POTTER Y LA SABIDURÍA ANTIGUA

                                                                     

                                                                    John Algeo (1)
(Extraído de la Revista Sophia nº 2 y publicado originalmente en la Revista The Quest, noviembre-diciembre 2002.)

Los libros de J.K. Rowling sobre Harry Potter son un fenómeno fantásticamente mágico. No tuvieron origen en ningún nicho del mundo editorial, sino que rápidamente se volvieron los libros más vendidos para jóvenes de esta época y los filmes basados en ellos también tienen gran éxito.
Los libros son típicos de tres géneros literarios. Uno es el bildungsroman o romance de educación moral y psicológica del protagonista. Harry Potter vive en un internado, pero también se educa en la gran escuela de la vida. Otro género es el de la búsqueda, en el cual el protagonista enfrenta una serie de desafíos y al pasar por ellos descubre un gran tesoro – en el caso de Harry, la revelación de su propio conocimiento. El tercero es el de un cuento de hadas, cuyo personaje central es muchas veces un huérfano.
Harry es un huérfano y, por lo tanto un representante adecuado de cada ser humano, porque como dice uno de los grandes instructores teosóficos, todos nosotros somos miembros de esta “pobre y huérfana humanidad”.
La familia de Harry es de hechiceros, pero él fue criado por los Muggles, esto es, por no-hechiceros, y así ignora su origen y sus poderes latentes. No obstante eso, él es seleccionado para la Escuela de Magia y Brujería Hogwart donde permanecerá durante siete años para aprender magia y también adquirir madurez moral y psicológica. En Hogwart, Harry enfrenta una serie de indagaciones que son parte de una grandiosa y abarcadora búsqueda para descubrir quien es él.
La serie de cuatro libros publicados y además los tres en proyecto agradan a los jóvenes – de edad y de corazón. Ese interés se basa en la habilidad del autor en contar la historia, y también en la visión del mundo de las historias que – podemos decir –son compatibles con la de la Sabiduría Antigua.
La amplia familiaridad de Rowling con mitos, leyendas, magia y episodios bizarros de informaciones esotéricas misteriosas es la materia de la trama en la cual ella construyó su cuento mágico. Los libros crean su propio mundo, cuya integridad es indispensable para la buena fantasía. Con todo, ellos también son ínter penetrables entre sí o, para usar el término de J.R.R. Tolkien, “aplicables” a otros contextos, como la teosofía, con la cual Rowling tiene cierta familiaridad, como queda claro por su referencia en Harry Potter y el Prisionero de Azkaban, al autor ficticio de “Cassandra Balvatsky” y su también ficticio libro “Desvelando el futuro”. “Balvatsky” es una transposición de fonemas, de “Blavatsky”, y “Cassandra” es un substituto apropiado para “Helena”, porque Cassandra era hija de Príamo, el Rey de Troya, una profetisa que siempre hablaba la verdad y nunca era tomada en cuenta, y porque la historia de Cassandra es parte de la gran guerra de la Ilíada, trabada por Helena. Mas allá de eso, el título del libro ficticio Desvelando el Futuro sugiere Isis Sin Velo, el primer libro importante de Helena Blavatsky.
Aunque “Cassandra Balvatsky” muestre que Rowling tiene cierto conocimiento de la tradición teosófica y creemos que este conocimiento no es profundo ni extenso. Así mismo, de manera interesante, mucho en los libros de Harry Potter es semejante a las ideas teosóficas. Este paralelismo no indica un conocimiento detallado de estas ideas por la autora, pero revelan su familiaridad con mitos, leyendas y símbolos con los cuales la Sabiduría Antigua Teosófica se expresa en los profundos niveles inconscientes del alma, donde la Sabiduría esta atesorada en el corazón-mente de cada ser humano.
Polaridades Uno de los temas teosóficos en Harry Potter es el de las polaridades: espíritu-materia,vida-forma, energía-masa, ying-yang, esotérico-exotérico, interno-externo y otras más. Varias de estas notables polaridades aparecen en los libros. Una es la de los Wizards y los Muggles, dos tipos de personas que pueblan el mundo de Harry Potter. Los Wizards son maestros de magia; los Muggles son desorganizados, limitados, aunque ingeniosos en la tecnología para compensar su falta de poderes mágicos, pero también frecuentemente vulgares y sin imaginación. Los Wizards y los Muggles en la práctica son castas diferentes, que pocas veces se mezclan y algunas veces se desentienden:
“¿Toda su familia es de hechiceros?, preguntó Harry...
“Ah – sí, entiendo que sí”, dice Ron. “Entiendo que la madre tuvo un primo segundo que es contador, pero nunca hablamos de él”. (Harry Potter y la Piedra Filosofal;
todas las citas sin indicaciones son de este primer libro.)
Estas castas opuestas de los sabios y de los broncos son paralelas a los dos tipos de personas mencionadas en A Los Pies del Maestro (uno de los clásicos espirituales de la teosofía):
“En todo el mundo hay solamente dos tipos de personas – los que saben y los que no saben; y este conocimiento es lo que importa”. (Editora Teosófica, 1999, p.15.)
El conocimiento del que se habla es el de la realidad de un plan ordenado del universo y el lugar de los seres humanos en este plano. El término Wizards, etimológicamente, se refiere a los wise, sabios, los que saben. Los Muggles son otro tipo de gente.
Otra polaridad es la del bien contra el mal. Esta polaridad es muy diferente de las de los Wizards y la de los Muggles. Hay buenos y malos Muggles, así como también buenos y malos Wizards. En verdad, las dos figuras arquetípicas del bien y del mal en las historias son los Wizards; Albus Dumbledore es el director de Hogwart y el mayor Wizard vivo. Su primer nombre, Albus, es la palabra latina para “blanco”, siendo él un mago “blanco” esto es, bueno. La primera parte de su sobrenombre, Dumb, es el  vocablo inglés “silenciosa, muda”, nos recuerda que la verdadera sabiduría no puede ser explicada, apenas experimentada; el último significado de dumb “estúpido” es irónicamente adecuado, porque la sabiduría es muchas veces tomada erróneamente por estupidez por quien no sabe, como en la figura literaria del Sabio Tonto. Aparte de esto, Dumble rima con humble (humilde); y los verdaderos sabios son siempre personas humildes, porque saben cuanto todavía no saben. La última parte del nombre del director, dore, es homónima de door (puerta), y este sabio director es la puerta a través de la cual Harry entrará en el Camino del aprendizaje y del servicio.
Por otro lado, el arquetipo del mal es Voldemort, la sombra y castigo de Harry. De la misma forma que Harry es alumno de Hogwart, Voldemort también lo fue, adoptando este nombre del mal cuando se lanzó al camino maligno. Vol recuerda el verbo alemán wollen “querer, desear”, y mort es la raíz latina para “muerte”. Así, Voldemort es aquél que tiene un deseo (vol) (de) morte (mort), lo opuesto de la sabiduría.
En Hogwart, los dos mejores amigos de Harry, Ron Weasley y Hermione Granger, son otra polaridad. Ron viene de una antigua familia Wizard; y Hermione, de una familia Muggle. Ellos se equilibran entre sí en otras características. Ron es retraído e introvertido; Hermione es conversadora y desinhibida. Ron es tímido, con sentimiento de inferioridad porque es el más joven entre los seis inteligentes hermanos; Hermione es confiada y positiva, una notable vencedora. Ron asume riesgos, Hermione se restringe a la ley. Ron está lleno de energía masculina, Hermione de energía femenina. Con Harry ellos forman un triángulo de energías y de tipos de personalidad.
La Búsqueda La búsqueda fundamental en los libros de Harry Potter es el auto descubrimiento. A este respecto, estos libros compartirán un tema común a los de los grandes libros guías de la humanidad. La iluminación y la habilidad de responder correctamente a la cuestión de “¿Quién soy yo?” Cierta vez, un estudiante de zen fue a un maestro zen y le preguntó lo que debería hacer para alcanzar la iluminación. El maestro zen replicó “¿Quién pregunta?”
El estudiante que pudiese responder a esta pregunta está iluminado. La misma pregunta es el asunto principal de todos los Upanishads y, en verdad, de los tratados espirituales de todas las grandes tradiciones.
Harry esta en la gran búsqueda para descubrir quien es él – en el sentido más simple y más literal, de saber quienes son sus padres – pero también en el sentido más profundo de descubrir su propia naturaleza y su misión en la vida. Esta gran búsqueda es mostrada a través de un asunto diferente en cada libro de la serie. En el primer libro, es encontrar la Piedra Filosofal. “Filósofo” es un término tradicional que define a un alquimista y la Piedra Filosofal, un producto mágico del arte de la alquimia que transforma metales vulgares en oro y produce una bebida, el Elixir de la Vida, que concede inmortalidad. (Parece que los editores americanos opinan que “filosofal” sería muy árido y no interesante y usaron el término “Piedra de Hechicería”.)
La búsqueda de la Piedra Filosofal lleva a Harry y a sus dos amigos a los túneles subterráneos de la Escuela Hogwart, donde la Piedra está escondida. Su jornada en estas profundidades refleja el tema antiguo del descenso al infierno, que es la parte inconsciente de nuestra alma, donde descubrimos verdades ocultas sobre nosotros mismos. Harry explora el subterráneo en siete estadios (reducidos en el filme a cinco):

1. Él y sus amigos deben pasar a través de un perro de tres cabezas que guarda el umbral de la puerta de los sótanos. El can de la historia, “Fluffy”, es Cerbero, el guardián del infierno o Hades en la mitología griega. El can se adormece con la música tocada por Harry y Hermione en la flauta que Harry recibió de regalo.
De la misma manera Orfeo tocando una lira puede entrar en el Hades y rescatar a su fallecida esposa. La flauta tocada por Harry y Hermione es análoga al instrumento usado en la opera de Mozart “La Flauta Mágica”, tocada por Tamino y Pamina en la ceremonia al final de la ópera.

2. Cuando los compañeros caen en el umbral (como Alicia en la madriguera del conejo) su caída es amortiguada al aterrizar sobre una lujuriante planta conocida por la Emboscada del Diablo. Las guías de esta planta envuelven a todo lo que la toca, apartándose cuando su víctima lucha para escaparse. Hermione, entretanto recuerda haber estudiado que la planta se reduce con la luz, y así ella usa un encantamiento para producir una brillante iluminación con su varita mágica. La Emboscada del Diablo sugiere que lo que es agradable y fácil muchas veces es una artimaña, y que el mal y la opresión pueden ser sobrellevados por la Luz del Conocimiento.

3. En seguida los chicos llegan a una sala que tiene en el otro lado una puerta que solo puede ser abierta con una llave especial dentro de las muchas llaves aladas que vuelan desordenadamente alrededor del cuarto. Harry encuentra la llave, pues es hábil en tomar cosas al volar en la basura. El simbolismo es obvio; necesitamos de la llave del conocimiento para abrir la puerta de la realidad interna, pero esta llave es ilusoria y puede ser capturada solamente por quien se entrenó para realizar esta tarea.

4. En la sala cercana a la puerta, los amigos encuentran un enorme tablero, de ajedrez en el cual ellos se tornan piezas de un juego de Ajedrez Mágico, en el que las piezas capturadas son aniquiladas por la pieza captora. Ron, que es el especialista en ajedrez del grupo, dirige los movimientos y finalmente se sacrifica para que Harry pueda dar el jaque-mate al rey adversario. El juego de ajedrez imita al de Alicia a través del Espejo y es una metáfora común para el juego de la vida. El heroico auto-sacrificio de Ron por el bienestar de los otros, lo coloca en la clase de futuros bodhisattvas que sacrifican su propia felicidad por el bien de sus semejantes.

5. Dejando atrás al inconsciente Ron, en la sala siguiente Harry y Hermione encuentran un enorme y detestable ser sobrenatural que debe ser dominado.
Aunque el gigante ya había sido vencido –en realidad los tres compañeros lo habían dejado inconsciente en un encuentro anterior cuando él invadió la escuela. Dominar el monstruo y ganar el control de nuestra propia sombra, del Guardián del Umbral, que personifica nuestras faltas, pecados y naturaleza animal. Pero, una vez establecido el control, el monstruo irreal no es más un desafío, y cuando es necesario podemos lidiar con él.

6. En la penúltima sala Harry y Hermione son cercados por paredes de fuego que solamente pueden ser transpuestas cuando un enigma es resuelto. Hermione, la más experta de los tres, lo resuelve. Harry la manda de regreso para cuidar a Ron y sigue solo. Los fuegos de la pasión solamente pueden ser develados si sabemos la respuesta para el enigma de la vida. Este conocimiento es alcanzado por los que son verdaderamente inteligentes y, de hecho este es el significado de la inteligencia. Debemos usar nuestra inteligencia para actuar en la cámara más secreta de nuestra búsqueda, y este pasaje final debe ser hecho solo por cada uno de nosotros, porque la búsqueda de la iniciación final es solitaria, enfrentada sin ningún auxilio, excepto por aquello que cada uno de nosotros tiene dentro de sí.

7. En la última sala Harry encuentra a ambos, Voldemort que corrompió a uno de los profesores de Hogwart y ocupó su cuerpo, y también el Espejo de Erised, debe ser usado para encontrar la Piedra. El espejo de Erised muestra a quien se mira en él, no el reflejo de la realidad, sino una imagen de lo que más desea. Es la gran ilusión, y debemos conocer su secreto para no caernos en esta trampa.
Para encontrar la Piedra Filosofal en el Espejo, se debe desear encontrarla pero no usarla en beneficio propio. Harry encuentra la Piedra, no para beneficiarse con ella, sino para impedir que Voldemort la use para el mal, de la misma forma como el Anillo de Tolkien, la Piedra Filosofal es destruida por el acto de coraje altruista de Harry, para que no caiga en las manos de Voldemort. La verdadera riqueza e inmortalidad son obtenidas solamente por aquellos que son motivados por el deseo altruista. Y este es el gran secreto de la búsqueda.
Las Lecciones de Vida de Hogwart En el curso del descubrimiento del gran secreto, Harry aprende muchas lecciones repasadas a los lectores. Aunque esto sea ficción fantástica, sus mensajes son hechos reales.
Podemos identificar siete lecciones, siendo tres las preliminares:

1. Hay otro nivel de verdad mas allá de la mediocre realidad Muggle. Todos nosotros somos huérfanos en este mundo y Harry Potter en la Escuela de Sabiduría, para aprender las verdades de este nivel.

2. Instructores como Dumbledore, están disponibles en la escuela de la vida para guiarnos en este aprendizaje.

3. De estos instructores, aprendemos a ver la Verdad, pero con mucha prudencia: [ Harry] “Hay otras cosas que me gustaría saber, si usted puede contarme... me gustaría saber la verdad de...”

4. “La verdad” - Dumbledore suspiró – “es una cosa bella y terrible, y debe ser tratada con mucho cuidado”.

5. Cuando Harry comienza a preguntar sobre Voldemort, mencionándolo – por el eufemismo de “Usted-sabe-Quien”, como es llamado por muchos  que tienen miedo hasta de mencionar el nombre del gran Hechicero del mal, Dumbledore lo reprende:

“Llámelo Voldemort, Harry. Use siempre el nombre de las cosas. El miedo del nombre aumenta el miedo de la propia cosa.”
Después de estas tres lecciones preliminares, siguen cuatro lecciones principales:

1. Discernimiento. Debemos escoger nuestro propio camino en la vida. Dumbledore dice a Harry: “Es nuestra elección, Harry, lo que muestra lo que somos realmente, más que nuestras habilidades”. (Harry Potter y la Cámara Secreta). Las Cartas de los Maestros dicen: “Tenemos una palabra para todos los aspirantes: INTENTE”. Y, en el manual espiritual A Los Pies del Maestro, la primera de las cuatro calificaciones para entrar en la Senda del
“Discernimiento”. Mas allá de eso, la tercera Verdad del Loto Blanco (de otro manual espiritual, Luz en el Sendero) nos dice: “Cada uno de nosotros es su propio absoluto legislador, o distribuidor de gloria o tristeza a sí mismo; quien decide nuestra vida, nuestra recompensa, nuestro castigo”. Por lo tanto esta lección es la de hacer un esfuerzo de - o intentar - distinguir entre lo real o lo irreal, entre lo menos bueno y lo mejor, entre lo transitorio y lo eterno.

2. Desapego. La segunda lección importante es que el mundo es mayavico, ilusorio y, por lo tanto debemos pasar por él sin deseos egoístas. El Espejo de Erised es un símbolo de deseo mayavico. El término “Erised” es “Desire” (en inglés, deseo) leído de atrás para delante, por eso un mal deseo. El Espejo tiene en el tope una inscripción: “Erised s’traeh ruoy tub ecaf rouy ton wohs i” que es la escritura al revés (en ingles) de “I show no your face but your heart’s desire” esto es “No muestre su cara, sino el deseo de su corazón”. Los que se miran en el Espejo no se ven a sí mismos como son, sino la ilusión de lo que ellos quieren ser y tener. Dumbledore explica el Espejo:
“El hombre más feliz del mundo será capaz de usar el espejo de Erised, como un espejo normal, esto es, el se verá a sí mismo exactamente como él es... El no nos muestra nada más ni nada menos lo que es más profundo, el más desesperado deseo de nuestros corazones... con todo, este espejo no nos dará ni conocimiento ni verdad. Los Hombres se consumirán en su frente, extasiados con lo que ven, o quedarán locos no comprendiendo si lo que ven es real o incluso posible”.
El Espejo es un símbolo de Maya, la Gran Ilusión, en este mundo motivado y gobernado por el deseo. En A Los Pies de Maestro, la segunda calificación para entrar en la Senda es el “Desapego”, esto es, sin deseo personal, o, como dice el Bhagavad Gita, actuar sin desear los frutos de la acción.

3. Buena Conducta. La tercera lección es que debemos llevar nuestras vidas de acuerdo con Principios Correctos y no por reglas arbitrarias. Muchas veces Harry transgrede las reglas de la escuela, pero nunca transgrede los principios morales. La tercera calificación en A Los Pies del Maestro son las “Seis Reglas de Conducta”: Control de la Mente, Control de la Acción, Tolerancia, Contentamiento, Perseverancia y Confianza – especialmente confianza en el Plan, que es lo que aquellos que conocen, saben. Y los que saben, saben que la muerte es parte del Plan. Cuando Harry se preocupa con las consecuencias de la pérdida de la Piedra Filosofal sobre el buen filósofo alquimista que la consiguió y que debe morir sin ella, Dumbledore explica:
Mas allá de eso, para la mente bien organizada, la muerte es solamente la próxima gran aventura. Usted sabe, la Piedra realmente no era la cosa tan maravillosa, ¡cuando mucho le traería todo el dinero y vida que desease! Las dos cosas que la mayoría de las personas escogerían dentro de todas – el problema es que los hombres tienen una predilección para escoger exactamente las peores cosas para sí”.

4. Amor. Harry se salvó de dos ataques del Mal, en su infancia y en su búsqueda, debido al gran amor de su madre. Dumbledore le dice a Harry:
“Su madre murió para salvarlo. Si hay una cosa que Voldemort no puede entender es el amor. Él no comprende que un amor tan grande como el que su madre tuvo por usted deja su propia marca. No es una cicatriz o una señal visible,... sino que es por haber sido amado tan profundamente, es verdad que está bajo una protección permanente, incluso si la persona que tanto haya amado haya muerto. Por eso Voldemort no puede atacarlo. Seria una agonía tocar una persona con la marca de algo tan bueno”.

La cuarta calificación en A Los Pies del Maestro para entrar en la Senda es el Amor.
Estas son las lecciones que Harry Potter aprende en su primer año en Hogwart, y en el primer estadio de su educación para la vida: tener discernimiento al hacer sus elecciones.
Hacer las cosas acertadamente sin ningún interés; escoger por guía los principios inteligentes de la vida y no las reglas arbitrarias; y tener confianza en lo que Dante llamó en la Divina Comedia como “El Amor que mueve el sol y las otras estrellas”. Son el Discernimiento, el Desapego, la Buena Conducta y el Amor.
Estas son lecciones para que cualquiera de nosotros aprenda en el principio o en cualquier época de la vida.      
                                                           FIN

(Extraído de la Revista Sophia y publicado originalmente en la Revista The Quest, noviembre-diciembre 2002)
Traducción: Izar G. Tauceda, miembro de la Sociedad Teosófica por la Loja Jehoshua, Porto Alegre, RS.
Nota
(1) John Algeo es Profesor Emérito de Inglés en la Universidad de Georgia, Estados Unidos, donde enseñó Literatura Fantástica, más allá de su campo específico de la historia y estructura de la lengua inglesa. Editó el sexto volumen del Cambridge History of the English Language (2001); es Vice-Presidente Internacional de la Sociedad Teosófica.

domingo, 20 de mayo de 2012

CAMINO DE LIBERACIÓN



                                                                                                Geoffrey Hodson
Una de las grandes necesidades de la época presente es un sistema
regular de pensamiento reflexivo y de propio entrenamiento espiritual para
todos los hombres. Esta parece ser la solución, en realidad la única solución,
de los problemas del día, no solamente para aquellos que aspiran a una vida
espiritual elevada, sino también para los dirigentes y pueblos de todas las
naciones del mundo.
En Occidente estamos inmersos en una febril actividad y vivimos en tal
estado de ruido, excitación y persecución egoísta del placer que hemos
olvidado completamente las realidades internas. En este hecho se encuentra la
explicación de todas las dificultades del mundo. La naturaleza, sin embargo,
nos conducirá indefectiblemente como el jinete guía a su caballo, si nosotros
no cambiamos totalmente el método y propósito de nuestras vidas. Los
cataclismos, las guerras y las contiendas sociales y obreras que son la
característica de nuestra época, no son otra cosa que advertencias de la
naturaleza a fin de que nos detengamos en nuestro camino y volvamos nuestra
atención en dirección de la vida.
La práctica de la meditación es uno de los caminos para liberarnos de
las molestias, tristezas y dificultades de la vida; precisamente la liberación que
todos los hombres buscan. Para que sea completa y perdurable esa liberación
debe serlo en un triple sentido. En primer lugar, tenemos que liberar a nuestros
propios poderes internos.
Aquellos que aspiren a la vida espiritual no deben esperar la presión de
las circunstancias externas para despertar ese poder innato; sino que deben
aprender a liberarlo y a utilizarlo deliberadamente. La meditación es el medio
para alcanzar esa liberación.
Hay una segunda clase de liberación. Detrás y por encima de aquello
que hemos desarrollado, está el poder divino, que es nuestra existencia real. Es
la fuerza de nuestra Divinidad inherente. Es el Dios que nosotros mismos
somos. Mientras nuestra atención esté dirigida hacia fuera, a lo externo, a lo
temporal y a lo cambiante, el Dios dentro de nosotros permanecerá dormido.
Está en nuestras manos despertarlo conscientemente y liberar ahora nuestras
posibilidades divinas. Si queremos alcanzar la meta es indispensable que lo
hagamos así. Necesitamos todos nuestros poderes y la experiencia que
poseemos para alcanzar con seguridad la “otra orilla” en este período de la
evolución humana.
Consolémonos, sin embargo, recordando que no tenemos que crear
energía. Lo único que hemos de aprender es a liberarla. La ciencia ha
descubierto en un simple átomo fuerzas tan grandes que si se liberasen
destruirían un continente. ¿Cuál no ha de ser, pues, el poder del alma
humana?. En cada uno de nosotros hay una energía incalculable. Cada uno de
nuestros cuerpos, oculta una parte de energía de la que aquí, en el plano físico,
se manifiesta muy poca. El primer paso hacia la segunda liberación es tratar de
comprender en qué consiste este poder; seguirlo paso a paso hasta su origen;
encontrar nuestro camino hacia lo interno a través de los cuerpos que velan su
luz, pasar más allá del cuerpo emocional al mental, por el mental al Ego,
donde encontramos poder, paz y gozo más allá de toda comprensión humana.
En realidad, no hay límite en cuanto a las alturas a que podemos aspirar.
Podemos llegar a lo más íntimo del corazón del Logos y sumergirnos en él.
Esa es, en realidad, la meta de la meditación: el descubrimiento de la Fuente
del Poder y la unión con ella.
En tercer lugar, ¿No buscamos liberarnos de las tristezas y dificultades
de la vida, de la naturaleza imperfecta de la existencia humana, llena de un
sufrimiento que parece inacabable, y con una poca felicidad, que parece
insegura?. ¿No caminamos a tientas en un mundo donde el dolor parece
predominar, buscando siempre placer constante sin encontrarlo?. Buscamos
liberarnos del dolor, la tristeza y la incertidumbre; buscamos un bienestar que
sea eterno y una tranquilidad que sea inalterable; buscamos, en una palabra, la
liberación eterna.
Hay un medio de escapar de las penas de la vida terrenal, de sus
limitaciones, de la sensación de incapacidad, de la sensación de tener poderes
que no podemos expresar y de los desengaños que continuamente se nos
presentan en la vida. Este medio es aprender pronto las lecciones que el dolor
y las tristezas enseñan y recogernos en nuestro interior, alejándonos de ellos
hacia el corazón de la realidad.
Esos males tienen, naturalmente, su utilidad, son nuestros maestros. Los
venceremos alejándonos de ellos, no luchando continuamente contra ellos.
Este último método se viene practicando desde edades sin cuento y todavía
falla. No nos protegemos de esos males resistiéndolos, pues al hacerlo
intensificamos su poder y nos ponemos más completamente bajo su dominio.
Debemos distanciarnos de todas las dificultades hasta que las veamos en su
debida perspectiva, como sombras efímeras, proyectadas por nuestra
personalidad en la pantalla del tiempo y del espacio. Hemos de dejar de mirar
la multiplicidad de sombras y encarar la Luz única. Esta gran “conversión” se
consigue por medio de la meditación. Con el pensamiento debemos seguir
nuestro camino hasta el verdadero centro de nuestro ser. Allí encontraremos la
luz eterna brillando. Allí encontraremos la paz que es inalterable y que está
“más allá de toda comprensión”. No hay otro camino. Todos los fenómenos
cambiantes de la vida, o mejor dicho, todas las novedades pasajeras del
mundo, especialmente las experiencias que nos producen dolor, son para
enseñarnos a mirar hacia adentro. Únicamente allí encontraremos el Reino de
la Felicidad.
Si necesitamos un mayor incentivo, lo encontraremos en que sólo
podremos enseñar a los demás el camino de la liberación cuando nosotros
mismos lo hayamos encontrado. Por mucho que nos compadezcamos de
nuestro hermano, por mucho que trabajemos para aliviar los males del mundo,
no seremos verdaderos auxiliares, reformadores o maestros hasta que hayamos
aprendido a recogernos en el seno de esa paz eterna, donde podremos
vislumbrarlo todo en su verdadera perspectiva, alcanzar la sabiduría y liberar
el único poder capaz de convertirnos en verdaderos salvadores de hombres.
Cuando nosotros mismos hayamos encontrado y cruzado el portal,
podremos guiar a nuestros hermanos, pero no antes. Si miramos los ojos de los
grandes seres del mundo veremos en ellos una serenidad, una felicidad y una
calma que nada puede perturbar. Ellos han entrado en el Jardín de la Felicidad
y las tristezas del mundo no les alcanzan personalmente, por mucho que
compadezcan a los demás.
¿Cómo alcanzar esto que todos deseamos?. Existen cinco principios
esenciales, cuya consideración puede indicarnos el camino:

1.- Todo aquello que buscamos se encuentra en nosotros mismos.
Dejemos de buscar la felicidad en lo externo; por el contrario, tratemos
de encontrar el corazón de nuestro propio ser, en el que únicamente yace la
solución de los problemas de la vida y el camino de la felicidad y paz eternas.

2.- Es necesario tranquilidad absoluta para que la “Voz del Silencio”
sea oída y la luz eterna que siempre brilla sea percibida.
Estamos siempre en presencia de Dios. Los planos espirituales más
elevados no están alejados en el espacio, sino que están aquí mismo. La voz de
Dios resuena siempre. No oímos Su voz, ni percibimos Su luz, porque estamos
completamente absorbidos en nosotros mismos y nos aturdimos con nuestro
propio ruido. Esto se aplica igualmente al individuo y a las naciones. El que
aspira a la vida espiritual debe retirarse de todo eso; no debe dejarse arrastrar
por el torbellino de la vida humana moderna, ni dominar
por las corrientes de pensamiento del mundo. De vez en cuando es bueno retirarse de
todo esto y establecer dentro de uno mismo un centro de equilibrio y paz. Entonces se oirá
la Voz, se percibirá la Luz y empezarán a afluir la gloria y la serenidad de los
mundos superiores.
De modo que el silencio es el segundo gran principio. “Ten quietud y
sabe que soy Dios”, dijo el salmista. Un poeta moderno ha dicho: “Qué raro es
encontrar un Alma bastante tranquila para oír la voz de Dios”, y también:
“Permanece tranquilo delante de tu Dios y deja que El te moldee”.

3.- En la quietud se producirá la expansión de conciencia.
Habiéndonos recogido en nosotros mismos, habiendo alcanzado la
tranquilidad, concentremos nuestros pensamientos en la contemplación de las
cosas eternas. Dejemos que Dios penetre más en nuestras vidas. Esforcémonos
en alcanzar un concepto de Su gloria y en imaginar Su naturaleza. Entonces,
nuestra conciencia se expandirá y nos encontraremos en El y le descubriremos
en nosotros.

4.- Nuestros cuerpos deben purificarse, a fin de que puedan expresar la
belleza, el esplendor, la expansión y la visión que nuestra
meditación revele.
El cuerpo físico debe refinarse perfectamente. Los efectos hereditarios
de comer carne en exceso y la rudeza general de las últimas generaciones han
de eliminarse por medio de dieta y vidas puras. Un gran maestro ha dicho que
nuestros cuerpos deben de estar libres ‘hasta de la más pequeña partícula de
impureza’. La impureza física tiene su contrapartida en el cuerpo emocional y
también en la mente; por consiguiente, es tres veces indeseable. Nuestras
emociones han de ser igualmente purificadas y cultivadas; debemos refinar
nuestra mente, dominar su tendencia a la separatividad, al egoísmo y a la
crítica, y aprender a pensar en términos de unicidad. De esta manera los
cuerpos sutiles se harán sensitivos, puros, bellos y translúcidos a la luz interna.

5.- La solución de todos los problemas se encuentra en la comprensión
de la unidad de toda vida.
Ángel, hombre, animal, vegetal y mineral son todos uno. El mensaje
que tenemos para el mundo, que ha caído en la “gran herejía” de la
 separatividad, es el de la Unidad.

 Para transmitir este mensaje no necesitamos ser unos gigantes intelectuales
 capaces de escribir, hablar u organizar; porque,
si tenemos un corazón recto y la actitud debida y nosotros mismos hemos
alcanzado, en cierta medida, la comprensión de la unidad, todos podemos
ayudar. Todos podemos transmitir el mensaje constantemente en nuestra vida
cotidiana. Todo lo que necesitamos es caridad y un corazón puro, un
determinado poder de concentración y una voluntad a la que no arredren los
obstáculos.
Hemos de romper las ataduras del yo inferior separado y hemos de
dedicar toda nuestra vida al servicio de nuestros hermanos. Una vez que
hayamos vislumbrado la espléndida visión de la unidad de la vida, ningún
dolor terrenal podrá lastimarnos. El gozo de trabajar con los grandes dirigentes
y Maestros de la humanidad perdurará en nuestros corazones y brillará en
nuestra mirada. Ellos nos ayudarán a desarrollarnos, a fin de que lleguemos a
ser servidores más eficientes y más inteligentes. Mediante Su guía
encontraremos la liberación y por Su poder guiaremos a la humanidad hacia la
Paz.

domingo, 13 de mayo de 2012

EL CENTRO DE MI CÍRCULO





                                                                                            C. W. Leadbeater


De todos los obstáculos que se alzan en el camino del aspirante que desea entrar al Sendero, el más serio, fundamental y de mayor alcance es el estar concentrados en sí mismos. Nótese que no me refiero con esto al feo y crudo egoísmo que definitivamente busca todo para sí aún a costa de los demás. Estoy, por supuesto, suponiendo que eso por lo menos quedó atrás hace rato. Pero aún para quienes dejaron eso atrás hay aún otro peligro tan sutil y profundamente enraizado que ni siquiera lo reconocen como un peligro sin duda, ni siquiera están conscientes de su existencia. Pero si dejamos que cada hombre se examine a sí mismo honesta e imparcialmente, hallará que todo su pensamiento está concentrado en sí mismo. Piensa con frecuencia en otras personas y en otras cosas, pero siempre en relación consigo mismo. Teje muchos dramas imaginarios, pero él, su persona, siempre ocupa un lugar preponderante en los mismos. Cambiarle una cualidad tan fundamental es cambiarle la raíz de todas las cosas, convertirlo en un hombre completamente distinto. Muchas personas no pueden, ni por un momento, enfrentarse a la posibilidad de un cambio tan radical, porque ni siquiera saben que esa condición existe.
Sin embargo, esa condición es absolutamente fatal para lograr algún progreso. Hay que cambiarla radicalmente y, no obstante, son muy pocos los que están haciendo algún intento para cambiarla. Existe una sola forma de salir de este círculo vicioso, y ésta es el camino del amor. Eso es lo único que puede alterar esa condición en la vida de un hombre común, asiéndolo con mano férrea durante un tiempo y logrando que cambie completamente su actitud. Cuando un hombre se enamora, como se dice, al menos durante un tiempo otra persona ocupa por completo el centro de su círculo. Piensa en todas las cosas del mundo con respecto a esa persona, no a sí mismo. La “divinidad” en cuyo altar deposita esta ofrenda podría parecerle al resto del mundo una persona muy corriente, pero para él, ella es temporalmente la encarnación de la gracia y la belleza. Él ve en ella la divinidad que en realidad es suya, porque está presente en todos nosotros aunque normalmente no la veamos. Es cierto que en muchos casos después de un tiempo su entusiasmo se evapora y lo transfiere a otro objeto, pero sin embargo durante el tiempo en que no estuvo concentrado en sí mismo, al menos tuvo una visión más amplia.
Ahora, esto que el hombre común hace inconscientemente, el estudiante de ocultismo debe hacerlo conscientemente. Debe deliberadamente destronarse a sí mismo del centro de su vida y colocar allí en vez a su Maestro. Hasta ahora, ha tenido el hábito de pensar instintivamente cómo algo le va a afectar, o qué logrará con eso, o cómo obtener ganancias o placer con ello. En vez de esto, ahora deberá aprender a pensar cómo todas las cosas afectan al Maestro, y puesto que el Maestro vive solamente para ayudar a la evolución de la humanidad, ello significa que deberá contemplarlo todo desde el punto de vista de su utilidad o su entorpecimiento para la causa de la evolución. Y aunque al principio tendrá que hacerlo todo conscientemente y con esfuerzo, deberá perseverar hasta que consiga hacerlo inconsciente e instintivamente, como mismo lo hacía antes cuando estaba concentrado en sí mismo. Para utilizar las palabras de un Maestro, “debe olvidarse completamente de sí mismo para recordar solamente el bien de los demás.”
Pero incluso cuando se haya destronado a sí mismo y haya entronizado el trabajo que tiene que hacer, debe ser muy cuidadoso para no engañarse, y que la vieja forma de estar concentrado en sí mismo no vaya a regresar de una manera más sutil.
Muchos buenos y dedicados trabajadores teosóficos que he conocido han cometido el error de identificar la labor teosófica consigo mismos, y sentir que quienes no coincidían con sus ideas y sus métodos eran enemigos de la Teosofía. Con frecuencia el trabajador piensa que su camino es la única vía, y que diferir de él en una opinión es ser traidor a la causa. Esto sólo significa que el ego ha vuelto a ocupar su viejo lugar en el centro del círculo, y que hay que comenzar nuevamente la ardua tarea de desalojarlo de allí.
El único poder que el discípulo debe desear es el que lo hace parecer nada ante los ojos de los hombres. Cuando él es el centro de su círculo, puede que haga un buen trabajo, pero siempre tendrá la sensación de que es él quien lo está haciendo, y aún más con el objeto que sea, pero cuando el Maestro está en el centro de su círculo, hará el trabajo simplemente para que el mismo esté hecho. El trabajo ha de llevarse a cabo por el trabajo en sí, y no para beneficio de quien lo realiza. Y aprenderá a contemplar su trabajo como si fuese el de otra persona, y el de las otras personas como si fuese precisamente el suyo propio.
Lo único importante es que el trabajo se realice. No importa quién lo haga. Por lo tanto, no debe estar prejuiciado en favor de su propio trabajo, ni ser indebidamente crítico con el de otro, ni tampoco hipercrítico o despreciativo con su propio trabajo para que otros se lo elogien. Para citar las palabras de Ruskin con respecto al arte, tiene que poder decir serenamente, "Sea tuyo, mío, o de quien sea, está bien así."
Otro peligro acecha también, especialmente al trabajador teosófico—el de felicitarse a sí mismo demasiado pronto, hasta el punto de que difiera del resto del mundo. Las enseñanzas teosóficas confieren una nueva visión a todo, conque es natural que uno sienta que nuestra actitud es distinta de la mayor parte de las personas. No hay daño en pensar que esto es una verdad obvia, pero yo he apreciado que algunos de nuestros miembros están listos para enorgullecerse de sí mismos por el hecho de que son capaces de reconocer estas cosas. No se dan cuenta en lo absoluto de que están pensando que nosotros, que somos capaces de reconocer esto, somos por lo tanto mejores que otros. Otros hombres se han desarrollado siguiendo otras líneas, y mediante ellas podrían haber llegado más lejos que nosotros, aún cuando según nuestra línea podrían carecer de algunas cosas que nosotros tenemos. Recuerden que el Adepto es un hombre perfecto completamente desarrollado en todas las formas posibles y así, aunque tengamos algo que enseñarles a los otros, también tenemos mucho que aprender de ellos. Sería el colmo de la locura despreciar a un hombre porque no ha adquirido aún conocimientos teosóficos, y quizás ni siquiera ha desarrollado las cualidades que le permitirían apreciarla. Por lo tanto, en este sentido, también debemos tener cuidado de no ser el centro de nuestro propio círculo.
Un buen plan que podría adoptar para evitar volver al centro de sí mismo puede ser el de recordar, como mismo he explicado en ocasiones anteriores, la visión oculta del curso y la influencia de los planetas. Recordarán, como expliqué, que cada planeta era un foco menor en un eclipse, y que el foco mayor era el cuerpo del sol. Cada uno de ustedes es el foco menor. Avanzan con su propio curso haciendo el trabajo que se les encarga y, sin embargo, en todo momento son un reflejo de un foco mayor y su conciencia se concentra en el sol, porque el Maestro del cual ustedes son parte, es miembro de una Gran Jerarquía que siempre está realizando el trabajo del Logos.
Cuando un hombre es el centro de su propio círculo, está cometiendo perpetuamente el error de creer que él es el centro de todos los demás. Constantemente supone que en todo lo que otras personas hacen o dicen están de alguna manera pensando en él o haciendo observaciones sobre su persona, hasta que esto se convierte en una especie de obsesión, y son totalmente incapaces de comprender que cada uno de sus vecinos, como regla general, también está enteramente envuelto en sí mismo y no piensa para nada en ellos. Así, el hombre se busca una enorme e innecesaria cantidad de preocupaciones y problemas, que podrían haberse evitado si viera las cosas bajo una perspectiva más sana y racional. Y de nuevo, precisamente por ser el centro de su propio círculo está susceptible a la depresión, porque ésta sólo viene a quienes están pensando en sí mismos. Si el Maestro estuviera en el centro del círculo, y todas sus energías estuviesen concentradas en servirle, no tendría tiempo para deprimirse ni para sentir la menor inclinación hacia ello. Estaría demasiado ocupado deseando que se le presentara otra oportunidad de servicio.
Su actitud sería la indicada por nuestra Presidenta en su autobiografía—que cuando un hombre ve que hay un trabajo pendiente por hacer, a diferencia del hombre común, que dice: "Sí, sería bueno hacerlo y alguien debería hacerlo, pero, ¿por qué yo?”, por el contrario, debería decir: “Alguien tiene que hacerlo, conque, ¿por qué no yo?”
A medida que evoluciona, su círculo se va ampliando y al final llegará un momento en que su círculo será infinito en extensión, y luego, en cierto sentido, él, nuevamente, será su centro, porque se habrá identificado con el Logos, que es el centro de todos los posibles círculos, puesto que cada punto es equidistante del centro de un círculo cuyo radio es infinito.

domingo, 6 de mayo de 2012

LA ESCALERA DE JACOB

                                                                          


                                                                                               Mary Anderson

 En el libro del Génesis, en el Antiguo Testamento bíblico, se relata cómo Jacob, el hijo de Isaac y nieto de Abraham, vagando en el desierto se acostó a dormir usando piedras como almohada: ʺ. . . Y vio, en sueños, una escalera posada sobre la Tierra, cuya parte superior llegaba al cielo, y vio los ángeles de Dios que subían y bajaban por ella.ʺ (Génesis, 28:12). ʺY vio al Señor de pie por sobre ésta . . .ʺ. (ibid., 28:13).
Toda la descripción—la escalera, los ángeles que suben y bajan por ella, y el Señor de pie por sobre la misma—puede sugerir muchas interpretaciones simbólicas relacionadas con las enseñanzas y la vida Teosófica.
¿Qué enseñanzas podrían estar involucradas? Podemos pensar en las siguientes:
1. "Creación"una emanación divina.
2. Evolución.
3. Los reinos de la Naturaleza.
4. Reencarnación.
5. La constitución del ser humano.
6. El progreso humano.
7. El sendero espiritual.
8. La importancia de los sueños en general.
9. La omnipresencia de lo Divino.
Consideremos cada uno de estos puntos, uno por uno:

1. “Creación”—Una Emanación Divina
Según las enseñanzas Teosóficas el origen de nuestro Universo fue un Principio Fundamental Uno, que puede ser llamado Dios, lo Absoluto, la Base del Ser, Parabrahman, etc. Esto puede estar simbolizado por el Señor en el sueño de Jacob, de pie en la cima de la escalera. El Principio Divino Uno emanó dos aspectos de sí mismo, siendo el origen de lo que llamamos Espíritu o Conciencia y Materia. Esta emanación puede representarse por los ángeles que bajan la escalera. Siendo aspectos del uno, Espíritu/Conciencia y Materia siempre están conectados. Pero su conexión radica en que el Espíritu/Conciencia es envuelto en o sofocado por la materia. Esto se conoce como “involución”.

2. Evolución
“Evolución” significa literalmente “desenrollar”, del latín ex, que significa hacia fuera, y volvere, enrollar. Pero si algo se desenrolla, debió estar enrollado de antemano. Si desenrollamos una bufanda de nuestro cuello, o una venda de nuestro dedo, primeramente la debimos haber enrollado allí. De la misma manera, la evolución implica in-volución, “en-rollar” antes de que la e-volución, o “des-enrollar”, pueda tener lugar. La involución, o el espíritu/conciencia “envolviéndose” en la materia, puede ser representado por los ángeles que descienden la escalera; y el movimiento de los ángeles ascendiéndola simbolizaría la evolución, o el espíritu/conciencia liberándose de la materia.

3. Los Reinos de la Naturaleza
La evolución ocurre a través de los diferentes Reinos de la Naturaleza que podemos simbolizar—como lo hace Geoffrey Barborka en The Divine Plan (El Plan Divino)—como los escalones de una escalera representando los diversos reinos (comenzando desde la parte inferior): mineral, vegetal, animal, humano y super-humano. Es la misma vida, conciencia o espíritu, que sube la escalera atravesando todos estos reinos de la Naturaleza, a través de inmensos periodos de tiempo.
Así, existe un continuo movimiento de ascenso y descenso de la escalera: el espíritu/conciencia penetrando cada vez más profundamente en la materia, o descendiendo la escalera; para luego liberarse gradualmente de las ataduras de la materia, ascendiendo la escalera.

4. Reencarnación
También puede recordarnos los movimientos descendentes y ascendentes de nuestras encarnaciones, nuestras vidas y muertes: nuestro descenso en la materia, en un cuerpo físico al nacer; y nuestro ascenso hacia los reinos de materia más sutil, luego que dejamos el cuerpo al morir. Goethe escribió un hermoso poema expresando esto:
El alma de hombre es como el agua
Viene del cielo
Hacia el cielo se eleva
Y una vez más
Debe retornar a la tierra
En un cambio constante.
Nuestras vidas en la Tierra y estadía en un reino celestial pueden compararse con el día y la noche, el verano e invierno, la marea alta y baja, y a la aparición y desaparición de los universos. La Primera Proposición Fundamental en La Doctrina Secreta establece que el universo manifestado está penetrado por la dualidad, como luz y oscuridad, caliente y frío, etc. Y el constante movimiento de un extremo al otro es llamado, en la Segunda Proposición Fundamental, la “ley de periodicidad”. Así, los ángeles que bajan y suben la escalera en el sueño de Jacob pueden representar esos movimientos en la Naturaleza, en el que todas las criaturas están comprometidas.

5. La Constitución de un Ser Humano
En este respecto, nosotros somos la escalera de Jacob. La escalera de nuestro ser se extiende desde el Espíritu en la parte superior de la misma—por así decirlo—donde el Señor está de pie en la historia bíblica, hacia abajo a través de la visión espiritual, Sabiduría y Amor (buddhi), a través del intelecto (manas) en su aspecto superior (buddhi‐manas) unido con la Sabiduría y el Amor o, en su aspecto inferior (kāma‐manas), con nuestras emociones, deseos y egoísmo, y finalmente descendiendo hasta el cuerpo físico.
Subir la escalera significaría que nuestra conciencia asciende desde el nivel físico hasta el llamado astral o emocional, donde se manifiestan la mayoría de los sueños, y de allí hasta los niveles más altos y espirituales, en los que se pueden experimentar ciertos sueños proféticos, como en el caso de Jacob. Generalmente estamos parados en la escalera conscientes sólo en los niveles físico, emocional y mental; pero los otros niveles están presentes, aunque mayormente en forma inconciente. Ellos existen, son realidades en la Naturaleza. En teoría, se encuentran accesibles en cualquier instante dado. Podemos subir la escalera interna en todo momento. Quizás subimos y bajamos los escalones inferiores todo el tiempo. El anterior Presidente, N. Sri Ram, compara al ser humano con una soga que cuelga, como una escalera de soga. En esa soga hay siete nudos, como los peldaños de una escalera, y cada nudo representa uno de los siete principios humanos. Madame Blavatsky señala que todos los siete principios están presentes en nosotros, pero que normalmente cada Principio se desarrolla totalmente sólo luego de un vasto periodo de tiempo. Pero cuando sentimos gran devoción o aspiración podemos elevarnos y quizás lograr remontar un peldaño de la escalera, y uno podría decir que entonces un ángel de gracia o inspiración descendió para encontrarnos.

6. Progreso Humano
El ascenso de la escalera puede simbolizar el camino de la humanidad a través de etapas de completa inocencia, ignorancia e inactividad—fase tamásica—pasando luego por estados de actividad, pasión, materialismo e incluso violencia—fase rajásica—elevándose finalmente a una etapa de armonía, paz, amor y sabiduría: sattva.
¿Somos ayudados en nuestro ascenso? ¿Se extienden desde lo alto manos auxiliadoras? Quizás sólo en la medida en que ayudamos a ascender a aquellos que están detrás de nosotros, extendiendo nuestra mano auxiliadora hacia ellos. Se cuenta una historia acerca de cierta señora que era muy mezquina; pero que una vez le dio una zanahoria a un mendigo. Después de su muerte, la zanahoria la llevó en dirección al cielo. Pero muchas pobres almas se aferraron al borde de su vestido tratando de ascender también al cielo. Ella no sentía su peso, pero entonces miró hacia atrás y se sintió muy molesta cuando los vio. Así que sacudió su vestido liberándose de ellos. Pero en la sacudida, dejó ir la zanahoria y perdió su única oportunidad de salvación.
Por supuesto, todos atravesamos fases de codicia y posesividad; pero tendremos otras oportunidades hasta que aprendamos a compartir y a dar.

7. El Camino Espiritual
La escalera puede representar la culminación de la evolución humana, el camino espiritual que conduce a la perfección; llevándonos más allá de la etapa humana. Hay una referencia al camino espiritual como una escalera en La Voz del Silencio:
La escalera por la cual asciende el candidato está formada por peldaños de sufrimiento y dolor . . . ¡Ay de ti, discípulo, si queda un solo vicio que no hayas dejado atrás! Porque entonces la escalera cederá bajo tus pies y te precipitarás . . . Sé precavido, no sea que pongas un pie todavía manchado en el peldaño inferior de la escalera. (V. 69)
La vida espiritual es a menudo referida también como un camino, una corriente o una escalinata, por ejemplo, Los Escalones De Oro. Una escalera, como también una escalinata, es un símbolo apropiado porque sugiere que, para alcanzar la cima de la misma, debemos subir, hacer un esfuerzo, persistir. Tanto una escalera como una escalinata no son como la escalera mecánica o el elevador, y mucho menos una vía férrea en la montaña que nos lleva hasta la cima, a nuestro destino o meta, ya sea el próximo piso o la cima de la montaña. Debemos trabajar para llegar allí. (Los ángeles pueden tener el privilegio de ascender y descender la escalera aparentemente sin esfuerzo ¡pero no la humanidad! Sin embargo, se dice que los ángeles deben todos, algún día en el futuro, pasar a través del reino humano, si es que ya no lo han hecho en el pasado).

8. ¿Y qué hay acerca de los sueños en general?
Jacob vio la escalera en un sueño. En la filosofía hindú, el estado de sueño o trance de la conciencia es conocido como svapna, el segundo de los estados de conciencia o avāstha; siendo el primero jāgrat, o la conciencia de vigilia; mientras que el tercero, sushupti, corresponde al sueño sin ensueño. Finalmente, el cuarto estado, turiya, es la etapa trascendental, más allá de cualquier cosa que podemos imaginar.
Madame Blavatsky señala que hay diferentes tipos de sueños: proféticos, alegóricos, aquellos enviados por adeptos (buenos o malos), sueños retrospectivos, de advertencias para otros, sueños confusos, imaginaciones o imágenes caóticas debidas a la indigestión, a algún problema mental u otra causa externa (HPB Teaches, p. 433 et seq.).
Ella también menciona que “ningún Adepto avanzado sueña. . . . Un sueño . . . es una ilusión” (ídem, pág. 433). Krishnamurti dijo que él nunca soñaba. Desde un punto de vista más elevado, los sueños son ilusorios . . . así como algún día podrá parecernos nuestra presente vida en la Tierra o el actual manvantara. Las siguientes palabras de La Tempestad, de Shakespeare (IV.i), podrían referirse al fin de un manvantara o cualquier periodo de actividad:
Nuestra fiesta ha terminado. Éstos nuestros actores,
Como ya te lo he dicho, eran espíritus todos y
Se han disuelto en el aire, en el sutil aire:
Y, como el inconsistente material de esta visión,
Las torres coronadas de nubes, los espléndidos palacios,
Los solemnes templos, el inmenso mundo mismo,
Sí, todo lo que éste hereda, se disolverá
Y, así como se desvaneció este insustancial espectáculo,
No dejará ruinas por detrás. Somos de la misma
sustancia que los sueños, y nuestra breve vida
culmina en un dormir. . .
En nuestra presente etapa imperfecta, los sueños a menudo son intentos de finalizar asuntos inconclusos, o de resolver problemas no resueltos durante el día. Por esta razón algunos psicólogos modernos, probablemente comenzando con Freud, han prestado gran atención a los sueños. C. G. Jung y otros han señalado su importancia, y con la ayuda de la simpatía e intuición, han sido capaces de identificar los problemas y las causas que habían sido reprimidas por sus pacientes, llevándolos a la confusión, depresión y enfermedad mental. Cuando los pacientes—que tienen que realizar mucho del trabajo por sí mismos—comprendieron y aceptaron lo que habían reprimido y que había surgido en sueños, en muchos casos se produjeron curaciones.

9. La Omnipresencia de lo Divino
Ésta es, quizás, la lección más inspiradora que el sueño de Jacob nos aporta.
Cito de un libro cuyo autor estuvo familiarizado con y fue marcado por el sueño de Jacob a una temprana edad (Laurens van der Post, Jung and the Story of our Time):
Este sueño . . . comienza por definir. . . lo que es el proceso del soñar . . . declarando simplemente que representa el camino entre la vida y su significado último.
Porque esto, creo, es lo que trata de comunicar la imagen de la escalera y su posicionamiento entre el Cielo y la tierra. Afirma que por su intermedio el hombre y la fuente de su significado estarán, por siempre, en comunicación. Eso es lo que sospecho que representa el movimiento de ángeles en la escalera, ya que los ángeles son mensajeros . . . (pág. 8)
En otras palabras, siempre estamos potencialmente en contacto con el Infinito, pero no nos damos cuenta de ello.
No importa cuán abandonado y sin ayuda esté, tanto sí mismo o en el mundo que lo rodea, el sueño—utilizando el estado de Jacob y el grande y peligroso páramo a través del cual huye temiendo por su vida como imaginario para representar a aquél que se encuentra al límite de sus posibilidades—afirma que el hombre nunca está solo. . .
Y Jacob ni siquiera tuvo que pedir ayuda . . . el sueño le trajo la promesa instantánea de ayuda desde las fuentes mismas de la creación. . . (pp. 8‐9)
Además, se dice que el movimiento del Espíritu es una cuestión bi-direccional, ya que los ángeles no sólo están descendiendo desde lo alto, sino también que ascienden por la escalera. Así se simboliza la posibilidad de un diálogo entre Dios y el hombre; indicando que lo Divino siempre está accesible. Después de todo, nuestra naturaleza más interna es Divina. Una genuina súplica a lo Divino, que en última instancia está dentro de nosotros, nunca pasa desapercibida (aunque esto deja espacio para el auto‐engaño). Así, el poeta Francis Thompson escribió:
Llora, y sobre tu penosa pérdida
Brillará el movimiento de la escalera de Jacob
Apostada entre el cielo y Charing Cross[2].
Charing Cross, en medio de la congestionada ciudad de Londres, y Cielo, con sus huestes angélicas . . . ¿qué podría parecernos más distinto o más opuesto? Pero lo Divino está en todas partes, no sólo en un templo, una mezquita o en una iglesia, sino también en las congestionadas calles de una prolífica ciudad capital. Depende de nosotros. De nuevo, Francis Thompson lo expresa apropiadamente:
Los ángeles siguen en sus ancestrales lugares
Sólo levanten una roca, y empiezan un vuelo
Son ustedes, sus enajenados rostros
Que se pierden aquello de muchos esplendores.
El sueño puede llevar la comprensión de que la escalera de Jacob está allí, aunque no somos en su mayor parte conscientes de ello. Los ángeles, los mensajeros del Señor, de Ātmā, de lo Divino, están siempre allí. Nunca estamos solos; y quizás aún menos cuando más solitarios nos sentimos.
Hay una conocida historia de un hombre que estaba caminando con Dios en la playa. De repente sintió que estaba solo, y al mirar hacia atrás pudo ver que hasta cierto punto en la arena había dos series de huellas. Pero entonces observó lo que él asumió eran sólo sus propias huellas. Preguntó en su desesperación: “¿Dónde has estado, Señor, cuando caminaba solo?” Y la respuesta fue: “Estaba llevándote en andas.”
Como Madame Blavatsky señaló, vivimos en un mundo de dualidad. Lo relativamente bueno y lo relativamente malo existen en el mundo de la dualidad, un mundo de ilusión, lo cuale no significa que podemos desafiar sus leyes, porque somos parte de él. Nuestro actual yo consciente, que es consciente en ese mundo, también es ilusorio, en el sentido de que no es nuestro verdadero yo espiritual. Pero este mundo ilusorio—o más bien, quizás, sólo relativamente verdadero—es un reflejo de lo que es absolutamente real. Nuestro mundo está en el fondo de la escalera que estamos ascendiendo.
Para comprender la naturaleza engañosa del mundo de la dualidad y empezar ascender la escalera de Jacob, puede ayudarnos el reconocer la naturaleza ilusoria de muchas de las dualidades que creamos o sostenemos cuando hablamos del bien y el mal, la luz y la oscuridad, etc., sobre todo si usamos esos términos para criticar a otros. No podemos buscar la unidad sólo verticalmente, es decir, la unión con nuestra naturaleza más profunda, sin buscarla también horizontalmente, con nuestros compañeros, los seres humanos.