lunes, 30 de abril de 2012

DEBEMOS PARTIR DE DONDE ESTAMOS






                                                                                                              Clara Codd
Hace poco encontré un pequeño y exquisito poema
titulado “Song at Twilight” (Canción al Anochecer),
solamente de tres versos, y citaré aquí el primero
de ellos:
Debemos seguir a partir de aquí.
El tiempo no tiene retorno.
Lleva lo que hemos aprendido,
que desaprender no podremos.
El puente que dejamos atrás,
no existe.
En todos los momentos de la vida, ese primer verso siempre es cierto. Tenemos que
partir justamente de donde estamos. Puede que hayamos estado vagando por el
camino, o que hayamos tomado alguna curva dudosa. En cualquier caso, nada podemos
hacer salvo comenzar donde estamos.
Conozco a personas que posponen el comienzo de esa gran empresa que es avanzar por
el Sendero, diciendo que esperarán a ser mayores o más sabios. Pero tan pronto el
primer vislumbre de que hay un sendero de retorno al hogar viene a nuestras almas, ese
es el momento de empezar a recorrerlo. A veces decimos que no somos aún
suficientemente buenos, o que no somos lo suficientemente puros, o que no estamos lo
suficientemente preparados, cuando en realidad no podemos empezar a hollar el
Sendero salvo donde mismo estamos. No podemos comenzar una empresa tan grande
como ésta, si no es de la forma en que somos. Hay una adorable stanza de la antigua
India, que dice:
Puro o impuro,
cualquiera puede ser,
meditando en lo Puro
llegaré a ser puro.
Nosotros sólo podemos comenzar como somos, y tenemos que partir de donde estamos.
Algunos pensarán que son demasiado viejos porque la vida ya casi se les ha ido. ¡Qué
idea tan errónea! En la vida del Espíritu no hay edad, espacio, ni tiempo, de la forma en
que nosotros entendemos estos conceptos. Hay una gran verdad en la vieja historia del
ladrón en la cruz, que en el momento de la muerte entró al paraíso con el Señor. Su
último pensamiento le dio una nueva dirección a su alma antes de abandonar su
cuerpo.
Los últimos años en la vida de una persona, incluso los últimos meses, pueden darle
una nueva dirección a su vida, y comenzar un nuevo camino que le lleve más allá de los
confines de la muerte, conduciéndole hasta la próxima encarnación. Los pensamientos
de todas las personas mayores deberían volverse hacia el cielo. Por desgracia, sus
pensamientos con frecuencia se dirigen hacia atrás, reviviendo los hechos acontecidos
en esa vida que transcurrió rápidamente. Los recuerdos están estrechamente
relacionados con el pasado. Eso está bien y es bueno si los recuerdos están llenos de
amor, compasión, alegría, amistad, o belleza. Pero también tenemos que mirar hacia el
futuro. Las glorias del cielo que vienen.
En el momento de la muerte, el alma desciende para revisar la vida pasada y
comprenderla. Debemos llevar el dorado hilo de Ariadna con nosotros a través de las
puertas de la muerte, el hilo de una dorada esperanza, de una nueva resolución, aunque
esto sea apenas un comienzo.
Y así debe ser también con todos los problemas de la vida. Aunque pensemos que no estamos bien equipados para la empresa, el Tiempo no esperará a que nosotros encontremos sabiduría, ayuda o decisión.No importa lo que seamos, ni el punto en que nos encontremos, tenemos que partir de donde estamos. Entonces podremos seguir aceptando valientemente los resultados que curarán nuestra falta de sabiduría o de capacidad, teniendo siempre una enorme fe y confianza;una confianza en la vida, que es Dios en acción, y una fe en la belleza, que es finalmente la eterna conquistadora. El hilo de oro, nuestro propio Sutratma, una y otra vez nos
llevará de retorno a nuestro Ser divino, y un día ese hilo dorado nos sacará de la
oscuridad de esta caverna para llevarnos al fulgor de la luz eterna.
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Sociedad Teosófica en América
Este artículo se publicó originalmente en Trust Yourself to Life, Theosophical Publishing House, 1968.
Editado por el Departmento de Educación de la Sociedad Teosófica en América, 2006.
Traducción y Redacción: Eulalia M. Díaz

domingo, 22 de abril de 2012

Teosofía y Sociedad Teosófica Pablo Sender




P. ¿Qué significa la palabra teosofía?
R. Esta palabra deriva del griego θεοσοφία (theosophia): theos = Dios, Divino; y sophia = Sabiduría; lo que puede traducirse como Sabiduría Divina. El término fue acuñado en la ciudad de Alejandría donde floreció la Escuela Teosófica Ecléctica (también conocida como “Escuela Neoplatónica”) fundada en el 193 d. C. por Ammonio Saccas, quien retomó muchos de los principios expuestos por Platón y Pitágoras. Entre sus discípulos se encontraron Plotino, Jámblico, Porfirio, Proclo y otros importantes teósofos.
Más tarde, a lo largo de la historia, diversas personas y movimientos adoptaron para sí el adjetivo de “teosófico”, como fue el caso de Meister Eckhart en el s. XIV o un grupo de filósofos del renacimiento tales como Cornelio Agrippa, Giordano Bruno y Paracelso en el s. XVI, y Robert FluddTomas Vaughan y Jacob Böhme en el s. XVII. Por último, a fines del siglo XIX, H.P. Blavatsky y H.S. Olcott comenzarían lo que se denomina ‘el movimiento teosófico moderno’, con la Fundación de la Sociedad Teosófica en 1875.
El término de ‘teósofo’ se utilizó en occidente de un modo general para denominar a quienes producían en sí mismos una ‘fusión’ (temporal o permanente) de su personalidad con lo Divino. Por lo tanto podemos decir que mientras el filósofo trabaja con su mente para comprender la naturaleza fundamental de la existencia y el teólogo trata de expresar de un modo sistemático los elementos que están contenidos en su fe, el teósofo intenta realizar en sí mismo la Divinidad. Por esta razón la palabra teosofía confluye muchas veces con la de misticismo.

P. ¿Y a qué religión pertenecieron los teósofos?
R. Los teósofos sostienen que las enseñanzas transmitidas en las distintas épocas y culturas por los grandes sabios, filósofos y fundadores de religiones no son un desarrollo completamente independiente, ni una revelación exclusiva, sino que comparten una fuente común. Para ellos, las diversas religiones son expresiones de la Verdad Una, que enfatizaron distintos conceptos y elementos de acuerdo a las necesidades y circunstancias imperantes en el lugar y época en que fueron desarrolladas. Así pues, la teosofía tiene una característica esencialmente no-sectaria, dado que no pertenece a un grupo particular de personas sino que es ese conocimiento que estuvo con el ser humano desde los comienzos de la civilización, presentado bajo distintos nombres a lo largo de la historia, y en diferentes contextos religiosos. En oriente, por ejemplo, algunos términos equivalentes a teosofía son ‘brahma vidya’ (Brahma = lo Divino y Vidya = Sabiduría) y ‘atma vidya’ (Atma = Espíritu); y sus métodos se relacionan con los del Raja Yoga.
Las características comunes de la mayoría de los movimientos teosóficos a lo largo de la historia han sido su eclecticismo o actitud no-dogmática, su profunda ética, y su aspiración por lograr la realización del estado divino de la conciencia humana (o dicho de otro modo, la unión con la Deidad), a través del propio esfuerzo y no por mediación de terceros.

P. ¿Cómo fue fundada la Sociedad Teosófica?
R. A finales del siglo XIX el mundo occidental estaba atrapado entre dos poderosas fuerzas. Por un lado, la religión había perdido gran parte de su influencia y el rápido crecimiento de la ciencia positivista amenazaba con matar toda aspiración espiritual en la humanidad; y por el otro el espiritismo, que se alzaba como único oponente al materialismo imperante, difundía peligrosas prácticas y no ofrecía un sistema filosófico serio que explicara racionalmente los fenómenos ni que fomentara la elevación moral y espiritual de la humanidad. Fue así como el 17 de noviembre de 1875 en Nueva York, Helena P. Blavatsky y Henry S. Olcott (quien sería elegido Presidente de la Institución), junto a varias otras personas, fundaron la Sociedad Teosófica (ST), con el objeto de promover una comprensión de la vida que sintetizara la filosofía, la religión, y la ciencia. La ST empezó con un pequeño grupo de personas pero hoy está presente en más de 50 países, con su Sede Internacional establecida en Adyar, Chennai, India.
La fundación de la ST fue, en cierto sentido, sin precedentes. En siglos anteriores, muchas de las enseñanzas espirituales más profundas (denominadas ‘esotéricas’) se transmitían sólo a los pocos y en secreto, tanto en los antiguos “Misterios” de Grecia y Egipto como, más tarde, a través de diferentes Sociedades Secretas; pero ahora la ST intentaba difundir una parte relativamente grande de este conocimiento, de un modo abierto. Con ese objetivo en vista, se comenzó con la publicación de libros y revistas sobre estos temas, y se generó un sistema de “educación pública” en el conocimiento esotérico y espiritual, a través de conferencias abiertas y grupos de estudios para sus miembros.
Como resultado de esta actividad, al comienzo del siglo XX se empezaron a generar otras instituciones para la difusión de distintos aspectos del conocimiento espiritual, la mayoría de ellas fundadas por ex miembros de la ST. Éste es el caso, por ejemplo, del movimiento moderno Rosacruz, fundado por Max Heindel; la Antroposofía, desarrollada por Rudolf Steiner; y la Escuela Arcana, fundada por Alice Bailey; entre otros. Estos movimientos a su vez contribuyeron en gran medida al nacimiento, en la década de 1970, de lo que se conoce hoy como la “Nueva Era” (New Age). Desafortunadamente, como suele suceder con todo lo que se hace masivo, muchos de los grupos de la Nueva Era son sólo un negocio comercial, y otros difunden enseñanzas de dudoso valor. Pero de todos modos el aspirante espiritual tiene hoy la posibilidad de acercarse a los diferentes grupos, conocer qué promueven, y unirse a alguno de ellos de acuerdo a su discernimiento y desarrollo interno.

P. ¿Cómo describiría a la Sociedad Teosófica?
R. La ST es una fraternidad mundial, no sectaria, de personas que están buscando seriamente el camino para que toda la humanidad alcance un verdadero estado de felicidad. El adjetivo de “teosófica” señala la naturaleza de esta Sociedad. En ella sus miembros se reúnen para aprender cómo despertar la Sabiduría que está inherente en cada ser humano.
H.P. Blavatsky, Co-Fundadora de la ST, la definió en cierta ocasión como: “una Sociedad para la búsqueda de la Sabiduría Divina, Sabiduría Oculta o espiritual”. Y este elemento de ‘búsqueda’ es esencial, porque en ella no existen dogmas ni autoridades que digan qué se tiene que estudiar, creer o hacer; cada miembro debe aprender a ser una luz para sí mismo y para los demás. Porque la ST fue fundada esencialmente para ser un órgano de servicio en el mundo; no para la mera satisfacción de sus miembros sino para fomentar el espíritu de altruismo y fraternidad en uno mismo y en los demás. La Sociedad Teosófica es, en definitiva, un lugar donde las personas se pueden reunir a investigar libremente y aprender juntas cómo hollar el sendero de desarrollo espiritual.

P ¿Por lo tanto uno no debe renunciar a su religión para unirse a la Sociedad Teosófica?
R. La Dra. Annie Besant, quien fue la segunda Presidente Internacional de la ST, decía: “La Teosofía nos pide que vivamos nuestra religión, no que la dejemos”. Cualquier persona puede continuar con su propia religión si es que tiene alguna, pero se espera que sea respetuoso con las opiniones de los demás y trabaje en cooperación, sin declarar que él posee la verdad en forma exclusiva, lo cual sería renunciar al espíritu de investigación que debe caracterizar a todo miembro de la ST.
El espíritu de la Sociedad Teosófica es universalista y ecléctico. Por esta razón trabaja bajo el lema “No hay Religión más elevada que la Verdad”, lo cual quiere decir que lo que se busca es descubrir la Verdad, y para ello no existen medios exclusivos. Como mencionamos anteriormente, todas las tradiciones religiosas y espirituales serias de la humanidad son caminos hacia esa Verdad, la cual puede ser llamada Dios, Allah, Parabrahman, Tao, Nirvana, o de varias otras maneras. Si esto pudiera ir imprimiéndose en el corazón de los hombres, se desterrarían muchos sufrimientos producidos por el dogmatismo, el exclusivismo y el fanatismo religioso que tanto daño hicieron desde el comienzo de la historia y que hoy, en pleno siglo XXI, están golpeando peligrosamente nuestra civilización.

P. ¿Cuál es la relación de la Sociedad Teosófica con la teosofía? Porque de todo lo dicho está claro que la teosofía es previa a la ST.
R. La fundación de la Sociedad Teosófica es parte del “movimiento teosófico” que se va desarrollando a lo largo de la historia, con el objetivo de elevar moral y espiritualmente a la humanidad. La ST, como sucedió con sus predecesores en su momento, es un nuevo esfuerzo por presentar ciertas verdades eternas adaptadas a la época. A través del esfuerzo de teósofos modernos tales como H.P. Blavatsky, Annie Besant, entre otros, se ofrecieron nuevas formulaciones y también ciertas explicaciones que nos ayudan a comprender enseñanzas que en el pasado estuvieron veladas en el símbolo o la alegoría. Pero hay que tener en cuenta que una ‘nueva’ presentación no invalida las anteriores. Esa sería una idea sectaria, y además ilógica, porque ¿quién podría negar la actualidad de los valores eternos expresados en el Sermón del Monte, en el Dhammapada buddhista, el Bhagavad Gita del Hinduismo, el Tao Te Ching, etc.?
A través de la Sociedad Teosófica se ha producido en todos estos años una rica literatura sobre diferentes aspectos de la vida espiritual, el Cosmos y el objetivo de la existencia. Parte de ella es muy profunda y ha servido como base para el desarrollo de varios movimientos espirituales posteriores; otra parte tiene que ver con la aplicación de los principios teosóficos para el correcto vivir; y finalmente, una buena cantidad de libros revelan la teosofía presente en distintas filosofías, religiones y ciencias.

P. ¿Pero la teosofía es una enseñanza particular, definida?
R. Para comprender esta cuestión debemos tener en cuenta algunas cosas. En primer lugar la theosophia, esencialmente, no se limita a una serie de conceptos establecidos sino que trasciende cualquier formulación verbal. Como hemos dicho, es un estado de Sabiduría Divina latente en todo ser humano, y teósofo es aquél que realiza ese estado de iluminación interna. En este sentido, la teosofía es algo supra-conceptual.
Pero el término “teosofía” se aplica también a lo que podríamos denominar más correctamente como “enseñanzas teosóficas”. Éstas representan aquello que trasmitieron los distintos teósofos (incluyendo aquí todos los genuinos sabios, místicos, filósofos, etc., de la historia) en forma escrita o verbal, como consecuencia de su comprensión y sabiduría. Sin embargo, todo lo escrito es una expresión parcial y limitada de la theosophia, y se escribe sólo a los fines de proveer las pautas y herramientas para un correcto vivir, para estimular el descubrimiento propio, y señalar el camino hacia ese estado de Sabiduría Divina a todo aquél que quiera seguirlo.

P. Es decir que el vocablo teosofía tiene varias aplicaciones.
R. Precisamente, y esto puede inducir a confusión. Para clarificar un poco el asunto podríamos decir que con “teosofía” se denomina:
a) La Sabiduría Divina inherente en la esencia de todo ser humano (que denominamos aquí como theosophia), la cual puede ser ‘despertada’ siguiendo la correcta forma de vida. Ésta es la teosofía como estado de conciencia.
b) El conjunto de enseñanzas teosóficas dadas a lo largo de la historia por todos aquellos sabios que alcanzaron esa Sabiduría, con el objeto de ayudar a otros a alcanzar tal estado. Dentro de esta división tenemos que hacer a su vez otra distinción: i) La “teosofía antigua” (usualmente escrita con “t” minúscula), es decir, las enseñanzas teosóficas que se difundieron previas a la aparición de la Sociedad Teosófica, a veces llamada la “Sabiduría Antigua”; y ii) El conjunto de enseñanzas dadas a través de la Sociedad Teosófica desde su fundación a fines del siglo XIX, que se suele denominar como “Teosofía moderna” (comúnmente escrita con “T” mayúscula).
Si bien uno puede ponerse en contacto con las enseñanzas teosóficas y conocerlas, eso no es lo mismo que realizar el estado de conciencia teosófico, porque a la sabiduría no se llega por la mera acumulación de conocimientos. Tomadas como un fin en sí mismo las enseñanzas teosóficas tienen poco valor; pero si el aspirante es serio, la aplicación de las enseñanzas teosóficas a su vida le ayudarán a acercarse cada vez más a esa Sabiduría Divina que viene de adentro.
Por esta razón, si bien una persona podría sentirse más afín con las enseñanzas teosóficas tal como fueron presentadas por algún teósofo en particular, si tiene una comprensión correcta de lo que venimos exponiendo sabe que ninguna exposición verbal puede expresar la Verdad (ni siquiera a un nivel conceptual) y que la theosophia no se alcanzará por medio de la ‘creencia’ en una serie de conceptos. Es así que en la Sociedad Teosófica se enfatiza la importancia de no tomar nada como un dogma de fe.

P. ¿Cuáles son las ideas que promueve la literatura teosófica moderna?
R. En primer lugar debemos tener en cuenta que la Teosofía moderna no es un conjunto definitivo de conceptos, sino una dinámica exposición que va teniendo adiciones, presentando diversos aspectos y nuevas formulaciones, puesto que no se basa en la revelación de alguien especial que se supone infalible. Sin embargo, si uno estudia la variada literatura teosófica moderna encontrará que la mayoría comparte, en sus grandes rasgos, cierta cosmovisión. Si tuviéramos que describirla en algunos de sus aspectos generales, podríamos mencionar los siguientes puntos:
i) Existe una Realidad Absoluta incognoscible, que es la raíz de toda conciencia y materia, la fuente común de todo en el Cosmos. Todo es igualmente sagrado. El mal es simplemente un estado de ignorancia con respecto a lo que es lo Verdadero, y no es algo intrínseco en nada en la naturaleza.
ii) La Divinidad en todo. Cualquiera sea el nombre con que alguien pueda denominar a la Deidad, ésta no es un ser separado sino que está presente en la esencia de toda existencia.
iii) Por lo tanto todo en el universo manifestado consta de materia de diversa sutilidad y de conciencia (o vida) en diversos grados de desenvolvimiento. Nada está muerto o es inerte desde un punto de vista esotérico.
iv) El Cosmos no es sólo lo que percibimos con nuestros sentidos físicos sino que existen dimensiones o realidades en planos de percepción que están más allá de ellos. Típicamente se describe al universo como constando de siete planos, y en todos ellos hay diversas formas de vida y conciencia.
v) El hombre es un microcosmos, es decir, contiene en sí todos los elementos que constituyen al Macrocosmos. El ser humano por lo tanto, tiene una naturaleza divina, una psicológica y una física. Los seres humanos son esencialmente parte de esa Divinidad, pero ésta está en un modo “latente” o “dormido” para la persona no “realizada”. Existen por lo tanto en él muchas capacidades latentes no reconocidas por la ciencia o la psicología occidental.
vi) El universo entero está en un proceso de evolución para expresar lo que está latente, tanto al nivel físico como intelectual y espiritual.
vii) Existe inteligencia y propósito detrás de esta evolución, puesto que el Universo en que vivimos tiene un Orden. En este proceso nada está regido por el azar ni por una caprichosa voluntad, sino por leyes inmutables, entre las cuales la de equilibrio o armonía (y por lo tanto, perfecta justicia) es fundamental. Estas leyes afectan los aspectos físico, moral y espiritual del ser humano. Por lo tanto, ninguna circunstancia es injusta o azarosa. El teósofo vive con aceptación interna ante todas las circunstancias de la vida y confianza en sus procesos.
viii) Siendo la verdadera naturaleza del hombre espiritual, divina, su verdadero ser está más allá del nacimiento y la muerte, de los conflictos y necesidades, y de las limitaciones de la vida física. Por esto el teósofo no ve en las actividades que desarrolla durante su estancia en “el mundo” un medio de complacer su naturaleza psicológica o física (si bien respeta estos aspectos de su ser), sino como un medio de desenvolver esa divinidad latente.
ix) Para esto, el alma debe pasar repetidas veces por la experiencia de la vida humana a través de diversas reencarnaciones por medio de las cuales va desenvolviendo gradualmente sus potencialidades latentes. Vida y muerte son distintas fases de la Existencia del alma humana. No hay por qué apegarse a lo que llamamos “vida” ni temerle a lo que denominamos “muerte”.
x) El estado divino del ser humano puede ser despertado, o realizado por medio de los propios esfuerzos de la persona y no de ninguna ‘gracia’ externa. No se necesitan terceros que medien en la relación entre lo Divino y nosotros, y si bien hay condiciones externas que pueden ayudar o dificultar, nadie puede hacer el trabajo por uno mismo. El ser humano debe tomar responsabilidad por su vida y no generar un estado de dependencia de autoridades, enseñanzas, instituciones o sucesos externos.
xi) Dado que todo deriva de una fuente común, guardamos una relación fraterna con todos los seres humanos, sin distinción de raza, sexo, credo o posición social.
xii) La Unidad se expresa en medio de la diversidad. Cada persona en una manifestación particular y única, y debe respetarse su libertad de pensamiento y su propia búsqueda espiritual.
xiii) Ninguna enseñanza ni maestro en particular es el único camino hacia la verdad. Ningún grupo de personas es especial o “elegido”. Ninguna “técnica” es exclusiva en la promoción del despertar espiritual. Cada persona es distinta y encontrará ayuda para su desenvolvimiento en diversas enseñanzas, técnicas, etc.
ix) El egoísmo es la primera manifestación de la ignorancia espiritual y por lo tanto el desarrollo del altruismo va de la mano con el desarrollo espiritual.

P. Pero la Sociedad Teosófica se fundó para promover la teosofía, antigua y moderna ¿no es así?
R. Sí. El estudio y la investigación en la Sociedad Teosófica no se restringen a las enseñanzas teosóficas modernas, sino que incorpora todo lo que sea de genuino valor espiritual, y que pueda conducir al verdadero estado de theosophia, sin importar por quién haya sido transmitido.
Pero aquí, debemos aclarar que no todo lo escrito en literatura denominada “espiritual” es teosófico. Es decir, no todo lo que se difunde como conocimiento espiritual, moral o religioso ayuda a elevar la condición humana. Muchas veces ciertas enseñanzas están deformadas, o han sido alteradas por el hombre, o por la cultura en la que vive, y en otras ocasiones son erróneas porque son ofrecidas por “falsos profetas” que responden a sus propios intereses. Hay escuelas que se denominan espirituales pero que sólo son una forma de ‘materialismo espiritual’ y que conducen al psiquismo, al fanatismo, o al egoísmo en diversas formas. Por esto, cada miembro de la ST debe desarrollar una profunda comprensión y discernimiento para descubrir por sí mismo, de un modo abierto y no-dogmático, dónde está expresada verdaderamente la theosophia y dónde no.
La ST, como institución, no tiene ninguna opinión o enseñanza que los miembros deban aceptar. De hecho, existe una resolución oficial donde se explicita que el miembro debe basarse en una completa libertad de pensamiento y que ningún libro o autor debe ser tomado como una autoridad irrefutable. Así, algunos miembros pueden creer en la existencia de la reencarnación y otros no, o pueden tener muy diferentes conceptos acerca de aquello que se denomina “Dios”. En este sentido, ninguna de las actividades en la ST deben dar como resultado una mente cerrada, o que deje que los demás piensen por ellos declarando cuál es la verdad, sino que cada uno tiene que ir descubriéndola por sí mismo.

P. ¿Entonces podría haber miembros de la ST que no acepten completamente lo que postulan las enseñanzas teosóficas?
R. Por supuesto. Para comprender este asunto deberíamos tener en cuenta el doble trabajo que se propone la Sociedad Teosófica, y hacer una distinción entre ésta y sus miembros. La ST se propone brindar un espacio para la libre investigación de sus miembros, lo que implica que cualquier persona tiene la libertad de tener sus propias ideas acerca de la vida, el hombre, la deidad y el universo, aunque éstas coincidan o no con lo que postulan las enseñanzas teosóficas. Pero al mismo tiempo la ST fue fundada para difundir al mundo la teosofía. Por lo tanto en la mayoría de las actividades públicas, institucionales, se difunden las enseñanzas que se encuentren tanto en la literatura teosófica moderna como en las distintas religiones, filosofías y ciencias. Los miembros pueden difundir su punto de vista particular cuando éste se contrapone con las enseñanzas teosóficas, pero a modo de estudio comparado y haciendo la aclaración pertinente.

P. ¿Pero de qué forma puede alguien determinar qué es teosofía y qué no, si ésta no implica una serie de conceptos determinados?
R. Tal vez una pregunta que puede ayudar es si una enseñanza dada contribuye a despertar la theosophia o Sabiduría Divina, o es sólo una forma de satisfacción psicológica o física. No es sencillo determinar estas cosas, pero a medida que el aspirante a teósofo va aumentando su comprensión, empieza a ser más fácil para él darse cuenta cuál enseñanza tiene un “espíritu teosófico” y cuál no. A modo de ejemplo podríamos decir que toda enseñanza teosófica debería promover las siguientes ideas generales o actitudes:
- El mundo es para el desarrollo espiritual, no para complacer la naturaleza inferior en el hombre.
- Hay un orden y propósito en el universo. Ninguna circunstancia es injusta o azarosa.
No debemos apegarnos a la vida ni temerle a la muerte.
- Desarrollo de un sentido de aceptación y confianza en los procesos de la vida.
- No existe exclusivismo de maestros o enseñanzas. Nadie es especial o elegido.
- No debemos depender de ninguna ‘gracia’ externa o intermediarios. Debemos desarrollar la auto-responsabilidad
- El altruismo va de la mano con el desarrollo espiritual.
- Fraternidad y respeto hacia todas las personas, sin importar sus diferencias.
- El objetivo de toda enseñanza no va principalmente orientado a producir confort físico ni psicológico, sino a despertar la naturaleza espiritual o divina.
La lista no es exhaustiva, pero puede servir a modo de ejemplo. Como puede apreciarse, las distintas religiones y filosofías postulan algunos o varios de estos principios. La Sociedad Teosófica ofrece un espacio a sus miembros para que descubran las enseñanzas teosóficas dondequiera que se encuentren y promueve actividades para difundirlas.

P. ¿Y qué es lo que une a los miembros de la ST, si no una creencia común?

R. Podríamos decir que los une el espíritu de búsqueda, el anhelo sincero y desinteresado por la Verdad. Sin embargo, toda persona que se hace miembro de la ST debe estar de acuerdo con su espíritu de trabajo, que se resume en sus tres objetivos declarados. Estos son:
1) Formar un núcleo de la Fraternidad Universal de la Humanidad sin distinción de raza, credo, sexo, casta o color.
2) Fomentar el estudio Comparativo de la Religión, Filosofía y Ciencia.
3) Investigar las leyes inexplicadas de la Naturaleza y las facultades latentes en el Hombre.
Así pues, la Libertad de Pensamiento y la Fraternidad son los dos pilares de entrada de la ST, y todos los que estén de acuerdo con esos ideales son bienvenidos a formar parte de ella, a trabajar para convertirse en verdaderos teósofos y ayudar a otros a hacerlo.

P. ¿Cómo está organizada la ST? ¿Cómo se mantiene económicamente?
R. La ST es una institución seriamente organizada, con Estatutos y Reglamentos Nacionales e Internacionales aprobados por las leyes de los distintos países. Cada Sección Nacional de la ST tiene una administración autónoma y todos sus miembros toman parte de las decisiones administrativas y organizativas a través de sus votos en Asambleas Generales. Su figura legal es la de una Asociación Civil sin fines de lucro, y por lo tanto el dinero que se necesita es solamente para su funcionamiento y organización, para mantener las Casas donde realiza sus actividades, para la publicidad, la producción de libros, etc. La ST no recibe subsidios gubernamentales y se sostiene con una pequeña cuota que pagan los socios (miembros), con donaciones voluntarias, y con otras actividades afines como la venta de libros, la realización de algunos cursos pagos, etc.
El espíritu de la Sociedad Teosófica es que todas sus actividades sean gratuitas aunque en ocasiones, la austeridad del ingreso económico obliga a organizar algunas actividades especiales pagas. De este modo, quienes pueden asistir a una actividad paga están colaborando con la realización de las gratuitas, en beneficio de aquellos que no tienen posibilidades económicas, y esto en sí, es el comienzo de la práctica de la Fraternidad.

P. ¿Cuáles serían las características de un teósofo?
R. Siempre se hizo énfasis en tener presente la diferencia que existe entre ser miembro de la Sociedad Teosófica y ser un teósofo. Cualquier persona que concuerde con los objetivos de la Institución puede asociarse a ella, pero este hecho no lo convierte en un teósofo. Un teósofo es una persona ‘sabia’, y el mero hecho de pertenecer a la ST no nos hace sabios. Como dijo H.P. Blavatsky: “Un teósofo, para nosotros, es aquél que hace de la Teosofía un poder viviente en su vida”.
Ser un verdadero teósofo es la aspiración de todo miembro serio de la Institución. ¿Cuáles son sus características? Se podrían enumerar varias, pero diremos que el teósofo es alguien abierto, no dogmático, y con una constante actitud de aprendizaje. Es alguien interesado en el bienestar de los demás, por haber comprendido que el sentido de ser un ‘yo’ separado, es una ilusión. Un teósofo intenta ser un centro de paz y comprensión por su forma particular de vida, pero a la vez un foco de cuestionamiento de todo aquello que contribuye al engaño, la superstición, o el egoísmo.
Todas las elevadas características que mencionamos están presentes de un modo u otro en cualquier persona que despierta a la Sabiduría Divina inherente al Ser Humano. Por esta razón, cualquiera que haya trabajado en alguna forma por el verdadero bienestar de la humanidad, sea conocido o no, haya pertenecido o no a la ST, puede ser considerado un teósofo.

P. ¿Cuál es el campo de acción de la ST?
R. Citando nuevamente a Mme. Blavatsky, “La idea raíz misma de la Sociedad Teosófica es la investigación libre e intrépida”. La Sociedad Teosófica busca promover la elevación moral y espiritual de la humanidad para lo cual trabaja básicamente en el nivel “educativo”. Como sabemos, la correcta educación es fundamental para sacar de raíz los problemas que aquejan a la humanidad. Pero esta educación debe incluir todos los aspectos del ser humano y tomar en consideración las Realidades Fundamentales del Universo, si va a producir una transformación en el hombre. Por lo tanto el enfoque de la ST busca ser integral y no trabaja meramente desde el punto de vista académico o intelectual, o en un aspecto emocional, ni tampoco limita su actividad al asistencialismo material (aunque también toma parte en este trabajo a través de la Orden Teosófica de Servicio).
Diversos aspectos de la religión, la filosofía y la ciencia están involucrados en la búsqueda de este camino, aunque ninguno de ellos está resaltado en manera especial. Hay un elemento religioso en la aspiración de sus miembros por realizar la naturaleza espiritual del ser humano. Sin embargo la ST no es una sociedad religiosa; no tiene iglesias, sacerdotes, o rituales, ni posee escrituras consideradas sagradas, ni un dogma de fe. Existe también una perspectiva filosófica porque se trata de comprender un amplio campo de cuestiones que abarcan desde el modo correcto de vivir hasta la Causa Última de la Vida, el Ser Humano y el Universo. Pero las actividades no se limitan al estudio de lo expuesto por diversos autores para lograr una claridad conceptual, sino que se busca indagar por “amor a la sabiduría”, y para que a través de una comprensión profunda podamos ser personas equilibradas y altruistas. Por otro lado, existe también un componente científico, ya que no se aboga por una concepción irracional del universo desechando las observaciones empíricas, y se promueve el espíritu de investigación y no el de creencia. No obstante el campo de trabajo en la ST no se limita a aquello que puede ser medido o percibido por nuestros limitados sentidos, ya que existen profundidades metafísicas y espirituales que trascienden lo empírico.
La Sra. Radha Burnier –actual Presidente Internacional de la ST– dijo que “el equilibrio entre todos estos elementos proporciona a la ST su carácter” pues desde el punto de vista teosófico la religión, la filosofía y la ciencia no son caminos antagónicos sino complementarios.

P. ¿Tienen un ‘método’ de desarrollo?
R. Pensar que la naturaleza espiritual del hombre, que lleva ya millones de años en evolución, se puede desarrollar con un método, es una idea simplista, hija de nuestra época de “resultados rápidos”. Y lamentablemente muchos pseudo gurúes se aprovechan de esto difundiendo la técnica para un desarrollo espiritual instantáneo, y haciéndose ricos con eso. Pero la espiritualidad no se va a desarrollar por concentrarse en la respiración, o en un pensamiento, o cantar mantras, o danzar, etc. Ningún método aislado producirá un cambio genuino y mucho menos instantáneo. De otro modo, debería haber ya miles de personas ‘iluminadas’ después de haber seguido las diversas técnicas propuestas, y el mundo estaría en una época de paz y comprensión.
Pero si hablamos en términos generales, podríamos decir que la ST promueve el trabajo en dos grandes campos complementarios:
1- El filosófico-metafísico: Todo sistema filosófico ha tenido siempre un elemento metafísico más o menos enfatizado, que involucra el estudio de los principios primarios o trascendentes de las cosas. En la literatura teosófica nos encontramos con enseñanzas acerca del origen del universo y la vida, las leyes que rigen su desarrollo, el objeto de la existencia, etc. Debido a su trascendencia, algunos de estos conceptos no pueden ser verificados de un modo directo por nosotros, y otros pueden ser difíciles de captar incluso a un nivel intelectual. Dado que nuestra mente se forma a partir de lo que percibimos en nuestra vida diaria, la mayoría de las personas no han desarrollado la capacidad de concebir los aspectos menos concretos y más trascendentes de la realidad. Pero esta capacidad es necesaria para ser capaz de comprender la existencia desde otra perspectiva. Por lo tanto, investigar estas cuestiones de un modo maduro y profundo, sin tomar nada como una creencia ciega, es un entrenamiento necesario que tiene el objeto de despertar una percepción intuitiva de las realidades universales, lo que constituye el fundamento para producir un cambio en nuestro modo de vida.
2- El campo psicológico-experimental: Sin embargo, cada ser humano puede percibir de un modo directo lo que sucede dentro suyo en su relación con todo lo demás, y aprender a tomar la vida en sus propias manos. Para esto, el proceso de auto-conocimiento es esencial, pues al ser consciente de lo que tienen lugar en su interior puede dejar de ser víctima de las circunstancias externas y esclavo de sus reacciones. El trabajo experimental del aspirante a teósofo, además de la atenta observación de la vida y de uno mismo, implica el desarrollo de una moralidad basada en la comprensión interna y no en reglas externas, la práctica de la meditación, el desarrollo de una actitud servicial e inegoísta, etc. Por estos medios la Teosofía se puede convertir en una fuerza viviente en el aspirante, quien así podrá ir educiendo esa Sabiduría Divina inherente en él, de acuerdo a su propio esfuerzo.
Sin embargo, dado que cada persona es distinta y está en diferentes niveles de desarrollo, necesitará trabajar de diversos modos y sobre distintos aspectos. Y qué es apropiado para cada uno en un momento en particular sólo puede ser descubierto a través del auto-conocimiento y la práctica. Por esta razón, la Sociedad Teosófica no promueve ningún método en particular sino que estimula a sus miembros a que descubran y utilicen distintas herramientas de acuerdo a sus necesidades actuales.

P. ¿Qué tipos actividades se realizan en la ST?
R. En la Institución sus miembros se reúnen regularmente en grupos de estudios e investigación denominados Ramas. Este nombre hace referencia a que cada grupo es como la rama de un gran árbol, que es la Sociedad Teosófica. Cada Rama es independiente en su desarrollo, aunque naturalmente forman parte de un mismo tronco que está enraizado en la sincera búsqueda de la Verdad.
En estos grupos de estudio e investigación se trabaja de modos diversos de acuerdo a lo que sus miembros consideran que es apropiado para el descubrimiento y a su creatividad. Ellos deciden qué trabajo realizar a lo largo de determinado período, qué temas se abordarán, de qué modos se lo hará, etc. No hay reglas fijas a seguir para el trabajo, siempre que estén enmarcadas en los objetivos de la institución y se desarrollen en un ambiente de fraternidad y libertad de pensamiento. Por ejemplo, se pueden realizar reuniones de estudio sobre algún tema en particular, utilizando para ello diversa literatura (de teósofos, filósofos, psicólogos, científicos, etc.), tratando de examinar la cuestión desde diferentes ángulos; puede también realizarse un trabajo de estudio, reflexión y discusión acerca de algún libro de particular interés; u organizar reuniones donde, prescindiendo de toda información bibliográfica, se intenten percibir y comprender los procesos internos en un inquirir meditativo, lo que va contribuye al autoconocimiento.
Además de las reuniones de las Ramas, periódicamente se realizan Encuentros, Congresos y Retiros, donde se trabaja por varios días y de diversas maneras (con conferencias, cursos, talleres, diversas actividades prácticas, etc.) Estas actividades reúnen miembros de la ST de distintas partes del país o del mundo, y es una excelente oportunidad para compartir experiencias y reflexiones en un ambiente de fraternidad, aprendiendo a dejar de lado las diferencias regionales, culturales, etc., que absorbemos inconscientemente en nuestro diario vivir.
Por otro lado, se realizan diversas actividades públicas como conferencias, cursos y talleres, que son un actividad de servicio que brinda la Institución para el aprendizaje de todas aquellas personas que están interesadas en el desenvolvimiento espiritual del hombre.

P. En las actividades para miembros, entonces, ¿no hay maestros que enseñen?
R. Como ya se mencionó, en las Ramas no hay maestros o instructores, no hay personas que enseñen y otras que escuchen. Cada nuevo miembro que se integra pasa a ser uno más del grupo y las actividades se desarrollan con la libre participación de cada uno. En este sentido, todos somos maestros y aprendices a la vez.
Por otro lado, cada año se elige en forma democrática, entre los miembros de la Rama, a quienes cumplirán ciertas funciones organizativas como Presidente de la Rama, Secretario, Tesorero, etc. Pero éstas funciones son meramente del orden administrativo y no comportan ningún tipo de autoridad ‘doctrinaria’ con respecto a los demás integrantes. Sin embargo, ayudar con el trabajo organizativo es parte del servicio que podemos brindar, y aprender a respetar los roles y funciones trabajando juntos en colaboración, es parte importante de nuestro desarrollo y aprendizaje.
P. ¿Por qué los miembros se reúnen para realizar sus estudios y reflexiones? ¿No podrían estudiar en sus casas?
R. Para empezar, cada miembro es absolutamente libre de ir o no a cualquiera de las reuniones. Es su decisión. Pero en la ST se trata de fomentar la activa participación, hasta donde le sea posible a cada uno, porque eso es fundamental para un aprendizaje holístico. Es cierto que uno podría estudiar solo en su casa, sin tener que reunirse con otras personas en las reuniones de Rama. Pero incluso limitándonos al nivel intelectual de la cuestión, hay necesidad de contrastar los propios puntos de vista, porque cada uno de nosotros tiene una tendencia a percibir la vida y considerar los temas desde ciertos ángulos y el compartir el estudio y la investigación abre nuevos enfoques, horizontes y perspectivas que ayudan a una comprensión más integral de los asuntos.
Pero debemos recordar que el aprendizaje que se intenta promover en la ST no se limita al plano intelectual o a la adquisición de ideas. Si bien cierta comprensión conceptual acerca de la vida, el hombre y el universo es generalmente necesaria, la espiritualidad está basada en el desarrollo de actitudes correctas y el desenvolvimiento de cualidades espirituales, lo que sólo es posible a través de la relación con los demás.
Al organizar y realizar las distintas actividades y estudios junto a personas que tienen sus propios puntos de vista (puesto que en la ST no se exige uniformidad de pensamiento) el aspirante a teósofo se esforzará por hacerlo con un sentido de fraternidad, inegoísmo, y focalizándose en lo que es correcto más allá de lo que le agradaría personalmente. Este esfuerzo es parte esencial de su entrenamiento. Pero además, tiene la oportunidad de hacerlo en un ambiente donde otros también están realizando el mismo esfuerzo, de acuerdo a sus propias capacidades. Ésta es, pues, una magnífica oportunidad para ‘ensayar’ juntos un modo distinto de relación, que de por sí es bastante arduo debido a nuestro profundo condicionamiento en la dirección contraria. De hecho, varios miembros de la ST pueden fracasar en el intento y caer en las conductas egoístas comunes en que somos educados, porque el revertir esas actitudes profundamente implantadas en nosotros requiere de un trabajo arduo y que llevará cierto tiempo. Pero aspirante serio aprenderá a seguir adelante con su ideal y a trabajar fraternalmente incluso junto a aquellos que aún no lo pueden llevar a la práctica. Todo esto constituye un excelente aprendizaje que poco a poco lo capacita a relacionarse de ese modo incluso en el mundo ‘externo’, en medio de situaciones generalmente adversas para estos fines. Así pues, el mismo hecho de participar de las actividades de la ST es una forma de entrenamiento espiritual que no puede obtenerse quedándose en su casa a estudiar.
Sin embargo, todas las razones que acabamos de describir son en relación con el desarrollo personal de cada miembro, pero la razón primordial por la cual unirse al trabajo de la ST no yace en eso. El verdadero motivo radica en que el trabajo teosófico es una forma de servicio que todo aspirante a teósofo no puede desoír.

P. ¿Una forma de servicio?
R. Sí. El Sr. C.W. Leadbeater, que fue uno de los más grandes clarividentes de los tiempos modernos, decía que el miembro de la Sociedad Teosófica tenía ante sí dos tareas que debían desarrollarse en forma conjunta, o de lo contrario ningún efecto duradero podía esperarse. Estas dos tareas son: la reformación de su propio carácter y el servicio hacia los que nos rodean. Ahora bien ¿a qué nos estamos refiriendo con la palabra servicio?
El mundo está sufriendo. Cualquier persona que esté despertando a la espiritualidad no puede evitar notar estos hechos, y sentirse movida por ellos, y si ella no está aturdida por su autocentramiento, ve que es necesario hacer algo. Pero la mayoría de los individuos cree que el servicio se limita a asistir materialmente al prójimo. La mayoría piensa en el bienestar del mundo en términos materiales, pero el beneficio más grande que se le puede dar a la humanidad en conjunto es liberarla de la ignorancia, que es la verdadera causa de sufrimiento y de corrupción. Es el viejo adagio de que es mejor enseñar a pescar que dar un pescado. En este sentido, es interesante lo que H. P. Blavatsky dijo al respecto:
“La mera filantropía física, sin la infusión de nuevas influencias y ennoblecedoras concepciones de la vida en la mente de las masas, es inútil. Sólo la gradual asimilación de las grandes verdades, por parte de la humanidad, revolucionarán el rostro de la civilización y, en última instancia, resultará en mucho más efectivo remedio universal para el mal que el mero remiendo de la miseria superficial. La prevención es mejor que la cura”.
Es claro que las personas que no tienen para comer, o que no cubren sus necesidades básicas, necesitan primero ayuda material, y por ello es necesario que haya instituciones que se ocupen de esto, y muchos teósofo individualmente ayudan en estas actividades, tanto a través de la “Orden Teosófica de Servicio” como de otras Instituciones. Pero debemos notar que la razón de fondo de todos los problemas está en un nivel más profundo, y lamentablemente hoy por hoy hay pocas personas o instituciones en el mundo que están trabajando en este sentido. La educación (en este caso ética y espiritual) sienta bases firmes para ir erradicando los males del mundo. Así pues, a través de las distintas actividades de la ST se intenta ayudar a los hombres a descubrir las verdaderas causas de sufrimiento de su vida y cómo poner orden para despertar aquella percepción que hace que la persona trascienda el egoísmo. Se trata así de atacar la raíz de los problemas que sufre el mundo, como la mala distribución de las riquezas, la corrupción, el terrorismo y las guerras, la crueldad con los niños, etc. Éste es un trabajo que requiere inegoísmo, porque, dado que el crecimiento espiritual del ser humano es tan lento, no se obtendrán resultados inmediatos ni muy visibles, pero una profunda reflexión sobre la problemática humana y su más efectiva solución dará la fuerza y convicción para realizarlo con todo nuestro corazón.
Pero además, existe otro aspecto más profundo en esta cuestión del desarrollo espiritual. Las enseñanzas teosóficas revelan que el ser humano va formando una atmósfera psíquica con todo lo que hace, siente y piensa. Esta atmósfera reacciona sobre la naturaleza de las personas y estimula las mismas cualidades en ellas. Si la atmósfera del mundo está llena de ignorancia, odio, dolor, egoísmo y enemistad, entonces eso mismo genera el terreno propicio como para que se desarrollen las mismas semillas en los individuos. Pero a través de la profunda regeneración que va produciendo cada miembro en sí mismo, actúa como una fuerza benéfica sembrando en la atmósfera psíquica semillas que puedan ayudar educir lo Divino en todos los demás. Cambiar la atmósfera psíquica de la humanidad a través de la propia regeneración es una de las cosas más importantes que podemos hacer.

P. ¿De qué modo se puede hacer uno miembro de la ST?
R. La Sociedad Teosófica tiene el objeto de promover un elevado modo de vida, basado en la fraternidad, la libertad de pensamiento, el inegoísmo, etc., y no tiene una política de captar miembros meramente para engrosar sus filas. Por supuesto no se espera que todos sus miembros sean ejemplos perfectos de este elevado modo de vida, y de hecho nadie pretende que lo sean. Dentro de la ST hay personas de las más diversas, cada cual haciendo lo mejor que puede. Pero lo que sí se espera es que todo miembro serio esté interesado en aprender cómo vivir para que la Sabiduría vaya floreciendo, y que, en la medida de sus posibilidades, esté trabajando hacia ese fin. Por eso sería importante que la persona que desea ingresar a la Institución conozca primero un poco acerca de la Sociedad Teosófica, sus ideales y actividades. Sin embargo no hay nada estipulado en este sentido, y si alguien manifiesta el deseo de asociarse a la ST porque concuerda con sus objetivos declarados, aún sin conocer mucho de la institución, es libre de hacerlo y será recibido con alegría y entusiasmo.
Para ello debe elegir dos miembros de la ST que harán las veces de “padrinos”, es decir, que prestarán especial atención a las necesidades, dudas, etc., que puedan surgirle al nuevo miembro en sus primeros tiempos dentro de la Institución, y deberá llenar y firmar una Solicitud de Ingreso que ellos le entregarán, pasando así a formar parte de este humilde cuerpo de personas que están intentando ser de utilidad para la evolución de la humanidad.




La tarea que tiene por delante la Sociedad Teosófica es ayudar a efectuar una transformación en la mente humana, desde el prevaleciente egoísmo, codicia y violencia al estado de entendimiento, armonía y cooperación. La ST debe trabajar para la regeneración humana, lo que implica una mutación de la mente desde el egoísmo y necesidad de posesión, al altruismo; del acaparar al dar. La prédica sin práctica no tiene valor. El trabajo de los miembros es tratar sinceramente de transformarse a sí mismos y llevar el mensaje de la transformación a otros.

Radha Burnier

domingo, 15 de abril de 2012

EL SUSURRO DEL ALMA Rohit Mehta



El entero problema de nuestra vida espiritual se concentra en dos temas: visión de
la totalidad, y correcto ajuste de las partes. La verdadera lucha diaria del individuo es
para encontrar el lugar adecuado para cada detalle de su existencia. Esto, de hecho, es
el problema del saber elegir, el asunto del bien y el mal. Aquéllo que está donde debe
estar es bueno, y aquéllo que no está donde debe estar es malo. ¿Pero cómo saber el
lugar que algo debe ocupar salvo dentro del contexto del todo? Sin esta percepción de
la totalidad, el único método que el individuo puede emplear para el ajuste de las
partes es el tanteo.
Pero este es un proceso interminable, especialmente porque la postura psicológica
de la persona cambia constantemente. Lo que está bien en determinada posición,
puede no estarlo en otra. Por lo tanto, en la esfera psicológica no existe un código
establecido, ninguna fórmula fija que indique lo que está bien o mal de una manera
absoluta, esto es, de una forma que pueda aplicarse a todas las circunstancias. De
modo que tiene que haber una constante percepción de la totalidad. Y en
cada circunstancia hay que descubrir la totalidad de nuevo. El todo puede
 descubrirse solamente en el intervalo entre dos sonidos, en el silencio. En
otras palabras, sólo cuando escuchamos la melodía completa podemos percatarnos
 de la totalidad. Y cuando escuchamos la melodía es fácil aprender la lección de la
armonía, la lección que nos permite establecer la correcta relación entre las partes.
Por lo tanto, el asunto fundamental en la vida espiritual es oír la melodía, escuchar
 el silencio, y estar conscientes del “intervalo”. Es el intervalo el que tiene la clave
de la comprensión de la vida. Y el
intervalo denota una falta de continuidad conque, ¡no es la continuidad, sino la
discontinuidad la que revela el significado de la vida!
¿Cómo podemos escuchar el silencio entre dos sonidos? La instrucción que Luz en
el Sendero da al neófito es la siguiente:
Contemple seriamente la vida que le rodea.
Aprenda a mirar inteligentemente dentro del corazón humano.
Considere más seriamente aún su propio corazón.
Se nos pide que consideremos seriamente toda la vida que nos rodea, no una
expresión particular de la vida, sino la vida como quiera que ésta se manifieste. Esto
requiere estar extraordinariamente conscientes de la vida en sus diversos niveles de
expresión. Esto solamente es posible bajo condiciones de sensibilidad física,
receptividad emocional, y alerta mental. A menos que una persona esté abierta de
mente y sea capaz de responder con todo su ser, no podrá estar plenamente consciente
de la vida que le rodea, y sin ese grado de conciencia no es posible contemplar
seriamente todas las expresiones de vida. Estar conscientes de la vida que nos rodea
implica extender las áreas de nuestro propio interés. Sin un profundo interés en la
vida, pensar siquiera en considerar seriamente todas las expresiones de la misma
es algo simplemente inconcebible.
Sin embargo, usualmente nuestro interés en algo toma la forma de una
identificación con ello, o de una condena. Debe notarse que la condena es también una
forma de identificación, aunque sea una identificación con la parte opuesta de lo que
condenamos. Pero si nuestro interés en una cosa, persona, o idea nace de la
identificación con la misma, ello significa que esta reacción proviene de nuestros
hábitos. Tal reacción puede ser positiva o negativa, y en el caso de la condena
exhibimos una reacción negativa.
No hace falta decir que todas reacciones surgen de ciertos centros fijos de la
mente, y un centro fijo de la mente son sus hábitos. Un hábito embota invariablemente
la mente y también los sentidos, y ese embotamiento trae consigo una pérdida de la
perspectiva. Un interés nacido de la costumbre no puede tener profundidad ni
seriedad. Una mente condicionada por el hábito es perezosa o indolente, pues se
mueve solamente dentro de los límites del cable que la remolca, y nada que esté fuera
de esa esfera le resultará de interés. Obviamente, una mente así no puede considerar
seriamente la vida que le rodea. Una mente circunscrita y con su punto de referencia
basado en su esfera de interés, pierde el sentido de la proporción y, por lo tanto,
acentúa sólo una parte. No puede ver la totalidad debido a los factores condicionantes
del hábito.
La vida espiritual es esencialmente una bella forma arquitectónica. En una
arquitectura así existe armonía, sentido de las proporciones. Ninguna de sus partes se
exagera ni subestima. Cada detalle de esa arquitectura está en el lugar apropiado.
Cuándo una parte ocupa el lugar adecuado, entonces misteriosamente la totalidad
brilla a través de esa parte. Y cuando la totalidad brilla a través de ella, ello llega a ser
tremendamente significativo. En una armoniosa arquitectura, cada parte—incluso los
detalles más pequeños, son significativos a causa de la presencia de la totalidad.
Cuándo todo brilla con el significado de la totalidad, surge entonces allí una seria
consideración natural de la vida que nos rodea. Es la totalidad la que imparte
significado a la parte, y una parte sólo llega a ser significativa cuando ocupa su lugar
apropiado. En ningún otro lado esa parte brillará con el significado del todo. No hace
falta decir que es la presencia de la totalidad la que capta nuestra atención de manera
indivisible.
No es el tamaño de algo lo que importa. Ello pasaría desapercibido de por sí, y no
atraería nuestra seria consideración, si la totalidad no estuviera presente en ello. Y
cuando la totalidad está presente, esa misma cualidad brillará en cada detalle. La
diferencia entre varias cosas estaría entonces en la cantidad, no en la calidad. Así, la
instrucción dada al neófito de considerar seriamente toda la vida que le rodea, no
puede cumplirse sin antes descubrir un lugar apropiado para cada detalle de su
existencia. Y para descubrir cuál es el lugar apropiado de cada detalle, hay que tener
una visión de la totalidad. ¿Pero cómo lograr esta visión total?
Luz en el Sendero le pide al neófito que “mire inteligentemente dentro del corazón
humano". Mirar inteligentemente y mirar intelectualmente son dos cosas distintas.
Mirar intelectualmente es seccionar, analizar, examinar una cosa o un acontecimiento
desde un punto de vista estructural. El intelecto puede examinar algo sólo parte por
parte. Tiene una visión estática, que divide cada movimiento en un cierto número de
vistas fijas. La inteligencia, sin embargo, tiene una visión dinámica y puede abarcar
varias cosas a la vez; puede comprender el movimiento, percibir el todo y, por lo
tanto, el lugar apropiado de cada parte.
Luz en el Sendero dice: “La inteligencia es impersonal”, pero no el intelecto. El
intelecto tiene un acercamiento más personal a las personas y a las cosas, porque es
producto del tiempo. Funciona del pasado al futuro. Opera dentro de la esfera de la
continuidad, porque el pensamiento es su instrumento, y el pensamiento tiene sus
raíces y origen en el pasado. Sus conclusiones se basan en el proceso de comparación y
contraste. Se identifica con cuanto evoca recuerdos agradables y condena cuanto evoca
memorias desagradables. De esta forma, el juicio del intelecto es personal, coloreado
por los recuerdos del pasado.
Mientras que el intelecto reacciona sobre la base del pasado, la inteligencia actúa
en el presente. Podemos mirar inteligentemente sólo cuando dejamos a un lado el
juicio del intelecto. Mirar inteligentemente dentro de los corazones humanos es ver lo
que realmente hay en ellos. Cuando las personas y las cosas son como realmente son, no
podemos menos que amarlas. La inteligencia tiene una percepción directa y, por lo
tanto, ve la naturaleza fundamental del todo. Ve la totalidad. Comprende la fuente de
la cual provienen las expresiones de vida. El intelecto solamente ve las expresiones
externas, que son las manifiestas. Pero la inteligencia mira dentro de la misma fuente
y, por lo tanto, su juicio se basa en la percepción del todo.
Mirar inteligentemente dentro de los corazones humanos es ver la fuente de sus
actos y no meramente su patrón de conducta. En la fuente se halla la intrínseca
naturaleza de todo. La forma de actuar puede ser cruda o refinada, pero la fuente
contiene la naturaleza original de todo. Nuestro juicio sobre cualquier acción puede
ser errado, mientras que no percibamos la naturaleza original de quien ejecutó la
acción. La naturaleza original del ejecutor es su dharma. Una acción que dimana de ese
centro o fuente, es una acción natural y espontánea. Es la inteligencia, no el intelecto,
la que nos permite ver la naturaleza original de todo.
¿Cómo evocamos esta inteligencia que habita dentro de nosotros, para que
podamos estudiar los corazones de otros? Solo la persona inteligente puede avanzar
por el sendero. Llegamos a la comprensión del problema examinando el tercer
aforismo de este grupo particular, que dice: “Considere aún más seriamente su propio
corazón”.
Analizada superficialmente, esta instrucción parece estar arraigada en el egoísmo.
¿No es acaso el sendero del interés personal el que lleva a contemplar el propio
corazón? Pero examinada en profundidad, esta instrucción arroja una gran luz sobre el
problema de la inteligencia. ¿Qué significa este aforismo que nos pide que
consideremos con más seriedad nuestro corazón? Pide que el neófito sea sensible al
llamado de su propio corazón. Escuchamos principalmente a la mente, pero nunca al
corazón.
Escuchar al corazón no es convertirse en sentimental, ni significa tener una
reacción emocional o impulsiva ante la vida que nos rodea. Podemos escuchar el
corazón sólo cuando deponemos las proyecciones y motivos del pensamiento y las
emociones. El corazón sólo habla a una mente pura. Todo en su naturaleza intrínseca
es absolutamente puro, y sólo cuando algo se le adhiere es que surge la impureza. Así,
la mente llega a ser impura cuando el residuo de una acción incompleta se le adhiere.
Es decir, que la memoria psicológica es la que causa una mente impura. Cuando la
mente corruptible se hace incorrupta, entonces se torna sensible a los dictados del
corazón.

El corazón es, sin duda, el asiento de la intuición espiritual. La inteligencia es
ese estado de la conciencia humana abierto y sensible a los murmullos del espíritu.
 Una de las instrucciones que se le dan al aspirante espiritual es que aprenda a
meditar sobre su corazón. Para meditar en el corazón hay que ser sensibles a la voz
 de la intuición espiritual. Meditar en el corazón es tener la mente pura y transparente.
 El corazón sólo revela sus secretos a la mente purificada, y a la luz de
este secreto todas las cosas toman significado. Quien posee este secreto contempla la
vida seriamente, con profundidad hacia todo y todos, porque ha aprendido
inteligentemente a mirar dentro del corazón de toda manifestación.
Si mientras avanzamos por el sendero en medio de las distracciones diarias uno
pudiera escuchar los dictados del corazón, nunca perdería el camino. Pero los dictados
del corazón hay que obedecerlos. El neófito debe “mirar seriamente” a su propio
corazón. En una situación dada, en la solución de un problema, el corazón habla de
inmediato, en un susurro. Si la mente es insensible al murmullo del corazón, entonces
el peregrino espiritual debe luchar y trabajar en plena oscuridad, y cada movimiento
en la oscuridad podrían encaminarle por mal camino. Desatender los dictados del
corazón y rechazar la guía de la intuición es seguir el sendero indicado por las
proyecciones de la mente. Pero la mente está atrapada en la oscuridad de la
continuidad. Ninguna transformación espiritual fundamental puede surgir de sus
esfuerzos, y su luz es únicamente "la oscuridad hecha visible".
Pero la luz del espíritu brilla en medio de nosotros. Percibiremos esta luz cuando
las cortinas de nuestra mente se descorran. Sólo cuando la continuidad de la mente sea
interrumpida, solamente en ese intervalo, en ese momento de discontinuidad,
podremos percibir la Luz Inefable y comprender el misterio de su brillo. Sólo cuando
podamos escuchar el murmullo del corazón en medio de nuestras actividades
cotidianas, el avance por el Sendero será de indescriptible regocijo.
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El presente artículo, editado por el Departamento de Educación, es un extracto del libro Seek
Out the Way: Studies in Light on the Path, de Rohit Mehta.
Traducción y Redacción: Eulalia M. Díaz